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Mi dulce recuerdo, mi eterno amor por Hinata_sama

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Notas del capitulo:

Primero que nada, ¡hola a todos! Espero estén muy bien.


Quiero compartirles este One-shot, y como ya lo mencioné en el resumen del fic, decidí dividirlo en tres partes para mejor comprensión... Espero sea de su total agrado :D


ESTE FIC NO ME PERTENECE, ES DE LA AUTORA YUUKI UCHIHA... YO SÓLO USO ESTE MEDIO PARA HACERLO LELGAR A USTEDES


LOS PERSONAJES TAMPOCO ME PERTENECEN, SON DEL GRAN MASASHI KISHIMOTO :3


Bueno, no les quito más tiempo... Disfruten

MI DULCE RECUERDO, MI ETERNO AMOR

POR: YUUKI UCHIHA

 

 

“Las cosas más importantes son las cosas más difíciles de explicar,

porque, de alguna forma, las palabras las minimizan,

las degradan” - Stephen King

 

 

Sé muy bien por qué mis recuerdos son tan claros y después de varios años aún no se me hayan olvidado. De alguna manera, todo inició como una pequeña y hermosa flor de verano. Todo inició de nada, y la nada se convirtió en mi todo. MI TODO.

 

Recuerdo bien esa tarde en la que mis padres decidieron mudarse, y con tan sólo 7 años de edad, mi vida cambiaría por completo, ya no vería a mis amigos de la escuela y abandonaría la casa y la ciudad donde había nacido, pero no había alternativa. Mi hermana estaba por llegar al mundo y el sueldo de mi padre no era suficiente, por suerte y para mi desgracia, a mi padre le ofrecieron un mejor trabajo pero fuera de la ciudad, en una ciudad llamada Konoha que quedaba a 12 horas en auto a una velocidad precavida.

 

Cuando llegamos a Konoha, salimos del auto y pude notar que nuestra vieja casa era mucho más grande en comparación a la nueva, pero a diferencia de la vieja es que la escuela a donde me trasfiriera quedaba relativamente cerca, y además mi nueva casa tenía un jardín muy amplio. Mi madre estaba muy contenta y a la vez muy cansada porque cargó durante largas horas un peso extra de 3 kilos en su barriga; estaba muy contenta porque la casa que había elegido papá tenía un precioso jardín, mientras que papá estaba preocupado por qué no sabía si iba a poder pagar la nueva casa con su nuevo trabajo, ya que la eligió sólo para consentir a mi madre.

 

Al día siguiente de la mudanza, me desperté con tremenda cara de zombi para ir a la escuela primaria. Todo era diferente ahora: estaba triste porque extrañaba a mis amigos y a mis profesores. Realmente no sabía si sería fácil hacer amigos, pero sí sabía que no quería estar solo.

 

Cuando entré al salón de clases mi profesora Tsunade me presentó ante el grupo…

 

—¡Chicos! Saluden a su nuevo compañero, su nombre es Naruto.

 

—Ahh… Etto… Hola…

 

Estaba bastante nervioso y tenía miedo de caerme o de tartamudear. Al pronunciar “Hola” sentí que me caería desmallado, pero afortunadamente las caras de mis compañeros no parecían aterradoras, más bien parecían agradables, pero había un rostro que se encontraba hasta atrás de la clase en el rincón que quedaba justo a un lado de la ventana, un chico de cabello oscuro y tez blanca con aspecto sedoso; su mirada se dirigía hacia afuera del aula y no prestó atención a mi llegada como todos los demás, que parecían ansiosos de conocerme. Él captó toda mi atención durante los primeros dos meses.

 

Todo transcurría con facilidad, mi padre ganaba suficiente para cubrir el pago de la casa y para pagar los gustos de mi madre, para cuidarme a mí y a mi hermanita que tenía un mes de nacida; yo había hecho un montón de amigos: Sakura, quien era la chica que me gustaba; Lee, que siempre era bastante entusiasta y le encantaban los exámenes; Neji, que era el más inteligente de la clase; Ten Ten, quien era mi mejor amiga; Kiba, un chico bastante extrovertido; Shino, un chico raro; y Hinata, una chica muy tímida; pero aun no era amigo de ese tal chico llamado Sasuke.

 

Sasuke era bastante popular con las chicas, pero todos los chicos lo detestaban porque era muy callado y arrogante, yo  solamente lo veía como un chico interesante y de alguna manera había algo que me jalaba hacia él y por eso quería convertirme en su amigo. Siempre estaba solo y competía en las mejores calificaciones con Neji, los maestros decían que era un genio como su hermano mayor, pero había algo misterioso en él y tenía que descubrirlo de alguna manera.

 

Un día, mientras jugaba en mi jardín con mis nuevos juguetes que me regalaron días antes en mi cumpleaños, vi pasar a Sasuke y sin pensarlo dos veces lo llamé, grité su nombre, a decir verdad no pensé que volteará a verme; ya lo había intentado otras veces y ni siquiera intentaba ver quien lo llamaba. Pero esta vez fue diferente, detuvo su andar despreocupado y giró su cabeza. “Hola”, me dijo y esbozó una amplia y amable sonrisa.

 

Jugamos a la invasión extraterrestre, a los autos de carreras, a los vaqueros del viejo oeste y hasta a los ninjas. Jugamos hasta caer el sol. Recuerdo muy bien esos negros ojos grandes que brillaban junto con su sonrisa al proponer los juegos, y yo lo veía maravillado.

 

Era una amistad extraña porque sólo jugábamos en la tarde al salir del colegio, no hablábamos durante las clases ni en los recreos, pero no faltaba un día en que no fuera a mi casa a jugar; en la escuela él no reía pero en el jardín de mi casa lo hacía todo el tiempo, hablaba con los pájaros que se posaban en las ramas de mi árbol, con los perros que pasaban por la calle y con las ardillas, aunque corrieran despavoridas cuando él se les acercaba. Cada vez que los animales salían corriendo, él les seguía y al cansarse giraba hacia mí, me dedicaba una triste sonrisa y decía:

 

—Naruto… promete que nunca me abandonarás, ¿sí?

 

—Nunca lo haré, Sasuke.

 

Una punzada en mi corazón me hacía saber que Sasuke tenía problemas, pero él nunca me decía nada, no se quejó de nada, no lloraba por nada.

 

Los días pasaron rápidamente hasta convertirse en semanas, y las semanas en meses, y los meses en años. Yo asistía ahora a segundo año de secundaria, algunos de mis amigos de la primaria estaban en otras escuelas y ya no convivíamos mucho, sólo Sakura, quien tras confesarle mis sentimientos me rechazó en 6to grado y después de eso dejó de gustarme; Neji, que seguía siendo el de mayor calificación, y Hinata, que últimamente sentía que me tenía muy vigiladito. Todos habíamos cambiado. A las chicas les crecieron unas cosas en frente como las que llevan todas las mamás, y a nosotros, los chicos, emm, bueno, teníamos cosas que habían cambiado también. Yo era muchos centímetros más alto que cuando era más pequeño y las marquitas de mis mejillas se hicieron más notorias, por lo que Sasuke se burlaba constantemente de mis “bigotitos de zorro”. Sasuke se convirtió en un chico con más centímetros encima de mi altura, su pelo era más largo y su mirada era afilada y masculina, se había convertido en todo en un galán para las chicas y en un gandalla para los chicos; para mí él solamente era mi mejor amigo.

 

Lamentablemente, Sasuke no asistía a mi misma escuela, por lo que no podíamos vernos diariamente como en primaria, pero cuando Sasuke iba a mi casa todo era perfecto. Conversábamos sobre nuestros profesores, algunas veces me ayudaba con mis tareas y aquel árbol de mi jardín había sido testigo de todos mis lloriqueos de amores no correspondidos y de todas las veces que Sasuke me prestaba su hombro como consuelo y también como pañuelo.

 

Pasaron los días y seguíamos viéndonos cada cuatro veces al mes, a veces seis si teníamos suerte, pero eran aquellas veces en que necesitaba urgentemente ayuda con mis tareas: él simplemente no dejaba de ser listo. Recuerdo un día en que Sasuke tocó mi puerta empapado de pies a cabeza, se veía realmente ridículo con los mechones en el rostro y un miserable pedazo de plástico “cubriéndole” la cabeza.

 

—¡¿Qué hay, Naruto?! Quería verte, pero me atrapó la lluvia.

 

Dijo riéndose tras los hilos de agua que caían de los mechones empapados, tocando sus labios pálidos del frío. Lo invité a pasar pero las horas transcurrían y la lluvia no paraba, las gotas de lluvia se hacían más gruesas y a veces más finas, pero no duraban mucho y volvían a ser gruesas, por lo que mi madre le pidió que se quedara hasta el amanecer. Algo me decía que Sasuke no venía precisamente a hablar de sus hazañas en la escuela o de sus constantes peleas con los chicos de su aula, pero como siempre, esperé a que me contara sobre ello. Lo invité a dormir en mi habitación, a ducharse y colocarse un pijama mía encima, pero fue en ese momento en que noté que algo cambió dentro de mí.

 

Sasuke salió de la ducha con sólo el pantalón de mi pijama encima y la toalla cubriéndole su cabeza, dejando al descubierto su perfecto y moldeado torso. Pude ver con lentitud como las gotitas aun calientes y vaporosas resbalaban de su piel nívea llegando a mojar el pantalón. Sentí un fuerte latido en mi corazón.

 

Sasuke se tiró sobre mi cama, y cerrando sus ojos dijo: “Naruto… ya no podré verte más… lo lamento…”, y me dedicó una de esas sonrisas que me lanzaba como cuando de niño no alcanzaba a los pájaros, o a los perros, o a las malvadas ardillas. Su triste sonrisa… Lo único que pasaba por mi mente era: “¿por qué no podré ver a mi Sasuke?”

 

Pasaron los días y las palabras de Sasuke se me iban olvidando, llegué a pensar que había sido una broma, ya que él seguía viniendo a mi casa hasta dos veces por semana; sonreía con mayor amplitud pero sus notas escolares habían bajado lentamente, empecé a notar que Sasuke se cansaba mucho al estudiar y por el cansancio se quedaba dormido bajo la sombra de mi árbol. Mi mente intentaba responder a esas preguntas que no le formulaba a Sasuke por esperar a que de su propia boca salieran mis respuestas.

 

“Tal vez tiene un trabajo nocturno, tal vez las peleas con sus compañeros se habían vuelto más violentas, aunque yo jamás le había visto algún moretón o herida en su cuerpo. Tal vez se ha aburrido de la escuela”, me preguntaba mientras él dormía cómodamente sobre mi espalda. Desde mi espalda caía un mechón de su cabello hasta tocar mi mejilla… Su cabello siempre olía bien, este olor invadía mi nariz y mis papilas gustativas, y dormido le di un beso un día.

 

Los ojos de Sasuke se veían cada vez más cansados, hacía dos meses que ya no asistía a la escuela, pero todos los días, cuando atardecía, podía ver su figura dorada a contraluz del sol apoyada en nuestro árbol. Mi casa se había convertido en la suya y reía todo el tiempo. Le gustaba dormir en mi cama y al despertar me encontraba envuelto entre sus brazos, no era raro para mí porque era un acto reflejo de él desde pequeño, si no me abrazaba a mí, abrazaba una almohada, o a veces me quitaba las sábanas y las abrazaba. Al llegar de mi escuela se había ido y regresaba al atardecer… Siempre así, y con su centellante sonrisa.

 

No quería que se diera cuenta de lo que sentía por él, después de todo era mi mejor amigo, fui muy afortunado de que él no se hubiera dado cuenta de que ya había recibido su primer beso. Yo lo esperaba cada día, todos los días al atardecer… y un día ya no volvió. Después de todo, un día me hizo prometerle que no lo abandonaría, pero jamás se me ocurrió decirle: “No me abandones tampoco”.

 

Lo extrañaba profundamente y me dediqué a buscar las respuestas que siempre intenté resolver. Cada día preparaba mi desayuno, comida y cena, y los metía en mi mochila para después de clases salir a buscar pistas. Había desaparecido como un susurro del viento. Me dirigí primero a su secundaria, pero los maestros y compañeros no sabían nada de él, sólo que era guapo, genio, arrogante, rebelde y que había dejado de venir desde hace dos meses. Para mí él era el sol, más tierno que el pan blanco y que había desaparecido toda una eternidad.

 

Poco a poco fui descubriendo la verdad sobre Sasuke: él no tenía un hogar, sus padres habían fallecido porque su hermano mayor los había asesinado, peleaba en la escuela no por ser rebelde, sino porque lo atacaban por ser inteligente y guapo, pero él nunca salía herido porque aprendió a defenderse desde el asesinato de sus padres. Lo único que no podía descubrir era el por qué él me había abandonado, siendo yo el único ser que lo amaba.

 

Llegué a encontrar su base secreta, donde él dormía cuando no estaba conmigo y tal vez el último lugar que tocó su respiración; este lugar se encontraba cerca de la primaria donde nos conocimos, en un parque, era un pequeño agujero subterráneo. Recordé que él decía de pequeño que un día me llevaría a conocer su base secreta ninja, esta base secreta tenía su aroma y entre algunas cobijas en el suelo encontré una nota doblada por la mitad: “Ahora ya conoces mi base secreta, siempre serás mi mejor y único amigo”. Lloré con la nota entre mis manos, no conocía un montón de cosas de él y él conocía todo de mí, tal vez hasta se enteró del beso. Lo extrañaba, lo extrañaba tanto… Tomé la nota y la metí en los bolsillos de mis pantalones, cogí una chamarra que tal vez había olvidado, aunque sabía muy bien que la dejó para mí, y salí corriendo de su base secreta.

 

Así pasé varios meses, refugiado en su chamarra y en la pequeña nota que había dejado; cada vez me hundía más en la soledad y la tristeza porque pasaba el tiempo y su olor se alejaba de su chamarra, y porque mis lágrimas dispersaban la tinta de las letras de la nota. “¿Cuándo volveré a verlo? ¿Cuándo oleré su cabello negro como la noche? ¿Cuándo podré darle un beso una vez más? Quiero que sepa que lo amo, quiero que sepa que no sé vivir sin él”.

 

Ocho años pasaron, los días pasaban sin pena ni gloria. Después de la secundaria entré a la preparatoria y en la universidad decidí estudiar Psicología, mis padres volvieron a mi ciudad natal junto con mi hermana, que ahora estudiaba en la secundaria; todos se fueron pero yo nunca me fui de mi casa. Mis amigos intentaron arrástrame con ellos a mejores ciudades, Hinata estaba interesada en mí desde secundaria, tal vez desde la primaria, pero a pesar de que me siguió hasta en la universidad yo nunca pude corresponderle; la admiraba, porque nunca quitó el dedo del renglón y seguía a la espera de un “sí” mientras me veía ir y venir como perdido por la vida. Ella iba constantemente a mi casa y me preparaba desayuno, comida y cena, a veces se quedaba a dormir conmigo; no era totalmente feliz, pero me agradaba que al despertar el pelo de Hinata estuviese en mi mejilla… Me recordaba al cabello de Sasuke… No sabía cómo era posible que después de ocho años estuviese vivo sin mi aire, sin mi sol, pero es que la esperanza muere al último.

 

Salía de mi casa al trabajo mientras Hinata se despedía como esposa desde la entrada de mi casa: “¡Que te vaya muy bien, Naruto!”. La gente pensaba que éramos esposos, pero cuchicheaban que yo no la amaba y ella era demasiado para mí; estaban equivocados, nosotros no éramos esposos, pero tenían razón al decir que no la amaba y que ella era demasiado para mí.

 

En las consultas con mis pacientes, fingía escucharlos mientras veía un pequeño trozo viejo de papel sostenido en mi tablero de anotaciones: “siempre serás mi único y mejor amigo”… “Si soy tu mejor amigo, ¿por qué me hiciste esto?”, pensaba mientras escuchaba los estúpidos problemas de mis pacientes. Transcurrían los días, y en los días de soledad, cuando Hinata no estaba en casa, transportaba un frasco de pastillas hasta mi cama pensando en que si esta vez sí tendría el suficiente valor de quitarme la vida, “qué mejor muerte que morir soñando contigo”.

 

En mi vigésimo segundo cumpleaños, me tomé las 45 pastillas del frasco y soñé contigo por última vez… Sasuke.

 

Desperté en una de las muchas habitaciones de la sección de urgencias del hospital de Konoha, mi cabeza daba vueltas, sentía un dolor inmenso en la garganta que se extendía del esófago hasta el estómago, podía oír voces que hablaban en términos médicos y una voz femenina que rogaba un diagnostico actual sobre alguien que había ingerido una sobredosis de pastillas para dormir… “¡Vaya, ese soy yo!”, me dije para mis adentros y me lamentaba de estar vivo. Poco a poco las voces se convirtieron en sombras oscuras y en pedazos luminosos hasta que pude ver la sollozante cara de Hinata a mi lado izquierdo.

 

—¡Naruto, Naruto! ¿Cómo te sientes?

 

Estaba confundido, triste, y era miserable y patético. ¿Por qué no me fui? Es mejor estar muerto a estar sin él, no puedo vivir más. Me concentré en el dolor y en la situación en la que me encontraba, sentía mi cuerpo adolorido y respiraba de una boquilla que se dirigía a un tanque de oxígeno.

 

—Naruto, ¿qué te sucede? ¿Por qué lo hiciste?... Nunca me dices nada…

 

Hinata lloraba y por fin comprendí una de mis tantas preguntas sobre Sasuke: él no me decía nada de su dolor porque no quería que yo cargara con sus penas. Podía verme a mí mismo reflejado en ella. Alcé trabajosamente una de mis manos y vi que estaba la piel de mi muñeca pinchada a una aguja con un cable conectado a una bolsa de suero. Llevé mi mano a la cabeza de Hinata, que reposaba oculta entre sus brazos sollozando a un lado de mi cuerpo sobre el colchón de la cama.

 

—¿Tan mal me veo, Hinata?

 

—¿Por qué quieres morir sabiendo que te amo, Naruto?

 

No pude contestar de nuevo. Hinata quitó mi mano de su cabeza, alzó la mirada y se limpió las lágrimas.

 

—Hay una persona que quiere verte, Naruto; vino desde lejos sólo para verte.

 

“¡Vaya!”... Tal vez es mamá o papá, o tal vez mi hermana. ¿Por qué tenían que enterarse? Giré mi cabeza lejos de la mirada de Hinata.

 

—¿Acaso les dijiste a mis padres y hermana, Hinata? ¿O tal vez a nuestros amigos?

 

Hinata bajó la mirada y apretó sus puños cerrando sus ojos.

 

—Él no es mi amigo, Naruto; siempre he tenido celos de él, siempre supe que tu mirada lo veía a él y no a mí…

 

Mi mente quedó en blanco, el dolor se fue y me sentí como en una nube flotante… “¡Es él!”.

 

Notas finales:

Si les gustó, dejen sus review... Luego regreso a subirles la segunda parte...

Matta ne ^^


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