Mantener a Steve alejado durante todo el día había resultado más difícil de lo que había creído y esa idea le asaltó mientras escondía por cuarta vez el molde que con grandes esfuerzos había conseguido hornear. En un día común hacer un pastel le tomaba menos de dos horas pero sin duda este no era un día común y cuatro horas de frustración eran el claro ejemplo de ello.
-¡Maldita sea, Clint! – Exclamó el rubio mientras introducía velozmente esa pieza de su esfuerzo dentro del refrigerador - ¡¿Qué no pueden mantenerlo fuera de la cocina por cinco minutos?!
-¿Sabes lo ridículo que suena eso? – Contestó el rubio casi en un susurro – Llevo todo el día inventando pretextos para que esté alejado: “ve con Bruce por mercancía”, “ayuda a Natasha con los clientes”, “deja de pelear con Tony y acompáñame a entregar esos pedidos”, ¡ya no sé qué más hacer!
-Lo entiendo – respondió Thor mirando a su amigo, compresivamente – y apreció mucho lo que has hecho pero entiéndeme tu a mí, si él está aquí jamás podré hacer nada.
Pero al terminar de hablar un suspiro le hizo estremecer, Steve estaba en la puerta y le miraba con angustia y un profundo dolor.
-¿Steve?
Trató de entender lo que había provocado ese semblante en el hombre que amaba sin gran éxito.
-Así que… es por eso – le escuchó decir mientras daba unos pasos dentro de la cocina.
-¿A qué te refieres?
-No te hagas el tonto conmigo, Thor. Ahora lo entiendo todo. Por eso me has evitado todo el día, por eso todos actúan tan extraño.
-¿Evitarte?, yo no…
-No lo niegues – respondió tajante el recién llegado – todos lo saben.
¿Todos lo saben?, Claro que sabían algo pero seguramente no era nada de lo que pasaba por la mente de Steve. Sabían que Thor estaba loco por él, sabían que había estado como loco toda la semana tratando de preparar todo para ese día, sabían lo difícil que le había sido poder guardarle un secreto a ese rubio de destellante mirada del que estaba perdidamente enamorado pero, al parecer, en algún momento todo eso se había arruinado y se estaba convirtiendo en una horrible pesadilla.
-¡Dios, Steve! – Exclamó desesperado - O me dejas explicarte o me dices lo que estás pensando.
-¡Piensas terminar conmigo!
-¿¡Qué!?
Una extraña risa nerviosa retumbó en el pecho de Thor, ese chico frente a él acababa de pronunciar la idea más descabellada que pudiera haber pasado por su mente. Terminar con él sería acabar con su vida y todos sus sueños, terminar con él sería firmar su sentencia de muerte.
-¡Santo cielo! – exclamó Clint, interviniendo por primera vez en la discusión – no digas tonterías, Steve y deja que el hombre te explique.
-Thor – continuó el rubio ignorando rotundamente el comentario anterior - ¿A quién intentas engañar?
Y sin más dio media vuelta y comenzó a caminar sobre sus propios pasos alejándose decididamente del único hombre que le adoraba con sincera devoción, todo gracias a un pastel.
¿En qué momento se convenció que esto sería una buena idea? Pensó hacerle feliz, pensó que podrían pasar un maravilloso día y darle la sorpresa más grande de su vida pero todo se había ido al demonio por un insulso juego de palabras y malas interpretaciones.
-Tienes razón.
Y Steve se detuvo en seco al escuchar esas palabras.
-¿Razón? – Repitió como un fantasma aun dándole la espalda- ¿sobre qué?
-Nuestra relación ya no me es suficiente, ya no soy feliz con tan poco así que pensaba terminar esto.
-¿En serio?
La voz de Steve temblaba pero su cuerpo se mantenía rígido, sus peores miedos parecían convertirse en realidad. Bella manera de pasar una tarde en su compañía y lo único que él quería era pasar su cumpleaños en compañía de ese imponente rubio con el que había compartido los últimos y más maravillosos meses de su vida.
-Steve… – sentir la voz de Thor rosando su oído le tomó por sorpresa – Sé que cometí un error y lo lamento. Durante todo el día estuve pensando cómo hacerte feliz pero olvidé evocarme a hacerlo y por eso soy un tonto. Por alguna extraña razón creí que necesitarías algo más para estar contento pero ahora que el día está por terminar me doy cuenta que lo único que necesitaba hacer era decirte lo mucho que te amo y lo especial que eres para mí, así que eso es lo que haré. Te amo mucho Steve Rogers, tu eres la razón por la que mi corazón late día a día y por la que yo termino convirtiéndome en el mayor de los tontos, ¿Podrías perdonarme?
Era imposible no perdonarle pero una duda asaltaba su corazón misma que le impedían disfrutar de todo ese momento.
-¿No pensabas dejarme?
-¿Dejarte? – repitió enamorado el mayor – Jamás, pero quiero que nuestra relación cambie.
Y antes de que Steve pudiera preguntar qué significaba, Thor puso una de sus manos frente al rubio en la que descansaba un hermoso pastel blanco con dos simpáticas figuras sobre él. Steve tardó un momento en reconocerlos pero, al hacerlo, su corazón dio un salto y un par de lágrimas rasaron sus ojos.
-Feliz cumpleaños, mi amor.
Las figuras eran ellos, dos pequeñas figuras de azúcar tomadas de la mano con una leyenda debajo.
Quién diría que esas palabras sí terminarían su relación actual pero no como él esperaba y para ser sinceros, jamás hubiera esperado una manera más maravillosa de comenzar un nuevo camino, juntos.
“¿Te casas conmigo?”