Yume era un chico medio diablo medio humano, pero tanto su cola como orejas, parecían de gato. Estas eran negras, al igual que su cabello, el cual llevaba casi siempre recogido con ganchillos. Su ojo derecho era azul y el izquierdo lila; con los cuales, según él, podía ver en la oscuridad. A pesar de ser un diablo, trabajaba como shinigami, ya que por lo visto mató a uno y tubo que pagar la condena. Frente a él y mirándole fijamente, estaba Matt. Un chico un poco mayor que él, de cabellos castaños y ojos miel. A diferencia de Yume, él no era un diablo, pero era el descendiente de un shinigami. Por lo que estaban más o menos igualados. Matt resopló, dando comienzo al “cortejo”, a lo que Yume respondió haciendo crujir la articulación de su hombro. El joven castaño lanzó algún que otro cuchillo, que Yume paró con la cola. Este peinó su flequillo con tres dedos y respondió lanzándole un shuriken, que arañó el costado del contrario. Matt gimió y se ahogó en un intento de tomar aire, por lo cual, comenzó a toser. Yume sonrió, parecía como si los dioses se hubieran puesto de acuerdo en que él sería el activo aquella vez. Aprovechando esto, echó a correr hacia él y de una leve patada en la rodilla, consiguió tenderlo en el suelo a su gusto. Se sentó sobre su espalda, mientras sujetaba sus manos con su cola; y este que ya había parado de toser, lo maldecía por lo bajo, refunfuñando sandeces.
- Oh~ ¿Qué te pasó americano?- dijo Yume con tono infantil.
- Cállate japonés de los cojones. Has ganado, ¿no es lo que querías? Pues empecemos con esto ya, y acabemos cuanto antes.
- Ne ne... Esto no funciona así, ¿sabes?- dijo esbozando una maléfica sonrisa, mientras lo ponía boca arriba e introducía su pervertida cola en el pantalón del castaño. Este no pudo evitar sonrojarse, al notar como algo peludo dibujaba formas circulares en la cabeza de su miembro- Vaya, vaya... ¿Cómo puede ser que estés así de duro con tan solo tocarte unos segundos de nada?
- C-cállate que... ¡Nh!- no pudo continuar, ya que el moreno había apretado el glande de su miembro con fuerza, cortando el paso de cualquier flujo que quisiera salir.
- ¿Dijiste algo?- rió, centrándose en esos ojos miel que lo miraban con temor y perversión al mismo tiempo.
- ¡Suéltame!-dijo intentado librarse de aquellas agobiantes manos que sujetaban las suyas, mientras su cola se movía con libertad por sus pantalones- ¡D-duele y no puedo... v-venirme!
- ¿Cómo se piden las cosas, Matt-chan?
- ¡Puto japonés de mierda, suéltame!
- ¡Ja!-Yume rió exageradamente, sonriendo aún con más maldad, mientras presionaba más fuerte- Ahora si que la has cagado...
- ¡Está bien!- dijo entre jadeos, con pequeñas lágrimas de dolor en los ojos- P-puedes meterla, pero... hazlo pronto. N-no creo que aguante mucho.
Yume comenzó a levantarse al mismo tiempo que soltaba el miembro de su “amante”. Este suspiró sintiéndose libre de nuevo. El moreno se puso de rodillas frente a su entrada, mientras agarraba las perneras del pantalón del castaño, para quitárselo. Este se dejó hacer, aunque tampoco es que tuviera muchas opciones. Suspiró al ver como Yume tomaba sus dos piernas y las empujaba hacia delante, mientras él echaba todo su peso encima. Entonces el moreno se relamió en introdujo tres dedos en su boca, que sacó unos segundos más tarde. A Matt se le cogió un nudo en el estómago, nunca había dejado que Yume fuera el activo y ahora lo iba a pagar caro. Cerró los ojos con fuerza, al notar un dedo presionando su entrada. Tras empujar bastante, logró introducir el dedo por completo. El castaño pudo asegurar sentir un agudo dolor, cuando comenzó a moverlo de arriba a abajo. Gimió de dolor, por no llorar, hasta que comenzó a notar más espacio entre él y el dedo. Entonces vino un segundo intruso, así que todo volvía a resultarle molesto de nuevo.
- Ne... Matt, eres tan estrecho... ¿No me digas que... todavía eres virgen?- dijo riendo entre dientes.
- A-a diferencia de t-ti, yo siempre h-he sido el activo- le devolvió la sonrisa.
- No cantes victoria tan pronto...
Matt no supo que tenía tres dedos en su entrada, hasta que no los notó salir por orden. Yume se echó sobre Matt, apoyando sus piernas en sus hombros. Este no supo que estaba pasando, hasta que no notó algo húmedo presionando de nuevo su entrada. El moreno agachó la cabeza y la hundió en el pecho de Matt, desconcertándole un poco. - Como no... T-tan estrecho...- se quejó el moreno. Yume se abría paso poco a poco, no sabía quien de los dos estaba sintiendo más dolor en aquel instante. Matt no dejaba de apretar los dientes, mientras sin darse cuenta, dejaba caer cientos de lágrimas. Cuando entró por completo, Yume levantó la cabeza y lo miró a los ojos con... ¿cariño? Era imposible, ¿cómo se iba a mostrar ese japonés cariñoso ahora? La de veces que se lo había apretado sin importarle y ahora iba él, e iba a tener cuidado. Aquello no podía estar pasando. ¿Acaso el japonés estaba enamorado de él, como Utamine Lala había afirmado?
- Ne, ¿en qué piensas?
- ¡Yume!-dijo el castaño rodeándole el cuello con los brazos.
- Ugh... ¿Q-qué haces?- dijo tratando de aguantar el peso de los dos sobre sus brazos.
- Solo dime una cosita...- dijo en susurros con una voz sensual, que hizo que se le pusiera más dura todavía y esto lo notara Matt, soltando un leve gemido- Ah... Tú... ¿Me amas?
- ¿Si digo que sí me dejarás continuar?
- Di la verdad y te dejo que hagas lo que quieras. Dime sí o nh...- sin dejarle terminar la frase, Yume comenzó a besarle.
El beso se hizo más lento cuando Yume comenzó a embestirle suavemente, haciendo que este gimiera y acallara sus gritos en los labios del moreno. Entonces al tocar cierto punto, el castaño gimió más que nunca. Allí estaba, Yume había encontrado el punto G del castaño. Sabiendo el lugar exacto, comenzó a embestirlo más rápido y profundamente. Consiguiendo que este, tardara poco en venirse.
- ¡Japonés!-se quejó el castaño al notar como un líquido caliente lo inundaba por dentro.
- ¿Qué?-rió pervertidamente.
Yume salió de Matt y se tumbo a su lado. Era increíble, pero este ya estaba medio dormido. Aprovechó esto y se acurrucó a su lado, mientras estiraba los puños de su sudadera y se encogía como un niño pequeño. Entonces para su sorpresa, el que parecía dormido, lo rodeó con los brazos y le besó la frente. Mientras le decía- ahora eres mío. Yume refunfuñó y hundió su cabeza en su pecho, sacando una inocente risa del castaño.
FIN ?