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(B)Romance por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: La marca Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto. Yo no obtengo un centavo por mi trabajo. 

Notas del capitulo:

Bueno, luego de muuuuucho tiempo, escribí un fic. Ocurrió cuando estaba escribiendo otro pero no salió tan bien y tuve que abandonar brevemente, así que esto fue sólo un accidente. 

Espero que les guste. Es un placer publicar otra vez en Amor-Yaoi (o en cualquier lugar de Fanfiction, si vamos a eso).

Pulso acelerado

 

No era que a Naruto se le acelerara el ritmo cardiaco cada vez que Sasuke estaba cerca. Era simplemente que su cuerpo desarrollaba una necesidad incontenible por ahorcar a ese presuntuoso, soberbio y cínico Uchiha que se creía el mejor ninja de todo el Equipo 7. 

Cada sonido que emitía el moreno conseguía que el pulso se le acelerara a tope, que los vellos de la nuca se le erizaran y que una oleada cálida lo recorriera de pies a cabeza. Parecía como si, a posta, el chico del abanico bicolor decidiera distraerlo de sus ocupaciones. ¿Si se escondían juntos para atrapar a Tora, la gata extraviada? Seguro que Sasuke tragaba saliva demasiado fuerte únicamente para hacerlo desconcentrarse.

¡Y luego era él quien debía comerse la bronca con Kakashi-sensei y el Sandaime! Que si Naruto se desconcentra en las misiones, que si no consigue controlar su chakra de forma óptima, que si es demasiado escandaloso como para ocultarse inclusive en los entrenamientos básicos. Bla bla bla. Claro, para ellos todo parecía fácil porque el Sasuke no los descontrolaba a cada segundo con sus comentarios horrendos.

—Se nota que no puedes hacer nada bien, usuratonkachi.

¡Arg! Maldia sea, ¿cómo querían que no se le acelerara el pulso, si el idiota de Sasuke lo hacía rabiar con su sola presencia? Seguro estaba utilizando algún genjutsu o un sello prohibido para hacerlo vivir siempre en esa extraña tensión.

 

Tartamudeo

 

—Seguramente Naruto no sabe hacia dónde nos dirigimos.

Esos comentarios de Sasuke le parecían tan fuera de lugar que le daban ganas de hacer un Kage-Bunshin y molerlo a golpes. El único motivo por el que no lo hacía era porque seguro Kakashi-sensei le daría una reprimenda y Sakura-chan se disgustaría con él.

—Cállate, teme. Sé perfectamente bien que vamos al país de las Olas.

El moreno sólo le dedicó una sonrisa insultante, como invitándolo a seguir defendiendo su causa perdida. Bueno, mal por él, Naruto no tenía intención de dar su brazo a torcer y quedar de nuevo como el torpe del Equipo.

—¡Eres un idiota, Sasuke! Crees que eres el único que lo hace todo bien, pero ya verás cómo…

—Ya, ya. No es momento de pelear— la voz de Kakashi-sensei ahogó de inmediato todas las palabras que Naruto quería sacar de su pecho. Tenía razón, no era momento de seguirle el juego a ese idiota que lo retaba todo el tiempo y que poseía una capacidad odiosa para sacarlo de sus casillas.

—Naruto, deberías darle a Sakura el mapa antes de que lo pierdas— comentó Sasuke por lo bajo, antes de que el jounin a su cargo le dedicara una mirada severa.

—Sasuke, basta. Naruto no perderá el mapa, él es el encargado de cuidarlo y no faltará a su labor.

¡Joder, así era! No faltaría a su labor. Sólo por asegurarse, revisó entre sus bolsillos que todo estuviera en órden. Abrió los ojos de par en par, nervioso.

—Yo no… no…no…—. Su tartamudeo lo hacía verse mucho más idiota de lo que ya se sentía. Kakashi-sensei lo interrogó con la mirada; sabía que se encontraba en graves problemas. Él estaba seguro de que iba a ser Hokage, ¡cómo no había sido capaz de cuidar un estúpido pedazo de papel!

Sasuke sonrió con soberbia junto a él y extendió el mapa en cuestión.

—Se te cayó hace un rato de la mochila y ni siquiera te diste cuenta. Eres un bueno para nada—. Le entregó el documento como si le diera asco tenerlo entre sus manos.

—Sa…Sa…¡Sasuke! ¡Maldito, me asustaste!—. El tartamudeo de su voz no cambió, pero sentía cómo su corazón comenzaba a latir más y más rápido cada vez.

¡Odiaba cuando el Uchiha estaba cerca; nada le salía bien!

 

Sonrojo

 

También quiero pelear contigo.

Esa simple frase le había elevado tanto el amor propio que Naruto no podía dar crédito. Tenía el pecho hinchado de emoción, de propia valía… Y es que, el hecho de que Sasuke lo reconociera como su igual y le hubiese confesado que deseaba medir sus fuerzas con él hacían que todo el examen chuunin fuera mucho más llevadero.

Esa noche, en su habitación, Naruto recordaría algunos fragmentos del examen. Desde los que le habían hecho estremecerse, como ese momento en el que Gaara estuvo a punto de matar a Lee y cuando Neji hirió a Hinata hasta los que lo habían conmocionado de miedo, como el enfrentamiento de Sasuke con el ninja del sonido. En ese momento una parte de su corazón de había paralizado sin saber por qué.

Sasuke, por favor resiste. Por favor… Era lo único que había resonado por su cabeza durante todo el encuentro. Sabía que quería pelear con Sasuke, medir sus fuerzas con él y mostrarle por qué iba a convertirse en el Hokage, pero más que eso, un sentimiento en la boca del estómago lo hacía implorar por el bien de su compañero.

No te puede ocurrir nada, no lo toleraría.

Por eso, cuando Sasuke le mencionó desde su cama en el hospital que estaba feliz de que hubiera pasado a la ronda final del examen chuunin y esperaba que ambos pudieran medir fuerzas, Naruto tuvo que voltearse y fingir un ataque de tos.

Sentía calientes las mejillas y el hueco que en su estómago se había formado cuando vio al moreno luchar, se fue llenando poco a poco de una sensación cándida.

Esa noche, tras recordar el episodio, sintió cómo los colores se le subían nuevamente. Esperaba que sólo se tratara del calor que hacía en Ichiraku.

 

Alteración de la percepción del tiempo

 

Cuando le dijeron que Sasuke se había marchado de Konoha, sintió cómo una enorme burbuja se interponía entre él y el mundo. No entendía qué ocurría, lo que le decía Shikamaru parecía salido de una pesadilla horrible y lo único que deseaba era que de pronto le dijera que todo era una broma. Pero no lo era. Shikamaru nunca bromeaba, eso le resultaba demasiado problemático.

Pero ninguna broma habría sido tan problemática como lo que ocurrió.

Sus recuerdos comenzaron a pasar en cámara rápida, pero el tiempo no parecía moverse. El bosque se extendía hasta el infinito. Sus piernas y las de sus compañeros no podían ir más rápido, pero tampoco avanzaban. Era  como vivir cada segundo en una hora.

¿Está bien? Se preguntaba, sólo para responderse que sí, que tenía que estarlo. No podía estar mal ni muerto. No sin antes haber peleado con él, tal y como se lo prometió aquella tarde del examen.

Nadie podía raptar a Sasuke y salir ileso. Ya se encargaría Naruto de matar a quien se atreviera a ponerle un pelo encima a su amigo. Porque no quería nada más que traerlo sano y salvo a la aldea, pelear con él por siempre. Demostrarle lo fuerte que se había puesto… Quería sentir otra vez cómo se le erizaba el vello de la nuca si el Uchiha le hablaba por detrás, la sensación cálida que experimentaba cada vez que sus brazos se rozaban; quería que los colores se le fueran a la cabeza otra vez. Pelear, discutir, comer ramen juntos.

Eso no lo podía conseguir nadie más que Sasuke. Si no lo traía de regreso, nada volvería a ser igual. ¿Qué sentido tendría ser Hokage si él no estaba ahí para verlo?

Lo traeré de vuelta pase lo que pase. El recuerdo de sus palabras lo estaba envenenando de a poco. No se retractaría porque había hecho una promesa con Sakura-chan y, en especial, porque ahora comenzaba a temer que la vida sin Sasuke no tuviera ningún sentido.

No supo si sus pensamientos abarcaron horas o sólo unos segundos.

 

Dolor o ansiedad en el estómago

 

Cuando lo vio en el Valle de la Muerte lo comprendió todo. No a Sasuke ni sus razones, eso siempre escaparía de su entendimiento. Comprendió qué era lo que le erizaba siempre que el moreno estaba cerca, lo que lo hacía esforzarse tanto en los entrenamientos; por fin entendió qué lo hacía desconcentrarse y por qué una sensación cálida llenaba su pecho cada vez que el Uchiha lo reconocía.

Estuvo a punto de decírselo, lo tenía en la punta de la lengua.

—No te dejaré ir— gruñó con determinación, aunque calló los motivos que recién había descubierto.

Sasuke sonrió con esa maldita sonrisa insultante de siempre. Ésa que sólo le regalaba a él, que  le hacía hervir la sangre y aceleraba su ritmo cardiaco. Esa furia apagada que como siempre y más que nunca bullía y le exigía no darse por vencido.

—Te llevaré de vuelta a Konoha.

—Te mataré.

¿Qué no ya lo había matado? Lo había matado mil veces, algunas de felicidad y otras de preocupación y muchas más de furia. Siempre lo mataba, pero Naruto siempre revivía. Porque estaba determinado a no morir hasta que Sasuke lo viera convertirse en Hokage, porque deseaba poderle decir las palabras que recién había encontrado en su interior.

Ese día, Naruto luchó con todas sus fuerzas contra Sasuke y contra esas ganas bestiales de llorar, de pedirle que no se fuera, de explicarle que lo necesitaba.

No hay Naruto sin Sasuke. No hay héroes sin antihéroes.

—Mi sueño está en el pasado, no en el futuro.

Con eso, Sasuke Uchiha volvió a matar a Naruto. Le clavó la última daga en el corazón. Porque en el pasado estaba Itachi, estaba el Clan Uchiha. Estaba todo lo que el moreno añoraba.

No hay Naruto sin Sasuke.

Sí hay Sasuke sin Naruto.

El rubio lo entendió en ese momento, Sasuke era el héroe de su propia historia, una que sólo él entendía. Y, así como él no deshonraría su promesa frente a Sakura-chan, Sasuke no descansaría hasta no cumplir su misión frente a la vida.

Y ahí, tirado en el Valle de la Muerte, ya sin fuerzas para hacer nada más, el rubio dejó escapar las últimas lágrimas que le quedaban. No lloraba por la derrota ni por el dolor de su cuerpo. No lloraba por su incapacidad para cumplir su promesa. Ni siquiera lloraba por Sasuke o por él.

Lloraba por todas las veces en que se le erizaron los vellos de la nuca, por cada sonrisa displicente, por cada sonrojo, por cada triunfo. Lloraba porque parte de su sueño, como el de Sasuke, también se encontraba en el pasado.

Y, a partir de ese momento, tendría que enfrentarse con el futuro para recuperarlo.  

 

Notas finales:

Tal vez se pregunten qué ha sido de mí. Pese a que lo más probable es que no (porque no me conocen ni nada), me siento moral y emocionalmente comprometida a decirles que durante casi dos años me he dedicado en cuerpo y alma a este proyecto, que amaría que vieran. 

Esta revista es mi hija y la amo mucho. Espero que se den una vuelta, la conozcan y se enamoren de ella tanto como yo. 

Ya saben que por ahí está el espacio para los comentarios y que me encanta saber de ustedes. 

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