Capitulo 1: comienzo
Lo odiaba. Realmente lo odiaba… Me quedé contemplando como el camión de mudanzas se alejaba de nuestra nueva casa, ya era la 3ª vez en este año que nos mudábamos. ‘’Que genial…’’ pensé sarcásticamente para mí. Era poco sociable pero, teniéndonos que mudar cada 4 meses, me volvería anti-social… Pegué un suspiro y entonces oí la voz de mi madre, llamándome
—Venga Harold, vamos a colocar las cosas—me dijo lo más dulce que podía. Cogí la primera caja que vi frente al garaje y la pasé dentro, en una de las solapas ponía ‘’Gemma’’. Así que la llevé a lo que sería el cuarto de mi hermana y allí lo dejé. Desanimado fui a mi cuarto, aun estaba blanco, ni nos molestábamos en pintarlo. Había varias cajas ya en mi puerta así que decidí por entrar por completo y comenzar a colocarlas. Ya tenía mi cama colocada, la mesilla y una cómoda, ya que mi armario sufrió daños en la última mudanza y, no quedó muy bien después de esa…
Entre tanto trasto que sacaba, di con una foto en la que salíamos mi padre y yo, aún era pequeño y llevaba una pelota firmada, con una gorra en mi cabeza… Cuando me llevó a aquel partido de fútbol y se las apañó para que el mejor jugador me firmase un autógrafo, no sólo eso, se las apañó para que me diera la pelota con la que anotó el gol de la victoria. Dejé la foto contra el colchón y con el ánimo bajo me dediqué a colocar el resto de objetos. Más tarde coloqué mi ropa y por último hice la cama, dejando la foto de nuevo en la caja. Mi ánimo decayó de golpe y cuando una lágrima traicionera salió de mi ojo derecho hoy como Gemma me llamaba. Fui rápidamente
—Harry, ¿puedes ayudarme?—me preguntó mientras sostenía una caja de ropa, la dejó en el suelo y me miró a los ojos— ¿Qué ocurre hermanito?-acarició mi mejilla aun mojada
—N-nada, solo es alergia —mentí— ¿En qué te tengo que ayudar?
—No es mucho solo, ayúdame a colocar las figuras en los estantes, ¿si?—me pidió tiernamente. Sería la mayor pero, había que reconocer que a veces parecía menor que yo. Esbocé una sonrisa fingida y asentí.
Tras una hora el cuarto de Gemma, el de mi madre y el mío estaban hechos. Colocamos toda la casa y nos fuimos a comer. Tanto Anne como mi hermana no dejaban de mirarme, ¿por qué? ¿tan mal se me notaba?
La situación se hacía incomoda y el maldito silencio la empeoraba. En ese momento solo pasaba por mi cabeza la frasecita de ‘’tierra, trágame, ¡trágame ahora!’’
Aceleré el ritmo de mi comida y unos minutos después me la acabé y deposité el plato en el fregadero, salí de la cocina
—Voy a mi cuarto…—dije sin muchos ánimos. Saqué mi móvil del cajón y marque ese número, y empezó a comunicar—cojelo…—pedí. Pero no, en lugar de eso oí ‘’Hola soy Ed, ahora mismo no estoy, ¡pero ya sabes que hacer después de la señal!’’ Y la señal sonó —Ed… necesito hablar contigo enserio yo… Llámame en cuanto puedas, por favor pedí, cortando ahí el mensaje.
Ed es el único amigo que tengo de confianza, lo conozco desde hace 3 años y, en momentos como este deseo hablar con el ya que sabe como animarme, solo con una o dos frases…
Contemplé el techo de mi cuarto por un gran rato, de repente un ruido me distrajo y, vi que era mi madre que entraba, se sentó en mi cama y me miró
—¿Qué ocurre Harold?—me preguntó en tono tranquilo y a la vez preocupado
—Nada, estoy bien contesté —sin expresión alguna
—Venga, ¿Dónde está mi Harry que siempre está con una sonrisa en la cara?—Cuestionó, acariciándome el pelo
—M-mamá…ya no soy un niño…—dije levantándome de la cama
—Claro que no, para mí, aún eres mi bebé—dijo con una leve risa
Ante eso yo me avergoncé un poco, era obvio ya iba a cumplir 17 y aún me trataba como un niño pequeño…—V-voy a salir afuera—Avisé cogiendo mi chaqueta y saliendo de mi cuarto—
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