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Mi Sirena por Saime Rossette

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Notas del capitulo:

Ya s´que había dicho que primero iba a escribir los epílogos de En Blanco, pero... de repente me encontraba revisando mis fics, leí lo que tenía avanzado de este capítulo y la inspiración me dio una bofetada xD

Así es la vida.

<3 Espero les guste.

Mi Sirena 2

 

El sol que golpeaba su rostro hizo que recobrara el conocimiento. Intentó moverse, pero unas manos le empujaron con suavidad para que se recostara de nuevo. Notó como todo su cuerpo dolía y también que se encontraba recostado en un lugar muy incómodo y que se movía demasiado.

 

Trató de abrir los ojos, sin embargo el sol le cegó y tuvo que cerrarlos de nuevo. Segundos después sintió que una sombra se colocaba sobre él y recordó que no estaba solo donde fuera que estuviese.

 

Los intentó abrir una vez más y apenas pudo distinguir las facciones del rostro que se encontraba de espaldas al sol a contra luz. Lo único que podía apreciar era la cabellera que caía en cascada sobre su cuerpo y rostro.

 

Cuando sus ojos se adaptaron a la luz pudo apreciar el rostro más bello que había visto nunca y la reconoció instantáneamente. Era su Sirena.

 

Como pudo se sentó para poder admirarla, pero eso ocasionó que su cuerpo empujara el de aquella bella criatura. Sorprendido notó por primera vez que se encontraba sobre un trozo de madera que había formado parte del casco del barco en el que viajaba.

 

Asustado trató de encontrar a su sirena una vez más, pero esta reapareció un par de metros alejada de él con el rostro malhumorado más hermoso en el reino.

 

- Discúlpame, no fue mi intención, yo…- quedó mudo unos momentos tras notar los leves cambios que había tomado el rostro de su sirena. Sus ojos ahora eran adornados por unas escamas turquesa que resaltaba el color chocolate en sus ojos.

 

Admiró más allá y se apenó al descubrir como aquellas protuberantes clavículas también poseían las mismas escamas con el mismo color turquesa combinado con un tono violeta.

 

Se disculpó una vez más esperando que la sirena aceptara sus disculpas y se acercara una vez más a él.

 

- ¿Recuerdas quién soy?- dijo señalándose a sí mismo- Nos conocimos cuando éramos pequeños.r13; la sirena pareció sorprendida y a la vez complacida al escuchar aquellas palabras, así que se acercó una vez más al trozo de madera y trepó sobre él

 

Siwon la admiró de cola a cabeza. Lucía tan hermosa y etérea, tan angelical y perfecta. Las escamas que recorrían sus clavículas se extendían por su pecho hasta su ombligo y brillaban magnificas bajo la luz del sol.

 

Miró curioso el pecho de su sirena. Era plano como una tabla o como el pecho de un hombre delgado y sin músculos, pero aquello no le importó. Su sirena era la más hermosa y no podía pedir más.

 

Tras haber pasado un par de minutos, las escamas de su sirena se secaron y empezaron a desaparecer lentamente. Las escamas de su cola se hicieron imperceptibles hasta que un resplandor se extendió sobre ellas.

 

Una vez el resplandor desapareció, dejó atrás un par de largas y torneadas piernas. Se avergonzó mucho ante el pensamiento de ver a su sirena desnuda, pero sus ojos no pudieron evitar desviarse a su entrepierna donde se encontraba algo que una sirena no debía tener.

 

Sorprendido miró hacía el miembro de la sirena hasta su pecho, luego a su rostro, una vez más a su miembro repitiendo toda la secuencia una y otra vez.

 

Estuvo a punto de tener un ataque de pánico. Su sirena no era una sirena, más bien era un tritón. Se cubrió el rostro con las manos atormentado por haber confundido al chico frente a él con una mujer. Aún más alarmante, después de haber jurado estar perdidamente enamorado de ella… o él.

 

Miró una vez más al muchacho quien le miraba con el ceño fruncido. Después de examinarlo por un corto tiempo concluyó que, en efecto, aquel chico era un tritón. Sus facciones, a pesar de delicadas, seguían siendo masculinas. El pecho plano y la hombría entre las piernas eran sin duda otra prueba verídica.

 

Pasó los siguientes minutos pensando en cómo explicaría que había pasado los últimos quince años viajando sin parar sólo para encontrarlo a él. Lo que más le asustó fue que a pesar de todo sus sentimientos permanecían intactos.

 

Cada vez que miraba esos ojos sentía que se sumergía en ellos y esos labios gruesos le incitaban a besarlos. El torneado cuerpo le pedía que lo sostuviera y mimara y… otro  tipo de cosas que un príncipe como él no debería pensar de otro hombre.

 

Se mordió los labios tratando de eliminar esa sensación de ansiedad de su cuerpo. Sopesó su situación por unos momentos hasta que concluyó que sería una hipocresía negar aquellos sentimientos.

 

Era verdad que había creído toda su vida que la persona que tanto amaba era mujer, pero el que no lo fuera no cambiaba nada. Negarse a seguir lo que su corazón dictaba sería un insulto hacia sí mismo y sus padres.

 

Miró de nuevo al muchacho quien tenía el ceño fruncido así como sus rosados labios. Una oleada de adoración sacudió su interior y supo que nada podría ser impedimento para estar con aquel muchacho.

 

- Choi Siwon- Se presentó tendiendo su mano para que el menor la tomara. Este le miró receloso unos segundos, pero la tomó de todos modos, inseguro de lo que aquello significaba.

 

Siwon sonrió emocionado y tuvo que reprimir las ganas de saltar en su lugar por miedo a caerse del trozo de madera, aunque más por la vergüenza que seguro pasaría frente a su sirena.

 

 

“Tritón” se recordó a sí mismo en vano.

 

Observó como el chico se lanzaba de nuevo al agua. El pánico se hizo presente una vez más, no quería perder de vista a su sirena después de que le había encontrado finalmente.

 

Sintió como el trozo de barco comenzaba a avanzar rápidamente y, asustado y confundido, creyó que quizás algún animal quería herirles. Giró su cuerpo y observó que era el chico castaño que empujaba la balsa.

 

- Tu reino se encuentra en esa dirección- escuchó que murmuraba mientras señalaba frente a ellos. Siwon quedó paralizado tras escuchar aquella melodiosa voz. No cabía duda que su sirena tenía una voz preciosa.- Será mejor que descanses.

 

Aunque Siwon no deseaba que Kyuhyun se esforzara demasiado empujando la balsa hasta su castillo, su cuerpo cedió al cansancio. Lo que había vivido la noche anterior y la emoción de haber encontrado a su sirena habían agotado su cuerpo.

 

Se recostó sobre la madera de costado para poder admirar el rostro del chico, memorizando cada detalle y cada escama, preguntándose cómo se sentirían al contacto con su piel.

 

- ¿Cuál es tu nombre?- preguntó justo antes de bostezar.

 

- Kyuhyun- susurró. Siwon pronto cerró los ojos vencido por el sueño.

 

 

Cuando despertó más tarde, el cielo ya había oscurecido. Sintió que su cuerpo se encontraba sobre una superficie diferente y pronto comprendió que se encontraba sobre la costa que lindaba con el castillo. Su cuerpo dolía aún más que antes, la sed y el hambre añadidas a sus dolencias.

 

Se puso de pie como le fue posible y buscó con la mirada a Kyuhyun. Le encontró un par de metros de él agotado por el largo viaje que había hecho. Sus músculos humanos dolían demasiado. Sabía que el agua ayudaría a mejorar el dolor, pero no tenía las fuerzas para moverse.

 

Asustado, Siwon lo tomó en brazos, aunque el simple esfuerzo casi lo tumba al piso. Miró a sus alrededores y pensó en las posibilidades de que hubiese algún sirviente cerca que pudiese acudir en su ayuda.

 

Aún con la garganta rasposa, trató de gritar y pedir ayuda. Por suerte, uno de los sirvientes del castillo, que caminaba por aquellas costas, escuchó sus gritos.

 

- ¡Su alteza!- llamó el sirviente una vez pudo distinguirle.

 

- Hyukjae, por favor, ayúdame a llevarle a mis aposentos.- El sirviente le miró contrariado, pero obedeció de todos modos. Ambos caminaron torpemente hasta el castillo con el joven desnudo apoyado en ellos.

 

Ya dentro del palacio, Hyukjae mandó a llamar al médico real y pidió que le ayudaran a trasladar a Siwon y a Kyuhyun a la enfermería del castillo.

 

Las noticias de que el príncipe había regresado sin el resto de la tripulación antes de tiempo, había recorrido el castillo con extrema velocidad.

 

Cuando ambos reyes se enteraron de la llegada prematura de su hijo, acudieron inmediatamente a la enfermería para asegurarse de que Siwon estuviera sano y salvo.

 

Leeteuk, como siempre, no pudo contenerse y entró a la enfermería precipitadamente alarmando al médico y a los sirvientes atendiendo a ambos pacientes. KangIn hizo lo posible por calmarle, pero sabía de antemano que no se relajaría hasta que se asegurara de que Siwon estuviera completo.

 

- Su alteza- saludó el médico- El príncipe no tiene ninguna herida grave.- Leeteuk asintió aliviado- sin embargo, no puedo decir lo mismo de su acompañante.

 

- ¿Acompañante?- preguntó Leeteuk.

 

- Por lo que escuché su hijo llegó al castillo con un joven. Le hemos examinado, pero aún no sabemos que es lo que le sucede. Está inconsciente y no parece que vaya a despertar pronto.

 

- ¿Puedo verle?-.

 

- Por supuesto, su hijo está con él. Será mejor que le haga entrar en razón. No planea comer ni beber nada hasta que le aseguremos que aquel chico mejorará.

 

Leeteuk permitió que el médico le llevara hacia el área de la enfermería en la que su hijo se encontraba.

 

Le sorprendió el deplorable estado en el que se encontraba. – ¡Siwon!- gritó acercándose a él de prisa. El moreno sólo le miró un momento con ojos suplicantes antes de volver su vista al joven frente a él.

 

Fue en ese momento en el que Leeteuk reparó en la presencia ajena. El chico postrado en la cama lucía aún peor que su hijo. Parecía deshidratado, agotado, tenía quemaduras de sol en la piel y lo más extraño era que su condición parecía empeorar con cada segundo que pasaba.

 

- Él me trajo hasta la orilla, gracias a él estoy vivo- Leeteuk miró al joven de nuevo. Vaciló un momento antes de revisar el cuerpo del muchacho. Lo primero que percibió fue la temperatura de su piel. Parecía que ardía en fuego.

 

A prisa, revisó entre los utensilios de la enfermería por algún recipiente y unos paños. Fue al grifo más cercano y llenó el recipiente con agua fría.

 

Siwon apenas prestó atención a lo que su padre hacía pero cuando Leeteuk se detuvo frente a él del otro lado de la camilla tuvo que obligarse a desviar su mirada del castaño.

 

El mayor remojó un paño en el agua y lo estrujó para retirar el exceso de agua. Con delicadeza comenzó a frotar el paño sobre las áreas más rojizas del cuerpo del menor. Su rostro, su cuello y parte de su torso.

 

Se detuvo en seco cuando le pareció ver un brillo turquesa sobre las áreas que había humedecido, fue tan rápido que creyó que lo había imaginado así que decidió continuar.

 

No obstante a Siwon no le había pasado por alto aquel destello. Sostuvo la muñeca de su padre antes de que el paño pudiese entrar en contacto con la piel que ahora lucía un poco mejor que antes.

 

- Déjame hacerlo- Leeteuk le miró extrañado- Yo puedo hacerlo, no hace falta que te quedes.- Leeteuk quiso protestar, pero  por el rostro decidido de su hijo comprendió que este no desistiría hasta que el accediera.

 

Colocó el paño una vez más dentro del recipiente y se encaminó a la salida de la enfermería.

 

Siwon esperó a que su padre estuviese lejos antes de trancar la puerta y correr hacía el cuerpo inerte. Tomó el paño una vez más, esta vez sin estrujarlo y lo colocó sobre la piel del menor.

 

El destello turquesa se hizo más fuerte y pudo ver claramente la aparición de las escamas. Humedeció todos los paños y los colocó sobre la piel del menor mientras caminaba por la enfermería.

 

Finalmente encontró lo que buscaba. Tras unas cortinas se encontraba una bañera lo suficientemente grande para albergar cinco personas. No tan grande como las del resto del castillo, pero bastante útil para una enfermería.

 

Abrió la llave de agua y regresó hacia donde estaba el menor. Remojó los paños y los colocó de nuevo. El aspecto de su piel había mejorado considerablemente, pero seguía luciendo enfermiza.

 

Cuando notó que la tina estaba casi llena tomó el delgado cuerpo entre sus brazos. Casi se desploma por el peso extra. Había olvidado que desde el naufragio no había comido ni bebido nada.

 

Con toda la fuerza que le quedaba desplazó al menor hasta la tina y le recostó ahí.

 

En un principio no sucedió nada, pero pasados unos minutos la piel empezó a brillar con el característico tono de las escamas. Pronto la piel desnuda de sus piernas comenzó a resplandecer hasta que le fue imposible mantener los ojos abiertos.

 

Miró hacía la tina cuando sintió que la luz se había desvanecido y lo primero que vio a través de las ondas del agua fue un par de ojos castaños que le miraban. Los mismos que le habían enamorado en su infancia.

Notas finales:

Espero les haya gustado y espero recibir sus comentarios. Son muy apreciados C: 

Nos vemos en el siguiente capítulo o en el primer epílogo de En Blanco, lo que llegue primero ;D

¡Bye!


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