Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor y odio por saotaky

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Muchas gracias a los lectores y a quienes se toman el tiempo de dejar reviews. Me encanta saber que piensan, sus sugerencias y demás :)

Ojala les guste este nuevo capítulo. Y...SE VIENE EL LEMON!!

Tres hombres lobos divisaban a lo lejos el imponente castillo de los Inu-youkais, perfectamente iluminado por la gigantesca luna llena.

Okazu: Ya vamos a llegar –avisó-. Espero un buen comportamiento por parte de ambos.

Ambos hermanos asintieron, el menor algo nervioso y el mayor completamente negado a la situación. Okazu suspiró resignado, viéndose venir la ruptura de la alianza allí mismo.

Mientras tanto dentro del castillo, más específicamente en la gran sala donde se daría lugar al banquete, todo estaba listo para la llegada de los invitados. El salón estaba impecablemente decorado según las indicaciones de lady Irasue, estaba perfectamente iluminado y toda la exquisita comida ya estaba encima de la gran mesa, la cual estaba acompañada por seis sillas: dos a la izquierda, dos a la derecha y una en cada extremo. Y también había a disposición en la sala, un escuadrón de cuatro guardias que custodiarían el evento.

Irasue estaba esperando a los hombres lobos en la entrada, mientras los hermanos aguardaban en el salón. A Inuyasha se le hacía agua la boca de tan solo ver la comida y su estomago no tardó en rugir como un monstruo.

Sesshomaru: Que elegante –haciendo referencia a los ruidos de Inuyasha.

Inuyasha: No me fastidies. ¿O tú no tienes hambre?

Sesshomaru: Sí pero me puedo controlar. Animal.

Inuyasha esperó a que su hermano le sacara la vista de encima, y con disimulo tomó una cereza del adorno frutal del centro de la mesa para cobrar su venganza.

Inuyasha: Oye, nii-chan –el aludido se dio vuelta y recibió un golpe de cereza en medio de sus ojos, seguido por una sonora carcajada de su hermano.

Sesshomaru: ¡Quien te crees para burlarte de mí!

El mayor quiso atacar a Inuyasha, pero éste corrió al otro lado de la mesa buscando escapar de las garras de su hermano, mientras le era imposible no reírse de su enfado.  Terminaron corriendo alrededor de la mesa como niños, y tras ver que sus intentos por alcanzarlo no daban frutos, Sesshomaru decidió jugar el mismo juego que su hermano y tomando una cereza le atinó a su frente.

Así comenzó una guerra a ambos lados de la mesa, donde los proyectiles eran cada vez más grandes y consistentes hasta el punto de tirarse presas de pollo. Estaban demasiado concentrados en su guerra, pero el mayor no lo suficiente como para no notar cuando nuevas presencias entraron a la sala. Giró su vista y ahí lo vio. Inevitablemente se quedó en blanco, estático, con su mirada clavada en aquel hombre lobo que no tardó en reconocer y al cual tenía largos años de no ver. ¿Qué hacía ahí? ¿Acaso no había muerto? Estas y muchas preguntas más pasaron por su cabeza en tan solo los pocos segundos que duró el contacto visual entre ambos.

Hasta que finalmente fue nuevamente traído a tierra nada más y nada menos que por su hermano, que todavía no había notado que desde hacía ya unos segundos no estaban solos.

Inuyasha: ¡No te distraigas! –lanzó un melón que explotó en la cabeza de Sesshomaru.

Irasue: Cof cof –rasponeó su garganta llamando la atención.

Inuyasha vio hacia la puerta de entrada donde se encontraban Irasue, dos hombres lobo que no conocía, uno anciano y otro con cara extremadamente seria, y a Koga. Todos mirando la escena con cierto asombro. El joven no tardó en sentir el calor de la vergüenza subir por su cuerpo. Vaya…que mala primera impresión para comenzar la noche.

Inuyasha: Em…buenas noches –sonrió nervioso.

Sesshomaru: Sí, espero que sea buena porque será tu última noche –amenazó quitándose los restos de fruta.

Sirviente: Em, señora, que le parece si ordeno a las cocineras traer la segunda tanda de comida para reemplazar este…desastre –sugirió.

Irasue: Te lo agradecería mucho –masajeando su sien-. Ustedes dos vayan a cambiarse y vuelvan en seguida.

Inuyasha salió casi corriendo del lugar, mientras que Sesshomaru se retiró a paso lento y despreocupado, pero con su cabeza maquinando al mil por segundo.

Irasue: Lamento…Lamento el pequeño inconveniente –dijo apenada-. Ellos…acostumbran a discutir recurrentemente.

Okazu: No se preocupe mi señora –sonrió simpático-. ¿Quién no ha tenido una guerra de comida con su hermano? Estos dos tampoco son unos santos –refiriéndose a sus sobrinos.

Ya en confianza y sin aires de tensión en el ambiente, los presentes se presentaron entre ellos y luego se sentaron a la mesa. Okazu en un extremo, y a cada lado de la mesa sus sobrinos enfrentados. Mientras que Irasue se sentó en el otro extremo, con las dos sillas enfrentadas vacías a espera de los hermanos peliplata.

Se entabló una agradable conversación donde participaban Okazu e Irasue, y con respetuosas acotaciones de Koga que buscaba ganarse a la madrastra de su amor, pero sin participación alguna de Kenta. Pasados los minutos, el menor de la familia anfitriona reapareció vistiendo otro traje formal en tonos negros y blancos, que dejó sin aire a Koga.

Inuyasha: Buenas noches. Em, perdón por lo de hace rato… -tímido, tomando asiento junto a Koga.

Okazu: No te disculpes, después de todo ganaste la guerra –dijo haciendo reír al menor.

Irasue: ¿Y tu hermano, cariño?

Inuyasha: Ni se había cambiado cuando yo venía volviendo. Estaba sentado en su cama mirando al piso. Le pregunté que le pasaba pero no me respondió.

Koga: Quizás se enojó porque le ganaste.

Inuyasha: No creo que sea conveniente para ti que acotes esas cosas –rió.

Irasue: Disculpen que pregunte pero… ¿Ustedes ya se conocen?

Koga: Bueno… –no estaba seguro de que contestar, claramente la mujer no sabía nada de ellos. Su tío también se dio cuenta de ello en seguida. Y Kenta aun no sospechaba que el gran amor de su hermano era ese muchacho.

Inuyasha: Sí. Nos conocemos bastante.

Sesshomaru: Demasiado diría yo –dijo apareciendo-. Disculpen la demora –tomó asiento.

Koga se tensó de los nervios inmediatamente. Inuyasha notó esto y dirigió a él una disimulada pero tierna mirada que lo tranquilizó…un poquito. Por otro lado, el ambiente se había vuelto a tensar en el momento en que Sesshomaru tomó asiento junto a Kenta. Sin embargo nadie, excepto Okazu, notaba que la tensión era generada por ellos dos.

Conforme la velada y la rica comida iban pasando, cada uno hacía de las suyas en la mesa. Okazu e Irasue charlaban animadamente sobre lo conformes que estaban con la alianza y discutían temas acerca de cómo fortalecerse mutuamente. Kenta no levantaba la vista de su plato y solo acotaba cuando era estrictamente necesario, al igual que Sesshomaru. Mientras que Inuyasha y Koga hablaban por lo bajo entre ellos, se dirigían tiernas miradas y sonrisas.  Esto llamó la atención de Irasue, que comenzó a notar demasiada simpatía entre ambos. Le hizo una disimulada seña a Okazu recibiendo un guiño y una sonrisa por parte de éste, en señal de afirmación.

Irasue: Parece que ustedes dos se llevan bastante bien –acotó sonriente en tono sugestivo.

Koga: La verdad…

Sesshomaru: Cuidado con lo que dices –lo interrumpió.

Inuyasha: ¡Nii-chan! Recuerda que me prometiste hoy.

Sesshomaru: Solo dije que tuviera cuidado. Hablar demás a veces hace que uno se ahogue en sus propias palabras. Ahogarse es una de las muertes más crueles, el aire no llega a los pulmones, tu cuerpo no responde y tu corazón se paraliza. Toda una tragedia. ¿No lo crees Koga?

Koga: Me imagino que sí –pálido.

Okazu: Me parece muy bien que se cuiden entre familia –rió-. Te felicito muchacho –dijo a Sesshomaru.

Koga: Gracias tío –acotó irónico y todos rieron.

Terminada la cena, Irasue quiso mostrarles el castillo a los invitados, por lo que los seis comenzaron a hacer un tour por el gran edificio. El jefe y la lady iban adelante, seguidos por los mayores de los hermanos que mantenían la postura fría, y los menores iban atrás hablando en lo suyo.

Inuyasha no podía dejar de ver a Koga. Cuando le hablaba no lo escuchaba, ya que no hacía más que admirar su rostro. ¿Siempre fue tan lindo? ¿Cómo no lo notó antes? El joven lobo notaba la distracción de su amado y preguntó…

Koga: ¿Me estas escuchando?

Inuyasha: No.

Koga: ¿Cómo qué no?

Inuyasha: Hablas mucho.

Koga: Oye, eso no es…

Fue rápidamente interrumpido ante el veloz movimiento de Inuyasha, que en un segundo abrió la puerta de la primera habitación que tenía a mano y lo arrastró adentro con él.

Koga: Wow, ¿y esto a que se debe?

Inuyasha: Ya me cansé de verte hablar y hablar. Mejor usa tu lengua para algo más productivo –dijo mirándolo con insinuación.

Koga estaba realmente sorprendido pero extremadamente feliz. No esperaba que su cachorro tomara la iniciativa y menos a escondidas de sus familias. Pero era una oportunidad imposible de desaprovechar. Demasiado duro había sido tenerlo cerca tanto tiempo sin siquiera tocarlo.

Koga: ¿Y en que me sugieres que la use? –se acercó acorralándolo contra la puerta.

Inuyasha: No lo sé. Ingéniatelas.

Koga: ¿Algo como esto? –se acercó a su cuello rozándolo lenta y suavemente con su lengua unas varias veces.

Inuyasha: Mmm… Sí…

Los jadeos de Inuyasha eran música para los oídos de Koga. Se sentía glorioso ser el responsable de ese placer que sentía el peliplata. Sin abandonar el delicioso cuello de su amado, aventuró sus manos por debajo de la parte superior del kimono para tener contacto con su espalda, dibujando suavemente figuras abstractas con sus garras. Los jadeos de Inuyasha aumentaban y su espalda se arqueaba, sensible ante el contacto.

Koga: ¿Te gusta? –dijo sensual.

Inuyasha: Me encanta.

Koga: Mimoso –esbozó su seductora sonrisa, subiendo a su rostro para verlo de frente.

Inuyasha: Es tu culpa.

Koga: ¿Ah, sí? Entonces tendré que hacerme cargo.

Con desesperante lentitud se fue acercando a los labios de su amado, que rogaban por el contacto. Finalmente los capturó, encerrándolos en un suave movimiento, comenzando el baile en el que no tardaron en integrarse sus lenguas. Sus cuerpos desesperados por más cercanía, se abrazaban fuertemente, mientras las caricias no tardaron en llegar a escena.

Koga se separó de los labios de Inuyasha permaneciendo a escasa distancia para mirarlo de cerca, sosteniendo su rostro con ambas manos. Sus ojos azules no se despegaban de aquellos orbes dorados que le robaban mil suspiros. Llevó sus labios a su frente, besándola. Bajó a sus mejillas para también besarlas. Inuyasha cerró sus ojos dejándose llevar por las sensaciones, lo cual Koga aprovechó para besar con suavidad sus parpados cerrados. Besó la punta de su respingada nariz. Bajó hasta su mentón haciendo lo mismo. Y por último depositó otro suave beso en sus labios entre abiertos. Durante esos segundos, solo se podía escuchar la respiración entrecortada de Inuyasha y los labios de Koga chocar contra su piel. El peliplata abrió los ojos nuevamente, para toparse con la mirada de amor más profunda que vio en toda su vida. Sentía que los ojos de Koga gritaban mil cosas que se sentía incapaz de decir, que hablaban por sí solos. Sentía tranquilidad y alegría en el alma viendo esos ojos azules que tanto transmitían. Se sentía tan amado, tan deseado, tan valorado. Nunca se había sentido así antes.

Inuyasha: Así que…esto es que te amen de verdad –dijo casi para sí, al mismo tiempo en que sus ojos se cristalizaban.

Koga: Tus ojitos… ¿Qué sucede cachorro? ¿Te hice daño? –se apresuró a preguntar al ver brotar unas pequeñas lágrimas.

Inuyasha: Tonto, ¿cómo me vas a hacer daño con besos? –rió restregando sus ojos-. Es que… me gusta cómo me haces sentir…Me hace…feliz –reconoció con un tierno rubor.

Koga: Cachorrito lindo –limpió los restos de lágrimas con la caricia de su mano-. Nada en el mundo deseo más que hacerte feliz el resto de tu vida.

Más besos y abrazos invadieron la habitación. Ya no les importaba nada, solo ese momento. Ese Koga tan romántico y encantador. Y ese Inuyasha, sensible y adorable. Descubrieron una persona que no conocían en el otro, una persona a la que podían amar.

Luego de largos minutos repletos de más besos y mimos, salieron de la habitación en busca de sus familias, a quienes encontraron en el jardín principal contemplando los rosales.

Sesshomaru: ¿Dónde diablos estaban?

Inuyasha: Le hice un recorrido personalizado por las partes más interesantes del castillo. El recorrido de ustedes iba muy lento.

Kenta: Koga, ven un segundo –dijo alejándose un poco del grupo siendo seguido por su hermano.

Koga: ¿Que sucede hermano?

Kenta: ¿Porque hueles tanto al príncipe Inuyasha? ¿Y porque el príncipe Inuyasha huele tanto a ti?

Koga: Oh, verás… No he tenido oportunidad de decírtelo aún pero, el chico del que estoy enamorado es Inuyasha.

Kenta: ¿¡QUÉ!? –gritó llamando la atención de todos.

Koga: ¡No grites! ¿Qué te sucede?

Kenta: ¡Es que…! –resopló-. ¡Diablos no me esperaba esto!

Okazu: Oigan, no se que se traen pero los gritos y lo que sea de lo que estén hablando se lo guardan para cuando estemos en casa –dijo llegando hasta donde ellos.

Irasue: ¿Sucede algo Okazu-san?

Okazu: No, no. Como le dije antes, estos dos tampoco son ningunos santos. Cosas de hermanos.

Koga: Cosas de él querrás decir.

Kenta: ¿Qué dices? –amenazante.

Koga: Que si estás de mal humor no te la agarres conmigo –elevando la voz.

Okazu: Conozco a dos niños que si no cierran las bocotas mañana van tener grandes problemas para sentarse. ¿Saben de quienes hablo? –sacudiendo sus cabezas.

Irasue: Son todos iguales –rió.

Sirviente: Mi señora, las cocineras sirvieron pastel para el postre. Ya está en la mesa.

Irasue: Muchas gracias. ¿Gustan de pastel?

Koga: Claro –dijo hambriento.

Okazu: No cambias más.

Sirviente: Príncipe Inuyasha –dijo acercándose a éste-. Tiene mal acomodado el cuello del kimono.

Inuyasha: Oh, cierto –“Maldito Koga y sus besos, esto es por tu culpa”.

Sirviente: Permítame ayudarlo –llevó sus manos al cuello del kimono acomodándolo con cuidado, sin privarse de mirar lujuriosamente de cerca al chico-. Listo –sacudió sus hombros.

Inuyasha: Gracias –sonriente.

Sesshomaru: Oye, oye. Con avisarle bastaba. No vuelvas a tocarlo –dijo al sirviente.

Koga: ¡Eso, no vuelvas a tocarlo! –mostrando aún más enojo que Sesshomaru-. Em, digo… Lo que él dice –señaló al mayor quien lo miraba con recelo.

El sirviente no pudo evitar una pequeña risa debido a la extraña situación, pero que supo disimular si no quería perder la cabeza. Hizo una reverencia y se fue del lugar.

Okazu: Sobrinito, siempre te buscas los problemas tu solo –palmeando su espalda.

Sesshomaru: Y tienes facilidad para encontrarlos –amenazante.

Inuyasha: Sesshomaru ya cállate. No sabes cumplir promesas –tomó la mano de Koga y lo arrastró con él-. Vamos, quiero probar ese pastel.

Irasue: Que tiernos son –dijo viéndolos alejarse.

Okazu: La verdad que sí. Koga tenía razón, es un muchacho encantador.

Kenta: Parece que todos sabían de esto excepto yo.

Los presentes partieron también rumbo al interior del castillo a degustar el postre. Mientras tanto, Koga e Inuyasha ya estaba sentados a la mesa.

Inuyasha: Deberías dejar de buscar circunstancias que te hacen tener más problemas con nii-chan.

Koga: ¡No es mi culpa!  Me puse celoso de ver cómo te miraba ese sirviente. Solo yo puedo tocarte.

Inuyasha: Eres un idiota –rió-. Relájate…No hay otra persona que quiera que me toque además de ti –dijo ruborizado.

Koga: Mejor. Porque no soportaría compartirte. Eres solo mío –dijo pasando un brazo por su hombro para abrazarlo.

Sesshomaru: Te cortaré los brazos en tanto no lo sueltes de inmediato –apareciendo.

Irasue: ¡Sesshomaru ya basta! Deja al pobre joven Koga en paz.

Okazu: Sé que no tiene la pinta, pero es un buen chico –rió.

Sesshomaru: Pues hasta que me demuestres que lo que dice tu tío es cierto no tendrás mi consentimiento.

Inuyasha: Yo ni te la pedí.

Sesshomaru: Soy tu hermano mayor, aunque no la quieras la necesitas igual. Y si preguntas por qué, porque lo digo yo.

Irasue: Agradece que tu hermano no sea así joven Koga –rió buscando relajar el ambiente.

Kenta: A decir verdad yo también prefiero no opinar del tema.

Koga: No se preocupe señora, nunca se pone de mal humor pero cuando lo hace se vuelve la persona más insoportable del mundo.

Inuyasha: Oh, como Sesshomaru. Podrían llevarse bien –rieron ambos.

Sin darse cuenta, ambos muchachos hicieron llegar la situación a su límite de incomodidad y tensión. Kenta se sumergió en una cara abominable y no volvió a hablar. Sesshomaru se mantuvo inmutable, con su mirada fría, sin acotar nada también. Era evidente la tensión, pero nadie excepto el anciano lobo entendía el por qué.

Koga: Creo…que dijimos algo malo –susurro al ojidorado.

Inuyasha: Eso parece.

Acabado el postre, en un clima para nada ameno, los tres hombres lobos agradecieron y acordaron un próximo encuentro para no perder el contacto, cosa que no agrado a Kenta ni a Sesshomaru. No dijeron nada, pero sus rostros hablaron por si solos. Inuyasha y Koga se despidieron cordialmente, como todos, pero no se privaron de miradas y sonrisas tiernas. Los tres hombres montaron a sus bestias monteses y se fueron en la oscuridad de la noche.

Sin dar tiempo a preguntarle nada, Sesshomaru se fue a su habitación y se encerró allí. Irasue e Inuyasha se miraron preocupados pero lo conocían y sabían que hasta que él no quisiera hablar, preguntarle sería solo pérdida de tiempo, sin mencionar que solo lo irritaría más. Sin más que poder hacer, se dieron la buenas noches y cada uno fue rumbo a su habitación a descansar luego de la larga cena que habían tenido.

Era la primera noche que Inuyasha dormía en el castillo, y la verdad se le hacía muy cómodo dormir en una cama de tal tamaño y tan mullida. Despojándose de lo sucedido en la velada, se relajó pensando que no podría dormir de mejor manera que en ese sitio…Bueno, sí podía. “Si Koga estuviera aquí…” pensó, sonriendo tontamente al mismo tiempo en que se ruborizaba por su propio comentario. Y recordando aquellos ojos azules, se entregó a Morfeo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).