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En la despedida de un amigo por YezCiel

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Notas del fanfic:

Es un pequeño relato :)

Notas del capitulo:

Buuueno, espero que lo disfruten??

Son libres de informar si existir algun error de ortografia (en general, siempre hay muchos :P )

No me acuerdo de mejor lugar para nos despedirnos. En ese día, Naruto sonrió mucho y se cansó de tanto entusiasmo. Fue un día bueno.

 

Estaba demasiado calor en aquel hotel sin aire acondicionado. En una ciudad pequeña del interior de Rondónia, en un extremo del vasto Brasil, después de millares de kilómetros, después de carreteras interminables, después de paisajes interminables, haciendo frontera con Bolívia, yo mantenía un sueño ligero, destapado, agitado, molesto.

 

Cuando el teléfono sonó, yo no sabía qué horas eran. Eran las cinco y media de la mañana. En el audífono, a millares de kilómetros, una voz me dio la noticia que mi mejor amigo había muerto. Sólo desperté realmente después de entender esas palabras.

 

Fue como si faltara un segundo al tiempo. Vestí unos pantalones y salí de la habitación. Descalzo y en tronco desnudo, di un paso en el pasillo sin saber adónde iba. Se levantaba un amarillo muy grueso sobre los tejados de la ciudad, la mañana empezaba a nacer lentamente.

 

Yo tenía un buen puesto para asistir a esa vaga de claridad porque, al fin del pasillo, llegué a un balcón abierto sobre las casas bajas, las calles paralelas, perpendiculares, de tierra rojo, barridas, con árboles enormes, hojas e pájaros, pies centenarios de manga

 

El cielo era grande y existía por encima de todo eso.

 

Fue en ese silencio que pude pensar en lo que había pasado. Entonces, llamé a Hinata, la mujer de mi amigo, ahora viuda, mi amiga a la que siempre tuve celos por haber tenido coraje de declararse. El teléfono llamando: una nota sustentada, repetida y estridente. No fue Hinata que atendió, fue una voz sería. Pronuncie mí nombre, pregunté sí podía hablar con ella y me la pasaron. Estaba llorando. Le dije aquello que pude.

 

Cuando cuelgue, las lágrimas eran cálidas y desacertadas de todo lo que tenía delante de mí. Sin prisa, avanzaban las bicicletas a lo largo de las calles de la ciudad. Al ritmo de pedaladas demoradas, se escuchaba el rodar de las rodas de caucho en la tierra lisa, por veces se respaldando muy ligeramente.

 

Sentados en la silla de montar de la bicicleta iban chicos y chicas de uniforme. Se dirigían para más un día de Liceo. Con frecuencia, pasaban a los pares, dos bicicletas lado a lado, chicos de pantalones, chicas de falda, calcetines blancos, cabellos presos con un lazo, riéndose despreocupadas.

 

Hinata estaba en el Hospital, rodeada por la falta de sentido de la muerte. Yo era aún capaz de distinguir el eco del llanto, el peso de las palabras que había utilizado. Pero, más de lo que esa impresión, yo era capaz de imaginarla con toda la nitidez, en aquel preciso momento, en el hospital, rodeada.

 

De las primeras veces que fui a casa de Naruto, me acuerdo de un armario enorme, de madera maciza, trabajada, que estaba en la sala. En el interior, guardaba montones de libros suyos sin cualquier organización. Cuando se extendía la mano, tanto se podía agarrar un volumen español, con décadas, como sé podía tratar de una traducción búlgara, húngara, romana de un libro que ni él propio conseguía identificar.

 

Al largo de los años, subí muchas veces las escaleras de madera de ese condominio. Me cruzaba curioso con casales que salían de la pensión y, cuando llamaba en la puerta, escuchaba los pasos cada vez más lentos de Naruto a atravesar el largo pasillo e, después, su voz a través de la puerta, antes de abrir.

 

Cuando un amigo muere, se siente el final de una época. En ese momento, la piel irreversible del pasado gana una realidad objetiva, absoluta. Como una piedra lanzada a las aguas de la presa, se ahogando en el líquido, en el fresco y en la oscuridad. E, de repente, el tiempo, la edad, el tamaño de una vida: asuntos que Naruto conocía bien.

 

La última vez que estuvimos juntos fue hace muchos meses, en una librería. Tuve suerte. Al presentarle su último libro, pude sentir la ilusión de le devolver un pequeño grano de la infinita generosidad que siempre puso en las centenas de libros que presentó. Además, fue en una librería. No me acuerdo de mejor lugar para despedirnos. En ese día, Naruto sonrió mucho y se cansó de tanto entusiasmo. Fue un día bueno.

 

Tuvimos ese día. Tuvimos nuestras conversaciones, yo conduciendo, el hablando de otros mundos e de otros tiempos, tuvimos a nuestros hijos pequeños jugando adelante de nosotros -el intento de transformar un cariño amistoso en algo más-, tuvimos los libros, las clases de Universidad, algunas viajes, París, Madrid, y los abrazos. Tuvimos los abrazos.

 

Notas finales:

Para dejar explicito de que se trató es asi como un relato de un amor no correspondido, en este caso de Sasuke.

Hinata se declaró primero y Sasu ya no tuvo su oportunidad, redimiendose a intentar trasnformar un cariño amistoso por una amiga en un amor de pareja para intentar olvidar a Naru, algo que nunca pudo, ahora estando devastado por la muerte de este...

 

Bueno eso es :)

Saludos


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