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Mr. Perfect por Thai Maqui

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Notas del fanfic:

Primera vez que escribo en este fanfic, he de reconocer que no he visto completo el anime pero me acabo de terminar el manga y bueno aquí estoy.

Notas del capitulo:

Disclaimer: Masami Kurumada and Toei Animation All rights reserved.

La farola de la escalera contra incendios iluminaba el pequeño desastre del departamento; unos cuadros rotos sobre la alfombra y la mesa ratona de café mal colocada. La mecedora antigua de exquisitos acabados tampoco estaba.


Shun recogió el retrato del suelo. Un Seiya de dieciocho años le sonreía radiante, con una caja de mudanza  bajo un brazo y en el otro sostenía la cintura de su novia. Lo dejó sobre el sofá y se dirigió a la cocina rápidamente.


- Saori se fue – dio un suspiro entre impactado y cansado. Nada tenía sentido, prácticamente eran una pareja casada establecidos en una rutina feliz, o al menos eso pensaba.


- Sei cariño… - Le pasó un vaso con whiskey mientras frotaba su espalda, tratando de calmar los fuertes hipidos.


—No puedo creer - gimió Seiya bebiendo el contenido de golpe.


—Las parejas tienen crisis, ocho años es mucho tiempo – Shun trató de animarlo – Que fue exactamente lo que te dijo.


- Terminamos – balbuceó con voz nasal. - Él es guapo, rico e inteligente, no puedo desaprovechar la oportunidad.


- Tiene razón eres un idiota.


-  ¡Rada chan!


Muy atinado traer a su cuñado, pero a las tres de la mañana no había muchas opciones. Ikky tenía guardia en el hospital y su auto aún estaba en el taller.


-  Solo piénsalo Seiya tienes un empleo mal pagado – comenzó el rubio, necesitaba desfogar su ira por haberlo despertado. -  Claro es muy noble que trabajes en el orfanato pero no ganas nada con ser buen samaritano.


 Radamanthys se levantó del sillón y tomó un sorbo del dorado líquido directo de la botella. Maldición ni siquiera podía tomar una copa, tenía que conducir de regreso.


 - Eres torpe, bastante descuidado, tus pasatiempos son ir a las fiestas infantiles, comer dulces y jugar en los recreativos del parque, es como  vivir con un niño. Quién no se hartaría de ti.


Seiya agrandó los ojos ante las crudas palabras, se encogió de hombros y mantuvo la cabeza baja. Muy cierto como negarlo.


-  ¡Radamanthys! – gritó Shun sin importarle despertar a los vecinos.


-  Lo que más me molesta es que estas allí llorando, tan patético en lugar de recuperar lo que es tuyo – Seiya era un tonto, un estúpido y muchos adjetivos más, pero por mucho una de las mejores personas que conocía, no se merecía nada de esto.


 – A pesar que dices amarla aceptaste que se fuera con otro sin siquiera luchar, si Ikky me dejara lo cazaría, lo secuestraría y lo esposaría a la cama hasta que me rogara perdón de rodillas.


 Shun comenzó a temblar y rió con nerviosismo mal disimulado ante el aterrador pensamiento. Aunque tratándose de su cuñado seguro significaba una declaración de amor. Muy retorcida y extraña pero amor al fin y al cabo. Confirmado. Necesitaba mudarse cuanto antes o su salud mental peligraba.


 -  Shun quédate me largo -  tomó su chaqueta y agarró las llaves del bol al lado de la entrada - he tenido suficiente cursilería barata para toda mi vida.


 Solo dio cinco pasos y retrocedió. Se paseó por el estrecho pasillo, gruñó, bufó, se jaló el cabello y murmuró palabras incompresibles mientras encendía un cigarrillo sin fumarlo. Solo dejó que el humo se filtrara entre sus dedos. 


 -  Vendré más tarde, les traeré el desayuno – dijo al cruzar el marco de la puerta - muffins de arándano con miel. – ofreció. Los favoritos de Seiya.


El fuerte portazo dio paso al silencio, interminables segundos apenas roto por el suave sollozo.


- Rada chan tiene razón – Tras el shock inicial la tristeza de Seiya se transformó en determinación – tengo que recuperarla.


- Será buena idea – Shun quiso plantear la pregunta. Saori prácticamente lo había dejado por otro, aunque Seiya parecía querer ignorar ese detalle.


-  ¿Lo conoces? ¿Sabes dónde encontrarlo?  - prefirió apoyarlo.


 —Dijo que su nombre era… este… Saga, creo – Para entonces Seiya estaba demasiado impactado que no recordaba bien.  


 —Saori ha estado pasando el tiempo en ese famoso club, el que inauguraron hace seis meses, Asterix. Supongo que fue allí que lo conoció.


 —Nunca mencionaste eso  — Shun negó varias veces, realmente sorprendido.


 - Ella sale los fines de semana a beber algo, bailar – explicó. - Realmente  no quería que dejara de ver a sus amigos por mi culpa – Seiya no los soportaba, demasiado arrogantes y superficiales. Siempre despreciándolo por su humilde condición.


De pronto la duda se instaló en su corazón. ¿Donde habían ido a parar los ocho años que compartió con Saori? Realmente valían tan poco. No, Saori era dulce y buena, como una diosa reencarnada. Lo amaba tan profundamente que dejó su mundo perfecto para vivir juntos; siendo una de las herederas más acaudaladas de Japón podía elegir a cualquiera. Eso, seguramente el maldito se trataba de un vividor caza fortunas y la sedujo y engañó para quedarse con su dinero.


Estaba decidido, iría a ese club y le diría unas cuantas verdades a ese tipo.


 


***


 


- Vamos Seiya tu puedes hacerlo.


Sus dedos se aferraron al vaso de cristal mientras tomaba el último sorbo, era su segunda bebida.


Debían ser más, por la manera que la habitación giraba y la música se escuchaba lejana a pesar que sus tímpanos retumbaban. Seiya gruñó molesto. Estaba nervioso, inseguro con que decir o como actuar, al parecer se había excedido con el valor líquido.


— ¿Seiya? ¿Qué demonios estás haciendo aquí?  — Aparentemente algo le resultaba divertido, Hilda Polaris se reía con esa mueca despectiva. Diablos como desea borrársela.


- Viniste a llorar tus penas, que patético.


- A divertirme en realidad – no le daría ese placer – Hola es bueno verte, te recuerdo que es de buena educación saludar.


— Claro – ironizó  - Entonces dime la verdad ¿Viniste a ver a Saori o conocer a su perfecto novio?


- Quiero ver su cara y decirle unas cuantas cositas — no servía de nada seguir negándolo. Luchó por ponerse de pie pero fue un intento inútil.   


— ¿Por qué no lo dejas ir por esta noche, Seiya? -  intervino Fler colocando una mano en su antebrazo. - Estás ebrio y no estás en condiciones para…


El castaño quitó su brazo suavemente. — ¿Se encuentra por aquí? ¿Dónde está? Señala en qué dirección.


—Seiya, no — volvió a insistir —. No creo…


— ¿Buscas al hombre de los sueños de Saori? Acaba de entrar, se dirige al segundo piso – señaló un punto que Seiya no pudo enfocar bien - su nombre es…


—Conozco su maldito nombre, bruja —dijo desinhibido— Su nom… bre es S…a…g…a


—Muy bien sabes deletrear, ve por él.


—Esto no es divertido, Hilda  — acusó la rubia a su hermana. — Mira su estado es peligroso puede...


 —Es divertido – refutó sin dejar de carcajearse. — Buena suerte perdedor.


Para ese momento Seiya ya se dirigía al segundo nivel tan rápido como sus alcoholizados sentidos lo permitían. Entre trompicones, empujones y pisotones se abrió camino.  


- Lo siento… lo siento – repetía ante las numerosas quejas.


Al pisar el último escalón su mirada vagó entre el mar de cuerpos adornados por las luces estroboscópicas, tratando de localizarlo. Seiya se rió de su absurda broma, ni siquiera conocía el aspecto del idiota. Se detuvo cerca de dos hombres que conversaban animadamente.


— Disculpen ¿Alguno de ustedes conoce a… a Sasa… sa?  — su lengua sabía a tierra reseca, no podía pronunciar bien.


- Te refieres a Sasi chan, ella no trabaja hoy – contestó un hombre sumamente alto y musculoso.


-– Ga… ga - intento de nuevo.


- ¿Lady Gaga? – Indagó el joven con una rosa en la mano - cariño te equivocaste de fecha se presenta el próximo sábado.


- ¿Podría ser Saga? – Ató cabos después de un rato el que parecía un toro - ¿Saga Gemini?


Ni idea, la verdad nunca supo su apellido pero cuantos podría haber con ese nombre – si ese mismo.


- Allá en la esquina, buena suerte lindura – le guiñó coqueto el de larga cabellera - aunque no la necesitas eres exactamente su tipo.


Seiya no entendió el comentario y prefirió ignorarlo. Algo más despejado por el esfuerzo previo se dirigió hacia la apartada mesa, esta vez sin tropezarse con nadie. Había dos personas sentadas ahí, al parecer manteniendo una conversación bastante seria por sus rostros contraídos y ceños fruncidos. ¿Era su idea o se parecían un poco?


- Busco a Saga Gemir – Seiya se felicitó mentalmente por no arrastrar las palabras.


- ¿Quieres gemir? – Saga sonrió, el chico no perdía el tiempo.  - Directo e ingenioso me gusta.


- ¿Tú eres Saga? – el castaño maldijo estaba más borracho de lo que pensaba. Veía doble.


- No, soy Kanon – se presentó - pero también puedo hacerte gemir hasta que grites.


- ¡Quién demonios es Saga! – Seiya estaba tan frustrado, intentó patear la mesa pero solo logró lastimarse la rodilla con el borde.  Antes de caer trató de sujetarse  haciendo que las bebidas se derramaran en su cabeza.


- ¿Estás bien? – Saga dijo preocupado poniéndose de pie, para ese momento todo su mal humor se había evaporado.


- No es justo -  Porqué todo le salía mal.


Seiya contuvo el sollozo pero sus ojos se cristalizaron, estaba allí tumbado en el piso siendo un patético perdedor, todo mojado mientras fuertes risas se escuchaban a su alrededor. Como pudo se puso de pie, enfocando la mirada en el causante de todos sus males.


A pesar de su atuendo simple; una camiseta blanca de algodón, chaqueta negra y jeans azul oscuro era impresionante. Su porte elegante, emanando seguridad y sex appeal en cada gesto y movimiento.  


- Porque tienes que ser tan atractivo -  tan triste como estaba Seiya no podía apartar la mirada de esos impresionantes ojos verdes.


- También eres muy guapo – elogió con verdadero interés.


- Maldito desgraciado.


— ¿Qué?


 —Tú  —Señaló, golpeándole en el pecho con su dedo repetidamente. —Tú  — trató de verse enojado pero solo logró un adorable puchero.


— Tú, destruiste mi vida.


— Todo es tu culpa, te odio, te odio mucho.


— ¿Qué le hiciste Saga? – Preguntó su hermano – lo engañaste.


Nunca lo haría – el pensamiento paso fugaz. - No tengo ni idea de lo que habla.


— Estuvimos juntos ocho años. ¿Sabes…? No, los hombres como tú no entienden una relación de amor y compromiso.


— Debería darte tu merecido. — Efectivamente Seiya lo intentó, empuñó su mano logrando solo golpear el aire. Sintió su brazo sujetado suavemente y su cuerpo chocó contra algo duro… era el fuerte cuerpo de Saga.


De pronto todo se volvió confuso y oscuro.


 


***


 


Seiya parpadeó acostumbrándose a la luz mañanera. Llevó las manos hacia su frente tratando de atenuar el dolor. Lentamente se sentó en la cama, todavía mareado, intentó reconocer el lugar donde se encontraba. Nada.


La suave brisa propia de la mañana se filtró entre las ventanas, causándole un incomodo escalofrío. Fue entonces que Seiya  se percató que estaba completamente desnudo, apenas cubierto por unas finas sábanas de seda negra.


¿Dónde demonios se encontraba y donde estaba su ropa? Se puso de pie y se colocó lo primero que encontró,  una camisa vino tinto que reposaba sobre la silla, suficientemente grande para cubrir hasta sus muslos. El terso contacto se sintió agradable sobre su piel.


Tomó asiento en un sillón cercano y su mente divagó en los recuerdo de la noche anterior. El club, el vino empapando su cabeza, ser el hazmerreir… Se sonrojó furiosamente, estrujando entre sus manos la camisa. El aroma varonil mezclado con la cara colonia y cigarrillos lo derribó.


- No puede ser estoy en casa de... – pero antes de llegar a una conclusión la mandíbula de Seiya se desencajó.


Entre un sutil vapor, seguramente del agua caliente del baño, salía tan solo con una toalla amarrada a su cintura Saga Gemini. Los largos cabellos azul índigo cayendo por su húmedo y perfecto rostro, el cuerpo de músculos marcados bañado en finas gotas y esos ojos verdes... viéndolo fijamente


 - Buenos días – como respuesta un tímido gemido salió de su boca, no le gustaban los hombres pero Saga era un magnífico ejemplar masculino.


- Te ves… muy bien – dijo con un tono más grave y seductor que hace unos instantes.


—Yo… ¿Dónde está Saori?  —Obvio el maldito cosquilleo en su bajo vientre y sus mejillas acaloradas —. Quiero hablar con ella.


Saga cruzó el cuarto dando una vista espectacular de su ancha espalda, las largas piernas e interesante curvatura de su trasero. Abrió el armario sacando un traje de tres pieza color gris,  camisa blanca y una corbata de seda azul.


- Tiene el cuerpo de un dios griego - Sin lugar a dudas no podía competir contra él.


— ¿Saori? ¿Quién es?


—No te hagas el inocente, lo sabes perfectamente – con el escándalo de ayer seguro no estaba allí.


—Soy inocente, no tenía idea —Sonrió.


— ¿Le parece gracioso? Acaso no se da cuenta…  — los ojos castaños se llenaron de lágrimas, pero las contuvo.


—Contésteme una pregunta. ¿Sabía que Saori se encontraba en una relación cuando lo sedujo?


—No la seduje  —afirmó serio — te dije que ni siquiera lo conozco… Seiya.


— Le habló de mi, ¿cierto?  — Saga suspiró ante la desolada imagen, a pesar de la tristeza no dejaba de ser hermosa. Se agachó y con toda delicadeza acaricio las mejillas con la yema de sus dedos, llevándose consigo cada gota de lágrimas. El gesto fue tan dulce e íntimo que Seiya se sobresaltó.


—No lo leí, tu billetera  se cayó de tus pantalones anoche cuando…


— ¿Me quitó los pantalones? – cierto, había otro hechos más importantes que aclarar aparte de su corazón agitado - ¿Por qué estoy desnudo?


— No lo estas, usas mi camisa y te queda maravillosa – Seiya le lanzó una mirada hostil. 


- Bueno tu ropa se ensució anoche, hasta los bóxers – mentía, las ganas por verlo desnudo fueron demasiadas para controlarse  - ya están lavadas y secas.


—Démelas y luego me iré. Sólo quería que supiera que Saori y yo habíamos construido una vida juntos y luego anunció que me dejaba por ti. ¿Sabe cómo se siente eso, Sr. Gemir?


—Es Gemini  —le corrigió aunque realmente no le importaba y gemir le parecía una idea fantástica.


- Y no Seiya, no sé cómo se siente. Nunca he deseado tener a alguien a mi lado durante ocho años… hasta ahora.


—Bueno, te deseo suerte con Saori.  — Pasó a su lado, malinterpretando sus palabras —. Ella es muy caprichosa y mandona. También ronca, sólo para que lo sepa. Así que espero que esté preparado para unas noches en vela.


- Preparado y dispuesto si es contigo. – Quiso decirlo pero se contuvo.  


- ¿Puede devolverme mi ropa?


—En la cómoda – indicó  el buró al lado del baño - ¿Qué deseas desayunar? ¿Jugo? ¿Cereal con frutas?


— ¿Siempre es tan generoso?


—  No en realidad, solo contigo — era la verdad.


— ¿Cuándo se mudará Saori con usted?  


—No lo hará,  —sacudió su cabeza—. Seiya, no conozco a ninguna Saori.


- Voy a cambiarme.


—Muy bien, cuando termines te llevaré…


—Tomaré un taxi.


—De acuerdo. —Dijo, aprovechando para vestirse también—. Entonces  — continuó hablando mientras Seiya estaba en el baño. — ¿Puedo volver a verte en otra ocasión? ¿Podríamos salir a comer o…?


— ¿¡Está bromeando!? Me robaste al amor de mi vida maldito…   


— Seiya estoy siendo sincero, de verdad no conozco a Saori. No sé porque pensaste que lo hacía, lamento mucho que te haya dejado después de ocho años – estaba frustrado que no entendiera - No, sabes que, realmente me alegra; es una estúpida por dejar a una persona tan maravillosa y estoy seguro que voy a aprovechar su pérdida.  


—Por favor, llámeme a ese taxi, Gemini san  —dijo cortantemente mientras terminaba de abrochar el último botón de su  la camisa.


—De acuerdo,  —dijo mientras tomaba su celular y marcaba.


—Toma, si cambias de opinión y quieres tomar una taza de café para charlar – le ofreció su tarjeta.


Seiya asintió, aunque pensaba votarla ni bien llegara a casa. Salió de la habitación a pasos presurosos, sin fijarse en nada más que la salida. Giró la manija y esperó en el marco de la puerta.


—Una última cosa antes de que te vayas — Saga no perdió el tiempo, lo apresó por la cintura y su lengua delineó ansiosa la boca del castaño. Lo había deseado tanto. Un roce tibio, suficientemente adictivo para que Seiya  abriera sus labios invitándolo a besarlo.


Seiya gimió disfrutando del contacto, húmedo y dulce; tan apasionado que amenazó con quemarlo. De ese tacto firme urgando por debajo de la camisa y el cálido aliento haciéndolo estremecer. Desatando un cúmulo de nuevas sensaciones que yacían dormidas.


— Soy gay, así que ten por seguro que esa tal Saori no me interesa para nada.


- Sin embargo tu…


- Yo… - Sus ojos color marrón brillaron con sorpresa. Seiya dio un paso hacia atrás aturdido por la revelación. El chirrido de las llantas impidió que se golpeara de bruces contra el asfalto.


—El taxi ya vino —sonrió Saga.


Seiya suspiró lleno de alivio. A pesar de su nerviosismo logró abrir la puerta y se subió, diciéndole al taxista la dirección de su casa. No alzó la mirada pero pudo sentir los ojos verdes clavándose sobre su espalda. Su corazón se agitó, tan fuerte que llevo sus manos a su pecho para tratar de callarlos, tan fuerte como sus pensamientos por Saga Gemini.


 

Notas finales:

Ojalá les guste. Nos leemos pronto.


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