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Wrinkle - Larry Stylinson por love_narusasu

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Notas del capitulo:

Siento la demora. ¡Espero le guste, os amo!

Recuerda...

Pocos y eternos minutos eran los que me separaban de mi Harry, y de la ceremonia que se llevaba a cabo en el jardín trasero que daba a la playa en aquella hermosa residencia.

Siendo sincero fueron aproximadamente 3 meses totalmente agotadores, y todo por culpa de nuestras queridas madres. Dios, que pesado fue tratar con ellas, peor el último mes, se atrevieron a sepáranos por una completa y torturante semana.  Según eso aumentaría nuestras ganas de estar juntos, y mucha fortuna. ¡Que se jodan! ¡Mi mayor ventura es mi Harry! No sé cuántas veces intente ir a verle y tal como a él le sucedía nuestras madres nos retenían, y acribillaban con las cosas de la boda.

Al menos pude darle la sorpresa a mi Hazz antes de toda esta locura, meses antes le mostré el sitio, en donde  sería el nuevo hospital que estaba planteado a cimentarse, Harry prácticamente se quedó sin voz ese día de tanto exclamar fascinado. Esto ya lo habíamos hablado, debido a las pocas peleas debido al poco tiempo que pasaba en casa, y todo lo empezaba él, su sensible ser le pesaba, al sentirse culpable. Me exasperaba aquello, yo le entendía. Harry era quien no lo hacía, él quería compartir más tiempo conmigo, pero yo sabía cuánto ama su trabajo, incluso pensó en renunciar y no le deje, no todavía. No me atrevía decirle aun.

No esperamos que al dar la noticia en su trabajo, estos nos tendieran la mano para el futuro centro hospitalario que construía junto a mi Harry. Sin saber que venía un obsequio para ambos, mucho más grande que todos los recibidos.

 

Que aquel bello atardecer, de primavera

Bajo un cielo anaranjado nos dijimos:

"Yo jamás te dejaría”.

 

En otras palabras, hoy celebraba mi boda. ¡Mi boda! ¡Con mi príncipe, mi Harry! No lo creía, ni aun viéndome en el espejo de cuerpo entero. Portaba un traje armado a mi esbelta silueta por pedido de mi madre. Admito que se me veía bien pero exageraba mis no pocos atributos, su color me encantaba, crema combinando perfecto con la camisa blanca y la corbata color coral, terminado en un par de zapatos Armani blancos, elegantes pero cómodos, esta vez a mi petición. Desde aquella habitación, por la amplia ventana, a lo lejos podía ver a mi Harry enfundado en un elegante esmoquin negro, y corbata del mismo color al igual que los zapatos. Su cabello suelto, caía preciosamente por su nuca, y sus ojos, aunque no lo no podía ver sabia brillaban tanto como los míos. Un príncipe, eso veía yo, lucia espléndido. Salí de mi ensoñación al oír suaves golpes en la puerta. Con un “adelante” mi madre se hizo presente, trague pesado al saber el porqué. ¡Ya era hora! ¡Louis no te desmayes, aun no!

—     ¿Estás listo? –claramente lo estaba, todo en mí se sentía tan excesivo.

—     Si… –solté sofocado.

—     ¿Qué sucede, cariño?

—     Mamá –chille angustiado aferrándome en ella.

—     Dime, cariño –suaves caricias repartidas, en mí alborotado y peinado cabello, aliviaron mi excesiva excitación.

—     ¿N-No es un sueño? – le consulte conmovido, sintiendo no ver bien por las condenadas lagrimas que me negaba a soltar. Esto me sobrellevaba.

—     Oh, Boo –con una suave sonrisa, sacaste un pañuelo limpiando mis empapados ojos–. Sé que no he sido la mejor madre del mundo, pero hay algo que si se. Mi Lou, esto es lo más maravilloso que comparto contigo amor y lo agradezco inmensamente. Y aquí estas, bebé. Completamente hermoso, Harry se caerá del altar.

Entre risas salimos de aquella habitación, y aferrándome al brazo de mi madre le deje guiarme fuera.

El mar de fondo, el sonido de las olas al romper contra la arena, la brisa marina y el sol poniéndose. La suave melodía que empezó al momento de mi entrada, lleno mi pecho de calidez. Todo hermosa y correctamente dispuesto. En medio se encontraba un hermoso altar, cuatro postes formaban el  mediano bohío, y en la cima lo revestía una tela grande de color aguamarina –increíble combinación de nuestros ojos, supuse–. Esta, amarada en  la parte más baja de cada palo dejaba ver una entrada mágica, –y lo pensé al ver a mi príncipe esperándome allí, y cuánta razón tuvo mi madre. Reí enternecido al verle trastabillar, con una hermosa sonrisa–, decorado con flores en el techo y en cada nudo. El camino que tenía que cruzar estaba cubierto por una fina tela blanca, con pétalos de rosa roja esparcidos y a los lados rodeado de pequeños y preciosos faroles. No sé cómo habían hecho con el techo que revestía con el crepúsculo toda la ceremonia, al ser al aire libre pensé que estaría despejado, pero no, disponía de pequeñas y bellas luces, tapizando todo el lugar. Sentí mis ojos cristalizarse, por tan magnifica vista y a mi Harry agitarse en el altar. Quería correr a sus brazos pero me contuve y sé que el también. Solo 15 metros nos separaba de unir nuestras vidas para siempre. Exhale todo el aire que pude y sonriendo a mí alrededor percibí a todos mis familiares, los de mi amor, nuestros mejores amigos quienes hacían de padrinos. Si, los tres. Incluso mi querida princesa Waly estaba en su lugar, junto a Cual, quien portaba un pequeño chalequito negro con un moño de igual manera, ella llevaría las alianzas, acompañada por nuestro bebé, lo había pedido así y no pude negarme a ello. Compañeros de nuestro trabajo, el mentor de Harry, quien me recordó que mis más grandes guías no se encontraban en este maravilloso día, mi abuela, mi abuelo y mi querido profesor, que en paz descansen. Por esas razones sonreía tan radiante porque sé que donde quiera que estén, contemplaban el día que me entrego en cuerpo y alma al amor de mi vida.

Llevado por mi madre y la lenta música nupcial, apresure el paso siendo detenido por ella, fallando en mi propósito sople fustado, siguiendo el lento caminar establecido. ¡Es tu boda Louis, compórtate! Si, tan fácil era decirlo, pero no hacerlo. Los ojos de mi Hazza resplandecientes me llamaban y sé que los míos hacían lo mismo.

Amor, ahora son solo cinco metros, cuatro, tres, dos, uno… Sonreí radiante, al sentirme al fin a tu lado y tomando tus manos –las cuales me habías ofrecido ni bien llegar–, inhale soltando pausadamente el aire contenido.

—     Harry / Louis –soltando nuestros nombres con sonrisas nerviosas, mordimos nuestros labios ansiosos. Hoy, hoy unía mi vida a ti.

Con una disculpa por romper nuestra burbuja de enamorados por parte del padre que nos casaría y risas de quienes nos observaban, nos azoramos. Empezando la ceremonia, y en el discurso del sacerdote todos se pusieron de pie a la gran espera.

Hoy se presta ante nosotros un maravilloso día en el cual dos almas destinadas a encontrarse han decidido unir sus vidas eternamente.

Y así era, rebosantes de felicidad nos veíamos sin apartar nuestras miradas a cada palabra salida de quien hoy nos casaba. Con pequeños deslices por parte de ambos por interrumpir al sacerdote por demorarse tanto, provocábamos risas tiernas en el público y bochorno en nosotros.

Ya al final de todo, con nuestros anillos en nuestros dedos anulares, y los respectivos votos por parte de ambos, que sacaron lágrimas de nuestros ojos y los presentes más sensibles. No espere más. Jalando su corbata para así acercarlo a mis labios, nos besamos como si no hubiera mañana, bueno literalmente le comí la boca al no soportarlo más, y nadie me negaría aquello. Fuiste mío desde el momento en que nos vimos y conectamos miradas, y no solo fue eso, eran nuestras almas las que vibraban nerviosas por la contraía. Todo tomo sentido desde ese momento.

—     ¡Búsquense un cuarto!

Ignorando al idiota de Niall seguimos en lo nuestro y sin aun apartarnos, susurramos entre nuestros labios, al mismo tiempo, al igual que siempre.

—     Yo jamás te dejaría.

Otro beso más, uno cargado de amor, promesas y demasiados sentimientos que desestabilizaban nuestro ser.

Al separarnos sentí un mareo. Los chicos y Harry preocupados clamaron mi nombre, mas eso no llamo mi atención, al escuchar una suave voz conocida y que al ver de dónde provenía provoco que mis ojos se humedeciesen.

—     Felicidades, amor –no podía creerlo, mi abuela, ¡mi madre, era ella!–. Ya quisiera verlo –aquello no lo entendí en ese momento, más me hizo sentir cálido por dentro.

—     Bien hecho, muchacho –mí querido mentor.

—     Felicidades hijo –mi abuelo. Sonreí al verlos, no sé si alucine o qué mismo paso. Solo sé que vi a las tres personas que tanta falta me hacían.

—     ¿Lou? –hasta en este momento te preocupo. Ay mi querido Hazz, que sería de mi vida sin ti.

—     Te amo –y te lo dije entregándote mi ser, tal como la primera vez que te vi. Fundiéndome en tu cuerpo aguante las lágrimas.

Tú con tus grandes manos afirmabas mi trémulo cuerpo por mi cintura. Debido a  nuestro exorbitante amor gemí bajito, no quería llorar, no en nuestra boda. En cuanto caí en cuenta de nuestra realidad lo hice, termine llorando. Tu reíste enternecido, apartándome un poco para solo acunar delicadamente mi rostro en tus cálidas manos y juntando nuestras frentes con amor, volvió a besarme y yo rendido le seguí, aferrándome a él por medio de mis brazos en su cuello. Ya nada me importaba, ni el cura pidiéndonos discreción, ni los aplausos de todos, yo solo te quería a ti. Y ya te tenía, siempre te tuve. Afortunadamente nos teníamos. Nacimos para conocernos, mi amor.

Notas finales:

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