Un mundo perfecto
Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro, afuera. Últimamente no servía nada más que para eso, para tenerlo adentro y afuera, una y otra vez sin el más mínimo orgullo permitiendo impúdicamente que lo poseyera cuando se le pegara la regalada gana, estuviera donde estuviera ¿y porque?, a sí, porque el mundo se había caído por el desagüe y ellos eran los dos últimos tíos sobre el maldito planeta y luego de un par de meses de soledad y encontrarse con el único imbécil a miles de kilómetros a la redonda ya no importaba si no se trataba de una persona fina o elocuente, ni mucho menos que fuera el mismísimo hijo de puta que le había fastidiado desde el dia en que entro a Hogwarts.
¿Amistad?, no, de eso nada, lo suyo solo era sobrevivencia y ambos lo sabían desde el primer dia en que se cruzaron y en vez de hablar como cotillas como muchas veces se imaginaron que harían al encontrar a otro ser humano no hicieron más que mantenerse callados viéndose por largos minutos sin siquiera soltar palabra alguna hasta que sus estómagos gruñeron haciéndoles reír a carcajadas a ambos.
Un mundo solitario los rodeaba con casas enteras y completamente amobladas para ellos, a libre disposición asi como de alimentos para hartarse, con tesoros invaluable a su entera disposición y aun asi, aun asi no eran felices porque algo les faltaba en un paraíso gris que con cada amanecer de brillante luz se sentía más y más patético a su alrededor. Algo les faltaba, algo, ¿pero que, que?
Mujeres soltó un dia sin siquiera pensarlo para ver la sorpresa dibujada en el rostro del otro que solo sonreía ante sus palabras.
Una, dos, tres pajas al dia le ayudaban a olvidar lo que nunca más volvería a tener sumergiéndose en sueños lujuriosos en donde jodia libre y bestialmente con cuanta fémina se encontrase, sin importarle ya si eran o no sangre limpias y mucho menos si era una asquerosa muggle, pues a esas alturas su desesperación por sentirse en brazos de otro ser vivo, por sentirse querido, por sentirse apreciado, necesitado, ser uno en conjunto con otro era tan grande que ni siquiera le importo cuando Potter después de mandarlo a la mierda una infinidad de veces cansado de sus negativas lo hecho al suelo y prácticamente lo violo para su asombro y horror.
Al principio no fue fácil, adaptarse a una nueva vida, a un nuevo orden, a una nueva forma de ser y sobre todo a una nueva condición sexual que jamás siquiera se le paso por la cabeza tener, no era fácil, mucho menos cuando un orangután casi dos veces más grande que él se le tiraba encima arrancándole la parte baja de la ropa y metiéndole con la mínima preparación su inmenso miembro para saciar una lujuria que sobre pasaba la propia gimiéndole en la oreja que el mundo era perfecto tal y como estaba hasta ahora.
Pero el mundo no era perfecto, porque el estar solo con otro hombre que solo le veía como un mero objeto sexual no era de su agrado, asi como el saber que si se alejaba de él no tendría a nadie con quien hablar por el resto de su vida.
No, el mundo no era perfecto, el mundo lo había dejado de ser hacía mucho tiempo atrás, demasiado tiempo atrás para su agrado.
Como había ocurrido aquello, como habían terminado asi, como el mundo se había sumido en un maldito apocalipsis que solo dejaba a dos putos hombres vivos y no al Adán y una Eva que se suponía según las historias muggles eran los causantes de poblar el mundo. A quien se le había ocurrido tal idiotez, a quien, en serio deseaba saberlo para ir y patearle el culo por idiota.
El mundo…es perfecto, solía escucharle decir al moreno cuando le daba por hacer arrumacos que le enfermaban al recordarle que ese papel antiguamente era suyo y que en esos momentos su adorada novia de turno ocupaba depositaba su cabeza sobre su pecho y no al revés.
El mundo es perfecto, le repetia una y otra vez el moreno hartándole hasta tal punto que un buen dia desapareció de su vista por alrededor de tres horas sintiéndose asfixiado al no ver más que objetos inanimados en una gran tienda llena de maniquíes.
Eso no era posible, no podía serlo, no ahora, no en ese momento, no podía, simplemente no podía, porque ellos eran los únicos habitantes del maldito mundo y lo sabían, porque no había cabida para nadie más que para ellos dos y esa peli roja muerta de hambre que ahora bestia de pies a cabeza con ropas finas y joyas en demasía estaba demás en la ecuación y debía desaparecer.
El moreno reía a boca jarro sin cesar por cada idiotez que la peli roja lanzaba aludiendo a su antigua familiaridad para acercársele, para insinuársele, para besarle.
El mundo debía ser repoblado, lo sabía, por ello al tener la última fémina sobre la faz de la tierra lo primordial era dejarla preñada, lo quisiera está o no, aunque en el caso de la peli roja no faltaba siquiera pedírselo porque cual puta andaba casi sin ropas frente a ellos insinuándose de la misma forma a ambos, pero sobre todo a él.
¿Accidente? Nunca lo sabrían y tampoco les interesaba porque la peli roja estorbaba en su mundo perfecto, si, su mundo perfecto, perfecto al darse cuenta luego de cogerla tras una puerta que sus tetas no eran suficiente como un par de ricos pezones en un pecho plano, que sus piernas contorneadas no eran nada comparadas a unas fuertes, gruesas y resistentes, que sus brazos lánguidos y desprovistos de bíceps no daban al talle como los del otro, que su entre pierna jugosa era insuficiente para él y que extrañaba enormemente cierto miembro metido por el culo que lo hacía estallar de placer de una forma que jamás se imaginó y que su boca en la suya solo le dejaría un mal sabor que no se quitaría hasta luego de lavarse los diente continuamente por horas. Si, los accidentes ocurren y daban gracias por ello.
Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro, afuera, gentil, rudo, violento, apresurado, calmado, suplicante, necesitado, esmerado, ya no importaba como, ya no importaba donde, ni mucho menos si llevaban ropas puestas o no, porque ellos eran los dos últimos seres vivos sobre la faz de la tierra y si a ellos no les importaba joderse por donde fuera a nadie más lo haría.
Fin