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La Maldición de las Princesas. por Sami chan

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Notas del capitulo:

Aqui de nuevo, espero que les guste. asi que a leer sea dicho.

CAPITULO  NUEVE

 

 

Pasaron cuatro semanas en las cuales la rubia no había querido salir de su habitación en la mansión Malfoy, estaba deprimida y obvio esta por demás decir que…no había querido ver a nadie.

Se había enterado de la sentencia al chico Slytherin, pues sus padres lo mantenían al tanto de todo. Aunque estaba tan apático en esos momentos que realmente no le importo lo que le hicieran al estúpido ese de Aidan Bradley, pues así lo besara un dementor, el daño a ella ya estaba hecho…

En ese tiempo el no había querido recibir a nadie, y entre ellos obviamente estaba el profesor de pociones, que al igual que algunos, estaba de peor humor cada día que pasaba, y estaba realmente preocupado por la chica, aunque esta no lo quería ni rondando la mansión, pero al profesor lo que realmente le tenia preocupado era  que entre más tiempo pasaba su condición no solo empeoraba… pues aparte de estar deprimida, le estaban resultando unos pensamientos de acabar con todo de una buena vez, pues le dolía el cuerpo sin explicación alguna y por consiguiente no quería que nadie la viera.  

Por esos días el viejo director fue quien visito la mansión Malfoy, pues estaba ya muy preocupado por la condición de la chica, ya que a pesar de que no había regresado al colegio, había gente al pendiente de su salud…

 

-      Mira Lucius…  -  dijo el viejo director  -  yo estoy muy preocupado por tu hijo, he descubierto ya que esas dolencias del cuerpo se deben a la misma maldición que recibió, eh hablado con el Sr. Bradley hijo y…

-      ¿Qué…cómo, dime que has dicho…que has hablado con ese maldito?  -  casi grito el rubio patriarca.

-      Tranquilo Lucius  -  le puso  una mano sobre un hombro tratando de calmarlo  -  ya vez que usar veritaserum en el colegio esta prohibido, pero en esta ocasión, pedí pues…que me dejaran estar en un interrogatorio, y solo así, por fin pude sacarle algo de información, y es que tu hijo me preocupa…

-      Y…  -  suspiro tratando de calmarse  - ¿y como lo viste, que te dijo de nuevo? ya habían usado el veritaserum con él y no había dicho nada que no supiéramos ya.

-      Bueno, pues como que no lo han tratado muy bien en Azkaban…  - dijo dándole a entender que le estaban dando un “trato especial” -   y de nuevo…pues lo que pasa es que no habían hecho las preguntas correctas, me preocupaban mucho esos dolores que tiene el joven Draco, no es “normal” aún con la maldición encima, y bueno… pues ahora se… por lo menos porque tanta dolencia  - suspiro viendo la mirada llena de dolor y preocupación  e interrogante del rubio mayor…   - si, pues resulta que la maldición la lanzaron entre dos personas…por eso es…demasiado intensa.

-      ¿Qué? - casi cae desmayado  -  ¡oh por Salazar!  ¿Cómo que entre dos personas? 

-      Si, resulta que la lanzaron entre el chico y su padre…por eso es que…el pequeño Draco esta sufriendo tales dolores, lo peor de todo es que…

-      ¡por Salazar!  -  gimió el rubio  -  ¿hay algo peor todavía…?

-      Si…y es que…  -  suspiro en forma derrotada  -  ni ellos mismos saben el alcance de la maldición, la lanzaron sabiendo que la convertirían en una chica y creyendo que con un beso del chico esta volvería a ser un chico, y daban por echo que creían que por lo mismo Draco y su familia le estarían muy agradecidos, ya que estando Aidan en el colegio, estaba seguro de poder conquistar a tu hijo…o por lo menos eso era lo que creían ellos, en realidad… nadie ni ellos mismos están seguros de cual sea la cura… menos al ser lanzada por los dos…es doblemente potente.

-      Malditos… -  esta vez se dejo derrumbar, lloro sin importar que lo viera su viejo amigo  -  mil veces malditos…mi pobre hijo…

-      Sabes Lucius, creo darme una ligera idea, eh…  -  carraspeo   -  eh pensado que ya que el joven Draco no quiere salir de su habitación, pues encontrar  una cura le resultara mucho mas difícil, y… bueno, pues hay alguien que me pregunta todos los días por ella - dijo con cautela viendo la reacción del rubio patriarca - si tu quisieras dar tu consentimiento para que esta persona la visite,  por lo menos… vaya, le servirá de distracción, ¿no crees?

-      ¿y quien es, como se que no quiere saber lo que le pasa para poder aprovecharse de la noticia? Y no se…tal ves quiera chantajearnos o…que se yo…  -  dijo sin siquiera voltear a ver a su amigo.

-      No mi querido amigo  -  le sonrió  -  esta persona que esta tan interesada en visitarla fue quien la salvo, es el Sr. Potter y sinceramente esta muy preocupado por ella  -  levanto los hombros en forma resignada  -  después de todo, que podemos perder…

-      Si claro  -  se rio sarcástico  -   que podemos perder…después de todo, es solo mi hijo de quien estamos hablando, ¿no?  y creo que mi hijo acabara loco o peor que eso, ¿no?

-      Lucius  -  le reprendió  - amigo no digas eso, debes de ser fuerte en estos momentos, sabemos parte de la cura, y no se…si tu estas dispuesto a que tu hijo sea por siempre una jovencita, pues…  -  dejo escapar una exhalación fuerte  -  es mejor eso a que acabe…

-      Muerto, dilo Albus, muerto…  -  movió la cabeza en forma negativa  -  así que vamos a experimentar con mi hijo…después de todo, ¿que podemos perder…? -  repitió con dolor las palabras del viejo director.

-      Por favor Lucius…  -  trato de consolarlo  -  hagámoslo por tu hijo, el Sr. Potter esta interesado en visitarla…  -  iba a continuar pero lo interrumpió el rubio.

-      Es que…no, no, no…maldición… ¿porque tenia que ser Potter…?  -  suspiro derrotado  -  dime… ¿Le diremos lo de la maldición?

-      Por el momento, creo que no, después de todo, pues… el solo esta preocupado por su salud, dejemos que se traten y veremos que resulta de esta amistad…

-      Esta bien…  -  se limpio la nariz  -  pero de una vez ya te digo que no estoy de acuerdo…  -  suspiro derrotado   -  pero  avísame antes para quitar las protecciones, lo dejare  pasar…

-      Será lo mejor Lucius…ya lo veras  -  dijo confiado el anciano.

-      Eso espero, Albus…aunque no lo creo…  -  le respondió no muy convencido  -  no me convence que sea Potter…

 

Apenas llego el director al colegio y lo primero que hizo fue llamar a su oficina al Sr. Potter, quien acudió de inmediato al llamado del viejo director.

 

-      Hola profesor   -  dijo entrando a la oficina.

-      Hola  Harry   ¿Cómo te ha ido en este día?  -  le sonrió mientras lo invitaba a sentar en la silla que tenia delante del escritorio.

-      Bien profesor  -  se limpio las palmas sudorosas de las manos en los pantalones, estaba algo nervioso por el llamado  -  Eeh… ¿usted me llamo para…?

-      Si Harry…-  y sonriendo le invito un dulce de los que tenía en un pequeño dulcero en la cubierta del escritorio, invitación que el chico denegó.

-      ¿y para que soy bueno?  -  pregunto ansioso.

-      Te hice una promesa, se que me tarde un poco  -  tomo un dulce y lo destapo despacio mientras hablaba  -  pero te la cumpliré.

-      Si profesor…  -  estaba nervioso, pero aun así se le ilumino la mirada  - dígame… ¿podre visitar a la hija de los Sres. Malfoy?

-      Si Harry, pero…  -  puntualizo  -  no te garantizo que saltara de gusto al verte, a estado muy deprimida… - hizo una pausa y continuo  - pero si quisiera pedirte un favor.

-      Dígame profesor  -  dijo ya comenzando a preocuparse.

-      Pues estoy seguro que tu harás lo mejor por hacerla sentir bien, pero lo que quiero pedirte es que no le digas a nadie de estas visitas que harás a la mansión Malfoy, a pesar del tiempo que la señorita Malfoy no se a presentado al colegio, aquí nadie sabe cual es exactamente las razones para que ella no se presente a clases, a pesar de que ya varios se dieron cuenta de la ausencia de los demás alumnos faltantes y del severo castigo que recibirán sus compañeras…

-      Profesor…  -  trago en seco y dijo mirándolo a los ojos muy serio  -  mi intención nunca a sido hacerla sentir mal, de hecho pues, estoy verdaderamente preocupado por toda esta situación, y si en algo puedo ayudarla, tenga usted por seguro que lo hare… de lo demás, pues créame que si alguien se entera, no será por mi.

-      Bien Harry, entonces prepárate que mañana tendrás  tu primera visita -  se levanto con la intención de decirle que la visita había terminado  -  te espero aquí en mi oficina, mañana después de sus primeras clases de la mañana.

-      Pues muchas gracias profesor  -  le sonrió feliz  -  mañana aquí estaré, y seré muy puntual.

-      Eso espero mi querido amigo, eso espero… -  antes de que saliera el muchacho de la oficina el director lo detuvo mirándolo muy preocupado - por cierto Harry…el Sr. Malfoy no esta de acuerdo con estas visitas, así que espero que sepas aprovecharlas…

-      Lo entiendo profesor  y lo comprendo.

 

El chico salió feliz de la oficina del director de la escuela, corrió a la sala común de su casa,  mientras pensaba en que se pondría de ropa, pero sobre todo en que le llevaría de presente a la chica más linda que había visto en su vida.

Llego a su habitación y aunque estuvo buscando pues ya hacia mucho tiempo que no los usaba fue, lo primero que saco de su baúl, su capa de invisibilidad,  después su mapa de los merodeadores y por ultimo un buen puñado de galeones, sonrió para si mismo, pensando en que tendría que hacer una visita a Hogsmeade, y la tendría que hacer ya.

Suspiro mientras pensaba que tendría que perderse las últimas clases del día, pero en definitiva, esto era más importante, lo único malo es que, no tenía ni idea de que se le podía regalar a una chica hermosa y que para desgracia de él, esta tenia de todo…

Pensó por un momento en preguntarle a su amiga Hermione, pero decirle a ella, implicaba decirle o darle explicaciones a su amigo Ron, ya que al comprar un buen regalo, significaría que la chica en cuestión era por demás importante y entonces, sí iba a insistir en querer  saber de quien se trataba.

Así que con todas sus dudas, el chico viajo solo hasta el poblado de Hogsmeade y comenzó a buscar una buena tienda que tuviera artículos de regalo, casi al final de la tarde encontró una donde encontró una hermosa caja de chocolates artesanales hechos a mano, muy costosa por cierto, pero eso no le preocupo, le preocupaba el hecho de que no le gustara su regalo, pero si en algo se había fijado en el tiempo en que la estuvo siguiendo fue que una de sus pasiones eran los chocolates.

Regreso al colegio, fue a su habitación a guardar su regalo y después bajo a cenar al gran comedor, en donde se encontró a sus amigos que apenas lo vieron lo asaltaron a preguntas…

 

-      Harry y donde te habías metido, te hemos estado buscando toda la tarde  -  dijo la chica mientras le daba una palmada en la mano a su novio Ron, que le robaba los bocados de su plato.

-      Si compañero  -   dijo antes de llenarse la boca con las zanahorias asadas robadas del plato de su novia. 

-      Pues…  -  sonrió mientras los veía pelear por la comida  -  eh estado por ahí, salí a caminar y eh andado por…ahí…nada más que por ahí…  -  suspiro  -  ¿y ustedes…?

-      Estudiando amigo, Hermi no me deja escapar de la biblioteca, tenías que estar aquí, para ayudarme compañero.

-      Si, pero solo así, ya terminaste tus deberes de hoy  -  lo reprendió la chica  -  ¿y tu Harry ya terminaste las tareas de transformaciones y la de Aritmancia?

-      Deja eso Hermi  - le sonrió  -  por favor ya deja de preocuparte, ya las termine.

 

Y así entre broma y broma terminaron de cenar y se fueron a descansar a su sala común, se sentaron en su sillón favorito, en su lugar preferido, frente a la chimenea, donde la chica no perdía de vista a su amigo, así como tampoco a su novio.

Esa noche decidió no preguntar nada, pero de que lo interrogaría…seguro que no se le escapaba.

 

%%%%%%%

 

Apenas amaneció, el chico ojiverde se levanto, tomo su toalla y se fue a dar un buen baño, salió con la toalla alrededor de la cintura y vigilando que su amigo no se despertara, se cambio poniéndose su uniforme, reviso su regalo que estuviera bien envuelto y lo cubrió con su capa de invisibilidad y lo metió dentro de su baúl, escribió una nota rápida y la mando con su lechuza blanca, tomo su mochila colocándosela al hombro y después con sigilo salió de la habitación y se dirigió a la salida, encontrándose para su desgracia a su amiga, ya bañada y cambiada.

 

-      Hola Harry  -  le sonrió  -  buenos días, no pensé que ya estuvieras levantado y de pilón ya bañado y todo eso,  ¿A dónde te dirigías tan temprano?

-      Mira Hermi…  -  suspiro sintiéndose pillado  -  que te parece que después platiquemos tu y yo, por lo pronto tengo una cita y llegare tarde  -  se encamino a la salida sin esperar respuesta de la chica.

-      ¿una cita…todo bien Harry?   -  dijo preocupada.

-      Si, Hermi todo bien  -  sonrió y le guiño un ojo y salió por la puerta que cubría el retrato de la Dama Gorda.

 

Salió apresurado y corriendo llego de prisa a la torre de astronomía, y ahí muy ansioso ya lo esperaba su amigo de la casa de las serpientes.

 

-      Hola Potter, me intrigo tu nota tan temprano  -  dijo preocupado  -  ¿paso algo grave?

-      No  -  le sonrió tranquilizándolo  -  es solo que este día no tenemos ninguna clase compartida, y quería comentarte que este día voy a ir a la mansión Malfoy, espero poder ver a Berenice, voy a ir terminando las primeras clases de la mañana, te quería avisar por si quieres mandarle saludos o…no sé, algún presente.

-      Pues mira, ya es tarde para poder encargar algo por vía lechuza  -  dijo algo apenado rascándose la cabeza  - pero…  -  suspiro  -  por favor trata de decirle de mi parte que yo…espero que regrese pronto, que ya me había acostumbrado a su presencia y que si no regresa, nos tendrá que mandar a Malfoy de regreso, ok?

-      Claro que si, yo le diré entonces, y por cierto, disculpa que no te haya podido avisar antes, pero a mí apenas me aviso ayer el director y ya era muy tarde… 

-      Oh no te preocupes Potter, yo entiendo -  le sonrió comprendiendo la situación del chico  -  es más, te agradezco solo por el simple hecho de avisarme.

Lo miro pensativo y le dijo 

-      Oye Zabini… ¿y si le mandas una carta o un mensaje…?

-      Pues no se…  -  lo medito y le dijo  -  tienes razón, tratare de escribirle algo antes de que te vayas.

-      Ok.

 

Se despidieron y cada uno se fue a su sala común a recoger sus mochilas para de ahí irse al comedor y después comenzar con las clases del día.

Apenas terminaron la tercera clase y el moreno salió corriendo a su habitación, llego se cambio de ropa y tomando el paquete que había envuelto con su capa de invisibilidad, pensó en hacerlo pequeño y meterlo en su bolsillo, pero como sabia que eran chocolates decidió que no quería que se estropearan con su calor corporal y no quería hechizarlo por nada del mundo.

Sonrió y vaciando su mochila de sus útiles escolares, guardo su paquete en ella y salió disparado a toda velocidad hacia la oficina del director que ya solo lo esperaba, y ahí afuera al pie de la gárgola ya lo esperaba el italiano para darle  un pequeño mensaje.

Llegaron a la mansión Malfoy, donde ya los esperaba un elfo, para darles la bienvenida,   le sonrió algo tenso y les dio la bienvenida.

El elfo y todos los residentes de dicha mansión, así como uno que otro visitante… sabían que la visita de alguien de apellido Potter no eran bienvenidos a la mansión Malfoy.

Todos sabían de la animadversión que se tenían dos de los apellidos de más abolengo en el mundo mágico…

Todo el mundo mágico sabía de la enemistad de los dos principales personajes que encabezaban cada una de las nobles familias…

Y no es que el chico le cayera mal, no, lo que sucedía era que en sus años de escuela, el no se había llevado para nada  bien con el padre del muchacho, el cual junto con su grupo de amigos, tendían a hacerles bulling a el y a su grupo de amigos, cierto que el joven no tenia la culpa de nada, pero debido a esos problemas de juventud, fue que su compañero de clases y mas grande amigo Severus Snape, no había tenido un muy agradable recuerdo de sus años escolares…y eso…eso pesaba, pues porque es ahí donde normalmente vivían la mayor parte del año y donde prácticamente pasaban toda su adolescencia, lugar donde conocían a los que serian sus mas grandes amigos y sus mas acérrimos enemigos…

Aún así, le debía la vida y honor de su hijo, y el sabia ser agradecido,  pero…si había oportunidad de que fuera otro el afortunado amigo de su hijo, que lograra sacarlo de ese pozo en el su hijo estaba cayendo, el haría lo posible por que fuera alguien más y no Potter…

 

-      Buenos días Sr. Potter  -  le sonrió algo tenso, lo saludo y siguió con el director  -  Albus…  -  lo saludo al pie de la escalera donde los había guiado el fiel elfo Tobías…

-      Buenos días Lucius…  -  dijo el director sonriente.

-      Buenos días Sr. Malfoy  -  gracias por recibirme en su casa y permitirme visitar a su hija…

-      Si…mi hija - dijo el rubio en medio de un suspiro  - bien Sr. Potter,  Berenice es uno de mis más grandes tesoros, así que quien le esta sumamente agradecido por su ayuda y ahora su visita, soy yo - lo miro receloso y dijo mirándolo fijamente, cosa que puso nervioso al ojiverde  -  y le agradecería que no comentara con nadie nada de mi hija  - los vio a los dos y dijo  -  pero pasemos a la sala a tomar un pequeño refrigerio  -   los guio a una amplia salón, y mientras  ambos adultos intercambiaban algunas palabras, Harry estaba muy desconcertado…por fin ¿era o no era su hija?  ¡oh por Merlín!  ¿será que…?  pero aún así lo seguía en silencio mirando todo con detalle, viendo los cuadros de algunos antepasados y que no les perdían de vista y no con buenos ojos.

Llegaron a un amplio y enorme salón, vaya que todo en aquella mansión debía ser enorme, empezando por la fachada, los jardines…y eso que solo era lo único que había visto el chiquillo…pero le entro un sentimiento de soledad y amargura al pensar que en esa enorme mansión vivían solos, su compañero de alguna clases Draco Malfoy, y ahora su… ¿hermana,  o media hermana…?  Su volátil mente por un momento se imagino que quizás ni la señora Malfoy sabia que… ¡oh por Merlín! ¿El Sr. Malfoy le habrá puesto la cornamenta a la Sra. Malfoy?  Porque de pilón, se imagino que  en cuento llego ella, el rubio se fue… ¿será que se habrá enterado?

Oh que tristeza, y se imagino que con gran razón ahí cualquiera se podría deprimir…y deseo con todas sus fuerzas, alegrarle un poco la vida a la jovencita…bueno, quizá no la vida, pero por lo menos el día si…

Suspiro, pensando que era una verdadera lastima que el rubio se hubiera cambiado de colegio, ya que viendo en la soledad en la que vivía, con gusto a el le gustaría ser su amigo… dejar a un lado su enemistad, esto claro…si el rubio lo aceptara.

Suspiro,  tomo un poco de la soda que le invitaron a el, ya que por ser un jovencito no tenia permitido tomar,  por un momento deseo que aquella platica entre gente mayor terminara y lo dejaran pasar o de una vez que le indicaran donde quedaba la habitación de la chica.

Al poco rato de haber llegado a la mansión, apareció la anfitriona de la casa.

 

-      Buenas tardes  -  dijo muy seria.

-      Buenas tardes Narcissa   -  contesto el anciano director  -  ¿Cómo está?

-      Buenas tardes Sra. Malfoy  -  dijo el ojiverde nervioso.

-      ¿Qué puedo decirle Albus?  - dijo algo triste la rubia mayor -  muy preocupada…

-      Si, los entiendo  -  dijo el director algo condescendiente  -  aquí el Sr. Potter  nos acompaña esta vez porque quiere visitar a la Srita Malfoy, esto…claro,  solo si esta disponible.

-      Pues disponible…lo veo muy difícil, pero déjenme ver si acaso quiere recibir visitas…

-      Claro   -  dijo el viejo profesor, esperando que la chica quisiera recibir a Potter.

 

 

Abrió los ojos, los sentía tan pesados, que le estaba costando un enorme esfuerzo abrirlos, pero reconocía ese llamado, había angustia en el, suspiro lentamente, lo sabia…era solo su elfo, sí, pero esa pequeña criatura estaba con el, no por obligación, si no porque ese era su deseo.

Volvió a cerrar los ojos y a su mente acudió ese hermoso recuerdo…

Era solo un niño pequeño de cuatro añitos, que acababa de regresar con sus padres de hacer unas compras, abrió una bolsa y muy emocionado tomo su gorrita que le acababa de comprar su madre, corrió muy emocionado a su habitación y ahí lo vio, su elfo estaba arreglando su enorme cama, este volteo a verlo y sonriendo le hizo una pequeña reverencia, el niño se acerco despacio y estirando su bracito le acerco la prenda y le dijo en medio de su inocencia.

-      Toma, te regalo mi gorrita  -  el elfo lo miro casi, casi con los ojos desorbitados e inmediatamente  se le llenaron sus ojitos de agua, se encogió sobre si mismo, el pequeño rubio se acerco un poco más y sonriendo estiro sus bracitos y le acomodo la pequeña gorrita en la cabeza a la extraña criatura, que permanecía con la cabecita gacha a la espera de que lo botaran de la enorme mansión, cuando ambos escucharon un grito desde la puerta…era la madre del niño.

-      ¡Draco no!  -  grito ella, asustando a los dos seres que tenia frente a ella, pero observo bien como asusto con su grito a su hijo y vio como se le llenaron ahora al niño sus hermosos ojitos grises de agua, se acerco a él, se hinco para quedar a su altura, y lo abrazo para consolarlo, vio al elfo y como el también tenia sus enormes ojos llenos de agua y parecía tan o mas nervioso y asustado que el pequeño, dejo escapar un suspiro mientras abrazaba a su pequeño hijo que intentaba por todos los medios no dejar salir sus lagrimitas, le sonrió y lo consoló…  -  ya mi amor, no pasa nada, es…solo un elfo  -  dijo ella, pero no conto que con el niño ante esas palabras  ahora si dejo escapar el llanto.

-      Pe…pero…  -  lloraba con mucho sentimiento  -  es… mi amigo  -  dijo en medio de un pucherito, mientras moqueaba  -  y solo le regale mi gorrita…tu me la compraste a mi…

-      Pues mi vida   -  le tomo su mentoncito y suavemente levanto su carita  y le explico  -  si es tu amigo, acabas de hacer algo maravilloso por el  -  el niño la vio sin saber que decir  -  al regalarle tu gorrita acabas de darle su libertad  -  le dio un beso en la naricita  -  pero si te agradecería corazón, que no lo vuelvas a hacer con ningún otro elfo o nos quedaremos sin servidumbre  - volteo a ver al elfo y reconoció que la criatura no tenia la culpa de nada, le dijo dejando escapar un suspiro  - Tobías, has obtenido tu libertad, puedes ir a donde te plazca.

-      Pero es mi amigo  -  dijo el pequeño rubio  -  ¿Por qué le dices…que se vaya? 

-      Amita…  -  dijo temeroso el elfo  -  yo…

-      Yo se que tu no tienes la culpa Tobías, ya buscare a otro elfo para que atienda a mi hijo.

-      No quiero que se vaya  -  dijo el niño muy desconsolado  llorando mientras se abrazaba al cuello de su madre.

-      Amita…  -  dijo inseguro el pequeño elfo, retorciendo sus manitas en son de nervios  -  yo… ¿yo puedo quedarme y solo atender al amito Draco?

-      ¡oh!  -  dijo la rubia mientras acariciaba la cabecita rubia de su hijo  -  ¿quieres quedarte y atender tu a mi hijo?  -  pregunto extrañada y a la vez aliviada de ya no tener que adiestrar a otro elfo, además, reconoció que si obligados los elfos eran de los seres mágicos mas fieles, después de esto, el pequeño ser le seria incluso todavía mas fiel a su pequeño hijo, le sonrió y dijo  -  bueno, pues entonces solo atenderás a mi hijo de hoy en adelante.

-      Gracias amita Narcissa, gracias  -  tomo su gorrita de su cabeza y desapareció muy sonriente.

-      Draco… -  dijo volviendo la atención a su hijo, que soltando el cuello de su madre comenzó a tallar su naricita, mientras la rubia sonrió sintiendo su cuello mojado de las lagrimas y el moquito de su nene  -  mi amor no vuelvas a hacer eso, apareció un pañuelo y se limpio el cuello y después comenzó a limpiar la nariz y la carita de su hijo mientras le explicaba  -  mi amor, si tu le regalas una prenda a un elfo, no importa lo que sea, eso significa que prácticamente lo estas despidiendo de tu casa, y que ya no quieres mas sus servicios…

-      ¿Entonces Tobías se va a ir?  -  y comenzó a llorar de nuevo y se volvió a abrazar a su madre en busca de consuelo  -  pero yo no quiero que se vaya…

-      No mi amor  -  dijo la rubia consolando a su hijo  -  Tobías decidió quedarse contigo, el seguirá atendiéndote solo a ti, pero lo hará solo porque te quiere, ya el a no forma parte oficial de la servidumbre.

-      ¿Entonces, si es…es mi amigo?  -  dijo en medio de un pucherito y una sorbida de moco, y haciéndolo ver adorable, su madre sonrió y dijo en medio de un largo suspiro.

-      Si mi amor, Tobías es tu amigo  -  el niño sonrió y volvió a abrazarse al cuello de su madre a todo lo que daban sus bracitos.

 

Volvió a la realidad, al escuchar de nuevo su llamado…suspiro, con esa pequeña criatura era con quien se mostraba como realmente era, solo ese pequeño elfo conocía todos sus sentimientos, sus miedos, sus desventuras, sus alegrías…todo.

 

-      Amito Draco…   -  se escuchaba angustiado, preocupado  -  amito Draco  - abrió los ojos y despacio volteo a verlo a un lado de la cama.

-      Dime Tobías  -  el elfo la miro y se veía realmente hermosa, frágil, como si necesitara toda la protección del mundo, y es que la verdad… así era en la realidad, vio al elfo muy preocupado  y le pregunto  -  ¿Qué paso Tobías? 

-      Amito Draco…  -  el pequeño elfo pregunto temeroso  -  desde que regreso del colegio, no hemos vaciado su baúl y debo ver que es lo que quiere que guarde, que le lave, que le ordene y que le deseche…

-      Pues…la verdad es que no tengo muchos ánimos…pero, bueno… -  suspiro  -  si quieres tu  -  le sonrió como si lo hiciera con timidez, se sentó sobre su cama, aún estaba en pijama, de echo era lo único que se cambiaba y eso incitado solo por el elfo  -   hagámoslo de una vez, ábrelo y yo te indico   -  el elfo obedeció y a los pies de la cama, abrió el baúl y comenzó a sacar el contenido de este.

-      Haber…    -  dijo el elfo.

Comenzó sacando las túnicas escolares, después siguió con la ropa de la chica, faldas, blusas, sujetadores, ropa interior, calcetas y demás, todo eso le iba indicando la chica que hacer con cada ropa, y así, despacio fue vaciando el enorme baúl, hasta que llego a una prenda que estaba guardada hasta el fondo del mismo.

El elfo despacio la tomo, observándola intrigado, era una prenda masculina, usada y algo grande para el tamaño de su “amita”, extrañado la saco para enseñársela a la pequeña rubia, que distraídamente ojeaba una libreta.

 

-      Amito Draco…  -  lo miro -  esta prenda…  ¿Qué quiere que haga con ella?

 

La rubia levanto la vista del cuaderno y miro extrañada al elfo, de pronto sus ojos se abrieron con sorpresa y un brillo especial apareció en sus hermosos ojos grises.

 

-      Aaah…  -  se estiro un poco  -  haber Tobías, alcánzamela  -  un asomo de sonrisa se dibujo en su bonito y triste rostro  - esa prenda me la presto el chico que… -  trago duro  y no termino de decir  -  que…me…

 

El elfo le alcanzo la prenda diciéndole…

 

-      Déjeme la lavo primero  y…

 

-      ¡No!  -  dijo fuerte y rápido, sobresaltando al elfo -  dámela así, no la laves, así la quiero  -  se estiro un poco al recibir la ropa de manos del elfo, quien con los ojos bien abiertos por la sorpresa vio como la chica casi le arranco la ropa de las manos y lo primero que hizo al tenerla entre sus manos, fue…cerrar los ojos y llevarla hasta su nariz y aspirar con fuerza el aroma masculino que aun guardaba la prenda, después la vio y ante la mirada estupefacta del elfo,  vio como se vistió con ella colocándosela  sobre su pijama, para después abrazarse a si mismo dejándose caer,  acurrucándose  entre sus almohadas y suspirar.

 

-      Amito Draco…  -  le pregunto muy preocupado, pues nunca lo había visto hacer algo semejante, pues si algo tenia el rubio es que era muy escrupuloso sobre todo con la ropa  -  Amito Draco… ¿esta bien?

 

-      Si Tobías  -  lo miro y le sonrió a modo de disculpa  -  lo siento  -  lo miro fijamente y después le sonrió y dijo  -  lo siento Tobías, esta vez no pude ir ni a Hogsmeade, así que no pude traerte ni siquiera un pequeño dulce…

 

-      No, no amito Draco  -  dijo apresurado disculpándose  -  no se disculpe, Tobías es feliz cada vez que el amito Draco le trae algo, pero también entiende lo que sucedió en esta ocasión, así que no se preocupe de veras…

 

-      Si…  -  dijo perdiéndose entre sus  recuerdos mientras olía nuevamente la ropa del moreno  -  Tobías…

 

-      ¿si amito Draco?  Dígame…

 

-      De verdad, esta ropa no quiero que la laves, si me la llego a quitar, solo…solo dóblala y déjala sobre mi almohada.

 

-      Si amito Draco, Tobías no lavara esa prenda  -  le sonrió  -  y no dejara que nadie la toque.

 

-      Gracias…  -  distraídamente tomo la libreta que había estado ojeando, en eso tocaron a su puerta y dijo  -  adelante   -  era su madre.

 

-      Hijo  -  se acerco a la cama y se sentó a un lado de su hija  -  tienes una visita…

 

-      No mamá, ya dije que no quiero ver a nadie -  dijo aventando la libreta a la cama y enterrando su rostro entre las almohadas.

 

-      Hijo…   -  estiro su brazo y toco suavemente el hombro de su hija  -  haz un esfuerzo, te gustara ver quien es…

 

-      No madre, ya dije que no quiero ver  nadie  -  dijo terminantemente.

 

-      Pero hijo, es…  -  no la dejo terminar de hablar.

 

-      Dije que no madre  -  levanto la cara y la miro  -  no me interesa quien sea, no quiero ver a nadie.

 

-      Esta bien hijo  -  suspiro y se levanto muy triste, aún así negocio  -  si no quieres ver a nadie, esta bien, pero por lo menos sal un poco al jardín, hace un sol esplendoroso y te hace falta tomar un poco.

 

-      No quiero, mamá ya dije que no…

 

-      Hijo  -  sus ojos se llenaron de agua, que la chica vio y dejando escapar un suspiro dijo en forma derrotada.

 

-      Está bien…esta bien, saldré un poco al jardín  -  dijo comenzando a levantarse con desgana  -  pero de una vez te digo, no quiero ver a nadie.

 

-      Así será, solo si me prometes, poner un poco de tu parte y salir a tomar un poco de sol  -  se acerco y le acaricio una mejilla  -  vamos hijo, y te hace falta…

 

-      Esta bien madre, eso hare  -  le sonrió a medias  -  Tobías me acompañara, así que deja de preocuparte, ¿si? 

 

-      Si mi amor  -  se acerco y le dio un beso en la frente, mas relajada al ver que la chica saldría al jardín, a punto estaba de salir de la habitación cuando su hijo le hablo.

 

-      Por cierto madre  -  volteo a verlo y le sonrió, esperando por lo que le diría  -  no quiero más chantajes…no van contigo  -  le sonrió y le guiño un ojo, ya solo vio como la rubia mayor suspiro y salió de su habitación.

 

La chica se levanto, se puso unas pantuflas y junto con su elfo, salió de su habitación con dirección a los enormes jardines, camino despacio, sin rumbo especifico, iba como distraída, no se dio cuenta para donde caminaba, iba en silencio y a su lado iba también en silencio el elfo Tobías.

Camino por un muy buen rato pero sin alejarse de la casa, prácticamente solo la estaba rodeando, hasta que llego a un claro, se quito las pantuflas y se sentó en el pasto, con su inseparable elfo Tobías, quien hizo lo mismo que la rubia, claro…solo sentarse a su lado respetando ante todo, su silencio.

Llevaban  un poco más de cuarenta minutos, esperando por el regreso de la matriarca de la rubia familia, Potter aburrido de solo escuchar la platica de los dos hombres mayores, casi en estado soporífero se levanto muy despacio y se dirigió al enorme ventanal por donde entraba el sol a raudales, se acerco y miro para afuera, al instante se quedo sin aire, pues nunca se imagino ver algo que realmente le quito el aliento…haciendo que una imagen borrara otra de su mente…

Notas finales:

Por Salazar!!! casi borro mi fic...que susto. bueno pues, gracias por leerlo.


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