La hierba a su espalda proporcionaba un colchón bastante eficiente, el clima cálido de esa tarde de agosto mantenía tibia su piel mientras la brisa fresca mecía las hojas de los arboles regalándole una orquesta de sonidos naturales, el aire traía consigo una fragancia dulzona que por algún motivo le recordaba al helado de vainilla.
Abrió lentamente sus ojos mirando al cielo azul parcialmente oculto por el follaje del Flamboyán a cuyos pies se encontraba recostado; el sol que se encontraba a su costado izquierdo había menguado en su intensidad proporcionando rayos luminosos que se filtraban entre la hojarasca y le daban la sensación de encontrarse bajo un caleidoscopio; giro su cabeza a su derecha y allí estaba él, a unos 30 cm de distancia , se encontraba recostado sobre su costado derecho, tenia el brazo de este mismo lado como apoyo en su cabeza y su otra mano muy cerca su mentón mientras que sus piernas las mantenía recogidas casi tocando su abdomen “como un gato”- pensó- mantenía los ojos cerrados y una respiración suave – duerme- se giro para poder observarlo con mayor detalle, le gustaba su rostro cuando estaba despierto, pero ahora que lo observaba dormido, sus largas pestañas y la sombra que estas proyectaban en la piel bajo sus ojos, su nariz pequeñita, sus labios carnosos y rosados, su piel dorada y esas marquitas en sus mejillas, pensó que también le gustaba así –adorable- y una sonrisa ladina se ubico en su rostro ante tal pensamiento, “adorable” no era una palabra muy común en su vocabulario, de hecho no creía que nada ni nadie antes le hubiera inspirado usarla mas que el rubio que se encontraba a su lado, y es que cada vez que lo veía o pensaba en el descubría palabras que ampliaban su repertorio léxico , junto con nuevas sensaciones en su cuerpo que en ocasiones habían llegado a significarle “contratiempos” pero que había aprendido a manejar con el paso del tiempo.
Una brisa suave golpeo sus mejillas e hizo que el ramaje del árbol se moviese provocando la caída de las flores con su característico color naranja – su color favorito- la verdad es que poco o nada le interesaba relacionarse con otras personas y mucho menos enterarse de sus gustos pero se sentía orgulloso en saberse el único conocedor de los mas íntimos secretos de su acompañante.
Comenzaba a sentir que los pulpejos de los dedos le hormigueaban, siempre era así cuando se encontraba frente a el, siempre llegaba el momento en el que solo mirarlo no le era suficiente y su cuerpo se encargaba de recordárselo invariablemente, levanto su mano izquierda y muy suavemente rozo con su dedo índice los labios rosas del rubio durmiente, que en ese momento se le antojaban increíblemente provocativos, fue un movimiento sutil, ya que siempre que lo tocaba lo hacia como si fuera un preciosa figurilla de cristal, que merece el trato mas tierno que pueda darse, casi como si estuviera tocando un copo de nieve que se va a derretir ante el mínimo contacto, fue un roce tenue, pero suficiente para hacer que un corrientazo subiera por su mano e hiciera que todo el brazo le hormigueara y provocara que los latidos de su corazón se aceleraran notablemente, tanto que incluso temió que el retumbar de este hiciera que el áureo despertara de su sueño.
No recordaba claramente cuando había ocurrido, tampoco era muy consciente de cómo, le parecia increible que aquel chico fuera capaz de producir ese tipo de reacciones y sensaciones en él que siempre se habia considerado una persona muy centrada, metodica y racional; pero de lo que si estaba completamente seguro era de que rubio a su lado le había robado el corazón y junto con el se había llevado su cordura y que nunca sería capaz de amar alguien tanto como lo amaba a él.
Flamboyán, árbol de sombra. Es uno de los más bellos árboles, llamado también árbol de fuego debido al encendido color de sus flores de color rojo anaranjado, en contraste con el magnífico verde de sus hojas.