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Mi amada espada por pri_sasukelove20

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Notas del capitulo:

 

Hola lectores. Desde hace días esta extraña historia circulaba por mi cabecita, espero que le den una oportunidad. Yo no soy de hacer esto, ja, ja, siempre me baso en la realidad. Bueno, no siempre XD si hay cosas que no concuerdan con la edad media, me disculpo, he leído rápidamente todo lo que pude para no cometer un error grave con la época. Pero hay cosas que simplemente dejé pasar.

La continuación si algunos les gusta, estará en un par de horas.

(Personajes de Masashi)

 

Durante la era medieval hubo una leyenda o quizás una verdad. Lo cierto es que nadie puede afirmarlo. Época en la que reyes y reinas solo tenían el privilegio de usar las mejores telas. Y de tantos reinos existentes, hubo uno que pasó a la historia por un inexplicable y triste suceso. El reino Konoha de la familia real “Uchiha” más reconocido por otros reinos, que hasta guardaban envidia. Pero por otro parte, también estaba el terror de ser sirviente o campesino cercano a ese castillo. La pobreza era extrema y el rey era egoísta y malvado. Cada día alguien moría de hambre o enfermedad, todos vivían bajo el miedo y la poca esperanza que les quedaba.

Este siniestro rey tenía dos hijos. Uno de veinte y el menor de diez años. Una esposa amorosa y severa solo cuando era necesario y evitaba ponerse en medio de las situaciones más allá de su hogar. Contaban con un vasto jardín repleto de flores y un bosque resguardados por guardias y muros altos por protección.

—Príncipe ¿Dónde va?-habló su maestro de esgrima.

—No deseo practicar más por hoy. Voy a darme un respiro-dejó caer el arma en el césped y se perdió en el fondo del bosquejo.

El mayor tan solo suspiró recogiendo el arma del suelo y acercándose a las puertas para entrar al lugar amurallado. Mientras el joven príncipe se perdía más y más hondo en el corazón del bosque, ya que amaba demasiado la propia naturaleza y lo desconocido que podría resultar. Siempre había algo nuevo por ver. Desde los siete años se adentraba entre los árboles en compañía de su hermano, pero ya tenía la edad suficiente como para guiarse por sí mismo sin temor a perderse. Entonces al caminar un gran trayecto y entrar en armonía con su alrededor, le vio.

Junto a una roca y cubierta de una planta de enredadera. Se encontraba a su vista, a su parecer, una esplendorosa espada clavada al piso de tierra. Sin titubear se preparó hábilmente con sus brazos dispuesto a sacarla de aquella profundidad. Envolvió la empuñadura con ambas manos e hizo fuerza hacia arriba con todo lo que sus brazos podían accionar. Tan solo se había movido un poco de su sitio, molesto siguió insistiendo, los minutos pasaban y él tercamente no se iría hasta retirar la espada del suelo.

Finalmente gracias a su perseverancia pudo quitarla y al hacerlo, una que otra planta aferrada se rompió dejando al descubierto el arma con un poco de herrumbre en el mango. La hoja naturalmente estaba degastada y no había mucho brillo que destacar. Sin embargo, algo tuvo su atención, en el centro de la empuñadura había una joya en color azul perfectamente incrustada y pese al tiempo, esta brillaba hermosamente. Sasuke Uchiha quedó maravillado y se retiró del bosque junto con su querido tesoro.

Ya es su habitación escondido de miradas curiosas, observó con más calma su objeto descubierto. Pesaba y a pesar de ello, se las ingenió para llegar rápido a su cuarto. Debía limpiarla. Dejarla resplandeciente. Se tomó su tiempo. Volvió a escaparse y llegar a su lago favorito dónde su madre había plantado sus amadas flores lilas. Apoyó con sumo cuidado la espada en el piso y comenzó a desvestirse hasta quedar en ropa interior. Tomó el arma y se sumergió con ella donde el agua le llagaba poco más arriba de la cintura. Quitó la tierra, pero lo degastado debía repararlo de otra manera. Fue entonces que su maestro vino a la mente.

—¿Para qué me necesitaba?

Se había tomado la molestia de citar al adulto detrás del castillo. El manto de seda dejó al descubierto la espada y se la tendió al mayor.

—Repárela, por favor.

—¿La has encontrado?-la tomó en sus manos y comenzó a examinarla-Parece estar en buen estado, pese a como se ve.

—Hace unas horas la he descubierto en lo profundo del bosque. Por favor, téngala lista para mí. Es mi tesoro-habló el menor con cierta dulzura.

—Sí usted me lo pide. Por cierto, tiene un bellísimo detalle en la empuñadura quien quiera que la haya forjado.

—Cuídela.

—Déjelo en mis manos.

Su maestro no regresó por dos días. Él vivía fuera de su reino. A su regreso, el joven azabache de ojos ónix y piel pálida esperó ansioso ver a la espada en mejor estado. Y no se decepcionó. Quedó más maravillado. Durante sus prácticas, su maestro se la entregó haciéndole prometer que no hablaría de ello con sus padres. Aceptó emocionado y continuaron practicando por el resto de la tarde.

Sus padres la mayor parte del tiempo se sumían en su mundo. Su hermano era igual, y por ser el mayor, debía cumplir al pie de la letra las expectativas de su padre. Por lo que lamentablemente se encontraba solo en su habitación. El manto nocturno cubría el cielo. No tenía apetito. No valía la pena bajar sabiendo que nadie le esperaba en la mesa, solo las sirvientas. Fue entonces que, recostado aún vestido sobre la cama, escuchó una suave voz a su lado.

—Amo, ¿Estás triste?

Inmediatamente reaccionó como cualquier ser humano normal. Asustado se irguió de la cama y se alejó del extraño sujeto lo más que pudiese. Con los ojos desmesuradamente abiertos, se permitió observar claramente a la luz de las velas al chico. Un muchacho mayor que él, cabellos rubios, unos impresionantes ojos azules, eran similares. Similares a la joya que adornaba su espada. Repentinamente giró la cabeza hacia donde la había depositado, el escritorio de madera. Estaba ahí. Se alivió un poco, pero el problema era otro.

—¿Amo?

—¿Quién eres tú? ¿Por qué me llamas así?-intentó no desesperarse. No gritar por ayuda, de verdad ansiaba poder resolver solo por una vez sus problemas.

—Mi amo anterior me llamó azul. ¿Qué nombre desea ponerme?-preguntó con gentileza. Estaba de rodillas junto a la cama y con la mirada fija en él, los nervios eran inmensos-Le pertenezco. Usted me ha hallado.

—¿Hallar? ¿Te refieres a la… espada?-¿estaba delirando acaso?

—Sí, yo y la espada somos uno. He vivido situaciones que uno describiría como fantasía, usted es mi decimo maestro.

—¿Qué ha pasado con los demás?

—Murieron, ya sea por enfermedad o plena guerra. Si no saben manejarme son un caso perdido.

—Eso no me calma en lo absoluto-murmuró con un aura deprimente-¿Dices que no podré manejarte correctamente?

—Yo le veo, amo. Con tan solo verlo, siento que es capaz. Mi intención no es juzgar, el que me empuñe tendrá la posibilidad de lograr la victoria, pero también la posibilidad de una derrota si no sabe controlarme.

—Un reto bastante interesante-río-Soy un niño aún, no estaré en guerra por unos años más. Sin embargo, aprovecharé el tiempo para entrenar contigo-frunció el ceño, era extraño hablar con “Eso”-¿No estoy alucinando, verdad?-le preguntó. El blondo negó con la cabeza.

—¿Me pondrá un nombre?-preguntó un tanto emocionado. Pese a ser alguien mayor, parecía comportarse como un niño.

—Naruto-susurró.

—¿Qué significa?

—No lo sé-suspiró-Es un nombre extraño y te queda. Lo escuché por ahí.

—Si usted lo dice-suspiró abatido.

—Ya no estaré tan solo-murmuró mostrando una pequeña sonrisa.

—Yo lo acompañaré a donde vaya, amo-sonrió.

Desde ese instante su relación fue convirtiéndose en un fuerte vínculo. Con ayuda de su maestro logró manejar mejor la espada y adquirir novedosos movimientos que ya practicaban fuera de las murallas. Sasuke jamás había tenido la oportunidad de traspasar su hogar, tenía estrictamente prohibido salir del castillo. Ir a mezclarse con la clase baja. Tener a Naruto a su lado fue lo mejor que le había pasado, desde su despertar, el blondo comía y bebía como cualquier ser normal. Se aseaba y debía usar prendas e ir al baño. Sasuke se ocupaba especialmente de entregarle las prendas más finas para él.

A dos meses de estar con Naruto. Era una costumbre que necesitara sentirse más amado. Sus padres habían descuidado a sus hijos hace bastante tiempo. En cuanto hubo la suficiente confianza con el rubio de ojos de cielo, Sasuke le pidió dormir con él juntos en su cama. Una cama grande y perfecta para ambos. Naruto obedecía sin chistar y se dejaba abrazar por esos pequeños brazos pálidos hasta el amanecer, en cuanto escuchaba el sonido de pasos acercándose a la habitación, volvía a introducirse dentro del arma. Así había sido todos los días.

—Eres frío-susurró esa noche, aferrándose a su espalda con una camiseta de seda solo cubriendo su torso.

—¿Disculpe?

—Me refiero al hecho que cumples todo al pie de la letra sin quejarte. Podría decir que te mueras y es seguro que lo harías.

—Lo haría, por qué es una orden de mi amo-contestó decidido.

—Pues tu amo se está cansando de esa actitud tan carente de emociones, en lo que llevas aquí te he visto sonreír solo por tu deber. Jamás me has pedido nada, si no te alimento o te busca ropa, tú…

—Amo, es mi trabajo después de todo. No tengo el derecho de pedirle nada, mi deber es estar a su lado y protegerlo de ser necesario.

—Pues yo cambiaré eso. A partir de ahora, me llamarás por mi nombre, Sasuke. Sasuke, ¿entendido? Quiero ver todo de ti, quiero conocer tus verdaderos gestos no esa cara falsa. Quiero ser tu amigo-terminó por decir, abochornado con el corazón palpitándole estruendosamente, se cubrió el rostro con el pecho del blondo.

—Señor…-dudosamente y con el pulso temblando, acercó la mano a los cabellos ébanos con suavidad y le acarició la nuca-Sasuke-respondió firme.

Escuchar su nombre de los labios de Naruto fue lo más increíble que le hubiese pasado en su corta vida. Un delicioso escalofrío recorrió su espina dorsal y ya más a gusto con él, se permitió abrazarle con fuerza y entregarse al profundo sueño.

Esos cálidos días continuaron por un tiempo. Pero al cumplir mayoría de edad, las cosas tomaron otro rumbo. Naruto había estado a su lado ocho largos años, jamás se había apartado de él, llevaba su espada, a Naruto a todas partes. Todo era muy distinto en cuanto comenzó a vivir una vida adulta. Su hermano mayor estaba casado y había traído dos bebés al mundo, el primero un varón, sería el siguiente en gobernar el reino. Pero su padre pese a su avanzada edad, seguía al frente de su reinado y no tenía pensado aún retirarse.

Sasuke se había vuelto un magnifico espadachín al igual que con la lucha cuerpo a cuerpo. Sin embargo, sus pasatiempos eran otros: leer manuscritos., pasear al aire libre, montar a caballo, darse un baño en un rio en lo profundo del bosque y todo lo hacía llevando a Naruto con él. El rubio se había vuelto irremplazable en su vida, el cariño que le profesaba se volvía más intenso que desde que eran niños. Dado ello, ya no podía compartir su cama con él, cosa que Naruto extrañaba con el alma.

—Sal-ordenó. En cuanto no hubo nadie a su alrededor más que la refrescante naturaleza, su rubio compañero salió de la espada y se puso frente a él.

—¿Qué haremos hoy?-preguntó serio.

—Solo descansar-sonrió. Se dejó caer sobre la húmeda tierra y plantas junto al cristalizado rio.-Que hermoso es aquí.

El de ojos azules se sentó a su lado y permaneció en silencio mirando el agua. Como era de esperarse, con los años, Naruto había cambiado su forma de actuar y de ver cada cosa. No su apariencia. Él seguía viéndose como Sasuke le había encontrado, ahora estaban en igualdad de edades. Ambos tenían dieciocho años. Cuanto más iba cambiando Sasuke, más lo hacía Naruto, debía adaptarse a lo que su amo se convertía. De niño alguien que demandaba cariño y mostraba abiertamente cada gesto, ya frente a un joven más maduro debía comportarse mejor. El oji-azul añoraba al azabache de diez años. Y temía admitir, que estaba sintiendo algo muy fuerte por su amo.

—Padre, quiere que me case-habló gélido.

—En hora buena-ni si quiera se molestó en sonreír. La noticia no le hacía para nada feliz.

—Me ha comprometido sin pedirme permiso. Una princesa del reino vecino, piensa que durante una invasión serían excelentes aliados. No importa lo que diga, no logrará convencerme.

—Sasuke-le miró sorprendido.

—No hará lo mismo que hizo con mi hermano. Una vida infeliz, estar atado a una persona que no ama. ¡No lo haré!-gritó molesto. Se puso de pie pasándose la mano por su pelo revuelto en picos.

Naruto admiró desde abajo cada parte de ese perfecto cuerpo. El niño que una vez durmió con él, se había vuelto un atractivo hombre. Un cuerpo fibroso. Musculo en donde se requería, pero su rostro, sus ojos, sus carnosos labios; seguían siendo los mismos. Sin ser consciente de su deseo y de su dolor, Sasuke fue testigo de sus lágrimas. Su espada lloró por primera vez luego de tantos años compartidos. La conmoción que sintió Sasuke fue espantosa, temió que estuviera enfermo.

—¡Naruto! ¡Háblame!

Los brazos fuertes contuvieron su esbelto cuerpo tembloroso, y pese a esa fuerte sensación, sus lágrimas no paraban de bajar. Ni entendía porque estaba llorando. Jamás lo había hecho en el pasado, ni si quiera cuando observó a cada uno de sus antiguos propietarios morir. Entonces a su mente llegó una nítida imagen. Sasuke y una mujer. Sasuke y una mujer teniendo relaciones. Compartiendo algo que él no podría experimentar. Sasuke jamás sería de él.

Egoísta.

Sus ojos se abrieron estupefactos. Era más humano de lo normal, el moreno le había contagiado tantas emociones y sentimientos. Tanto albergando en su pecho, nunca creyó que llegaría el día en que caería preso de un amor. Fue débil e ingenuo.

—¡Naruto!-asustado, le abrazó con todas sus fuerzas acariciándole la espalda-Quédate conmigo-susurró.

—Sasuke…-su mente volvió a la realidad.

El ojinegro se apartó tan solo un poco y vio claramente un rio salado marcado en cada mejilla. Los ojos hermosos que el tanto amaba, hoy eran opacos.

—¿Qué tienes? Dime que tienes-rogó preocupado.

—No puedo-sollozó-Todo es… tan estúpido. Me he dejado llevar por esto-se tocó el pecho-He tocado fondo.

—¿Sientes…?-tenía una leve sospecha en cuanto apuntó a su corazón.

—Te amo, Sasuke. Y duele por eso. Te amo mucho-sollozó. Tapó su rostro rápidamente en busca de protección ante la vergüenza, algo que nunca pensó en sentir.

La cara del alvino quedó asombrada. Sin embargo, por otra parte, presintió en su interior que el rubio sentía algo muy fuerte por él. Quitó delicadamente las manos de su rostro húmedo, cuando lo tuvo libre contempló sus azules irises aguados y le tomó del mentón.

—Sasuke-balbuceó confundido.

—No te asustes por lo que haré a continuación-murmuró con cariño-Quiero expresarte el cuanto me hacen feliz tus palabras.

Fue en ese momento que el blondo tuvo su primer beso. Un beso lleno de ternura, y con ello, la pasión que iba desencadenándose por sí sola. Esa tarde, su amor fue sellado mediante un acto puro. Cerca del lago, dos personas llegaron a ser una sola. Sasuke fue dulce, gentil, acarició cada parte de su cuerpo inexperto trasmitiéndole nuevas y placenteras sensaciones.

Acalló sus primeros gemidos mediante besos cargados de lujuria, pero sobre todo, un intenso amor que Sasuke moría por demostrarle desde que había descubierto sus propios sentimientos. Sin embargo, la felicidad no es duradera. Algo esperaba por ellos más adelante, algo que les separaría y nos los dejaría amarse nunca más.

(Continuará)

Notas finales:

 

¿Gustó?

LA CONTY ESTARÁ EN UNAS HORAS.

¡Lo prometo!


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