La primera vez fue relativamente sencilla.
Kibum realmente no necesitó de mucho esfuerzo para poder persuadir a su mente, y a su cuerpo, de no actuar en ese instante frente al chico de sus sueños. Se limitó, simplemente, a mantener cerrados los labios justo en el momento en que Jonghyun volvió a los dormitorios aquella noche, aún cuando estaba muriendo por dentro de la sensación tan embriagante que le generaba el observar a su mejor amigo sonreírle.
Porque Jonghyun le estaba sonriendo a él.
Única y exclusivamente a él.
Suspiró con apenas una imperceptible sonrisa en sus labios, sintiendo la debilidad latente en sus músculos a punto de hacerle caer; su corazón latiendo desbocado y el estómago hecho un mar de nervios. No podía dejar de pensar en la maravillosa sensación de placer que recorría sus venas cada vez que le veía pasar delante de él.
En la cocineta, en los dormitorios, en el cuarto de ensayos o en el escenario. Cada vez que Kibum volteaba a verle, Jonghyun tenía en su rostro esa hermosa y seductora sonrisa que tanto revuelo le causaba en su interior.
La siguiente vez, fue mucho más simple de lo que esperó.
Esa mañana al despertar, encontró a Jonghyun en la pequeña cocineta del departamento, tomando su desayuno tranquilamente y sin prisas, como cada mañana lo hacía sin falta con una taza de té con leche en su mano izquierda, mientras leía la sección de tiras cómicas del periódico matutino.
Jonghyun rió sonoro, tan fuerte que casi cae de la silla en donde se encontraba al no poder mantener el equilibrio por la risa generada. Sus perfectos dientes asomándose por entre la curvatura esponjosa de sus labios, siendo apenas tocados por la punta de sus dedos cortos. Kibum observaba la escena atentamente desde lejos, sin querer interrumpir el sonido armonioso de su risa, del deleite que causaba a sus oídos con ese tono de voz tan característico en él.
Qué infantil.
Key pensó al verle reír descaradamente y sin pena; a veces era que no podía entender del todo lo que pasaba por la mente de aquel chico ruidoso, del cómo podía encontrar, hasta en la más mínima cosa, un motivo para carcajearse sin pudor.
Una tierna sonrisa había nacido de sus labios en forma de corazón, cerrando sus ojos, ensoñándose con la vívida imagen del chico de cabello castaño siendo tan feliz por algo tan pequeño como lo era un simple trozo de papel con dibujos.
Mantuvo su vista en cada movimiento que su mejor amigo realizaba, observando y repasando las manías que el mayor tenía; sus expresiones, sus modos, sus gestos. Key en realidad no sabía si aquello le causaba más ternura que emoción, o más gracia que pena ajena. Sólo sabía que Jonghyun era un caso demasiado curioso de la naturaleza, y era esa una de las razones por las cuales ahora estaba en ese estado de embeleso ante él.
Más tarde, esa misma noche, los dos quedaron recostados sobre el sofá de la sala mientras prestaban atención a la televisión, a una de esas tantas películas de fantasía que a Jonghyun tanto encantaban.
Kibum le miró; Jjong estaba demasiado emocionado, y atento, a una escena donde aparecían esa clase de personajes salidos de la imaginación, que le hacían sonreír como si estuviese pisando el mismo paraíso.
Key pensó entonces que aquello era la cosa más hermosa que jamás hubiese visto. Era demasiado simple, la belleza más natural estaba frente a sus ojos.
El rubio suspiró fuertemente, sin quitar la vista de su mejor amigo. Le observó, cada detalle de su rostro y el modo en que tocaba su oreja derecha como una costumbre inconsciente.
“Piensa tres veces antes de actuar, Kibum, es lo que siempre dices”
Key exhaló casi de manera imperceptible esta vez, mordiéndose suavemente el labio inferior cuando la sensación de nervios llegó a sus venas.
Sonrió.
Movió lentamente su cuerpo, muy cerca de donde se encontraba el mayor, sólo lo suficiente para poder acercarse a su rostro, para que pudiese dejar un suave e inocente beso sobre su mejilla.
El contacto de sus labios contra la piel de su mejilla, cálida y tersa, percibiendo el sutil aroma de su colonia llegar hasta su nervio olfatorio.
Sólo un toque, de no más de dos segundos de duración, rápido pero conciso porque sabía que esta era la oportunidad perfecta, y quizá, la única que tendría de ahora en adelante.
Quizá.
Jonghyun se mantuvo quieto en ese instante, conservando la respiración durante algunos segundos. Giró el rostro hacia Kibum, sonriéndole con la expresión más feliz y satisfecha que el rubio hubiese visto jamás. Sin embargo, fue su propio rostro el que de inmediato se sintió sonrojar cuando Jonghyun correspondió el beso de la misma forma.
Mismo lugar, misma intensidad, misma intención.
Sí.
De hecho, la tercera vez había sido la cosa más fácil del mundo.