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Promesas de alcoba por Haruka Eastwood

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Sabaku No Gaara Pov


«El primer amor se le quiere más, a los otros se les quiere mejor*» esa frase la leí en un pequeño libro olvidado sobre uno de los pupitres del salón. Chasquee la lengua pensando en lo absurda que me pareció, y es que en aquel momento solo conocía la magia superflua del primer amor, una que me tenía atontado y pensando que era lo mejor que me podía pasar en aquel momento, donde ingenuamente creí que nunca habría un segundo.


Claro que me equivoque, pero ingenuamente me negué a pensar en el hecho de que alguien más entrara en mi vida, y es que después de Sai comencé a huir de todo pensamiento que involucraba una pareja, y sinceramente, ¿quién no lo haría? Sai fue lo suficientemente idiota como para dejarme una gran lección de vida.


—Entonces, ¿qué paso después? —Cuestione a Sakura, quien tenía un enorme sonrojo y sus ojos verdes parecían brillar producto de la felicidad.


—Finalmente somos novios —chilló emocionada, al tiempo que me abrazaba.


Han pasado exactamente dos semanas desde el accidente con mi padre, y de que nos quedáramos en casa de ellos. Al parecer Hidan y ella han estado saliendo todos estos días, conociéndose y todo, según me cuenta Sakura, la familia de Hidan es en extremo amable y ha logrado llevarse de maravilla con sus padres, sobre todo con Shizune, quien a mi parecer es muy amable y linda. 


—Me alegro.


—¿Me alegro? —Me miró arqueando una ceja—. Por todos los cielos Gaara, ¡¿Eso es todo lo que dirás?! —soltó un gritillo fingiendo estar ofendida.


—Si —respondí con burla, a lo que Sakura simplemente se dejó caer en el sofá con un gesto dramático.


La verdad es que yo no pensaba gritar y comenzar a saltar como ella lo hizo cuando le he contado lo de Itachi. No es que no me emocionara, sino que no me podía visualizar saltando de esa manera tan… tan poco ¿sería? En Sakura queda bien, pero conmigo no pega en lo más mínimo, además estar de casi cinco meses de embarazo como que me lo impiden.


Solté un suspiro recargándome por completo en el sofá, mientras acariciaba mi vientre, curiosamente no ha crecido mucho, de hecho si me pongo un suéter no se nota. En un principio me preocupo pero después de ir al médico me han dicho que es algo normal en algunos donceles y mujeres, así como hay algunos que les crece la barriga de un tamaño enorme hay otros que casi no se les nota, aunque aún no se bien el motivo de esto.


—¿Gaara? —Me llama Sakura con una risilla que conozco demasiado bien, por lo que le hago un gesto con la cabeza desinteresadamente—. ¿A qué hora es tu cita con Itachi?


—Dentro de una hora…


—¿Piensas ir así? —Cuestiona con una ceja arqueada y la miro entre molesto y confundido—. Oh, no te enojes, pero ¿Por qué no te pones algo más lindo? Tienes el armario lleno.


—Es lo primero que encontré.


Muchas veces he creído que esta mujer está un poco loca, y en situaciones como esta no me queda la menor duda, ya que me encuentro en mi habitación frente al espejo de cuerpo completo, mirando la ropa que me ha hecho ponerme, es un pantalón negro que no me gusta para nada, ¡porque se me ve más grande el trasero! Y una camisa para donceles color rosa. Odio admitirlo pero me veo bien, es por ese pequeño motivo que nunca le digo nada, por lo que con un suspiro cansino me voy de nuevo a la sala, estando a punto de sentarme escucho el timbre sonar, así que calmadamente me levanto.


—G-Gaara —balbucea Itachi en cuanto he abierto la puerta. No puedo evitar mirarle con lo guapo que se ve; le dedico una encantadora sonrisa, para después depositar un beso en sus labios, el cual es perfectamente correspondido, y justo cuando estoy a punto de separarme su brazo rodea mi cintura atrayéndome hacía su cuerpo e intensificando el contacto—. Te vez hermoso.


—Mentiroso —bromeo sin separar mis labios de los suyos, dejándome hacer, por lo que cuando me suelta es más por el hecho de que necesitamos respirar y no por gusto—. ¿Quieres pasar? —pregunto apartándome un poco de la puerta.


Itachi niega suavemente rosando su nariz con la mía antes de depositar un nuevo beso que me deja con ganas de más, pero me contengo al escuchar la risa socarrona de Sakura.


«Ya me las pagara» Digo para mí mismo despidiéndome de ella con un suave ademan de mano, dejándome guiar por Itachi hasta su coche, el cual está a solo unos metros de la entrada. Ahora que lo pienso no tengo ni la más remota idea de a dónde iremos, ya que todo lo que me dijo es que sería una sorpresa, afortunadamente no soy curioso o de lo contrario estaría molestando para saber.


Simplemente me dedico a mirar los edificios por la ventana del carro hasta llegar al centro, al bajar caminamos un poco observando las tiendas de ropa, antes de detenernos en un acuario, el cual es hermoso y como cualquier niño pequeño observo maravillado a Itachi cuando me dice que entremos. Sinceramente me pierdo observando todo mientras él sonríe y toma mi mano. De vez en cuando me roba un corto beso que me sonroja.


Después del acuario pasamos a tomar un helado y finalmente al cine, donde vimos una película romántica, al menos eso intente ya que cada dos por tres volteaba para robarle un beso a Itachi. Por alguna razón sus labios se están volviendo una adicción para mí y es que besa tan rico que no lo puedo evitar.


—¿Te lo has pasado bien? —murmura abrazándome en cuanto hemos salido del cine, depositando un corto beso en mí cuello.


—Muy bien —respondo dándomela vuelta, parándome de puntillas para besar su mejilla. Me permito abrazarlo fuertemente, embriagándome con aquel encantador aroma a colonia que tanto me gusto desde el primer momento en que le vi—. Gracias.


—No agradezcas —ronronea antes de separarnos para ir directo al auto—. ¿Te apetece ir a casa? Estoy seguro que mamá y Sasuke estarán encantados de verte —me mira con curiosidad unos segundos, para sonreír ampliamente en cuanto asiento afirmativamente.


Camino a su casa hablamos de cualquier cosa e incluso bromeamos un poco, por lo que el trayecto se me hizo relativamente corto, aunque al entrar a casa todo estaba en completo silencio, y sin decirle nada me fui a sentar al sofá con un profundo suspiro, mientras él subía las escaleras en busca de su mamá o Sasuke, pero a los pocos minutos apareció con expresión de extrañeza.


—¿Todo bien? —Inquiero en cuanto se ha sentado a mi lado abrazándome.


—Sí, es solo que se me hace extraño que no haya nadie en casa —ronronea meloso dándome un beso en los labios, mismo que se vuelve más pasional en cuestión de segundos.


Su lengua delinea mis labios con sutileza y sin pensarlo separo los míos, dándole paso a invadir mi boca en busca de su compañera de juego la cual no tarde en encontrar, masajeando de manera sumamente deliciosa mi lengua con la suya, para al final morder mi labio inferior, sacando un vergonzoso gemido.


—Itachi —susurro juntando nuevamente nuestros labios, solo que esta vez es un beso cortó. Sus encantadores ojos negros se clavan en los míos, al tiempo que su mano se desliza por mi brazo hasta llegar a mi vientre, subiendo por mi pecho de manera juguetona, solo para desabrochar el suéter azul que traigo.


—Te amo —suelta despacio, como si con eso me fuera a asustar, pero lejos de ello simplemente le miro embelesado juntando su frente con la mía, mientras el vuelve a posar su mano sobre mi vientre, acariciándolo cuidadosamente.


Estaba a punto de robarle un nuevo beso, cuando el sonido de un vaso rompiéndose a escasos metros de nosotros me hizo dar un respingo de la impresión, volteando asustado al lugar donde provenía el ruido y por alguna extraña razón al ver a la mamá de Itachi y a Sasuke ahí de pie, con la boca abierta a más no poder me hizo sentirme pillado, aunque no sabía sobre qué.


—¡Serás bastardo! —Gritó Sasuke fuertemente, apuntando con el dedo a Itachi.


—Sasu —le reprendió Mikoto, negando un par de veces con la cabeza, como si estuviera asombrada, tomando aíre para intentar tranquilizarse, mirándonos alternadamente a Itachi y a mí, que aparentemente seguíamos sin entender de qué iba tanto alboroto, claro que el estarme besando con él no era para nada adecuado, y admito que me dio vergüenza—. Hijo, ¿por qué no nos habías dicho?


Itachi miró a su madre y después a mí, tragó grueso mientras se apartaba un poco para sentarse correctamente, por lo que yo acabe haciendo lo mismo sin entender muy bien de que iba todo esto, hasta que vi de soslayo como Sasuke me miraba, más precisamente mi vientre y fue que entendí todo, incluso creo que palidecí y me quede sin habla.


—Yo… este… quería —balbucee desviando la mirada.


—¡Seré abuela! —Chilló Mikoto corriendo a abrazarme.


Pese a que no me molestaba me incomodo, no tanto por la acción, sino porque ahora no sabía cómo decirle que el hijo que esperaba no era de Itachi,  y al parecer él estaba en las mismas condiciones que yo.


—Mamá, escucha —musitó suavemente apartándola un poco de mí, por lo que ella lo miró extrañada—. Siéntate por favor —pidió, al mismo tiempo que le hacía señas a Sasuke para que se sentara junto a ella. Algo que me sorprendió es que él veía desaprobatoriamente a su hermano y todo por culpa mía.


La voz de Itachi era suave, incluso me atrevería a decir que cautelosa mientras comenzaba a relatar nuevamente como fue que nos conocimos, solo que esta vez no omitió la parte en que conversábamos en el restaurante, momento justo en que le termine diciendo que yo esperaba un hijo de Sai. Con cada palabra suya me sentía cada vez peor, ni siquiera podía levantar el rostro y mis ojos eran cubiertos por mi flequillo, aun así podía ver perfectamente la expresión de asombro y la incredulidad reflejada en esos ojos negros.


—Itachi —lo llamó Mikoto después de un eterno silencio, solo que esta vez su voz sonaba fría y molesta—. ¿Estás plenamente consciente de todo lo que me estás diciendo? —Soltó con el ceño fruncido—. ¿Piensas hacerte cargo de un hijo que no es tuyo?


—Sí —respondió firme, mirándola directamente a los ojos.


—¡Por Dios Itachi! —Bramó poniéndose de pie—. Escucha lo que me estás diciendo. Piensa —señaló su cabeza, comenzando a caminar de un lado para otro como león enjaulado, viéndome intensamente, para segundos después observar a Itachi—. No tengo nada en contra de Gaara, se me hace un chico encantador, pero apenas y lo conoces, no puedes estar hablando en serio con eso de hacerte responsable de un bebé que viene en camino y no es nada tuyo.


—Estoy completamente seguro de esto, madre.


—Por dios —farfulló sujetando con fuerza el puente de su nariz, al final simplemente salió de la estancia completamente agitada.


—No entiendo ¿Cuál es tu molestia? —escuche que le recriminaba Itachi, saliendo tras de ella y cerrando fuertemente la puerta.


—¡Por todos los cielos, Itachi! —Gritó—. Me estás diciendo que te harás cargo de un hijo que ni siquiera es tuyo. No tengo nada en contra de Gaara, te lo acabo de decir, pero es un hecho que ni siquiera lo conoces y ya piensas cuidarle al hijo de otro.


—¡¿Qué importa eso?! —Escuche a Itachi gritar e instintivamente me sobresalte. Siempre lucia tan tranquilo y ahora por mi culpa discutía con Mikoto—. No tiene nada que ver que yo no sea el padre biológico porque ese hijo será tan mío como de Gaara, y déjame decirte que lo conozco lo suficiente como para saber que quiero pasar el resto de mi vida a su lado.


—¡Lo mismo dijiste de Deidara!


—¡Deidara es diferente!


—Igual creíste que era el amor de tu vida —hubo un largo silencio, y todo lo que deseaba era irme de ahí—. Itachi, un hijo es una gran responsabilidad, no es un juguete, ¿qué pasa si en un futuro lo tuyo con Gaara no funciona?


—Estoy seguro que funcionara.


—No puedes decir eso, conoces a ese doncel desde hace dos meses. No es el tiempo indicado, lo sabes.


—¿Y cuánto tengo que esperar? ¿Cuatro, tal vez cinco años?


—Estas siendo irracional, Itachi.


—Te equivocas, madre, la irracional aquí eres tú.


Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas, mientras ellos seguían discutiendo tras la puerta, por lo que parecía ser la peor decisión de Itachi. Lo último que quería era provocar un pleito con su familia y es que Mikoto tenía razón, no nos conocíamos lo suficiente, al menos no lo necesario como para que se hiciera cargo de mi hijo y de mí, no importa lo que diga Itachi, ya que sigo teniendo mucho miedo de que un día se dé cuenta de que yo no era lo que quería, lo que buscaba o la persona con la que deseaba pasar el resto de su vida.


Me limpie el rostro con el antebrazo, levantándome del sofá con la clara intención de marcharme, pero la mano de Sasuke sobre mi hombro me detuvo.


—Espera —espetó, por lo que no voltee a verlo—. Te lo dije una vez, pero en vista de que no lo recuerdas te lo repetiré por última vez —soltó un suspiro cansino—. El idiota de mi hermano te ama, muchas veces sus decisiones parecen precipitadas y otras tantas una locura, tal y como paso cuando padre murió, llegó al siguiente día y dijo que él se haría cargo de la empresa. Ni siquiera había concluido la carrera y muchos se opusieron, pero él insistió en hacerlo, estudió y trabajó, logrando lo imposible.


—No es lo mismo —me gire lentamente viéndolo a los ojos—. Esto no es una decisión que puedas tomar de la nada o porque simplemente te da la gana, estamos hablando de alguien, no de algo.


—¿Te irás? —Inquirió repentinamente, soltándome.


—Sí, lamento todo —murmure marchándome de ahí.


Continuará…

Notas finales:

*Frase de Antoine Marie Jean-Baptiste Roger de Saint-Exupéry (Lyon, 29 de junio de 1900 - Mar Mediterráneo, cerca de la costa de Marsella, 31 de julio de 1944) fue un escritor y aviador francés, autor de El Principito entre otras obras.

 

Mil gracias por leer y lamento la tardanza. Espero de todo corazón que les haya gustado el capítulo ^w^ ♥ ♥ ♥

Haruka Eastwood 


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