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Palabras Suficientes por JoJoKee

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Notas del fanfic:

Bueno, es mi primer fic Yuri, no sean muy crueles. Vino a mi mente tras dejar a mi mejor amiga en la parada del autobus... Ojala les agrade

Era un caluroso día, aún para ser primavera ese día estaba especialmente caluroso. Las clases ya habían terminado. Anie y Eri salían juntas de la escuela. Iban en último año. Se conocían desde hace unos años, y se habían vuelto mejores amigas. A pesar de ser muy diferentes en algunos aspectos, tenían mucho en común y compartían muchas cosas. Ambas se tenían mucho aprecio. Pero Anie, hace algún tiempo, había descubierto que era más que aprecio lo que sentía por su mejor amiga. Había algo más en ella, que hacía que saltara su corazón cada vez que la veía o recibía algún mensaje de ella, que sintiera cosquillas en el estómago cuando estaban cerca y sintiera cosas que, bueno, no debería sentir por una chica, por una amiga. Pero ella era feliz mientras Eri lo fuese, y es por eso que siempre pensaba en ella, le tenía algún obsequio o le demostraba aprecio con palabras o abrazos y caricias, dentro de lo que se permite en una relación de amistad. Jamás le confesaría a Eri lo que siente, no se arriesgaría a perderla. Por su parte Eri, quería mucho a Anie, aunque no se lo demostrara muy seguido, se dejaba querer por los cuidados y presentes de Anie, que poco a poco, y aunque ella no se diese cuenta, la iban enamorando en el fondo. Anie había sido muy importante para ella, y quizás sentía lo mismo que Anie, aunque ni ella misma lo sabía.

            Desde que Anie se cambió de casa ya no acompañaba a Eri a tomar el autobús, pues se iba en otra dirección, pero ese día decidió acompañarla, porque al otro día no la vería ya que tenía un examen importante.

- Eri… ¿Segura que no quieres venir a mi casa y esperar allí a tus padres? – Anie siempre le ofrecía que fuera, y lo hacía muy seguido, le encantaba tener a Eri junto a ella el mayor tiempo posible. – Mis padres no están en la ciudad y mi hermano ha de estar en la universidad, podemos pedir comida si quieres, yo invito. – Terminó con una enorme sonrisa, haber si así convencía a su amiga.

- No, no te preocupes. – Dijo sonriendo agradecida. Le gustaba mucho ir a casa de Anie, lo pasaba muy bien con ella, siempre comían cosas ricas y los padres de Anie la adoraban. Pero quería llegar pronto a su casa, tenía cosas que hacer, y el calor comenzaba a molestarle. – Tú deberías irte pronto… No tienes buena cara.

- ¿Enserio? Me siento bien. – Dijo, pero mentía. Se había sentido mal toda la semana, pero con sus padres fuera y su hermano sin tiempo, espero a que se pasara solo el malestar y el dolor de cabeza, pero no fue así. Ese día se sentía peor que todos los otros, y el inesperado calor no hacía nada más que empeorarla. No pensaba decírselo a Eri, no quería preocuparla o perturbarla pues ella había esperado esa audición de música todo el año y si la preocupaba quizás no estaría tranquila. – Te acompañare a la parada del autobús, como antes. – Volvió a sonreir.

Llegaron, a esas horas de la tarde no hay nadie en esas calles, es la hora de almuerzo para muchos, y otros habían evitado salir evadiendo el fuerte sol que gobernaba a esa hora. La parada estaba vacía. Tras diez minutos de espera llegó el transporte, venía lleno y colapsado. La cara de Eri se deformo de disgusto.

- ¿Por qué no mejor esperas al siguiente? – sabía que no era buena idea, el transporte en esa ciudad no era muy bueno y a veces llegabas a esperar una hora por un autobús, pero sabía que a Eri le cargaba ir atestada de gente.

- No pasan muy seguido y no quiero llegar tarde, además hace demasiado calor como para seguir esperando. – Dijo con algo de pesar. Se despidieron y Eri se subió. Logró avanzar y entre los que se bajaron consiguió un asiento. Miro por la ventanilla y Anie se despidió con la mano. El bus avanzó un poco y se detuvo pues el semáforo había cambiado. Anie dio dos pasos y ya no pudo más. Eri volvió a mirar hacía atrás, pero no encontró a Anie. Ella no caminaba rápido, no pudo haberse ido, se levanto del asiento y su corazón se congelo por un momento al ver aquella imagen. Anie estaba tirada en la acera, inconsciente. Se desesperó, y empeoró cuando sintió al bus partir y alejarse. No había nadie en la calle para ayudarla. Eri gritó al chofer que se detuviera, pero debido a la gente no escuchaba. Nadie parecía preocuparse, nadie hacía nada. Avanzó como pudo entre empujones y quejas de todos y llego al frente, pidió que se detuvieran.

- Por favor señor, mi mejor amiga se ha desmayado. – Las palabras “mejor amiga” en ese instante le parecieron pocas, insuficientes para explicar la importancia de Anie para ella., El chofer se detuvo y ella bajó. Se desesperó aún más al notar que ya estaba a dos calles de distancia, y a pesar de eso no se veía a nadie.

            Corrió con todas sus fuerzas, sin importarle la bolsa que había olvidado en el asiento con un abrigo y su cuaderno. Cuando finalmente llego, su preocupación no podía ser más. Anie seguía igual en el suelo. Tenía las rodillas raspadas, como si primero hubiera caído de rodillas y luego se hubiera desvanecido. Estaba de lado, con los ojos cerrado. Eri le grito y le grito lo más que pudo, pero Anie no se movía, no respondía. Eri la volteo y la acomodo sobre ella. Puso su mano para sostener su cabeza y la sintió húmeda, miro el suelo y su mano. ¡Se había golpeado la cabeza! Esto se estaba poniendo peor. Un hombre que pasaba milagrosamente vio lo que ocurría llamó a una ambulancia.

Eri lloraba y sollozaba con Anie entre sus brazos. Anie abrió por un momento sus ojos, Eri lloró con más fuerza. Anie susurro algo, Eri entendió su nombre, pero nada más. Anie volvió intentar hablar pero Eri la calló. Se miraron fijamente unos segundos, como si se dijeran todo en ese instante, como si la confesión oculta de Anie saliera a la luz, y los sentimientos que ni Eri comprendía fueran desenredados y descubiertos. Como si ambas compartieran el mismo sentimiento la una por la otra. Anie cerró sus ojos nuevamente. Y Eri se quedo asi hasta que llegó la ambulancia.

            Ya en el hospital, al pedirle todos los datos no hubo problema, los sabía casi todos, y los que no, estaban en la agenda escolar de Anie. Ya que sus padres no estaban llamó a su hermano, Pero la universidad se encontraba a más de una hora de viaje en auto y el tráfico en la ciudad era un asco. Eri tuvo que quedarse en el hospital sola, sin saber más de su amiga, su mejor amiga, la persona más importante en su mundo.

            Tras una media hora de horrible espera, de ver pasar doctores y enfermeras que no le hablaban, uno llamó por ella.

- ¿Cuál es su relación con la paciente? – preguntó el doctor, era un hombre joven, pero su cara parecía cansada, como si llevara una semana entera en el hospital. La madre de Eri era enfermera, así que ella sabía que no le darían ninguna información a una amiga, solo a familiares cercanos o pareja, el hermano de Anie tardaría al menos otros 30 minutos, y no se parecían lo suficiente como para ser hermanas, ni siquiera primas. Y entre la confusión y desesperación respondió lo primero que le vino a la mente.

- Soy… Soy su novia… - Dijo y cuando se dio cuenta de lo que había dicho se sintió extraña. No como cuando la llamó “mejor amiga”, allí las palabras parecían pequeñas, pero ahora, la palabra novia sonaba perfecta, pus expresaba todo el cariño que sentía, todo el amor. Y más aún, Había admitido públicamente que la quería mucho, que la amaba. El doctor la miró por un momento, algo extrañado, pero luego siguió su discurso.

- El desmayo al parecer se debió a una descompensación por un resfrío y la exposición al sol. Lo que nos preocupa es el  golpe que se dio al caer. Ocurre muy seguido en desmayos pues no se controla la caída, pero al parecer ella intento caer de rodillas primero. Aún así le realizamos escáneres y tomografías de emergencia para revisar daños. – Al oír eso Eri temió lo peor. – No vimos nada alarmante. – Eri respiro. – Pero hay que esperar a que despierte para estar seguros.

- ¿Puedo verla? – A estas alturas, Eri solo quería volver a verla.

- Claro, pero debes firmar primero. – Eri siguió al doctor y después de firmar que había ingresado, la llevaron a una habitación. Se acercó a la cama. Anie estaba conectada a tantas cosas que casi no se veía. Ella siempre fue más baja, Eri a veces se burlaba, pero ahora, hubiera deseado que Anie fuese más alta para verla mejor.

- Anie…. Anie ¿estás? ¿Me oyes? Si es así dame una señal… - Eri tomó la mano de Anie – Anie lo siento, debí notar que no estabas bien. No debí haberme subido al autobús, ni dejarte sola. Debí haberte acompañado a tu casa, o esperar el siguiente transporte… lo siento tanto. – Eri habia comenzado a llorar nuevamente. – Eres lo más importante para mí. Se que no te lo demuestro, pero te quiero con todo mi corazón. Gracias por siempre estar a mi lado, por acompañarme, por quererme como soy. No se que haría sin ti, por favor no me dejes, despierta… por favor. Recuerdas que mañana iré a tocar el piano frente a los directores, me prometiste que alguna vez me irías a ver, yo te iba a invitar, tengo las entradas y todo, así que no me dejes. ¡Me lo prometiste! Por favor, háblame…. Dime algo… Anie…. Te amo… - La habitación estaba en completo silencio, Eri lloraba junto a la cama y solo se oía el ruido de las maquinas.

- ¿Re-realmente me i-ibas a invitar? – Anie dijo apenas y abriendo de a poco los ojos. Eri levanto la mirada y sus ojos se llenaron de lágrimas al punto que no veía nada. La abrazó como pudo entre los cables y maquinas. Estaba tan feliz de que estuviera a salvo.

- No, solo lo dije para ver si despertabas. – Bromeó. Quería ver si las cosas seguían como antes.

- Eso quieres decir que lo último tampoco… - Anie pareció entristecerse y el corazón de Eri pareció quebrarse.

- Lo ultimo… - Eri repitió, recordando que fue lo último que dijo… “Te amo”. ¡Anie había escuchado esa parte! De un momento a otro Eri se sonrojó, - Eso… eso… fue... quiero decir… a lo que me refería era…

- Tan elocuente como siempre. – Anie también bromeo. Seguía siendo la misma. Eri la miró molesta pero estaba tan aliviada de que estuviera bien que no pudo enojarse. – Sabes… - Anie dijo e hizo ademán a Eri para que se acercara. Así lo hizo. – Yo también te amo… - Se miraron a los ojos… como cuando se vieron en la calle unas horas atrás. – Eso fue lo que te quise decir antes…. – Eri recordó cuando solo entendió su nombre en los labios de Anie. Sonrió. Volvió a mirar a Anie, la tenía frente, al fin cerca, después de todo el miedo de perderla, la desesperación y preocupación, la tenía de vuelta. Se acercó lenta y temerosamente, cerró los ojos y besó suave y delicadamente los labios de Anie, con tal cuidado como si se fuera a romper o dañar, pero sin volver a dejarla ir.

- Sabes – dijo al momento – para el doctor…. Somos novias, solo así podía entrar a verte. – Dijo Eri algo avergonzada. Anie rió un poco..

- Bueno… ¿solo para el doctor? ¿y entre nosotras? – Anie también estaba algo avergonzada. Cuando Eri la escucho levanto la mirada y la besó rapida y fugaz en los labios, como exclamación de un sí.

            Una hora más tarde llegó el hermano de Anie. Gracias a Dios todo estaba bien, Anie sanaría pronto. Eri fue a su casa. A la noche recibió un mensaje de Anie:

“Aún me duele la cabeza, y no podré irme de aquí hasta pasado mañana. Lamento no poder ir a oírte. Nos debemos una cita. Te ama… Anie”

Eri sonrió para sí. Al día siguiente fue a su audición y tocó el piano, como si Anie la estuviera escuchando. Fue su mejor presentación de toda la vida.

Anie y Eri siguen siendo amigas, las mejores, pero para ellas, esas palabras no son suficientes para expresar el amor que sienten la una por la otra. No saben que les pasara en un futuro, pero al menos saben que ahora se tienen la una a la otra, y con eso les basta.

Notas finales:

 Bueno, dejen algun comentario, opinion o critica!! :) Gracias!


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