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Los Varones de Papá, los Donceles de Papi por Serenamoon

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Notas del capitulo:

Como la habia prometido hace instantes, subo el capitulo que sigue.

Ya queda nada para el GRAN FINAL FELIZ!!! espero que queden complacidos.

Me quedo un poco dramatico este capitulo, pero teniendo en cuenta la situacion vivida era de esperarse.

Mucho SAIXGAARA, para todos!!!

COMIENZA A SALIR EL SOL

 

Gaara caminaba por esos sombríos pasillos solo, sintiendo que cada paso que daba le partía el alma un poco más. Había intentado hablar con Sai, pero él no le había respondido ninguna llamada. Sus hermanos no estaban en el país y tardarían en llegar, y su padre había desaparecido del mapa. Suspiro al divisar la puerta que debía tocar. Lo hizo suavemente, como esperando que nadie lo escuchara y así poder escapar de esa situación. Pero no fue así. Lentamente la puerta fue abierta. Un hombre vestido de azul lo hizo pasar.

- ¿Sabaku no? – Pregunto, el solo asintió – por aquí por favor – siguió al hombre, atravesaron otra puerta doble, hacia una sala helada – tómese su tiempo, dígame cuando esté listo – estaban junto a una camilla, un cuerpo tapado con una sabana. Lo contemplo en silencio ¿si no lo veía podía pretender que era mentira? Sabía que era ridículo pensar algo así, pero no estaba para tener pensamientos racionales. De repente su vida se fue en picada y consideraba que un poco de locura le vendría bien, además de que nadie podía juzgarlo por ello. Asintió sin mirar al hombre, con la vista fija en la sabana. El hombre comenzó a deslizarla suavemente, los rojizos cabellos hicieron su aparición, luego su blanca piel ahora mas pálida y con algunos hematomas y finalmente su rostro. El rostro de la persona que siempre lo había cuidado y apoyado, su consejero, su confidente, su mejor amigo, su hermano favorito, su héroe. Ni siquiera supo cuando las lágrimas comenzaron a salir, no podía evitarlas, dolía tanto. El hombre luego de que le asintiera reconociendo al cadáver, volvió a taparlo y el lloro como nunca lo había hecho en su vida. Lo habían criado para no expresar emociones, pero era imposible que no le doliera haber perdido a uno de sus seres más queridos, y estaba demasiado destrozado y agotado como para fingir que no le dolía. Su acompañante conmovido le palmeo la espalda, sin querer invadir demasiado el espacio del doncel. Había notado los custodios que lo seguían y sabía muy bien a quien le pertenecía el pelirrojo, no iba a arriesgar su vida por dar consuelo, aunque se le partía el alma de verlo llorar y que nadie lo consolara - ¿quiere sentarse? -  Gaara negó, quería salir de allí – tiene que llenar unos formularios.

- Quiero irme – comenzó a avanzar a trompicones hacia la puerta, sentía que le faltaba el aire, deseaba correr lejos, muy lejos y escapar del dolor. El hombre lo siguió, afuera esperaban cuatro custodios, que solo lo siguieron como una sombra, no había nadie para apoyarlo, consolarlo o animarlo. Estaba total y completamente solo. Sin poder evitarlo más comenzó a correr hacia la salida, quería estar solo, sin nadie viendo su miseria. Sus custodios quisieron seguirlo, pero el doncel era rápido y los perdió en una esquina, pero sin embargo no se detuvo, no huía de ellos, huía de su vida, de su realidad. Sin saber cómo llego a un parque, ya casi anochecía, pero no le importaba. Se sentó en un columpio y se quedo mirando a la nada, recordando cuando era feliz. Sonrió sin proponérselo cuando a su mente llego la imagen de él aprendiendo a montar bicicleta, ayudado como siempre por Sasori, que no se apartaba de su lado, por más que él le ordenaba que lo dejara hacerlo solo. Y cuando su hermano había aceptado acabo en el piso, con las rodillas lastimadas. Sasori había corrido a su encuentro y lo llevo en brazos a la casa para curarlo y mimarlo. El no lloro, le dolió pero lo soporto, porque sabía que su hermano lo sanaría y el dolor se iría. Así como se iba el miedo cada vez que tenía una pesadilla y el mayor lo dejaba dormir en su cama. O cuando su padre lo regañaba por no ser lo suficientemente “hombre”, Sasori era el que lo consolaba. Cuando sus mascotas morían, cuando sus amigos lo dejaban, siempre estaba él para sostenerlo y hacerlo seguir adelante. ¿Y ahora? Se preguntaba, ¿Quién lo apoyaría, lo sostendría? ¿Quién le diría que la vida valía la pena y que él era maravilloso? Volvió a llorar al darse cuenta de su situación, se había quedado solo y de a poco sentía que comenzaba a hundirse en el oscuro pozo de la depresión, un lugar al que solía acercarse con frecuencia pero del que se alejaba de la mano de su ya fallecido hermano mayor. Y sin él, nadie evitaría que se cayera a ese profundo abismo, de todas maneras ¿a quién le importaba lo que a él le pasara? Suspiro en un vano intento por alejar esos pensamientos y recién noto que no estaba solo. A su lado se encontraba un Uchiha, pero no su Uchiha – Itachi – su voz salió mas quebrada de lo que pretendía, ronca por el llanto y el sufrimiento.

- Lamento mucho tu perdida – dijo el varón mirándolo a los ojos. Gaara asintió en silencio, sintiendo que las lagrimas regresaban. Giro el rostro, no le gustaba mostrarse débil ante otros – vine a decirte que Naru fue trasplantado – esa era una buena noticia, pero no pudo alegrarse, se sentía demasiado miserable – tenemos que esperar 72 horas, pero Kakashi piensa que fue un éxito – asintió aliviado y volvió a suspirar – es hora de volver a casa, es peligroso que estés en la calle solo.

- Estoy bien – dijo sin mirarlo.

- No es verdad – el Uchiha se puso de pie – vamos – le tendió una mano. Gaara no la tomo, no es que Itachi le desagradara, pero simplemente no confiaba en el – no seas un problema más para Sai.

- Descuida no pretendo ser un problema para nadie – se puso de pie y comenzó a caminar en la dirección opuesta al azabache, que obviamente lo siguió.

- Gaara – Itachi lo llamo, pero el doncel no quería responderle – no me obligues a obligarte – advirtió siendo nuevamente ignorado – bien, como quieras – dando grandes zancadas lo alcanzo y de un veloz moviendo lo levanto sobre su hombro.

- Bájame imbécil ¿Quién te crees que eres? – Se molesto y comenzó a revolverse – déjame tranquilo – quería zafarse, pero era imposible, lo tenía bien sujetado y lo superaba en fuerza. Itachi lo metió en el asiento trasero de su coche y se puso en marcha – no tienes ningún derecho, detén el maldito coche ahora mismo.

- Gaara no voy a hacerlo así que cierra el pico y ponte el cinturón – ordeno el Uchiha sin mirarlo.

- No quiero estar contigo – le grito indignado.

- Ni yo contigo, pero le hago un favor a mi primo y cuñado – respondió. Gaara bufo y decidió ignorarlo. Itachi lo llevo a la mansión principal. La seguridad ya había sido restablecida y reforzada. Ambos bajaron en silencio – si quieres cenar algo pídelo – Gaara no respondió, se dirigió a la sala y se dejo caer en el sofá en silencio - ¿has comido algo durante el día? – no obtuvo respuesta. Suspiro buscando paciencia – escucha Gaara, sé que estas pasando un momento difícil pero aislarte no soluciona nada.

- Vete a la mierda Uchiha – le gruño por lo bajo, estaba por llorar de nuevo.

- Si quieres dormir usa la habitación de Sai ¿sabes cuál es? – Silencio de nuevo – bien, haz lo que quieras, mocoso malcriado – Y Gaara rompió a llorar de nuevo, desconsoladamente ¿Cuántas veces su hermano lo había llamado de esa manera? Claro que Sasori lo decía con cariño, y es que no podía quejarse porque era él quien lo mimaba y consentía. Itachi se sorprendió por el desgarrador llanto y no supo qué hacer. Se quedo congelado en su lugar. Sintió que alguien lo pasaba y vio a su rubio novio abrazar fuertemente al pelirrojo. Había olvidado que Dei estaba durmiendo en el piso de arriba. Gaara se aferro con todas sus fuerzas al delgado cuerpo de su cuñado, había necesitado tanto ese contacto.

- Lo siento mucho Gaara – Deidara lloraba también, porque a pesar de que Sasori se había portado muy mal con él la última vez que lo vio, no podía olvidar tantos años de una hermosa amistad – voy a extrañarlo tanto – Dei no sabía lo que Sasori había planeado con su padre y los demás, decidieron mantenerlo al margen ¿para qué darle más sufrimiento?

- Me siento tan solo Deidara, no sé que voy a hacer – el pelirrojo hablaba sollozando.

- No estás solo Gaara, nosotros somos tu familia ahora – Deidara dejo de llorar, así no ayudaba a su cuñado – mírame – le pidió dulcemente, Gaara lo hizo – eres parte de nuestra familia ahora fosforito, nunca vas a estar solo.

- No lo sé, no lo sé – Gaara hundió su rostro en el pecho del rubio – él era todo para mí.

- Lo sé pequeño, pero ahora tienes a mi hermano, a mí, y a toda la familia – le beso los cabellos – ven vamos a la cama, necesitas descansar – lo tomo de la mano y lo llevo arriba. Gaara estaba tan cansado que se dejo guiar dócilmente. Itachi no dijo nada, simplemente suspiro y volvió a marcharse, su primo debía ver a su prometido urgentemente.

 

 

El en hospital se respiraba un aire menos tenso. Después de una larga cirugía, por fin Naruto había sido llevado a unidad coronaria. Debía estar allí, dormido por 72 horas y luego podrían decir que el trasplante fue un éxito total, pero los pronósticos eran alentadores. Madara estaba con su esposo, le había dado de cenar y lo contemplaba dormir. Sai esperaba cerca de la sala donde estaba su hermanito, junto con sus abuelos e Iruka, que a pesar de que todos le insistieron no quiso salir del hospital. Kakashi había amenazado con sedarlo para que se fuera a casa, pero él lo amenazo con no volverle a dirigir la palabra si lo hacía.

- Sai – Itachi llego – ven un minuto – Sai se acercó a su primo – ve a casa.

- ¿Llevaste a Gaara? – Itachi asintió – iré mañana.

- Escúchame, sería bueno que fueras ahora – le sugirió.

- ¿El está bien? – pregunto dudoso por la actitud de su primo, el jamás se metía en sus cosas.

- No Sai, esta todo menos bien – Sai sintió que lo golpeaban en el pecho al escucharlo.

- Pero Naru – dijo inseguro ¿Qué debía hacer?

- Yo voy a quedarme, mi padre llegara en unos instantes ve tranquilo – Sai dudaba – es tu prometido Sai, no puedes dejarlo solo en momentos así, Naru chan esta fuera de peligro, Gaara te necesita más ahora.

- Bien – dijo no muy convencido – debo avisar a mi padre.

- Yo me ocupo, ve a casa – le palmeo un hombro y Sai salió rápidamente rumbo a su hogar. Aun tenia sospechas, claro que las tenia, sería muy idiota si no pensara en la posibilidad de que Gaara fuera participe del plan de su padre y su hermano mayor, pero también era igual o más probable de que el no supiera nada, de que fuera una víctima más. El hecho de que Sasori hubiera jurado por todos sus muertos y santos que ninguno de sus hermanos menores tenía nada que ver con el plan, lo mismo que había hecho el padre de los Sabaku no, le daba cierta tranquilidad, pero no sería un buen Uchiha si confiaba ciegamente en el pelirrojo. Pero dejando eso de lado, el amor que le tenía no había disminuido ni un poco y sabía que si las sospechas de la traición eran ciertas, moriría de dolor o se dejaría asesinar, porque no había forma de que él lo dañara, nunca podría y de eso estaba completamente seguro. Llego a su casa y subió a su habitación, la encontró a oscuras, con su doncel durmiendo acurrucado en el centro de la cama y su hermano velando su sueño. Deidara se puso de pie al verlo y en silencio le sonrió y le beso la mejilla.

- Necesita mucha contención, esta realmente devastado – le susurro el rubio antes de abandonar la habitación y el asintió. Se descalzo, se quito la camisa y se metió al baño, necesitaba una ducha con urgencia, una vez limpio y con el pijama puesto se metió a la cama, al lado de su pelirrojo y muy delicadamente lo atrajo a su cuerpo para abrazarlo. Gaara se removió entre sueños y se acomodo mejor entre los brazos de su amado. De repente se sentía más relajado y más seguro, por lo que los sueños malos lo dejaron en paz, y durmió tranquilo lo que quedaba de la noche. Sai lo contemplo dormir un largo rato, diciéndose mentalmente de que no era posible que un ser tan angelical como Gaara fuera capaz de maquinar o ser cómplice de un plan tan macabro. Además tenía la certeza de que el pelirrojo jamás pondría en riesgo la vida de su hermanito Naru, lo había demostrado al salvarlo de sus perseguidores la noche del ataque. Gaara había estado dispuesto a morir por cuidar al rubito menor y eso le daba mucha tranquilidad, porque de haber sido cómplice era la perfecta oportunidad para entregarlo. Suspiro para alejar esos pensamientos de su mente y se dispuso a dormir por unas horas, después de todo hacía más de tres días que no pegaba un ojo y el cansancio ya le pasaba factura.

Gaara comenzó a despertar de a poco, no sabía cuántas horas había dormido, pero por la claridad que se colaba en la habitación supo que era de día. Quiso incorporarse, pero noto un firme brazo alrededor de su cintura, se giro confundido, pensando que quizás su cuñado habría dormido con él, pero grande fue su sorpresa al encontrar el dormido rostro de su prometido. Suspiro para calmar a su corazón que comenzó a latir desbocado por la cercanía, no quería despertarlo, estaba consciente de lo mucho que Sai necesitaba dormir y si era sincero el también lo necesitaba. Había pasado los últimos días en vela, y al borde de un colapso nervioso por todo lo vivido, no estaría mal si se relajaba unas horas más, después de todo no sabía si volvería a tener la posibilidad de dormir de nuevo tan confortablemente. Se acomodo nuevamente, y volvió a cerrar sus ojos, definitivamente necesitaba dormir un poco más. Sai despertó muy descansado luego de su reparador sueño. Y se sintió infinitamente feliz al contemplar la pelirroja cabeza sobre su pecho. Gaara bajaba muy pocas veces sus escudos y momentos como esos donde se relajaba en sus brazos eran escasos, por los que tenía que aprovecharlos. Con cuidado de no despertarlo comenzó a acariciar las hebras rojas, tan suaves y delicadas como siempre. Gaara estaba despierto pero se negaba a abandonar su cómodo lugar, los latidos del corazón de Sai lo relajaban, y las caricias en su cabello lo hacían sentir querido y a salvo. Suspiro revelando su estado. Sai sonrió pero no dejo su tarea.

- Buenas tardes cerecita – dijo suavemente – como te encuentras? – esa pregunta lo devolvió a la realidad. A su soledad, a su hermano muerto y al inmenso dolor que de a poco comenzaba a inundarlo. Sin poder evitarlo sus ojos se humedecieron y comenzó a sollozar, intento, inútilmente que Sai no lo notara, pero el azabache lo supo al instante que la primera lagrima abandono sus ojos. Lo hizo recostarse sobre la cama y lo miro en silencio unos instantes – lo siento mucho – dijo sincero, no porque lamentara la muerte de Sasori, porque se la merecía, si no porque sabía lo que significaba el pelirrojo mayor para su doncel y el profundo dolor que su pérdida le producía – lamento mucho que estés sufriendo de esta manera, si estuviera en mis manos evitaría que padecieras cualquier topo de dolor – Gaara ahogo un gemido lastimero, sabiendo que Sai decía la verdad, si él pudiera le evitaría todo sufrimiento – lo único que puedo ofrecerte ahora es consuelo, comprensión, alivio, lo que necesites para sentirte mejor, lo que sea que quieras pídelo y te lo daré – le limpio el rostro delicadamente. Gaara abrió los ojos y lo miro – te amo Gaara y eso no va a cambiar pase lo que pase – con esas palabras le decía que si él era cómplice de algo no le importaba – todo mi ser te pertenece, mi vida entera está en tus manos – si él quería matarlo que lo hiciera, jamás lo detendría o lo lastimaría – solo dime qué quieres y te lo daré – Gaara no aguanto más y se colgó de cuello, ocultando el rostro en su pecho, llorando con más ganas. Sai lo rodeo con sus brazos para abrazarlo cálidamente.

- Solo no me dejes solo, por favor – suplico el pelirrojo entre lagrimas, totalmente destrozado y aterrado de enfrentarse a la vida solo – tengo mucho miedo de estar solo – Sai lo apretó mas contra si, sentándose y colocándolo en su regazo.

- Nunca vas a estar solo, desde que nos comprometimos que mi familia es tuya también y yo jamás te dejaría – le beso los cabellos – no te preocupes por ello siempre me tendrás a tu lado de la forma que quieras.

- Te quiero Sai – confeso – no es mentira, no te quiero, te amo – se corrigió – y no sé qué sería de mi si no te tuviera en estos momentos – Sai entendió lo que significaban esas palabras, el sabia de las tendencias depresivas de su amorcito y de solo imaginar lo que acababa de insinuar lo hizo estremecerse.

- Siempre me tendrás amor mío, yo te amo también – Gaara lo miro, aun con lagrimas en los ojos, pero más calmado y acerco sus labios a los del varón, robándole un casto y necesitado beso – quieres dormir un poco más? – pregunto Sai, el pelirrojo negó con la cabeza, ya no tenía sueño, le dolía la cabeza y necesitaba un baño.

- Quiero ducharme – dijo calmado ya. Sai asintió con una sonrisa y se puso en pie con él en sus brazos, camino hacia el baño y recién allí lo dejo en el piso.

- Fría, tibia o caliente – pregunto el azabache mientras abría las canillas de la ducha.

- Caliente pero no muy – dijo Gaara sonrojado. Sai le sonrió y lo observo detenidamente, su camiseta le quedaba encantadoramente sexy.

- Bien bajare a pedir que nos preparen algo de comer y llamare al hospital – se acerco a la puerta – quieres algo en especial? – pregunto a su novio que miraba al piso sujetando el borde de la camiseta.

- Yo – susurro, estaba avergonzado, pero no quería quedarse solo en esos momentos – dúchate conmigo – pidió por lo bajo. Sai abrió del todo sus ojos y la boca, asombrado por el pedido, pero comprendió que su niño no quería quedarse solo.

- Bien – dijo sonriendo para quitarse los pantalones del pijama, ya que no tenía camiseta. Gaara lo miro con el rostro del mismo color que sus cabellos.

- Pero solo ducharnos – advirtió el doncel. El varón rio con ganas y lo atrajo a su cuerpo para apretarlo y robarle un beso.

- Solo ducharnos, aunque quizás te toque un poco mientras te paso la esponja – bromeo.

- Pervertido – lo regaño Gaara pero de todas maneras dejo que le quitara la camiseta y la ropa interior – no me mires así – pidió apenado.

- Es inevitable, eres precioso, una delicia para la vista – le beso la frente – vamos a la ducha, andando – lo condujo al cubículo, se quito su ropa interior y se coloco detrás de su prometido – relájate mi amor, no voy a hacer nada que tu no quieras – le acaricio los hombros para que se relajara – solo voy a mimarte un poquito para reconfortarte, solo confía en mí y disfruta – Gaara suspiro y se relajo, confiaba ciegamente en su pervertido, pero amoroso y dedicado prometido. Era definitivo que mejor hombre no habría podido conseguir.

Notas finales:

La cerecita sufre por su hermano y no podemos culparlo, despues de todo Sasori siempre estuvo a su lado y el no sabe nada de lo que planeaba el mayor, creo que eso es mas que obvio, aunque Sai y los demas todavia sospechan.

Lo rescatable es que Sai se mostro amoroso y comprensivo con su coloradito y no lo dejo solo en el peor momento de su vida.

Espero que les haya gustado, novedades sobre la evolucion de Naru chan en el proximo capitulo.

Besos y abrazos para todos.


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