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Amado elfo por Shiochang

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Amado elfoAmado elfo
La decisión de Quatre

Heero estaba sentado junto a la fuente en el jardín mientras las líneas de
defensa del castillo se organizaban a sus órdenes, Dúo permanecía de pie a su
lado mientras Quatre ayudaba en cuanto pudiera a los hombres de su amo.
De repente se escuchó un violento estruendo a la distancia, como un cañonazo,
pero ¿cómo podía ser? La artillería no se había movido del palacio dado que era
muy lento su desplazamiento y su colocación en el campo de batalla era muy
estratégica y delicada, se necesitaba planear muy bien su ubicación y el momento
de los disparos, dado que cualquier error de disparo podía significar la muerte
de su propia gente.
- ¡UN CONJURO DE MALEFICIO! - gritó Dúo palideciendo - esa bruja ha maldecido a
nuestra gente y está destruyendo el bosque.
-¡CON LA IRA QUE GUARDA HOY MI CORAZ”N
YO TE JURO TODO MI RENCOR,
QUE HE DE RECUPERAR A MIS AMADOS
QUE NADA APAGUE MIS ENFADOS
NI TE OTORGUE YO MI PERD”N!
YO, AMO DE LOS ELFOS,
MOVER… TIERRA Y CIELO
PORQUE TAN PRONTO ENCUENTRE
A MIS QUERIDOS DÚO Y QUATRE
HABRAS DE ARREPENTIRTE
DE HABERME CONOCIDO,
¡PORQUE TE JURO Y DIGO
QUE LO PAGARÁS CON TU SANGRE!
Dúo y Quatre se volvieron hacia su amo al escuchar sus palabras, acababa de
repetir el conjuro que lo había dejado debilitado cuando ellos fueron
secuestrados y la poca magia que Dúo había conseguido hacer volver empezaba a
huir del cuerpo de su amo. corrieron a su lado temiendo que en cualquier momento
perdiera el conocimiento, pero se volvió a escuchar el ruido como un disparo de
cañón a lo lejos y todos miraron asustados a su amo que permanecía en pie,
pálido como una estatua pintada de cal, junto a sus amados elfos...
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Zech, al ver a Reelena avanzar hacia sus hombres con las manos en alto, ordenó
de inmediato el repliegue de sus líneas para ponerlas al amparo de los árboles
mágicos del reino Yui, había acertado con aquello ya que sobre ellos comenzó a
caer una lluvia negra que desintegraba todo a su paso, pero no podía entrar
entre los árboles, pero que dañaba a los primeros y ordenó replegarse más al
interior.
Una segunda maldición no se hizo esperar y una corriente de fuertes ráfagas de
viento pareció arrancar las ramas de los árboles empujando a los hombres a
alejarse del bosque para no ser derribados de sus caballos.
- ¡No se alejen de los árboles! - gritó Trowa - ¡si esa lluvia cae sobre alguno,
lo desintegrará!
El viento huracanado causaba estragos a su alrededor, sin embargo, no podía
penetrar más allá de los primeros árboles frente a Reelena, la magia que
protegía al reino evitaba que causara más daño.
Imprudentemente, Reelena avanzó hacia el bosque y entró en las tierra de Yui y
un violento sonido como un cañonazo se oyó sobre ella y un tornado de fuego la
cogió y ella desapareció junto con él.
- ¡Reelena! - gritó su hermano al verla desaparecer.
- Se puso al alcance de la magia del amo Yui - dijo Wufei impresionado - estuvo
a salvo mientras su magia estuvo lejos de ella, pero su conjuro de venganza la
alcanzó al entrar en sus tierras.
La lluvia dejó de caer, pero Traize decidió hacer a sus hombres regresar, no iba
a arriesgarse de nuevo, la magia de Yui seguía intacta y era muy difícil vencer
en semejantes condiciones.
- ¡Huyen! - gritó Wufei al ver las evoluciones del enemigo - ¡Hay que
detenerlos!
- ¡No! - ordenó Trowa - nadie pasará sobre esas tierras envenenadas.
- Pero, Traize se escapa.
- ¿Por qué crees que lo hace? Porque sabe que esas tierras matarán lo que sea
que las toque hasta que Heero las purifique.
- Maldición, se ecuda en su propia estupidez para escapar.
- Por el momento el reino está a salvo - señaló Zech - regresemos al palacio,
estamos cansados y hambrientos, los caballos también necesitan descanso y comida
y no podemos seguirlos si no vadeamos el bosque y cruzamos el río.
- Volvamos, que nos esperan - ordenó Trowa y las tropas abandonaron el campo de
batalla.
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Heero permanecía sentado en un escaño de la escalera con Dúo tras él acariciando
sus hombros tratando con sus suaves palabras calamr los agitados latidos del
corazón de su amo que poco a poco comenzaba a recuperar el color. Estaban
esperando el regreso de las líneas de avanzada esperando que no hubiese pasado
nada malo.
Quatre los miraba en silencio sin atreverse a intervenir, su corazón sangraba
dolorosamente, pero comprendía perfectamente que ya nada le quedaba por hacer,
debía retirarse con dignidad, aunque le costara la vida, y dejar a su amo amado
ser feliz con aquel que su corazón había escogido.
"Era un suave crepúsculo. Caía
con lentitud el sol en el ocaso
y, con su tenue resplandor escaso,
el alma de la tarde moría".
¿Qué otra cosa la quedaba ya? No quería que lo vieran llorar, él debía ser
fuerte o el amo nunca lo dejaría partir y no sería feliz al lado de su hermano.
Además, sabía que encontraría quien lo consolara si podía alejar de su corazón
aquel dolor que lo destrozaba cual cristal al caer sobre el suelo de piedra.
"Entonces pudo ver el alma mía,
la traición amorosa de tus ojos,
el alma de la tarde que moría".
Se volvió y miró a los hombres que entraban al palacio, el príncipe Trowa
desmontaba junto al Duque Wufei y al príncipe Miliardo, los tres venían con sus
ropas teñidas en sangre, se le veía cansados, de seguro hambrientos, adoloridos
y apesadumbrados. Miró al príncipe de los ojos verdes y se decidió, le daría una
oportunidad, pero sintió un peso en su corazón y miró a su amo con ojos tristes.
"Perdona mi locura y mi quimera;
olvida esta pasión del alma mía,
nacida a mi despecho y porfía
como brota una flor en la pradera.
¡Qué importa que no me ames! Ni siquiera
una ilusión mi corazón ansía.
es más pura la luz si muere el día
y el alma, si padece, es más sincera".
- ¿Quatre, por qué lloras? - le preguntó Heero al ver su mirada - ¿pasa algo
malo, pequeño? - Se trató de poner de pie para acercarse a él.
- No, amo, sólo estoy triste.
- ¿Por qué?
Quatre miró hacia los hombres que entraban en el castillo sin responder, no se
sentía nada de bien y no quería que él lo supiera. No quería que supiera de su
debilidad, del dolor que había en su alma.
"Yo que soñé tu amor, sublime y loco,
Siento miedo. Se triza cuando toco
Y sé de la abyección de odios infames".
Odiaba a Dúo, le arrebató el cariño del amo aún sin planearlo, sin quererlo, lo
había dejado vacío y sin ánimo, ni siquiera se sentía capaz de luchar por su
cariño ¿Cómo hacerlo si el destino le decía que llevaba la batalla perdida? No
era tan tonto como para oponerse a él por mucho que le doliera.
Trowa se acercó a Heero para contarle de la batalla que habían sostenido y de la
huida de los hombres de Oz luego de la desaparición de Reelena cuando notó que
Quatre se mantenía alejado de Heero y su hermano. Lo miró a los ojos e iba a
preguntarle que le pasaba cuando este lo empujó hacia un lado y salió corriendo.
- ¡Quatre! - lo llamó Heero, pero sabía que no podía seguirlo, no tenía fuerzas
para ello.
"¡Bendito tú! Más alto es tu destino.
No confundas tu senda en mi camino.
Sé dichoso. ¡Qué importa que no me ames!"
Lloraba, lloraba amargamente por el dulce amor que nunca sería suyo, que nunca
le perteneció y que sólo había compartido a girones con su hermano ¿Por qué tuvo
que enamorarse así si siempre supo que el corazón del amo le pertenecería a Dúo
por haberlo traído del otro mundo, si se lo había arrancado de las manos a
Shinigami? Había sido un tonto al hacerse ilusiones de compartirlo, nunca
podría, no cuando quería su cariño en exclusiva y este no era para él.
- Amo, no quiero migajas de su cariño - sollozó abrazado a uno de los pilares
del jardín - por favor - unos brazos fuertes lo separaron con ternura de la
columna y él elevó los ojos, no era quien el quería lo consolara y lloró aún con
más ganas, con más dolor si se podía.
- Tranquilo, pequeño Quatre, ya verás que todo saldrá bien - le dijo Trowa
acariciando suavemente su cabeza - no te angusties, las lágrimas no le hacen
bien a tan hermosa criatura.
- ¿Cómo no voy a llorar si he perdido a la persona que más amo en este mundo? -
replicó entre sollozos - y sé que nunca podré odiarlo, ni a mi hermano.
- Quatre - limpió sus lágrimas con el dorso de su mano con delicadeza - si me
das una oportunidad, yo puedo hacer que lo olvides y que el dolor se vaya de tu
corazón.
- No puedo.
- Por lo menos, déjame intentarlo.
- Príncipe Trowa - se abrazó a él ocultando su rostro en su pecho percatándose
recién que estaba manchado de sangre y que estaba herido - Yo llorando como un
crío y usted tiene hambre y está herido - dijo avergonzado y se limpió las
últimas lágrimas con la manga de su camisa - venga, lo curaré y podrá cambiarse
e ir a comer.
- Quatre - le sonrió y se dejó guiar por el pequeño rubio.
"Yo que sueño la dicha y que te adoro
y es tu cariño mi triufante palma;
ya que soy pobre y no poseo el oro,
te doy en versos un girón de mi alma".
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La tarde languidecía lentamente mientras volvía poco a poco la calma a bañar a
su gente, habíase preparado un gran banquete con todo tipo de manjares y bebidas
para celebrar el tropiezo que habían sufrido las fuerzas de Oz y todo el mundo
estaba en los jardines del palacio comiendo y conversando mientras descansaban o
se divertían bailando alrededor de las fogatas.
- Quatre está un poco extraño - señaló Dúo al oído de su amo.
- Tal vez le gusta Trowa - se encogió de hombros - si es feliz con él, no tengo
por qué tratar de retenerlo a mi lado.
- El Sr. Trowa está comprometido con lady Catherin ¿verdad? - Miró a su hermano
preocupado.
- ¿Cómo lo sabes?
- Es mi don ¿recuerda? Veo pasado y presente de las personas que hay a mi
alrededor, en especial cuando hay lazos de amistad o de cariño entre medio. Sé
que Quatre le gusta a él, pero ¿qué intenciones tiene con mi hermano? Si está
comprometido ya, no puede casarse con él ¿verdad? Además...
- Déjalo, Dúo, sólo se divierte - lo interrumpió y lo jaló por la trenza
acercándolo más a él - a mí me preocupas más tú que Quatre, haz vuelto a ponerme
un sello mágico para evitar que salga del castillo ¿No tuviste suficiente con el
anterior? Ahora estarás cansado.
- ¡Ay, amo! - suspiró - ¿Cómo puedo evitar que haga una locura si no utilizo mi
magia? Usted no me escucha, salir en estos momentos es ir en busca de la muerte.
Además, el otro sello que le puse, lo rompió Quatre cuando le puso el suyo en el
corazón.
- Pero tengo que purificar el bosque si queremos atacar a Traize y vencer de
manera definitiva a Oz.
- Pues espere un par de días, amo, sus fuerzas estarán totalmente repuestas y
podrá hacer los conjuros que quiera.
- Si dejamos que pase mucho tiempo, Traize se armará hasta los dientes y será
una terrible batalla la que tendremos que llevar a cabo para vencerlo - le dijo
Zech - aquí nos protege la magia que los elfos entregaron hace siglos a los Yui,
pero del otro lado del río no contaremos más que con nuestras propias fuerzas
para vencer.
- El amo no se puede exponer - insistió Dúo - su magia no ah regresado de su
segundo conjuro.
- No seas sobre protector, Dúo - le dijo Wufei molesto - si no purifica el claro
vamos a tener que alejarnos de sus tierras para cruzar el río y podremos en
peligro no sólo a los soldados de nuestros reinos, sino también a sus caballos y
les daremos la ocasión de atacar nuestra retaguardia.
- ¿Por qué no entienden que si usa su magia nuevamente puede morir? - dijo
molesto - de nada les servirá tener purificado ese claro si ya no hay magia que
los proteja en el bosque.
- Calma, Dúo - lo abrazó Heero - descansaré un día y podré el conjuro para que
nuestras huestes pasen.
- Está bien, siempre que no insista en ir usted con ellas.
- ¡Dúo!
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Al amanecer del segundo día, las huestes aliadas se pusieron en marcha hacia el
campo de batalla con su amo al frente acompañado de los dos elfos que vigilaban
atentamente sus movimientos. Quatre estaba muy preocupado, sospechaba que el amo
no estaba muy bien como quería hacerles creer, pero no había insistido, ya
bastante tenía conque Dúo lo fastidiara por haberse ido con el príncipe Trowa y
dejarlo solo vérselas con la testarudez del amo.
- El amo va a necesitar un potente conjuro de sanación una vez que libere el
bosque de estas malas escencias - dijo Quatre tocando las ramas rotas de los
árboles a la salida del bosque - fue un maleficio terrible.
- Me pregunto que habrá hecho la magia del amo con esa bruja.
- Amanece,
Qué la luz del nuevo día,
Traiga calma, paz y alegría;
limpie estas tierras de dolor
borre siempre el horror,
que la tierra padece.
Las huestes vieron asombrados como una niebla negra se levantaba de la tierra
hacia el cielo evaporándose ráudamente hasta que la tierra recuperó su verdadero
color.
Zech, siempre al mando de las avanzadas, salió al claro ya limpio con su caballo
y de inmediato sus Coraceros y los dragones de Noin lo siguieron para cruzar el
río, detrás de él lo imitaron los Húsares de Yui y los Granaderos de Barton. Un
ciento de Pontoneros (son los encargados de fabricar puentes, carretas y cuanto
sea necesario construir para cruzar ríos y quebradas) se adelantó mientras los
jinetes cruzaban y comenzó a preparar el puente que habría de usar la infantería
para cruzar los torrentes del río para que no mojaran las armaduras, y el paso
de la artillería pesada. Aquel puente improvisado debería ser capaz de soportar
el peso de los cañones y sus respectivos efectivos además de toda la infantería.
Wufei adelantó parte de la artillería, que se ubicó mirando hacia el otro lado
del río, no podían desproteger a los hombres que trabajaban ni los que cruzaban
su cauce, no sabían si había alguien asechando esa zona, aunque era lo más
logico que hubiera centinelas ya que debían saber que Heero Yui iniciaría el
ataque por aquel sector dado que era más fácil atravesar el río a esa altura
dado que era menor el fondo y menos peligroso el torrente que se veía disminuido
por la utilización de sus aguas en los cultivos, pero los pontoneros trabajaban
sin interrupciones.
Trowa hizo avanzar la infantería para que algunos de sus hombres ayudaran a los
pontoneros a armar el puente y así avanzar más rápido, no querían perder el
tiempo, ya que el viaje hasta el castillo principal de Traize era largo y no
querían que la noche los encontrara sin haber encontrado un buen lugar donde
montar un buen campamento. Tan pronto lograron armar la mitad del puente los
pontoneros se detuvieron a descansar un momento vigilando a los infantes
improvisados como armadores que continuaron su trabajo. Casi a medio día al fin
consiguieron completarlo y tanto la infantería como la artillería comenzó a
cruzar a marchas forzadas al otro lado mientras la caballería protegía su avance
manteniéndose alerta, aunque ya sabían que no había enemigos al frente
Sin embargo, nadie prestó atención ya al príncipe Yui, estaban muy ocupados en
cruzar pronto el río para ir a atacar a las huestes de Traize que esperaban en
la capital del reino de Oz como para percatarse que la magia y la energía de su
joven amo comenzaba a esfumarse como el rocío de la mañana...
- ¡AMO! - gritaron ambos elfos y corrieron a sujetarlo mientras este caía,
inconsciente y de frente, al suelo.
Dúo apoyó su mano en la frente afiebrada de su amo y comenzó a recitar el mismo
conjuro que dos días atrás pusiera sobre él para sanarlo rogando al cielo que de
nuevo funcionara, no quería que el amo cayese en la inconsciencia nuevamente, ya
de por sí había perdido mucho peso y estar así de nuevo no le haría nada de bien
a su organismo cansado de por sí.
- Amanece,
traiga la luz de un nuevo día,
paz, calma y alegría
restaurando todo a su paso,
yo descanse en su regazo
y mi amo despierte.
Quatre vio que el conjuro de su hermano no daba resultado, así que lo ayudó a
colocarlo sobre su regazo y colocando su mano en la frente afiebrada de su
querido amo, también recitó un conjuro de sanación esperando que junto con el de
su hermano pudiera hacer efecto y no cayera en las garras de Shinigami:
- Aclara,
Traiga la luz de la mañana,
Paz, alegría y clama,
Trayendo sanación y descanso
Restaurando la vida a su paso,
Le traiga salud a su alma.
Pero los conjuros de los dos elfos no parecían surtir efecto sobre el joven,
permanecía inconsciente entre los brazos de Dúo, respirando, sí, pero casi
muerto, sus llamados su alma no parecía escucharlos y sentía que se iba junto
con su magia, partía a visitar parajes extraños, donde no existe el dolor, la
pena, la alegría, no existe nada...
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Continuará...
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Lo siento a las amantes de Quatre (lindo, pero Dúo es mejor =P), yo no quería
hacerlo sufrir tanto, no me gusta verlo llorar, pero era necesario, perdonen.
¿Y qué fue de Reelena? Aún no lo decido, pero no volveremos a saber de ella
hasta el capítulo 14 (sí, ya tengo esbozado hasta el final, en el capítulo 15) y
eso de hacer sufrir a Heero, bueno, siempre le toca a Dúo (Heero es demasiada
frío para sufrir dolores del corazón) así que le tocó a él.
Nos vemos.
Shio Chang.

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