Su mirada estaba perdida en el maletín lleno de dinero que estaba abierto frente a sus ojos. No sabía la cantidad exacta que contenía, pero debía ser bastante tomando en cuenta el grueso de los fajos y la denominación de cada uno de los billetes, todos de cien dólares. Aquello era demasiado dinero, debía ser un encargo enorme.
— ¿De qué se trata, Kyuhyun? — preguntó con voz segura a pesar de que por dentro se moría de miedo.
— Me alegra saber que me conoces tan bien, Dongho... — susurró el mayor con una sonrisa al tiempo que se sentaba frente al de cabello decolorado y ponía sobre la mesa una foto. —. Su nombre es Choi MinKi, tiene diecisiete años y muchos enemigos, al parecer. Su padre es el presidente de Pledis Company, jamás ha dado problemas a nadie y es un buen hombre, correcto y legal, pero alguien quiere a su hijo muerto.
La voz de Kyuhyun era de total indiferencia, pero la verdad era que a él no le atraía para nada la idea de tener que matar a un crío sin ninguna razón. No sabía quién había solicitado la tarea, pero casi podía adivinar que sería algún chiquillo rico que podía permitirse pagar un asesino a sueldo y que había tenido problemas con él. En momentos como ése odiaba su trabajo.
— Matar a alguien sin razón... — susurró tomando la foto. El chico era apenas dos años menor que él y era bastante atractivo... No, atractivo no, hermoso era la palabra correcta. Su rostro detallado y el cabello rubio que le caía a los hombros le daban ésa apariencia andrógina. — ¿De cuánto dinero estamos hablando?
No le gustaba para nada la idea de tener que matar a una persona sólo porque sí, era cierto que antes había hecho encargos para Kyuhyun en los que debía matar a alguien, pero usualmente eran otros asesinos, delincuentes de los que la policía prefería deshacerse, gente que hacía mejor muerta que viva; pero ahora era un chico que no le hacía mal a nadie y cuyo único delito podría ser haber nacido en una familia rica y envidiada. Y sin embargo BaekHo estaba dispuesto a hacerlo, necesitaba el dinero, su familia necesitaba el dinero y él debía llevar el pan a la mesa aún si con ello debía soportar un enorme cargo de conciencia.
— Trecientos mil dólares para ti.
BaekHo frunció el ceño en cuanto escuchó la cifra, aquello era demasiado dinero para un encargo cualquiera. No era una figura política ni una celebridad, e incluso en ésos casos su parte no llegaría a ser tanto dinero. Antes de que formulara la pregunta, el mayor ya se la había respondido:
— Tampoco yo lo sé, BaekHo. Quienquiera que haya solicitado el trabajo pagó una suma exorbitante por él y no comprendo por qué. Es como si en serio quisiera deshacerse de él a cualquier precio.
El menor no respondió, sino que se limitó a soltar una risilla ante las obvias palabras de su mayor. Era evidente que había alguien que deseaba que ése chiquillo desapareciera cuanto antes, y él estaba dispuesto a averiguar por qué antes de matar a nadie.
— ¿Las condiciones? — preguntó levantando la vista de la fotografía que aún sostenía en su mano para fijarla en el maletín lleno de dinero.
— Tienes dos semanas para hacerlo, pero tu mejor oportunidad será en la gala benéfica que Pledis Company dará el próximo jueves, te conseguiremos una invitación. Intenta no ser ruidoso o sucio, si puedes envenenarlo os asfixiarlo sería perfecto, no queremos armar escándalo, pero en caso de que se complique y no te quede más que darle un plomazo en la cabeza, hazlo. ¿Entendido?
BaekHo miró a los ojos a Kyuhyun por primera vez y vio en ellos que el tampoco deseaba hacerlo, pero era su deber. Por ello recurría a él, siempre estaba dispuesto a hacer el trabajo sucio por la mitad del dinero que Kyuhyun ganaba por cada trabajo. Con pereza asintió e hizo un sonido aprobatorio al tiempo que el mayor se levantaba de su asiento para ir a la puerta abriéndola ligeramente. Antes de salir volteo a ver al muchacho y le dedicó un último intercambio de palabras:
— Ten cuidado de no fallar...
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Desde que Taemin era un niño, su sueño siempre había sido bailar en un gran escenario. No le importaba si la atención no estaba en él, él sólo quería hacer lo que le hacía feliz. Sin embargo, cuando en sexto grado descubrió que también podía cantar, no desaprovechó la oportunidad y le rogó a sus padres hasta que le permitieron presentarse a la audición de la SM Entertaiment. Y ahora estaba casi en la cima. Faltaban dos años para que debutara finalmente, aún no sabía si lo dejarían ir como solista o si lo integrarían a alguna agrupación, pero tampoco le importaba demasiado; así fuera solo o acompañado, lo único que él quería era cumplir su sueño.
Totalmente exhausto se dejó caer al suelo cuando la melodía de la canción que practicaba terminó. Su respiración era errática y frenética, sentía que todo su cuerpo ardía y podía apostar el poco dinero que tenía a que su rostro estaba completamente rojo. Y sin embargo se sentía bien, era la recompensa a su trabajo duro y a él le gustaba su trabajo.
— Cada día lo haces mejor, Taemin. Tal vez a los jefes les guste y te adelanten el debut — habló su coreógrafo sentándose a su lado y ofreciéndole una botella de agua fría.
— ¿Usted lo cree? — preguntó entusiasmado después de haberle dado un trago grande del líquido, sintiendo casi con placer como recorría su esófago dejando un rastro de frescura.
— Lo creo, pero también creo que te haría bastante bien que siguieras practicando. Así que levántate.
El muchacho dejó salir un sonido de desaprobación pero se levantó del suelo para seguir practicando junto al mayor los pasos de la coreografía en que participaría próximamente. Desde que se había enterado que bailaría en el vídeo musical de Jonghyun no había dejado de practicar, él era uno de los mejores cantantes del momento y aunque eran de la misma agencia no había tenido oportunidad de cruzar palabra con él a pesar de haber tenido la suerte de encontrarlo en los pasillos.
Le daba pena admitirlo, pero la verdad era que tenía un ligero enamoramiento por el mayor. Y aunque no sabía qué pensar, Taemin suponía que era debido a la admiración que tenía hacia él cantante. Aunque se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que fuera gay, la descartó de inmediato porque, si bien jamás había tenido una experiencia con otro chico, tampoco la había tenido con una chica, así que para él todo seguía bajo control.
Estaban ambos tan concentrados en el baile que no notaron que había dos personas más en la sala de práctica hasta que la música terminó. Era un hombre joven que iba acompañado por un chico que no sería más de dos años mayor que Taemin. Se llamaba Minho y al parecer serían compañeros de prácticas. Acababa de entrar a la empresa apenas unas semanas atrás, pero su rap había impresionado lo suficiente al jefe como para incluirlo de inmediato a los practicantes que tenían más experiencia.
— Es un gran cantante y rapero, pero su baile no es bueno. De todos tu eres el mejor bailarín y creemos que podrías enseñarle bien. — dijo el hombre mirando a Taemin a los ojos.
El comentario le halago, por supuesto, pero sentía su orgullo un poco herido al saber que él había estado ya tres años en la empresa y el otro acababa de llegar y ya estaba con los avanzados. Iba a hablar cuando el otro lo interrumpió:
— Sé que soy un mal bailarín, pero prometo que me esforzaré al máximo. Por favor, enséñame. — expresó con voz firme antes de hacer una reverencia de casi 90º dirigida a Taemin, que inmediatamente se avergonzó por el comportamiento tan respetuoso.
— Sí, sí, claro. Anda, levántate, no es necesario éso.
Minho levantó la mirada para posarla en los ojos cafés del otro, haciendo que una extraña corriente eléctrica le recorriera la espina dorsal. Ahora que lo miraba bien, el otro no resultaba especialmente feo, a pesar de sus extraños ojos saltones como los de una rana y el cabello totalmente descuidado y despeinado, el chico era bastante guapo.
Abrió los ojos sorprendido cuando se dio cuenta de lo que estaba pensando. Dejó de mirar al otro y bajó la vista a sus pies para evitar ver cualquier otra cosa y en especial al otro muchacho de la habitación.
— No se preocupen, Taemin y yo nos encargaremos de él. En un mes bailará como un profesional. — habló su coreógrafo, quitándole un peso de encima al bailarín.
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La casa completa estaba a oscuras a excepción del pequeño recibidor de dos mujeres sentadas en lados opuestos de un elegante sofá de piel color perla. El ambiente era tan tenso que estaban seguras podrían cogerlo con las manos.
— No sé qué haces aquí. — dijo una de ellas llevando un mechón de cabello rubio a la parte trasera de su oreja para que se sujetara en la misma. Evitaba con todas sus fuerzas hacer contacto visual con la otra. — Hace cuatro años que no sé de ti...
— ¿En serio? — interrumpió la otra, dibujando una sonrisa sarcástica en sus labios para después chasquear la lengua. — Me sorprende, usualmente lo sabes todo. De hecho, tu vida está tan controlada que a veces pienso que la tienes escrita, Jessica.
La otra soltó una risa ciertamente divertida y volteo a ver a la otra, dirigiéndole una sonrisa amarga. — Ése es el insulto más halagador que he escuchado en mi vida, Jenny. — dijo con un falso tono de agradecimiento. — ¿Ya me dirás a que has venido a mi casa?
— ¿A qué hora vuelve tu esposo?
— ¿SeungHyun? Debe volver a eso de las ocho... — murmuró después de mirar la hora que era en el lujoso reloj que adornaba su muñeca.
— Tiempo suficiente. — con rostro serio volteo a ver a los ojos a la rubia que la miraba interrogante. Sabía que lo que estaba por decirle sería un golpe duro y lo mejor era decirlo rápido para que le diera tiempo de asimilarlo. — Jiyong no está muerto, Jessica, nunca lo estuvo. Y ahora mismo está más vivo que nunca.
Los ojos de se abrieron cuanto podían y su boca formó un círculo completo. Todo su rostro denotaba estupefacción. Aquello debía ser mentira, no podía ser posible, ella había estado cuando la ambulancia rescató el cuerpo, había visto las heridas y las pruebas toxicológicas. Si el impacto o las heridas no lo hubieran matado, la cantidad de drogas en su cuerpo lo haría. — P-pero...
— Pero nada, Jessica. No se murió, cayó en coma, supongo que las drogas tenían tan atontado a su organismo que se mantuvo con vida. No sé, no me importa, el punto es que está vivo. ¿Conoces a G-Dragon, el diseñador que se ha vuelto famoso sin mostrar su rostro? Es él.
Jessica respiraba con dificultad. Todo aquello que le contaba la pelirroja debía ser la más cruel de las bromas. Todo lo que había construido los últimos cuatro años, su matrimonio, su hogar, su familia... Todo se iría al carajo por culpa de una mentira.
— ¿Por qué? ¿Por qué no decirme antes, Bom? — exigió saber ahora con furia en la voz. De haberlo sabido años atrás habría convencido a SeungHyun de irse a otro lugar, lo habría alejado del recuerdo de Jiyong, la persona que ambos había creído muerto todo ése tiempo.
— Porque no recordaba nada, de hecho, era improbable que algún día recordará cualquier cosa antes del accidente. Las drogas y el choque habían hecho algo en su cerebro y las probabilides eran nulas... Pero está recordando, Jessica, y lo está recordando precisamente a él.
La rubia dejó escapar un sonido lastimero parecido a un sollozo para después enterrar su rostro entre sus manos. Sabía que su matrimonio no estaba basado en el amor, por ninguna de las dos partes. SeungHyun seguía enamorado de Jiyong y ella no lo amaba, sólo le interesaba el dinero que el hombre poseía y ambos estaban de acuerdo con éso. Ahora temía que su matrimonio, y por ende su posición económica se fueran al carajo.
— Aún no te pongas a lloriquear, que tengo un plan. — hablo la pelirroja haciendo que Jessica alzara la vista de inmediato para mirarla a los ojos.
— ¿Qué tengo que hacer?
— Fácil, convencerás a tu esposo a largarse de aquí. Ni siquiera tienen que largarse de Corea, pero si lo hicieran sería ideal. Yo convenceré a Jiyong de que se vaya a Estados Unidos conmigo. También podrías hacer que el imbécil aquél deje de mandar flores a la tumba falsa, es deprimente.
Jessica miró a la pelirroja un rato sin decir palabra, simplemente asimilando la información. Después de unos minutos asintió pero no dijo nada, no tenía mucho que decir, de cualquier modo. Sabía cual era su parte y sabía que la otra mujer cumpliría la suya. Park Bom podría ser una perra, pero cumplía su palabra.
Bom asintió en respuesta y se levantó del sofá para dirigirse a la puerta. Había terminado con lo que debía hacer en ésa casa y entre más pronto volviera al departamento de Jiyong sería mejor, así se evitaría las preguntas de las otras.
— ¿Sabes que más podrías hacer? Tengan un hijo, no ayudará en nada a su matrimonio de mentira, pero alejará a Jiyong si es que decide buscar a SeunHyun.