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Las tres muertes de Kim Jongin. por ItsLexyChan

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Notas del fanfic:

Antes que nada quiero confesar que mi integridad fisica corre peligro al subir este fanfic, ya que se suponía que debería estar escribiendo la continuación de un fic que tengo entre manos y que cierta persona (que ya sabe quien es) me viene exigiendo desde hace semanas. Tu, se que me perdonarás porque me sarangheas mucho.

Dicho esto, por favor leed mis gilipolleces depresivas. 

Notas del capitulo:

Ahora mismo son exactamente las 1:37 am, mañana (mejor dicho hoy) tengo que levantarme a las 7:50 am eso son 6 horas, 13 minutos y bajando. Sé que esto no os debe de interesar pero me gusta torturarme pensando en las pocas horas de sueño que me quedan. 

(Si, estas son mis ''notas del capítulo'')

Corazón, alma y cuerpo. Tres cosas imprescindibles para el ser humano. Se puede vivir sin una de ellas, dos a mucho estirar (si se puede considerar aquello vida), pero cuando un humano las pierde todas, sólo le quedan dos opciones…

Una es la resurrección.

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Había veces en las que Jongin se preguntaba a sí mismo por qué seguía con todo aquello. Otras veces simplemente ni se paraba a pensar en sus acciones y se dejaba llevar por lo que su cuerpo le pedía. Y en contadas ocasiones se prometía a sí mismo acabar con aquello, aunque cada vez que se lo proponía, acababa fallando miserablemente su cometido.

Las luces del edificio estaban todas cerradas, excepto una pequeña sala en el octavo piso que daba un pequeño toque de color a la fachada de la enorme construcción contrastando.

Jongin inspiró profundamente dejándose caer con violencia en el parqué del suelo, haciendo que este chirriara levemente al apoyar el peso de su cuerpo. Estaba frío, algo que Jongin agradeció profundamente y demostró apoyando su mejilla izquierda en el suelo.  Gotas de sudor perlado bañaban su rostro a causa de la sesión intensiva de baile que hacía un par de horas o tres había empezado.

Cerró los ojos, exhausto.

Dio una ojeada a la ventana, situada al extremo derecho de la sala, y abierta de par en par, y dedujo por el color del cielo que debían ser las cuatro o cinco de la madrugada. Desde hacía días, Jongin, no había tenido un buen horario de sueño. Y a pesar de que ser un trainee en una de las agencias de entretenimiento más importantes de Asia influía, no era la razón principal de su falta de sueño. Aquellas horas extras eran impuestas por el mismo Jongin, y no precisamente porque las necesitase. A decir verdad,  Jongin no necesitaba ni la mitad de la rutina de ejercicios (en cuanto a baile se refería, el canto y los idiomas eran otro asunto) que la agencia le programaba a todos los trainees. 

El baile era la única manera de olvidarse de sus problemas, del dolor de estómago permanente,  del nudo en la garganta constante, preludio de las lágrimas que siempre amenazaban con derramarse, pero que jamás se deslizaban por sus mejillas. Olvidarse de él.

Aunque aquello era básicamente imposible ya que le veía a cada hora, y aunque no estuviera allí, físicamente, su subconsciente se encargaba de hacer que estuviese constantemente en su mente.

Oh Sehun.

Aparentemente, Sehun y él tenían una relación normal. Completamente normal. Y honestamente Jongin, en un principio, también lo creía. Tan sólo era un amigo. No. Su mejor amigo. Alguien en quien confiaba cómo al hermano que jamás había tenido. Pero en algún punto sus sentimientos empezaron a cambiar.  Y, a pesar de sonar muy cliché, se enamoró de su mejor amigo.

Jongin jamás había sido del tipo de personas que podía decir sus sentimientos tan fácilmente. Por eso cada vez que intentaba confesarse algo en su interior le retenía y acababa esbozando una falsa sonrisa y contando cualquier otra cosa que en aquel momento acudiera a su mente.

Sehun no parecía darse cuenta de cómo se sentía su amigo, así que con cruel ignorancia le sonreía e abrazaba de manera fraternal.

Si hubiésemos permanecido como amigos, puede que todo esto no fuera tan insoportable, pensaba Jongin constantemente, pero aunque se repetía aquello, en el fondo no se arrepentía de nada, y sabía que si le hubiesen dado otra oportunidad para hacer las cosas diferentes, hubiera hecho exactamente lo que hizo.

Porque a pesar de todo, y por encima de nada, estaba indudablemente enamorado de Oh Sehun, y el simple hecho de que Sehun no se sintiera de la misma manera, era una nimiedad sin importancia alguna que no afectaba en nada en sus sentimientos hacia el muchacho.

Jongin, en la sala de baile se  revolvió en el suelo, encogiéndose hasta adoptar una posición fetal, con sus rodillas dobladas y sus piernas ceñidas a su cuerpo gracias a sus brazos que las apretaban en un fuerte abrazo.

Intentando aliviar, ni que fuese un poco, el dolor que permanentemente colonizaba su estomago.

Su garganta ardía a causa de las lágrimas que necesitaba derramar, pero que no lo hicieron.

Nunca caían.

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Oh Sehun estaba enamorado.

Muy enamorado.

Sonrío para sí mismo mientras se tumbaba en la dura colcha de su litera en su habitación, que compartía con tres trainees más.

Apretó los labios para contener una risilla suave que se atoraba en su garganta.

Oh Sehun no tenía demasiadas razones para estar contento, teniendo en cuenta que su sueño, ser cantante, dependía de una junta de señores trajeados que no entendían de ilusión y sueños, tenía que competir contra decenas de aspirantes al mismo puesto, algunos amigos, otros no tanto, pero todos y cada uno de ellos eran contrincantes.

Pero sin embargo, allí estaba, sonriendo como un idiota y tratando de contener la risa. La razón principal de aquello no era otro que cierto trainee con el que había empezado a juntarse hará cosa de semanas y por quien sentía una extrema adoración que jamás creyó que sentiría por nadie. Y el simple hecho de sentirse así le hacía feliz.

Aunque claro está sería más feliz si Luhan, el objeto de sus sentimientos, le correspondiera.

Desafortunadamente, el muchacho había confesado tener una relación con una chica en china, su país de origen, y aunque aquello fue como un jarrón de agua fría para Sehun, decidió no rendirse y esperar hasta que algún día Luhan pudiese corresponder sus sentimientos.

Tenía todo el tiempo del mundo y más si era para Luhan.

O eso creía.

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Jongin recordó con dolor el momento en que Sehun, radiante como jamás le había visto, se acercó a él al finalizar la clase de canto, y le confesó con una sonrisa que le gustaba un tal Luhan con el que le habían emparejado en uno de los tantos trabajos en equipos que les hacían hacer en las clases de dialogo práctico y narración.

Jamás una de las sonrisas de Sehun le había sabido tan amarga a Jongin, quien sonrió con entusiasmo exagerado mientras con disimulo posaba su mano derecha en su pecho, intentando calmar el dolor que de repente su cuerpo había decidido enfatizar en aquel punto.

Aquella fue la primera muerte de Kim Jongin. La muerte de su corazón.

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A partir de aquel día, el tema principal de sus conversaciones era Luhan. Al principio eran todo sonrisas y aluviones de halagos hacía el muchacho de nacionalidad china por parte de Sehun, mientras Jongin forzaba cada vez más sus sonrisas y el nudo en la garganta parecía apretar más y más.

Sehun le contó a Jongin que Luhan tenía una relación con otra persona. Y a pesar de que el menor le restaba importancia alegando cosas como que no era importante ya que él podía esperar, al paso del tiempo su voz sonaba menos jovial y su miraba ya no brillaba cómo lo hizo una vez.

Jongin lo sabía. Lo notaba. Lo comprendía, porque él había estado sintiéndose así desde hacía ya meses, sin atreverse a decir nada. Guardándolo todo para sí.

Pero no podía verle así. Sabía que debía hacer algo. Necesitaba consolarlo de alguna manera, aunque con aquello se destruyera a sí mismo.

Llegó un día en el que Sehun, al hablar de Luhan, no sonreía. Su rostro se torcía en una mueca de dolor punzante, que a Jongin también le dolía.  Sus ojos se empañaban y las lágrimas acabaron por bañar su rostro mientras que sus labios musitaban inteligiblemente el dolor insoportable que sufría.

Jongin lo comprendía. Jongin lo sentía.

No dudó en hacer algo que luego, al recordarlo, le rompería el alma en mil pedazos.

Tomó el rostro del menor entre sus manos, frías y titubeantes, para acercarle hacía sí. Sus narices se rozaron levemente antes de que Jongin posara suavemente y con ternura sus labios en los de Sehun.

- Finge que soy Luhan – Susurró entre beso y beso Jongin, sintiendo cómo su corazón se hacía añicos – Cierra los ojos y piensa en él.

Sehun, si hubiera estado en sus plenas facultades jamás hubiera aceptado.

Pero no lo estaba.

Un grave gruñido retumbó el pecho de Sehun, y sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre Kai, provocando un sonoro ruido al golpear la espalda del mayor contra el frio suelo de la sala de prácticas en la que solían pulular cuando querían intimidad.

Sehun le besó con violencia, tratando de alejar su mente de todo dolor, mientras cerraba con fuerza sus ojos fingiendo que aquellos labios eran de Luhan, que aquellas manos que se cruzaban en su cuello eran las de Luhan.

Sehun empezó a besar la mandíbula de Jongin, para más tarde bajar por su cuello y al oír los lascivos gruñidos del mayor, empezó a lamer el mismo punto.

Jongin ceñía su cuerpo al de Sehun, sintiendo su calor y tratando de memorizarlo, de grabarlo a fuego en su piel, para que luego, pasase lo que pasase pudiera agarrarse por lo menos a aquel recuerdo. Tembló al sentir la cálida lengua de Sehun explorar su piel, deslizándose por su cuello, su garganta, que seguía teniendo aquel molesto nudo que no daba señales de abandonarle pronto.

A pesar de que Sehun no amaba románticamente a Jongin, la atracción que sentía por su cuerpo era innegable, pronto se descubrió sediento de los besos del mayor, hambriento de su cuerpo al que le gustaba imaginar que era de Luhan.

El menor empezó a deshacerse de la camiseta de Jongin, que se entrometía en el camino de sus labios que intentaban deslizarse por el bronceado cuerpo del mayor. Jongin, por su parte no opuso resistencia, no tenía sentido que la pusiera siendo el mismo quien había empezado todo aquello. Y no se arrepentía, en aquel momento, por lo menos Sehun ha dejado de llorar pensó con amargura.

Sehun una vez se deshizo de la camisa de Jongin, y de la suya después, siguió con su cometido, bajando por el pecho del mayor y posando sus labios en un pezón, al que succiono con ansias. Jongin empezó a gemir ante el estimulo, y su entrepierna empezó a reaccionar, abultándose. Sehun, al oír los lascivos gemidos, también empezó a excitarse. Para hacer que Jongin profundizase sus gemidos, Sehun empezó a mordisquear sin piedad los pezones, cosa que evidentemente dolió a Jongin, pero el dolor lo hizo más excitante y gracias a aquello su erección creció considerablemente hasta llegar a su punto álgido.

El menor dejo los pezones para seguir deslizándose por el vientre del chico, dejando un rastro de caliente saliva por la piel del muchacho. Jongin, lejos de controlar su voz, gemía a pleno pulmón dejándose llevar por la pasión carnal que Sehun le proveía. Aquello excito sobremanera al menor y sin dudarlo tomo la cabeza de Jongin y poso su entrepierna a escasos centímetros de su rostro, con rudeza. Jongin sabía que Sehun estaba descargando todas sus frustraciones en el, que aquello que estaban haciendo no era hacer el amor, sino sexo por despecho. Jongin no era Luhan, solo un mero substituto, no esperaba que le tratase con delicadeza ni mucho menos con amor. A pesar de que sabía que seria así, no le resultaba menos doloroso. Cuando Sehun se bajo levemente el pantalón y los bóxers dejando al descubierto su erecto miembro y susurro con voz imperativa un 'chúpala', Jongin se sintió sucio, y aquella sensación le acompaño siempre desde aquel momento.

No obstante, Jongin obedeció, se puso el pene en los labios para luego introducirlo suavemente en su boca, deslizando su lengua arriba bajo en la punta e intentando encajar la totalidad del miembro del menor en su garganta. Luego succionaba hasta que sus mejillas se ceñían a la figura del pene, y cuando se quedaba sin aire que aspirar lo sacaba de la boca. Sehun, cerraba los ojos lo más fuerte posible y podía imaginar que era Luhan quien le hacia la felación. Sentía como algo se revolvía en su estomago, rogando por salir, entonces tomo la cabeza de Jongin y empezó a embestir profundamente hasta que sentía que tocaba el fondo de su garganta para luego sacarla con suavidad. Estaba a punto de llegar al orgasmo, así que tomo la cabeza de Jongin con brusquedad y la apretó contra su entrepierna, a la par que embistió con furia casi violenta, tanto que hizo a Jongin atragantarse y que se le saltasen las lágrimas.

- Luhan -grito Sehun con voz ahogada cuando llego al orgasmo culminando dentro de Kai - te quiero.

Las lágrimas se deslizaban con abundancia por las mejillas de Jongin, y no eran debidas a haberse atragantado. Las lágrimas saladas se mezclaban con restos de semen que Sehun, quien yacía exhausto al suelo de la sala, había derramado en su boca y Jongin, que en esos momentos no tenía fuerzas de esconder su vulnerabilidad, rezaba internamente para que Sehun siguiese en la posición que estaba, dándole la espalda, el tiempo suficiente para que él se armara del valor suficiente para fingir que todo estaba bien. Que él estaba bien.

 

Aquella fue la segunda muerte de Kim Jongin.  La muerte de su alma.

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La relación de Sehun y Jongin, rememoró el muchacho apretando los labios para contener los gritos desesperados que purgaban por salir, todavía tumbado en la pequeña sala de baile, dejó de ser lo que una vez fue, una amistad sencilla y casi fraternal.

Cuando Sehun necesitaba desahogar su frustración, ya no dudaba en acudir a Jongin para que este le prestase su cuerpo, y ambos se dejaban llevar por la lujuria, hasta que Sehun sentía que era suficiente.

Después, ambos actuaban como si nada de aquello hubiese sucedido jamás, como si aquello sólo fuese un sueño bizarro. Hasta la próxima vez que Sehun necesitase a Jongin.

A pesar de que fingían ser como antes, las risas que compartían ya no eran suaves y cálidas. Su relación se deterioraba y sucumbía al placer lascivo y necesitado de Sehun, quien era siempre quien tomaba la iniciativa. Jongin no osaba reclamar su atención, es más rogaba no llamarla, secretamente deseaba que Sehun y el volviesen a la su antigua amistad.

Pero cuando Sehun le besaba se descubría sediento de sus besos.

No quería que Sehun continuase con aquello porque sabía que él no tenía el valor de terminarlo.

Y se odiaba por ello.

Sabía que Sehun jamás dejaría de amar a Luhan, porque veía como le miraba, como se desenvolvía al alrededor del muchacho chino, tratándolo como a algo tan preciado que ni tan siquiera osaba tocar, por miedo a que se rompiese. Cómo a algo por lo que merecía la pena darlo todo, incluso su vida.

Conocía perfectamente aquella mirada, aquellos sentimientos.

Porque él mismo los sentía en sus propias carnes. Y sabía que aunque intentase dejar atrás aquel amor, aunque lo intentase con todas sus fuerzas sería inútil. Era algo que se había convertido en una necesidad, en una costumbre, en parte de él. No sabía cómo vivir sin ello.

Jongin esbozó una mueca de dolor en el rostro, ante aquellos pensamientos. Su pecho dolía tanto que no lo podía soportar. Sus pulmones suplicaban oxigeno que su cuerpo parecía no procesar, ahogándole, nublándole la vista.

Intento levantarse varias veces antes de conseguirlo, sintiendo que su cuerpo se hacía cada vez más pesado e insostenible y rogando que sus rodillas aguantasen su propio peso, se dirigió hacia la ventana en busca de aire.

La brisa mañanera le azotó suavemente en la cara, revolviéndole los mechones de su cabello. Abrió la boca llenándose los pulmones de aire, pero seguía sintiendo el vacío que creía que el aire llenaría. Su estomago seguía con aquél ardor ya permanente, y su garganta con el nudo que seguía sin dar señales de tregua.

Apoyó los brazos en la ventana, reclinándose hacia el exterior. Miró hacia abajo. Ocho pisos. Ocho  pisos le separaban del suelo.

Caerse desde esta altura debe doler, pensó.

Cerró los ojos sintiendo una vez más una ráfaga de viento suave en su rostro. Los volvió a abrir. Quería bailar, quería seguir practicando. Quería aislarse de todo, ser inmune. Pero su cuerpo estaba cansado, apenas se podía mover un milímetro y dolía. Desde hacía días. Desde hacía semanas.

Sus mejillas fueron exploradas por desconocidos senderos húmedos, deslizándose hasta el final de su hermoso rostro.

O aliviar, concluyó en un murmuro inaudible.

Sus manos se aferraron al frío hierro del marco de la ventana. Inclinó su cuerpo hacia el exterior, sintiéndose a la meced de la gravedad.

Tragó saliva y cerró los ojos con fuerza.

Corazón, alma y cuerpo. Tres cosas imprescindibles para el ser humano. Se puede vivir sin una de ellas, dos a mucho estirar (si se puede considerar aquello vida), pero cuando un humano las pierde todas, sólo le quedan dos opciones…

Una es la resurrección.

La otra es la muerte

Aquella fue la tercera muerte de Kim Jongin. La muerte de su cuerpo.

 

 

 

Notas finales:

Si os ha gustado por favor dejadme un review, si no también (?)

Habrá un capítulo más que subiré en algún momento de esta semana. No diré fechas porque no suelo ser muy puntual. 

Me voy antes de  que el sueño me haga escribir mas tonterías


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