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Luz artificial por Abyss

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Algodón de azúcar [Oneiros&Aspros]

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No sabe cuándo fue la última vez que se sintió de esa manera, escondido bajo un puente, con un dulce entre sus manos, acompañado de un cómplice a su lado que también está mirando el único dulce rosa que hay entre los dos. Siente sus labios temblar de los nervios, lleno de nervios infantiles que hace mucho tiempo había dejado de sentir, una inocencia arrebatada por un futuro oscuro que en su momento había deseado evitar.

Observa a su compañero, sintiendo su cosmos ligeramente encendido, casi de forma imperceptible si no se encontraba uno a su lado para poder sentirlo, su poder utilizado de manera tan discreta para engañar a su cerebro y hacerle creer que se está quedando dormido, el pequeño capricho del que Oneiros gozaba en beneficio de los dos, encuentros contados y fortuitos a espaldas de cualquiera de los dos ejércitos, momentos donde todo desaparecía y únicamente existían ellos.

—Vamos, pruébalo.

Esboza una sonrisa soñolienta mientras le arranca un pedazo al algodón, pasándoselo a Oneiros, quien no muestra ninguna emoción por el dulce, pero solo hay que mirarlo un segundo para saber que se lo está saboreando.

—¿Cómo dices que se llama? —cuestiona, sosteniendo el azúcar rosa con algunos de sus dedos, sin quitarle la vista de encima.

—Es algodón de azúcar —responde, intentando no reír mientras lo observa, antes de arrancar un pequeño pedazo para si mismo, esperando pacientemente a que Oneiros decidiera comer el que le acababa de dar a probar—. ¿Listo?

No hay ninguna respuesta, solo el movimiento rápido de abrir y cerrar la boca, algo que imita más lentamente, sin quitarle los ojos de encima al dios menor, curioso sobre si podría mostrar alguna otra expresión, aunque lo único que termina recibiendo, mientras saborea su propio pedazo, es una mirada mínimamente suplicante, en compañía de la misma mano que anteriormente había sostenido la nube rosa.

—¿Mas? —pregunta, partiendo otro pedazo, acercándolo a la mano a la espera de que lo tomara.

No hay ninguna respuesta, solo los ojos negros que le miran fijamente, antes de pasar su mirada hacia el algodón de azúcar ofrecido y posteriormente regresar, antes de que una curiosa pregunta, sin mucho sentido al momento, llegara a sus oídos.

—¿Te gusta mucho el algodón de azúcar?

—No, prefiero el chocolate, tanto azúcar me suele empalagar.

Y es entonces cuando no sabe si reír o llorar, cuando Oneiros se mueve casi encima de el para quitarle el algodón de azúcar completo y empezar a comerlo por partes, dejándolo únicamente con el pequeño pedazo que había pensado en darle.

—¿Venden chocolate aquí cerca? Para que no te empalague.

No veo sus ojos cambiar, tampoco su expresión, pero no necesito eso mientras lo ve comer, a la par en que decide recostarse contra su hombro, soñoliento, llevándose el pedazo de algodón de azúcar que le tocaba a los labios, pensando en lo linda que era la acción de su compañero, quitándole el azúcar que no le gusta tanto y preguntando donde conseguirle chocolate, porque es lo que le gusta.

—Te traeré chocolate de los Elíseos, no se si sea igual o no...

—No es necesario, creo que hay una tienda donde lo venden aquí cerca.

Bueno, al menos acababa de descubrir que podía disfrutar de los dulces con Oneiros, sonaba bien hacerlo, mientras aun tenían tiempo.

 .

Fetiche [Oneiros&Alone]

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Están ambos sumergidos en un agradable silencio, sentados cómodamente en la cama matrimonial mientras se ignoran mutuamente, uno mirando a la nada y el otro riendo a momentos con las cosas al azar que encuentra en su muro, noticias recientes que llaman su atención. Hasta que, después de algunos minutos más, uno de ellos dos finalmente rompe el silencio.

—Alone.

—¿Qué quieres?

—Tengo un fetiche, ¿quieres verlo?

Detiene su dedo de seguirse deslizando a través de la pantalla de su celular, apartando la vista de los últimos chismes para girarse a ver a Oneiros, con cierta incredulidad.

La verdad el fetiche es lo de menos, es un dios menor, pero un dios a fin de cuentas y con el tiempo que tenía vivo, era totalmente esperado eso de que desarrollara ciertos gustos raros, lo que lo desconcertaba, por supuesto, era la manera tan normal en que hablaba de ese tema y le ofrecía, mostrárselo.

Aunque bueno, era el mismo tipo con el que podía besarse sin problema, aunque estuvieran hablando de matar y cremar gente sin remordimiento alguno, ofreciéndose incluso para seguir matando si es que había sobrevivientes.

—¿Me vas a mostrar tu fetiche?

—Claro, si tú quieres.

Mira de nuevo la pantalla de su celular, saliendo de la aplicación que había estado viendo antes de dejar el aparato a un lado.

¿Qué se supone que iba a mostrarle y cómo?

Mantiene la mirada pegada a sus piernas un momento, pensativo, estaba consciente de algunos de sus gustos, como cosas relacionadas con la iglesia porque le gustaba corromperlas, pero, ¿le iría a mostrar algo más? Aunque bueno, tampoco es como si le interesara mucho el descubrir los gustos extravagantes del dios menor.

—Está bien, enséñamelo.

Pero la curiosidad era tanta.

—Dame un momento, no lo tengo aquí.

Lo ve levantarse de la cama sin mucha prisa, abriendo la puerta y murmurar una maldición cuando se dio cuenta que había dejado entrar a Cerbero en su tamaño comprimido, justo como le gustaba tenerlo para poder cargar con él, después de todo, tampoco es como si el can fuera muy necesario en la segunda prisión.

Unos minutos después, tras entretenerse tomándole algunas fotos a Cebero, finalmente regreso Oneiros, luciendo igual, sin nada nuevo, un detalle que le hizo fruncir el entrecejo.

—¿No ibas a mostrarme un fetiche?

—Claro que lo haré, justo lo tengo aquí.

Acto seguido, se acerco lo suficiente como para volver a sentarse en la cama, alzando su mano diestra que mantenía cerrada, abriéndola tras ver el escepticismo con el que Alone lo estaba mirando.

—Todo tuyo, te lo regalo.

Sintió un tic en su ojo derecho mientras veía un trébol de cuatro hojas colgando de un cordón, formando una especie de collar barato que solía ver en lugares... Baratos, un pensamiento que le hizo hacer una expresión de asco mientras sujetaba a Cerbero mas fuerte contra su pecho, antes de escuchar una ligera risa provenir de Oneiros.

Que estafa, se había emocionado por nada.

 .

No te atrevas [Oneiros&Shion]

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La amenaza esta clara en el aire, junto a la mira de Shion y esa forma amenazante en que lo está señalando.

El, por su parte, se mantiene dentro del agua sin miedo alguno, sosteniendo a su hijo de cinco años desde las axilas y que solo mueve los pies de vez en cuando como si intentara tocar el agua con los pies, balanceándose de vez en cuando de una manera en que lograba hacer que a Shion se le erizaran los pies y se pusiera todavía mas nervioso de lo que ya estaba.

—No... Te... Atrevas...

Oneiros lo observa, antes de regresar su mirada a Hamal quien continua impasible y entretenido mientras esta suspendido, observando el agua de mar que le llega a las rodillas, encendiendo su cosmos ligeramente cuando vio una aleta salir a la superficie del agua y posteriormente darse la vuelta cuando sintió la amenaza que era el aura del dios menor.

—Shion, tiene que aprender.

—Oneiros, no te atrevas a meterlo al agua.

—Ya hablamos de esto.

—Si, y habíamos quedado en que ese tiburón no lo íbamos a aceptar.

—No íbamos a deshacernos de él, es el regalo de un amigo.

Es mientras discuten que baja los brazos, reaccionando rápidamente a alzarlos de regreso en cuanto vio la manera en que Shion parecía estar a punto de tener un ataque al corazón, el miedo latente en que Hamal toque el agua y el animal le haga daño, a pesar de que su pequeño hijo parecía estar esperando con ansias el momento en ser soltado para meterse al agua.

—¡Tráelo aquí en este momento!

—¡No puedo, debo forjarlo como hombre!

—¡No vas a forjar nada, maldita sea! Estas mas que advertido, pones su vida en riesgo y te voy a matar mientras duermes.

Es un instante en que Oneiros y Hamal se miran mutuamente, antes de regresar su atención mutuamente a Shion, cuya furia parece estar a punto de alcanzar un nuevo nivel, sobre todo cuando el dios menor capta que su compañero no esta pensando con claridad, ya que fácilmente le podría arrebatar al niño con sus poderes, pero aun no lo ah hecho. Si es que se nota que estar lejos del Santuario le hace sobreproteger a su hijo, no como a losotros que a esa edad de seguro ya los mandaba a entrenar.

—¿Podemos tener otro?

—No Oneiros, no vamos a tener más hijos.

El de cabello plateado mantiene el contacto visual un momento más, antes de perder el interés y volcar toda su atención repentinamente en Hamal, a quien finalmente baja hasta que es capaz de tener el agua hasta las rodillas.

—Vas al agua.

—¡Oneiros, no!

Iba a matar a este hombre, dios menor, padre desnaturalizado, lo que sea, aunque fuera lo último que hiciera.


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