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Volte di luna por Gema Talerico

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Notas del capitulo:

¿Alguien sabe de la película de “Kill Your Darlings”? Sale Daniel y… yo no sabía que hacia el papel de Gay, y de repente aparece esta imagen  de él besándose con un chico en mi facebook (Se imaginaran mi cara al principio pensé “Sera que mi Facebook sabe que soy Fujoshi?” luego comprendí), el debajo ¡En una cama y desnudos! Y no es Photoshop, es de la película y para más, el otro chico es rubio. ¬¬ ¿Soy yo o es un mensaje bien enviado?

Bueno ya, aquí otro capi.

Besos a mi querida Beta, Pawina. La cual es un amor y hasta opiniones me da ¡Gracias querida!

Imagen del capitulo

Capitulo 2: Vedo nero

“Y si mueres…veras negro”

 

La brisa cálida le acaricio las mejillas suavemente, el valle Godric lucia tranquilo como cuando todo era perfecto. Harry suspiro con anhelo, llenando sus pulmones de dulce aire primaveral. Se sentía en casa, no sabía cómo había llegado hasta allá, pero le gustaba ese lugar y todo en el parecía perfecto, aun cuando el cielo tenía un tono rosa jazmín amarillento, prescindiendo al crespúsculo.

 

—Harry—la voz fue suave, como una caricia, cálida  y tan sutil como la brisa. Sentía haberla escuchado antes, tal vez cuando le hubieran cantado una canción de cuna, hace demasiado tiempo para recordar –Harry—tardo un momento en ver la cabellera rojiza, como el fuego ambulante siendo arrastrado por el viento. Lily le sonreía sentada en un pequeño banquito frente a la casa, James estaba junto a ella, con una sonrisa orgullosa adornándole el varonil rostro y una mano apoyada en el delgado hombro de su querida esposa.

 

—Mírate nada mas ¡Has crecido un montón! ¿Cómo te ha ido en Hogwarts? ¿Has sido un buen merodeador, Harry?—la risa de James era limpia, casi mágica.

 

—Déjalo querido—reprendió Lily, su voz  a diferencia de James, era como el algodón, placentero de escuchar y tan suave que te hacia sonreír—Le estas mareando, déjale respirar—Paro Lily, después de un momento sonriente ella pregunto con amabilidad y un cariño casi imposible de madre añorante— ¿Cómo estas Harry? Sigues tan bonito como te recuerdo.

 

—¿Mamá?—jadeo Harry, la felicidad se le instalo en el pecho y formo una exuberante explosión de colores infinitos que le hicieron sentir dichoso cuando la pelirroja asintió lentamente. Su madre le sonrió y su padre soltó otra risa más profunda y gentil.

 

—Les dije que había crecido mucho. Ya es todo un hombre—la voz fuerte y segura le llamo la atención porque le pareció familiar, Harry se dio la vuelta con sorpresa y se encontró frente a él a un joven, gallardo y sonriente Sirius. Con sus ojos grises brillando como estrellas fugaces. Harry no tenia vos para hablar, tampoco para llorar, allí estaba su familia. Estaban sanos, con vida, estaban bien.

 

—Harry—llamo de nuevo su madre, con sus cálidos ojos verdes, ella tenía los brazos extendidos hacia él, con el rostro deseoso de estrecharlo en sus brazos. Lucia tal como una madre que extraña a su hijo debía de lucir y el adolescente no dudo un segundo en ir tras aquellos brazos cálidos que le esperaban desde hacía tanto tiempo—Ven aquí Harry, déjame abrazarte pequeño.

 

Sus pasos se movieron solos y corrió hasta ella, se estampo contra su pecho, Lily era ligeramente más alta, aunque siguiera siendo ella un poco baja de estatura, lo que le auguraba que seguiría creciendo un tanto más, ella suspiro y rio en la oreja de su hijo, James se les unió y luego Sirius con su brazo enterrando la cabeza de Harry en el hombro de Lily, él intento no llorar. Más bien rio, porque se sentía dichoso de tener a esas personas que nunca pudo seguir teniendo, junto a él.

 

—Esto parece un sueño—susurro Harry apretando sus dedos contra la blusa ligera de su madre. Lily pareció tensarse, sus dedos crispándose aun enterrados en la espalda de su hijo. Su voz, luego, sonó aterradoramente grave.

 

—Oh no—rio la voz mezquina, gruesa y sobrenatural,  miles de voces hablando al mismo tiempo, en un eterno susurro arrastrado a través de la vos de su madre. El pasto se convertía en llamas infernales y los ojos de Lily en dos cuencas negras como la muerte. Sirius y James había desaparecido—Esto no es un sueño Harry…es una pesadilla—los dedos finos de Lily temblaron enterrados en su espalda, ensancharon y luego se convirtieron en garras negras de lobo, se enterraron en su cuello, como fierros calientes rojos y crueles.

 

—Suéltame—Jadeo. La quijada de Lily se abrió, pareciendo dislocada y luego se convirtió en un hocico de lobo, grande y con las fauces afiladas—¡Suéltame!—volvió a exigir, espantado. La voz sobrenatural de Lily rio, ella alzo la mirada, rebelando dos ojos negros e infernales, negro puro y eterno que más que cualquier otra cosa lleno a Harry de terror. Nada le habría dado más miedo que aquello, su propia madre, tan negra y cruel.

 

—Cuando mueras—le dijo  la voz de Sirius y James al oído, con saña y rencor. Lily le aparto con un movimiento fuerte que le tumbo al piso, con las llamas rojas tragándoselo. Su madre estaba convulsionándose, con su piel marfil convirtiéndose en gruesos cabellos de hombre lobo—Veras negro, Harry.

 

—¡¡¡Fuera!!!— grito. Cuando el lobo enorme de cabello negro se abalanzo hacia él con la luna cuarto creciente sobre el cielo negro.

.

.

.

Harry se vio despertando de una manera silenciosa, contrario a como termino su sueño. Su respiración era irregular y sentía el rostro arder con rabia. Tuvo tanto miedo en ese momento que una lágrima rodo por su mejilla. Su mayor anhelo, de entre todos aquellos, el mayor siempre fue tener a sus padres. Sonreírles en las mañanas, compartir palabras cariñosas, recibir un abrazo de ambos. Ese era su mayor sueño, el cual se veía destruido desde el inicio que lo soñó, porque sus padres estaban muertos y de la muerte nadie volvía. Tal vez es por eso que esa pesadilla, tan simple y mezquina, le haya dado tanto miedo, porque le dieron lo que no podía tener y luego se lo quitaron. A sus padres, a Sirius,  ellos estaban muertos.

 

Agito la cabeza furiosamente, tenía que olvidar ese sueño y pronto, antes de que se hundiera en ese abismo negro de la depresión. Miro hacia arriba, el dosel de la cama estaba echado, dorado y rojo se veían apenas entre las penumbras de la habitación, Hedwig estaba durmiendo en los postes con tranquilidad y la ventana estaba abierta de par en par. La luz nocturna que apenas iluminaba el resto de las camas vacías hizo suspirar a Harry, estaba solo como lo había estado alrededor de toda la semana.

 

Se incorporo a través de las sabanas mullidas y Hedwig se removió incomoda, le miro con sus grandes ojos amarillos para luego caer de nuevo dormida al comprobar que su dueño estaba bien. Harry bostezo, cada uno de sus músculos se desperezaron placenteramente descubriendo que no  tenia mas sueño con el que volver a recostarse en la cama. Suspiro poniendo la palma de su mano contra una mejilla bufando lentamente, en otro momento se hubiera echado en las colchas y se hubiera restregado contra ellas cual perro faldero, como llevaba haciendo casi toda la semana, para conseguir un poco de sueño con el cual llegar al amanecer. Pero algo le dijo que simplemente dejara eso para después y se pusiera de pie. Lo hizo, sentía la energía correr por sus venas de una manera casi pasmosa, su nariz buscando olores a través de la habitación. Ron había dejado olvidados un paquetito de caramelos de regaliz bajo la almohada, pensó, al oler y notar al insistente  olor dulce de los caramelos de HoneyDukes.

 

 Arrastro el cubrecamas sobre sus hombros que temblaban del frio, afuera aun caía nieve y su piel parecía de hielo, oyó el papel deslizarse mucho antes de que cayera sobre el suelo de madera, sus ojos miraron bajo sus pies y el mapa del merodeador estaba allí, esperando a ser usado. Harry recordaba haberlo utilizado antes de irse a dormir, viendo a los pocos habitantes volver a sus habitaciones a través de las manchas de tinta para poder matar el aburrimiento. Torció el gesto y lo tomo, busco su varita sobre el buro y murmuro entre un bostezo un “Juro que mis intenciones no son buenas”, cuando desplego el pergamino encantado sobre su cama los únicos nombres que le llamaron la atención fueron, “Remus Lupin” y “Draco Malfoy” en el tercer piso  junto a las escaleras.

 

-

 

Harry ondeo la capa de invisibilidad antes de caer en el último escalón y levantar la mirada tras la tela, con el mapa del merodeador junto a su pecho. No le pareció extraño que aunque no hubiera hecho ruido, Remus y Malfoy hubieran volteado hacia su dirección con los rostros concentrados apuntando hacia él, escondido tras la capa y  la oscuridad de los pasillos.

 

—Tranquilos—murmuro Harry, quintándose la capa y echándose el revés en los hombros cuando ambos licántropos empezaron a gruñir—Solo soy yo—bufo. Remus destenso los hombros, con los brazos enredados entre sí sobre su pecho y le envió un gesto tranquilizador con la cabeza al reconocer su olor, sin embargo Draco arrugo la nariz desagradablemente, como cada vez que Harry aparecía, y se giro hacia la ventana con los hombros imposiblemente tensos. Harry no pudo evitar notar el fino pijama que parecía deshacerse frente al crudo invierno, Malfoy no parecía sentir frio aun cuando Harry y Remus estaban repletos de abrigos encima de sus mullidos pijamas de invierno y aun así tiritando del frio—¿Que hacen aquí tan tarde?—pregunto Harry, alejando sus pensamientos sobre el pijama de Malfoy que estaba dando un rápido giro a “Los hombros anchos de Malfoy”

 

—La luna—sonrió Remus, él giro su rostro cálido hacia la ventana empapada de vaho helado, con los mechones de cabello marrón chocolate resbalando por su frente. Apoyo los dedos en el marco añejo y sus ojos señalaron el punto exacto donde la luna menguante creciente se encontraba. Harry observo con curiosidad, Draco se aparto un poco de él con un gruñido insatisfecho y Harry pudo ver plenamente la casi luna llena—Una semana más—murmuro el mayor, con los dedos acariciando lentamente los contornos de la pequeña luna sobre el marco de la ventana—Y será luna llena.

 

Harry se vio envuelto en la verdad de esa declaración tan pronto como un ronroneo satisfecho de escapo de sus labios; la idea, por mas trillado que sonase, le agradaba como nadie llegaría a imaginar. Últimamente en aquella semana los cambios se habían vuelto tan tangibles que casi daban miedo. Por ejemplo, Harry no había podido acercarse nuevamente a flores sin dejar un perpetuo estornudo que resonaba en sus fosas nasales y le irritaba la nariz a penas notara las ridículamente picantes partículas de polen. Draco por otro lado, parecía más receptivo a las personas, fue un sorpresa desagradable descubrir que podía saber si alguien estaba enfadado a través de su olor, algo no muy placentero si se era una criatura mágica con los nervios crispados y, últimamente, con alusivo humor a perros que lo hacía gruñir y bramar improperios a diestra y siniestra por cualquier razón.

 

Todo era demasiado confuso para si quiera poder procesarlo; la información llegaba como oleadas inconexas que les hacían sentir una desalentadora sensación de hundimiento en fango espeso y pegajoso pero que al mismo tiempo les hacia relajarse, adormeciéndolos para que se hundieran más rápido como una trampa mortal. Potter sabía que se estaba hundiendo y que no había vuelta atrás. 

 

Además de todo eso, Harry había notado algo extraño en Malfoy, además claro, de que se estaba convirtiendo en hombre lobo; el chico no parecía dormir bien, siempre se la pasaba de mal humor. Es como si la vida de hombre lobo le estuviese tratando muy mal y eso desconcertaba a Potter, porque hasta aquel momento él simplemente se había visto abrumado por la vorágine de sensaciones que le atacaban, reacciones e instintos más que nada. Unos más  placenteros que otros, como por ejemplo; ese estremecimiento cálido que le recorría al sentarse junto a la chimenea en la vacía sala común de Gryffindor. Acurrucándose en sí mismo y dejándose llevar por el sueño, Harry había descubierto que, tal como Remus había dicho, si se aceptaba al lobo las cosas podrían ir mejor de lo que uno pensara.

 

Draco por otra parte se hallaba en el infierno, cada noche sufría otro dolor más intenso y sentía más latente todos esos instintos primarios. Uno de ellos era sin duda el que sus pensamientos y acciones se dirigieran directamente a cierto adolescente pequeño, intrépido desde sus once años y tan revoltoso como un cachorro de lobo. Claro estaba, eso no pasaba hasta que se hallaba con la guardia baja, cuando miraba a Harry al libre albedrio con sus ojos verdes brillando alegres cuando volaba en escoba o cuando Remus estaba cerca.

 

—Deberíamos irnos de aquí—dijo el rubio, Remus dirigió sus ojos ámbar hacia él, aun embelesado por la luna—El toque de queda sigue en pie aun en navidad—Remus parpadeo y asintió, aferrando su abrigo a sus hombros con los dedos delgados. A veces olvidaba que ya no era un estudiante; se imaginaba con James, Sirius y a pesar de la amargura, con Peter. Recorriendo los pasillos hasta la Casa de los gritos para pasar la luna llena. Ciertamente la propuesta de Dumbledore en el tercer año de Harry le había llegado por sorpresa, el nuevo pedido del director para el nuevo 6 años, cuando ya se había formado un revuelo a voces sobre su condición, le había sorprendido aun más. Había aceptado por Harry, ahora no tenía solo a Harry, también tenía a Malfoy.

 

—Antes de que te vayas, Draco— Remus detuvo con su voz suave al Slytherin cuando este se dispuso a irse—No he sabido de la respuesta de tu madre, supongo que ya habrás tomado una decisión.

 

Harry volteo, repentinamente interesado con la conversación, cuando Draco miro hacia Remus se encontró con dos pares de ojos curiosos que querían saber más. Él frunció el ceño, estando a punto decir que eso no les incumbía, pero los ojos suplicantes de Remus le hicieron rodar lo ojos y gruñir.

 

—Ya me ha respondido—dijo, indignado por la indiscreción de ambos Gryffindor, susurrando de forma silbante—Le diré sobre todo el próximo martes, en Hogsmeade, después de la luna llena—Remus asintió con solemnidad poniendo en aprobación la decisión de su cachorro.

 

—Sera lo mejor decirle, conozco a Narcissa Malfoy y sin la influencia de tu padre ella lograra comprender—Harry miro con sus inquisidores ojos verdes la expresión amargada de Draco cuando se menciono a su padre, Lucius. Sabia de ante mano que Draco había traicionado a su padre, cambiando de bando en el último minuto junto con su madre y para su suerte fue un poco antes de que Voldemort muriera.

 

Draco asintió taciturnamente y siguió escaleras abajo con el ceño fruncido y un gruñido apagado en sus labios. Harry estaba a punto de echarse escaleras arriba de nuevo cuando Remus le paro también y pregunto con voz temblorosa, dudoso  de preguntar:

 

—Harry, tu…¿Tu recuerdas como era el lobo que les mordió?.—los labios de Remus temblaban, sus manos se aferraban mas a sus abrigos, mordiéndose los labios para no castañear los dientes. Harry se paró a medio camino con los ojos fijos en la nada, su pie, a punto de subir el próximo escalón, descendió y bajo la mirada lentamente, rememorando los filosos dientes y los ojos amarillos refulgentes que en su tiempo le llenaron de pavor. Ante su silencio, Remus volvió a tomar palabra—Es que...le pregunte a Draco y el no quiso responderme, supongo que sigue negando que todo esto esté pasando. Yo-yo solo quiero saber quien les mordió, hay algo en sus olores. El tuyo y el de Draco, que se me hace familiar…solo quiero saberlo, Harry.

 

—Era negro—el susurro del adolescente fue abrupto, con las finas uñas aferrándose a la baranda de la pulida madera de las escaleras, rememoraba el toque de los punzantes dientes, los gruñidos y la luna. Sus ojos estaban llenos de un refulgente amarillo total, el cuadro de una pequeña niñita le miro fijamente y retrocedió ante la mirada tétrica, Harry no presto atención y ella murmuro un “Sucio hombre lobo” tras sus labios pintados con acuarela—Sus ojos eran amarillos, era enorme, parecía como si nos fuera a devorar de un solo bocado sin siquiera parpadear. Era monstruoso, horrible—ahogo, con los ojos volviendo  a ser verdes, aun de espaldas a Remus. Tomo una gran bocanada de aire para calmarse, él recordaba cada momento de esa noche, y el simple recuerdo le llenaba de una inquietud tan grande que no podía respirar bien.

 

 

—Ya veo… —fue lo único que fue capaz de decir el mayor.

 

—¿Porque la pregunta?—el moreno se giro, con sus ojos curiosos  sobre su profesor de DCAO y además su guía como lobo. Remus se abrigo más con las capas de tela y bajo la mirada lentamente, intentando escapar de los iris verdes de Harry que intentaban buscar el “porque” oculto tras esa pregunta.

 

—Es solo que… —balbuceo en voz baja, ignorando la insistente mirada de Harry—Sospecho que tal vez nos haya mordido el mismo licántropo—declaro, las miradas se cruzaron solo por un minuto, reafirmando obviedades y Remus se marcho lo más rápido que pudo, con sus pasos resonando en los oscuros y vacios pasillos.

 

Harry trago, si no mal recordaba. Remus había hablado de Fenrir Greyback hacia algunos días.  No había hablado de su transformación ni la manera en que había sido mordido, solo de Fenrir y la brutalidad de sus actos ¿Sería posible que el destino les hubiera asignado el mismo verdugo? Estuvo ensimismado allí en las escaleras hasta que escucho un aullido provenir más allá del bosque prohibido, fuerte y violento como una llamada de guerra. Harry salto en su sitio y corrió escaleras arriba, repentinamente alterado.

 

-

 

—Búsquenlos

 

Tenía que respirar lentamente, no tenían que llamar la atención, tenía que mantener la calma.

 

—Mátenlos

 

“Solo no tenemos que movernos” Pensó, una y otra vez.

 

—Encuéntrenlos.

 

Los susurros agravaron por un momento los nervios de Nepeta, ella trago grueso y acurruco en sus brazos al pequeño niño dormido mientras escuchaba el lento crepitar de las llamas que se comían su aldea y los cadáveres de la gente muerta, los varones que fueron a defenderlos y fallaron en su heroica misión.

 

—Nos van a encontrar—susurraba una de las menores,  que se agazapaba temerosa en los brazos de su madre.

 

—Si no te callas lo harán—le reprendió otra vos, la carpa estaba medio caída y oculta por un hechizo de invisibilidad hecho a última hora.  Así que tenían que mantenerse agachados e incómodamente apretados. Nepeta estaba a punto de mandarlos a callar con un gruñido, pero las pisadas le advirtieron de la proximidad del enemigo, así que solo callo y los demás le imitaron.

 

Los pasos se arrastraban con lentitud, cada vez más cerca, crispando los nervios y haciendo temblar. Pero cesaron de repente cuando estuvieron seguras de que estaba a punto de encontrarlos, Nepeta se permitió unos minutos de silencio antes de poder relajarse completamente, destensando los músculos y suspirando con alivio.

 

—¿Se han ido? — la pregunta fue repentinamente cortada cuando la carpa fue jalada de su lugar, un hombre robusto de dientes afilados sonrió abiertamente con su dentadura amarillenta al verlos allí, indefensos, la tela que se presumía había sido la carpa en sus manos y las llamas enceguecedoras alzándose tras él como si del infierno estuviera brotando entre los cadáveres de sus familiares, ni siquiera las estrellas se veían en esa noche oscura, solo la luna.

 

—¡Huyan!—grito la vos de Dalia, la mujer pelirroja era alta y con sus ojos grises amenazo al desconocido con desmedida confianza. Las despavoridas pisadas carretearon cuando vieron a mas desconocidos aparecer entre la espesura de la noche, eran todos hombres-lobos.

 

Dalia era una mujer de carácter fuerte y regio, Nepeta lo sabía, es por eso que no dudo en correr junto a las demás mientras su líder distraía a los invasores. Pero cuando vio a Dalia ser levantada tan fácilmente del cuello, como si fuera una figurilla de cristal que se rompería en cualquier momento, la joven no estuvo muy segura de si seguir. Se planto en el suelo disparejo del bosque, a punto de dejar atrás al descubierto valle y entrar en la espesura de los arboles.

 

—¡¡Madre!!—grito, el alarido fue rápidamente respondido por docenas de lobos feroces trotando hacia ella y su gente, pero Nepeta no pensó en el peligro, ni en el de ella, ni el de su hijo. Si no en el de su madre, alzada al aire a punto de perder el oxigeno de los pulmones, con aquel hombre-lobo y su sucias manos  llenas de sangre y muerte en su cuello.

 

—¡¡NEPETA!!—Chillo una voz joven. El estaba siendo jalado por su madre por el delgado brazo, sus ojos azul verdoso urgiendo con desespero—¡Corre!—le grito—¡Piensa en tu hijo!

 

Nepeta parpadeo cuando los ojos de su madre, grises y apagados le miraron con el cuello crujiendo por el esfuerzo de girarse y las uñas afiladas enterradas en las manos asesinas del hombre-lobo. “Vete” pudo leer de los labios reseco y pálidos, entones toda duda del si ir por su madre o huir se despejo y reanudo la corrida hacia el corazón del bosque. Todo aquello en solo unos segundos.

 

Los lobos penetraron el terreno segundos antes que ellos. Los galopes incesantes alcanzando los pies que apenas podían correr por el espanto, se estaban esparciendo y corriendo en todas direcciones, así serian más difíciles de acorralar. Nepeta no era muy dada a aterrorizarse, tanto su madre como su padre tenían un carácter innato para el liderazgo y ella lo había heredado. Pero más que temer por su vida lo hacía por su hijo. Por el pequeño niñito que dormía en su brazos, anestesiado por la fiebre.

 

Sin darse cuenta, piso en falso cuando intento saltar un pequeño riachuelo, había una desigualdad en el terreno que bajaba abruptamente tras un árbol, se vio sorprendida al caer sobre su espalda en la tierra húmeda, negra como el cielo nocturno y con los brazos firmemente apretados alrededor de la manta que sostenía a su hijo. Los galopes se oyeron más fuertes, como marchas fúnebres desiguales y mortíferas que le resonaban en los oídos. Nepeta solo se quedo allí, esperando quieta como una roca, dos lágrimas bajaron de sus ojos, apretándolos con dolor. Solo oyó el aullido, los gritos, el fuego y luego…nada.

 

-

 

Narcissa leyó la carta de Pansy Parkinson una vez más.

 

“…Le juro, señora Malfoy, que cualquier cosa que le haya pasado a Draco no es ni tan grave como lo esperamos y aunque tengo mis sospechas, Blaise y yo confiamos en la sensatez de su primogénito, él no ocultaría algo tan grave como para preocuparse. Debe confiar en él, señora. Nadie más que usted le conoce como para dar voto a su confianza.”

 

La mujer dejo de leer en ese momento, atareada por los miles de pensamientos que atestaban su cabeza. Parkinson tenía razón, Draco no sería tan insensato como para ocultar algo tan grave como una mordedura de lobo. Porque estaba claro que ella había sospechado, la noticia de Hogwarts atacado por licántropos y sus barreras destruidas habían resonado por cada diario que existía en el comercio mágico. Y como ella no era idiota y más aun era una madre que se preocupaba por su hijo, sabía que las piezas encajaban perfectamente para sospechar aunque sea un poco, y esas sospechas no se irían hasta que  el mismo Draco le dijera que estaba pasando y ni una carta de Severus ni nadie más le harían desistir de ver a su hijo ese martes.

 

Suspiro con hastió, el té antes tibio se hallaba frio sobre la mesita de té frente a sus jardines privados. Jugo delicadamente con la cuchara para la azúcar y apretó los finos labios. Habían pasado muchas cosas en el último año en su familia, Bellatrix habia sido internada a San mungo para ser tratada. Su hermana había dado signos de locura desde niña pero la guerra había reafirmado sus facultades mentales dañadas, así que mas que ir a Azkabán la enviaron a un lugar donde no pudiera hacerse daño ni así misma. Su esposo por otro lado había permanecido fiel a su Lord y gracias a ellos había sido enviado a la prisión de alta seguridad más grande del mundo. Narcissa no podría decir que lo extrañaba en sobremanera, la guerra había apagado el amor  y por consiguiente el cariño. Ella se había empecinado en mantener el prestigio de su familia y en sacar a flote todos sus negocios a pesar de lo desfavorable que había sido el ambiente social en los últimos años y aunque no tuviera mucho conocimiento, logro rehacer la fortuna Malfoy y conservar, una parte, de la Black

.

Era una mujer templada, segura y sobre todo inteligente.

 

 Sabía que su hijo estaba ocultando algo, y esperaba que no fuera algo grave.

 

-

 

Draco bajo el periódico solo un poco al escuchar otro bufido arrastrado de Harry. Sus ojos grises interceptaron enseguida la graciosa escena de Harry Potter con la varita apuntando a su copa de agua y la molesta expresión en su rostro de niño enfurruñado. Ignoro el gimoteo desesperante cuando el hechizo de Potter nuevamente fallo, para leer de nuevo el diario que hablaban aun de las investigaciones sobre el ataque a Hogwarts. Harry volvió a gimotear, desplomándose sobre la mesa y mirando hacia Draco, su cabello rubio apenas visible por sobre el periódico. Volvió a gimotear.

 

—Oh, está bien—Draco gruño—¿Qué  te pasa?—le encaro con sequedad, bajando el diario y acomodándolo junto a él. Los ojos grises estaban enojados y Harry se volvió a sentar correctamente con una alegre expresión en el rostro.

 

—Mi agua—dijo, apuntando con su varita, la copa —La he querido convertir en chocolate caliente pero sigue siendo agua ¡Es solo un hechizo de primer año y no logro hacerlo!—los labios de Harry se arrugaron, en descontento y volvió a dirigirle esa mirada de cachorro que antes le había hecho prestarle atención. Remus rio junto en la mesa de profesores, observando con  verdadera diversión. Severus a su lado, lo miro con el ceño fruncido y bufo, volviendo a su almuerzo.

 

—¿Chocolate en el almuerzo?—pregunto Draco, con una ceja alzada. Harry asintió solemnemente. El rubio bufo—No me extraña que tengas ese tamaño, te alimentas peor que un elfo domestico. Es mas—dijo, sus ojos recorrieron las facciones de Harry, los grandes ojos verdes y la estatura— Si, solo falta la piel gris y las orejas puntiagudas— Harry abrió la boca para protestar, pero Draco chasqueo los dedos con aburrimiento y el agua en la copa fue teñida de marrón antes de adquirir una apariencia espesa y convertirse completamente en chocolate caliente—Allí tienes.

 

A pesar de todo Harry simplemente bufo y tomo la copa, le dio un gran sorbo al chocolate y fue en busca del bacón. Después de un pequeño silencio, donde la nieve que caía del techo encantado, al fin pudo dispersarse un poco; Draco volvió a hablar, sorprendiendo a Harry por buscar platica:

 

—A mí también me está pasando—dijo, con tono arrastrado y la mirada fija en sus manos que cortaban la carne, evitando mirar a Harry.

 

El moreno alzo una ceja, sin entender.

 

—¿Qué cosa?—Draco alzo la mirada, acusándolo de incompetente con los fríos ojos grises, Harry se encogió de hombros a punto de decir “No soy adivino” antes de que Malfoy soltara un gruñido y dijera en vos baja, inclinándose hacia él para que solo pudiera escucharlo ellos dos.

 

—El descontrol de la magia—apunto, Harry también se inclino hacia él para oír mejor— no he podido hacer algunos hechizos fáciles y  a veces falla un simple “accio”. Es como si mi magia se estuviera burlando de mí.

 

Harry rio, con los ojos destellando diversión.

 

—No oíste a Remus, ¿Cierto?—le dijo, los dedos se apoyaron en su barbilla para descansar el rostro en un gesto encantador— Dijo que nuestra magia estaría como loca, nos lo dijo el día en que despertamos— Draco le miro fijamente, asesinándolo con la mirada.

 

—Perdona—dijo con tono amargo—Estaba más concentrado en desear que a ese lobo del demonio le callera un rayo en la cabeza, en donde sea que se encontrara.

 

Harry ahogo una risita contra la palma de su mano. No sabía que hablar con Malfoy resultara tan entretenido, no había notado que Malfoy era tan fácil de enojar ¿O era que simplemente ahora lo era? No lo sabía, solo rio y Draco rodo los ojos llamándolo “infantil”

 

—¿Que tanto se secretean estos dos?—pregunto Severus para sí mismo.

 

—El amor adolescente es algo muy bonito, lástima que sea en esta situación—Suspiro Dumbledore. Remus se ahogo con una aceituna y Severus casi lanza su jugo de calabazas en el rostro del profesor de Runas.

 

Severus enseguida se puso verde, pidió permiso para retirase y se marcho sin más, Remus por su parte tuvo unas desconcertantes ganas de reír y llorar al mismo tiempo.

 

-

 

Remus suspiro, con el frio colándose por sus pulmones. Estaban en uno de los jardines internos de Hogwarts, a plena noche, ya que los jardines externos aun seguían siendo peligrosos. Se giro con la pesada túnica a los hombros, Draco y Harry estaban allí, uno junto al otro, mirando a la casi luna llena que en tres días sería completamente plateada y redonda. Ambos estaban nerviosos.

 

—Muy bien—el licántropo aferro la capa a sus manos y luego la retiro, tiritando cuando el frio le golpeo el pecho—Les enseñare a controlar un poco el lobo, no les puedo enseñar a transformarse porque aun no han tenido una luna llena. Pero si puedo enseñarlos a controlar los instintos, por hoy. ¿Está bien?

 

Harry asintió, pero Draco solo apretó los puños e inhalo con fuerza, los ojos plateados fijos aun en la luna.

 

—De acuerdo—dijo el rubio, su mirada se aparto de la luna y miro hacia Remus, este le sonrió y prosiguió con su clase improvisada.

 

A la hora, ambos estaban sentados en la fría nieve,  intentando escuchar los más mínimos ruidos de su alrededor, con Remus supervisando sus expresiones tranquilas, con los ojos cerrados y sus respiraciones acompasadas, sentados con las piernas cruzadas y las manos en las rodillas.

 

—Muy bien—susurro Remus, caminado a su alrededor—Ahora respiren lentamente y concéntrense, piensen en el bosque, sientan que corren.

 

Ambos lo hacían bien, ambos tenia la misma imagen, la de ellos corriendo por el bosque, con las patas fuertes de un lobo y los ruidos de los animales nocturnos. Ambos lo estaban haciendo bien. Hasta que Harry recordó el negro del pelaje de ese lobo, la manera de sus dientes, sus gruñidos intentando morderlo, las garras, la sangre, el miedo, la desesperación.

 

Remus paro su caminata tranquila, Harry respiraba desigual, con los hombros temblado y la cara llena de miedo aun con los parpados cerrados, gruesas lagrimas intentando salir, un gemido escapo de sus labios.

 

—Harry, cachorro—los pasos de Remus se escucharon apresurados, mas Harry no abrió los ojos, aun veía al lobo, sus ojos amarillos que lo miraban fijamente, los dientes blancos y filosos, la muerte en sus ojos infernales—Harry ¡Abre los ojos!

—No—murmuro, estaba corriendo, pero el lobo le seguía, le iba a alcanzar. La vos de Remus le llegaba lejana, que no se atrevía a tocarlo por temor a su reacción. Harry aun recordaba su sueño, su madre-lobo, las llamas, el miedo—No—gimió.

 

—Harry, es solo una alucinación.

 

—¡NO!—el grito desgarrado hizo que abriera los ojos, antes verdes, ahora amarillos como la más profunda llama ámbar. Los brazos de Harry buscaron enseguida algo a lo cual aferrarse y al impulsarse hacia adelante lo primero que encontró fueron los brazos firmes de Draco que le aferraban a su pecho.

 

Remus vio como los dedos de Harry se aferraron a la túnica de Draco, Harry gemía con los ojos abiertos de par en par, pasmado en su sitio y con los brazos inquietos intentando aferrar más a Draco a su cuerpo. El rubio solo le había abrazado, con la nariz enterrada en los mechones rebeldes color azabache. Remus llevo su mano hacia su corazón que se sentía inquieto y sobre cargado. Dio un paso hacia sus cachorros, pero el profundo gruñido le paro en un instante. Draco estaba mirándolo, con sus ojos amarillos fijos en el, advirtiéndole que no se acercara un paso más si no quería ser lastimado, con su brazos sobreprotegiendo a Harry y su calor calmado al sumiso.

 

—Bueno—murmuro Remus, tenía la quijada apretada y aunque quisiera no habría podido desobedecer el mando de un dominante aunque quisiera, porque aunque él fuera el alfa de la manada seguía siendo en naturaleza sexual un sumiso. Remus simplemente suspiro, intentando calmar la preocupación hacia Harry para no desobedecer a Draco—Creo que ha sido suficiente por hoy, volvamos al castillo.

 

El mayor se adelanto, tomando su capa en el camino y entrando al castillo. Draco se tomo su tiempo para tomar a Harry en brazos y calmarlo. Horas después se daría cuenta de lo estúpidamente protector que fue, y que se había dejado llevar, nuevamente, por los instintos.

Notas finales:

Nota, notita, nota*cantando*:

He recibido mi justa medida de sentimientos fuertes esta semana asi que estoy feliz y a la vez triste.  Feliz por algo que no sé y triste porque tengo una gripe asesina que anda tras la integridad de mi pobre nariz xD

¡Bueeeeno! ¿Os a gustado? Lo hice con amor y muchos estornudos, un pañuelo y varias pastillas antigripales xD  Creo que he soltado algo de información sobre Remus y se preguntaran ¿Quién es Nepeta y que hace en este fic? Pues muy pronto lo sabrán queridos

¡Besos a todos y un abrazo quita pulmones a mi querida Beta, Pawina!

Mi Blog: http://mymadness-myproblem.blogspot.com/


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