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Visita al psicólogo por Xepes

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Visita al psicólogo

 

Buscando psicólogo

 

 

El número I de la Organización XIII andaba a paso moderado pero firme sobre los adoquines de una calle de Villa Crepúsculo.

Llevaba un papel en la mano derecha que miraba de vez en cuando para comparar la dirección apuntada con los nombres de las calles que recorría, buscando la correcta.

Como buen líder, Xemnas estaba preocupado por el destino de la Organización. Últimamente el rendimiento de la recolección de corazones había caído en picado y los miembros del equipo estaban… un poco inestables.

Sus chicos estaban sometidos a mucho estrés y se estaban creando algunos problemillas que amenazaban con desestabilizar el orden y la paz del Castillo Inexistente que tanto adoraba Xemnas.

La primera solución que se le ocurrió fue la amenaza física, después el chantaje, extorsiones, sobornos, castigos y más amenazas, pero nada conseguía meter en cintura a los incorpóreos.

Hasta que como guiado por el destino mientras tomaba su café del desayuno, vio un anuncio en el periódico diario de Twilight Times en el que una profesional de la salud mental ofrecía sus servicios como terapeuta. No hace falta decir que Xemnas se apresuró a recortar el anuncio y ponerse manos a la obra para concertar una cita.

El peliplateado se detuvo frente a un edificio igual a tantos otros de la ciudad pero que se distinguía por una placa sobre la puerta. Entró en él y llegó a una pequeña y acogedora sala de espera con un par de sofás con una mesa con revistas entre ellos y algunas plantas decorativas.

En vez de sentarse a esperar a que viniera alguien (el líder la Organización XIII era demasiado importante como para que le hicieran esperar) se digirió a la puerta del fondo, la única que había a excepción de por donde había entrado, y dio un par de golpes suaves pero firmes.

Ante todo educación.

Una voz femenina le respondió y entró dentro de lo que, si todo iba bien, sería la consulta dónde irían sus chicos.

- Buenos días, señor… -la joven desvió la vista un segundo para mirar un papel sobre el escritorio- Xemnas, ¿verdad? Yo soy Elena MacRay, un placer.

La mujer que se acercaba para saludarle no aparentaba más de veintipocos años. Llevaba el cabello cobrizo recogido en una coleta y vestía una sencilla camisa blanca y una falda lisa hasta las rodillas azul marino.

Parecía capaz y profesional pero no terminaba de gustarle que fuera tan joven, quería a alguien con experiencia para garantizar un buen resultado.

No dejando vislumbrar sus pensamientos sonrió con educación, estrechándole la mano.

- Encantado, soy Xemas. Hablamos esta mañana por teléfono.

La habitación estaba decorada con el mismo estilo sencillo que la sala de espera. El mobiliario se componía de un escritorio con un ordenador y una pequeña maceta con lirios sobre él en una esquina y varias estanterías con libros. Lo que más destacaba eran un par de pequeños sofás de color crema en el centro del despacho junto a una mesita de café.

Ah, y al fondo, casi olvidado, estaba el clásico diván de cuéntame-tus-problemas.

Aunque la decoración de ambas habitaciones le parecía sencilla y agradable él habría puesto muebles completamente distintos: añadiría muebles más modernos y quitaría las plantas y los cuadros con escenas de estanques y bosques de Monet por otro tipo de pinturas. No era un gran aficionado del arte, ese campo estaba más relacionado con Zexion, pero el colocaría La persistencia de la memoria, de Dalí o El grito, de Munch.

Básicamente porque la cara del monigote de El grito era la expresión que ponían sus subordinados, sobre todo Axel y Demyx, cuando veían la lista de tareas que les asignaba al principio de la semana.

Oh, era realmente divertido verlos así.

- Siéntese, por favor –devolviéndolo al presente, la psicóloga le señaló la pareja de sofás del centro de la habitación.

Al verlo arquear una ceja mirando el escritorio ella sonrió, casi divertida al ver que tenía la misma reacción que la mayoría de sus pacientes.

- El escritorio es una formalidad necesaria que utilizo para poner en orden las notas e historiales cuando estoy sola y he terminado las sesiones –explicó-. Prefiero un trato más informal y menos serio con los pacientes, he comprobado que se sienten más cómodos a la hora de hablar de esta forma.

Xemnas asintió, creyendo que esto sumaria puntos a la hora de soltarles la lengua a los incorpóreos. Eran muy reservados y eso era algo que no les convenía en este momento.

Se sentó en el sofá que no estaba ocupado por la mujer.

- Como le comenté por teléfono tengo intención de traer a mis subor… ejem, empleados… para ver si pueden solucionar ciertos problemas y pueden mejorar su rendimiento laboral.

- Bien. Las sesiones serán de forma individual menos si en algún momento considero oportuna alguna sesión grupal. ¿Le parece bien?

- Perfecto.

- Antes de que se me olvide, ¿ha rellenado las fichas con los datos personales que le envié por correo electrónico?

Xemnas sacó de su gabardina (ventajas de ser un incorpóreo. Podías convocar un arma extra grande o papeles sin preocuparte por el espacio) y se los ofreció.

- Gracias –Elena echó un vistazo rápido a las hojas- Veamos… Xigbar, Xaldin, Vexen, Lexaeus, Zexion, Saïx, Axel, Demyx, Luxord, Marluxia, Larxene, Roxas y Xion. Con usted son catorce, ¿no dijo que se llamaban la Organización III? –preguntó confundida.

- Sí, pero Xion es la becaria, no cuenta.

Ella asintió sonriéndole mientras le devolvía una de las hojas que le acababa de dar.

- No ha rellenado la suya, señor, le aconsejo que lo haga para conocerle mínimamente antes de empezar las sesiones.

A Xemnas le recorrió un sentimiento de pánico.

- N-No, yo no voy a participar –contestó rápidamente para escaquearse y escurrir el bulto.

La psicóloga soltó una risita y le ofreció un bolígrafo.

- No diga eso, ya verá que no se lo pasará tan mal. Le prometo que no dolerá.

Después de una pequeña discusión más típica de una madre con su hijo, Xemnas aceptó el bolígrafo y, con un ligero temblor de mano, comenzó a contestar a las preguntas con la sensación de que estaba escribiendo su testamento.

- De esto ni una palabra a nadie –advirtió serio.

- Lo que me digan es secreto profesional, no se lo diré a nadie, no tiene que preocuparse.

- No, si lo que le digan los demás me trae sin cuidado, como si lo publica en el periódico, pero lo que le diga yo se lo llevará a la tumba.

Ella volvió a reír.

- No se preocupe, no le diré nada a nadie.

Después de intercambiar un par de frases más el líder de la Organización dio como finalizada la visita y le estrechó de nuevo la mano en gesto de despedida.

- No se olvide de comunicarles que la sesión es mañana a las cinco de la tarde. Elija al que considere conveniente como primer paciente.

- Eso haré, muchas gracias –y para acallar su recién descubierta conciencia se vio en la obligación de añadir- Tenga cuidado con ellos.

Los ojos verdes de su ya oficial confidente brillaron con anticipación.

- Seguro que no será para tanto, estoy deseando conocerlos.

«Pobrecilla, no sabe lo que se le viene encima», pensó el incorpóreo casi con lástima.

Xemnas se despidió, decidiendo inmediatamente que la siguiente parada sería ir a por unos cuantos umbríos.

Algo le decía que a sus chicos no les haría ninguna gracia saber que a partir de mañana irían a terapia y necesitaría protección cuando llegara a casa y les explicara la feliz noticia.

Notas finales:

¿Cuál debería ser el primero? Votad por vuestro favorito :)


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