Capítulo 9 "Mezcla de sangre", parte 2
Alguna calle parisina, unos padres paseaban tomados de la mano, después de haber concretado un negocio muy prometedor.
-De nuevo Harry se ha quedado en sus amigos- comenta Lily.
-Si quieres para las vacaciones podríamos ir a la playa los tres- dice James abrazándola.
-No estaría mal, además lo hemos dejado mucho tiempo solo.
-Se habría aburrido mucho, reunión tras reunión, aunque eso le espere más adelante.
-Yo prefiero que estudie lo que le guste; no obstante, tienes un contador que lleva las cuentas de la empresa.
-Le preguntaremos cuando regresemos; sin embargo, nos quedan dos días más para abandonar París.
-Vamos a comprar ese perfume que me gustan tanto.
-Ya te entusiasmaste.
-Y como no, es París, hay que disfrutar lo que nos queda de tiempo.
La grandiosidad del panorama destaca en el paisaje,
una perfecta esperanza que sólo se estremece.
un sólo contacto,
cuya reacción es buscar secretos,
quieres verlos incluso si son gélidamente obscenos,
un mar de efusivo placer,
qe altera el color del arco iris,
que penetra en este mundo,
añadiendo sombras,
al juego que nos rodea.
-Tienes razón mi amor.
-¿Qué te parece si vamos a un bar a beber una copa?, hace mucho que no celebramos como es debido.
-Es una estupenda idea, aunque es raro para una mujer.
-No te pongas machista, hay cosas que sólo podemos hacer nosotras y como castigo, iré sola.
-No quise decir eso, o sea, por qué tienes que ser tan tajante.
-Cada uno es como es, ¿o no?
-No te vayas, amor, escúchame.
-Iré sola a beber una copa, lo merezco por soportar el enorme sacrificio de estar casada contigo.
-Podría mandarte a esculpir una estatua para que te sientas como una mártir- dice con ironía.
-No, gracias, tal vez, encuentre algo mejor.
-Lily, espérame.
-Lárgate, no quiero verte.
-Escúchame.
-Se fue así sin más, no escuchar razones, lo que no sabía, era que tendría un encuentro con graves consecuencias irreversibles.
Pasaron las horas, el celular, un montón de llamadas perdidas.
-Ahora que se joda, hoy no te necesito- toma su celular y lo apaga- lo siento amor, pero requieres un correctivo- toma su cartera, las llaves de la habitación (n/a una tarjeta plástica) y sale... tal vez encuentre algo por ahí.
-Esa mujer me quiere matar de ira- botando el celular sobre la cama- que no venga con arrepentimientos después- toma su chaqueta y mirándose al espejo para arreglar en algo su rebelde cabello salió de su habitación, a beber una copa- lo que no sabía era que el caprochoso destino tiene sus jugarretas.
"Traición", no sabría decírlo con claridad, tal vez los hechos que pronto se narrarán...
Cayó la noche, las luces de la ciudad eran como estrellas incandecentes, ideal para un despliegue de mortales abrazos, tragos, besos que no conducían a nada en especial... pero si ese simple desliz naciera una persona que no debió nacer... ¿cómo podría enfrentarlo?... ¿terminar?, divorciarse?, ese hijo no podía ser de él, un lazo que jamás debió existir; sin embargo, se abrió la puerta, de par en par, de un error, nació un fruto que fue robado, separado de su propia conciencia, un placer perfecto, que se vería desmoronado como piezas de dominó alineadas... tal vez debería tenerte siempre cerca, tal vez, separarnos sea lo mejor, tal vez se me olvidó lo mucho que te amaba, y caímos en un desastroso juego, un laberinto sin salida.
Un bar, era el escenario perfecto... mucha gente conversando trivialidades, un vestido negro, con tirantes finos, espalda descubierta, pelo recogido en la nuca con unos hilillos que caían al costado... poco maquillaje, algo de perfume cítrico en el cuello, una cartera pequeña (n/a sobre), zapatos de tacón con una cadena.
Un asiento desocupado, un martini pedido, lamentos que se desvanecieron al escuchar una voz de hombre, distinta a la de su esposo.
Besa la luz, imitando a la soledad,
partiendo el espacio con remordimientos entrelazados,
hazme brillar, fragmentos esparcidos de mi corazón,
un brillo que sobrepasa la esperanza.
-¿Sola?- contesta confundida Lily- sólo por esta noche- bebe un sorbo de martini.
-Una noche, es sólo eso, camarero, quiero un whisky a las rocas- pide Lucius.
-¿Estás triste?- pregunta la mujer depositando la copa sobre la mesa.
-¿Triste?, decepcionado tal vez, ganaste el negocio que por tanto tiempo busqué- bebe un sorbo de su trago.
-¿Te quieres vengar, por eso me hablas?
-¿Venganza?, esa es una palabra con variadas connotaciones.
-Si intentas cualquier truco sucio, no resultará.
-No intentaré nada, sólo estoy bebiendo un trago, jamás me rebajaría estando con alguien como tú.
-¡Oh!, el caballero de hierro ha sacado las garras.
-¿Caballero de hierro?
-Sí, acaso no sabías que te dieron ese apodo.
-Qué no sabe en el mundo de los negocios.
-Hay veces en que el mundo se achica como una semilla.
-No eres tan ilusa como pensaba, pero sí bastante aburrida, ¿cómo es que te soporta tu marido?
-Mi marido es el aburrido, yo sólo soy afable con quienes me interesan.
-¡Ah!, no tienes nada de qué hablar que no seas tú misma.
-Es una debilidad.
-Una debilidad muy molestosa para mis sensibes oídos.
-Es hora de que me retire- se intenta levantar pero su pie se dobla y cae sobre Lucius- lo siento.
-Yo lo siento aún más- tenía un corte en la frente.
Besa la luz, nos besamos en mi mirada.
los pétalos de las flores,
incluso se derriten delante de nosotros,
mata la luz, cambiando,
los colores más apasionados,
que brillaron primero en mi visión.
-Ven conmigo, debes curarte esa herida o se te infectará.
-No iría contigo no a la esquina- se levanta del suelo, pero sus ojos no veían bien todavía, apoyó la mano sobre la mesa para recuperar estabilidad.
-No seas necio, el corte parece profundo y es lo menos que puedo hacer- le toma el brazo y salen del bar.
-¿Qué pasó con la cuenta?
-Paga mi amado esposo, no te preocupes- suben al vehículo de Lily y Lucius a regañadientes se queda sentado con un pañuelo presionando su frente.
-Menudo problema en el que me he metido- pensó el hombre retirando el blanco pañuelo y poniendo otro sobre la herida.
-Vamos al hotel, te desinfectaré la herida y puedes irte de regreso a tu casa- dijo mientras doblaba en una curva.
-Y más encima pretendes darme órdenes- bufó- nadie me dice lo que debo o no debo hacer.
-Qué quejumbroso eres- se ríe- ya sé que podemos hacer- lo mira a los ojos- si te vuelves a quejar te doy un beso.
-Ni pensarlo, no lo permitiría.
-Tendrías que probar- detiene el auto- ya hemos llegado- anuncia.
-No estoy interesado- abre la puerta del auto y se baja.
-Hay que tomar el ascensor- presiona el botón.
-Y más encima queda lejos- dice con ironía.
-Ya sabes lo que te pasará si continuas quejándote- se acerca y le acaricia la mejilla- no había reparado en lo atractivo que eres.
-Siempre lo he sido- quita la mano de Lily de su rostro- no pretendas pasarte de lista conmigo, un desliz se paga caro.
-¿Tienes algo que perder?- le desabrocha los botones de la camisa.
-Eres una mujer extremadamente peligrosa- le quita las manos sobre su torso.
-Eres como todos los otros, no soportan la idea de que una mujer pueda comenzar algo, un machista bien vestido, nada más- se da vuelta- buscaré el botiquín de primero auxilios y te desinfectaré el corte- entra al baño y saca una cajita de madera.
Por favor no llores, imitando a la soledad,
partiendo el espacio con remordimientos entrelazados,
hazme brillar, fragmentos esparcidos de mi corazón,
un brillo que sobrepasa a la esperanza.
Un desliz, ¿sóo es eso, un capricho que se desea cometer?, ¿qué se desea hacer?, ¿debe ser saciado?, ¿podría ser irreversible?... el dilema de elegir, presente en cada decisión... el poder, tiene muchas variables, confusas, a veces...
-No me compares con los otros, no soy como ninguno de ellos- se iba a retirar cuando llega hasta la puerta de entrada y escucha lo que Lily le dice.
-Si no eres como los demás, demuéstralo.
-Me tienes harto- la toma por los hombros y la besa con furia- ella se aferra mientras es conducida a la cama, el vestido es rasgado, las manos frías recorrían un cuerpo extraño, blanquecino, ¿pasión?, desbordante, cada provocación fue como un camino de pólvora que se encendió para no apagarse.
Desnudos, buscaban dominar al otro, una batalla campal, un clímax fuerte y fogoso... el cansancio, arrepentimientos, ¿dónde los mandaría?... lo hecho, hecho está y terminará esta noche, con lágrimas fundidas con el sudor... el rubio se levanta y se viste en completo silencio...
-Obtuviste lo que querías- abre la puerta y se va.
-¡Qué estúpida he sido!- se cubre con la sábana y comienza a llorar amargamente.
Un error, un grave error, uno que jamás podrá ser remediado... ¿por qué un ser tan pequeño pudo traer la muerte de sus padres sólo por haber nacido?
Besa la luz, imitando a la soledad,
partiendo el espacio con remordimientos entrelazados,
hazme brillar, fragmentos esparcidos de mi corazón,
un brillo que sobrepasa a la esperanza.
continuará...