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Noche de brujas por Aika chan

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Notas del fanfic:

Estos personajes no me pertenecen si no que son totalmente propiedad de Masashi Kishimoto.

Notas del capitulo:

Hola hola! Iba a subir este fanfic antes pero me lesioné un dedo y ahora voy super lenta escribiendo, aun así espero que lo disfruteis! :3

 

  Noche de brujas  

 

Caminaba por las calles de la villa realmente emocionado, no podía dejar de pensar lo maravillosa que sería aquella noche y estaba realmente impaciente esperando con los brazos abiertos la oscuridad de una noche cargada de brujas y fantasmas. Había aprovechado a reservar su fiesta de su cumpleaños para ese día y ya lo tenía todo preparado desde hace tiempo. Había trabajado su disfraz hasta el más mínimo detalle y aunque no tenía muy claro el tipo de fiesta que le estaban organizando sus amigos estaba deseando verlo. Le habían dicho que se celebraría en el bosque de las afueras de la villa para no molestar con el ruido así que se imaginaba que al menos música pondrían y que debía ir una gran cantidad de personas. Llego al edificio que estaba buscando, una gran casa al estilo oriental que había sido reconstruido no hace mucho y se paró en el umbral de la puerta pensativo como hacía casi cada día. Aquel lugar tenía algo que le hacía sentir tristeza quizás porque sabía todo lo que había pasado allí, quizás los muertos en el lugar seguían velando por la seguridad de su pueblo un día destruido por la ira y la arrogancia. Llamó varias veces mientras sacudía la cabeza tratando de despejarse y no tardó en ver como se abría la puerta.

– ¡No me fastidies, otra vez tu! – Puso los ojos en blanco derrotado y comenzó a caminar de nuevo hacia el interior dejando la puerta abierta – Ya te he dicho que no iré a esa maldita fiesta.

– ¿Pero por qué? – Protestó Naruto mientras cerraba la puerta de la entrada y veía como se adentraba en la cocina – Sasuke, espera. Escúchame – lo siguió tratando de alcanzarlo y nada más entrar vio como ponía sobre la mesa un vaso grande de leche.

– No has comido ¿verdad? – preguntó desinteresado mientras se servía un té.

– ¡Oh! Gracias – se entusiasmó mientras se sentaba felizmente a la mesa – La verdad es que iba a hacerlo pero la leche no olía muy bien y no me arriesgué. Prefiero estar bien para esta noche – torció el gesto pensando en las consecuencias que habría tenido ese acto.

– Tú como siempre, pareces un gato abandonado – le comentó con socarronería mientras le servía pescado frito que había preparado para su comida.

El chico rubio frunció el ceño por el comentario mientras torcía la boca de manera graciosa e infantil pero sin perderse ningún movimiento de su amigo. Por fin había recuperado al amigo de su infancia donde su actitud fría y arrogante se mezclaba perfectamente con la amable y cálida. Quizás era una locura, o por lo menos eso le decían cada vez que lo hablaba con algún amigo, siempre recordándole quien había sido o los errores que había cometido pero simplemente era algo que no le interesaba en absoluto. Él siempre pudo ver algo más en lo profundo de aquellos ojos negros que parecían absorberte al mismísimo averno. Absortó en sus pensamientos no se percató de que el moreno ya estaba recogiendo los platos. Volvió a sacudir la cabeza centrándose en el tema por el que había ido a parar al lugar y volvió a comenzar a hablar.

– En serio, vente. Será divertido – insistió el rubio.

– Paso, no me agrada mezclarme con toda esa gente – protestó terminando de lavar los cubiertos.

– Vamos no seas así, me lo tomaré como tu regalo de cumpleaños – le sonrió ampliamente mientras veía como ponía los ojos en blanco.

– Llevas diez días con lo mismo ¿no te valen estos desayunos como regalo? – contestó hábilmente tratando de zafarse de la situación.

– Joo pero yo quería que vinieras. En serio, sería muy importante para mí que vinieras – insistió mientras hacía pucheros suplicantes sin conseguir resultados.

– Mi respuesta sigue siendo no – respondió de manera tajante y concluyente.

– Eres un aburrido – se enfadó – Solo te estoy pidiendo esto y aun así sigues sin aceptar.

– ¿No tienes nada que hacer? – el moreno le respondió en el mismo tono intentando que lo dejara tranquilo, solo tenía ganas de que pasara ese dichoso día de Halloween para que se olvidara de la maldita fiesta.

– Pues la verdad es que sí – se levantó molesto mientras se acercaba a la puerta de la cocina – Tú sabrás lo que haces pero espero verte esta noche, gracias por la comida.

Salió de la casa realmente malhumorado, sabía que ese tipo de eventos no eran del agrado de su amigo pero realmente le haría ilusión poder verlo allí y sobre todo cuando iba a celebrar también su cumpleaños. Pero no pensaba insistir más y tampoco dejaría que aquello le amargara su día, iba a prepararse para disfrutar. Se paró en una tienda para comprar las orejas que le faltaban a su traje, ya que había decidido ir disfrazado de Kurama debía hacerlo bien y a pesar de la evidencia de que no había sido muy original estaba seguro que si algo daba realmente miedo en su mundo ese era el Kyubi. Salió mirando al interior de la bolsa pensando en cómo haría para sujetarse aquello a la cabeza y de repente notó que se golpeaba contra alguien haciendo que levantara la cabeza avergonzado.

– Lo siento, ha sido… – las palabras se le atragantaron en la garganta nada más ver al sujeto.

Aquel chico iba disfrazado de vampiro a plena luz del día, algo verdaderamente irónico si lo pensaba detenidamente pero aquel día era especial para aquel tipo de situaciones y lo miró detenidamente. Había algo en él que no le dejaba separar la mirada, debía tener más o menos su edad e iba vestido completamente de negro con una capa roja colgada del cuello. Su rostro era todo un misterio, lo llevaba completamente cubierto con una máscara horripilante que no le permitía ni siquiera verle con claridad el color de los ojos y su pelo negro lo llevaba completamente recogido en una coleta. De pronto abrió los ojos sorprendido cuando sintió su mano sobre su rostro, acariciándole la mejilla con delicadeza y no pudo evitar estremecerse por el contacto. Por alguna razón creía que sonreía debajo de aquella máscara algo que era prácticamente imposible saber ya que no podía verlo, aunque esa era la sensación que le daba. Notó como bajaba la mano llevándosela al hombro mientras el se mantenía inmóvil y sintió como tiraba de él abrazándose firmemente a su cuerpo. Volvió a estremecerse, no quería ser grosero pero tampoco comprendía que narices estaba haciendo aquella persona y aun así no fue capaz de decirle ni una palabra. Aquel olor le era tan familiar y su cuerpo contra el suyo se notaba tan cálido que como resistirse a aquel agarre. Volvió a sentir como le metía la mano en el bolsillo y luego notó el calor de sus labios sobre su mejilla pero en cuanto lo miró mientras se separaba ya estaba recolocándose la máscara impidiendo distinguirlo y lo vio marcharse rápidamente mientras se llevaba la mano a aquel lugar que parecía seguir recordando aquel calor en su rostro.

Resopló confuso, ¿qué había sido eso? Realmente estaba confuso pero por alguna extraña razón no se podía sacar de la cabeza aquello. Se llevó las dos manos a la cabeza sacudiéndose el pelo, no entendía que demonios le estaba pasando y tampoco por que no había rechazado a aquella persona en cuanto le había puesto una mano encima. Continuo su camino mientras se maldecía y a la vez se avergonzaba pensando en que si alguien los viera en ese momento habría pensado erróneamente del. Antes de llegar a casa recordó que había sentido como metía la mano dentro de su bolsillo y imitó el gesto rápidamente. Notó un papel y lo sacó curioso, estaba seguro de que él no lo había puesto allí. Lo desdobló con delicadeza, como si se fuera a desvanecer en sus manos si era brusco  y leyó aquellas dos palabras escitas con tanta perfección que habría apostado su alma que si lo hubiera escuchado hablar podría escuchar cómo se las susurraba al oído “Feliz cumpleaños”. Tarde fue el momento en el que se percató que la gente lo miraba extrañamente dándose cuenta de que una sonrisa atontada se dibujaba en su rostro y sacudió la cabeza para luego dar esos últimos pasos que lo llevarían a su vivienda.

La tarde pasó increíblemente rápido dándole paso a la oscuridad de la noche tan esperada, realmente el tiempo había volado más de lo que hubiera pensado contando con la impaciencia que había demostrado e incluso se había olvidado del enfadado que había cogido con su amigo, seguramente porque por alguna razón no podía sacarse de la cabeza a aquel chico. Se preparó para la ocasión mientras se protestaba el mismo por ese comportamiento tan irracional, pero no podía hacer nada su cabeza no paraba de dar vueltas tratando de identificar al usuario de aquellos colmillos largos que habían hecho que se sintiera de aquella forma. Su traje naranja se ajustaba perfectamente al cuerpo, llevaba varios partes rotas y deshilachadas para darle un toque más salvaje. Se colocó una larga cola, luego se fue al baño para ponerse las orejas y recalcarse las marcas de la cara con una pintura negra. Se despeinó y dejo fluir un poco de su chakra naranja para que lo envolviera. Sabía que era un desperdició así que solo lo utilizaría en momentos especiales donde quisiera presumir de disfraz. Antes de salir cogió la chaqueta ya que llevaba todo el día anunciando lluvia aunque daba gracias de que de momento se iba aguantando. Caminaba hacia el lugar que llevaba esperando con paciencia y de repente vio una capa vampiresca ondeante perderse entre la oscuridad de uno de los callejones. Irracionalmente corrió en su encuentro, quizás si averiguaba de quien se trataba podría sacárselo de la cabeza de una vez y camino con cuidado por el estrecho y oscuro lugar sin conseguir distinguir ninguna silueta.

Sus pasos hacían eco, su respiración agitada por aquella pequeña carrera ganaba su atención y tan solo con mirar, a lo lejos, por donde había entrado a la calle se extrañó. La gente pasaba divertida e incluso a lo lejos podía escucharse los murmullos de la muchedumbre pero aquel callejón parecía abandonado a sus ojos y después de no encontrar a su objetivo suspiró derrotado. Quizás había sido su imaginación, era imposible que se encontrara con aquel chico otra vez ya que ni lo conocía  y antes de dar la vuelta para continuar su camino no pudo evitar sonreír divertido pensando en que si realmente los seres sobrenaturales existieran aquel lugar seguramente se convertiría en su tumba o eso es lo que suele pasar en casi todas las películas de terror que había visto. Se giró bruscamente nada más dar el primer paso sintiendo una presencia a su espalda y abrió los ojos atónito, incluso asustado por el repentino encuentro con aquel vampiro. No comprendía de donde había salido pero ni siquiera había sentido su presencia.

– ¿Quién eres? – Preguntó directamente el rubio impaciente – ¿A que vino eso de por la tarde? – El silencio los acompañó y su impaciencia crecía – ¿Por qué no hablas? Creo que debo saberlo, así podre felicitarte yo también en tu cumpleaños – insistió sin éxito, así que decidió tratar de quitarle la máscara. Si él no se lo decía lo averiguaría de igual modo.

Nada más extender su brazo el chico se movió rápidamente sujetándoselo con fuerza y lo empujó contra la pared bruscamente. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Quién era? Vio como se acercaba acorralándolo contra los fríos ladrillos con su propio cuerpo y sintió el frio de una de sus manos tapándole los ojos. No se movió, su cuerpo extrañamente no obedecía sus órdenes e incluso el aire parecía escaparle de los pulmones. No veía absolutamente nada, algo que le ponía bastante nervioso y su cuerpo se tensó, se estremeció, cuando sintió que le hacía presión sobre su miembro con su propia ingle acortando el poco espacio que ya había entre ellos. Antes de poder reaccionar una nueva sensación invadió su cuerpo consiguiendo que su corazón latiera tan fuerte que parecía estar buscando alguna manera de escaparse de su propio pecho. Sus labios contra los suyos, calientes y húmedos, lo acariciaban haciéndolo sentir como si realmente aquello tuviera un significado especial y de pronto lo invadió de nuevo el frio. Abrió los ojos cautelosamente y de nuevo allí estaba, solo en aquel húmedo y oscuro callejón. Se acarició los labios con la punta de los dedos, nunca en la vida hubiera pensado que aquello le podría pasar a él y menos con un chico, pero a pesar de parecer un completo loco, aquello no le había parecido tan desagradable sino más bien lo contrario. Aquello le había salido totalmente al revés de lo que se había imaginado, ahora incluso estaba más intrigado que antes pero de momento debía de irse rápidamente a su fiesta. Salió corriendo de aquel callejón y sin fijarse, volvió a chocar con alguien girándose algo nervioso. ¿Cuántas posibilidades abría?

– ¿Naruto? ¿Estás bien?

– ¡Oh! Eres tu… – por alguna extraña razón estaba entre aliviado y decepcionado.

– ¿Qué pasa con esa cara? – Se ofendió viendo como torcía el gesto – ¿A caso no te gusta mi disfraz?

Lo miró detenidamente durante unos instantes, de arriba abajo, notando la impaciencia de su amigo por la respuesta. Sonrió nervioso mientras se llevaba las dos manos a la nuca.

– Oye Lee – hizo una pausa avergonzado – ¿De que vas?

– ¿En serio? Soy Frankenstein – se ofendió mientras comenzaba a caminar hacia la fiesta viendo como el otro lo seguía – ¿Cómo no vas a saber quién es? No entiendo en qué mundo vives.

– Ni que tú supieras de que voy yo – le respondió decidido mientras hacia un pequeño gesto infantil.

– Naruto… – puso los ojos en blanco – Es evidente que vas del kyubi.

– ¿En serio? Pero yo doy más miedo ¿no? – le preguntó alegremente escuchando como el otro soltaba una pequeña risa.

– Sí, sin duda tu das más miedo con esas orejitas y ese rabo tan monos – se rio de nuevo viendo el puchero que hacia – Seguro que a las chicas las vuelves locas.

– Que gracioso – hizo una pausa – ¡Y eso no me interesa!

– ¡Vamos! No digas eso, suena muy feo para estar en plena juventud – volvió a reírse y cuando se dieron cuenta habían llegado al descampado.

Allí no había nadie, ni siquiera una luz alumbraba la zona pero su amigo no borraba aquella gran sonrisa de su rostro y de repente un grito sonoro de una gran multitud hizo que saltara sorprendido mientras un montón de luces de colores colgadas de un árbol a otro iluminaban toda la zona. Todo tipo de disfraces terroríficos alumbraban bajo las luces y después de un caluroso recibimiento de los presentes la música tremendamente alta invadió el lugar. Se dispusieron a abrir la primera botella de alcohol mientras que cada uno empezaba su entretenimiento, bailaban, charlaban, se reían, pero el alcohol no dejaba de fluir. Estaba realmente feliz por todo aquello jamás se lo abría imaginado mejor y además aquello le valía para mantener sus pensamientos controlados. Bebió acompañado por sus amigos, mientras echaba en falta la presencia de Sasuke debía de haberse imaginado que a pesar de lo que le dijera no iba a presentarse en un lugar como ese y sobre todo sabiendo que a pesar de su vuelta a la aldea había mucha gente que todavía lo miraba con recelo. Cuando ya se había hecho a la idea de que no aparecería y por fin se había sacado de la cabeza aquellas situaciones tan extrañas con aquel desconocido, de nuevo aquella capa volvió a ondear entre la multitud. Se tensó e hizo el amago de ir en su encuentro pero se detuvo al percatarse en el lugar que estaba, si se acercaba y volvía a pasar algo parecido a lo anterior seria el centro de atención de todas las miradas. Así que se le había ocurrido algo mucho más inteligente, lo observaría de lejos ya que en algún momento de aquella larga noche debía quitarse la máscara para beber.

– Naruto, ¿estás bien? – Se interesó su amiga Sakura disfrazada de una adorable bruja rosada – Te has quedado pálido.

– ¿Eh? No ¡qué va! Para nada – sonrió nervioso disimulando – Oye, ¿no sabrás quien es aquel?

– ¿Quien? – curioseó tratando de identificar a quien se refería.

– Aquel – lo señaló disimuladamente para no llamar su atención – El que va de vampiro con la máscara.

– No tengo ni idea, pero puedo ir a preguntarle si quieres – se ofreció amablemente.

– No es igual, solo era por saber.

Dio un sorbo a su bebida sin quitar la mirada de aquella silueta, no se relacionaba con nadie y tampoco movía aquella mascara ni un solo milímetro simplemente se dedicaba a quedarse apoyado en uno de los árboles como si se tratase de un fantasma que pasaba desapercibido entre la muchedumbre. La noche fluía divertida y el alcohol comenzaba a hacer mella en cada uno de los cuerpos presentes. Incluso él comenzaba a desesperarse por no poder resolver a aquella incógnita y debido a lo perjudicado que iba incluso parecía obsesionarle así que en un arrebato salió disparado dispuesto a descubrir lo oculto. Se puso delante del observándolo fijamente tratando de detectar cualquier indicio que le pudiera decir de quien se trataba pero en cambio el chico no se inmutó ni un solo segundo.

– En serio, dime quien eres – el rubio le habló tranquilamente casi en tono suplicante – Te he observado, no hablas con nadie ni siquiera pareces estar disfrutando de la fiesta. ¿Por qué has venido? – vio como alzaba la cabeza y pudo ver sus ojos oscuros brillando bajo las luces.

Se quedó durante unos instantes observando aquella oscuridad que lo miraban atentamente bajo esa mascara vampiresca y no podía evitar preguntarse en qué pasaría si tratara de quitársela en medio de todo el mundo. Volvió a alzar la mano insistente que de nuevo fue detenida siendo sujetada por aquellos dedos largos, los movió buscando los suyos entrecruzándolos mientras delicadamente comenzó a tirar de él, arrastrándolo por el espeso bosque. No sabía porque lo seguía, ni siquiera porque le daba tanta importancia en saber quién era pero no lo podía evitar. De nuevo la oscuridad se cernió sobre ellos escuchando el bullicio a una distancia considerable, otra vez fue arrinconado contra uno de los árboles y de nuevo el aire parecía escaparle de los pulmones.

Aquella mano, aquella maleducada extremidad que volvía a taparle los ojos mientras el poco aire que le quedaba salía de sus labios en un sonoro suspiro. Se avergonzó, claro que lo hizo pero su cuerpo parecía responder demandante a aquellos labios que volvían a posarse sobre los suyos como mariposa sobre una flor. Pero algo cambió en ese instante cuando sintió como le mordía sensualmente el labio inferior, no tenía muy claro cuál era el motivo del calor que comenzó a recorrerle el cuerpo. ¿El alcohol, la excitación? Quizás, pero estaba seguro de que había perdido totalmente la razón cuando permitió que su lengua demandante se adentrara en su boca y comenzó a corresponderlo con la misma necesidad. Sus lenguas luchaban entre ellas deleitándose con el sabor del otro, recorriendo cada centímetro de aquella dulce y húmeda cavidad del otro. Se dejó llevar, ansioso y acalorado, aferrándose fuertemente a su espalda por debajo de aquella larga capa. No tardó en sentir como apoyaba las manos en su cadera acercándolo más a su cuerpo, incluso presionándolo contra él y mientras con una lo mantuvo fuertemente por la cadera la otra la subió hacia su nuca enredando sus dedos en su pelo. Sabía que solo tenía que abrir los ojos, ya no había nada que se lo impidiera pero aquello había pasado a un segundo plano comparado con todas aquellas maravillosas sensaciones que estaba descubriendo, incluso se sorprendía a sí mismo por sus reacciones. Risas y pasos próximos los interrumpió haciendo que el vampiro se separara bruscamente dándole la espalda para poder volver a ponerse su maldita mascara antes de que lo reconociera, pero Naruto solo podía maldecir una y otra vez a aquellas personas por la interrupción. Escuchó el crujir de unas ramas en cuanto el otro dio un paso para alejarse y lo detuvo rápidamente sujetándolo por el brazo.

– Esto es una locura… – susurró el rubio – No voy a seguir buscándote, haremos una cosa – hizo una pausa pensando en las palabras que pronunciaría – Yo volveré a la fiesta, si realmente quieres decirme quien eres no vuelvas. En ese caso nos veremos en el puente de la villa, no habrá nadie a estas horas. Por el contrario si vuelves a la fiesta me daré por enterado y esto, sea lo que sea, se habrá acabado – vio como afirmaba y lo soltó a desgana viendo como se alejaba.

Volvió rápidamente, estaba ansioso por saber la respuesta e incluso nervioso. Sus amigos, o por lo menos los que seguían estando lo suficientemente serenos como para haberlo echado en falta, lo saludaron con la mano enérgicamente y volvieron a ofrecerle en nuevo vaso.

– ¿Dónde andabas? – Le preguntó Kiba que iba disfrazado de hombre lobo.

– Por ahí hablando con la gente – le sonrió ampliamente mientras disimuladamente miraba a su alrededor.

– ¿Seguro? Tienes toda la cara emborronada… No andarías con alguna chica ¿eh? – le comentó divertido.

– No digas tonterías – protestó mientras se sonrojaba por el comentario.

Después de un buen rato el cielo comenzó a descargar el agua que había estado manteniendo todo el día, pero a la gente no parecía importarle mojarse y él estaba dispuesto a seguir esperando. Cuando comenzaba a aferrarse a la idea de que por fin sabría quien era, apareció. Volvió a apoyarse en el mismo lugar que había estado ocupando pasando totalmente desapercibido ante todos menos para él y sintió como si la sangre se le helara. Había sido un idiota y ahora daba concluida aquella noche que tenía pensado recordar como maravillosa. Un sueño oscuro y cargado de monstruos pero que había sido maravilloso. Pero hoy no seria así para que engañarse, ahora mismo la decepción y la tristeza le recorrían su cuerpo quizás cuando pasarán unos días podría creerse sus pensamientos lógicos. Se acercó a sus amigos para despedirse y a pesar de las quejas, sabía perfectamente que ya no podría disfrutar lo poco que quedaba la noche con buen humor. Se alejó del lugar, estaba totalmente desencajado y confundido por todo lo ocurrido. Sabía que era tarde pero necesitaba la compañía de algún amigo y sabía perfectamente a quien recurrir si lo que buscaba era tener a alguien al lado sin tener que dar explicaciones. Desde el umbral de la puerta podía escucharse todavía la música de la fiesta, no se había percatado que estaba realmente cerca de aquel edificio y dudó pensando en lo molesto que debía de estar su inquilino pero solo quería tener a alguien a su lado. Llamó varias veces a la puerta insistiendo, el frio comenzaba a calarle los huesos y escuchó abrirse la puerta viendo a Sasuke vistiendo solamente un pantalón de pijama mientras que una toalla sobre los hombros recogían las gotas de su pelo mojado.

– ¿En serio? Dime que es una broma – protestó viendo lo empapado que estaba.

– ¿Puedo pasar? – preguntó cabizbajo mirando al suelo.

– ¿Desde cuándo preguntas? – se echó a un lado permitiéndole el paso.

– Gracias – lo siguió hacia el salón y se dejó caer sobre el sofá – ¿Te estabas bañando a estas horas?

– Como comprenderás no podía dormir con la música – le explicó.

– Sí… lo siento por eso – susurró.

– No tienes porque, solo celebrabas tu cumpleaños.

Se sorprendió por la gran comprensión que estaba mostrando su amigo y al poco volvió a verlo aparecer con una toalla que le ofreció amablemente.

– Te refriaras, te vendría bien una ducha caliente te dejaré ropa para que te cambies.

– Gracias, pero no tienes porque – se sonrojó cuando se mostraba así con él era incluso abrumador.

– Tómalo como tu regalo de cumpleaños si quieres – le sugirió divertido mientras sonreía de medio lado.

El rubio le correspondió con una amplia sonrisa y después de tomar la ropa se encerró en el baño dejando que el agua caliente recorriera su cuerpo haciendo que entrara en calor de nuevo. Eso era exactamente lo que necesitaba, un amigo que no le preguntará el porque de aquella situación y ese era el Uchiha. Una vez listo, salió del baño y volvió al salón donde su amigo esperaba sentado en el sofá con unas tazas de té caliente sobre la mesa.

– Gracias por la ropa – le dijo el rubio mientras se sentaba a su lado.

– Toma anda – cogió una taza ofreciéndosela – Supuse que te vendría bien algo caliente.

Naruto lo miró fijamente mientras la cogía, había algo diferente en él o quizás solo estaba siendo más amable de lo normal porque lo veía afectado por algo. No sabía que era pero estaba realmente cómodo, ojala las cosas fueran tan fáciles con aquella persona que con su amigo. Nada que un par de tortas y otro par de insultos no solucionara. Pensó sin evitar volver a sonreír.

– ¿En qué piensas? – curioseó el moreno al ver la cara que estaba poniendo.

– Nada importante – le sonrió ampliamente mientras dejaba el vaso vació sobre la mesa y se acomodaba en una esquina del sofá.

Abrió los ojos cansado, el silencio era dueño de la sala, enfocó aquel lugar y no tardó en darse cuenta que aquella no era su casa. Recordó como había terminado la noche y se sorprendió al verse acostado en aquel sofá mientras un par de mantas lo cubrían del frio de la mañana. Miró el reloj mientras se frotaba los ojos, aun era temprano y no habrían pasado más de tres horas desde que había sucumbido al sueño. Se reincorporó torpemente para ir al baño, quizás los fantasmas de aquella noche aun lo acompañaban en sueños impidiéndole dormir. Antes de volver al salón, vio la puerta de la habitación entreabierta y por alguna razón tenía ganas de curiosear. Se asomó divertido viendo al moreno dormir plácidamente sobre la cama, se adentró en la habitación sigilosamente observándolo, realmente cuando dormía transmitía paz y de repente se le empezaron a ocurrir un montón de bromas que podría hacerle. Se acercó a la mesilla abriendo el primer cajón con cuidado de no despertarlo y sabía que no era correcto hurgar en las cosas de los demás pero ya que se iba a enfadar pues aprovechaba la ocasión. Encontró un rotulador y sonrió maliciosamente, ya que no se había querido disfrazar y tampoco había ido a su fiesta le haría algo en el rostro como venganza. Se acercó a él y antes de poder ni siquiera hacerle una raya, se movió rápidamente sujetándole el brazo. Se quedó inmóvil mirando el agarre, aquella reacción, aquella mano maleducada, un recuerdo efímero le cruzó la mente y se zafó bruscamente mientras el moreno pestañeaba tratando de entender que pasaba. Realmente le estaba afectando aquel desconocido y se avergonzaba por ello.

– ¿Naruto? – Sasuke miró perezosamente el reloj y se reincorporó ligeramente – ¿Qué haces despierto? ¿Ocurre algo?

– N…No, lo siento yo… – le diera la respuesta que le diera ninguna seria buena, así que optó por huir.

Se movió rápidamente pero algo a sus pies le cortó el pasó haciéndole caer de manera cómica contra el suelo. Mientras seguía quejándose en el suelo por el golpe escuchó cómo se escapaba una pequeña risa de los labios de su amigo y lo miró atentamente, eran pocas las ocasiones en las que aquello ocurría. Observó cómo se levantaba y le tendía la mano para ayudarle a levantarse.

– Realmente es un incordió tenerte alrededor – le comentó el moreno divertido.

– Culpa tuya, si te hubieras quedado dormido no me habría pasado – protestó haciendo pucheros infantiles.

– Pues no me siento culpable, a saber lo que habrías hecho con ese rotulador – hizo una pausa divertido viendo como se tensaba al ser descubierto – Además eres tu el que se coló en la habitación de un chico durmiendo semidesnudo – le aclaró.

En ese entonces Naruto se percató de la situación, pequeños matices que habían pasados desapercibidos por sus ojos debido al dolor del golpe y vio que su amigo solo llevaba puesta la ropa interior. Su rostro se tiño de color escarlata y nervioso trató de salir de nuevo como si se tratase de un topo cavando un agujero. Pronosticaba un nuevo golpe contra el armario y como si se tratase de un video malo de humor el tiempo pareció ralentizarse mientras ya le estaba doliendo antes de darse. Le pareció escuchar a Sasuke alterarse mientras pronunciaba un sonoro “No” pero ya era tarde para pensar en ello. El porrazo hizo vibrar el armario por completo y vio a su amigo acercarse rápidamente al armario mientras recolocaba algo en la parte alta. Luego volvió a ayudarle más tranquilo de lo que parecía estar minutos antes. ¿Qué diablos escondía con tantas ganas?

– ¿Estás bien? Esta vez te diste con ganas – le preguntó aguantando la risa.

– ¡Es por tu culpa! – Volvió a protestar el rubio mientras se sobaba el golpe – ¡Dices cosas vergonzosas! – Hizo una pausa pensativo – Por cierto, ¿qué guardas ahí encima?

– Nada que te interese – contestó poniéndose totalmente serio.

– Vamos, no puede ser para tanto – levantó la mano para tratar de alcanzar lo que hubiera allí pero Sasuke lo volvió a sujetar del brazo y lo empujó contra el armario sin pensar sorprendiéndolo – ¿Sasuke?

Escuchó como chasqueaba la lengua, molesto, mientras miraba hacia arriba, trató de llevar la mirada hacia el mismo lugar pero una mano se posó delicadamente sobre sus ojos y de nuevo los recuerdos lo inundaron. No entendía que pasaba pero su cuerpo se quedó inmóvil, confuso. No podía ser cierto lo que le estaba pasando por la cabeza, además había estado todo el día en casa aunque cuando no estaba como él podría a ver salido. Pero no, seguía sin tener sentido, tenía que a ver un motivo lógico para aquello o a lo mejor ese era el problema la lógica. Levantó la mano colocándola sobre la que tenia impidiéndole la visión y con la otra lo sujetó por el hombro tirando de él para acercarlo a su cuerpo. Si se estaba equivocando tendría que dar muchas explicaciones y de hecho agradecía no ver para no poder distinguir la cara que estaría poniendo el moreno. Sintió su aliento chocar contra el suyo mientras su cuerpo volvía a vibrar, quizás su subconsciente era más inteligente que su lógica.

– ¿Naruto? – se extrañó Sasuke notando como se humedecía la palma de su mano.

– Eres un cobarde – le dijo con tono serio sin dejarle separar la mano – Tuviste que esperarme en el puente.

– ¿D…de que estás hablando? – se sorprendió.

– Esconderte detrás de una máscara para besarme y luego pretender desaparecer como si nunca existiera – hizo una pausa, realmente le era mucho más fácil expresarse como si estuviera hablando consigo mismo – Eso es de cobardes.

El silencio los envolvió mientras sus lágrimas seguían siendo retenidas por aquella mano burlona que tanto se había mofado de él, dado a que aun no se había marchado ni alterado corroborado su versión y ahora no sabía que más decir. Estaba enfadado, incluso indignado, tenerlo tan cerca y nunca haberse percatado de aquello realmente debería considerarse un delito. Algo que sus ojos no le permitieron ver pero que su cuerpo luchaba contra la razón haciéndolo sucumbir. Notó su otra mano agarrar la suya para separarla y una vez conseguido su objetivo, separó la mano que le tapaban los ojos haciéndolo pestañear rápidamente para volver a acostumbrase a la luz. Con la punta de los dedos le limpió pequeñas lágrimas traviesas que atravesaban sus mejillas y luego clavó su mirada oscura sobre sus ojos azules.

– Tienes razón – le contestó tajantemente, dos palabras fueron las culpables de que su corazón pareciera detenerse bruscamente.

– ¿Entonces…? – sus palabras se perdieron en el silenció cuando notó acariciarle delicadamente la mejilla.

– Entonces lo haré debidamente – concluyó mientras movía la mano hacia su nuca enredando sus dedos en aquellas hebras rubias.

Sentir aquella mariposa volver a posarse en sus labios, aquellos labios húmedos atrapándole los suyos mientras una lengua juguetona buscaba su lugar era el mejor regalo de cumpleaños que jamás hubiera pensado. Su cuerpo se estremeció bajó la otra mano traviesa que se colaba bajo su camiseta rozando su piel como si de una delicada pluma se tratara hacia que su alma dejará su ser para no sentirse avergonzada por todo lo que ahora le hacía sentir. Volvió a aferrarse a su espalda, quizás con miedo a que volviera a desaparecer mientras su beso se hacía cada vez más demandante y deseoso. Adiós querida cordura. Lo arrastró con él hacia la cama y simplemente se dejó guiar, si aquello podía mejorarse entonces quería probarlo. Se dejó caer viendo como el moreno lo miraba cargado de lujuria algo que lo volvía tremendamente loco mientras un escalofrió le recorría la columna vertebral.

Sus manos ansiosas se movieron ágilmente para desprenderse de su ropa, que dada a la temperatura del lugar comenzaba a sobrar y lo volvió a besar con delicia. Su respiración se agitó al sentir su lengua recorrerle el cuello y una gran presión comenzó a crecer en su entrepierna. Sus dedos jugueteaban en el borde de su bóxer como esperando permiso pero una simple elevación de la cadera actuó mejor que cualquier palabra, no tardó en deshacerse de la tela que entorpecía liberando su miembro duro y deseoso de contacto. Sintió como se la envolvía con los dedos mientras se le escapaba un pequeño gemido de entre los labios, le pareció sentir una pequeña sonrisa de satisfacción morirse en su piel mientras bajaba por su torso repartiendo pequeños beso y lambidas, saboreando cada centímetro que estaba a su merced. No aguantaba más, aquello se estaba volviendo en una verdadera deliciosa tortura.

– Haz…házmelo – suplicó en un susurro entre gemidos.

Sasuke detuvo los besos mientras seguía balanceando su mano de arriba a abajo lentamente y se reincorporó para mirarlo a los ojos.

– ¿Estas seguro?

– S…Sí – solo con ver su rostro excitado y su cuerpo sudoroso sobre el suyo lo hacia estar realmente seguro.

Lo observó detenidamente mientras abría el segundo cajón de la mesilla y sacaba un pequeño bote transparente para luego terminar de quitarse su bóxer. Le cogió una mano untándosela con el producto, atrapó nuevamente sus labios y se la guió a su propio pene para que comenzara a masturbarlo a la vez que lo lubricaba. Lo miraba atentamente mientras no dejaba de mover su mano mientras cogía un cojín, le hizo un gesto para que levantara las caderas y lo colocó cuidadosamente para alzárselas. Se colocó en medio de sus piernas guiando su pene hacia su entrada y no tardó en sentir el frio lubricante recorrerle la zona. Estaba nervioso, jamás había hecho algo así y esperaba ansioso, casi aguantando la respiración, hasta que notó como comenzaba a introducírsela poco a poco. Aquello era más doloroso e incómodo de lo que había pensado pero quería llegar hasta el final. Movió la cadera anunciando que continuara mientras no dejaba de mirarlo a los ojos y sintió como poco a poco llegaba al fondo de su ser manteniéndose quieto. Su cara de placer al estar dentro de él lo excitaba cada vez más, aquellas manos maleducadas ahora lo mimaban, aquellos ojos que nadie más veía y aquel cuerpo sudoroso que ahora era suyo. Nada podía satisfacerle más que el entregarse totalmente a su ser, se inclinó para besarlo y comenzó a moverse delicadamente. El dolor del inicio se fue sustituyendo por el placer, sus gemidos competían por sonar más que el del otro y sus movimientos se volvieron más deseosos. En esos momentos parecía faltarles brazos para agarrar y tocar todo lo que quisieran. Volvió a sentir la mano de Sasuke envolver su miembro desatendido y aumento el ritmo de sus embestidas igualándolo a su mano. Dulce y deliciosa demencia. Aquello verdaderamente era increíble sentía como entraba y salía una y otra vez de su ser llegando a lo más profundo. Se aferró a su espalda fuertemente, estaba seguro que iría al infierno pero no cambiaria aquel placer por su alma, su cuerpo se tensó derramando todo su liquido sobre la mano del moreno acompañado de un gran gemido sintiendo como el calor de la semilla de su compañero lo invadía en su interior y sus gemidos ocupaban todo el espacio en sus pensamientos. Notó el peso de su cuerpo caer sobre el suyo agotado mientras que ambos trataban de recuperar el aliento.

– ¿Estás bien? – se preocupó el moreno mientras se dejaba caer a un lado de la cama.

– Sí, perfecto – respondió rápidamente mientras sonreía satisfecho – Por cierto, gracias por venir a la fiesta.

– No te acostumbres – sonrió de medio lado mientras tiraba de él acercándolo a su cuerpo.

– Es una vez al año, solo te pido eso – hizo un puchero infantil tratando de convencerlo mientras que se acomodaba en su pecho.

– Esta bien, lo haré – abrió los ojos sorprendido – Siempre y cuando te comprometas a ponerte esas orejas y rabo cuando te lo pida – lo chantajeó divertido.

– ¿¡Qué!? Eso es vergonzoso, me niego rotundamente. ¡Eres un pervertido! – le protestó de nuevo sonrojándose.

– Bueno ya lo veremos – una sonrisa malévola se tallo en su rostro.

– ¿¡Eh!? ¿Qué quieres decir con eso? – se cuerpo se tensó, aquello parecía ser el principio de algo que quizás hubiera preferido dejar oculto de por vida.

– Digo que tenemos que dormir un poco – vio como se acomodaba mientras notaba como le acariciaba con la punta de sus dedos su espalda.

Escuchaba el latir de su corazón y su respiración tranquila bajo su cuerpo, era agradable iré a dormir con alguien mientras se abrazaban. Quizás hubiera abierto puertas a la perversión que desearía mantener cerradas pero aun así, no lo cambiaria ni por su alma.

– ¡Ah! Por cierto… – volvió a hablar el rubio casi en un susurro – ¡Feliz Halloween!

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer!! No olvideis dejarme un review diciendome que os ha aparecido. Criticas y sugerencias tambien se aceptan. ¡Ah! y no dudeis en agregarme al facebook para enteraros de todas mis actualiciones. 

Saludos y espero leeros mucho!!!! ^o^

 

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