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Delirios de un doctor vacío... por Lunabetz

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Notas del capitulo:

Espero les guste, es mi primer fanfic yaoi, extrañamente de esta pareja, me gusta mucho el ZoSan, pero decidí intentar escribir algo diferente. Cierta persona despertó mi interés por los fanfics, y me animé a subir uno :)

 

Disclaimer: One Piece y sus respectivos personajes son propiedad de Eiichiro Oda, All rights reserved.

Delirios de un doctor vacío…

Mirando hacia la deriva después de surcar tantos mares, su mundo apremia, se encierra y embelesa con una belleza marina impresionante. El viento ondea sus cabellos que sobresalen de un gorro curioso. Cierra los ojos al sentir el viento e imagina que ese roce es el de “él”, esa persona que acaba de conocer, pero que le ha robado miles de suspiros con cada instante que pasa con él.

Recuerda el resplandor dorado de su cabello, recuerda su mirada, el brillo latente de sus ojos que lo hace perderse en aquellos tonos suyos. Recuerda su porte y su elegancia, propios de un caballero del mar. Y sonríe ante tales recuerdos ladeando un poco la cabeza y cerrando los ojos.

Recuerda ese ligero momento en el que lo encontró sin compañía alguna, solo, con el sonido de sus pensamientos; recuerda haberse acercado a él silenciosamente (aunque sabía que poseía haki gracias a la información que le proporcionó su aliado, seguramente ya se había dado cuenta de su presencia, pero no hizo nada para interrumpir ese momento), caminó ligeramente hacia él observando su espalda ligeramente curvada al preparar los alimentos del diario. Tenía muchas dudas y preguntas en su mente, esperaba que él las resolviera. Su mano se deslizó para acariciar la calidez de esa persona delante de él y acercar su cuerpo para sentir su contacto. Podía ver sus dorados cabellos más resplandecientes que nunca. Buscó acariciar su cuello con su barbilla, mientras olfateaba se olor tan característico que ese chico le proporcionaba; como respuesta, él dio un respingo y un suspiro salió de sus labios al sentir el contacto de la persona que se encontraba detrás.

—Trafalgar…—pequeños suspiros salían de sus labios en lugar de palabras.

Hubo un silencio incitador…Law buscó con desesperación el rostro de ese rubio tan perspicaz y lo giró hacia él, para sí mismo, sus ojos negros se fundieron con el azul que buscaba desesperadamente esa firme mirada…

—Sanji-ya—un susurro tan alentador que sólo el chico rubio pudo escuchar. Sus palabras resonaron en el vacío y se perdieron.

—¿Q-qué haces aquí?—el otro parecía haber vuelto a la realidad.

—Nada en particular, —besó el oído de su rubio, ¿su rubio?, esas eran palabras muy fuertes para alguien que ni siquiera conocía bien—me encargo de que jamás olvides estas sensaciones.

—Eres muy confiado—pero por alguna razón no podía apartar la mirada de aquellos ojos negros que lo consumían.

—No tanto como tú Sanji-ya.

Y lo abrazó sin perder ese contacto visual.

—¿Te gustan los abrazos?—preguntó Sanji acercándose al doctor.

—No.

Respondió secamente, pero cautivadoramente el poseedor de los ojos negros sin dejar de mirar cada expresión de ese rubio.

—Entonces, ¿por qué me abrazas?

Law sonrió, pero no respondió enseguida, y al contrario de lo que pensaba Sanji, lo abrazó más fuerte y se mantuvo así acomodó su cabeza en el pecho del doctor como si no deseara que eso terminase nunca. Law bajó un poco la vista y respondió:

—Porque eres tú.

Sanji levantó la vista para encontrarse con sus ojos.

—Eso no justifica nada.

Una mezcla de intensos sentimientos emergieron en la mente del rubio, ese doctor era contradictorio, era molesto, era cautivador, era embriagador, despertaba ciertas emociones que nunca creyó experimentar. Una pequeña sonrisa se le escapó y pronunció su nombre delicadamente…

—Trafalgar…—su pequeño sueño tenía que desvanecerse—…es suficiente.

Y lo alejó de él un poco, poniendo fin a ese momento incómodo.

Si en algún lugar alguna especie de poder concediera deseos, Sanji deseaba que ese momento nunca terminara.

—Sanji-ya—Law lo miró desconcertado, pero entendió la indirecta, eran los pensamientos de Sanji los que no lo dejaban amarlo—tú…

Se volvió a acercar a él.

—Tú perteneces aquí. —Y tocó sus propios labios, humedeciéndolos un poco.

—¡Ah!—Y Trafalgar disolvió sus dudas besando a Sanji plácidamente.

—Te has convertido en una pasión que no puedo controlar.—Los ojos negros del doctor no mentían, ni lo harían con esa persona que más que haber robado muchas noches de desvelos para sí, había tomado una parte de su propio ser con cada detalle, fervientes deseos plagaban su mente esos momentos.

—Te has convertido en mi delirio y en la razón por la que mi mundo ha sido desbocado. —Suspiró en sus labios que Sanji buscaba alocadamente— eres la razón de que mis pecados no sean más que simples fantasmas ante tu presencia, que mi voz grite internamente sólo tu nombre, eres la razón por la cual quiero escapar de esa prisión que me atormenta, eres ese rayo de luz que le da calidez a mi pobre existencia. ¿Acaso debo renunciar a este momento y a esto que siento?—Suaves palabras, suaves destellos hacían vibrar y retumbar lo más profundo del chico de cabellos dorados. Esas palabras, eran devastadoras, arrasaban con todo, acababan con su templanza, acababan la poca cordura que le quedaba, no podía más que perderse en esa intensa mirada que pedía a gritos adentrarse en su mente y en su corazón. Más sin embargo, la realidad volvió.

—Debes… hacerlo—cerró sus ojos con fuerza apartando todo sentimiento de culpa o pasión—de lo contrario saldrás lastimado…

—Entonces dímelo a los ojos— el tono de voz del moreno era frágil, pero seguro. Su mano derecha acariciaba la mejilla pálida del rubio. Sus ojos cerrados le hacían creer que eso no se trataba más que de una mentira que su Sanji construía sin creer en ella. Giró su rostro para encararlo y besó sus párpados—dime que eliminarás todo sentimiento que tenga por ti y lo arrancarás para siempre, entonces y sólo entonces, no volveré a pensar en ti.

Sanji abrió los ojos al sentir los delicados labios del otro muchacho en su piel. Se derretía, sus manos temblaban sin control alguno. Quería huir pero no podía, su cuerpo no le respondía. Su mente lo engañaba y su corazón lo arrastraba a sentir, a responder con otra caricia igual a las de él.

—No me ames— “No, eso no es lo que quería decir, no de esa manera”—no puedes amar a alguien como yo que no puede ni ver tus ojos. No puedes venir y decir que me quieres y esperar que yo caiga en tus brazos como si fuera una mujer desesperada.

—Nunca quise eso—Law abrazó con más fuerza a Sanji que no impidió el contacto—nunca he querido que tu caigas en mis brazos y no lo querré jamás. —Miró los labios de su compañero y los besó impregnando su aroma y aquello que no podía expresar con palabras—lo único que quiero es que aceptes que te amo sin esperar nada a cambio. Lo único que quiero es protegerte y llenar tus días de aventuras y sonrisas.

—¡Ya basta!—Sanji lo apartó de golpe pero eso no era lo que quería hacer, no quería que Law se alejara de él ni un segundo. Entonces, ¿por qué lo alejaba más y más?—Deja de hacerme sentir esto y vete de una vez. Luffy no merece que le hagamos esto.

Un extraño ruido se escuchó cerca.

—Si lo dices por mí Sanji, yo ya hablé con Torao y estoy de acuerdo en que ustedes dos…. ¡ah! ¡Eso duele Nami!— La pesada voz de su capitán resonó desde la puerta.

—¡¡Luffy!! ¡Deja de entrometerte en cosas que no te importan!— Gritó Nami hecha una furia repartiendo golpes a diestra y siniestra por todo el lugar. Los dos chicos se miraron perplejos.

—¡Ah!, lo siento, chicos—pidió Nami que los miraba desde la puerta tratando de que la cabeza de Luffy pasara desapercibida— Torao, puedes continuar con tu declaración a Sanji-kun.

¿Declaración?

—¿Todavía no se declaran?—Más voces se escucharon en el lugar—ya llevamos media hora con un discurso tan cursi, ¿y todavía no se dicen nada?

¿Pero qué mierda?...

—¡Ustedes!—Nami estaba frenética. Lo único que pudieron escuchar Law y Sanji fue como todos aullaban de dolor al recibir el “tratamiento” de la navegante.—¡Y será mejor que no vuelvan!

Aullidos de dolor se escucharon a lo lejos y reclamos por parte de todos los miembros del barco que no podían quedarse debido a la furia de Nami. Escucharon a Chopper sollozar, a Franky decir un: ¡Súper romance!, a Usopp decir: Tengo-la-enfermedad-le-tengo-miedo-a-Nami, a Brook decir: ¿Puedes enseñarme tus…? Que fue callado por un golpe magistral, escucharon a Zoro decir: “Maldito cocinero, siempre tan indeciso” y poco a poco se fueron dispersando.

—Lamento la intromisión—apremió Nami con una sonrisa de oreja a oreja mirándolos a ambos—no volverá a pasar. Bueno, creo que debo irme de inmediato. Y Sanji-kun…

Sanji se estremeció al escuchar su nombre de los hermosos labios de la navegante, inmediatamente dos corazones surcaron sus ojos llenos de ensimismamiento:

—¡¿Sí, Nami-swan?!—respondió felizmente bailando como siempre. La chica le sonrió, miró a Law y después lo miró a él:

—Sé honesto contigo mismo.

¡¿Cómo?! ¿Qué le había dicho su adorada chica, que fuera honesto consigo mismo? Dos lágrimas gruesas brotaron de sus ojos, pero inmediatamente se deshizo de ellas. Entre lagrimeo y lagrimeo pudo ver una sonrisa de satisfacción en Nami y posteriormente él también sonrió y le contestó:

—Sí, Nami-san, gracias por todo.

La chica dio media vuelta y desapareció.

Sólo quedaban ellos dos.

Un silencio envolvente se hizo presente; ninguno de los dos se miraba a la cara, ninguno decía ninguna palabra. Fue como si todo lo anterior a la interrupción de los mugiwaras se hubiera desvanecido, lo único que había quedado eran las palabras de aliento de Nami. Law no pudo evitar sentir un latigazo de esperanza cuando vi la reacción de Sanji al decir la chica tales palabras. Sanji fue el primero en hablar:

—Así son…siempre—sonrió un poco y se pronto sintió un cálido ambiente muy familiar que lo confortaba—, se preocupan demasiado.

—Son buenas personas—comentó Law sin saber cómo reanudar su anterior conversación—saben que eres un miembro especial para ellos, lo único que quieren es verte feliz.

¿Qué insinuaba Law?

—Bueno, Sanji-ya, lamento la interrupción—No, el rubio no quería que Law se fuera. Sintió cómo sus labios estaban a punto de gritar que no lo dejara solo, pero no reaccionaban, si lo dejaba solo, si no aclaraba esas dudas y esos sentimientos que lo carcomían por dentro, terminaría perdiéndolo. Tenía que ser honesto consigo mismo, justo como Nami-san se lo había dicho justo antes, Law se dio la vuelta dispuesto a irse, Sanji movió un brazo—es momento de retirarme, te dejo hacer tus deberes.

Hubo un fugaz momento lleno de indecisión y de pesadez, un momento donde ninguno de los dos supo lo que pasó. Lo único que sabían…era que hacían lo correcto.

Sanji besó a Law con una intensidad, como si estuviera a punto de perderlo, como si la vida fuera a terminar después de ese beso, como si sus pensamientos no dijeran nada más excepto: “Quédate aquí conmigo y no me abandones”. Law correspondió el beso, pero lo hizo de una manera tan abrasadora y fulminante. La lengua del moreno se apoderó de la boca del cocinero, se apoderó de sus emociones, se apoderó de su vida misma.

—Law…yo—Sanji interrumpió un poco el beso para poder pronunciar su nombre y decirle cuánto lo deseaba, cuánto deseaba estar con él y sólo con él; que deseaba fundirse en su aroma y en su piel, no soltarlo, ni dejarlo escapar nunca—mmm…

Pero como el agua apaga el fuego, Law lo volvió a dominar, extenuante, triunfador; en su pecho no cabía felicidad más inmensa que la de hacer delirar a ese chico rubio que pronunciaba su nombre con tanta dulzura de irradiante pasión.

—Sanji-ya—lo miró a los ojos buscándolo, tratando de apaciguar un terrible, e impaciente deseo de devorarlo por completo, ese deseo voraz que había comprimido mucho tiempo y que por fin amenazaba por liberar. —No puedo, no puedo evitar mirar tus ojos y perderme entre tu mirada, me tienes hipnotizado, me tienes a tus pies—Law colocó una mano de Sanji en su pecho— mi corazón late así por ti, que eres el dueño y el causante de estas pulsaciones que me vuelven loco, que me delatan, que me estremecen…

Para su sorpresa, Sanji lo besó para callarlo e inmediatamente le dijo:

—Entonces debes escuchar el mío—tomó ligeramente la cabeza de Law y la dirigió a su pecho. Esos sonidos, parecidos a los de un pequeño tambor interno se agitaban con violencia, con ímpetu, Law se maravilló y besó esa zona de su pecho—ni un solo segundo ha dejado de hacer ese sonido desde que estás aquí. ¿Entiendes?—Law lo miró con un brillo en los ojos que hicieron sonrojar a Sanji—No me gusta decir esto, pero, por tus palabras—lo besó, acto que Law amó y aprovechó para tirarlo en la mesa de la cocina—tus acciones—la ropa comenzaba a dispersarse por el suelo—he sido cautivado. Tus besos me excitan, tu aroma me esclaviza, mi cuerpo ama esas sensaciones, mi mente activa mis sentidos y tú eres el único culpable.

—Heh, ¿entonces qué es lo que sientes por mí?

—¿De verdad quieres saberlo?

—Sí, más que nada en el mundo.

—Yo…te amo—Law ensanchó su sonrisa aferrándose a los brazos de ese rubio que tanto le tocaba el corazón, Sanji sonrió y agregó—, pero también te quiero en mi cama…

Ambos se miraron con picardía.

—Así que quiero hacerlo contigo todo el día y toda la noche.

—¿Y si me niego?—Law lo retó con un tono provocador.

—No lo harás…

—Entonces empecemos…

 

¡BUM!

Mitad de la cocina quedó hecha trizas, miles de escombros salieron volando por todos lados y una cortina de humo se hizo presente en el lugar. ¿Qué demonios? ¡¿Ahora qué?! Law ayudó a Sanji a levantarse entre semejante alboroto y se dio cuenta de que ambos habían quedado carbonizados —literalmente color carbón— y Sanji se rió de él a carcajadas.

—¡Ja, ja, ja!

—¡¡Luffy, Usopp!! ¡¡Les dije que no quería verlos aquí, ahora la cocina es un caos!!— Nuevamente Nami-san armaba un escándalo con ese par, que al parecer habían sido los causantes de la explosión.

—¿Sanji, Torao, ¿están bien?—Preguntó Nami muy preocupada.

—¡Ja, ja, no te preocupes Nami-san estamos bien—dijo el cocinero sonriente, mientras Law tenía una cara tan seria, parecía que contenía sus impulsos de salir y echarles bronca a esos dos que habían arruinado su momento. Y vaya que se contenía, pero cada vez le costaba más trabajo.

—Sin comentarios. — Dijo Sanji.

—¡¡Nami-ya!! ¡¿Hay algún lugar donde Sanji-ya y yo podamos hacer el amor en paz?!—Gritó Law tratando de no sonar más desesperado de lo que estaba.

Nami primero se sorprendió y después comenzó a reír a carcajadas.

—¡Ja, ja!, no, en este barco nunca se está tranquilo ni por cinco segundos. — Law se petrificó ante esa respuesta— tendrán que buscar un hotel, suerte a los dos.

Y la chica salió dejando a Law y a Sanji con los trajes respectivos llenos de hollín y polvo, solos y desesperados, Sanji  rió, después de todo, sabía que no iba a poder saciar su deseo tan fácilmente y mucho menos en su sagrada cocina.

—Sanji-ya…

—Ha, ha, ¿qué?

—Prométeme que para la próxima, estaremos muy lejos de aquí.

—No te prometo nada.

Y así terminó su primera declaración de amor, el amor familiar de los mugiwaras va más allá de lo que se imaginan. 

 

FIN

Notas finales:

¿Qué tal?, espero les haya gustado, nos leemos en otra ocasión :)


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