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Fugaku siempre midió su felicidad dependiendo del número de “Éxitos” obtenidos al año y por la escases de fracasos podría decirse que su vida siempre ha sido feliz, sin embargo llegó un año en el que alcanzo el éxito cumbre de su vida (o así lo quiso pensar) que inclusive de dio al a tarea de organizar una reunión sin precedentes, pues aquella ocasión lo ameritaba, ésta noticia era mejor que cuando su empresa ingreso al ranking mundial de “Empresas millonarias”.
Aquella noche llegó llena de lujos y frivolidades, dándose cita al lugar una variedad de lo mas florida de la crema y nata de alta alcurnia, todos enfundados en costosas vestimentas que realzaran su poder adquisitivo; entrada la noche, el anfitrión se colocó en la cumbre de la escalinata de su mansión y llamó la atención de todos:
-Buenas noches a todos –La voz de Fugaku, grave y orgullosa inundó el lugar -me llena de regocijo que se encuentren aquí reunidos pues el motivo de esta reunión será sin duda el tema principal de todos los encabezados de mañana… - Todos los presentes aguardaban con especial expectación a que la notica fuese dada –Hoy, quiero que sepan… que Uchiha.Corp tiene un sucesor… Mi primogénito viene en camino.
El estallido de aplausos y frases de falsa felicidad fueron inminentes…
Después del nacimiento del deseado niño, Fugaku poso con él en brazos para la foto de primera plana y luego… luego se olvido de él, se dedicó a trabajar y a llenar con dinero los huecos emocionales que había en aquel niño, lo presionó a grados insospechados en cuestión académica, lo instruyó con los mejores tutores y lo reprimió evitando que se dispersara en juegos infantiles con niños de su edad… y así fue como el pequeño Itachi, creció solo.
Por otro lado Mikoto se dedicaba a ir a reuniones frívolas e intrascendentes, dejando a su hijo en manos de las nanas, tutores y sevidumbre…
Itachi por su lado creció como un pequeño adulto, serio y distante, con una seria incapacidad para sociabilizar con niños de su edad y con un hermetismo que impedía saber qué es lo que estaba pensando, su carácter se volvió distante e impasible, provocando el miedo en adultos como en menores, pues su falta de expresión facial lo hacían parecer un hermoso muñeco surrealista que perturbaba a quien lo mirase, estaba rodeado de gente que alababa su belleza pero a la vez le tenía temor, él no solía prestarle atención pues estaba acostumbrado, sin embargo en las noches el pequeño niño lloraba, no sabía por qué, no entendía la razón del dolor en su pequeño pecho, lo único que sabía es que tenía frío en el alma y un vació en su corazón.
Cinco años de inmensa soledad pasaron, pero cierta noche, cuando se levanto a tomar un vaso con leche tibia, el ruido en la habitación de sus padres llamó su atención:
-¡¿Por qué demonios no te cuidaste?!
-¿Yo? ¡Pero si tú podías haber usado protección! ¡Pero como pareces un maldito animal en celo nunca te preocupas por nada!
-¡Lo hiciste apropósito!
-¡¿De verdad crees que yo tengo muchas ganas de engordar como cerda, tener dolor de cabeza, mareos, nauseas y que mis pies se hinchen?! ¡No seas imbécil!
Después de eso, la lluvia de objetos no se hizo esperar, los gritos no cesaron y al final, cuando la calma volvió la casa se sumió en la más sofocante de las penumbras…
Itachi se preguntó por un tiempo que mal era tan nefasto como para que los siempre mesurados e hipócritas de sus padres tuviesen una pelea de esa magnitud… la respuesta le fue revelada un mes después: Su madre estaba embarazada de un hijo no deseado.
Mikoto intentó un aborto, sin embargo el médico les dio aviso de que la madre podría morir también pues el bebe estaba muy adherido a la placenta y que de hecho, el producto presentaría deficiencias respiratorias al nacer. Aquella situación sumió a Mikoto a la más profunda amargura y su carácter empeoro cuando los primeros signos del embarazo se presentaron, pero ninguno provoco un arranque de ira tan violento como el que ocurrió cuando Mikoto descubrió que la bascula aumentaba su peso.
La noticia del segundo embarazo de la mujer no fue dada con una fiesta como lo había sido la de su primogénito, en esta ocasión se manejo como secreto de estado pues no querían que nadie supiera de la llegada de un miembro enfermizo al Clan Uchiha, pues aquello sería vergonzoso, esperarían hasta su nacimiento y si el niño era aprobado por Fugaku, se daría a conocer a la sociedad, si no era aprobado, se daría en adopción.
Pasaron los meses, sin embargo el nacimiento de segundo hijo del matrimonio no fue marcado por las clásicas contracciones, sino por un malestar individual, pues…
-Ya han pasado 7 meses, el producto puede sobrevivir en una incubadora. –Declaro Mikoto un día en la mañana, de improviso y dejando a su marido sorprendido.
-Solo son dos meses más Mikoto, solo espera ¿sí? –Le dijo conciliadoramente.
-¡No! ¡No quiero esperar! ¡Quiero que me saquen a esta cosa lo más pronto posible! –Rugió desesperada –Si llega a termino me hará subir más de peso, me saldrán estrías y me pondré gorda de manera permanente.
La discusión se prolongo una hora más, pero Fugaku cansado decidió dar su brazo a torcer, al final, no es como si quisiera mucho a su mujer, pues al fin y al cabo fue un matrimonio arreglado y cuyo principal objetivo era engendrar a Itachi, ahora las cosas se había complicado un poco con la llegada de un hijo no planeado, pero no importaba ya vería como arreglarlo después.
Y esa misma tarde el niño nació por medio de una cesárea. La madre no lo quiso cargar ni amamantar, el padre solo pago la cuenta y desapareció del lugar. En la sala de espera solo estaban Itachi y su nana Kurenai quién fue la que recibió la notica de la llegada del nuevo bebe, ambos fueron guiados por el médico hacia los cuneros ya que Kurenai será la encargada de amamantar al nuevo niño, pues ella también había sido nodriza de Itachi, pues Mikoto no quería tener sus senos flácidos.
Además, el bebe a pesar de ser prematuro, tenía en perfectas condiciones el sistema digestivo, solo tenía que estar en incubadora unas tres semanas para que terminaran de madurar sus pulmones, los cuales tenían ligeros problemas.
-Es lindo –Fue la primera palabra que escapo de los labios de Itachi cuando vio a su hermanito en la cuna.- ¿Cómo se llama?
-Pues tus padres no lo han pensado aún… -Murmuro Kurenai mientras tomaba al nene del cunero y lo acomodaba en su regazo.
-A mí me gusta el nombre de Sasuke…-Declaro sonriente el niño mientras se acercaba al pequeño y acariciaba su carita con cuidado.
-Pues digámosle Sasuke, tal vez tus padres le pongan así –Le dijo sonrientemente la mujer - “De todos modos no creo que les importe decidir el nombre”-Pensó afligida. –Oye Ita_chan…
-Dime, nana…
-¿A ti te hace feliz tener un nuevo hermanito? –Le pregunto con una sonrisilla maternal.
-No –Contesto rápidamente.
-¿Por qué? –Le pregunto extrañada.
-Por qué yo no quiero que él también se sienta solo como yo… -Murmuro bajito.
-Pero amor ¿No te das cuenta que no estará solo?... Te tendrá a ti –Le informo animosamente –Y tú lo tendrás a él…
“Y tú lo tendrás a él”…
Esa frase resonó en su cabeza, quedando grabada a fuego en su mente, siendo sin saber, la base del imperioso amor que nacería entre los dos, pero eso no lo sabrían hasta algunos años más tarde.
Itachi sonrió como nunca lo había hecho antes, miró a ese pequeño ser desvalido y una firme promesa salió de sus labios -Estaremos juntos por siempre y para siempre, Sasuke…
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