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Volte di luna por Gema Talerico

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Notas del capitulo:

Nada es mío y Joanne lo sabe.


Capítulo beteado por Scarlatta’O Haran


Cantare="Canta" en italiano.

Capítulo 10: Cantare, Cantare

“Los amantes a menudo cantan los versos a escondidas”

Al pie de los montes frondosos la aldea se esparcía como una leve brizna tomando dominio, llena con casas de madera y arboles tupidos apenas amortiguaban las risas que se oían entre el clamor del bosque, eran los cachorros que apenas aprendían a controlar sus transformaciones, pequeños pasitos acompañaban a las risas, desde la lejanía Nepeta podía ver a su hijo Lowell en la forma de un lobezno color cobre correr bajo una colina, uno de los hijos menores de los Forthe lo perseguía junto al resto de los niños, su hijo había sido el primero de toda la generación en convertirse en lobo.

Nepeta y Marok estaban orgullosos de su pequeño cachorro, cobijaban la esperanza de que fuera un buen líder Alfa para la manada, al igual que Dalia y Glýcos lo habían sido por tantos años.

Segura de ello recogía fruta de las últimas cosechas para guardarlas, se preparaban para cuando la nieve cayera sobre las montañas y entonces se volviera imposible pasar la temporada en la aldea, migrarían al campamento de invierno, debajo del pie de las montañas, donde a menudo se rumoreaba había muy cerca un castillo de magos, todos jóvenes y sin la maldición. Cuando era una cría Nepeta se escapó muchas veces del campamento de invierno para buscar el lugar y verlo, pero su madre siempre estuvo allí para pararla, regañarle sobre el asunto parecía la actividad favorita de Dalia en aquellos tiempos, después de su adolescencia Nepeta comprendió que su madre veló siempre por su seguridad y la de los magos que habitaban ese castillo.

Los lobos y los magos debían estar separados, era una ley antigua que empañaba la existencia de ambas especies, los lobos se desprendían de la magia y los magos se aferraban a ella. Y eso los hacía distintos.

Ya no le interesaba el castillo en el bosque, pronto se ocuparía de la aldea como hembra alfa, tenía a su cachorro y a Marok, su único interés era la supervivencia de su manada, de su familia y los cachorros.

No volvería a sentir curiosidad por los magos de sangre no maldita.

.

.

.

En realidad era de noche y las ventanas estaban cubiertas por las pesadas cortinas de tela, Nepeta comprendió en ese instante que no estaba soñando nada, si no recordando su aldea al pie de la montaña, con su familia y su pareja, cuya existencia parecía tan distante que dolía.  A veces se dejaba abrumar por los acontecimientos, añoraba a Marok, también a sus padres y el familiar olor que desprendían de sus cabellos, deseaba con fuerzas volver a ver a cada uno de ellos y marchar para reconstruir su aldea como si nada del ataque hubiese ocurrido, como si Greyback aún no rondara por los territorios que les pertenecían. Pero la realidad era más cruda que sus sueños, su familia y su manada estaban perdidas, sus olores incipientes apenas podían ser captados por su olfato en El Bosque Prohibido y ella aún no se encontraba tan saludable como para hacer una expedición solitaria a su hogar invadido, además estaba Lowell.

Su pequeño y dulce cachorro.

Él aún era muy pequeño para luchar.

Volteó a su costado para ver al pequeño niño recostado a su lado, estaba durmiendo tan profundo que, mientras suspiraba entre sueños, parecía soltar un bufido muy parecido a un aullido ahogado. El niño se parecía tanto a su padre que era doloroso, Nepeta esperaba con ansias volver a reencontrarse con Marok, el vinculo ardía con rabia cada que pensaba en él, en sus ojos azules color índigo y la cabellera marrón, lo deseaba junto a ella con tanta fuerza para calmar sus nervios y susurrarle al oído con su ronca voz que todo estaba bien.

El sueño la había abandonado durante esa noche, se levanto deslizando el camisón prestado, era hermoso, tan intrincado y hecho de tela suave, en la manada tenían sólo el algodón que recolectaban y las pieles que cazaban, su ropa era poca y simple, la ropa de los magos sin sangre maldita, de aquellos que podían vivir en la sociedad de la magia, era más delicada, más  hermosa.

—Encontraremos a tú padre, Lowell—suspiró acariciando los cabellos finos de su hijo, el niño se removió en sueños más no despertó, sus inquietos suspiros pararon de llamar a su padre—volveremos a casa, recuperaremos lo nuestro, Greyback caerá.

-VolteDiLuna-

Era tres de febrero por la mañana, faltaban sólo quince días para que el resto de los alumnos arribara nuevamente a Hogwarts y Draco de alguna manera se encontraba consternado, hasta ahora Harry y él habían tenido Hogwarts para ellos solos, ocuparse en corretear en su forma de lobos o esconderse en los pasadizos para besarse y no ser descubiertos por Remus y Severus.  Sería más difícil esconder las mordeduras o las nuevas costumbres de licántropos fuera de los ojos del resto, en Hogwarts los chismes eran fuego y los pasillos pólvora.

Sabía que era en parte por ello que Severus odiaba la idea de que Harry y él formaran una pareja, sería inconveniente, las personas preguntarían como los dos rivales  más notables de Hogwarts eran tan unidos después de un acontecimiento como el ataque de los lobos, ni su alianza en la guerra ni la ayuda de los Malfoys justificaría nada. Remus también estaba muy consciente de lo que era unirse en un vínculo de pareja, Hogwarts no era el lugar para tener a dos lobos jóvenes en etapa de apareamiento pululando por los pasillos.

—No deberías cercenarte la cabeza, nadie descubrirá que te han mordido— la voz profunda de Harry lo llamó desde el otro lado de su sala común, Draco sentía que con cada día el chico adquiría más de esa belleza que los lobos betas parecían desprender con orgullo, su figura fuerte y delgada, los ojos brillantes avivados por el fuego de la vida, Harry ya podría contener vida ¿Cuánto tardaría realmente en hacerlo llevar un cachorro si decidiera que no le importaba el veredicto de Severus y Remus? Se preguntaba sin percatarse.

—Lo siento—Draco sacudió esos pensamientos de su cabeza con rapidez, Harry y él ni siquiera tenían una relación formal, tal vez se habían confesado un mutuo gusto con anterioridad y habían pasado horas escondidos en los pasillos ocupados en besarse, pero ninguno se había pronunciado sobre sus sentimientos, pensar en cachorros con una situación tan frágil para los lobos era lo último que debía pensar.  Por su parte Snape y Remus habían dicho un sólido “No”, contradecirlos parecía ser una gran ofensa—, pensaba.

—Eres bueno ocultando cosas, Malfoy—tal vez Draco estaba muy ocupado pensando, pero Harry era más de no revolotear con tanta persistencia alrededor de problemas pequeños, se acercó con aquellos pasos ligeros que había adquirido durante su transformación hasta Draco para acurrucarse junto a él, estrechando sus cuerpos como un perfecto complemento, la costumbre de frotarse contra el cuello del dominante se había avivado con más fuerza en la semana, hacer eso era natural desde que a Draco  no le importaba la mirada inquisitiva de Remus cuando Harry aparecía con el cabello revuelto y su persistente olor marcado en la piel.

Draco aspiró el aroma de Harry, dulce, tal como un sumiso se suponía debía oler, la sensación de sus pulmones embriagándose con aquel aroma lo hacía relajarse. Al contrario del sumiso sabía que su aroma era más fresco y terroso, Harry había dicho una vez que olía a lluvia.

 —Pero lo dudo mucho de mí—siguió Harry—¿Cómo podré disimular que ahora me gusta el filete medio crudo con toda la escuela siempre observándome?

Draco rió, su voz profunda resonando en su caja torácica, el Gryffindor podía sentir las vibraciones bajo su mejilla, donde apoyaba su peso contra el pecho del dominante, como todo lo que venía de Draco; la sensación provocada era reconfortante.

 —Tal vez deberías dejar de comerlo en presencia de otros en primer lugar.

Harry hizo una mueca, sopesando la propuesta.

—Nunca.

Un pequeño silencio cómodo se extendió por unos minutos, a través de las ventanas los brazos del calamar gigante se enrollaban alrededor de la poca vista que dejaba ver las negras aguas heladas del lago, era una bonita vista, pacífica y callada.

No tendrían eso cuando llegaran el resto de los alumnos.

—¿Has pensado en lo que dijo Nepeta la otra noche?—la pregunta casi fue formulada con inocencia, salvo que Harry la pronunció con ansiedad en su tono.

—Durante todo el día—Draco admitió, su mano descansaba en el cuello del moreno donde podía acariciar los gruesos mechones de cabello—, no he parado de fantasear con tenerte, no sabes cuánto.

—Lo sé—Harry gruñó, el relucir de sus ojos al color amarillo dejaban ver todo el deseo que reprimía, acercó su rostro con lentitud hasta el de Draco, con el aliento cálido chocando hasta que los labios se rozaban al hablar— imaginar que pronto no podremos vernos tan a menudo, Hermione me mataría si descubre que...

Draco terminó de cortar el espacio para besar a Harry, no volvieron a darse esos besos cándidos como la primera vez que lo intentaron bajo el árbol de El Bosque Prohibido, en su lugar habían sido agresivos y necesitados desde hacía semanas, los lobos dentro de ambos clamaban por unirse y cada día eran más fuertes.

Las garras de Harry se desplegaron para rasguñar los brazos tensos de Malfoy, el rubio sostenía las caderas de su pareja con un agarre férreo, ambas bocas se encontraban en un apresurado toqueteo entre lenguas y mordidas.

—Quiero intentarlo—Harry admitió entre besos—No me importa que tengamos que ocultarlo, quiero ser tu pareja, Draco. Sé que… que si somos cuidadosos.

Draco asintió apresurado, sus manos empujaron a Harry sobre el sillón para besarle el cuello y acariciarle los muslos, no llegarían a más de eso, ninguno de los dos estaba preparado. Pero sus instintos clamaban por estar juntos y el contacto calmada sus ardientes pieles necesitadas.

—Quiero que seas mi pareja—Draco gruñó—Que seas mío, lo ocultaremos, lo haremos.

Ambos estaban muy conscientes de que no lograrían ocultar por un considerable período de tiempo las cosas frente a Remus y Snape, pero no perdían nada con intentarlo.

-VolteDiLuna-

Para el día en el que los lobos habían atacado Hogwarts no debía de haber quedado más de una docena de estudiantes debido a que era Navidad, pero con el final de la guerra Dumbledore se empeñó en celebrar un Yule desde el primero de diciembre para los estudiantes, se organizaron actividades y partidos de Quiddicth ajenos a la copa anual, nadie podía prever que estaban en  peligro por celebrar el fin de una enfrenta, la disolución de las expectativas de una guerra que parecía muy real, muchos de los estudiantes habían blandido varitas durante redadas en Hogsmeade e incluso cuando en quinto año varios seguidores de Voldemort se habían colado a la escuela.

Celebrar era la forma más banal de relajarse. Pero a pesar de no ser su culpa Dumbledore se sentía responsable, ningún alumno a excepción de Harry, Draco y el brazo de Hermione sufrió algún daño, todos salieron airados de su breve batalla contra los licanos.

Y eso no le daba paz alguna.

En sus pensamientos remordían las deducciones, gracias a Nepeta y su conocimiento sobre las rencillas entre clanes y manadas de lobos estaban al tanto de que Greyback había estado conquistando terrenos de otras manadas de manera vertiginosa, la manada del hombre estaba compuesta sólo por fuertes Alfas lo que no era usual, los secuestros y ataques no eran otra cosa que una amenaza y el asunto de las barreras rotas aún no terminaba de zanjarse por completo, habían sido presionadas como si se trataran de meros cachivaches vendidos en el mercado y no unos sólidos artilugios asentados por los mejores directores de Hogwarts.

¿Cómo pudieron todos esos lobos forzar las centenarias barreras antiguas de Hogwarts sólo con su fuerza y magia en bruto?

—Tuvieron apoyo de un mago talentoso.

Lo había dicho antes en voz alta, pero allí en su despacho, en la intimidad de su  escritorio con la chimenea encendida y su dormitante Fénix tomaba mayor peso, ¿Qué clase de mago estaba apoyando los propósitos de Greyback? Y  más aún ¿Cuáles eran esos propósitos? ¿Qué ganaba con masacrar clanes de su misma especie y secuestrar magos?

—Está reuniendo un ejército—le había dicho Nepeta un día—Quiere dominantes fuertes, y sé también que no tienen sumisos, no tomarán los de otro clan, no está en el instinto de un alfa tomar los betas de alguien más y su clan lo respeta, quieren algo fresco, aquí había muchos jóvenes, estaba buscando nuevos para transformar.

Estaba consciente de que Greyback era un mago, había estudiado en la mismísima Hogwarts hasta que un día desapareció con una sonrisa canina, lo siguiente que se supo de él es que era un hombre lobo y que su manada se inclinaba por los trabajos sangrientos al servició de Voldemort. Pero no era lo suficiente habilidoso como para apoyar en la ruptura de barreras como las de Hogwarts, el mismo Remus que había hecho un trabajo de reconocimiento en los clanes de hombres lobo que apoyaban al Lord Oscuro había conseguido información de que Greyback no contaba siquiera con una varita, era un hombre tosco y con una manada que le hacía honor a su Alfa, completamente nómadas e integrados sólo por hombres dominantes.

¿Entonces quién era el mago que estaba detrás de Greyback? Debía de ser un Mortifago, uno habilidoso tanto con la lengua como con los hechizos, si no eran más de dos, Greyback había estado inactivo por meses desde la caída del Lord y eso sólo confirmaba sus sospechas de que alguien lo había contactado para hacer planes.

El hombre anciano se apretó el puente de la nariz pensado que estaba muy viejo para hacer tales deducciones él solo. Suspiró cansado mientras escuchaba como tocaban en la puerta con tímida educación para poder entrar.

Quien estaba detrás de la puerta era Nepeta, su dulce rostro pequeño completamente sano, envuelta en un vestido azul con su cabello rojo oscuro en una firme trenza, lucía más bonita que las fantasmas engalanadas que recorrían los pasillos.

—Con su permiso—entró, Dumbledore sabía que su dulce apariencia no le debía de engañar, la chica era la heredera de su clan, podía convertirse en loba en un segundo y arrancarle la garganta, eso no la privaba de tener educación.

—Es un placer tenerla aquí, señorita—el anciano sonrió, ofreció un caramelo que ella rechazó con educación antes de sentarse frente al escritorio—¿A qué debo su hermosa presencia en este lúgubre lugar?

Con el ruido Fawkes se despertó  del sueño y trinó en protesta, Dumbledore vio con diversión como la joven muchacha destellaba sus ojos lupinos como una amenaza al ave, Fénix’s y hombres lobos no se llevaban bien.

—Realmente—ella tosió, esforzándose por ignorar al Fénix que agitaba las alas en un estante—, he venido a traer noticias. Encontré el rastro de unos pocos de mi clan en los límites del Bosque Prohibido, antes del Bosque Negro, sé que son dominantes y he dejado huellas que los conducen hasta aquí, tardarán a lo mucho una semana en dar con mi pista.

—Interesante, ¿Eso significa que puedo hacer de ayuda en algo?

Nepeta asintió.

—Mencionó que sus alumnos volverán en siete días y también que no puedo permanecer más de ese tiempo en sus territorios—ella hablaba con un tono firme, casi diplomático, tenía la educación refinada a pesar de haber sido criada en los bosques junto a sus iguales—, sé que es atrevido considerando su anterior pedido de que me fuera cuanto antes, pero temo que tendré que rogarle me deje quedarme en Hogwarts. Mi territorio está invadido y no tendré en donde resguardar a mi manada cuando se reintegren.

—Sin embargo debe entender—la interrumpió Dumbledore—, que aquí no hay espacio para su manada, y  que la seguridad de mis estudiantes está por encima de todo lo que pueda exigirme.

—Lo sé—Nepeta asintió, su largo cabello pelirrojo se deslizó de su hombro descubierto—Por eso le ruego que considere facilitarme la construcción de un refugio dentro de El Bosque Prohibido, mi manada no tiene a donde ir, si nos aventuráramos a nuevos territorios con los actuales acontecimientos no sobreviviríamos una temporada. Debo suplicárselo, Señor Dumbledore, a cambio le ofreceremos nuestra lealtad,  puedo pedirle sólo a usted que  sea nuestro benefactor.

—Una casa en seis días—consideró con su voz anciana—Tendría que tener un encantamiento expansor dentro y sus barreras propias.

Albus suspiró cansado, sabía que no tenía muchas opciones.

La chica parecía angustiada esperando a por su respuesta.

—Tengo contactos que podrán ayudar a la construcción en ese plazo, pero será muy sencillo y poco elaborado con el escaso plazo que se nos ofrece. 

—¡Muchas gracias!—la alegría de Nepeta no tardó en darse a notar, sus lindos ojos grises centellaron—No le defraudaremos Señor Dumbledore, le serviremos de protección y sacrificaremos cada parte de nuestro honor si alguien se atreve a dañar a sus estudiantes. 

—No lo pongo en duda—asintió el anciano, su tono bonachón volvió  en cuestión de segundos para darle aquel aspecto inocente— ahora, tengo entendido que los elfos han preparado de desayuno un pudin de chocolate que adoro, no podré asistir, lamentándolo mucho. Pero estoy segura que podrá traerme unos cuantos y mientras esta en ello, llame a mi oficina a la profesora McGonagall.

La guió hasta la  salida con un brazo suave en sus hombros acompañado de una sonrisa luminosa, Nepeta aún extasiada por las respuestas asertivas no dudo en cumplir.

-VolteDiLuna-

—¡Oh, mi pudín! Realmente excepcional  Minerva, excepcional.

Apenas McGonagall colocó el pudín de chocolate envuelto en una graciosilla tasa sobre el escritorio de Dumbledore el hombre se deleitó con probarlo, si ella no lo conociera hubiera pensado que, por la expresión de deleite que el hombre tenía en su rostro, el postre era en verdad la única razón por la que ella se encontraba en aquella habitación.

—No me ha llamado por el pudín—terció ella al sentarse frente al escritorio con una pétrea expresión— Concierne con la nueva inquietud de El Ministerio, debo suponer.

El semblante del director cambió hasta la sobria seriedad de tal manera que McGonagall supo había dado en el clavo.

—Si así es—dijo con su voz rasposa y cansada—,  he decidido construir un refugio, Minerva. Uno para lobos.

—Pero Kingsley…

—Kingsley es miembro de La Orden del Fénix, me obedece a mí y los intereses de nuestra causa, no importa si sea el Ministro o el mismísimo Merlín—cortó con su anciana voz  que imponía voluntad, se tambaleó al levantarse pero Minerva reconoció aún conservaba algo  de autoridad en su aspecto.

—Los ataques te han alentado a meter tus narices.

Ella lo dijo más como una afirmación, resignada a tener que tratar con un amigo tan terco como Albus.

—La gravedad de estos me han impulsado a hacerlo.

McGonagall lució curiosa.

—Se trata de  algo que alimenta  tu curiosidad.

—Más bien es un alguien el que apoya a Greyback, es curiosa la manera en que ha desarrollado su desenvolvimiento.

—¿”Alguien” alienta a Greyback? ¿Qué clase de Mago apoyaría las acciones de ese hombre? A menos que, sea su intención tan atroz como para no impórtale las formas.

—Es ese alguien quién alienta a Greyback—concluyó él, en un giro extraño de la conversación, Minerva lo miró con ojos desorbitados.

—¿Sugieres que Greyback no ataca por voluntad? ¿Sin tener de por medio intereses propios? Ha conquistado un considerable territorio de Escocia, lo que busca no es más que territorio, la señorita Leani lo dijo.

—Claro que lo hace—señaló Dumbledore—, pero nunca fue tan violento, hay alguien con él. Alguien fiel a Voldemort, tan fiel  que a su caída no quiere más que sembrar discordia,  sin la guerra no tiene una vía para lograr sus intereses, ¿Recuerdas cual era su lema en la primera guerra, Minerva?  “Es el Orden o es el Caos”, si la sociedad no puede pensar a su semejanza harán lo posible por incordiarla,  está jugando una carta arriesgada quien quiera que sea,  Greyback es  esa carta.

—Los Mortifagos más peligrosos ya están en Azkaban, el único Mortifago del circulo interior de Voldemort que no está en prisión es  Bellatrix Lestrage  y cumple condena aislada, está internada y sedada, no podría hablar aunque quisiera—la profesora enumeró con cuidado, aún quedaban Mortifagos prófugos, pero el numero era tan insignificante que costaba recordar adecuadamente quienes eran.

—Independiente de quien sea es probable que pronto no tenga mucho peso sobre las acciones de Greyback, ya lo empujó. Se le prometió en la guerra un justo trato para los de su especie y ahora su benefactor a muerto, hará lo posible por conseguir sus objetivos.

—Pero no los  sabemos con certeza.

McGonagall había dado en el blanco.

—No, no los conocemos, puede ser lo que todos han buscado; poder, o algo más  llano, la supervivencia de su especie. Se puede desatar una nueva guerra en nuestras narices, es por ello que debemos mantenernos alertas, y reunir personas de nuestro lado, licántropos como Remus Lupin, como Harry o el señor Malfoy.

Minerva suspiró y por un minuto, quiso no haber entendido el punto de aquel chiflado y terco hombre.

—Entonces, una casa en seis días, alertaré a los Weasley con un Patronum—Ella cedió, así que al levantarse de su silla ya planificaba una pequeña reunión en  Cabeza de Puerco.

—Acabamos de culminar una guerra—ella se quejó—¿Es tan difícil mantenerlo de esa manera?

-VolteDiLuna-

El bosque prohibido estaba solitario, a pesar de que era una fecha próxima a la primavera no había muchas señales de vida ni nada que obstruyera el camino de la competitiva carrera entre dos lobos que corrían arrollo arriba.  Las ardillas se escondían en sus nichos espantadas y una acromantula llegó  a correr a por refugio cuando el gran espécimen blanco paró con un estruendoso frenar para aullar exhausto cerca de un árbol torcido, donde la araña gigante encontró escondite.

Un delgaducho lobo negro siguió al alfa hasta al arrollo para tomar agua, más pequeño y con menos fuerza en las patas; Harry era rápido, pero tendía a tener menos resistencia. Draco, desde que se había acostumbrado a su forma de lobo, rendía mucho más en sus juegos de cachorros.

Draco gruñó de repente, dejó de beber la dulce agua fría del arrollo para olfatear el aire. Olía a otro lobo, no era ni parecido a Harry o a Nepeta, era más fuerte, otro alfa. Harry gimió, aplastando su hocico contra las orejas echadas del dominante, se restregó contra su cuello para transmitirle un poco de tranquilidad, Nepeta le había contado sobre los lobos de su manada que rondaban cerca del castillo, no muy lejos de dar con ella. Era de hecho una buena noticia, pero Draco no había parado de lucir tenso ante la mención de otros dominantes, Harry lo encontraba exagerado.

Aún así Draco empujó a Harry en la dirección de vuelta a Hogwarts, a pesar de que el lobo negro obedeció una leve reprimenda fue impresa en el lametazo que le propinó en pleno hocico.

“Deja de ser tan rígido” Draco casi pudo oír a través de los collares, el intercambio empático a través de ellos se fortalecía con los días.

Cuando llegaron a los lindes del bosque se encontraron con Dumbledore organizando un plano olvidado  de una casa que hasta hace poco tiempo yacía olvidada en los estantes de su despacho, les habían dado la noticia en el almuerzo. Parte de La Orden ayudaría a la construcción de una casa refugio para los lobos que llegaran de la manada de Nepeta,  Remus había dicho que era una estupenda oportunidad para ambos de socializar con personas de su clase y aprender cosas que él no podía enseñarles por sí mismo, ambos no se sintieron tan emocionados como esperaban.

Harry fue el primero en volver a su forma humana, con los pies descalzos corrió hasta Dumbledore, pudo reconocer a la mujer  junto a él una vez estuvo cerca.

—Fleur—saludó, la francesa ronroneó un “Hola” con un acento ligero como respuesta.

—¿Eres tú quien dirigirá la construcción?—en algún momento Draco se había transformado y había llegado a su lado, Harry reconoció la tensión en sus hombros mientras murmuraba algo muy parecido a “Disimular es fácil”

Era por Fleur, ella olía tan fértil que el aroma estaba impregnado en el aire que la rodeaba.

—No tan rápido, lobo—ella rió, alzó su delicada mano para mostrar un sencillo anillo de compromiso que brillaba tenue bajo la sempiterna luz del bosque—Ya tengo pareja.

Dumbledore soltó una risa jovial que hizo sonrojar a ambos adolescentes ¿Esa era su forma de ocultar un romance? Se preguntó Harry.

—V-vaya, felicidades, no me habían dicho que Bill.

—Lo anunciamos ayer, Harry, la señora Weasley aún quiere creer que es sólo un sueño.

—¿Están todos ya aquí?—inquirió el lobo rubio para disipar su vergüenza.

—Si, al menos la mayoría, los Weasley esperan a Harry en el gran comedor desde hace media hora—Dumbledore consultó su reloj de estrellas y constelaciones antes de chasquear la lengua de manera afirmativa—, la señorita Leani debe estar con ellos.

—Entonces me retiro, Señor—Harry no espero una respuesta, echó a correr sobre la colina de  la cabaña de Hagrid dejando a su pareja rezagada, pasó los pasillos del jardín interior y tomó un atajo, demasiado eufórico por ver de nuevo al clan de pelirrojos como para tomarse el tiempo de esperar a Draco.

En el Gran Comedor estaban unos cuantos profesores miembros de La Orden y los Weasley, por el rabillo del ojo le pareció ver a Hestia Jones acompañada de Moody tomando un té, pensó en voltearse y saludar,  pero el  abundante grupo de cabelleras pelirrojas llamó más su atención

—¡Harry!—como era su costumbre desde hace mucho, Molly se apresuró a alcanzarlo y lo estrujó en un abrazo que reajustó todas las costillas que la destransformación no había puesto en su lugar—Estás tan delgado, ¿Has comido bien?

—He comido bien, más que bien—asintió, en su fuero interno agregó que también se había convertido en un glotón—, Dobby a veces le gusta dejar dulces en mi cama a la hora de la merienda.

—Ese pequeño duende pillo sabe lo que es bueno para ti, deberías comer más.

—Déjalo, Molly—Arthur sonrió golpeando amistosamente su palma abierta contra el hombro de Harry—Yo lo veo muy bien—Molly bufó más no agregó gran cosa.

El chico aprovecho para ver sobre los hombros ajenos y descubrir que sólo estaban los gemelos, Bill y Percy.

—¿No han venido Ron, Hermione o Ginny?

Molly negó.

—Los hemos dejado descansar un poco, el brazo de Hermione apenas mejora, te mandan saludos desde la Madriguera.

—¿Qué pasa, pequeño?—el brazo de uno de los gemelos, probablemente George, lo atrajo a un abrazo fraternal para revolverle el cabello—¿No estás feliz con nosotros aquí?—terminó Fred, dando una de esas palmadas que parecía combinar la fuerza de constricción de la señora Weasley y la rígida mano del señor Arthur. Eran en resumen una buena ayuda para sacar un pulmón.

—¿O es por Charlie?—bromeó George—Sé que no somos muy parecidos al guapo de cabello sedoso y que el grandullón esta por casarse—allí Molly hizo una mueca y Bill protestó—Pero estamos seguros de que somos suficientes para ti.

Un  gruñido pareció oírse en algún lugar pero al voltear  Harry sólo divisó a Draco y Nepeta charlando  mientras  caminaban a su dirección con Lowell jugueteando  entre sus piernas.

—Entonces—la voz incomoda de Percy carraspeó—¿Te sientes mejor ahora? ¿Están tomando  alguna poción?

Harry tardó un par de segundos en procesar lo que Percy preguntaba, arrugó sus labios y  negó.

—Lo estamos sobrellevando de la manera natural, Remus está convencido de que evitarlo es más perjudicial, nos hemos sentido bien, Draco y yo—murmulló.

—El chico Malfoy también fue mordido, lo olvidaba—acotó Bill,  todos los rostros se dirigieron hasta él y entonces se dio cuenta de que había pisado el hielo fino que todos habían evitado,  cuando Fleur apareció en la puerta del Gran Comedor hizo un ademán de irse y abandonó aliviado la conversación.

—Así que ya no es Malfoy—corearon los gemelos una vez observaron en silencio la huida de Bill.

Harry tenía una buena excusa para ello, pero un roce en su pierna lo salvó de decir una tontería. Era Lowell, el pequeño niño se había aburrido de esperar la lenta caminata de Nepeta y Draco, y se adelanto.

—Oh—Molly suspiró encantada—Que criatura.

—Éste es Lowell—Harry cargó al niño con una sonrisa de oreja a oreja, el niño alcanzó su mano buscando llegar hasta Molly con una gran sonrisa y ojos azul claro—es hijo de Nepeta, la loba que   nos pidió refugio ¿ya la conocieron?

Los Weasley asintieron encantados con el pequeño niño que rió a carcajadas con las muecas graciosas de los gemelos, el aire  tornó a una conversación más relajada y comenzó a aligerarse para cuando Nepeta los abordó junto a Draco.

—Señores—Draco saludó.

—Malfoy—los Weasley no lucían muy renuentes a establecer una conversación, pero con la llegada de ambos el entusiasmo  pareció decaer.

—Así que, ¿qué se planea para la casa?—Arthur intentó entablar.

—Algo sencillo—Nepeta tenía en sus brazos de nuevo a Lowell que jugaba con su cabello—, dos pisos y quince habitaciones con  tres baños, una cocina y un comedor, todo será compartido.

—Sera una gran construcción, pondremos todo el empeño en ocultarla de los alumnos—Molly asintió.

Nepeta asintió extasiada por el apoyo de Molly, su rostro tenía un brillo que ambos chicos no le habían visto antes, el cómo sonreía y relajaba los parpados. No era algo común en la adusta muchacha magullada que llegó aquel día nublado.

—Esperamos tener que ampliarla a los pocos meses.

—Tienen mucha fe en su gente—Percy carraspeó desde su posición detrás de Arthur, parecía incomodo, con las espalda recta y el rostro rígido—, a pesar de que, estiman, estén dispersos.

—Mi manada es fuerte—la mujer loba contrarió con voz firme, su voz empapada de orgullo y reto, el niño en sus brazos ni la menudes de su cuerpo hizo flaquear su apariencia dura —, encontrarán el camino hasta aquí muy pronto y traerán al resto con ellos, y si no ocurre de esa forma yo misma los traeré.

—También esperamos lobos de diferentes manadas—Draco agregó, su voz calmada parecía querer limar las rencillas entre ambos pelirrojos, Harry y Draco apenas habían podido oír los murmullos sobre la reunión que La Orden mantuvo en la mañana, pero sabían que Percy tenía algunas reticencias sobre albergar hombres lobo dentro del territorio de Hogwarts. Era empleado del Ministerio después de todo.

—Lo sabemos—asintió Molly, buscaba en su cabeza un tema del que pudiera hablar tan apresurada que sus palabras tropezaban entre sí—, es un placer también ayudar, no podemos creer que el Ministerio este sopesando tomar decisiones parecidas  a las de Irlanda.

—Ninguno puede hacerlo—Harry hizo una mueca que arrugó su ceño, los gemelos recordaron algo en ese preciso momento.

—Oye, Harry—rieron al unísono—Hermione nos encargó darte esto.

—Oh, es cierto, que olvidadiza soy—la señora Weasley les arrebató el pequeño paquetito que Fred se sacó del bolsillo.

—¡Mamá!—protestó George.

—Hermione estaba muy entusiasmada por dártelo—ella lo ignoró, los gemelos se apresuraron a estirarse en toda su altura para ver por encima de la cabeza de la Sra. Weasley.

—Lo leyó todo en una sola semana—Arthur afirmó, su esposa murmuró algo con su varita hasta que el pequeño paquete hizo “¡Pop!” y se convirtió en un polvoriento  libro enorme envuelto en piel.

Lowell estornudó por olfatear muy cerca.

—No sé cómo lo encontró en esa extraña librería del Callejón Diagon ni sé dé que trata,  pero de verdad estaba muy ansiosa por tenerlo, ¡Le dio al vendedor 200 galeones!—siguió hablando escandalizada, sin mucho cuidado dejó el pesado libro en las manos de Harry, Draco olfateó con discreción antes de mirar a Harry con ojos críticos —Me insistió una y otra vez que lo leyeras a solas y lo más pronto posible.

La tapa estaba hechizada para no ser abierta por cualquier extraño, con su apariencia desgastada y la piel forrada color negro tenía un aspecto muy misterioso, pero Harry sabía perfectamente cuál era su contenido.

—Y que le enviaras una carta—el señor Weasley acotó con una sonrisa calmada. Harry asintió sin realmente escucharlo.

—Y que le enviaras una… —Molly frunció el ceño por la interrupción, sus ojos acusadores apuntando a Arthur,  los gemelos rieron sin disimular y ante la vergüenza la mujer chistó con un sonrojo en la cara—De todos modos, ¿Dónde se ha metido Percy?

—¿Percy?—los gemelos corearon—, ¿Qué Percy? no, no creo que lo conozcamos.

Molly estaba a punto de regañarlos por sus payasadas cuando Nymphadora llegó, su alegre cabello rosa chillón resaltó entre el casi desierto comedor.

—¡Lamento llegar tarde!—fue su buenos días, tenía las mejillas muy rojas y una peca en su nariz que desapareció al tallarse el lugar, en cambio se dejo los ojos azules muy claros—, olvide todo sobre la reunión de esta mañana.

—Nymphadora, cariño.

Molly la recibió con un gran y apretujado abrazo que la chica agradeció con un sin aliento “No me llames Nymphadora”, el resto la saludó con  más cordialidad.

—Vaya—dijo  a Harry y Draco cuando estuvo al fin fuera de las garras de los Weasley—¿Soy yo o ustedes se han dado un estirón?—y para ilustrarse, hizo crecer unos cuantos centímetros su altura–Están hechos todos unos hombre adultos, ¿Eh?

Harry intento no avergonzarse, al igual que Draco, pero la risa cómplice de Nepeta los hizo ponerse como dos tomates.

—¿Qué?—Tokns lució perdida, temiendo haber metido la pata de nuevo—¿dije algo malo?

—Oh, nada—Draco carraspeó, sus mejillas rojas decían lo contrario y no lograba disimularlo—, sólo… ¿No deberíamos irnos ahora?

Harry asintió como si su vida dependiera de ello.

—Los veremos luego en la tarde, leeré el libro—fue la fugaz despedida que el chico moreno murmulló antes de escapar del comedor junto con Malfoy—, vámonos Draco.

—¿Soy la única que los nota extraños?—Molly preguntó inquieta, nadie supo darle respuesta, excepto Nepeta, que le envió una perspicaz sonrisa.

—Es natural—la mujer lobo aseguró.

Eso no calmó a Molly.

-VolteDiLuna-

Por alguna razón Draco y Harry sabían que sucedería, tarde o temprano, y pasó. Severus y Remus los emboscaron al cruzar el pasillo a la salida del comedor, Harry estaba casi oculto tras el gran libro polvoriento pero podía ver a la perfección la indescifrable  expresión de Remus.  Ambos adolescentes se preguntaron en qué habían metido la pata cuando Remus habló.

—Necesitamos hablar—su voz era calmada, muy pacifica, ambos cachorros se miraron entre sí con un nudo en la garganta.

—¿Es muy necesario?—Severus se sorprendió como el tono de voz de Draco se quebró en las últimas silabas.

—Es necesario—el pocionista afirmó con su seseante voz—¿Hay alguna razón por la cual no puedan hablar con nosotros en este momento?

Como responder que si sería demasiado sospechoso ambos negaron como cachorros obedientes. Estaban listos para confesar, sobre el beso, los arrumacos, todo.  Sólo pedirían piedad y esperarían que se les concediera por desobedecer la simple orden de no ser pareja.

Con esa tensión siguieron a ambos profesores hasta el estudio de Remus, justo al lado del aula de DCAO, los hicieron sentar como unos niños traviesos mientras ambos permanecieron de pie, resaltando su altura contra la de ellos.

Remus infló sus pulmones envalentonándose para lo que seguro sería una gran regañina.

—Muy bien—y allí estaba, las primeras palabras de una larga lista—Queremos pedirles disculpas.

—¿Eh?

—Hemos hablado y llegamos a la conclusión de que actuamos de manera precipitada—Severus dijo, su habitual ceño fruncido no estaba allí y eso hacía la situación más extraña aún—No confiamos en ustedes como fue debido.

—No son niños y está claro que pueden tomar sus propias decisiones, si quieren hablar con El Profeta y hacer saber su opinión sobre los ataques no los detendremos, siempre y cuando procuren mantener un perfil bajo—las palabras suaves de Remus llegaron como una caricia a los oídos de ambos chicos.

Un pequeño silencio tenso se extendió por unos segundos hasta que Draco tuvo la valentía de suspirar aliviado, no los llamaban por otro asunto que no fuese el manifestar su apoyo público hacía los licántropos, no había otra razón.

El tema de que fueran una potencial pareja estaba zanjado.

—Oh, Ok—Harry llenó sus pulmones con aire fresco, el rostro rojo.

—Agradecemos su confianza—fue Draco quien disimuló una respuesta parecida al agradecimiento.

—No la defraudaremos— Harry  casi graznaba un “¡Por supuesto que lo haremos! ¡Ya lo estamos haciendo!”

—Es un al-¿a dónde van?— Remus arqueó una de sus cejas curioso por la reacción de sus cachorros.

—Yo voy a leer.

—Debo enviar una carta.

Las apresuradas escusas fueron lanzadas al aire antes de que Severus o Remus lograran replicar otra cosa.

—Esto va a ser difícil—Draco resaltó lo obvio una vez salieron del aula.

—¿Tú crees?—Harry elevó el gran y pesado libro que Hermione le envió—Sé que esta cosa no habla precisamente de Herbología, ¡Hermione lo sabe y ya sospecha!

-VolteDiLuna-

Acorde a las sospechas de Harry, el libro no trataba de Herbología, descubrió apesadumbrado inclinado sobre el ejemplar en la sala común de Gryffindor que hablaba sobre ritos de apareamiento. Ritos de apareamiento de hombres lobos.

Estaba escrito por un mago de padre hombre lobo que vivió entre ellos por dos décadas, conformado por temas puntuales y anotaciones que relataban los descubrimientos que había presenciado durante su estadía en una manada establecida en un remoto territorio ártico. Explicaba cosas a las que Remus no les había encontrado palabras y las primeras páginas estaban repletas de dibujos y puntualizaciones sobre la jerarquía de los lobos. Era mucho más fácil con los términos que designaba el autor, había títulos jerárquicos y argot biológicos esparcidos con una clara caligrafía.

Títulos Jerárquicos

Fue una sorpresa la primera vez que vi al Alfa de la manada, son hombres fuertes e inteligentes, tan grandes como troncos, aunque el anterior Alfa había sido una mujer. Estaba consciente de que las manadas gozaban de jerarquías, debido a la poca información que pude recaudar de mi padre y de los viajeros que conocí pensaba que era una tradición barbará y sin sentido. Me es un placer escribir que no es una tradición, es su manera de vivir, es parte de ellos.

Es natural; normalmente la Jerarquía esta asignada por familias, al menos lo es en una manada asentada como esta, con una gran población. La pareja Alfa está conformada por los herederos de aquellos que hayan fundado la manada, un sumiso y un dominante con sus hijos, uno de ellos heredara el puesto de sus padres y elegirá una pareja. El resto son familias Betas, se dividen en tres grupos, los Beta A; más cercanos a la pareja Alfa, suelen ser sus hermanos o compañeros más fuertes o fieles. Los Beta-Sub; desempeñan el rol de la casería y la protección del territorio y los BetaB; no los he visto por completo en acción, pero son los más parecido a un medimago que encontraran en una manada de lobos, son buenos para curar heridas, utilizan magia pura, sin varitas.

En aquel punto y por motivos que Harry reconocía como pura documentación, Hermione había tachado con resaltador la línea con una nota de “Investigar” puesta en la esquina con el mismo color chillón.

Los Omegas son más comunes, trabajan cultivando y recolectando, utilizan nichos para ello aquí, donde nada crece por encima de la nieve más que arboles robustos. Supongo que son más importantes en lugares más cálidos, también son los encargados de tejer y hacer ropa, construyen buenas casas y vasijas. Normalmente están conformadas por familias muy abundantes, o convertidos solitarios, es impresionante la cantidad de convertidos que llegan cada mes, parecen salidos de la nada y llegan tan pálidos que siembran preocupación en los corazones de los alfas con carácter  más robustos.

Argot biológico

Hay una completa confusión sobre esto en el mundo mágico, ni siquiera mi padre lo sabía, pero lo excuso pensando que pasó más tiempo buscando una cura que documentándose sobre sus iguales. Fue un choque para mi comprender lo que se suponía es algo tan, lo repito, natural para ellos, y no comprendo como algo tan sencillo se haya confundido más que por sus denominaciones.

Alfa también se le llama a los dominantes, criaturas fuertes, nacidas para defender su territorio a su familia y descendencia, un lobo es un alfa o es un beta. Los beta también son feroces, he visto a muchos matar grandes bestias por proteger a sus cachorros, también son criaturas preciosas, huelen a flores, aunque sé que ellos no las conocen intente explicarles el olor una vez, ¿Pero cómo se explica un olor?

No sé si sea una denominación correcta, pero yo lo llamo un argot biológico, los alfas y los betas son algo implícito en las manadas, ningún alfa se interesara por el beta de otro, es una ley. También hay parejas de alfas o de betas, pero son tan escasas como prosperas. Al contrario de la biología común existen hembras alfa, son fuertes y brillantes, una creación única de la naturaleza, verlas pelear es como ver un arte, son limpias y precisas. Betas machos hay pocos, tienen la apariencia de una rosa, como un botón a punto de florecer, su apariencia no debe engañar a nadie son tan fuertes como las betas hembras así como las alfas hembras son tan feroces como su contraparte.

No hay ningún tabú porque una alfa tome como pareja a un hombre beta, ellos tienen sus reglas.

Harry leyó con reticente interés hasta toparse con el proceso de selección de pareja, cada paso y anécdota parecía ser demasiado familiar, demasiado intimo. El autor hablaba sobre los nidos “lugares elegidos por una pareja joven para acurrucarse y probar que tan compatibles son” como Draco y él hacían en el bosque prohibido, bajo el árbol o un montón de hierba cerca del arroyo. Hablaba de las primeras interacciones, sobre impregnar el olor de uno sobre el otro o emprender correteos en solitario, cosas que Harry y Draco hacían que se habían vuelto parte de su rutina.

Algo natural.

Harry quiso lanzar el  libro al suelo, pero en cambio lo mantuvo sujeto firmemente por los bordes.

—En verdad estamos haciendo esto—susurró sin aire—, nos uniremos. Seremos una pareja.

Se mentalizó sobre ello toda una noche y al siguiente día la realidad no le recibió con un frio golpe en el estomago, él quería esto, ambos lo querían y  Remus y Snape deberían comprenderlo tarde o temprano. El mundo mágico debería entenderlo tarde o temprano.

¿Pero cómo?

-VolteDiLuna-

Dumbledore vio con orgullo como el refugio planeado crecía con los días, la Orden estaba empeñada en terminarlo y ni siquiera cuando llovió pararon de construir. Empezaban temprano en la mañana cuando aún el sol no pintaba los bordes de las montañas con anaranjado y terminaban tarde en la noche, con la luna encima de sus cabezas y antorchas flotantes alrededor para ayudarles a ver.

Gracias a que los miembros de la Orden estaban hospedándose en el castillo Molly pudo vigilar a Harry más de cerca y este lo notó, sabía que Molly tenía sus ojos puestos en él desde que casi lo atrapara besándose con Malfoy en una esquina olvidada de un pasillo de tercer piso.

Molly por supuesto que sospechaba, era madre de siete hijos y tenía un agudo instinto. Amaba a Harry como uno de ellos y su cambio, no sólo el físico si no el mental, le preocupo desde el principio. Era apenas un niño  y había sido arrebatado de todo cuando apenas era un bebé, era una desgracia considerar que la mordida podría empeorar su vida que ya se había envuelto en batallas y una guerra.

Luego estaba el chico Malfoy, nunca fue de su agrado, ni siquiera cuando reculó y  ayudo a la Orden.

Era en muchos aspectos igual a su padre Lucius, arrogante y despectivo, pero ahora era compañero de desgracias de Harry y ambos al parecer empezaban a llevarse bien. Era, peculiar, el cómo ambos simplemente habían dejado las rencillas de lado y se notaban cómodos alrededor de otro. Casi…íntimos.

Una vez la casa refugio estuvo terminada una semana después Molly supo que sus sospechas no eran infundas, pues encontró a ambos chicos más cerca de lo que lo había hecho el primer día. Con sus ojos brillantes, Harry también actuaba extraño, no de la manera en que lo hacía Remus, como comía filete medio crudo o gruñía si algo le desagradaba, su presencia frente a la de Malfoy parecía siempre blanda y suave, dispuesto a ser amasado por el muchacho.

Y Molly quería creer que no era verdad.

—Desde aquí se ve tan pequeña—comentó Arthur una vez  estuvo terminada la casa, un día antes de la llegada de los estudiantes. Molly asintió con el ceño fruncido, mientras veía a Harry apresurar el paso de Nepeta dentro del lugar.

—Pero es muy grande—Molly suspiró.

—¡Esto merece una celebración! Un agradecimiento para los perseverantes compañeros que nos ayudaron a crear esta casa, esperanza para nuevos integrantes.

La voz solemne de Albus dio un discurso alentador para los cansados integrantes de la Orden, los gemelos silbaron, envueltos en polvo y mucho sudor, exhaustos pero satisfechos.

—No volveré a levantar un dedo hasta dentro de un mes—chilló Fred al tirarse sobre el pasto.

—Yo igual Gred, yo igual.

El resto de la Orden lucía igual, cansados pero satisfechos de haber terminado su trabajo, el refugio era una pequeña construcción de madera y concreto que no resaltaba demasiado entre el follaje del interior del bosque, por dentro era mucho más grande y necesitaba de muebles y protecciones adecuadas, pero estaba listo para que Nepeta y Lowell se mudaran a él. 

Algunos miembros de la Orden deberían quedarse para asentar las protecciones pero no era un trabajo de más de cinco o seis, un número reducido que no llamaría la atención de los estudiantes durante su estancia en el castillo por dos días mientras fortalecían cada artilugio y elegían al guardián del Fidelio.

Dumbledore por su parte, cumplió con  lo que prometió, organizó una pequeña celebración en El Gran Salón, con comida y música tocada por magia. Fue un escenario alegre hasta que Moody se cayó rompiendo su pierna ortopédica y gritando improperios, aún así por la influencia del hidromiel varios se echaron a reír.

Fue una pequeña distracción de los problemas, pero tan ligera como fue pasó la noche y llegó el día junto con un montón de alumnos retomando su año escolar.

-VolteDiLuna-

Ahora que disfrutaba de un oído más afinado Draco odiaba la multitud bulliciosa que conformaban los alumnos de Hogwarts, incluso entre los Slytherin que eran más recatados al hablar el sonido zumbaba dentro de su cabeza.

Ni siquiera la vista de Theodore junto a Pansy hizo que su humor  mejorara.

—¡Draco!—Pansy agitó su mano  con una gran sonrisa. Todo su equipaje flotaba tras de ella, un montón de valijas que dejaban ver sólo los zapatos de Goyle—, por aquí.

—¿Dónde están Blaise y Crabbe?—preguntó luego de un saludo respetuoso entre amigos.

—Blaise se quedará en Venecia dos días más y Crabbe vendrá mañana, se ha quedado dormido y perdió el tren—Pansy puso en sus manos un cofre decorado—, es tu regalo, ábrelo más tarde.

Pansy tenía la costumbre de regalar detalles cada que regresaban de vacaciones, era una tradición familiar o algo parecido, Draco nunca indagó al respecto con mucho ahínco pues le agradaban los detalles que la chica elegía, algo se debía decir bueno de Pansy y era que tenía buen gusto.

—¿Y qué tal las cosas con Potter? ¿Sigue siendo el mismo o ha tenido la gracia de cambiar?—la pregunta de Theodore no caía por casualidad, estaba viendo en una dirección especifica, en donde Ron y Hermione saludaban a Harry, el trió estaba feliz  de encontrarse y sus grandes sonrisas lo evidenciaban.

Draco frunció el ceño con frialdad al ver como Ron empujaba a Harry en un abrazo apretado, echando carcajadas al aire y perdiendo el aliento mientras Granger rezongaba.

—Se ha vuelto una compañía tolerable—dijo sin mucho interés impreso en la respuesta. Pansy no dijo una palabra pero su incrédula mirada pareció querer confirmar una duda—¿Qué?

—Nada—Theodore gesticuló justo cuando Goyle quiso decir algo—, te ves un poco pálido hoy eso es todo.

—Me veo igual que siempre—gruñó.

—Claro, claro, verse como siempre incluye crecer medio metro en un mes—la broma de Pansy ajusto el humor de Draco con una risita.

—Él oculta algo, actúa extraño—susurró Goyle una vez fuera liberado de las valijas voladoras.

—Oh, ¿Tú crees?—la perspicaz sonrisa de Theodore apareció mientras siseaba entre dientes.

No muy lejos, los ojos de Hermione observaron con atención al grupo, deslizándose por la plataforma rumbo a los carruajes mientras todos los alumnos de años bajos los evitaban como el veneno.

-VolteDiLuna-

—Nunca enviaste la carta, la estuve esperando por SEIS días, ¡Seis días!—exclamó Hermione una vez estuvieron dentro de la Sala de Menesteres, con una versión invertida de la Sala Común de Gryffindor a su disposición.

—Exageras un poco ¿No crees? No hay nada en ese libro que ya Remus no nos hubiese dicho—era una completa mentira, Remus no le había dicho la mitad de todo lo que narraba y la expectativa de que eso estaba ocurriendo con él era aterradora.

—Exag- Uhgr, no has cambiado ni un poco—el cabello encrespado de la chica se empeño en lucir más alborotado cuando lo revolvió en un acto de pura frustración—Eres un sumiso Harry, ¡Un beta! Y Malfoy un alfa, lo sé, lo vi. El día en que estuvieron en la enfermería y todo ese revuelo ocurrió no fue “reconocimiento”, estaban midiendo jerarquía y genero. Ustedes dos…

—Cálmate—Harry se sentó en la mesita cerca de la chimenea artificial aparentando calma, si llegaba a mostrar un signo de nerviosismo Hermione lo sabría—Lo tenemos todo bajo control, a los que deberías darle una charla  de pareja es a Remus y Snape, ¿Sabes? Están juntos ahora.

—¡¿Qué?!— Hermione casi cae en la trampa pero sacudió la cabeza y negó con vehemencia—No me importa, no ahora. Debes escucharme muy bien, Harry James Potter, NO te acerques a Malfoy. Ambos pueden formar una atracción y luego todo será imparable, ¿Me comprendes? ¡Los descubrirán!

—¿Malfoy y yo?—satirizó Harry con una expresión de pocos amigos—Vamos Hermione, ¿En verdad crees que empecemos a llevarnos tan bien? Hace tres meses hubiéramos puesto posición vomitiva en el jugo del otro.

—Y ahora NO—ella destacó—, esto es importante. Si forman un vínculo será irrompible, no quiero que te ates a una persona que no amas o que comprometas todo esto  sólo por Malfoy.

Esto es lo que soy ahora, Hermione.

El frio tono no sorprendió a la chica Gryffindor.

—Lo sé— al fin accedió a sentarse junto a Harry para calentar sus pies cerca de la chimenea—, pero el resto del mundo no lo creé así, Harry.  Ves lo que le han hecho a Remus, él no tiene la culpa pero si no fuera por el Director no tendría empleo, nada con que sostenerse.

La voz de Hermione sonaba suave y tibia, igual que las llamas que lamian los troncos dentro de la chimenea, bailarinas anaranjadas extinguiéndose en el aire.

—Tranquila, no hare nada imprudente.

La respuesta la tomó por sorpresa, porque giró su rostro con incredulidad hacía Harry.

—Gracias.

—Cualquier cosa porque el apasionado romance entre mi dragón y yo no destruya la frágil paz entre nuestras casas, oh amiga del alma, prometo no volver a ver a mi amado—Harry dramatizó con voz sinuosa, una mano en su pecho simulando un estigma y la otra apaciguando el dolor en su frente.

Hermione al contrario de tomárselo en broma, abrió sus ojos como platos y estuvo a punto de gritar.

—Oh, por todos los fundadores, Hermione.  Es una broma, Malfoy y yo no nos tocaríamos ni por obligación—“Cerca de ti” añadió en su fuero interno, mientras la expresión de su amiga empezaba a relajarse.

—Oh, Dios. Deja de hacer bromas en ese tono tan serio—ella lo golpeó con fuerza en el hombro con su brazo bueno—El Profesor Snape y el Profesor Lupin, eso es peligroso—murmulló un poco más aliviada.

—¿De verdad?

—¿Siquiera leíste el libro hasta el final?—ella puso sus brazos en forma de jarra.

Harry negó ¿Quién se leería esa cosa bajo voluntad propia?—Tal vez me la salte sin querer—mintió.

Hermione rodó los ojos de la manera en la que lo  hacía siempre que iba a explicar algo.

—No te estoy prohibiendo acercarte a Malfoy porque me aterroriza el hecho de verlos juntos, dos hombres lobo con un vinculo, en especial con uno reciente. Son volátiles e irracionales, todo Hogwarts se daría cuenta de que son hombres lobo y no podrían evitar los instintos durante la época de celo, ¿Leíste sobre eso, cierto?

Harry afirmó con un gran sonrojo en su rostro pálido, recordaba cada párrafo e imagen.

—De todos modos ¿Dónde conseguiste eso?

—Me documente en base a lo que pude, no hay mucho sobre los hombres lobos, la bitácora que te di es lo más parecido a un documento confiable que conseguí en TODO un mes.

Ya que el tema se estaba desplazando al cómo y los porqués de Hermione y su búsqueda, Harry carraspeó.

—Oh si, dijiste algo sobre ser; ¿”volátiles”?

—Y agresivos, imagina eso, pero peor. El Profesor Lupin es licano, pero el Profesor Snape no, eso genera vínculos más inestables y confusos. Para establecerse necesitan engendrar y, créeme, eso será la comidilla de todos aquí apenas ocurra.

 No hacía falta que le dijeran más, le quedaba claro que Draco y él estaban jugando con fuego.

—Vaya, te has vuelto toda una experta.

—Estuve todo un mes leyendo—Hermione puntualizó con orgullo, antes de que Harry riera tras sus espaldas—¡No es gracioso!

—Claro que sí, es tan Hermione.

Y siguió riendo, porque era la única forma de no demostrar cuan nervioso estaba en cuanto al tema.

-VolteDiLuna-

El reintegro a clases pautado para el día siguiente fue tan apacible como siempre, Remus dio sus primeras clases y atendió varios alumnos de último año atosigados por la expectativa de sus EXTASIS. Almorzó algo ligero mientras veía el desenvolvimiento de sus cachorros en sus respectivas mesas, ambos estaban ocupados en lo suyo, como si de verdad nunca hubieran estado pegados el uno al otro en todo un  largo mes.

Acotó saludar a Nepeta para su hora libre y dispuso a irse, Severus lo alcanzó en un pasillo unos minutos después, sólo dos profesores hablando sobre sus asignaturas, nada fuera de lo normal.

Pero contrario a ese pensamiento, un grupo de niñas rieron entre cuchicheos cuando ambos empezaron a hablar entre sí. Snape las fulminó con la mirada, las niñas gritaron, corriendo hasta sus salones.

—¿Siempre han sido tan fastidiosas?—el hombre de negro gruñó entre dientes.

Remus sopesó la pregunta y negó.

—Nunca habían actuado así.

—Son Hufflepuffs, les gusta chismear—y para corroborar un fantasma de dicha casa se abalanzó sobre una pared apenas los vio venir con una carcajada escabrosa sonando tras la piedra—, en todo caso necesitamos vernos en mi despacho ¿A las 5?

Un grupo más de estudiantes escuchó la última línea y para desconcierto de ambos se fueron con pasos apresurados y risitas mal disimuladas.

—No puedo creerlo—Remus logró recuperar un breve fragmento de la conversación.

—Sí, lo sé.

—¿No es el amor extraño de por sí ya?—la voces se hicieron cada vez menos audibles hasta que quedaron sólo las risas.

Ambos quisieron olvidar aquellos encontronazos, pero dieron vueltas en su cabeza hasta pasada la noche y al siguiente día, se produjeron más.

Notas finales:

¡Ese capítulo tiene 22 páginas! ¡22! Así que disfrútenlo, porque es definitivamente el capítulo más largo que he hecho de Volte di luna, y por qué no, para celebrar que este es oficialmente el capítulo 10. Espero les haya gustado la interacción de Harry y Draco en este capítulo, es fundamental. No hubo mucho de Severus y Remus, pero lo habrá pronto. Gracias como siempre por leer y ser tan pacientes.


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