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Kiss por Gaara_Uchiha

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Notas del capitulo:

Segundo capítulo de Kiss. 

Disfrútenlo.

Ki Bum nunca antes había estado tan felíz de que fuese viernes, ¿la razón? Aquella era una pregunta muy fácil de responder: el día anterior, muy temprano, a eso de las 7: 15 a.m. aproximadamente, había recibido una llamada inesperada de uno de sus mejores amigos desde que tenía memoria, ¿y quién era este chico? Choi Min Ho, un muchacho alto, de cabello negro y grandes ojos, unos pocos meses más joven que el rubio. Le había contactado para informarle que al día siguiente iría a Seúl con los demás amigos del de cabello claro y por ende, también amigos suyos. Esa noticia, sin duda alguna había alegrado la mañana de Ki Bum, quien a pesar de haber tenido una semana pesada llena de exámenes, trabajos y demás, se las había arreglado para adelantar algunas cosas.

 

En ese momento le importaba muy poco el nombre del primer productor de cine en Corea del Sur, la clase del profesor de Cinematografía II le interesaba en lo más mínimo, solo estaba concentrado en las agujas del reloj que parecían estar en su contra y esa tarde se movían a una lentitud que estaba logrando desquiciarlo. El tic tac le estaba alterando de sobremanera, eso y el incesante sonido de la punta del rotulador negro al hacer contacto con la blanca pizarra acrílica. Cuando el maestro se dio la vuelta para continuar con su clase, el rubio únicamente llegó a captar el movimiento de sus labios, el sonido había desaparecido por un instante y no fue hasta que escuchó su nombre, que volvió a la realidad. ¿En serio había llegado a ese grado de ensimismamiento?

 

—Kim Ki Bum, le he hecho una pregunta —la voz del hombre resonó en la cabeza del aludido, que le miraba con una expresión indescriptible en sus ojos. Estaba confundido y eso el profesor lo sabía pues dejó escapar de su boca un gruñido—. ¿Siquiera estaba prestando algo de atención a mi clase? —silencio era lo que recibía por parte del blondo. Los alumnos le miraban, algunos reían con disimulo y otros balbuceaban sin parar.

 

Estuvo a punto de entreabrir sus labios para decir un par de cosas, no obstante toda palabra que quisiera salir de su garganta se esfumó en el momento en el que el timbre de salida empezó a sonar. Suspiró aliviado, acomodó sus lentes con un pequeño y suave empujoncito en el arco que sujetaba ambos armazones y se apoyaba en su nariz, recogió sus cosas y se levantó de su asiento, disponiéndose después a retirarse rápidamente del aula, perdiéndose entre los estudiantes se amontonaban en la puerta, sin darle al maestro la oportunidad de regañarle.

 

Caminando entre los corredores, daba gracias a todo ser divino existente —y al que no, también—, por el ruido ensordecedor de la campana que indicaba el cambio de materia, que en su caso era el que le decía que ya debía irse a su hogar. Y es que él no quería que un anciano malhumorado le arruinara la tarde, no esa.  Ya fuera de la universidad, observó por pura costumbre el reloj que traía colgando de su muñeca, seguidamente sacó su teléfono celular del bolsillo izquierdo de su pantalón y una sonrisa se instaló en sus labios cuando al presionar la pantalla táctil, un mensaje se abrió dejando ver su contenido. El remitente era uno de sus amigos: Lee Jin Ki, quien le decía que ya todos le estaban esperando en casa. Guardó el aparato en el lugar correspondiente y seguidamente, se decidió a avanzar hacia la carretera, aprovechando que el semáforo estaba en rojo. No contó con que antes de que pusiera un pie en el asfalto, de la nada salieran un par de chicos totalmente desconocidos para él. Cuando se dio cuenta de lo sucedido, se hallaba totalmente inmóvil de brazos y piernas puesto que ambos jóvenes le sostenían las extremidades, tenía una muy mala suerte ya que de las pocas personas que ahí habían, ninguna tenía la intensión de auxiliarle, en vez de eso, miraban la escena divertidos.

 

—¿Eres el chico nuevo, no es así? —no pensaba responder a la pregunta que le hacía el más corpulento, pero si hubiese querido contestar, no podría haberlo hecho debido a que el segundo muchacho, aquel que asía sus piernas, habló casi de inmediato.

 

—¿Te gusta el agua? ¿Qué opinas de un baño en la piscina del club de natación —al escuchar eso de parte del delgado de cabello negro, sus ojos se abrieron en demasía. Genial, llegaría tarde y además, mojado. Creía que era en vano replicar cualquier cosa, de una u otra forma esos dos terminarían llevando a cabo su cometido y en todo caso, las exclamaciones de los otros alumnos presentes, que les incitaban a realizar la broma, no le daban ninguna esperanza de salir ileso de eso. Suspiró cansinamente ante la situación, limitándose a dedicarle una mirada llena de desprecio al pelinegro, quien como respuesta a ese gesto, rió burlonamente.

 

Aún se le hacía irreal que con tanto alboroto, los profesores hubiesen pasado desapercibido todo aquello. De un momento a otro se encontraba cerca de la pileta, en la orilla, para ser exactos. Su cuerpo era balanceado una y otra vez y lo único que tenía en mente era cerrar sus ojos y aguantar la respiración cuando fuese soltado por las manos que le apresaban, tenía que ser preciso para así impedir que el agua entrara a sus pulmones, asimismo debía proteger sus anteojos, no es como si tuviese el dinero para costearse otros, ¿lo lograría?

 

—Cinco, cuatro, tres... —lo que le faltaba, ahora además de ser espectadores de tan emocionante acontecimiento, también habían comenzado una cuenta regresiva—, dos, uno y...  —sus ojos se cerraron con fuerza y al instante contuvo la respiración, sin embargo ese "cero" nunca llegó a sus oídos.

 

—¿Qué creen que están haciendo? —una voz severa se hizo escuchar, pero no, no se trataba de algún docente, sino de otro estudiante, claro que el rubio no pudo percatarse de eso ya que a causa de la impresión, el de cabello negro y el chico fornido le dejaron caer, haciendo que su cuerpo entrara de lleno al agua, empapándose inevitablemente. Risas era lo que espera escuchar a continuación, y se extraño sin duda alguna al no hacerlo. ¿Qué estaba pasando allá afuera? ¿Habría sido el director? Esas eran solo algunas preguntas que rondar por su mente durante el tiempo que le tomó llegar a la superficie y agarrarse de los barrotes de la escalerilla, respirando agitadamente, más que desorientado—. Son unos tontos —una mano le fue tendida, su mirada se posó en esta por unos segundos, ascendiendo hasta toparse con el rostro de quien al parecer, le estaba ayudando. Lo dudó, dudó si era correcto tomar su mano, ¿qué tal si era otro de aquellos graciosito? Todos esos pensamientos se esfumaron su mente cuando sus ojos se toparon con esa sonrisa; se veía sincera, por eso posó su palma en la contraria, impulsándose con ayuda de su otra mano, que rodeaba los bordes de la escalera.

 

Estando fuera de la piscina, una gélida brisa le hizo estremecer, tiritó sin poder evitarlo y sus brazos rodearon su propio cuerpo por inercia con la vana intensión de brindarse calor a sí mismo. Queriendo obviar las sensaciones que abordaban su anatomía, comenzó a caminar en dirección a la salida del instituto.

 

—Hey, ¿a dónde vas? —preguntó el de piel morena y cabello negro, Ki Bum se giró sobre sus talones, sus labios temblaban al igual que todo su cuerpo.

 

—A casa —dijo sin más, volteándose de nuevo, aunque la acción se hubiese visto mejor si no pareciera gelatina. El contrario se acercó a él rápidamente, al mismo tiempo que se despojaba de su chaqueta de cuero café y la colocaba sobre los hombros del de cabello claro.

 

—Al menos pudiste decir gracias —bromeó tomándose la libertad de pasar uno de sus brazos por la espalda del más bajo y posar su mano sobre la cintura de este—. Te llevaré a tu casa —le dijo, a lo que él se rehusó rotundamente en silencio, alejándose del otro y quitándose la prenda ajena de encima.

 

—No, gracias —hizo énfasis en la última palabra a la vez que le entregaba la chaqueta al de mayor estatura. Así inició su caminata de nuevo.

 

—Solo quería ayudar —dijo en voz alta, aproximándose de nueva cuenta al chico empapado—. Mira, te llevaré a casa antes de que te dé una pulmonía —no era una sugerencia ni nada parecido, él lo había dictaminado y lo cumpliría. Haciendo caso omiso a lo dicho por el blondo, una vez más le colocó la prenda de cuero sobre los hombros y tomándolo con firmeza, pero al mismo tiempo con suavidad, se lo llevó casi a rastras de ahí, conduciéndolo hasta su auto estacionado en el sitio correspondiente dentro de la entidad—. Sube —Ki Bum le miró desconcertado y con el entrecejo arrugado cuando el pelinegro dijo aquello con esa voz autoritaria, a la vez que quitaba la alarma del vehículo.Con detalle observó el automóvil, deteniendo su mirada en los vidrios ahumados de las ventanas, eso no pintaba nada bien—. Los bajaré si eso quieres —era más que seguro que el moreno había captado la indirecta. Refunfuñando por lo bajo y logrando con eso hacer reír al contrario, accedió y se introdujo en el auto. Sonriendo por haber obtenido lo que quería, el de negra cabellera rodeó el vehículo y tomó el asiento del copiloto, encendiendo el motor y bajando las ventanas—. Soy Ok Taec Yeon —se presentó ya fuera de la universidad, con la vista en el camino, pero mirando de reojo al chico a su lado de vez en cuando.

 

—Kim Ki Bum —su nombre fue lo único que fue emitido por su parte, a excepción de la dirección de su vivienda. El viaje fue largo y silencioso, demasiado para el gusto de Ok.

 

Al percatarse de que habían llegado por fin, y que el auto se había detenido cuando el rubio lo indicó, este mismo se dispuso a abrir la puerta, procuraba salir inmediatamente de ahí, mas una mano que sujetó su muñeca, le detuvo. Giró su rostro confundido y se encontró con la mirada del que se hacía llamar Taec Yeon, sintiendo cómo de repente, y por una razón que desconocía, la sangre se agolpaba en sus mejillas.

 

—Hay una fiesta mañana, ve conmigo —pidió con una sonrisa y sus ojos fijos en los contrarios—. Será tu forma de agradecerme ya que al parecer no gustas de decir ''Gracias'' —al decir lo último, una pequeña risa salió de su boca—. ¿Qué dices —Kim le miraba dubitativo y con el ceño fruncido—. No te dejaré ir hasta que no aceptes —un suspiro cansino se escapó de los labios del rubio, quien aceptó finalmente con un asentimiento de cabeza—. Pasaré por ti a las ocho —musitó soltándole.

 

—¿Puedo llevar a unos amigos —preguntó quitándose la chaqueta de sobre los hombros.


—Si quieres —contestó Taec Yeon. Ki Bum dejó la prenda sobre el asiento cuando salió de ahí, seguidamente, cerró la puerta—. Hasta mañana —el más bajo volvió a asentir, viendo cómo el otro se alejaba de su vista. Mordió su labio inferior y se dirigió hacia la puerta de su hogar, algo le decía que quizás, solo quizás, había cometido un error.

Notas finales:

Espero que les haya gustado.

 

Mi twitter para más información(?):

@ChocoGaaDeLimon 


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