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El arte de compartir por Syarehn

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Notas del fanfic:

Con este fanfic me comprobé a mi misma que no sirvo para el sadismo. Simplemente no puedo, no es lo mío y es muy patético u_u pero también descubrí que este trío es muy interesante.

 

El arte de compartir

 

 

Detuvo el auto al escuchar el estrépito del hielo siendo golpeado con gran fuerza, el impacto se repitió una y otra vez hasta que él, cansado, decidió bajar del auto y detener aquel desastre.

Caminó hasta quedar a sus espaldas, abrazándose a sí mismo debido al frío.

— ¿Puedo preguntar por qué destruiste 15 pisos de mi torre y después huiste como un vil ladrón? — Tony estaba cruzado de brazos, más por frío que por enojo. Tiritaba, pero trataba de verse imponente ante la mole verde que se giraba lentamente hacia él.

Hulk gruñó sonoramente y Tony percibió la oleada cálida de su aliento, el cual no era fétido como todo el mundo pensaría, era tan normal como el de cualquier persona con una sana higiene bucal.

— No, no me gruñas ni me veas con esa cara de furia. El que debería estar molesto y ofendido soy yo. ¿No pudiste destruir las armaduras de alguien más? —Habló firme, avanzando dos pasos. Increíblemente, Hulk pareció ligeramente avergonzado aunque enseguida recuperó su furia característica. —En fin, olvida ya tu estúpida rabieta y regresemos a la Torre.

— ¡Hulk no recibe órdenes! — Le gritó, golpeando el hielo con su enorme pie.

Tony sintió el suelo temblar y el crujido del hielo partiéndose, para su suerte las hendiduras no eran tan profundas.

— ¡Hulk debería ser más considerado! — Le respondió Tony mirándolo serio. —Ahora deja de patalear y regresemos a la Torre. Oh, ni se te ocurra huir de nuevo porque te encontraré, te sedaré y haré que te comportes. — Amenazó.

— ¡Hulk no recibe amenazas, hombrecillo de hojalata! — El castaño miró al hombre verde enarcando una ceja, éste seguía inmutable en su lugar y Tony no entendió la forma en que lo miraba pero tampoco era relevante; ¡Tenía frío!

— Entonces tú no destruyas mis cosas ni pongas en riesgo a Banner. — Hulk gruñó.

Él pone en riesgo constante a Hulk. — Bramó el hombre verde. — ¡Él quiere acabar con Hulk, como todo el mundo!

Tony suspiró cansado, se acercó al chico esmeralda, tomó su enorme mano y lo jaló con la fuerza necesaria para indicarle que quería que se moviera. Quería que avanzara con él al auto, si seguía allí se congelaría. ¿¡Cómo demonios Hulk podía estar semidesnudo en aquel helado clima y actuar como si fuese en verano!?

 

 

No lejos de allí, el rubio consentido de América miraba incrédulo la situación. Él sabía que lidiar con Hulk podría ser peligroso, por eso estaba allí; para proteger a Stark de ser necesario. Sin mencionar que se sentía algo culpable; por primera vez había dejado salir su lado egoísta y al parecer equivocó la ocasión.

Todo había comenzado con sencillas bromas entre él y Bruce acerca de lo insoportable que podía llegar a ser Tony, pasando por el álgido tema de quien lo conocía más como para hablar con tanta seguridad de él, luego llegaron a “con quién pasaba más tiempo”, “cosas en común”, “temas de conversación” —Steve iba perdiendo…—, y el punto que remató al ojiazul fue la confianza.

“Fue a mí a quien acudió después de vencer al mandarín.”

El soldado bufó recordando esas palabras. Pero le dolió más saber que no estuvo allí para ayudar a Stark…

Resopló indignado, recordando el momento justo en el que Bruce perdió el control.

“Eso sólo prueba que eres buen un confidente. ¿Por qué se arriesgaría a ser lastimado por alguien que no controla su carácter?”

Touché  

Y luego Hulk había destruido 15 pisos de la preciada Torre Stark.

 

 

— Banner no quiere acabar contigo, sólo no entiende que son la misma cosa… — Explicó Tony mientras jalaba a Hulk, quien lo miraba extrañado. — Tú lo entiendes ¿no es así?

— ¡Hulk no es estúpido! —Se quejó soltándose del suave agarre de Tony, que se arrebujó en su chamarra a causa del frío.  

— ¡Entonces deja de actuar como uno! —Le reprendió. —Bruce te no te odia, sólo teme que destroces algo importante para él, y lo mismo ocurre con el resto del mundo. —Hulk bufó indignado. — ¡Dejen ya de actuar como bebés y arreglen sus malditos problemas de identidad!

Hulk gritó como suele hacer cada que pierde los estribos pero algo en su mirada cambió al ver los ojos de Tony.

— ¿Tú… tú también temer a Hulk? — El castaño reprimió las ganas de rodar los ojos.

— Sí, — Stark notó el desconcierto y molestia en la mirada ajena. —…temo que termines haciendo algo estúpido y salgas lastimado por eso. — Hulk pareció incrédulo y Tony lo jaló de nuevo con suavidad. — Me salvaste de morir como huevo estrellado, eso te da puntos. — Hulk se acercó a él sin dejar de mirarlo curioso. — ¿Podemos irnos? Tengo frío.

Pero un par de manos grandes y verdes lo tomaron de la cintura, abrazándolo, en un gesto que buscaba evitar que el castaño siguiera congelándose. Stark, confundido, enarcó una ceja, pero se dejó hacer porque la sensación era reconfortante.

Entonces el enorme cuerpo disminuyó su tamaño, y el desnudo Dr. Banner continuó estrechando contra sí a Tony Stark, olvidando su propio frío para concentrarse en el calor del moreno.

— ¿No te parece que es una situación que fácilmente puede malinterpretarse? —Bromeó el millonario haciendo pocos esfuerzos por alejarse.

— Cómo si eso te importara…

Fue gracias a un impulso, uno enviado por el Hulk, que Bruce unió sus labios a los del Tony, no de la forma sencilla y cuidada que él habría deseado, sino exigente y enardecido. Lo ciñó con más fuerza, decidiendo que por primera vez él y Hulk tenían el mismo anhelo: Tony Stark.

Y Tony accedió a él sin cuestionarse ni quejarse, sin ningún motivo claro, simplemente se dejó abrazar por el calor y la pasión que le contagiaba Banner, por ello enredó sus brazos en su cuello y su lengua decidió mostrarle a la de Bruce un juego diferente, uno que parecía más una ofensiva campal.

«Acarícialo, siéntelo, tómalo…»

Las palabras se repetían una y otra vez en la cabeza del científico y no eran una sugerencia, sino una necesidad venida de sus más profundos deseos, mismos que sólo como Hulk se atrevía a realizar y que ahora mismo, muy en su interior, el chico verde le obligaba a reconocer.

Tony ya casi no sentía el gélido clima, únicamente percibía las manos de Bruce subyugándolo y más tarde, tirando descuidada y apresuradamente de su chaqueta de piel negra, arrojándola al suelo para luego rasgar su camisa con una fuerza propia del otro sujeto.

Stark suspiró al sentir que retrocedían, ¿a dónde? Ni idea, sólo sintió su cuerpo estamparse contra un árbol y unos labios devorando su cuello.

 

 

Steve jamás espero que las cosas dieran un giro en ese sentido. Quizá la situación estaba resuelta, quizá Stark ya había hecho su elección y él ni siquiera figuraba entre los candidatos. O quizá sólo se divertía con alguien más. Sin importar la respuesta, cualquier solución lo hacía sentir estúpido.

Aspiró profundamente, decidido a marcharse y dar por pérdida toda posibilidad con Tony, a pesar de que realmente nunca creyó que dicha oportunidad existiera, pues el problema eran ambos debido a sus opuestas formas de pensar. Miró una vez más a la pareja que se fundía a la distancia y no pudo irse, deseaba largarse pero no podía hacerlo, deseaba no ver pero seguir viendo. Su cuerpo se quedó atado al hielo con la mirada fija en la escena.

 

 

Bruce jadeaba embriagado por el calor de Tony, suspirando entre los húmedos besos del millonario y sus electrizantes caricias. Nada importaba en ese momento, sólo él y Stark; sólo él y su deseo irrefrenable, mismo que Hulk exigía satisfacer.

Tony movió su cadera sugerentemente cuando Bruce lo apegó a su cuerpo, haciéndolos jadear a ambos. Bruce descendió por su cuello y pecho entre ávidas mordidas que dejaban marcas. Sin cuidado se deshizo del ajustado pantalón del millonario, que se separó un poco para quitárselo por completo a pesar de que el frío le calaba los huesos, aunque la cercanía de Banner minaba considerablemente la gelidez  del ambiente.

El héroe de hierro bajó su mano hasta apresar la abultada virilidad del científico y sonrió al escuchar en respuesta un áspero gemido, de modo que continuó moviendo su mano de forma circular, a veces con rapidez otras con más fuerza, enloqueciéndolo al retraído doctor al punto de tomar a Tony por las muñecas, colocándolas sobre su cabeza, y en un rápido movimiento atarlo al árbol con su propia chamarra. 

— ¿Dónde dejaste tu timidez, doc? — Jadeó Iron Man al sentir como Bruce apretaba más el amarre, lastimándolo más de lo que alguno de los dos esperaba, y haciendo que Bruce volviera a sentirse avergonzado. ¿¡Qué estaba haciendo?!

« ¡Sólo hazlo! Hazlo ya.» Gritaba fuertemente la voz de Hulk en su cabeza.

«No, no puedo… él…»

«Hulk no está dándote espacio para que balbucees como bebé… ¡hazlo o Hulk se hará cargo!»  Demandó.

« ¡No!»

Como única respuesta escuchó el potente gruñido de Hulk y sintió que esta vez de verdad perdía el control, que se transformaba…

— No… — pidió, separándose un poco de Tony, que lo miraba confuso aún atado al árbol. — No. ¡¡No!!

« ¡Entonces hazlo! Es lo que quieres. Lo queremos.» 

Bruce dejó de pelear y Hulk cedió al intento de Banner por detenerlo, porque él tampoco quería lastimar a Stark.  

— Es lo quiero… — Susurró sin que el millonario alcanzara a escucharlo, decidiéndose a ceder enteramente a las sensaciones, siendo uno con Hulk por primera vez, decidiendo unirse para satisfacer un anhelo común y compartirlo.

— ¿Qué ocurre, Doc., te arrepentiste? — Se burló el castaño con una sonrisa de medio lado. — Si es así suéltame ya, me muero de f...

Pero perdió todo pensamiento coherente cuando Bruce le levantó ambas piernas a una altura considerable, haciéndole sentir su palpitante miembro rozándole la entrada.

— Ya no quiero arrepentirme de nada, Tony.

Y entre la humedad de un impetuoso beso, Bruce intentó adentrarse lentamente en el interior de Stark, pero sentir la cálida forma en la que esa estrechez lo abrazaba, y sin poder contenerse, con un gutural gruñido más propio de Hulk que de Bruce, entró enérgicamente en el castaño, deseoso de poseerlo.

Tony soltó un grito que le lastimó la garganta cuando sintió que le rasgaban por dentro, se removió incomodo buscando liberarse, esperando que Bruce se detuviera un poco, pero el amable doctor no lo hizo, al contrario, acrecentó el ritmo y la profundidad provocando que el moreno sintiera la piel de su espalda magullarse contra la corteza del árbol y el frío congelándole los brazos atados.

 

 

Por otro lado, un atisbo de racionalidad golpeó a Steve, que seguía observando enajenado la vulnerabilidad  en el hombre de hierro, misma que jamás pensó contemplar y mucho menos disfrutar, pero allí, desnudo y jadeante, lograba embelesarlo como ninguna otra imagen en su vida o su imaginación. Y gimió suavemente al ver a Bruce penetrarlo sin miramiento alguno y con una pasión arrolladora, similar a la que él sentía.

El soldado cerró los ojos en un burdo intento por controlarse y dejar de sentirse como una bestia en celo, pero la erección entre sus piernas dolía y sabía que necesitaba hacer algo. Lo deseaba tanto…

Bajó su diestra hasta su pantalón y el simple roce lo hizo jadear, desabrochó lentamente la bragueta liberando su necesitada virilidad pero se detuvo antes de comenzar a tocarse.

¡No podía! Su estricta educación se lo impedía.

Miró de nuevo a la pareja y se mordió los labios deseando ser él quien estuviese encima del engreído Stark. ¡Cuánto lo deseaba! Daría esta vida y las que siguen con tal de tenerlo. Se mordió los labios cuando la voz de Tony llenó el ambiente con gritos desbocados, maldiciones y sonoros gemidos.

Entonces sus pies decidieron avanzar por él sin esperar ninguna orden.

 

 

La voz de Tony era el afrodisiaco que Bruce necesitaba, haciéndolo sonreír complacido al notar que por fin había tocado el punto clave que enloquecía a Stark, quien ahora se removía sensualmente entre sus brazos y el árbol. Banner podía ver el vaho de sus aceleradas respiraciones y el inútil esfuerzo del castaño por soltarse las manos, logrando únicamente lastimarse más.

— Ah~ B-Banner, deja-ah-te de broma-ah-s…

El empresario gemía incesante, sintiendo que era arrastrado por una inmensa ola de placer que lo ahogaba. Estaba ya por correrse cuando la mano de Banner oprimió firmemente la base de su miembro impidiéndoselo. Tony lo miró molesto y a cambio recibió un nuevo beso y más embestidas.

Iron Man gimió ardorosamente al sentir que el científico lo embestía con más fiereza, haciéndole pensar que con quien estaba follando era con Hulk. Se quejó cuando su erección le exigía liberarse pero en lugar de eso, Bruce la constreñía más, frenándolo y concentrándose únicamente en hacer enloquecer de deseo y necesidad a su amante y hacerlo gritar.

La situación rayaba entre el placer y la tortura, y Tony Stark no sabía por qué eso lo excitaba más.

Banner se corrió en el interior de Stark como nunca soñó hacerlo y Tony, a su vez, sintió un leve descanso cuando el doctor detuvo lentamente las penetraciones, desenado que por fin le desatara las manos, ¡ya no las sentía! ¡Y aún necesitaba su clímax!

Bruce delineó el rostro que tanto le atraía, liberando sus manos completamente frías y magulladas. El castaño le dedicó una mirada de fingido reproche antes de dejarse caer sobre él,  a lo cual el científico respondió sonriéndole complacido y besando su frente, al tiempo que le acariciaba su espalda. Ahora comenzaba a sentir el frío.

Pero todo cambió en un segundo.

— ¿Steve? — La voz de Tony descolocó a Banner, pero no pudo reaccionar pues de un momento a otro fue arrojado a un lado, con una fuerza que no pensó que Rogers tuviera, para luego verlo abalanzarse como fiera herida hacia el castaño. — ¿Capitán, qué ra…?

No hubo respuesta, sólo unos labios atacando los del empresario de forma torpe, inexperta pero totalmente imperiosa, justo como el propio Capitán. Tony no respondió de inmediato, aún se hallaba entre el sopor del dolor y el deseo interrumpido, por ello no notó el momento preciso en el que ambos cayeron al suelo. Él quedó recargado una vez más en el árbol, pero ahora estando sentado, con las piernas nuevamente abiertas y otra erección considerable refregándose con la suya.

Y vaya que era considerable.

Pensó en soltar una frase irónica pero Steve sólo le daba el tiempo suficiente para respirar e inmediatamente después reclamaba sus labios. Sintió las torpes manos de Rogers acariciando sus muslos, jalándolo hasta dejarlo acostado sobre la nieve.

Elevó sus adormecidas manos para posarlas en el rubio cabello, sin pensar realmente en que segundos atrás quien había estado en su interior había sido un hombre diferente, realidad que le cayó de golpe cuando un enfurecido Bruce tomó al militar del cuello de su traje azul con barras y lo apartó con brusquedad.

Aquello aumentaba considerablemente el ego del castaño y se regodeó en él.

Steve y Bruce se observaron, al principio con furia, pasando por los celos y al final con cierto entendimiento. Tony Stark jamás le pertenecería a ninguno de los dos y probablemente a nadie, porque simplemente así era el muy maldito. No podían exigirle exclusividad porque era algo que el castaño no estaba dispuesto a dar.

¿Que era egoísta? Sí, pero de ese Tony se enamoraron ambos y si querían algo más de él que no fuera una única noche tendrían que aceptarlo y tomar una decisión en ese justo momento: dejarlo ir para siempre y olvidar el asunto o aceptar que tendrían que compartirlo, porque Stark era algo similar a ser “patrimonio de la humanidad”.

Entonces Rogers volvió a unir su boca con la del empresario, haciéndolo estremecerse aún contra su voluntad.

La decisión estaba tomada.

Tony sintió los labios del soldado recorriendo su cuello, dejando rastros húmedos que lo hacían temblar de placer y de frío. Una de las manos del capitán le acariciaba el pecho y Stark enrolló las suyas en el cabello dorado de Rogers, exigiéndole que regresara a su boca para así enseñarle cómo debía hacerse. Cuando Steve mordió su lengua con suavidad e introdujo la suya en la cavidad del castaño, éste supo que el soldado había aprendido.

El millonario se abrazó a él delineando su marcado pecho, tocándose y girando sobre la nieve. Tony sobre Steve sin dejar de besarse. Hasta que el rubio invirtió las posiciones rodando un poco sobre la esponjosa nieve que fungía como mullidas sábanas blancas.

Rogers separó lánguidamente los muslos de su amante, flexionándolos sobre su pecho, dándose a sí mismo la vista perfecta de la entrada a su propio paraíso.

El lacerante dolor regresó cuando el enorme falo del Capitán se introdujo en él de forma tortuosamente lenta.

— Idiota… — Fue la única palabra que salió de los sonrojados labios de Stark antes de que los mordiera para no gritar.

Steve paró en seco, mirando a los ojos castaños en busca de una respuesta a lo que debía hacer, y lo único que veía en el par de avellanas era un inminente reto que le instaba a continuar. Y eso hizo. Continuó entrando hasta que Tony se arqueó y gimió eróticamente su nombre una y otra vez. 

Steve no dejaba de moverse sobre el castaño con frenesí, pero accedió a los deseos de Tony cuando éste hizo el sutil intento de invertir los lugares, girándose para quedar sentado sobre el soldado y continuar moviéndose firmemente sobre el palpitante falo que lo esperaba ansioso, sintiendo la seguridad del agarre de las manos de Steve en su cadera.

Y volvió a sentir la impetuosa boca de Bruce sobre él, cuando, a su espalda, el científico delineó con su lengua, de manera ascendente, el camino que traza la espina dorsal, para luego posar una vez más sus manos sobre el miembro de Tony, haciéndolo gemir con vehemencia. En esta ocasión Bruce ya no lo detendría, al contrario, deseaba que fuese su nombre el que saliera de aquellos apetitosos labios y ya no el de Steve.

— ¡Rogers…! —Una contundente estocada del militar le hizo casi tocar el firmamento y gritar con placer renovado. Estaba cerca, tan cerca…

Stark siguió moviéndose implacable hasta que logró terminar sobre él pecho del capitán, que no dejó de moverse dentro de él a pesar de acunarlo entre sus brazos.

— Tony… — Le llamó el doctor con perspicacia. — ¿puedo…? — Y Stark entendió la silente petición cuando la voluptuosa erección de Bruce se acercó peligrosamente a su entrada, todavía ocupada por Rogers. El castaño lo miró incrédulo y detuvo el sensual vaivén del soldado.

— ¿Estás demente, Bruce?

Steve se guardó las ganas de decir, “los tres los estamos y es tu culpa, Stark.”  Pero hasta él sabía que aquello era casi una locura… casi.

Bruce miró a Tony con deseo palpable, contagiándolo una vez más.

—Tú y el Capitán de hielo serán mis lacayos mientras no pueda levantarme. — Advirtió, dando por entendido que aceptaba.

Ese fue el detonador para que el Capitán tomara el control, después de todo era un gran estratega ¿no?

Salió del interior de Tony y éste se dejó caer en la nieve, amando el confort de su frialdad por primera vez en el día, al tiempo que el soldado obligaba a Bruce a quedarse sentado, con ambas piernas abiertas a cada lado y las rodillas levemente flexionadas, haciendo más evidente su portentosa erección.

Cuando lo convenció de no moverse, él tomó la misma posición pero de frente al doctor, demasiado cerca para gusto de ambos, tanto que sus rodillas y penes se tocaban.

— Tony, ven aquí. — Ordenó el soldado como solía hacer en el campo de batalla. El castaño no se movió, continuó echado en la nieve deseando que el dolor pasara.

— No voy a moverme, capi-paleta.

— Stark. — Llamó de nuevo. — ¿de verdad eres tan poco resistente al dolor? — Se burló para picar su orgullo, que el único motor capaz de moverlo en ese momento. — ¿No se supone que eres el hombre de hierro y…?

Tony se levantó indignado, caminando tanta torpeza que Bruce y Steve evitaron reír para no hacerlo enfurecer y terminar con la diversión.

—Después de esto, cuando menos lo esperen, voy  meterles el puño del Mark 42 en el trasero.  

Les advirtió antes de sorprenderlos al inclinar el rostro y lamer armoniosamente los dos falos erguidos frente a él, dejando que sus dedos juguetearan con la base ambos, ganándose intensos y roncos gemidos así como las caricias de ambos vengadores en su espalda y glúteos.

No intentó meter los dos en su boca al mismo tiempo, aunque la idea cruzó por su mente más de una vez, quizá para la próxima. Se limitó a lamer las puntas con avidez, a tirar con suavidad del glande con los labios, succionado y mordisqueando sin dejar de mover sus hábiles manos y dejando deliciosos rastros húmedos que causaban estragos placenteros gracias a su aliento y el frío.

Cuando sintió el extraño sabor del líquido pre seminal en sus labios entendió que ya era el momento y tras un hondo suspiró de su parte, así como quejas de ambos hombres, alejó sus labios.

Y en ese instante su voz resonó en los oídos de ambos vengadores con un tono lastimero que ninguno de los dos deseó volver a escuchar; Tony se había dejado caer, sin ninguna clase de sutileza sobre aquel par de erecciones dolientes y henchidas.

Steve miró a Bruce ante la inmovilidad del castaño, quizá no había sido tan buena idea… pero ¡dios! La fricción de ambos miembros en un espacio tan estrecho era indescriptible, excitante y…

— Aún así… voy encajarles el brazo entero de cada uno de mis trajes… — Stark tenía los ojos fuertemente cerrados y no pensaba abrirlos a menos de que algo extraordinario pasara.

Y pasó.

Dos vaivenes lentos, no muy bien acoplados pero con un ritmo que a la larga comenzaba a gustarle, y entre más rápido se movían más deseoso de continuar se sentía, aunque el dolor no se fue, nunca lo hizo, era un factor constante pero también un aliciente para el placer. Debido a ello decidió que ya era su turno de tomar el control, así que se apoyó de los hombros de Bruce, que era a quien tenía de frente y fue él quien marcó la velocidad, sintió las manos del científico en su cintura y las del soldado abrazándolo por el pecho para apegarlo más a él, haciéndolo sentir el latir desembocado de su corazón.  

Besó los labios del Bruce, subiendo y bajando lo más rápido que podía, y nuevamente ocurrió algo extraordinario que lo hizo casi sollozar de gozo: ambos habían encontrado, de nuevo, aquel pequeño órgano que lo hacía gritar de la esa forma tan obscena en la que lo estaba haciendo, y lo golpeaban con insistencia, uno después del otro, ¡era delirante!, pero aún así Tony seguía moviéndose sin saber de dónde sacaba fuerzas.

— ¡¡Dios, si!! ¡¡Bruce!! — entonces sintió una estocada más profunda y supo de quién era. Par de bestias celosas. — ¡Ah~ Steve!

Tony Stark se corrió como pocas veces lo había hecho, con un grito ahogado, obligándose a morderse los labios para no decir ningún nombre que arruinara el momento.

Pero aquel no era el fin. Steve y Bruce seguían moviéndose sin tregua en una tácita competencia para ver quién resistía más tiempo, y Tony era consciente de ello, aunque no llegó a enterarse quién fue el vencedor pues a pesar de sentir una cálida sustancia dentro de él lo hizo ronronear complacido, ninguno cesó las embestidas hasta que una nueva oleada de placer liquido invadió su interior.

Luego todo fue neblina, cansancio, labios besándolo, brazos cálidos acunándolo y palabras que deseó no entender.  

— Quiero un café caliente… — fue lo único que alcanzó a decir antes de perder la consciencia, sacándole una sonrisa a sus acompañantes, después de todo él no era un superdotado físicamente como los otros dos.

 

 

— Lamento lo que dije en la Torre… — Declaró Steve apenado, sin despegar la vista de la carretera.

— Disculpas aceptadas, Capitán.

Bruce tampoco lo miró, simplemente se concentró en observar a Tony por el retrovisor, quien dormía plácidamente, cubierto únicamente con su chamarra negra.

El camino fue llenado por un cómodo silencio que anunciaba que aquella había sido la primera pero no por ello la única vez que ambos vengadores limaran asperezas por un deseo en común. Un deseo que iba más allá del deseo mismo y que tenía nombre y firma, mismo que en sueños se regodeaba de ser irresistible. 

 


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