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Amores Fantasmales por Freelover

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Notas del fanfic:

Una loca idea que surgió en mis delirios de la una de la mañana, para que pierdan el tiempo un rato... ;)

El invierno apenas comenzaba y, sin embargo, ya hacía un frío considerable, el pelinegro tembló un poco y miró nuevamente a la enorme mansión frente a él, lucía descuidada, y sobre todo lúgubre, se rumoreaba que estaba embrujada, pero él no era alguien que creyera en esas cosas, abrió la pequeña reja, oxidada por el paso de cientos de años, que produjo un horrible sonido escalofriante

El día rayaba su fin, los últimos rayos de sol corrían presuroso a ocultarse y poder dejar de ver el tan poco agraciado paisaje, dando paso a la oscuridad, que como dueña y señora se apropiaba de todos los rincones posibles.

Caminó despacio hasta topar con la puerta, intentó abrirla, pero el enorme pestillo, a pesar de viejo, seguía fuerte, buscó con la mirada otro posible lugar para entrar, rápidamente divisó  uno, a sólo unos cuantos metros una de las ventanas estaba quebrada, de seguro algún ladrón había entrado en busca de algo de valor, o un mendigo en busca de refugio, así como él. Esquivando los filosos cristales que aún permanecían adheridos al marco se encontró adentro.

El interior aún guardaba vestigios de la gran majestuosidad que en algún momento debió tener, grandes columnas ricamente adornadas, ahora cubiertas de telarañas, enormes pinturas que aún conservaban algunos colores opacos, tapices raídos, en el comedor habían vasos, platos, copas, cuchillos y demás utilería, toda de plata, incluso una botella que quizá en algún momento guardó vino, todo dispuesto para lo que parecía ser un gran banquete, era como si todos los ocupantes de la mansión  hubiesen muerto antes de que tan siquiera se sirviera; subió por las escaleras, que traquearon, protestando por recibir un peso después de tanto tiempo. En el segundo piso estaban las habitaciones, que en su época de apogeo debieron haber sido magníficas, a alguien como él en realidad le daba igual donde dormir, pero nunca había dormido en una habitación, así que le pareció apropiado, al azar, entró en una de todas, había una enorme cama con dosel, y estaba cubierta de sabanas  y mantas, curiosamente, esta habitación parecía menos polvosa que el resto de la casa, sacudió un poco la tela y se durmió sin más, ya no recordaba la última vez que había pasado la noche en un lugar abrigado.

Despertó sintiendo una extraña presencia a su lado, cuando volvió la mirada le pareció ver una mancha rosa que el día anterior no estaba, comenzó a asustarse, se puso de pie y escuchó ruidos extraños, ahora estaba más que asustado, quizá el lugar realmente estaba embrujado.

-¿Quién eres? –preguntó una voz de repente, haciendo que el corazón se le detuviera por unos segundos.

Permaneció helado, temblando y en silencio, abriendo y cerrando la boca como un pez fuera del agua pero sin poder articular palabra.

-¿Quién eres? –volvió a preguntar la voz– ¿Qué haces aquí?

-¿Q-qué er-es? M-muéstrat-e  -articuló a como pudo el pelinegro.

Un joven asomó temerosamente la cabeza, tenía el cabello rosa terminado en puntas y muy alborotado, poco a poco fue mostrando el resto del cuerpo, vestía unas ropas completamente fuera de época, como si fueran extremadamente antiguas, ¿lo raro? Era un poco transparente, y flotaba a unos cuantos centímetros del suelo.

-Mi nombre en Natsu Dragneel, hijo y heredero de la familia Dragneel, vivo en este lugar desde hace quinientos siete años –le respondió mirándolo serio.

El otro chico no pudo evitar soltar un largo y fuerte grito que fue transformándose en un alarido, cuando iba a hacerlo nuevamente Natsu lo miró fastidiado e hizo una seña con la mano, entonces, una de las cortinas que pendían del dosel se elevó como si tuviera vida propia y lo amordazó, impidiéndole volver a gritar.

-¿Sabes? Odio que la gente grite cuando me ve, ¿quién eres? Si vuelves a gritar te mataré.

La mordaza se aflojó permitiéndole hablar.

-S-soy Gray Full-buster… –tartamudeó.

-¿Qué haces aquí?

-Y-o, vine a p-pasar la noche aquí…, no t-tengo a dond-e ir y necesi-taba un lugar d-onde pasar la n-noche.

-Y te pareció muy divertido venir a pasar la noche a la mansión embrujada ¿no? Muy valiente niño…

-¡Por supues-to que no! Yo sólo… quería pasar la noche en un lugar seco… -terminó bajito.

El fantasma lo miró fijamente por un par de minutos, y finalmente, para sorpresa de Gray sonrió.

-¡Muy bien! ¡Bienvenido! No recibía visitas en años, siéntete libre de quedarte cuanto quieras, y de ir a donde quieras, a excepción del sótano.

-¿Eh?

-Que no te de miedo, no te haré nada, y la casa tampoco.

-G-gracias… pero…

-Seré un fantasma, pero soy inofensivo, no puedo hacerte nada, aunque quisiera, la casa me obedece pero jamás lastimaría a alguien.

-¿Entonces este lugar realmente está embrujado? –preguntó tímidamente, comenzaba a tomarle confianza a ese curioso fantasma de aire juguetón.

-¿No me ves? La casa me obedece a mí y sólo a mí.

-Entonces creo que me quedaré por el invierno ¿puedo?

-¡Claro! ¡Cuánto quieras! No recibía visitas desde hace noventa y tres años, se sentirá bien tener alguien con quien hablar.

-A-ajá, pero tengo que salir un rato…, volveré más tarde.

-¡Cuídate!

Salió de la casa a paso tembloroso, una vez que había abandonado el jardín se dejó caer de rodillas en el suelo temblando, acababa de ver un fantasma ¡un fantasma! Juguetón o no, amable o no, seguía siendo un fantasma, un espíritu, un alma en pena, hasta el día de ayer no creía en nada de eso, y ahora estaba charlando con uno, estaba mal de la cabeza definitivamente, lo único bueno era que podría pasar el invierno allí sin ninguna preocupación aparte de la comida, eso era algo.

Cuando volvió a pisar el lugar era avanzada la noche, había vagado todo el día en busca de comida, o algún trabajo remunerado con ella, pero al final sólo habían conseguido un par de mendrugos de pan, su estómago rugía demandando comida.

-Creí que no volverías –se escuchó de repente, y el fantasma de cabello rosa apareció deslizándose por la escalera con aire feliz.

-Dije que lo haría ¿no?

-¿Volverás a dormir en mi habitación? –preguntó mientras lo observaba subir las escaleras caminado desde arriba, había subido flotando.

-¿Tu habitación?

-¿Cuando vivía esa era mi habitación? Ahora que ya no lo hago suelo pasar la mayor parte del tiempo ahí, tengo una extraña conexión con ese lugar –contestó con simpleza.

-¿Entonces por qué me permites dormir ahí?

-No me importa, la última persona que estuvo aquí también lo hacía, pero eso fue hace noventa y tres años, no recuerdo su nombre, pero era rubia, y antes de ella fue una pareja, hace ciento setenta y ocho años, ella pelirroja y él peliazul, tampoco recuerdo sus nombres.

-¿No recuerdas el de nadie?

-Creo que soy incapaz de recordar nombres por un período largo de tiempo, no recuerdo el nombre de nadie que vivió conmigo en mí época, ni el de mi padre, ni el de mi madre, ni nadie.

-¿Por qué?

-No lo sé, sólo no puedo.

-¿Olvidarás también el mío?

-Por lo pronto no Gray, pero quizá dentro de unos veinticinco años lo haya olvidado y sólo recuerde tu rostro, ahora que me doy cuenta, no lo he visto bien, ¿puedes acercarte a la luz?

A una seña suya una vela cercana se encendió, y Gray se acercó a ella, Natsu abrió los ojos muy sorprendido cuando lo vio.

-No puedo créelo, eres idéntico a él… -susurró.

-¿A quién?

-A la persona que más he amado en la vida, estaba comprometido con él, la noche en la que pasó todo celebrábamos mi compromiso, no recuerdo su nombre por supuesto, pero si su rostro, y mis sentimientos hacia él –explicó.

-¿Y eso fue hace quinientos siete años?

-No, yo nací hace quinientos siete años, eso fue cuando tenía diecisiete.

-¿Entonces ahora tienes diecisiete?

-En apariencia por lo menos sí… Y tenía una mascota, era azul, un gato azul, lo recordé al ver tus ojos de ese color.

-Natsu, no hay gatos azules…

-Hay algo radical en lo que se diferencian tus tiempos de los míos, nosotros teníamos magia, pocas personas eran quienes la utilizaban, pero existían, y supongo que aún existe, algunas brujas y magos que escaparan de la caza, sin embargo, para ustedes es sólo un mito, la casa me obedece porque hay magia en ella, y yo soy en heredero  directo, mi familia, a diferencia de las otras, no tenía magos su disposición, nosotros teníamos nuestra propia magia, papá era miembro de un gremio o una sociedad de magos, era algo con hada, pero no sé con exactitud, aunque la magia no sirvió de nada cuando pasó todo…

Habían llegado a la habitación, Natsu no paraba de hablar, y Gray sólo lo escuchaba, era interesante para él, le contaba muchas cosas sobre lo que sucedía cuando vivía, pero no mucho referente a él, y lo que había visto después de su muerte.

Y así fue por muchos días, el pelinegro salía en el día, regresaba entre el atardecer y media noche y hablaban por largo rato, poco a poco Gray comenzó a querer a Natsu, y Natsu comenzó a querer a Gray, sin embargo, cada vez era más difícil conseguir comida, en ocasiones debía pasar en día entero sin comer, un día de tantos, Gray preguntó algo que llevaba mucho tiempo dándole tumbos en la cabeza.

-Natsu…

-¿Sí?

-¿Cuál fue la causa de tu muerte? ¿Cómo moriste? ¿Por qué? Según todo lo que me has contado tu familia eran buenas personas, no veo razones por las que alguien quisiera hacerles daño.

-¿En serio quieres saberlo?

El pelinegro asintió.

-Entonces mañana te contaré y te mostraré, hoy es muy tarde, será mejor que duermas.

Gray se metió entre las sabanas, estaba delgado, muy delgado, había perdido varios kilos en este invierno, y el frío no contribuía, se sentía débil, pero todavía podía dedicarle tiempo al pelirrosa.

La mañana siguiente amaneció nevando, y hacía demasiado frío, eso fue justamente lo que despertó al pelinegro, además de que tenía a Natsu a su lado mirándolo fijamente.

-¡Buen-Día! –saludó alegremente.

-¿Qué tanto me ves?

-Nada, es sólo que me resulta interesante observar a los vivos…

-¿Por?

-Ver como respiran, como se mueven, todo involuntariamente, yo ya no hago eso, además, el estar cerca de un vivo hace que mis recuerdos sean más nítidos, especialmente los de los días próximos a mi muerte.

-Ayer dijiste…

-Que te lo mostraría hoy, lo sé, si de verdad quieres saber sígueme, personalmente te recomendaría que no lo hagas.

-No importa, quiero saber, eres mi única compañía y a quien quiero,  sería bueno saber tu pasado.

-¡Pero yo no sé el tuyo!

-No hay mucho que contar, toda mi vida viví en las calles, mi última familiar murió hace unos cinco años, es la vida de un pordiosero, no del hijo de una familia rica que vivió hace cientos de años.

-De acuerdo, ven conmigo –salió de la cama y salió al chico que flotaba a un par de metros, extrañamente comenzaba a verlo más nítido, caminaron hasta llegar a la puerta que daba al sótano.

-¿Recuerdas que te dije que no entrarás aquí?

Asintió.

-Pues, es porque aquí están los cadáveres de todos los que murieron esa noche…, o lo que queda de ellos, incluso el mío.

Gray lo miró horrorizado.

-No te preocupes, no quedan más que huesos viejos, los arrojaron ahí porque eran demasiados para enterrarlos, abre la puerta, no tiene seguro ni nada.

Temeroso abrió la puerta lentamente pero estaba tan oscuro que no podía ver más allá de su nariz, Natsu debió de ordenar que se encendieran las velas, porque al momento ya había luz.

Y lo que vio definitivamente no fue agradable, había huesos apilados en enormes montones.

-Sirvientas, criados, nobles que estaban de visita, no hubo distinción alguna, nos mataron a todos, por aquí –lo guió hasta donde habían huesos con la forma de tres cadáveres– éste es el de mi padre, este el de mi madre y este el mío –conforme iba hablando los iba señalando, Gray lo miraba espantado por como hablaba con tanta tranquilidad– levanta el cráneo del mío –ordenó.

El pelinegro quiso negarse pero Natsu se lo impidió.

-No es nada, sólo hazlo, dijiste que querías saber ¿no?

Con las manos temblorosas levantó la calavera, y lo miró por detrás, estaba terriblemente abollado, incluso faltaban algunos trozos.

-Esa es la causa de mi muerte, al menos lo que me mató definitivamente, hubiera  muerto aún sin esos golpes, sí Gray, eso me lo hicieron cuando aún estaba vivo, dos golpes, pero te contaré la historia fuera de aquí, no creo que quieras permanecer en este lugar más tiempo.

Salieron del lugar a prisa, el pelinegro vomitó en la primera ventana que apareció frente a él, y el fantasma sólo lo miraba tranquilamente.

En la sala, le indicó que tomará asiento.

-Bien, sólo voy a contarte mis últimos dos días, bueno, uno y medio…

Flash Back

El día comenzó con una mañana de primavera, hacía un clima estupendo y no era para estar adentro, más cuando se prepara una gran fiesta, ¿el porqué de esa fiesta? Celebraban mi compromiso, si por mi fuera no lo hubiera celebrado, yo era feliz sólo con mi prometido, lo amaba y el a mí, pero a mi padre le gustaban las fiestas, y no desaprovechaba una oportunidad de tener una, no lo malinterpretes Gray, así era en ese entonces, no había día en el que no hubiera una celebración en la región; durante la mañana, estuve paseando con él, mi prometido, no recuerdo el nombre de nadie como te habré dicho, en la tarde, mamá insistió en que la acompañara al mercado a comprar un par de cosas, cuando estaba con ella vi algo que me llamó la atención, había un hombre que me observaba fijamente, me inquieté, pero no quise preocupar a mamá, no me quitó la vista en todo el rato, fue verdaderamente atemorizante.

Caía la noche y yo estaba en mi habitación, arreglándome para la fiesta, con la ayuda de una de las sirvientas, era albina, y tenía dos hermanos, ella y él, buenas personas los tres.

Más tarde, cuando bajaba las escaleras para ir al salón, (las mismas escaleras que bajas y subes para ir a dormir) escuché un estruendo, el de la pólvora de una pistola, antes las armas hacían muchísimo ruido, y luego otras muchas; me quedé helado en el lugar donde estaba, la figura de mi padre se asomó, con una herida en el pecho y chorreando sangre.

-¡Papá! –exclamé.

-Corre Natsu… corre y no pares, te buscan a ti… -y cayó de bruces ya sin vida.

Intenté correr, pero antes de lograrlo me atraparon, y me llevaron ante su jefe, el hombre que antes me había estado observando.

-Supongo que te preguntaras que está pasando Natsu-chan… -dijo entonación burlona.

-Maldito… -mascullé entre dientes.

-No, no, Natsu-chan ¿qué acaso no te han enseñado modales? Creo que tendré que enseñártelos yo –me lanzó un puñetazo que me dio de lleno en la mejilla derecha– creo que se me ocurre una mejor manera de que aprendas modales…

Me obligaron a ver como mataban a todos las personas de la mansión, todos y cada uno de ellos murieron frente a mis ojos Gray, y yo no pude hacer nada, no tiene una idea de cómo me dolió, yo los quería, los últimos fueron mi madre y mi prometido, a ellos en lugar de degollarlos como al resto los torturaron y luego los mataron.

Ya casi amanecía, y ahora era mi turno, por supuesto, a mí tampoco me podían dejar morir en paz, me violaron, quemaron mi cuerpo, me golpearon, me tocaron, era repugnante, pero yo no podía hacer nada para evitarlo, ni quería, ya no tenía ganas de vivir ahora sólo quería morir de una buena vez, pero ellos no querían eso, volvieron a repetirlo todo, recuerdo que las últimas palabra que escuché fueron del jefe de los bandidos, “¿Te duele Natsu-chan? Esto es para que otra vez aprendas a elegir mejor con quien casarte, ¡ah cierto! Ya no habrá otra vez” y al final me dieron el primero de los golpes en el cráneo, con el primero quedé inconsciente, pero no morí aún, agonicé por un par de horas hasta que me golpearon otra vez, esta vez, dejé de sentir dolor y sólo me elevé del suelo, sin ningún problema, ahora era un fantasma, nadie podía verme, pero yo sí a ellos, cerca del mediodía llegaron los guardias de las propiedades vecinas, se encargaron de los malos, tiraron los cuerpos al sótano y cerraron la mansión.

End Flash Back

-Con el tiempo, intentaron vender el lugar, pero yo no quería, así que no lo permití, nunca me has visto enojado, puedo hacer que realmente parezca un lugar embrujado, pero no lo hago con mis visitas, sólo con aquellos que traen malas intenciones… Gray ¿por qué lloras?

-¿Tan siquiera lo preguntas? ¿Cómo puedes contar todo eso con tanta tranquilidad? ¡Es horrible!

El fantasma se encogió de hombros– No sé, no me asusta, al menos ya no, cuando estás en una condición como la mía, aprendes a ver a la muerte como una amiga, una aliada, alguien que, en lugar de perjudicarte, te salvó, yo ya no quería seguir viviendo, me dolía, y no las heridas o golpes, fue un favor el morir.

-Natsu…

El pelirrosa negó con la cabeza suavemente– no tiene caso que le des vueltas a eso, sólo no lo pienses.

-S-sí… -asintió débilmente– entonces, ¿qué es lo que te ata al mundo de los vivos?

-¿Ah?

-Dicen que los fantasmas no pueden descansar en paz porque hay algo que los ata ¿qué te ata a ti?

-Jamás lo había pensado… Supongo que sería… el que arrancaran la felicidad con la muerte, yo era feliz hasta unas horas antes de morir, amaba a alguien y ese alguien me amaba a mí, pero me arrebataron su amor y con él todo lo demás.

-Ya veo…

-¿Por qué preguntabas?

-Por nada en especial…,¿qué hora es?

-Eh… creo que falta poco para que empiece la segunda mitad del día.

-Ya veo, he de salir a buscar comida.

Quiso incorporarse, pero se tambaleó y cayó sentado.

-Estás débil –observó Natsu.

-Lo sé, cada vez como menos, no  encuentro que.

-El frío te afecta, no pensé eso, yo no lo siento, ¿por qué no intentas cambiar algo de lo que hay aquí por comida?

-No tiene caso, un día (por favor no te enojes) intenté hacerlo, me echaron de todos los lugares con algo como: “aléjate chico, eso trae mala suerte, no vuelvas por aquí con eso”.

-Entonces creo que no te puedo ayudar.

-No te preocupes, me apañaré yo…

Salió de la casa a paso lento, con el estómago aún inestable por las cosas que acaba de escuchar, caminó y caminó por toda la cuidad, pero la mayoría de tiendas estaban cerradas por el exceso de nieve, hacia tanto frío que se vio obligado a regresar apenas habiendo conseguido un trozo de fruta bastante pasada.

Volvió a la mansión y apenas tuvo fuerza para comer y recostarse en la cama con Natsu al lado.

-¿Podrías… alejarte un poco? Eres frío… *

-Lo siento…

Asintió y cerró los ojos para dormir.

Cuando volvió a despertar, estaba sólo, pero a los pocos minutos Natsu apareció.

-¿Por qué estás despierto? Aún no sale el sol…

-No puedo dormir más.

-Gray, estás muriendo… –le soltó Natsu.

El pelinegro abrió los ojos sorprendido, pero de pronto se relajó y esbozó una media sonrisa.

-De algún modo ya me lo esperaba, este invierno ha sido pero que los anteriores, estoy seguro de que muchos de los mendigos de la ciudad morirán, y parece que yo iré incluido en ellos…

-Gray, no es algo de risa.

-No me regañes Natsu, es algo normal, todo ser vivo muere, tarde o temprano pero lo hace, tú debes saberlo muy bien.

-¡Pero aún puedes vivir!

Negó– Mi vida no tenía sentido hasta que te conocí, nunca tuve amigos ni nadie que me quisiera, hasta que llegué a este lugar, tú me diste lo que nadie jamás me dio, y si muriendo puedo estar contigo, entonces será como un regalo.

-¡No juegues! ¡Eres joven, tienes vida por delante!

-Tengo diecinueve, dos años más que tu cuando moriste.

-Lo mío fue inevitable, lo tuyo no lo es, sal de aquí y sigue viviendo.

-No puedo Natsu, ya no tengo energía para salir a la ciudad, y está nevando, además creo que hoy es navidad, no habrá nada abierto, y para mañana ya no está vivo…

-Gray…

-Ni siquiera yo me preocupo ¿por qué tú sí?

-Por qué también te quiero y no mereces un destino como el mío.

-Natsu, acéptalo, tú mismo lo dijiste, estoy muriendo, ya no puedo hacer nada, no tengo que comer, necesito comida para vivir.

-Supongo que ya no estaré más sólo entonces –suspiró Natsu.

-Me quedaré contigo.

-Gracias, si esa es la palabra adecuada…

-No importa si es adecuada o no, estaremos juntos y eso es suficiente.

Y el pelirrosa no pudo evitar sonreír.

-Y así será…

Amaneció y no fue capaz de abrir los ojos, pero aún tenía algo que hacer, quería dormir junto a Natsu, sujetándose de las paredes se arrastró hasta el sótano, ignorando las pilas de huesos se dejó caer junto a lo que algún día fue el cuerpo de la persona que quería, sonrió, el último hálito de vida se refugió en sus ojos, y escapó con dos frases un te quiero, y un hasta pronto.

Volvió a abrir los ojos y vio a Natsu frente a sí, se veía más nítido, más humano, alzó la mano y lo tocó, pudo tocarlo, le acarició el rostro y sonrió de nuevo, y Natsu hizo lo mismo.

 

Notas finales:

*Ni idea de la temperatura corporal de un fantasma, en Harry Potter dicen que son fríos, así que me quedaré con esa opinión.

¿Review? Amenazas, bombas, cualquier cosas menos tomates, que después soy yo la que tengo que limpiar.


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