Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Segundas Partes por Rising Sloth

[Reviews - 109]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Tardé, paro aquí está. Para vosotros xD

En este capitulo le doy gracias a mi beta por ser más rápida corrigiendo que yo escribiendo y hacerme el favor de que pueda presentar un texto legible ;) 

Capitulo 6. Mundo patas arriba

 

La tele estaba encendida, los comentarista del partido empezaban a calentar motores y levantar la emoción de los espectadores tanto del estadio como los que observaban desde sus casas. El pelirrojo se sentó en el sofá, ocupando el lado más cercano al sillón donde estaba Mihawk, al que le pasó una cerveza mientras él se quedaba con otra.

-Cuesta creer que un lunes por la noche lo tengamos libre para ver el partido de veteranos –abrió su lata casi al mismo tiempo que el otro.

-Porque te has tomado la libertad de mandar el trabajo extra a tus empleados.

-Lo dices como si tú no estuvieras aquí viéndolo conmigo –bromeó con una sonrisa. Mihawk dio un buche a su lata.

La puerta del apartamento duplex se abrió.

-¡Ya estoy en casa!

-Vaya, Luffy, ya era hora –le dijo Shanks volviendo la cara desde el sofá-. Justo en este momento me estaba preguntado dónde estaba alguien como tú perdiéndose un partido como este.

-Tampoco es que me lo fuera a perder –se hurgó la nariz-. Todos los bares tienen puesta la misma cadena.

Shanks rió.

-Tiene razón. Anda siéntate.

-¡Sí! –y como un lindo monito se sentó al lado de su padre adoptivo.

-Aunque... –empezó a decir cambiando un poco el tono, bebió un poco de su cerveza-. No sé si debiera dejarte verlo.

-¿¡Qué!? ¿¡Por qué!?

-¿Has ido al instituto hoy?

-¡Sí! ¡Sí que he ido!

-¿A qué hora?

-...

-¿Y bien?

-Después del recreo...

-Y eso te parecerá bonito.

-¡Pero si he ido que es lo importante!

-¡Lo importante es que vayas a todas horas! –le regañó-. Si sigues así vas a volver a repetir curso.

-¡Pero es que las asignaturas son aburridísimas!

-¡No me vengas con esos pucheros! ¡Estás ahí para aprender! ¡No para divertirte!

-¡Y me lo dice el que rompió la ventana del director con una bomba fétida!

-¡No estamos hablando de eso ahora!

El comentarista alzó la voz anunciando el principio del partido llamando la atención de ambos. Padre e hijo se quedaron embobados.

-Shanks... –le habló Mihawk-. Puede que no sea quién, pero... estabas en medio de una reprimenda.

-Bah, ya le seguiré reprendiendo mañana –dijo sin apartar la vista del televisor-. De todas formas, después de hablar con Zoro estoy mucho más tranquilo.

El comentario llamó la atención de Luffy. Miró al pelirrojo.

-¿Has hablado con Zoro?

-¿Eh? Sí, lo mandé llamar esta mañana.

-¿Por qué? ¿Ha hecho algo mal?

-No, no, que va. Tranquilo –le miró y se encogió de hombros-. Como trabajador es excelente y tiene una ambición como una casa -tomó un sorbo de su lata-. Tan solo que no sabía qué tipo de persona era.

-No entiendo nada, si acabas de decir que trabaja y tiene ambición.

-Me refería a que no tenía muy claro que fuera un buen amigo para ti.

-¿Qué? Eso no tiene nada que ver contigo. Es mi amigo, no el tuyo.

-Luffy, compréndeme. Me sentía en la obligación –intentó explicarle-. Para lo poco que hago como padre...

-Te digo que no es asunto tuyo. Yo no voy a dejar de verle porque tú le hagas una entrevista.

-Aún no de tas cuenta de lo confiado que eres. Fuiste tú mismo quien dijo que Zoro consiguió el puesto porque tu hablaste con Ace

-¡Eso no fue así! ¡Lo estás contando a tu manera!

-No puedes fiarte de cada desconocido que conoces.

-¡Y tú no puedes ser tan capullo!

-¡A mí no me hables así!

-¡Te hablo como me dé la gana! ¡Capullo!

Luffy salió corriendo para su habitación en el segundo piso, se oyó un portazo. Shanks se quedó como congelado.

-¿Pero qué mosca le ha picado? ¿Me he pasado? ¿Mihawk, crees que me he pasado?

Mihawk miraba para otro lado, distraído y tal vez apagado.

-¿Te pasa algo?

El moreno le miró.

-Estoy cansado. Creo que lo mejor será que vaya a acostarme.

Se levantó mientras el pelirrojo le miraba con la boca abierta.

-¿¡Se puede saber qué mierda le pasa hoy a esta casa!?

 

 

 

No se permitió ser vencido por Mihawk, no le quería dar ese gusto. Iba a Grand Line día si día también, y daba todo lo que tenía de su esfuerzo y empeño. Él tenía un objetivo y nada ni nadie le iba a desviar de el.

Eso era un parte de su vida. La otra era Ace. Puede que Zoro se enterara hacia dos jornadas laborales, pero el pecoso llevaba ya más de media semana faltando a su puesto debido a la salud de su madre. El par de veces que fue a buscarle en Recursos humanos sus compañeros tenían un sombrío tono de preocupación en la cara.

Pensó en que sería lo más correcto en esa situación. Cómo debía actuar. Porque quería darle su apoyo al pecoso, pero su próximo movimiento podría ser tomado por Ace como la respuesta que le había pedido. Y ellos no estaba "bien" en su relación, Zoro necesitaba más tiempo para pensar. Callarse y guardar silencio era lo más sensato.

Al final, debido a su culpa y remordimientos, envió un mensaje, con mucha incertidumbre, en el que se leía "¿estás bien?".

Ace fue el que no le respondió.

-Zoro.

El peliverde se dio la vuelta.

-Ah, Robin. ¿Qué pasa?

-Voy a salir a hacer una entrevista y necesito un compañero.

-Si se trata de Cavenmierda paso.

-No, no –ella rió-. No te preocupes, este es más políticamente correcto. Se trata de Zeff Piernaroja.

-¿¡El futbolista!?

-Sí. Los de arriba han pensado que sería una buena idea ver sus opiniones después del partido de veteranos.

Zoro se convulsionaba de felicidad por dentro.

-Pero ahora mismo no tenemos equipo de fotografía –explicó ella-. Otro compañero se ha llevado el último que quedaba, pero volverá dentro de una hora. Sería bueno que fueras a comprar una tarjeta extra para la cámara y le esperaras.

-Está bien. ¿Cuándo es la entrevista?

-Dentro de dos horas. Si vas ahora serás puntual aun perdiéndote.

-¡No me lo digas como si estuviera perdiéndome todo el rato! ¡Ni que fuera un niño de cinco años!

-Tienes razón –sonrió-. Lo siento. De verdad no pienso eso –Claramente sí que lo pensaba.

El peliverde se despidió de ella y se dirigió al ascensor, bastante animado. Esa entrevista era importante, le estaban dando una oportunidad.

Entró en la cabina y se cerraron las puertas. Le dio al botón de la planta baja. Pero algo pasó, el botón no se encendía. Le dio repetidas veces, además de un golpe con el puño cerrado, pero nada, no funcionaba, y obvio era que no se estaba moviendo. Soltó un resoplido, su mano fue al botón de "abrir puertas". Sin embargo, no llegó a pulsarlo. El ascensor dio un tambaleo. Estaba subiendo.

Zoro miró a que planta se dirigía. Su cara se tornó blanca. Habían llamado al ascensor desde el último piso.

-No –murmuró entrando en pánico-. No, mierda, no.

Intentó abrir las puertas con sus propias manos, aun con la cabina moviéndose. Incluso llegó a dar una patada. Pero estaba enclaustrado en un sitio que, a pesar de como fueran los botones, las paredes y las puertas eran pura ferrosidad.

Así que, en los últimos segundos que le quedaban, inspiró y espiró. Se apartó instintivamente el pelo hacia atrás con la mano y mantuvo el gesto serio. Ya se mostraba impenetrable, imperturbable e impertérrito cuando las puertas volvieron a abrirse y apareció aquel hombre de ojos ambarinos.

Podría haberse encontrado con Shanks Akagami, podría haberse encontrado con Marco. Pero el puto destino quiso que fuera precisamente Mihawk Dracule quién hubiese llamado al jodido ascensor.

-¿Qué haces aquí?

-El botón de la planta baja no funcionaba. Usted llamó cuando yo ya estaba dentro, Señor Dracule.

Hubo un leve fruncimiento de ceño por parte del moreno, pero no dijo nada. Se metió en la cabina y pulsó dos botones, el de la planta baja y el del garaje. Ambos se encendieron.

-Parece que ya funciona.

Las puertas se cerraron mientras Zoro sentía un poco de calor en la cara. El ascensor bajó en silencio unos segundos.

-¿Hoy no me dices nada? Ahora mismo lo tienes más fácil que en el despacho de Akagami.

Mihawk tardó en darle una respuesta.

-¿Acaso me insinúas que si te fuera a decir algo cambiaría la situación?

-No.

-Entonces hablar es inútil –suspiró por la nariz, cansado. Volvió a hablar al poco rato-. Creí que eras diferente.

-¿Diferente? ¿Diferente a qué?

-Primero haces que intervenga el hijo de Shanks para darte un puesto, después, a las pocas semanas, estás saliendo con el dirigente de Recursos Humanos, que da la casualidad de que fue él quién te contrató. Sinceramente, te pensé como alguien en quién se podía confiar, de principios. Claro está me equivoqué.

Zoro sintió como si sus pulmones se llenaran de un aire frío y afilado. Acto seguido su sangre hirvió.

-¿Quién eres tú para hablarme de confianza y de principios? Yo nunca supe nada de ti. Me enteré de que estabas casado a la mañana siguiente. Nunca esperé volver a verte.

El otro no le contestó, ni tan siquiera le miró. Como si lo único que sintiera o hubiese sentido por él fuese puro desprecio. El peliverde apretó los puños.

-Si tanto te jode haberte acostado conmigo ya podrías haberlo pensado mejor hace dos años.

Mihawk le agarró del brazo, casi retorciéndoselo.

-No intentes retarme.

-Y tú no me toques.

El peliverde intentó deshacerse de su agarre, pero el otro no lo soltaba. Empezó un forcejeo.

-Suéltame –le dijo-. Suéltame hijo de puta.

Zoro empujó a Mihawk, repetidas veces sin conseguir apartarle. Mihawk le acorraló estampando su espalda lo suficientemente fuerte para que el joven suelte una exclamación de dolor. Se apartó de él como si hubiese sido el peliverde el que le hubiese estado agarrando. Como con asco.

Zoro le miró con fiereza.

-¿Sabes que es lo peor? Que pareces decepcionado de mi cuando aquí el único decepcionante eres tú.

Las puertas se abrieron en la planta baja, Zoro salió sin pensárselo dos veces. Demasiado cerca, Mihawk había estado demasiado cerca de él.

 

 

 

Entró en el vagón de metro y lo encontró ahí, sentado en el mismo sitio de la última vez.

-¡Torao!

Law le miró con un deje de paciencia y cansancio. O eso creía él, era difícil leer los ojos de una persona cuando se tapa media cara con una bufanda.

-¿Qué haces con eso puesto? -le preguntó divertido.- Tampoco es que haga tanto frio.

Law frunció el ceño. Se destapó un poco para que Luffy pudiera ver la escayola que tenía pegada a la nariz. El resultado de esta demostración no fue otro que este:

-¡JAJAJAJAJA!

-¡Deja de reírte imbécil!

-Lo siento, lo siento –pero le era bastante difícil aguantarse la risa.

El otro volvió a taparse la cara y le apartó la mirada, cabreado. Luffy se dio cuenta de que había cierta tensión.

-Siento lo del otro día –el de las ojeras le miró de reojo-. Es que... no me gusta ese tema. Me cabreaste mucho.

-Y por eso dejaste de ir al instituto dos días seguidos pedazo de crio.

-¡Deja de llamarme crío! ¡Y para que lo sepas si fui al instituto! ¡Pero no a primera hora!

-Como si me importara.

La mujer que estaba sentada al lado de Law se levantó y dejó el sitio libre, Luffy lo ocupó al segundo.

-Es que es aburrido –siguió hablando, ignorando el comentario del otro-. Mi padre no deja de darme la tabarra. Estoy harto. Hay millones de cosas que hacer y yo no puedo estar en una clase oyendo hablar de Gongonosequé.

-Góngora.

-Lo que sea.

-No será que en realidad eres pésimo en los estudios y que para ti es más fácil eludirlos que enfrentarte a ellos.

-¡Que va! Si se me da muy bien la gimnasia.

-Vaya proeza.

-¡Y si me imagino que los números son comida saco muy buenas notas en matemáticas!

-...

-Pero de todas formas esta semana sí que no pienso ir al instituto.

-¿Y eso?

-¡Por castigar a mi padre!

Lo dijo ofreciendo mucha convicción, pero solo recibió silencio.

-Normalmente es al revés –opinó el otro.

-¡No lo entiendes! ¡No sabes lo que ha hecho! El otro día llamó a Zoro para hacerle una entrevista ¿sabes? Pero no para ver si trabajaba bien, sino para ver si me convenía. "Para lo poco que hago como padre..." me dijo. ¿Te lo puedes creer?

Luffy esperó la réplica. Law puso la vista en otro lado, como si no estuviera interesado. Luffy resopló, frustrado, mirando para el lado contrario.

-Menudo capullo –le escuchó susurrar a Law.

-¿Qué? –le miró de nuevo.

-Lo siento, no debí decir eso. Solo que... entiendo que estés cabreado.

Nadie le daba la razón, nunca. Todo el mundo daba por hecho que todas las decisiones que tomaba u opiniones que tenía eran propias de un loco. Por eso, el comentario de Law le llegó bastante fuerte.

-¡Sí, es un capullo! ¡El gran capullo! ¡Por mí lo puedes decir en alto! ¡Gritarlo si hace falta! ¡Mi padre es un capullo! ¡CAPULLO!

-¿¡Quieres de dejar de dar voces!? ¡Nos está mirando todo el mundo!

-Pero si tú también gritas...

 

 

 

-Creí que estarías más... pletórico –le dijo Yasopp.

Zoro le miró y forzó una sonrisa.

-Si lo estoy es que... no me lo esperaba.

-Anda chaval –le dio una palmada en el hombro-. Te lo has ganado. Sobre todo después del artículo de Piernaroja. Buen trabajo.

El jefe de Entrevistas se fue. Zoro quedó ahí de pie, mirando su nueva mesa, la que simbolizaba todas sus victorias frente a los obstáculos que se le presentaron por delante. Le habían dado luz verde; a partir de ahí podría trabajar como, por ponerle un nombre, periodista titular. Ya no iría más con otros para serles de apoyo. Finalmente, la etapa de becario se había acabo.

Colocó la mano sobre el respaldo de la silla, la apartó para sentarse en ella y ajustarse a su nuevo sitio. Se sentía raro, extraño, desde luego no tan contento como se había imaginado.

Se le había amargado el momento.

 

 

 

Salió de uno de los baños y fue al grifo para lavarse las manos y echarse agua en la cara. Se estaba secando ya cuando oyó la puerta abrirse.

-Zoro.

Alzó la cabeza al escuchar esa voz. Se volvió para mirar a Ace. Le descubrió cansado, con las ojeras marcadas, pero le sonreía.

-Has vuelto.

-Sí –se encogió de hombros.- Ya era hora –hizo una pausa.- Enhorabuena, me he enterado de lo de tu mesa…

-Gracias.

-No pareces muy feliz.

-La procesión va por dentro.

El pecoso rió entre dientes. Guardaron silencio.

-¿Cómo está tu madre?

-Bien, bien. La verdad es que hemos pasado un buen susto. Pero los últimos días se mantuvo estable y hace dos días ya nos dejaron llevarla de vuelta a casa. Si mi padre deja de dar el coñazo con sus gilipolleces se recuperará pronto.

-Me alegro.

-Siento no haberte contestado el mensaje. Lo recibí pero... ha sido todo una locura y no tuve fuerzas.

-No te preocupes, lo entiendo.

Les costaba hablar, ambos sabían hacia donde iba el tema.

-Tenemos una conversación pendiente –dijo finalmente el pecoso.

-Ya, lo sé.

-¿Lo has pensado ya?

-Sí –las manos le temblaron, tomó fuerzas-. Me gusta mucho estar contigo Ace, y me atraes.

-¿Pero?

-Pero yo no estoy acostumbrado a una relación así. Además, está este trabajo que ocupa todo nuestro tiempo... No creo que sea el momento.

Ace expiró por la nariz. Sonrió con un halo de tristeza.

-Bueno, no es para atormentarse. Ni tan siquiera llevamos ¿Cuánto? ¿Dos, tres semanas? Y es verdad que tampoco hemos tenido tiempo de vernos mucho.

Ace dejó de mirarle unos segundos, después cruzó sus ojos con los del peliverde, serio.

-¿Era eso lo mismo que me ibas a decir la última vez?

No, para nada. Pero eso fue antes de saber quién era su jefe. Antes de saber que se rumoreaba que lo habían contratado por ser pareja de Ace. Antes de darse cuenta de que Mihawk aún tenía el poder de poner su mundo patas arriba con solo tocarle.

-Sí, era eso.

-Entonces, supongo que ya nos veremos.

 

 

 

Eran ya las diez y media de la noche, todo el mundo se había ido a casa. Menos él.

Algunos compañeros le hicieron entender que ya echaría de menos ser becario honorifico. Estabas en el último escalafón, eso no se podía negar, pero tenías menos responsabilidades y menos trabajo. Zoro no vio eso como un contratiempo. Dada su situación psicológica, lo mejor que le podía pasar era tener la cabeza y manos ocupadas hasta acabar exhausto.

Había acabado siendo el primero en llegar a la oficina y el último en irse. Ni tan siquiera replicaba incluso al darse cuenta de que le estaban dando más proyectos de lo recomendablemente legal. Lo necesitaba. Sobre todo porque ya no estaba Ace con él. Lo necesitaba.

Tecleó la última palabra en el documento de Word. Movió el ratón para guardar el proyecto y lo cerró. Ya solo quedaba esperar a que se apagara el ordenador.

Se quedó un corto rato tirado en la silla. Mirando al techo. Cerró los ojos. Solo necesitaba un minuto para tomar el camino a casa.

-¿Todavía sigues aquí?

Abrió los parpados de sopetón. Se incorporó para mirar hacia la puerta. Ahí estaba Mihawk. Automáticamente se le frunció el ceño, se levantó para recoger sus cosas he irse.

-He leído tus artículos.

-¿Ah, sí? ¿Y qué quieres? ¿Un premio?

-No. Tan solo disculparme.

Zoro se quedó parado. Miro aquellos ojos ambarinos. No parecía una broma.

-Son un buen trabajo. No niego que tal vez haya que pulirlos, pero tienes talento.

-Vaya, ¿Y solo por eso ya no piensas que soy un interesado lameculos que busca tu dinero? Que detalle.

-¿Quieres dejar de ponerte a la defensiva? –alzó la voz algo exasperado. Hizo una pausa para calmarse-. Mira, sé que mis formas no han sido las más correctas. Me vi asaltado por esta situación, dije e hice cosas que no debería. Pero parece que los dos vamos a trabajar por mucho tiempo aquí. Sería conveniente que enterrásemos el hacha de guerra.

Básicamente, lo que le estaba diciendo era "si tenemos la fiesta en paz y no vas soltando lo que quiera que tuvimos hace dos años no te pasará nada". Ese hombre tenía una habilidad para poner su mundo patas arriba, y últimamente solo para cabrearle.

-Me parece bien –le contestó-. Yo nunca desenterré un hacha, pero me parece bien. Por todo lo demás que te jodan.

Fue directo a la puerta. Estaba cansado, cansado de verle además. Pero tuvo que pasar por su lado. Mihawk le detuvo poniendo una mano en su hombro.

-¿Qué quieres ahora?

Se dio cuenta de que la mirada de su jefe no era como antes, se había quedado como absorto, en su cuello, por donde asomaba una cadena plateada. Mihawk, con una suavidad que le puso la piel de gallina, sacó la placa que llevaba de colgante escondida bajo su camisa. La observó reteniéndola entre sus manos.

-Aún la llevas puesta.

Le miró a los ojos, sorprendido. Se acordaba de su colgante. Pero si hacía dos años y tan solo... tan solo era un detalle.

El rostro de Mihawk cambió, puede que el suyo también cambiara por un momento. Porque fue entonces cuando se entendieron el uno al otro. Habían encontrado a aquél que conocieron esa noche hacía ya lo que parecía una eternidad. No era mentira lo que habían vivido, la otra persona estaba ahí, delante de ellos.

Zoro le arrebató el colgante.

-Hazme un favor y déjame en paz.

Se fue. Mihawk no le siguió.

 

Continuará...

Notas finales:

No sé si a la pagina, a mi ordenador, o a mi cabeza les pasa algo. Pero cuando voy a la partes de review de este fic me dice que hay uno que no he contestado, cuando le doy a contestar, este no existe. No hay texto, no hay nada. Por no haber no hay ni el mensaje de "no se han encontrado reviews" en esta pagína.

Lo digo porque a lo mejor alguien me lo ha mandado y no le he respondido. Para que sepa que no soy una borde de mierda. Es que me estan vacilando xD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).