UN ADAN Y DOS EVAS
“Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrr….ahaaaaaaaaaaaaa….grrrrrrrrrrrrrrrr”
“Hiak…grrrrrrrrrrrrrrr….ñaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…grrrrrrrrrr”
¡Paf, paf, paf!
Sintió como Hermione le tomo la mano, estaba sudada, era obvio que su eterna novia estaba nerviosa y que aquella idea tan brillante se le había ido de las manos.
“¡Grrrrrrrrrrrrrrr…brainnnnnnnnn…grrrrrrrrrrrrrrrrr….braiñññññññññññññ!”
Apenas sentía su respiración siendo su mano el único soporte para ella y ese maldito libro abierto en la otra.
-Herm, Herm, ¿Crees que esto es una buena idea?- le susurro Ron viendo como ella giraba la cabeza tan rígidamente que creyó oírla tronar en el acto.
-Shhhhhh-
-Pero Herm, ellos no nos escuchan-
-Ron, por favor- susurro aún más bajo de lo normal -Ellos-
-¡Esos descerebrados no pueden escucharnos Granger!- exclamo lo más fuerte que pudo extendiendo expresivamente sus brazos una rubia que no hacía más que fastidiar la existencia de la castaña.
-Lavander, por favor- le pidió Ron mirándola con suplicio, pues conocía bien el carácter de la chica y también sus constantes provocaciones hacia su novia.
-Ron esto es absurdo, ellos no nos pueden escuchar, por algo pusimos un maldito hechizo silenciador, además del desilusionador sobre nosotros tres- continuo alegando con los brazos en jarra.
-Debimos hacerlo solos- soltó la castaña echándole una mirada asesina a la rubia.
-Que sucede Hermione, ¿Acaso no te gusta ser la segunda mujer viva en este mundo?- soltó con sarcasmo la chica alzando una ceja que provoco una sonrisa involuntaria en el peli rojo que deseo ser tragado por la tierra al sentir como la mano de la otra chica trituraba la propia.
-En primero Lavander, soy Granger para ti y en segunda dudo mucho que seamos las ultimas mujeres en el mundo con vida-
-Bueno eso no me preocupa tanto como a ti, después de todo no soy yo la que luce como la loca de Trelawney-
-¡Tu!- chillo la castaña furiosa soltando la mano de su novio para tomar su varita apostada sobre las páginas del libro que sostenía.
-¡Herm, Herm, ellos se mueven se mueven!- apunto Ron hacia los dos seres que ya habían dejado de golpear la puerta que unos minutos antes se cerrara de golpe gracias a un hechizo que ellos le lanzaron.
-Pero que están-
-Es obvio “Granger”, se han aburrido y se marchan-
-No, no es eso idiota-
-¡Hey, no te permito que me llames asi!-
-Chicas vasta, por Merlín que van a volverme loco- suplico el peli rojo alejándose de ellas que ya se habían enfrascado en un nuevo pleito como cada hora desde que se encontraran con la rubia hacia un par de meses en una bodega en desuso.
-¡Si no fuera por nosotros no seguirías con vida ingrata!-
-¡YO! ¡Si no fuera por mi te hubieras muerto de hambre o acaso se te olvida gracias a quien apagaste el molesto gruñido de tu estomago, panzona!-
-¡Nadie te pidió tu asquerosa comida!-
-¡Pues no pensabas eso cuando te la tragabas!-
-¡Deberíamos haberte dejado a los podridos!-
-¡Son Inferís, Inferís idiota hija de muggles!-
-¡Como te atreves!-
-¡¿Qué, acaso no eres hija de muggles?!-
-¡Ya basta, ya basta que me van a volver loco!- chillo desesperado tirándose el cabello un peli rojo.
-¡Cállate Ron!- gritaron al unísono ambas chicas para continuar con su discusión.
Estaba cansado, siempre soñó con ser el único hombre en una isla desierta al igual que aquella historia que contaban sus amigos, rodeado de bellas féminas a su disposición, guauuuuuu, se veía tan fantástico desde ese punto de vista pero claro, nadie se podía imaginar el suplicio del pobre sujeto con esas mujeres cuando se volvían locas y más si estaban rodeados por un apocalipsis que no daba oportunidad para que estas se desvivieran por su macho alfa, odiaba su vida, definitivamente la odiaba. ¿Porque todo lo malo debía ocurrirle a él?, ¿Por qué?
¿Harry donde estas cuando más te necesito?, pensó el peli rojo recordando como el otro idiota de sus amigos los había dejado por salvar al imbécil del hurón que había quedado atrapado en un armario dejando caer su varita en la huida.
-Me pregunto cómo estarás hermano- se dijo escuchando como la pelea subía cada vez mas de tono provocando que retrocediera unos pasos al sentir el aliento pútrido de las chicas sobre su nuca. ¡Diablos como les hacía falta una buena lavada de dientes!
¿Dientes?... ¿Aliento pútrido?, ¿pútrido?, demasiado…giro su rostro para encontrarse con uno que casi ni se reconocía a simple vista….
-Chicas- susurro apenas observando como el otro ser frente a el olisqueaba alrededor suyo -Chi…cas- casi suplicaba para que estas le prestaran atención sin tener respuesta alguna de ellas.
Respiro lo más lento posible tomando pequeñas porciones de aire para soltarlas después a un lado girando los ojos para ver porque sus Evas no hacían absolutamente nada por él.
“No te preocupes Ron, no te preocupes, es evidente que este monstruo no sabe que estas frente a él, asi que, retrocede poco a poco, poco a poco. ¡Maldición Harry, porque no estás aquí!”
Sintió una leve briza cerca de su oreja, el monstruo como le gustaba llamar aquellas criaturas el peli rojo estaban ya demasiado cerca de su cara desbordando su nauseabundo aliento sobre él, giro sus ojos para ver que hacían las chicas para solo entonces darse cuenta que estas no estaban.
“¡¿Dónde diablos están!?”
Pensó aterrado dándose cuenta que estas no podían salir de la casa asi como asi, nadie se arriesgaría a salir de un refugio seguro desapareciéndose para llegar en medio de un ambiente infectado por esas cosas, no, no podían, no podían hacer eso, mucho menos dejarlo atrás, después de todo era el único hombre que quedaba, el único mago y ellas, ellas no se aguantaban, él era el pilar de esa mini familia disfuncional que componían, gracias a él no se mataban, gracias a él no las mataban.
“Retrocede Ron, retrocede, poco a poco”, se dijo topándose con alguien detrás suyo. Suspiro aliviado al sentir la tela suave del vestido de Lavander en sus dedos. Sonrió de pura felicidad girándose despacio para entrar en el círculo de protección que hiciera Hermione para no ser visibles, quedando frente a frente a alguien que alguna vez debio ser una mujer o al menos eso creyó.
-Yo…yo…- la boca se le seco.
Un, dos, tres, choco contra alguien más que gruño apenas colisionaran.
-¡No!- chillo ya sin aguantarse corriendo hacia la puerta de entrada para encontrarse con un tercer monstruo que se le lanzo con tal desesperación que al intentar huir de él se tropezó cayendo de bruces sobre su trasero -¡No me toquen!- alcanzo a gritar por última vez cuando al querer levantarse desgarro sin querer el andrajoso vestido del otro ser que se fue de lleno hacia su garganta desgarrándola en el acto para ser acompañada por sus otro compañeros que gruñeron llenos de felicidad por el festín que estaban a punto de darse.
Mientras tanto desde la otra esquina del mismo cuarto dos brujas astutas tomadas de las manos para no romper el hechizo desilusionador caminan despacio hasta el cuarto del fondo en donde se encerraron bajo un potente hechizo. Se miraron entre sí aterradas para luego observar atónitas la puerta de donde llegaban los lamentos y alaridos de dolor del moribundo peli rojo que iban en disminución con cada segundo que pasaba.
-Silencius- soltó desganada la rubia agachando la cabeza.
-No te culpes por lo que paso, no podíamos…- Hermione se secó una lagrima del rostro al recordar como por una simple pelea el peli rojo se alejó de ellas quedando expuesto ante aquellas asquerosas cosas.
-No lo hago, solo desearía que las cosas no fueran tan fáciles- respondio la rubia viendo como la otra tomaba su rostro entre sus manos.
-Lo se…pero lo son, para bien o para mal, lo son-
-….-
-Ibas a hablar con él verdad-
-Por supuesto- dijo firmemente la castaña imaginándose el shock inicial de Ron para luego convertirlo en una pelea campal sin tregua en donde ellas dos serían las villanas y el la pobre víctima, dando por eso y solo por eso gracias de que su mejor amigo no estuviera ya con ellos para verse en la penosa tarea de escoger por quién de ellos apoyaba a sabiendas que lo más probable seria ella quien perdiera.
-Te amo- le dijo la chica dándole un beso suave en los labios.
-Y yo a ti Lavander y yo a ti- susurro la castaña recostando a su amante sobre la única cama de aquel cuarto -¿Quieres ser mi novia?-
-Por supuesto- respondio la otra emocionada ignorando ya olímpicamente que en el cuarto continuo seguían devorando al que fuera hacia años su novio, tanto como el de la chica que devoraba sus labios en ese momento con total pasión.
Fin