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Punto de quiebre por malugr

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Notas del capitulo:

 Bueno, esto en realidad no es un capitulo, mas bien son unas breves lineas que escribi con la intencion de disculpar lo que he tardado en actualizar, lamentablemente estoy en epocas de examenes y me es imposible sentarme a escribir con calma y no creo que sea buena idea hacer demasiado rapido el final de la historia, seria como echar a perder todo por lo que hemos pasado para llegar hasta aqui. Quiero asegurar que de ninguna manera me olvido del fics y que en cuanto pase por toda esta crisis de tiempo publicare un capitulo de verdad, mientras tanto dejo por aqui algo breve, pero que es prueba de que sigo muy al pendiente de la historia y de todos aquellos que la leen y disfrutan. Gracias por entender y por su apoyo que sin duda es la mejor inspiracion. Nos leemos pronto.

 

 Besos!

Era un enorme pasillo, iluminado por completo y yo esperaba al final de él; a mi alrededor no había nadie, solo el eco de pisadas a la distancia, como si una multitud se acercara a toda prisa.

Era terriblemente extraño, podía verme a mi mismo, de pié, con un abrigo elegante color marfil y pantalones negros perfectamente entallados, estaba ahí esperando, sin saber exactamente qué y sin tener idea alguna de que era aquel lugar o de cómo había llegando... Pero seguía esperando.

Estaba dividido, yo era una especie de observador y ésa parte de mi se cuestionaba miles de cosas, la otra parte permanecía inmóvil al borde de aquel solitario pasillo. Pude notar que yo sonreía, ese yo parecía feliz...

¿Era acaso algún delirio? Se que alguna vez tuve uno, pero no puedo recordarlo bien... ¿Dónde me he visto antes a mi mismo? No puedo ubicar esa idea en mi mente y eso me agobia, me doy cuenta de que no puedo recordar nada.

Noto con cierto escalofrío que todo a mi alrededor es blanco, un blanco brillante y cegador, nada puedo distinguir entre la luminosa sala en la que me encuentro, ni sus límites ni confines, solo un enorme espacio que parece infinito y lo único que me resulta inciertamente real es la boca de aquel pasillo. Mi cuerpo inmóvil sigue con ojos calmados y aparentemente felices, esperando...

Las pisadas suenan con más intensidad y siento una terrible ansiedad, casi miedo mientras que sigo en aquella experiencia extracorporea, aunque ahora siento que me acerco a mi cuerpo... Trato de levantar las manos pero no veo nada, no soy más que esencia y pensamiento, es cierto que aquel cuerpo es el mio y es cierto que estoy fuera de él. Quiero alejarme de ese pasillo, me asusta, no se que será pero se que algo viene.

Mientras los sonidos se hacen intensos yo sigo en una especie de cámara lenta, acercándome por la espalda de aquel cuerpo que permanecía despreocupado ante lo que mi mente consideraba peligroso; quiero llegar a él y escapar, pero voy muy lento y frente a nosotros el otro extremo del pasillo ahora se oscurecia ¿Que diablos es eso? 

Acaso son...?

Sombras, decenas de sombras avanzaban hacía nosotros, tan rápido... Estaba aterrado, quería alcanzarme a mi mismo pero no podía aumentar mi ritmo, mi cuerpo me parecía inalcanzable comparándolo con el paso acelerado de aquel már de figuras, y entonces ¿Porque me veía a mi mismo sonreír?

Una luz especial brillo en los azules ojos que siempre reconocía en el espejo y me vi esbozar una sonrisa emocionada como nunca antes, mientras mi mente estaba atrás, agazapada, asustada por no poder comprender lo que ocurría, mi alma y mi cuerpo le sonreían a aquella desconocida situación... ¿Como puede ser eso?

Entonces lo ví...

Justo en el medio de aquel cúmulo de oscuras formas, iluminado por la blanca luz de aquel pasillo, estaba Sebastián.

Caminaba con una sonrisita Emocionado mientras avanzaba con rapidez entre lo que ahora eran personas. Podía verlas y también pude notar el pasillo, era un corredor. El suelo sobre el cual yo estaba de pie comenzó a tomar color, se dibujó la cerámica, las paredes, las interminables hileras de sillas con personas esperando rodeadas de maletas, las voces, el sonido de la megafonía, la pantallas indicando la llegada y la salida de una gran cantidad de vuelos; Yo estaba en un aeropuerto.

Casi al instante que lo descubrí pude parpadear con mis propios ojos, estaba ahí de pié, con mi cuerpo, como si lo hubiese podido alcanzar y estuviéramos de nuevo conectados, me hubiese sentido aliviado, pero no podía dejar de ver a Sebastián, no podía dejar de sonreír mientras avanzaba hacía mí.

- Señor, debe permanecer tras la cinta mientras espera. -Me indicó un trabajador de seguridad. -

- Ya está aquí.

Dije al tiempo en que Sebastián soltaba su maleta y me abrazaba levantandome ligeramente del suelo. Su rostro a centímetros del mío me hizo sentir algo avergonzado por la cantidad de gente a nuestro al rededor, sin embargo no tuve intención de voltear o de liberarme de su abrazo.

- Ya estamos aquí.

Sentí un tierno beso en mi mejilla que me hizo estremecer.

- Seguimos aquí... -Repitió en mi oído. -

Hay realidades tan abstractas como sueños y sueños tan sólidos como el concreto sobre el cual construimos nuestras vidas. Y así sin más, desperté.

Sebastián estaba recostado sobre mí, me miraba extrañado y acariciaba mi cara con su mano, seguía siendo de noche, podía oler el salitre y escuchar el mar fuera de la habitación. Me sentí aliviado porque seguía siendo nuestro momento, todavía era de noche.

- Me dormi, lo siento.

Sebastián sonrió.

- No pasa nada. Me gustó la expresión que tenías ¿soñaste algo?

- Sí.

Sebastián seguía acariciandome y mi mano busco la suya para apretarla; nuestros dedos se etrelazaron.

- Parecía bueno ¿Que era?

Gire mi rostro un segundo hacía los ventanales buscando en el mar la seguridad que me hacía falta para saber que no se trataba de otro sueño. Pero tal como lo había soñado, Sebastián era en mi vida la única forma de enfocar la realidad, sin el todo es insoportablemente confuso y aterrador, pero al tenerlo cerca puedo ver claramente todo el panorama.

- No te preocupes. - Me tranquilizó y yo inmediatamente gire para verle a los ojos. - Seguimos aquí.

No hay más certeza que tenerte a mi lado. Toda el alma se me estremecío por su tan acertada respuesta.

- ¿Con que soñaste?. - Preguntó de nuevo y como un niño sonreí reconfortado, con una seguridad que me resultaba abrumadora.

Le besé con suavidad.

- Con el futuro.

Y el supo que era cierto.


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