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Amado elfo por Shiochang

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Amado elfo
Agonía

Heero aúm dudaba de haber dado con la respuesta correcta a su interrogante, pero
sabía que la única manera de saberlo era preguntándole al señor. Si aquella no
era la respuesta, sólo tendría que seguir pensando, opero si lo era, podría
estar de regreso con Dúo y con Quatre muy pronto.

- ¿Qué pasa, Heero?

- Es porque lancé dos veces el hechizo de amenaza contra Reelena ¿verdad?
mientras no se lo retire no podré marcharme.

- Veo que has razonado muy bien, Heero - le sonrió - esa es la razón por la que
permanecías aquí, y es cierto, queremos que lo retires, después de todo, ella no
les hizo nada y la venganza no te llevará a ninguna otra parte más que al
infierno.

- Entiendo, pero para retirar el conjuro necesito regresar a mi cuerpo primero.

- Tus queridos elfos te están allanando el camino de regreso, así que no tte
preocupes, muy pronto dejarás el paraíso.

- No es que no me haya gustado el lugar - miró a su alrededor - pero creo que es
un poco aburrido y estoy feliz de regresar con los míos.

- No te preocupes, el día que vuelvas a estar en este mundo no recordarás tu
vida pasada y podrás disfrutarlo como se debe - le sonrió - pero te pido que
nadie sepa de tus experiencias aquí, el resto de la humanidad puede desconfiar
de tu palabra.

- Si, Señor, callaré lo que he visto.

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Dúo estaba recogiendo las hierbas que complementarían el brebaje para su amo
vigilado de cerca por Rashid, que no dejaba de llamar amo a Quatre haciendo que
este se ruborizara dado que era hombre del príncipe Trowa, en el huerto del
palacio. Allí había distintos tipos de plantas comestibles y verduras, desde
desde las más pequeñas a las más grandes, incluso en el fondo habían árboles
frutales.

- El amo tiene todo lo que pueda necesitar el castillo - dijo sonriéndo mientras
tomaba algonas hojas de parra y otras de peral - sería mejor con la fruta, pero
en esta época no las hay frescas - le dijo al hombre que no le respondía -
Rashid.

- ¿Diga, joven Dúo?

- Ya comenzaba a pensar que no hablabas.

- Es que usted habla por los dos, joven.

- No le creo así - caminó un poco y se agachó a recoger unas ramitas de malva y
de ruda - ¿Qué más me falta? - miró la cesta en que echaba las hojas y enumeró -
tengo la menta, las hojas de parra, de peral, de malva, de ruda... Me faltan
solamente las hojas del nogal.

- Por aquí, joven Dúo - lo guió hacia donde estaba el florecido árbol.

- Gracias, Rashid, con esto más todo lo que haya conseguido mi hermano podremos
despertar al amo.

"Mi fe muerta tú has hecho que en destellos irradie;
eres hostia en mis labios y, hecho aliento, tú estás
en mi sangre. Por eso, ya la mano de nadie
logrará separarte de mi vida, jamás".

Regresaron al castillo y Dúo se dirigió a la cocina donde Quatre preparaba ya el
inicio del brebaje. Le agradeció a Rashid su compañía y ayuda y luego se dedicó
a entregarle los ingredientes que se cocinaban lentamente junto con sus
palabras.

- Aclara,
la luz blanca del alba
recubra de paz mi alma,
resplandece todo de calma,
llegando hasta la cama,
donde mi amo descansa.

- Aclara,
la luz alba del día
se convierta en guía,
me ayude a regresar a mi dueño,
le saque del profundo sueño
y lo regrese a esta vida.

Quatre aplicó al oír las últimas palabras de su hermano el último de los
ingredientes, una escama de dragón y retrocedió al ver que un vapor de extraños
colores dorados salía despedido del caldero y comenzaba a vagar hacia arriba,
buscando algo.

- Vapor de vida,
vapor de salud,
transita este mundo
y llega hasta mi dueño.
Ve y quítale ese sueño
tan frío y profundo,
¡Dale una salida!

A la voz de los elfos el vapor pareció tomar la forma de un pequeño dragón y
salío disparado hacia la habitación del príncipe. Dúo y Quatre lo siguieron
raudamente y alcanzaron a llegar a la habitació para ver como el vapor entraba
por las fosas nasales del durmiente que se elevaba unos centímetros en el aire
elnvuelto en una densa capa de vapor dorado y que luego bajaba nuevamente sobre
la cama.

Los dos corrieron a ponerse a cada lado de su amo y lo vieron abrir los ojos
lentamente como si despertara de un agradable y repardor sueño. Los miró y les
tendió las manos y amobos se echaron al mismo tiempo sobre su pecho.

- ¡AMO, AL FIN DESPIERTA! - gimió Dúo llorando, Quatre lo imitaba pero sin decir
palabra - ¡YO NO QUERÍA PERDER LA ESPERANZA DE VOLVER A VERLO AQUÍ!

- Ya, Dúo, no seas escandaloso - lo besó el la frente y miró a Quatre - ¿Qué
pasa, pequeño?

- ¡ESTOY TAN FELIZ QUE EST… BIEN!

- Ya, no es para tanto.

- Estuvo los cuatro primeros días muy mal, amo - repiró profundo Quatre -
temíamos que se nos fuera a morir, luego vino el ángel...

- Arcángel - lo corrigió Heero interrumpiéndolo - él se puede enojar.

- Como sea - sonrió - y nos dijo que estaba en el paraíso. Dúo lo fue a ver y yo
a buscar las escamas de Dragón y...

- Te pareces a Dúo - sentenció divertido - lo quieren decir todo en un minuto y
no toman aire.

- Amo ¿tiene hambre? - le preguntó Dúo enderezándose.

- Claro que sí, aunque me siento muy bien.

- Las escamas de dragón tienen grandes propiedades curativas, pero el vapor del
brebaje hizo sólo el trabajo no hubo necesidad de usarlo - dijo Quatre -
¡Dejamos el brebaje en el caldero! - salió corriendo y casi botó a la princesa
Noin - ¡Disculpe, señorita, pero voy apurado!

- ¿Se puede pasar?

- Claro, Lucrecia, pasa - le dijo Heero y Dúo se sonrió al verla sorprendida -
pideme de comer, Dúo, y ayuda a tu hermano en su locura.

- Claro que sí, amo - salió haciéndole una reverencia a la joven y también
corrió por las escaleras.

- Ese par de locos.

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Las huestes aliadas descansaban a la entrada de la capital de Oz, un pueblo
bastante extraño para ellos, dado que se notaba a la distancia su gran
prosperidad por las formas de las casas y el hecho que allí no hubiese una
muralla protegiéndola ¿Eran muy engreídos o totalmente idiotas que el acceso a
la capital era tan fácil?

Zech había hecho detener las tropas a unas horas de sdistancia para trazar un
plan de ataque conjunto, de seguro no podía ser tan fácil llegar a Traize como
se vveía a simple vista.

- Estos o son estúpidos o nos han tendido una trampa - dijo Wufei sentándose en
el improvisado consejo de guerra - no puedo creer que hayamos llegado hasta aquí
sin botar más pólvora que la que usamos en el fuerte del bosque hace una semana.

- Yo tampoco - admitió Trowa - nada podría hacerme creer que no hay gato
encerrado en todo este asunto. Digo, por muy malo que sea su gobernante, no
entiendo cómo podría perder tanto la lealtad hacia él al grado de ayudar al
enemigo.

- No confío en Traize - dijo Zech - estoy seguro que esta ayuda es falsa, que lo
hacen porque él se los ordenó.

- ¿Qué hacemos? De seguro ya saben que estamos ubicados aquí y que muchos de
nuestros hombres están confiados de ganar fácilmente y regresar pronto a casa -
dijo Trowa.

- Debemos averiguar que nos espera dentro de la cuidad - señaló Wufei.

- Pero ¿cómo?

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Heero desacansaba tranquilo sentado en el jardín mirando a Dúo que corría
persiguiendo a Quatre por todos lados mientras jugaban como niños junto a los
pequeños de Rashid.

- Señor Heero ¿qué hará? El amo Trowa debe estar esperando noticias suyas,
aunque nosotros no hemos tenido noticias de su parte.

- ¡Es que no han tenido que batirse en días! - gritó mientras corría tras los
chicos - están todos bien.

- Eso es bueno, eso significa que Traize quiere tratar la paz sin derramar más
sangre - dijo Heero.

Dúo atrapó al pequeño Salim y lo llevó junto a su padre.

- ¡Tengo un rehén! - gritó al otro grupo que se detuvo - ¡y lo transformo en mi
ayudante!

- ¡Gua! - gritaron y se lanzaron a correr en todas direcciones.

- Estos chiquillos - se rió Rashid - y ellos igual lo parecen.

- Ellos tendrán 18 años, pero son niños por dentro aún - asintió - me gusta
verlos jugar felices, pero igual tendremos que ir a buscar a Traize para así
terminar la guerra.

"Las flores son mi amor y mi ternura,
mis más puros ideales.
Por qué tengo no sé la desventura
de amr su vida efímera. Locura
son por eso mis sueños inmortales".

De repente el cielo se oscureció totalmente y todos levantaron la mirada al
cielo, casi de inmediato se largó a llover y todos tuvieron que regresar
corriendo adentro del castillo. Sin embargo, cuando al fin estuvieron dentro,
estaban totalmente empapados.

- ¡Que mala suerte! - lloriqueó Salim mirando hacia el empapado jardín - yo
quería ganar el juego.

- ¿Por qué no juegan a la escondida aquí dentro? - les ofreció Heero - siempre
que no boten nada ¿les parece?

- Claro que sí - los cinco niños lo abrazaron y Dúo y Quatre lo besaron y
siguieron a los chicos para jugar a las escondidas.

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Zech miró el cielo oscurecido por las nubes negras de lluvia y salió de la carpa
en que estaban reunidos.

- ¡Cubran los cañones y la pólvora! - ordenó - ¡No nos servirán de nada si se
mojan!

- Maldición - gruño Wufei - debemos retroceder un poco, no podemos dejar el
campamento cerca de los árboles, no vaya a caer una tormenta sobre nosostros.

- ¡Que los hombres cubran a los caballos, no se vayan a asustar! - ordenó Trowa
saliendo también.

El mal tiempo acarreaba un sin fin de problemas para ellos, si se les mojaban
los cañones y la pólvora, la artillería quedaría inutilizada, si los animales no
estaban bien amarrados se asustarían con los ruidos de la tormenta y se
escaparían y quien sabe cuanto daño harían en el campamento.

- ¡Cuiden los alimentos y que no se apaguen las fogatas! - ordenó Wufei, sabía
que si pasaba esto último sería prácticamente imposible volver a encender fuego
con la leña mojada - ¡Cubran los leños! - volvió a gritar.

Un trueno espantoso se escuchó a la distancia y el ruido que hisieron los
caballos espantados se hizo ensordecedor para quienes estaban a su alrededor.

El agua caía a cántaros y al poco rato el barríal era tremendo, sin embargo, no
hacía mayores daños dado que ellos estaban sobre una meseta en lo alto de una
colina, pero era peligroso ya que así no podrían molilizar más que a la
infantería, no podrían mover a los caballos, no podía arriesgarse a que se
rompieran una pata.

- Lo único bueno de esto es que las tropas de Oz no pueden atacarnos - señaló un
soldado junto a Trowa- aunque nosotros estemos en las mismas condiciones.

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Heero miró el cielo preocupado, esa mañana había amanecido hermosa, nada
presagiaba aquella terrible tempestad ¿que había hecho cambiar tan drásticamente
el clima? Miró a Dúo y Quatre que le leían cuentos a los niños del castillo y
volvió la mirada hacia afuera.

"Mientras cae la lluvia, cuyo cántico alegra,
las sombras de sus lutos tiende la noche negra.
¡Y cómo en esta tarde huracanada, cómo
extrañas vibraciones de tempestad yo siento
en mi calma! Que preludie sinfonías el viento;
sobre la madre tierra lloren nubes de plomo".

- …rase una vez, en un país lejano, dos jóvenes reyes que finalmente tenían una
linda hija - leía Dúo en voz alta a los chicos que lo miraban atentos - a su
bautizo asistieron todas las personas de los confines del reino e incluso
algunos vecinos lejanos, como era el caso del Rey Juan Carlos y su hijo Felipe,
quien tenía cuatro años.

- ¡Como Said! - dijeron los chicos.

- Los reyes estaban muy contentos, en su pequeña hija estaría la unión de ambos
reinos cuando contrajera matrimonio con el pequeño Felipe - continuó riendo -
Ella sería llamada Aurora porque era tan bella como esa hora del día. A la
fiesta llegaron, también, tres hadas madrinas que les concederían sus dones a la
pequeña princesita.

- Los chicos están emocionados escuchando - se rió Rashid.

- Los veo - sonrió con ternura - ellos deberían tener muchos chicos
escuchándolos, jugando con ellos, así serían siempre felices.

- Pero cuando las hadas daban sus buenos dones a la pequeña, un gran estruendo
llenó la sala de humo negro - leyó Dúo - y de entre sus sombras surgió una
malvada Bruja que dijo: "Que hermosa fiesta, pero a mí no me han invitado", una
de las hadas, enfadada por su interrupción le replicó: "es que no te queríamos
aquí". Al oír esto la malvada bruja se enfadó y dijo: "Ella será la más bella
entre las bellas, la más dulce y cariñosa, su voz será más hermosa que la de las
más hermosas aves cantantes, pero un día, cuando cumpla 16 años, se clavará un
dedo con un huso y morirá". Diciendo esto desapareció entro una nube negra.

- ¡Bruja mala! - exclamaron los niños.

- Todos los presentes se pusieron a llorar por la pequeña princesita. Sin
embargo, una de las hadas no había entregado sus dones y le dijo a los reyes que
si bien no podía revertir la maldición, podía transformarla: "Cuando cumplas los
16 años te pincharas el dedo con el huso, pero no morirás, sino que caerás en un
profundo sueño y contigo todos los de este reino".

Heero se volvió a acercar a la ventana a mirar la lluvia, acababa de darse
cuenta que estaba en agonía, pero no de enfermedad física, sino del alma. Quería
ver a Dúo y Quatre siempre felices, y aquello significaba verlos rodeados de
niños ¿Cómo darles hermosos hijos si ninguno podía tenerlos?

"Más vibrante que el arpa es la lluvia; macabra
repercute su música, al rechinar la puerta
que se entreabre al conjuro de su voz sin palabra.
Más humana que el hombre es la lluvia; en el germen
pone notas fecundas y su canto despierta
el concierto de vidas simientes que duermen".

Volvió su mirada a los chicos que escuchaban atentamente el cuento de los elfos
y se dedicó a escucharlos mientras esperaba que la cena estuviera servida...

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Trowa, Zech y Wufei descansaban luego de correr para todos lados vigilando que
la tormenta no causara estragos entre sus huestes. Los caballos estaban bien,
los cañones y la pólvora se encontraban a reparo, las fogatas continuaban
encendidas y habían conseguido junto con los pontoneros levantar una barricada y
varias zanjas por donde circulaba el agua de manera que no se acumulara
demasiado en torno a ellos.

- Echo de menos mi casita - murmuró Wufei tratando de secarse un poco el cabello
con una manta - odio el agua, y más cuando está fría.

- Deja de quejarte, Wufei ¿qué pensarán de tí nuestro hombres?

- De seguro se quejan de lo mismo - murmuró aún más bajo - pero, en fin, nada se
puede hacer hasta que hayamos detenido a Traize no podremos regresar.

- Espero que pronto esté lista la comida - dijo Zech que no participaba casi de
la conversación de los más jóvenes - y que la lluvia deje de caer, es peligroso
para nosotros, quedaríamos estancados en el barro.

- Mi gente piensa lo mismo - admitió Trowa - pero ellos mismos admiten que Oz
queda en la misma situación, así que nos mantiene relativamente seguros.

- Bueno, sólo nos queda esperar - dijo Zech sentándose con los brazos en la nuca
- Dios nos dirá.

- Ojalá y Yui llegue antes que nos tomemos la cuidad.

- Si es que los elfos lo dejan salir del palacio - dijo Trowa pensando en Quatre
- espero que en casa estén todos bien.

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Durante la cena Dúo notó a su amo preocupado, estaba más atento a lo que pasaba
fuera del castillo que a lo que se conversaba en la mesa ¿qué lo angustiaba?
Acarició su brazo que descansaba sobre el brazo de la silla y puso su mano en la
de su amo. Era una lástima que no fuera su don el leer la mente de los demás,
así podría saber en qué pensaba, y tampoco podía usar un conjuro, estaba
demasiado oscuro como para tener siquiera un poquito de magia.

Quatre, por su parte, había estado un poco ausente escuchando las voces en la
lluvia para saber como estaba el señor Trowa, pero un dolor lo trajo de regreso,
el amo tenía el alma llena de una terrible angustia, su alma había caído en una
dolorosa agonía que no llegaba a reflejarse en su cara, pero que él podía sentir
demasiado bien. Miró a Dúo y notó que estaba preocupado, también había notado
aquel extraño silencio en que su amo se había sumido.

"Rebeldes por instinto, mis propios sentimientos
se alivian cuando el cielo diluvia sin reposo,
cuando el mar se ha encrespado, cuando silban los vientos.
Es extraño mi anhelo; yo amo el tempestuoso
invierno y, con deleite, miro el cielo borroso
cuando serpentean relámpagos sangrientos".

Dúo notó la mirada de su hermano y trató de sonreeír, pero la mirada de Quatre
le dijo que el alma del amo sufría por algo, que tenía que ver con ellos de
seguro, pero que no alcanzaba a comprender. Cerró los ojos y miró hacia el
pasado y descubrió que la angustia había empezado cuando leía el cuento a los
niños en el gran salón.

"Su ruido melodioso, el rumor de su cántico
conmueven y extasían mi espíritu romántico
encendiendo en mi alma sentimientos de nieve.
He señado mil veces que la dulce sien amada,
mientras afuera ruge el viento y mientras llueve,
junto a la mía sueña en la misma almohada".

Heero notó la insistente mirada de sus elfos y trató de concentarse en ellos,
pero el dolor había hecho mella en su alma y le costaba montones esbozar
siquiera una sonrisa falsa. Tomó los dedos de Dúo que descansaban en su mano y
los acarició ¿Cómo decirles que los amaba pero que los dejaba ir para que
formaran sus propias familias y se llenaran de hermosos y dulces hijos? Le dolía
el sólo imaginarse que alguien más pudiera llegar a tener lo que había sido
suyo.

- Creo que debo ir a dormir - dijo sin dirigirse a nadie en especial - apenas me
recupero y no quiero tener una recaída con este clima.

Dúo y Quatre asintieron y lo acompañaron. les preocupaba mucho la actitud que
había tomado su amo. Luego de ayudarlo a desvestirse, lo taparon y ambos
salieron de la alcoba para que descansara y poder hablar a solas sobre lo que le
pasaba.

"Lejos de los afectos, en mi lecho de enfermo
escuchando la lluvia que desciende me duermo.
¡Qué largas son mis noches! ¡Qué rebeldes mis males!
Con el sueño yo engaño las heridas que ha abierto
la decepción en mi alma. Las olvido despierto
escuchando la lluvia que azota los cristales".

Débiles lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Heero, débiles sollosos
que apenas y se escuchaban en el silencio de la habitación. No podía
contenerlos, le dolía demasiado saber que con todo el amor que les tenía, nunca
les podría dar lo que verdaderamente ellos se merecían para ser felices.

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Quatre se sentó en la antecámara de la habitación de su amo y Dúo se sentó
frente a él esperando que le contara lo que le pasaba al amo.

- El amo está llorando por nosotros, Dúo, algo le hace pensar que para ser
felices no debemos seguir a su lado.

- Yo miré hacia el pasado y esto viene del momento en que leía aquel cuento a
los niños del castillo. Creo que también la lluvia lo ha afectado bastante, se
ha dedicado a escucharla a ella y no ha prestado atención a nada más.

- Quisiera saber que piensa el amo, no podemos dejar que su alma caiga en
aquella agonía dolorosa, los humanos no son fuertes ante un dolor semejante y
podríamos perderlo de manera definitiva.

- Y este tipo de dolores ¿no lo curará el brebaje que preparamos esta mañana?

- No, Dúo, nada puede curar los dolores del alma, hacerlo sería usar la magia en
contra de la voluntad de aquel a quien se le aplica y nos significaría perdernos
en su memoria, borrarnos de su recuerdo de manera permanente.

- Pero ¿por qué le pasa esto al amo? Debería estar feliz, está casi totalmente
repuesto, pronto podrá hacer uso total de su magia. No lo entiendo, Quatre ¿Por
qué de repente tiene lastimada el alma?

- No lo sé, Dúo, yo sólo sé que sufre una terrible angustia por nosotros, no
puedo llegar a saber a ciencia cierta qué es lo que lo tiene en ese estado.

- Deríamos preguntarle, tal vez deje que le ayudemos y podríamos aliviar su
dolor sin necesidad de usar la magia.

- Bien.

Ambos elfos entraron en la habitación y cada uno se sentó a un lado de su amo
para preguntarle, pero él dormía profundamente, pero tenía marcado el sendero
que las lágrimas habían seguido por su rostro, al parecer aún en sueños ellas
caían con dolor.

- Amo - susurró Dúo dolido acariciando las acaloradas mejillas limpiando las
lágrimas que no cesaban de caer - no sufra así, me parte el corazón que usted
llore.

- Amo - Quatre apoyó su mejilla en su frente y se asustó - tiene fiebre de
nuevo, Dúo.

- Es por el llanto - dijo enderezándose - no nos queda más que cuidarlo de
nuevo, sólo que a la mañana le daremos de beber el "draconus potions" para que
se recupere por lo menos de los dolores corporales y le haremos ir al campo de
batalla.

- Aquello no está bien, Dúo, aún no regresa su magia.

- Quatre, debemos distraerlo de aquello que le provoca dolor, aunque seamos
nosotros, y la batalla lo hará olvidarlo por lo menos un tiempo hasta que
podamos averiguar qué es lo que le pasa.

- Espero que no sea un traspié tu idea, Dúo.

Ambos se acostaron y se dispusieron a dormir al lado de su querido amo. Sin
embargo, ninguno fue capaz de conciliar el dueño por la angustia que les
provocaba ver a su amo en aquel lamentable estado por un buen rato...

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Heero despertó por la mañana con un terrible dolor de cabeza, pero siempre
abrazado por sus queridos elfos, uno de cada lado. Separó el brazo izquierdo de
la espalda de Dúo y separó el dosel para ver si ya había amanecido. No, aún no.
Soltó la cortina y acarició la espalda de Dúo lentamente con ternura. Cerró los
ojos y sintió que las lágrimas volvían a ellos, que el dolor regresaba a su
pecho.

Volteó la cabeza hacia Quatre y movió con cuidado el brazo derecho para
acariciarlo también. Sabía que sería doloroso dejarlos partir, pero tendría que
hacerlo para que fueran felices.

"Quien mane sangre de una oculta herida;
quien lleve en su alma una aflicción secreta,
quien pierda, en dudas de una angustia inquieta,
la fe que puso en el amor de su vida.
Quien el amor ha de sentir, que anida
Como un dogal que su garganta aprieta,
Comprenderá esta estrofa que el poeta
Rubricó con pluma suicida".

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Dúo se despertó temprano por esa mañana, aunque ya hacía varías que no lo hacía
hasta bien entrada la mañana, cuando los llamaban a desayunar. Se enderezó y
acarició las mejillas de su querido amo; estaban húmedas nuevamente ¿había
llorado toda la noche sin que ellos lo supieran? Tocó su frente, tenía un poco
de temperatura, pero nada serio. Lo besó suavemente en los labios y se fue a
sentar al balcón un rato para ver como amanecía y sus poderes regresaban.

Quatre se despertó cuando sintió que el amo se acomodaba. Abrió los ojos y notó
que su hermano no estaba, se había salido al balcón. Era molesto ¿cuántas veces
le dijo que no lo hiciera que era peligroso tanto para él como para el amo? Pero
su trenzado mellizo era tan porfiado y testarudo como un burro. Se enderezó un
poco y miró al amo que lloraba nuevamente ¿o no se había detenido en toda la
noche?

Al poco rato regresó Dúo y se sentó en la cama pensando en qué conjuro podía
usar para leer el alma y la mente del amo para entender su dolor y así poder
ayudarlo a sacar su tristeza del alma.

- Dúo - susurró su hermano apenas - recuesta al amo sobre tu pecho, así
descansará mejor.

- ¿No te molesta? - se acostó y con cuidado le movió hasta ponerlo sobre su
cuerpo con su cara sobre su pecho - no se vaya a despertar - susurró.

- Debes acostumbrarte a tenerlo así, Dúo, en especial cuando se casen para
cumplir la promesa.

- ¿Casarme con el amo? - se sonrojó - ¿Y qué será de ti?

- Voy a darle una oportunidad al Señor Trowa de hacerme feliz. Yo necesito
alguien que me quiera a sólo a mí.

- Pues vas a tener que decírselo al amor primero, no vaya a ser que el amo se
enfade o que no le guste. Además, recuerda que el Señor Trowa...

- ¡No me lo recuerdes!

- Bueno, pero no grites, despertarás al amo y él necesita descansar.

Quatre se acomodó a un lado de Heero poniendo su brazo sobre su espalda. Dúo,
boca arriba, colocó las manos de su amo en su cintura, abrazándolo a su vez con
los brazos a la altura del pecho. Sin embargo, una sospechosa humedad de
lágrimas cubrió su camisa...

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Continuará...

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Bien, creo que ya se me pasó la mano, pero desde un principio les dije que la
historia sería angustiante (ya comienzo a sentirme así, terriblemente
angustiada), pero ya se comenzará a arreglar la situación.
Creo que no es necesario que lo diga, pero Dúo leía la Bella Durmiente en la
versión de Walt Disney a los niños del castillo y de las Huestes que fueron a la
guerra (alrededor de doce) y es feliz con ellos, ya vieron que también jugaron
con ellos el los jardines y a la escondida dentro del castillo. Alguien debería
decirle a Heero que Dúo es un niño grande y que por eso es feliz entre ellos
para que no se angustie ¿no creen? Pero él mismo se va a dar cuenta.
No voy a adelantar nada más, pero voy a agregar unas cuantas cosillas más al
esbozo de los últimos tres capítulos (como ya les había dicho mi historia
termina en el capítulo 15), Conjuro de Amor (que ya lo modifiqué, será más
largo), Oz Vencida y Promesa de amor a mi amado elfo.
Espero que les guste este capítulo, al igual que los que siguen, y me escriban
muchas notas para saber que les gustó y si los convierto en otros seres
fantásticos.
Saludos.
Shio Chang.
Ah, he alargado los capítulos finales (supongo que igual se nota por la cantidad
de palabras) y he hecho aparecer otros personajes.
Los versos siguen siendo del mismo autor que ya les mencioné y los recita el
fantasma de la madre de Dúo y Quatre.
Dedico el capítulo a todos los que me han dejado reviews en Amor Yaoi y que me
han escrito a mi correo para animarme a seguir. Gracias a mis lectores y
lectoras, lo quiero mucho.

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