Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Te quiero, pero me debes un auto. por Kiharu

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: the GazettE no me pertenece.

(Estás declaraciones tienen que ser tristes para todos los que hacemos fanfics).

Notas del capitulo:

KAIIIIIHAAAAAAAAAAAAAA. 

 

Hace mucho calor aquí.


Yuu se ha abierto el suéter con el que carga hoy. Takanori trajo una playera sin mangas, así que él ha sido el más listo. Reita tiene una camisa formal ya que, luego de este lugar, irá con su novia; creo que está ahogándose del calor, al igual que los demás. Kouyou ha entrado fresco como una lechuga con una chamarra pero ya no la usa, y en su lugar, se quedó con una playera de manga larga.


El calentamiento global está jugando con nosotros. Primero dice ser casi inicio de invierno, por lo que Japón se enfría todavía más que el polo norte por las mañanas y, pasadas las doce y media de la tarde, empieza a arder como si nos hubieran bajado al infierno. Claramente, hay alguien conspirando en nuestra contra. No hay nada más decepcionante, además del clima cambiante, que el aire acondicionado esté fallando desde la semana pasada. Esto es como el karma.


—Yutaka, te propongo un plan —Takanori me mira, desafiándome—. ¿Qué te parece irnos a la sala de ensayos de Alice Nine? Están muy cerca y ellos seguro que tienen la calefacción funcionando como Dios manda. ¿Qué dices? Ahí podremos trabajar mejor.


Ni de coña vas a trabajar más, Matsumoto.


—Lo único que Takanori quiere es ver a Shou y pedirle prestado su iPad, porque parece ser que no le basta jugar en el mío —ese es Yuu. Siempre tan terrible. Deberías dejar que me ruegue. Aunque sé que ya no vamos a trabajar más, quiero ir también; allá no debe hacer tanto calor como aquí. No lo arruines, Shiroyama.


—Sería bueno ir —Akira empieza a abrirse la camisa que trae puesta y luego, cuando acaba de desabotonarla, se la quita—. Si nos quedamos aquí, me veo en la necesidad de estar así. No puedo soportarlo más, Yutaka. Esto terminará por matarnos. No tenemos la culpa de toda la contaminación anterior, así que este calor no es del todo nuestra culpa. No dejes que suframos de esta manera… por favor—me lo pide con ojos de cachorro. Te comprendo, Akira. Sé que quieres irte ya. Yo también—. Si no me crees, mira a Shima. Está muriéndose de calor. No sé qué pasa por su mente como para traer esa playera de manga larga. Se ve que es caliente.


—Entiendo —suspiro. Guardo las baquetas en el compartimiento que está justo a un lado del banquillo de la batería. Ellos están sentados en el sofá, con sus instrumentos, llenos de sudor de sus manos—. Shima, ¿qué dices?, ¿quieres mudarte con Alice Nine por hoy? —él está mirando el techo. Las gafas que trae se le están resbalando por el puente de la nariz. Su sudor son gotas grandes que escurren por su frente, mojando su cabello. Su respiración no parece tranquila. No entiendo por qué no se quita la playera que trae puesta. Podría hacer lo mismo que Akira. Todos miramos atentos para ver qué nos responde. Pero no lo hace. Está concentrado en el techo, abraza su guitarra levemente y tiembla un poco.


¿Desde cuándo llevas haciendo eso, Shima? ¿Es que acaso nadie nos hemos dado cuenta?


—¿Shima?


Creo que no he sido el único en notarlo. Takanori se acerca, a la par de que yo salto del banquillo hasta donde están sentados. Takanori no se ha atrevido a dar un paso más. Akira casi se le sube encima; Yuu, quita la concentración de su guitarra y voltea a vernos. Como el único que aprobó un curso de primeros auxilios en la preparatoria he sido yo, los demás me dejan proceder con Kouyou. Se quitan de mi lado y yo le pregunto al afectado qué es lo que pasa, pero no me responde. Le quito la guitarra y se la paso a Yuu. Luego, le toco la frente a Shima, que está bastante fría. Él, en realidad, está totalmente frío. Los labios los tiene blancos. Sus ojos están cerrándose poco a poco. Me mira y no siento expresión alguna. Sigue temblando. Lo recuesto en el sofá y le tomo el pulso: callado y débil.


Creo que ya se me está bajando el calor.


—¿Alguien tiene un teléfono celular? —pregunto, lo más tranquilo que puedo. Claro que ha parecido que les he rugido—. Utilícenlo para algo útil: llamen a emergencias. Díganles que tenemos un paciente en estado de shock y que sería urgente su venida. No cuelguen. Esperen a que digan que vienen para acá. ¿Entendido, Takanori y Akira?


Ambos teclean rápido y pronto están hablando al mismo tiempo.


—Yuu, préstame tu suéter. Y pásame la chamarra de Kouyou, la que se quitó hace un rato.


Me obedece en silencio, cuando tengo ambas prendas en el brazo izquierdo, comienzo a ponérselas a Kouyou sobre las piernas y sobre el pecho. Entonces, cuando han finalizado sus llamadas, me siguen mirando, sin saber qué hacer. Les digo que le llamen al manager, porque vamos a cancelar la junta del día de hoy. Los tres salen disparados del lugar.


Le quito las gafas a Kouyou y vuelvo a sentir su pulso.


—Kouyou, Kouyou… Hey, oye, no puedes estar haciéndome esto. Tenemos que trabajar hoy. ¿Qué has hecho ayer? Ayer era… ¡Por Dios! Era la salida al bar. Oh, discúlpame. Quedamos en ir juntos. Joder, perdóname. ¿Fuiste tú solo? ¿Alguien te acompañó?


—Akira me llevó a la estación…


—Y yo quedé de verme contigo ahí. Lo siento, lo siento. Debiste llamarme —me escondo en su brazo y luego reacciono. No es momento —. Shima, Shima, no te duermas.


—Pero quiero…


—No, no te duermas. Cuéntame qué pasó ahí. Ayer. O dime cómo me odias.


—Tenías trabajo…


—¡Hey! No cierres los ojos. Voy a golpearte si te duermes.


 


Los paramédicos llegan rápido, y me quitan a Shima. Se lo llevan tan rápido como pueden y yo los sigo en mi auto, con los otros tres, preguntándome mil cosas. Tienen cara de haber visto a un muerto y no los culpo. Kouyou se puso mal de pronto, no es algo que nos suceda todos los días. No sé si sentirme mal por no notar sus síntomas o por no haberlo acompañado ayer. Este sentimiento que tengo es similar al que tendría un pedazo de papel sucio y humedecido por el agua de drenaje. Debo contener las lágrimas; el resplandeciente sol no pega para nada con mi excesiva preocupación. Akira se puso la camisa que llevaba lo más veloz que pudo, para irnos todos detrás de Shima.


 


Cuando llegamos, un somnoliento Kouyou nos mira desde su cama, en donde le han metido suero vía intravenosa. En las mejillas tiene rastros de haber llorado; lo comprendo: él odia las agujas. Nos acercamos lo más lento que podemos, para no crearle ningún sobresalto.  Siento como debajo de mis axilas se ha juntado un montón de sudor. Espero a que los demás hablen, esta vez, no quiero hacerlo yo.


—Nos diste un susto de muerte, Kouyou —dice Akira—. Creí que ibas a morir o algo así.


—¡Yo también pensé eso! —Exclama Takanori—. Para la próxima, avísanos cuando vaya a pasar algo así.


—¿Qué ha dicho el médico? —me pregunta Yuu, dejando a los otros dos diciendo tonterías.


—Que sufrió un estado de shock hipovolémico. Se ha deshidratado mucho,  ya sabes, ayer iba a salir a relajarse un poco… te aseguro que se embriagó lo suficiente para perder gran cantidad de líquidos. Seguro que no tomó nada hidratante el día de hoy. Tal vez vomitó, él siempre lo hace luego de beber. Es una mera deducción, aunque pensamos que fue, por sobretodo, el calor de la sala de ensayos.


—Ya veo. ¿No va a morir, cierto?


—No, sólo necesita hidratarse de nuevo.


—Oh, eso está bien.


—¡Convoco una reunión secreta! —exclama fuertemente Takanori. Yuu y yo le prestamos atención. Shima suelta una risa floja y todos nos acercamos a donde está acostado. Luego, dice, tranquilamente—: Shima va a pasar hoy la noche aquí, o por lo menos estará hasta más tarde. ¿Quién se quedará con él? Porque no podemos quitarle la vista de encima. Mira que es idiota cuando está solo y enfermo. ¿Quién se apunta?


—Akira tiene que ir con su novia, así que él no —dice Shima.


—Lo siento.


—Yuu debería ir hoy a su cambio de look —vuelve a explicar Shima.


—Puedo cancelar, ya sabes… la estética puede esperar por mí.


—No, eso sería injusto de mi parte. Y bueno… Takanori iba a llevar a su pulga al veterinario, ¿no es así?


—Así es. Está enfermo, como tú. Así que deberás disculparme también.


—Y Yutaka tiene papeleo del trabajo. Así que él tiene que regresar a la compañía. No se preocupen, chicos, ya me las apañaré yo solo. Puedo pedir un taxi y…


—Ni de coña, Kouyou. La última vez que te dejamos hacer eso nos costó tres días de hospital por una fiebre del demonio. Esta vez yo cuidaré de ti. Dame media hora para ir por todo el trabajo y lo haré aquí, a tu lado. Por favor, espérame.


—¡Vaya! El líder te cuidará como una buena esposa. Estoy seguro de que las cosas saldrán bien. Es él. Lo dejamos a tu cuidado, líder. Confiamos en ti —Matsumoto, junto con los tres, me ofrecen una amplia sonrisa.


—No se preocupen. Pueden ir a realizar sus actividades, por hoy ha terminado el trabajo. Pediré que arreglen la calefacción. Con lo que le pasó a Shima no pueden negármelo.


*


Al menos ahora, que ya no tengo metiches acechándome, ni personal del trabajo, puedo pensar tranquila y sinceramente.


Debería sentirme avergonzado de pensar esta clase de cosas cuando Shima está aquí, pero es que no se puede evitar. Él es simplemente maravilloso. Incluso si tuviéramos que ver a todos dormir por más de cinco horas me aburriría con los demás, creo que también tendría miedo de los ronquidos que pega Akira cuando está ya muy dormido. Pero con Kouyou no pasa nada de eso. Este tío tiene algo que me pega al alma, porque siempre que se duerme lo hace con la expresión relajada y como pidiéndome que lo cuide para siempre. No te preocupes, Shima-chan, yo siempre voy a ver por tu persona. Creo que aunque lo hiciera a propósito resulta encantador verlo dormir. Es algo muy agradable.


Ah… pero tengo trabajo, sí, tengo trabajo también.


Sakurai-san, el manager, me ha dicho hace poco que la calefacción estaría lista para mañana en la tarde. Evidentemente le he insinuado que nosotros no regresaríamos a ese horno hasta que estuviera todo regulado. Aceptó a regañadientes. ¿Qué piensa? ¿Qué somos máquinas musicales? Pues no. Ni siquiera podemos componer algo decente en una semana. Estas cosas necesitan más tiempo, Sakurai-san. Al menos ahora tenemos esa cosa ya casi reparada y Shima casi al cien por ciento, como debería estar. Acerco mi mirada hacia él… parece que algo sucede con su nariz pues lleva su mano hasta ese lugar y luego… sigue durmiendo.


¿Cómo voy a concentrarme con él durmiendo a mi lado?


Como sea.


No quiero pensar en el fanatismo-amor-gusto que le tengo a Takashima mientras tengo que hacer el orden de algunas cosas como líder de una banda. También tengo que firmar un par de cosas. Ni siquiera quiero leerlas. ¿Por qué Matsumoto no tiene mi puesto? Con toda esa energía que derrocha sería más fácil que él lo fuera. Aunque… sí, supongamos que se hunde en depresión. ¿La banda terminaría sufriendo un cambio drástico como hacer que nos pintáramos el cabello a rubio? Dios, ni imaginármelo. Yuu ni de broma haría de buen líder. Con ese mal humor siempre estaría molesto con nosotros y nadie le hablaría… y Akira, bueno, Akira es tan tímido para ciertas cosas que, seguramente a la primera de que un superior quisiera exigirle se pondría a llorar.


Tampoco le tengo fe a Kouyou… él simplemente es… pues él. ¿Qué más puedo decir?


Oh, bueno.


Veas cómo lo veas, esta enfermedad es como una conspiración en mi contra. Lo más seguro es que Kouyou ni siquiera se dé cuenta, por eso es que creo que tal vez es el karma. Mi yo de un universo alternativo, debe estar viéndome (sea cual sea su situación actual) riéndose de mí porque Kouyou está muy cerca de mí y yo, en cambio, siendo ingrato con las oportunidades de la vida, me dedico a trabajar. Soy idiota. Debería, tal vez, besarlo… Pero me conozco lo suficiente  como para gritármelo internamente: ¡Resiste la tentación! Él no tiene la culpa de tus pervertidos deseos.


Sujeto mis hojas de trabajo y les dedico un tiempo. Arreglo todas las cosas del trabajo que tenía por arreglar y, cuando finalmente termino, busco mi portafolio para guardarlo todo dentro. Entonces, quien pensé que dormiría más, se levanta.


—Ya me quiero ir. Ya estoy bien… llévame a casa…


—Eh… Hola, Shima. ¿Seguro? Iré por el médico. Apenas son las nueve de la noche. Así que… vamos, espérame aquí.


 


El médico, por alguna razón, me dio el permiso de poder llevármelo. Así que ahora estamos en mi auto, sin decir nada de nada.


Es que, por Dios, Shima, ¿podrías quitar tu cara de odio?


Sé que yo no soy la persona más indicada para sentirse cómodo, pero las cosas ya han pasado como han pasado y simplemente intento ser un buen líder, Shima. Estoy plenamente consciente de que tampoco me creerías si te dijera que me gustas, pero tampoco tienes porque tener esa cada de antipático cada que voy contigo, a solas. Venga ya, tengo que admitir que hablarme a mí mismo como si le hablara a Shima a veces me parece enfermo, pero no hay nadie mejor para hablar que yo mismo. Pero es que, ¿por qué Shima se quedó con aquello? Debe dejarlo ir.


Shima está incómodo por lo del mes pasado, cuando le dije que me gustaba y lo besé en los labios. Desde entonces, evita charlar conmigo (y ahora, apenas que había conseguido salir con él en plan de amigos, para recuperar lo perdido, lo dejo plantado; soy un fracaso como humano). Creo que soy un pesado. En realidad, creo que todos piensan eso de mí. Incluso creo que yo lo pensaría. Pero en todo caso, eso me viene y me va. No puedo agradarle a todo el mundo y tenemos que ser respon-… ¿Qué?


—Bueno, aquí es. Gracias por traerme, Yutaka, mañana estaré a tiempo. No te preocupes.


—A mí no me vas a ver la cara, Kouyou Takashima. Voy a dormir en el piso o en la cocina, no me importa, pero tú de mi vista no te irás ésta noche, así que, ¿qué quieres cenar? Dímelo ahora. Para saber qué necesito y pasar a la tienda.


—Pe-pero… Yo…


Pero tú nada. Todavía recuerdo esas mejillas rojas y ese tartamudeo propio de tus veintidós, Takashima. A mí no me engañas. Te avergonzaste.


—Venga ya, no te quedes ahí como idiota, sal del auto yo ya te seguiré en tu piso.


La casa de Shima es, sin duda, la casa más grande de nosotros cinco. No sé cuál sea la razón de que se comprara una mansión así, pero a él le gustan esas cosas y yo no objeto. Incluso la casa de Akira, que también es grande, no lo es tanto como esta. Me bajo del auto y espero a que Kouyou lo haga también; cuando lo hace, pongo la alarma. Le hago una seña con la mano de que entre a su casa y me obedece, temblorosamente. Mientras tanto, voy a la tienda de la esquina a comprar un poco curry instantáneo, papas, carne, arroz y vegetales, ya que no tengo ganas de cocinar algo más elaborado y sé que a él le gusta el curry; además, recordando la vez pasada que estuve en ésta casa, es casi seguro que no haya nada más que cerveza en la nevera.


Toco el timbre, espero pacientemente a que me abra, y luego, con su cara aterrorizada, me deja pasar.


No me tengas miedo, no voy a besarte de nuevo. He dado mi palabra de hombre. Te quiero, pero no te voy a obligar a que me quieras.


 


—Shima, ¿qué te pasa últimamente? —digo, en voz alta. Él está en el sofá mirándome preparar la comida, lo sé. Lo he visto. Ni siquiera quiere hablarme, no sé cómo debo sentirme acerca de esto, así que he optado por lo más eficiente con él: hablo y hablo, porque lo conozco y no lo hará él mismo.


—No pasa nada. Son ideas tuyas…


—No, para nada. Akira también lo ha notado. Incluso Yuu, y cuando Yuu lo nota es porque las cosas están saliéndose de control.


—Ah… nada, no pasa nada.


—Deja de mentir —suspiro fuertemente, pensando en qué es lo más apropiado para decir. A estas alturas me siento tan inspirado como un padre molesto que sé que ya no voy a parar hasta que suelte la sopa—. Shima… perdóname por no haber ido ayer. Discúlpame en serio. No creo que algo como esto vaya a hacer que me perdones, pero no quiero que por mi culpa te pongas así. Si fue por lo de que me gustas… vaya burrada voy a decir, pero también, perdóname eso. Haré lo que quieras, pero deja de enfadarte de este modo. Siendo así de caprichoso no vas a lograr más que enfermarte. Intento no estar a solas contigo porque no te gusta. Yo entiendo… pero dime qué tienes, porque discúlpame, pero eres más difícil de entender que la paradoja de gemelos.


¿Es que no piensas decir nada, pedazo de idiota? ¿No ves que me he esforzado un huevo en pensar esta disculpa? ¿Acaso ni siquiera te importan mis sentimientos? ¡Pero qué desconsiderado! Vaya mierda. Si yo supiera que le pasa a este tipo, intentaría animarlo. Es una persona hermosa, entiendo más que eso, pero a veces resulta muy trabajoso. Dios, dame ánimos.


Shima se levanta lentamente del sofá y se acerca a mí, que lo he estado viendo desde que empecé a hablar. Su playera se ha abierto un poco en su pecho, tal vez por estaba masajeando sus hombros cuando llegué de la tienda. Me distraigo en su fantástico cuerpo… pero tengo que poner atención en otras cosas, porque son más importantes que esto. Mis fantasías pueden esperar un poco más.


—El curry está en peligro…


¿Qué…? Me volteo y descubro que los ingredientes del curry están pasándose del punto. Les doy vueltas y añado la media tableta de curry instantáneo. Lo mezclo y descanso cuando sé que he salvado la comida. Entonces, me volteo, le pido que me dé platos y le sirvo el arroz que ya había cocido junto con el curry. Le digo pues que vaya a sentarse a la mesa y él, sin mirarme, lo hace. Lo sigo. Cuando me siento frente a él, en un silencio grave y contundente… me siento melancólico. Jamás en la vida me ha pasado algo como esto, así que ahora que paso de las tres décadas puedo empezar a sentirme un poco patético, bueno, quizá. Tampoco estoy seguro de cómo quiero sentirme.


—El curry quedó bien —me dice mientras come—. Yutaka yo…


—¿Sí?


—No estoy molesto.


—Ah…


No sé qué esperas que te conteste, Takashima. No sé ni siquiera por qué no me pegaste en los cojones cuando te besé. Tampoco sé por qué estoy persiguiéndote como si eso fuera hacer que me quieras.


Puedo pensar esta clase de cosas, pero no me atrevo a decirlas. Sencillamente, mi cabeza me parece más confiable para quejarme de las cosas.


Le sonrío y continúo comiendo.


*


La melancolía ha sido contagiada en dos días.


Akira dejó partir a su novia por dos semanas al sur del país. Yuu tiene el negro ya colocado y dice extrañar su figura de cabello rubio. Takanori tiene a Koron en el médico porque su enfermedad agravó. Kouyou está en las nubes, sabrá Dios por qué. Yo también comparto su tristeza, chicos. Los entiendo. Ya no sé ni qué hacer. He trabajado tan duro últimamente que para el final del mes ya no tendré nada qué hacer y me deprimiré todavía más. Esto va para todos, suena deprimente.


Ayer he practicado más de doce horas con la batería, pero aunque todo me doliera, no consigo llorar. Quizá Kouyou me haya secado los fluidos internos.


—¡No se queden así! Yuu, toma tu guitarra. Takanori, ¿dónde está el micrófono?


—Se lo he dado al manager. He comprado mi propio equipo. Ahora quiero que sea más personal el ensayo… ya sabes, no me agrada usar el de los conciertos. Aunque el que he adquirido lo olvidé en casa… supongo que buscaré el que usaba antes del que le di al manager… debe estar por aquí.


—Sí, está bien —respondo, luego, miro a Akira—. ¡No comas chocolates! ¿Qué clase de banda es esta?


—Una genial —me responde, acabándose el chocolate.


Miro la ventada del salón de ensayos y lo dejo ir, como un comentario más:


—A veces no sé qué hacer para que se comporten. Están más irresponsables que de costumbre.


—Eso no es verdad, Yutaka —Yuu me mira fijamente a los ojos.


Esto da miedo, tío. Deja de verme así.


¡Se firme, Uke!


—No sé qué sugieras que sucede entontes, Shiroyama. Las cosas se nos vienen encima. El próximo mes tenemos una presentación al norte, ¿qué esperan las fans? Quieren ver algo realmente sorprendente… no podemos seguir siendo así de despreocupados.


—No eres el único estresado, Uke.


—Probablemente no, Yuu. Pero tú no tienes que hablar con el manager para cambiar canciones, hablar con técnicos de sonido y audio para cambiar la iluminación, para manejar el equipo; tú no subes el equipo a la camioneta para viajar, tú no tienes que dirigir a cuatro personas que no siempre están bien, que cuando están mal se los lleva la puta corriente y entonces las cosas empiezan a salirse de control. ¿O lo haces? Porque además de todo lo anterior, tendrías que actuar como tú actúas. Componer, escribir letras de canciones, poner cara bonita a la prensa, ir a entrevistas, hacer conciertos, animar al público… Dime, Yuu, ¿tú por qué estás estresado? —toso un poco, él tiene la mandíbula apretada—. ¿Acaso el rubio te va mejor que el negro? Tal vez… ¿estás triste porque no puedes sacar una canción que tienes en tu cabeza? ¡Ah, déjame pensarlo mejor!, te sientes así porque tienes que arreglar todo un concierto, ¿verdad?


Ambos nos mantenemos la mirada. Me levanto del banquillo de la batería y camino hasta Yuu. Lo veo de cerca. Empieza a ruborizaste y a desviarme la mirada. Pongo mis manos en mis caderas, esperando su replicación. No lo hace. Entonces, viro mi vista a los demás integrantes, que tan sólo miran al piso. Excepto Shima, él está mirándome atentamente. Frunzo el seño y baja su mirada inmediatamente.


—¿Saben qué? —digo de pronto. Suelto el aire lentamente—. Hoy nos quedaremos más tiempo. Intenten dejar su lado deprimido por hoy, hay gente que confía en nosotros. ¡Hay que dar lo mejor!


Me giro y regreso a mi posición y empiezo a tocar Guren.


 


—Hombre, no te tomes tan en serio a Yuu. Ya sabes que cuando no le parece algo no se queda callado… aunque tal vez tú también te pasaste de la raya diciéndole lo que dijiste…


—Lo siento, Akira. Pero Yuu está tan necio…


—En eso tiene razón Yuta, Aki.


Los tres guardamos silencio. Takanori fue a entregar su diseño para la próxima mercancía y tuve que ir porque la rechazaron. Así que después de pelearme con algunas personas, terminé sentado en la banca de este bar, junto con ellos dos. Me han dado las gracias y me han intentado animar. Supongo que lo de hace rato causó mucho conflicto con Yuu. No planeaba ser tan duro. Quizá debería disculparme. Sí, tal vez eso sería bueno.


—Iré a ver a Yuu. No podré dormir si no le digo al marica que no es tan idiota como cree…


—Anda y ve, Yuta, debe estar esperándote.


Me levanto de la mesa, saco un poco de dinero para contribuir a paga la cuenta y luego les hago una seña de despedida. Camino rápidamente hasta la avenida que está cerca de este lugar. Hace un viento bastante fresco y frío; comienzo a pensar que la naturaleza nos traiciona cada vez que se le da la gana. Aunque esta vez ha acertado con estar helado. Intento recordar cómo pedir indicaciones a un taxista para que me lleve al edificio en donde se aloja Yuu. Mientras pienso, veo a Takashima con un vaso en las manos, caminando en la acera de enfrente.


Al carajo con Yuu. (Por ahora.)


Cruzo la calle cuando lo creo pertinente y lo alcanzo; él me mira desorbitado y luego veo su vaso, y entiendo que está medio ebrio. Me sonríe y me dice que lo acompañe. Entonces asiento, y le digo que no deberíamos salir tan tarde porque luego tendríamos que volver, además de que él debería seguir reposando un poco más en su casa, por si las dudas. Aunque sé que ni yo me la creo, que sólo quiero pasar tiempo con él, entiendo que debería dar el discurso antes de entregarme en bandeja de oro para desvelarme serenamente.


—No me regañes, Yuta. Suficiente miedo me has dado hoy y ni siquiera me lo dijiste a mí.


—Ah, eso, creo que tengo que disculparme con Shiroyama. Iba a hacer eso…


—No lo hagas. Ahora mismo se sentiría humillado.


—¿Pero por qué?


—Sabe que perdió ante ti, así que si tú te disculpas ahora será como si le dijeras maricón, y ya sabes que él odia eso. Así que déjalo por ahora. Necesita acostumbrarse a su gran orgullo y al tuyo, que no se queda atrás. Debe aprender que no es el único y que tuviste razón. Quizá mañana sea mejor.


—Umh… sí, tienes razón.


Observo el cielo azul luego que haber visto la sonrisa de Shima. No sé qué pretende este tío, pero con esas sonrisas va a llevarme al límite.


Suspiro y comienzo a caminar junto a él. No sé a dónde vamos, pero está bien mientras estemos los dos juntos, supongo. Tampoco es que mi tristeza desaparezca nada más al verlo. Sí dijera eso, sería una gran mentira porque yo, simplemente, no estoy triste por algo ajeno… Shima es mi tristeza, mi melancolía. No pretendo sonar como un romántico amargado, pero las cosas van como van y al ritmo que llevo voy a terminar durmiéndome en la bañera porque no habré dormido en días luego de estar auto flagelándome por los recuerdos de mi compañero de banda. Seguramente tendré que acudir con un médico. Tal vez, incluso, le pida ayuda al deschavetado de Takanori para saber cómo ha salido él de sus crisis (desde el fondo de mi corazón espero que no me haga teñirme el cabello o hacerme un cambio de look totalmente radical). Igual puedo pedirle abrazos a Akira, ese tío me hace sentir como si fuera mi madre, porque tiene algo que lo hace cálido. En un momento descabellado podría pedirle auxilio a Shiroyama, y vendría conmigo le explicaría la situación poniendo a Takashima como si tuviera tetas y él se compadecería de mí y rezaría por mi salud, porque él es así.


¿Por qué coño fui a enamorarme del tipo más depresivo e idiota de toda la banda? Tenías muchos buenos partidos, Yutaka… pero no… ve por el que siempre llora solo, el que no dice cómo está, el que no da su opinión, el que se rompe la mano pero “todo está bien”. Carajo. A veces no puedo soportar mi auto-nivel de odio.


Pero cómo lo quiero… si de ser posible pudiera cambiar puestos con un espíritu chocarrero, sin duda cambiaría mi lugar. Esa cosa debería tener más suerte que yo en el amor.


—¿En qué piensas, Yuta?


—En que estoy jodido.


—Tú siempre has estado jodido.


—¿Eh…? Espérate, no me faltes al respeto de esa manera.


—Lo siento —se ríe agradablemente, cubriéndose con el torso de la mano los labios—. Es que lo dices muy seguido. Suena a que tu vida es una desgracia… aunque, a pesar de eso, siempre muestras esa cínica sonrisa tuya —se termina el contenido de su vaso y lo bota en la vía pública; le miro con reproche por la acción y él simplemente agita su mano con tranquilidad—, ¿qué ha pasado con esa sonrisa? Estás más molesto que siempre.


Cuando casi llegamos al callejón que nos llevará a su casa, decido volver a decirlo.


—Estoy enamorado de ti, estúpido.


—¿Qué? —Me mira y luego gira hacia el callejón—. ¡Oh por Dios! Mira ese perro… ¡tiene en la cabeza una Oden-kan!


—¿Eh?


No puede ser, Kouyou. No puede ser que simplemente porque veas a este perro en problemas te olvides de que estoy caminando contigo y, que, además de eso, te he dado una confesión de amor (sin tacto, pero lo he dicho). Simplemente eres un imbécil que no sabe apreciar el tiempo y los sentimientos de las personas. No te entiendo… y no lo haré. Ah… Yo…


—Escuchar cómo me hablas de tus sentimientos de esta forma, Yutaka, es muy duro para mí.


Kouyou ha liberado al perrito y éste ha huido velozmente, sin siquiera agradecerle por la ayuda. Me pregunto si está sólo en la calle… De ser así, pronto vendrá la perrera por él y entonces no volveremos a verlo. Qué lástima. Mientras miro el callejón ahora vacío, intento razonar las palabras de Shima, porque a fin de cuentas, no las he entendido bien. A veces pienso que enamorarme de él ha sido como un poco del karma que tenía guardado de antaño. Si bien recuerdo, cuando era estudiante las chicas parecían tener una fijación por mí, pero yo tendía a rechazarlas. Me pregunto si ahora mismo eso hace mella en mi suerte de éste presente. Quizá no, pero todo es mejor a pensar que voy a ser rechazado. Carraspeo un poco y le digo:


—No entiendo qué estás diciendo —le sonrío y bajo un poco la cabeza. Realmente estoy avergonzado—. Pero no pasa nada, Shima. Ahora bien, te acompañaré a casa.


Empiezo a andar por el callejón recordando con precisión sus palabras. Creo que quiere decirme que en realidad le pesa cargar con mis emociones. A la mayoría de las personas que he conocido les sucede así. De tal forma que he decidido no ser una carga emocional para los demás, no quisiera serlo para él. Pero tampoco encuentro una manera funcional de dejar de hablar de estas cosas cuando estoy con él. Si  por mí fuera, Takashima sería acunado en mis brazos todas las noches para que durmiera calientito en estas noches tan heladas que asechan a Tokio últimamente. También me gustaría prepararle el desayuno, la comida y la cena para que estuviera feliz y bien alimentado. He tenido sueños también sobre tallar su espalda, lavar su cabello y besarlo. Abrazarlo también está en ésta hipótesis. Así mismo, yo he pensado que él debiera corresponderme de una manera sencilla: dándome los buenos días, las buenas noches, y deseándome que me fuera bien en el día una vez que saliera de casa. (Lo último sería demasiado pedir, pero en mis sueños sucede con un Shima llevando un mandil de aseo sonriéndome profundamente).


No puedo dejar que estas cosas se me vayan de las manos. Puedo sentir cómo un afeminado calor se extiende por mis mejillas… y por toda mi cara en general. No deseo mirarlo porque, bueno, quizá sea una desgracia para él verme en este estado tan patéticamente femenino.


Yo no te he pedido esto con anterioridad, Dios, Jesús, Buda, Mahoma, lo que seas: yo sólo quiero brindar la felicidad al mismo tiempo de poseer a la misma.


—¿Crees en la reencarnación, Yuta?


—¿Qué?


—Que si crees en la reencarnación. Hombre, préstame más atención. Llevo hablándote todo el camino y tú ves el piso como si encontraras fantasmas en él. Estás rojo, ¿tienes fiebre, acaso?


—Eh, no, no, no pasa nada. ¿Ya casi llegamos, verdad?


—Sí, estamos ya en la cuadra —deja salir un suspiro de cansancio—. A veces me pregunto por qué eres así conmigo, Yutaka. De pronto me dices que me quieres y luego dejas de prestarme atención. No sólo divagando, también trabajando y siendo demasiado responsable.


—Bueno… supongo que lo siento.


—No basta con eso. A ver, detente —freno el paso y él se pone justo delante de mí. Me ve de frente, con decisión y luego me levanta el flequillo para tocar mi frente—. Ah… Yutaka, tienes fiebre. Estás muy caliente. ¿Te sientes mal?


—No realmente.


Esta es la verdad, no tienes por qué mirarme así. Estas fiebres a veces me atacan después de días cansados, pero ten por seguro que mañana ya no estará, Shima. No pongas esa cara de molestia. ¿Qué aspecto tendré? No voy a preguntárselo. Me toma por la muñeca y me lleva más rápido hacia su casa. Suelto vaho resignándome a este tipo de trato. Veo su auto aparcado justo afuera de su casa y sé que hemos llegado.


Después de meterme a su casa como si fuera un niño regañado, me dejó aquí, para irse a buscar algo. Sencillamente relajo mis músculos y pienso que las cosas no podían ir peor. Mañana tengo que ir a una junta para determinar qué haremos con la mercancía del tour que sigue, el de la próxima primavera. Estas cosas no pueden esperar mucho; veas cómo lo veas, el tiempo vendrá más rápidamente (probablemente sólo sea la sensación) y ya no tendremos más que ensayar para el final del mes. Así que hay que apurar el paso. Más vale terminar ahora los detalles grandes para luego corregir los pequeños.


Ahora que está volviendo con una caja entre las manos y un vaso de agua, me acuerdo de los anuncios publicitarios de no auto-medicarse. Aunque estoy seguro de que nos son drogas alucinógenas, no estoy muy convencido de su método. No quisiera tomarme eso y luego tener que regresar a casa.


—Es paracetamol. El médico me lo da cuando tengo fiebre…


—Sé para qué sirve, Shima. Pero no debería tomar esto, ¿sabes? Luego tengo que volver y…


—Puedes llevarte mi auto. Descansa un rato aquí y luego puedes irte en él. No es problema para mí caminar a la compañía. No me queda lejos. Si se me hace tarde, siempre puedo tomar un taxi.


—Esto sería un abuso de confianza, así que ya está bien regresar por mi cuenta. No te preocupes.


—Usa el auto, Yutaka… o te juro que mañana no asistiré al la compañía.


—Eres un sobornador. Está bien. Voy a llevármelo… pero no voy a tomar esta pastilla. Dame un café y me voy. Tengo que dormir.


—Puedes dormir aquí, si quieres.


—Voy a llevarme tu auto, no me ofrezcas ya más cosas que un café. Por favor.


—No seas tan molesto, Yutaka. ¿Qué va a decir tu madre cuando vea esa cara de agotamiento que tienes? ¡Debes trabajar menos! O relajarte. A este paso, espantarás hasta a Koron.


—Muy gracioso, Uruha.


—¿Uruha?


—Kouyou, Takashima, Shima, Uruha, ¿eres el mismo, no?


—Como quieras.


—¿Sabes qué? No hay tiempo. Me marcho ahora. ¿Dónde están las llaves…?


—Aquí —las tiene en la mano. Cuando sabe que ha atraído mi atención, me las lanza y yo apenas y las atrapo—. Intenta conducir lentamente —sonríe, más tranquilo—. Mañana le das esa disculpa a Yuu y me devuelves mi auto. Duerme. La fiebre podría quitarnos al líder de su súper trabajo.


—Y te quejas de que soy un mandón… tú eres peor.


—Aprendí del mejor, eh.


Salgo rápidamente por la puerta principal y abordo su auto antes de que pueda decirme algo más.


 


Esto es como un alcantarillado después de una tormenta desastrosa.


Evidentemente no puedo decirle a Kouyou que me ame, pero tampoco deseo que las cosas terminen de esta manera. Ni siquiera estoy seguro de que pueda mantenerme de pie durante el concierto del fin de mes. Es como si estuvieran extirpándome poco a poco la vitalidad del cuerpo. Entonces uso la cabeza y pienso: estoy bastante enfermo. Quizá debí aceptar esa pastilla tan solo para dejar de tener fiebre. Bueno, ya no hay marcha atrás. Y menos con él. Aunque… la casa de Yuu está cerca, pero claro, él debe estar odiándome. Pero no es como si pudiera soportarlo más. Oh, vamos, él es el guitarrista de la maldita banda de lunáticos en la que estoy, tiene que poder ayudarme.


Conduzco hasta su casa y aparco fuera de los edificios. Bajo y saludo al portero. He estado varias veces aquí, así que es natural que no me niegue la entrada. Una vez dentro, me tambaleo hasta el apartamento de Yuu. Estoy rezándole a todos los dioses que conozco para que ese imbécil no me deje tirado. El hospital está lejos y no me agrada. Akira jamás me abriría la puerta a estas horas, y Takanori es para dar miedo. No digo que Yuu no pero…


—¿Qué pasa? —La puerta se abre bruscamente en cuanto toco el timbre—. ¿Yutaka? Espera… ¿qué te pasa?


—¿Tienes paracetamol?


—Eh… sí. ¿Estás muy enfermo?


—No, sólo es fiebre. Dame una pastilla por favor, mañana te pago.


—No te preocupes por eso, pasa, pasa, sólo tómatela.


Me pasa con prisas a su departamento y yo miro cómo sus pantalones flojos se balancean grácilmente en su cuerpo, junto con esa playera holgada para dormir. Me sirve agua con una velocidad impresionante, mientras busca el medicamento. Cuando regresa, me mira con horror. Debo tener una cara terrible en estos momentos.


—Gracias, Yuu.


—No hay de qué —carraspea y se sienta a  mi lado, viendo cómo me bebo el agua—. ¿Quieres pasar la noche aquí? Hoy no llevabas auto…


—Iré a casa. Kouyou me prestó su auto, así que está bien.


—¿Eh? ¿En serio? —Asiento mientras dejo el vaso de agua en la mesita de decoración—. Shima nunca suelta su auto a nosotros. Al menos a mí no. Qué suerte, eh. Es un auto genial. Aunque obviamente el tuyo es mejor que incluso el mío… pero yo amo el mío…


—Yuu… lo siento.


—¿Qué? Ah, no, no te preocupes por eso. Mira que yo también estoy intolerante a veces. No aflijas, me lo merecía.


—La verdad es que sí.


—¡Oye!


—Como sea. Iré a casa ahora mismo.


Me levanto cansinamente y me dirijo a su puerta. Me acompaña y me despide. Siento cómo se ha quedado mirando mi espalda hasta que he desaparecido por la esquina para salir.


Nuevamente, camino hasta el auto de Takashima. Esta vez, me siento mejo, sin fiebre, pero adormilado. Me dispongo simplemente a conducir. Ya no quiero pensar en nada más. Me he cansado ya. ¿Qué clase de majaderías pienso yo solo? Es imperdonable. Simplemente debería operarme la cabeza para dejar de pensar en tantas cosas. Para dejar de estresarme… para ya no molestarme. Ya ni siquiera tengo ganas de maldecir.


Vaya vida.


Enciendo el auto, pongo un CD, uno de Nirvana, y me pongo en marcha.


Luego de dos minutos de viaje, comienzo a sentirme fastidiado por la música, así que mejor la apago. Me detengo en un semáforo y me siento neurótico por estar yo solo parado en un rojo. Así que como no hay autos, me dispongo a saltarme la ley y avanzo…


Mierda.


Las cosas parecen más fáciles cuando simplemente las piensas. El ruido se hizo sordo de un momento a otro; esto sí que no me lo esperaba.


El sueño se ha ido tan rápidamente…


Salgo del auto. Miro al auto que me ha chocado. La bolsa de aire también se activó con él pero aun no sale. Saco mi teléfono móvil del bolsillo y por los nervios llamo al primer número con el que me topo.


—No me jodas Yutaka son… las… cuatro y media de la…


—Akira, acabo de chocar el auto de Takashima. Estoy cerca de… ¡De no sé dónde! El otro conductor aun no sale… joder, Akira… ¿Akira?


—¿Dónde estás?


Me giro. Veo el nombre de la calle y cuando lo pronuncio por teléfono inmediatamente Akira me cuelga.


Carajo.


Vuelvo a marcar en mi teléfono, ahora el número de Takanori, pero no me contesta. Entonces llamo a Yuu.


—¿Yutaka? ¿Pasa algo?


—Acabo de tener un accidente. ¿Puedes llamar una ambulancia hacia aquí? Por favor…


—¿Estás bien?


—Creo que sí.


Le cuelgo después de decirle la dirección. Al poco tiempo me llega un mensaje de Takanori diciéndome que Akira ya le contó, que viene para acá.


¡Maravilloso, Dios! De todas las cosas que podrían haberme pasado esta noche tenías que ponerme a chocar contra un conductor que tampoco respetó su luz roja (aunque sea legal pasártela después de cierto horario, parece que hemos sido los dos estúpidos). Y de paso me accidento con un auto que no es mío y que es bastante caro. ¿Hasta dónde va a llegar esta clase de situaciones? Me palpo los bolsillos buscándome el nuevo número del manager (el que me dio hoy) pero, vaya, perfecto, me lo he olvidado en estudio. Bufo y golpeo el marco del auto. No quiero ni ver cómo quedaron las puertas izquierdas del auto. Empiezo a preocuparme por el otro conductor. Así que decido acercarme. Antes de que vaya recuerdo que tengo que llamar a la aseguradora; tengo el número registrado en mi móvil, porque –por fortuna– Shima y yo usamos el mismo seguro. Luego de llamarles me acerco al otro auto y veo, por la ventana, a una dama que parece llorar contra la bolsa de aire. Toco su ventana, mientras miro cómo destruyó todo el lado izquierdo del auto de Shima, sintiéndome imbécil.


—¿Estás bien? —le pregunto.


—No —responde. Le pregunto que si se ha fracturado algo, pero entonces, abre la puerta, muy enojada y me encara—. No, no me pasó nada. Planeaba morir esta noche, niño. Y ahora, por tu culpa, no pude hacerlo.


Puedo asegurar que tiene más de cincuenta años. No ha sufrido prácticamente ningún daño.


¿Pero qué le pasa a esta tía? Joder con los putos suicidas


Pongo mis manos en mis sienes e intento pensar racionalmente en lo que me acerco de nuevo al auto de Shima. Definitivamente no puedo llamarlo y decir “Hey, choqué tu auto, lo siento”.


Como no había hecho un chequeo de mi cuerpo, al tener los brazos en alto, sujetando mi cabeza, comencé a notar que mi brazo derecho se movía inconscientemente. Temblaba sin que yo se lo ordenara. Toqué mi cara y tenía sangre. Mierda. Mierda. Alguien debería apurarse y llegar a mi rescate. Seguí evaluando mi cuerpo y lo único que noté mal fue un dolor constante en la zona de las costillas. Intento no moverme demasiado. A fin de cuentas, luego de despertarme violentamente con el accidente, me está entrando sueño de manera salvaje. Me siento justo a un lado del auto y me repito mentalmente que no debo dormirme, pero sin que yo lo pida, mi respiración se ha vuelto más errática cada vez. La adrenalina está bajándose considerablemente. Me repito en la consciencia que será mejor estar despierto. Que Takashima va a patearme en los huevos cuando vea a su auto así. Que tengo que trabajar mañana. Que… Ah… No sé…


*


—La presentación será hasta dentro de dos meses, ya que Yutaka no podrá hacer mucho esfuerzo durante este tiempo. Sin embargo, el trabajo no se detiene y tendrán que seguir haciendo lo mismo que siempre, sólo que sin su líder. ¿Entendido?


—Sí.


Tengo un odio sobrehumano con respecto a los hospitales. Cuando estaba en la preparatoria tuve neumonía y luego hepatitis. Venir aquí me pareció tedioso y en aquel tiempo, las personas que llegaron a tratarme me miraban como si fuera un bicho raro. Definitivamente, la sensación de ser observado por alguien más y, peor aún, ser dependiente de esta persona, es todavía más caótico que satisfactorio. Como es su trabajo, algunas personas lo hacen con aburrimiento y brusquedad. No pido que me traten como a su madre, sino que me respeten. O al menos eso hubiera querido aquella vez. Pero igual estas mierdas no importan, porque ni siquiera he abierto los ojos o la boca como para quejarme.


—Yuta… ¿cómo estás?


—Pues… entero, creo —respondo. Sonrío justo después de decirlo. No quiero ser una carga para los demás, así que esto está bien. Abro los ojos con lentitud y veo cuatro cabezas justo arriba de mí—. Aunque tal vez me coman con esas miradas, tíos —me río—. ¿Qué coño te hiciste esta vez en el cabello, Takanori?


—Una base… Ahora seré rizado.


—No voy a preguntar por qué has decidido eso.


—¡Al diablo con mi cabello, Yutaka! ¿Cómo estás? ¿Qué se siente chocar el auto de tu enamo…? Lo siento.


—La mujer que te chocó te odia, ¿lo sabías? Es una jodida suicida.


Estaba enterado, sí, gracias por recordármelo, Akira.


—No voy a dejar que manejes de noche, Yutaka. Menos así de idiota como ibas ayer.


Lamento preocuparte a ti también, Yuu.


—Chicos… yo lo siento —digo, mirándolos. Esperé momentáneamente a que Shima me dijera algo como los demás, pero sus palabras simplemente no han tocado mi lastimado corazón.


—No te preocupes, Yuta.


Takanori… debes dejar de hablar por todos. No lo digo porque seas idiota, sino porque simplemente todos quieren opinar algo. En fin. Como sea. Estás preocupado por mí. No voy a quejarme más.  Cierro los ojos lentamente y alguien me pica la pierna. Vuelvo a abrir los ojos y ahí está el manager, mirándome.


—Hey… —me saluda—, bueno, creo que en un momento vas a empezar a entrar en histeria de qué vamos a hacer. He decidido por ti, que necesitas reposo. Tres días de la semana van a reunirse en tu casa. Ojalá tuvieras una mansión como Takashima… en fin, sí hay espacio. Pueden ensayar un rato ahí, o componer. Quiero que lo hagan como en la compañía. Hay días de fechas límites así que dense prisa.


Tío, si te estás dirigiendo a mí, parece que ni siquiera te importo.


—Ah, sí, Uke, tú no puedes moverte mucho, aunque el daño no fue tan grave, no quiero que se ponga peor. Aplazamos fechas y ya está. Sólo intenta no volver a chocar en este tiempo.


—Sakurai-san, no es como si él fuera buscándose con quien chocar —replicó Akira por mí, sosteniendo una sonrisa graciosa.


—Ya lo sé —el manager suspira y luego me vuelve a ver—, tienes una suerte terrible, eh. Esa mujer deseaba chocar contra un poste  de luz, pero justo pasaste en ese momento y te llevó a ti también. Qué cosas. Esta situación no se dará a conocer así que no te preocupes, le avisamos a tu madre pero ella vendrá a verte hasta pasado mañana, pues dijo que tenía asuntos pendientes.


—Gracias.


—No hay de qué. Ahora, si me disculpan, necesito ir a ver qué sucederá con el auto de Takashima, porque bueno, si se arreglara no quedaría bien. Quizá sea mejor vender las partes del auto. Bien, me voy. Pronto de darán de alta, Uke; pon buena cara para que te dejen ir. Hasta luego.


Se va sonrientemente, como siempre que empieza a fastidiarse de nosotros.


—Como sea, vámonos —dice Yuu.


—¡Ah, cierto! —Exclama Takanori—. ¡Shima quiere hablar contigo, Yuta, así que adiós!


No, no me jodas, Takanori. No puedes simplemente dejarme así de solo con él. Porque tú lo sabes. Lo sabes todo… ¡Maldita sea!


—No pongas esa cara, Yutaka…


—Perdón, Shima. Pero estos tres son estúpidos. Parece que están en secundaria.


—Supongo que en eso tienes razón. Takanori me dijo que te diera esto por él, quería que lo leyeras ahora… así que… bueno, me sentaré ahí para que lo veas y luego te diré algo.


—Ah… sí, sí, bien.


Shima me pasa una carta que tiene el perfume de Takanori impregnado. El sobre no me dice absolutamente nada, así que lo abro y veo la hoja en la que escribió como la mitad de la hoja. Seguramente es una cosa idiota. Así es Matsumoto. Observo a mí alrededor, y entonces se lo pregunto a Shima.


—¿Sabes dónde están mis gafas? Porque no tengo puestos los lentes de contacto.


—Ah, claro, los tengo yo. Akira me los dio…


Busca rápidamente en su chaqueta y los saca, me los pasa y miro a través de ellos en lo que él vuelve a sentarse. Los limpio con la cobija de la cama del hospital y cuando creo que están lo suficientemente claros, me los pongo y comienzo a leer la carta.


 


Yutaka… Kouyou va a decirte que te quiere hoy.


Lamento arruinarte la sorpresa, pero quiero que sepas que aunque él salga de la habitación tan sólo después de haberte dicho que su tipo sanguíneo es lento pero capaz, debes entender que le gustas. Independientemente de cómo lo haga, si lo hace como imbécil (que será lo más probable) o como alguien normal (olvídate de esto), acepta sus sentimientos. No creas que es por conveniencia o porque yo lo obligué (quizá yo y Akira le hemos dado una plática…), sino que él mismo lo ha confesado. No te garantizo que sienta la intensidad que sientes tú, pero Shima puede llegar a quererte tanto como lo quieres tú. Eso te lo aseguro. Akira me lo ha dicho y lo sé de igual manera… acuérdate que lo conocemos desde más tiempo que tú, así que confía en nosotros.


Además, acepta el regalo que te dará. No preguntes. Esto lo ha hecho Akira, es una broma. Pero no quiero que armes un coraje por una pequeña bromita de Akira. Shima tampoco sabe qué hay en la caja que tiene en la chaqueta, así que por favor, sé discreto y sólo acéptalo. Tampoco es algo tan malo.


Estoy escribiendo esto mientras Yuu me mira como si fuera a inyectarte un medicamento que te hiciera morir. Con lo de Yuu no te preocupes, tú y Shima pueden ser tan maricones como quieran, nos haremos cargo de Shiroyama. Lo aceptará porque lo aceptará. No se aflijan por esto.


Intenta besar a Shima tranquilamente. Él nunca ha besado a nadie con la lengua.


Nos vemos mañana en tu casa, espero no encontrarlos desnudos, eh.


Bueno, esta es toda la ayuda que te puedo ofrecer. Por favor, no lo arruinen.


Takanori.


 


Suelto un sonoro suspiro. De inmediato, atraigo la atención de Kouyou que me mira nerviosamente. Quizá es tan solo mi imaginación por lo que he leído ya en la carta. Doblo la hoja y la meto al sobre de vuelta, mientras me pregunto cómo es que Shima puede haber tenido sexo con alguien antes, sin siquiera haber utilizado su lengua para besara a aquella persona. En fin.


—Eh… ¿Qué querías decirme, Shima? —le pregunto, al ver que ninguno de los dos dice algo.


—¿Cómo estás? —me cuestiona—. ¿De verdad te sientes bien?


—Sí, sí. Es la primera vez que tengo un accidente, pero las cosas salieron… normales. Lamento lo de tu auto.


—Esa mujer está loca. Hablamos con ella Sakurai-san, Akira y yo y parece ser que piensa que eres un maldito demonio del infierno, porque ella ya quería irse de aquí. Al final, supongo que creerá que eres un ángel. Después de todo, si no te hubieras metido en su camino ella no hubiera frenado su auto y estaría muerta. Aunque después de todo, me pregunto cómo quería suicidarse teniendo una bolsa de aire en su auto.


—Tal vez aun tiene el deseo de vivir —le sonrío y él se levanta de su lugar—. Muchas personas no se dan cuenta de esto hasta que pierden todo. Ella debe pasar por más. Probablemente ahora solo esté defendiendo su honor. A mí me parecería humillante tener que decir que intenté suicidarme y luego no me resultó, pero que aprendí la lección. El orgullo a veces marcha antes que la vida.


—Puede que tengas razón.


Sí, la mayoría del tiempo tengo razón. No, mentira. En realidad no sé por qué él está jugando con su cabello. Me desespera que lo lleve tan largo, pero sería un poco descortés decirle que se lo cortara, después de todo, tenemos que trabajar y su cara con cabello largo es algo importante. ¿Dónde quedaría la parte femenina? Porque Takanori tiene una polla que se agita cuando camina. Será tan delicado como queramos, pero siempre saca guarradas de hombres. Akira no es apuesto como chica. Y Yuu es un idiota consume tetas; tampoco es realmente atractivo como mujer.  Así que el más reservado y adorable es Takashima, aunque sea varonil, es menos cerdo que Takanori y todos nosotros juntos. Lo entiendo, cabello largo, estoy en contra de ti, pero también de aprecio. Nuestra banda sería una chorrada si no te tuviéramos.


Extraño cuando tenía el cabello largo… pero no tan largo.


—Quiero decirte algo, Yutaka.


—Lamento tener esta pose como despreocupada, pero ya recordarás que estoy fracturado. Aun así, haz como si estuviera todo bien sentado ante ti y dímelo como si fuera el yo de siempre.


—Sí, no te preocupes por eso… lo haré.


—Bien. Adelante, te escucho.


—Ya sabes que tú me dijiste que estabas enamorado de mí, ¿verdad?


Carajo. Eres tan directo que siento como si me hubieras disparado una flecha.


—Sí, lo sé.


—Además de eso, yo no te dije nada. Me hice idiota y simplemente lo dejé pasar.


Sí. Eso yo también lo sé. Continúa, que en cualquier momento me disolveré en un montón de partículas sub-atómicas después de esta discusión. Termina lo que vas a decir, mierda.


—No quería decírtelo por alguna razón.


Deja de hacerte el interesante. A nadie le importa. Yo sé que ya eres un tío misterioso sin siquiera decírmelo. Ahora, venga, dime lo que Takanori me anticipó porque si no… creo que me pondré a llorar. Incluso aunque lo diga lloraré. Carraspeo y asiento, así que espero detenidamente a que dejé de jugar con su cabello. Cuando deja de hacerlo, juega con sus pulgares. ¿A qué coño estamos jugando?


—Esa razón es porque todos van a empezar a fastidiarme.


—¿Y qué ibas a decirme?


—Qué pues yo… —tose un poco.


—Ajá… tú…


—¡Ah! Akira me dio un regalo para ti. Dijo que te comentara que es mío, pero me siento culpable de tan solo pensar así.


Saca una caja misteriosa de su chaqueta y me lo da. Luego, lo miro, él asiente, y lo abro. Incluso tengo que decírmelo: estás haciendo esto lo más rápido que puedes solo para que él siga con su declaración. Quito el listón de una pequeña caja azul, como del tamaño de la palma de mi mano. Luego, la abro.


Akira, eres un cabrón.


Los dos nos quedamos mudos, mientras yo saco el paquete. Son dos tangas… una que dice “somos” y la otra que nombra la palabra “novios”. Color azul rey. Con brillitos. Con un “Kai  y Uruha forever”. ¿A qué coño estoy jugando con esos ineptos? Porque Akira no es tan inteligente para dar un regalo tan mamón. No, aquí hay otra cabeza aliada. Seguramente pusieron el nombre de Akira porque él deseaba ver cómo sentía seguridad por el regalo, debido a que él usualmente regala cosas agradables.


Pendejos.


No sé si mirar la ropa interior o la cara roja de Shima.


Dios… ahora… tú podrías ir a recoger las almas de Akira y Takanori.


—Como sea. Dime lo que ibas a decirme, Shima. Ignora esta broma de estos idiotas. Sólo dilo.


—¿Decir qué?


—¡Lo que ibas a decirme!


—Ah, sí, quería hablar sobre mi auto también.


—¿También? ¿Qué hay del otro tema?


—Por ahora quisiera hablar de mi auto. Esto es importante para mí. ¿Acaso crees que ese tipo de auto es barato?


—No, de verdad no lo creo, pero no te preocupes, ya veremos cómo salir de esta.


—Bien. Quiero un auto, otro auto, o sea, el mismo modelo de auto pero uno nuevo. Son cosas muy cómodas y útiles. Me he acostumbrado totalmente a usar esa marca, así que, por favor, quiero ese auto.


—No te preocupes, el seguro nos repondrá el dinero y si se vende el auto chocado tendremos más. Así que podremos comprarte otro auto idéntico al tuyo.


—¿Seguro?


—Sí.


—Pues bien, me marcho.


—¿Qué? ¿Es todo lo que vas a decir?


—Por supuesto que sí. Tengo que ir a terminar algo que tengo a medias en casa, así que tengo que regresar a casa, ¿está bien?


—Sí, seguro.


El mundo está jugándome una mala broma. Estoy seguro de no haber entendido implícitamente el “te quiero” que me prometió Takanori que hoy Shima me diría. ¿Por qué?


Aun así, no voy a detenerlo ahora que sale por la puerta (tampoco es como si pudiera). Me quedaré aquí, quietecito a esperar a alguien para que me pueda ir a casa. Ya no entendí cómo es que regresaría a casa el día de hoy. Vaya putada. Cuando Shima está a punto de cerrar la puerta, la vuelve a abrir me mira y me dice —: Vendré por ti en tres horas. Ahora tengo que acabar eso. Volveré, no te preocupes. Asegúrate de descansar.


Y vuelve a cerrar la puerta. Ya me estaba emocionando…


La puerta se vuelve a abrir. ¿Es que pasarán el día vacilando mis sentimientos?


Shima se introduce en la habitación nuevamente y camina lentamente hasta la cama en donde reposo. Yo no hago nada más que empezar a sentirme nervioso con esa acción tan rígida que tiene. Cuando menos me los espero (y sin siquiera esperármelo) estoy siendo besado por Kouyou.


No he podido ni siquiera cerrar los ojos, así que lo he visto separarse de ese leve rose de labios y caminar rápidamente devuelta a la salida, donde vuelve a mirarme insistentemente; está muy serio, es increíble pensar de cualquier manera con esa mirada frígida. Entonces, lo dice:


—Yutaka, te quiero… y aunque eso sea así, sigues debiéndome un auto. Ahora sí, adiós.



¿Eh? 

Notas finales:

Bueno, hemos llegado a la parte sentimental de todos los fanfics.

Empecé a escribir este Kaiha un día de los finales de mayo, tenía una vaga idea de lo que quería hacer, sin embargo, nunca encontré el deseo suficiente como para hacerlo. Un día mientras andaba en las redes sociales alguien me habló de los fanfics canon (tú sabes quién eres) y me interesó eso en gran medida.

Luego me sentí como un fracaso al notar mi rotundo error. Simplemente no entiendo cómo son ellos con lo que nos ofrecen... así que ciertamente este fanfic no es lo mejor como un "canon" pero mínimo están dentro de una banda, que es lo que debería contar... (me doy ánimos). 

La historia es bastante estúpida, así que esta vez pueden darse cuenta de que no he pensado mucho las cosas, he escrito tal y como se me venían a la mente. Por favor, disculpen tan terrible narración y tan estúpido argumento. No tiene ni siquiera un acercamiento más que un beso como de personas jóvenes inexpertas, pero en todo caso, está vez quise hacer algo soft (no es como si me viviera las tardes escribiendo lemon XD). 

No sé qué más decir...

Ah, sí. La Oden-kan es una lata que contiene alimentos. Supongo que sería más específico buscarlo en google para alguna aclaración.

No sé si debería, pero quiero decir que me gustaría recibir reviews... así que si se animan, acá abajo está el recuadro blanco. Por si quieren, u know.

Nos estamos leyendo. 

(Esto empezó, es, y será un one-shot).


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).