Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor y odio por saotaky

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!! :) ¿Como andan? ¡Espero que bien! Yo muy pasada de vueltas pero como prometí haciendome tiempo para escribir.

Quiero anticipar dos cosas: 1- HAY LEMON (¡iupi!). 2- Posiblemente (seguramente mejor dicho) debe haber MUCHOS errores ortográficos. Casi siempre los cometó y no me gusta, queda desprolijo, pero a veces no puedo evitar accidentalmente pasarlos por alto. Y este capitulo en particular me quedó muy largo, y me dio mucha flojera releer para revisar si esta todo bien escrito, así que sepan entender y disculparme jajaja.

Ojala les guste! Y gracias por los rvw's. Me encanta leer sus comentarios u opiniones :)

Besos!

Luego de aquella hermosa noche que pasaron juntos, Inuyasha y Koga despertaron aun abrazados y sin ganas de separarse; pero para sus desgracias cada uno tenían compromisos pendientes, sin mencionar que sus respectivas familias deberían estar preocupadas ya que no habían vuelto en la noche.

Luego de una larga sesión de besos y caricias partieron cada uno hacia su correspondiente condominio. Al llegar al castillo Inuyasha tuvo que lidiar con los melosos abrazos de su querida madrastra quien se había preocupado por demás al verlo ausente.

Inuyasha: Ira-san estoy bien –sonrió-. Solo… pasé la noche con Koga.

Irasue: Bueno, si es eso entonces me quedo tranquila. ¡Pero entiéndeme cariño, al ver que no regresaste me asusté! Temía que te pasara algo estando solo en el bosque.

Inuyasha: De ser así tampoco tienes que preocuparte. La mayor parte de mi vida he estado solo, y he sobrevivido.

Irasue: Lo sé –acarició su rostro-. A veces olvido que eres más capaz de cuidarte solo mejor que cualquier otro. Pero de cualquier manera, no me pidas que no me preocupe al igual que nos preocupamos todos aquí. Porque ahora ya no estás más solo –le sonrió dulcemente.

Esas simples pero hermosas palabras hicieron enternecer a Inuyasha que después de tanto tiempo volvía a tener una familia. No pudo hacer más que abrazar a su madrastra con todo el cariño que tenía. Las cosas estaban saliendo muy bien para él últimamente y estaba feliz por eso.

Inuyasha: A propósito Ira-san, ¿dónde está Sesshomaru?

Irasue: Tienes suerte. Salió hace un rato, dijo que debía arreglar un asunto importante. Pero prepárate para cuando venga, pues te pedirá un par de explicaciones –advirtió divertida.

Mientras tanto, a las afueras de la guarida de los lobos del norte, el mayor de los sobrinos del gran jefe caminaba respirando aire fresco y, como siempre, leyendo un libro. Caminaba a paso sereno, dejando que la tenue brisa meciera su hermoso cabello azabache, un tanto más corto y ondulado que el de su hermano. Sus sentidos de demonio le advirtieron de una presencia que se acercaba, más no levantó la vista del libro que llevaba en manos, sino hasta que éste se hizo presente.

Sesshomaru: Tenemos que hablar.

Kenta: No creo que haya algo de qué hablar –dijo sin detener su caminata ni dejar de leer, casi como ignorando al peliplata, quien odiaba que le hicieran eso.

Sesshomaru: Tú sabes perfectamente que sí.

Kenta: Insisto, no lo hay.

Sesshomaru gruñó. Nadie osaba faltarle el respeto de esa manera, pasando por alto su omnipotente presencia como si se tratase de un cualquiera. Pero quizás, era justamente el hecho de que Kenta fuese tan rebelde con él lo que siempre le provocó tal interés.

Sin decir nada más comenzó a caminar a su lado, sabiendo que en algún momento el lobo se exasperaría y le prestaría la atención que estaba buscando.

Y como era de esperarse, luego de unos minutos Kenta no soportó más la molesta presencia de Sesshomaru. Cerró su libro con fuerza parándose en seco y haciendo que el inu-youkai frenara su caminata también.

Kenta: ¿Qué diablos quieres?

Sesshomaru: Creo que es obvio que me debes una explicación.

Kenta: ¿Explicación? ¿Sobre qué?

Sesshomaru: Sobre por qué estás vivo.

Kenta: ¡¿Y por qué se supone que debería estar muerto?!

Sesshomaru: Naraku atacó tu clan. Todos murieron. Yo… creí que tu también.

Kenta: Pues como ves estoy vivo –dijo algo irritado-. Cuando eso pasó yo ya llevaba tiempo en el norte con mi tío instruyéndome para convertirme en el sabio de mi tribu, y cuando todo sucedió me instalé definitivamente aquí.

Sesshomaru: Pudiste haber aparecido ¿no? Todo este tiempo te creí muerto, imbécil.

Kenta: ¿Y si lo estaba a ti qué? Deja de hacerme perder el tiempo –dijo dispuesto a irse, pero Sesshomaru lo tomó bruscamente por los hombros deteniéndolo.

Sesshomaru: ¡Sabes bien que sí me importa! Yo… no tenía intención de luchar contra Naraku… Inclusive en una ocasión hasta me alié con él para atacar a Inuyasha… Pero cuando me enteré lo que hizo con tu familia y creí que estabas muerto… Solo podía pensar en degollarlo a toda costa.

Kenta se quedó paralizado ante aquellas palabras. Realmente no las esperaba. Por primera vez en mucho tiempo no supo que decir, inevitablemente dándole paso a Sesshomaru a que siguiera hablando.

Sesshomaru: Yo sé que tienes muchos motivos para odiarme, y no te culpo. Pero quiero que sepas que si pudiera hacer algo para cambiar lo que sucedió, lo haría. Porque yo no te odio… jamás te odié… En verdad yo… yo te…

Kenta: Cállate –lo interrumpió, sin saber de dónde sacó fuerzas para hablar-. No… no quiero seguir escuchándote…

Sesshomaru: De acuerdo. No hablaré más entonces.

Kenta interpretó eso como un fin del encuentro, pero lejos de serlo, Sesshomaru abrazó fuertemente el cuerpo del moreno apegándolo contra el suyo. Y antes de que pudiese decir algo, el peliplata lo besó con toda su pasión contenida.

El hombre lobo intentó soltarse, pero Sesshomaru lo sostenía con firmeza entre sus brazos, como si se le fuera a acabar la vida si lo soltaba. En un intento por protestar Kenta se condenó a sí mismo, pues accidentalmente abrió la boca dándole paso a la experta lengua de Sesshomaru. Ahí ya no pudo más con su cordura. Se dejó llevar por las hermosas sensaciones que le brindaban aquellos suaves y delicados labios que tanto extrañaba, por mucho que intentara negarlo.

Tan sumergido estaba en el beso, que no se dio cuenta cuando Sesshomaru comenzó a elevarse en el aire, hasta el momento en que vio que se lo estaba llevando de ahí.

Kenta: ¡E-espera! ¿Qué haces?

Sesshomaru: Lo siento, pero ya no aguanto.

Kenta: ¿¡Qué no aguantas!? ¿¡De qué hablas!? ¡¡Sesshomaru!! –gritaba mientras se alejaban cada vez más a quien sabe dónde.

Sesshomaru: Hacia mucho no te escuchaba decir mi nombre. Había olvidado lo lindo que suena saliendo de tu boca –le sonrió.

Kenta: ¡¡C-cállate!! –replicó levemente ruborizado.

Sesshomaru rió internamente. Por más que se hiciera el duro, Kenta no había cambiado en nada.

Lo llevó hasta un claro muy lejos de donde estaban, y al bajarlo no le dio tiempo de decir nada pues se lanzó sobre él besándolo con desesperación y a la vez infinita ternura. Nuevamente el moreno puso resistencia, que conforme avanzaba el beso fue cediendo hasta que terminó por aferrarse a Sesshomaru y dejarse llevar por los mismos sentimientos que él también tenía.

Había mucho de que hablar, muchas cosas que aclarar, pero eso vendría después. Lo importante ahora era saciar el hambre de deseo que abundaba en sus cuerpos. Llenar el vacío que tantos años ahondó en sus corazones, a causa de la ausencia de esa persona que tanto amaban. Entre besos y caricias las ropas no tardaron en desaparecer, y volvieron a ser uno, como siempre debieron serlo.

---------------------------------------------------------------------

La noche caía en la guarida de los hombres lobos, y se olía la preocupación en el aire. Todos los guardias y sirvientes estaban movilizados, mientras el gran jefe trataba de mantener la compostura bebiendo una taza de té y su sobrino menor, para variar, engullendo algo.

Koga: Relájate un poco tío. Seguro está bien y en cualquier momento vuelve.

Okazu: Sé que tu hermano no es un idiota y puede cuidarse solo, pero él no acostumbra a estar fuera a estas horas. Además dijo que solo iría a tomar aire y eso fue hace mucho –resopló-. ¡Anoche tú y ahora él, me van a terminar matando!

Koga: ¡Cálmate! Se habrá distraído leyendo y se le pasó la hora, nada más –dijo tratando de tranquilizar a su tío-. Ya verás que enseguida está aquí de nuevo.

Aunque lo había dicho solo por decir buscando calmar a Okazu, casi como si lo hubiera escuchado, a los pocos minutos Kenta entró como si nada al despacho de su tío.

Okazu: ¡¡Kenta!! –se paró volcando media taza de té-. ¿Estás bien? ¿Dónde estabas? ¡Estábamos muy preocupados por ti!

Kenta: Sí, me di cuenta al llegar aquí y ver tanta movilización por mi ausencia. No era necesario tío, no soy un niñito…

Koga: ¡Es lo que yo le dije!

Okazu: ¡Es mi derecho y deber preocuparme, así sean unos niños o adultos, y punto final!

Kenta: Está bien, está bien –sonrió-. Lo siento por haberte preocupado. No tuve noción del tiempo, no era mi intención estar hasta tan tarde fuera.

Okazu: ¡A la próxima vez avísame que tardarás un poco más!

Kenta: Lo haré.

Ya más calmado por saber que su sobrino estaba de vuelta y a salvo, Okazu se dispuso a darse un relajante baño, dejando a ambos hermanos solos en el despacho.

Koga: El tío estará viejo y su olfato estará fallando, pero el mío no –dijo de brazos cruzados.

Kenta: ¿Eh?

Koga: No me vengas con “¿eh?”. Sabes de qué hablo –lo miró serio-. ¿Por qué hueles a Sesshomaru?

Kenta: Me lo encontré en el bosque y estuvimos hablando un poco.

Koga: Tienes demasiado impregnado su aroma como para solo haber estado hablando –guardó unos segundos de silencio y luego manifestó un gesto de sorpresa-. ¡No… no me digas qué…!

Kenta: ¿Q-qué cosa? –preguntó nervioso ante el silencio y gesto de su hermano. Si descubría lo que había pasado en realidad no sabría qué hacer.

Koga: ¿¡Estuviste peleando con él!?

Kenta: ¿Eh? Ah…Em, bueno… Sí, fue eso –mintió.

Koga: ¡Pero no estás herido!

Kenta: Es que… sus ataques eran buenos pero  no certeros. No consiguió darme con ninguno.

Koga: Wow… eso es impresionante… –dijo sorprendido-. Aun así, ¿Por qué pelearon?

Kenta: Ah pues… ya sabes… por cosas.

Koga: ¿Qué cosas?

Kenta: ¡Cosas Koga, solo cosas! Nada en particular. Deja de preguntar.

Koga: ¡Tengo derecho a preguntar! No le caigo muy bien a Sesshomaru que digamos y no ayudará a mi relación que además de todo mi hermano se lleve mal con él.

Kenta: ¡Déjate de decir idioteces! Probablemente no vuelva a verlo y tu tampoco, por lo menos en mucho tiempo, así que cállate.

Okazu: Muchachos, tengo noticias –dijo apareciendo envuelto en una toalla y dejando rastros de agua-. Mañana tendremos el honor de recibir a Lady Irasue, su hijo y su hijastro para almorzar –finalizó sonriendo y saliendo de ahí.

Kenta y Koga quedaron callados, en blanco, mirándose uno al otro. Hasta que finalmente uno habló.

Koga: Es oficial. Mañana terminará mi relación con el amor de mi vida gracias a su hermano y al mío –dijo con un aura de depresión a su alrededor.

Kenta: ¡Ya te dije que te dejes de fantasear! Tu relación no se va a arruinar. Y si pasa, será porque el pobrecito de Inuyasha se cansará de lo melodramático y exagerado que eres –dijo saliendo del lugar.

Koga: ¿Melo qué? ¡Oye, vuelve aquí estamos hablando!

La divertida discusión de los hermanos lobo continuó el resto de la noche, provocando risa en los habitantes de la gran guarida quienes los notaban animados y enérgicos.

--------------------------------------------------------

Por otro lado en el castillo de Inu-youkais se vivió una situación parecida. Inuyasha también se precipitó a pensar en una pelea al ver a su hermano llegar de noche y con el olor al hermano de su novio impregnado. Pero a diferencia de Kenta, Sesshomaru no dio falsas explicaciones, mucho menos las verdaderas, sino que volteó el flujo de la conversación y cuestionó a su hermano sobre que había estado haciendo la noche anterior y con quien. Por supuesto que esto desencadeno en otra discusión por los celos de Sesshomaru y su deseo de que nadie pusiera un dedo encima a su hermanito. Astutamente Inuyasha decidió no contarle que había hecho el amor con Koga, y menos cuando Irasue les informó que al día siguiente irían a almorzar donde los hombres lobo, con el motivo de mantener el vinculo entre las familias cabeceras de las tribus aliadas.

----------------------------------------------------------

Los rayos del sol entraban por la ventana de la habitación de Inuyasha, quien estaba plácidamente durmiendo y sumergido en un agradable sueño que tenía de protagonista a su amado Koga. Pero la paz fue abruptamente irrumpida por su hermano y su delicada manera de despertarlo…

Sesshomaru: ¡Arriba Inuyasha! ¡No seas holgazán!

Inuyasha: ¿Qué te pasa? ¡Es muy temprano! –cubriéndose con las sábanas.

Sesshomaru: Tener que ir a almorzar al norte nos quitará tiempo de entrenamiento, así que hoy arrancaremos más temprano. ¡Levántate!

Inuyasha: Pero si ya aprendí casi todo, déjame tranquilo… –replicó más dormido que despierto.

Sesshomaru no aceptó un no por respuesta y sacó a su hermanito de la cama a la fuerza, cosa que no le fue para nada fácil. Luego de una hora de forcejeos, quejas, desayuno y preparaciones finalmente estaban comenzando el entrenamiento.

Sesshomaru: Vamos, ya hemos perdido una hora.

Inuyasha: Tampoco es como si no tuviésemos otros días para entrenar. Esto es innecesario.

Sesshomaru: Yo mando aquí, y si digo que entrenamos pues entrenamos. Un hermano menor debe obedecer al mayor a toda costa.

Inuyasha: Bien, lo que digas –bostezó-. ¿Qué haremos hoy?

Sesshomaru: Pelear.

Inuyasha: ¿Eh?

Sesshomaru: Vamos a tener una pelea, y así evaluaré cuanto has mejorado. Puedes usar todos tus antiguos ataques, tu espada y también lo nuevo que hayas aprendido.

Inuyasha: ¿Sin limitaciones? ¿Y si te lastimo?

Sesshomaru: Como si fueses a lograr lastimarme hermanito –sonrió provocador.

Inuyasha: ¿Me subestimas? –rió-. Bien, a pelear.

Comenzaron una batalla en la cual emplearon todas sus habilidades, pero sin verdaderas intenciones de herirse. Sesshomaru puso a Inuyasha en situaciones que lo obligaban a tener que pensar estratégicamente en ataque utilizar y de esa manera comprobar satisfactoriamente que su hermano en verdad había aprendido. Sin embargo había una última cosa que aun debía ver…

Sesshomaru: Muy bien Inuyasha, aprendes rápido.

Inuyasha: Tengo un buen maestro –sonrió.

Sesshomaru: Solo hay una cosa que quiera comprobar. Perdóname por esto… –dijo con seriedad.

Antes de que Inuyasha pudiese preguntarle de que hablaba, un fuerte golpe de Sesshomaru en el brazo lo hizo soltar su espada, para luego verse siendo ferozmente atacado por la de su hermano. Rápidamente intento esquivarla, pero los ataques eran constantes y parecían tener intenciones de dar con su cuerpo certeramente. Casi que tuvo un deja vu y se vio en una pelea con su hermano en el pasado.

Inuyasha: ¡Espera! ¡¿Qué te pasa?! –esquivando, ya bastante cansado.

Pero Sesshomaru no contestó, simplemente siguió atacando hasta que logró darle con su puño, haciéndolo caer duramente contra el suelo, acorralado por su espada.

Y ahí lo sintió. El olor de Inuyasha comenzaba a cambiar, el aura que lo rodeaba era diferente. Lo vio abrir sus ojos…y ahí estaban. Rojos como la sangre. Su rostro ahora se decoraba con líneas violáceas casi como las suyas. Sus colmillos y garras aumentaron su tamaño y vigor. Y principalmente, su noción racional parecía estar perdida.

Sesshomaru: Esta es tu prueba final. Si logras escucharme, trata de volver en ti y controlar a tu demonio.

Inuyasha no respondió. Se incorporó velozmente y sin siquiera esperar un segundo atacó con sus garras. Esto sin dudas sería difícil, pero era necesario. Una vez que Inuyasha pudiera controlar a su demonio su entrenamiento estaría completo.

Sesshomaru: Te he enseñado muchas cosas cuyas bases son canalizar la energía. Es lo mismo ahora. ¡Concéntrate y contrólate! –decía mientras esquivaba los numerosos y mortíferos ataques de su hermano.

Por un instante Inuyasha se detuvo, parecía que lo estaba escuchando, sin embargo su instinto asesino podía más y volvió a atacarlo sorpresivamente, desgarrando su hombro derecho.

Sesshomaru: Vamos Inuyasha, sé que eres capaz de hacerlo. ¡Demuestra que no eres un inútil! –gritó sujetando su herida sangrante.

Inuyasha volvió a detenerse, esta vez pareciendo afrontar una lucha interna. La poca racionalidad de Inuyasha trataba de hacer frente ante la sed de sangre que nublaba sus sentidos, hasta que esa poca racionalidad se centró en captar la herida que él mismo había causado en su hermano, y por la culpa que sintió pudo volver en sí.

Inuyasha: Se… Sesshomaru –dijo con dificultad.

Sesshomaru: Al fin –suspiró aliviado-. ¿Me puedes oír?

Inuyasha: S-Sí… –dijo el hanyou que ya era casi completamente consciente de su alrededor, pero aun así se mantenía en la forma de demonio.

Sesshomaru: ¿Crees que puedas volver a tu forma original? Solo tienes que concentrarte.

Inuyasha hizo un esfuerzo por concentrar su energía y gratamente pudo volver a su forma de siempre, sintiendo que un sofocante peso le era quitado de encima. Ya con sus sentidos completamente lúcidos otra vez, dirigió la vista a su hermano contemplando una vez más esa herida.

Inuyasha: Sesshomaru, yo…

Sesshomaru: Descuida. No es tu culpa –acarició sus cabellos-. Yo te provoqué para que te convirtieras en demonio. Me las busqué solo –sonrió levemente.

Inuyasha: ¿Por qué lo hiciste?

Sesshomaru: Es lo último que te faltaba hacer. Ahora podrás convertirte en un demonio cuando quieras, sin perder tu voluntad. Y volver a la normalidad cuando desees.

Inuyasha: ¿¡De verdad!? –preguntó incrédulo.

Sesshomaru: Sí. Al principio quizás te cueste un poco mantener tus sentidos despiertos, pero una vez que practiques un poco y te acostumbres, podrás hacerlo sin temer a dañar a alguien involuntariamente ni nada –sonrió-. Felicidades, has completado el entrenamiento. Estoy orgulloso de ti.

¿Orgulloso? ¿Su hermano estaba orgulloso de él? Era indescriptible la satisfacción personal que sentía en ese momento Inuyasha. Aquel que tantas veces lo denigró por ser inferior, hoy le felicitaba por haber alcanzado su nivel y el de su padre, y demostrándole lo enorgullecido que estaba por ello.

Los dos, felices y complacidos, continuaron hablando un rato más acerca sobre la transformación de Inuyasha. Aparentemente también podría convertirse en un perro monstruoso, pero eso se daría con la práctica. No había nada más que Sesshomaru pudiese enseñarle, ya lo había instruido en todo. Y más que satisfechos por eso, se fueron rumbo al castillo, ya que se acercaba la hora de partir.

----------------------------------------------------------

Irasue los estaba esperando. Ya estaba todo listo para que emprendieran su viaje, ni tan largo ni tan corto, hacia el condominio norte de los hombres lobos. La gran lady se mostraba entusiasmada, había estrechado buen vínculo con el viejo jefe y sus sobrinos le habían simpatizado, estaba dispuesta a pasar un buen rato. Inuyasha estaba algo nervioso por las reacciones de su hermano, más luego de la “pelea” que él creía que había tenido Sesshomaru con Kenta. Y por su parte, el mayor estaba ansioso aunque lo disimulaba. Tenía muchas ganas de ver a Kenta. Casi que estaba impaciente. Lo cual ocasionó otra discusión…

Ya estaban a punto de salir, cuando Inuyasha pidió que esperaran un poco para poder descansar. Sesshomaru montó en cólera, pasando por alto el hecho de que él era el único culpable de que su hermano estuviese exhausto…

Sesshomaru: ¡Oh por favor! ¡Vamos, muévete, no puedes estar tan cansado!

Inuyasha: ¡Pues lo estoy! Tuve que gastar mucha energía para controlar mi transformación, y si a eso le sumas el hecho de lo temprano que me levantaste pues imagínate.

Irasue: Cariño si estas muy cansado puedes quedarte.

Inuyasha: ¡No, no, no! ¡Sesshomaru podría arruinarlo todo! –dijo sin percatarse de sus palabras.

Sesshomaru: ¿Qué yo qué?

Inuyasha: Em…nada, nada. Mejor vámonos ahora.

Elevaron en vuelo majestuoso los tres miembros de la familia real de Inu-youkais, y así emprendieron el viaje. Inuyasha iba más lento que los dos mayores y hasta sentía que se le cerraban los ojos, por lo que a veces hasta comenzaba a recaer sin darse cuenta y Sesshomaru lo avispaba a gritos para que se despertara.

Sesshomaru: Es la quinta vez que casi caes –dijo retrocediendo para llegar a donde estaba-. ¿Te quieres estampar contra el piso o qué?

Inuyasha: ¡Ya déjame tranquilo, es todo tu culpa!

Sesshomaru: Cómo digas –hizo una pausa-. Por cierto, ¿qué quisiste decir con “Sesshomaru podría arruinarlo todo”? –alzando una ceja.

Inuyasha: Ah… Pues… Es que si tú vuelves a pelear con el hermano de Koga podrías arruinar todo, la alianza y mí…

Sesshomaru: ¿Tu relación? –Inuyasha asintió-. Como siempre piensas demasiadas estupideces. No pasara nada de eso. Él y yo no vamos a pelear.

Inuyasha: ¡Pero si ayer…!

Sesshomaru: Te digo que no, y es no.

Inuyasha: ¡Per…!

Sesshomaru: ¿Puedes callarte ya? –lo interrumpió.

Inuyasha: ¿Callarme? ¡Pero si ni me dejas hablar maldita bestia gigante!

Al instante de haber dicho eso Inuyasha se dio cuenta de que había cavado su propia tumba. Las facciones de Sesshomaru se fueron desfigurando hasta detonar en una clara mueca de enojo. Pudo haberse disculpado, pero sabía que de nada funcionaría, simplemente le quedaba algo por hacer y fue lo que astutamente hizo. Utilizando su reserva de energías, sacó fuerzas de quien sabe dónde y disparó en un veloz vuelo tratando de alejarse de su hermano, quien rápidamente empezó a seguirlo gritándole unas cuantas cosas.

Irasue: ¿Q-Qué hacen…? –los vio alejarse, emprendiendo un veloz vuelo y dejándola atrás-. Parece que están ansiosos de visitar a nuestros amigos –dijo con inocencia para sí misma, y aumento su velocidad.

Inuyasha había descendido y sobrevolaba la tierra a poca distancia, tratando de perder a su hermano entre los arboles del bosque. Un tanto divertido por la situación, y tanto asustado por la idea de que Sesshomaru lo alcanzara.

Inuyasha: Perdón, perdón, perdón. ¡No quería insultarte!

Sesshomaru: ¡Nunca nadie me faltó el respeto así, ni siquiera tu cuando estábamos enemistados!

Inuyasha: ¡¡Es tu culpa!! ¡No me dejabas hablar y yo te estaba diciendo algo que me preocupaba!

Sesshomaru: ¡Pero yo te dije que no tenías que preocuparte!

Inuyasha: ¡¡Como creerte si ayer tuviste una pelea!! –casi se choca un árbol-. ¡Mierda, ya basta perdóname!

Pasados unos minutos Irasue ya había llegado a la gigantesca guarida de lobos, siendo gratamente recibida por Okazu y sus sobrinos.

Okazu: ¡Bienvenida mi lady! Que placer tenerla en nuestra humilde morada.

Irasue: Okazu-san, el placer de venir es todo mío –sonrió-. Pero permítame decirle, que esto no es para nada humilde. ¡Qué imponente y propio de su raza es este lugar!

Okazu: Tan dulce como siempre con sus palabras –rió-. Se lo agradezco mucho.

Irasue: No hay de qué, es la verdad –se dirigió a los menores-. Es un placer volver a verlos muchachos.

Kenta: El placer es todo nuestro, mi lady –dijo con una sonrisa. Irasue se mostró gratamente sorprendida al verlo de mejor humor que en el encuentro anterior.

Koga: Espero que pueda sentirse a gusto aquí –dijo también sonriente.

Irasue: Se los agradezco –sonrió-. Por cierto, Sesshomaru e Inuyasha ya han llegado ¿cierto?

Okazu: No mi lady. Usted es la primera en arribar –dijo extrañado.

Irasue: ¿En verdad? Pero si iban adelante mío. Creí que ya habrían llegado ya que volaban a gran velocidad.

Koga: No les habrá pasado nada ¿verdad? –dijo alarmado al pensar en que Inuyasha peligraba.

Kenta: Quizás deberíamos ir a buscarlos –propuso, pensando lo mismo que su hermano pero en su ligar temiendo por Sesshomaru.

Irasue estaba por unirse al pánico hasta que oyó a lo lejos unas voces gritar. Las reconoció enseguida, eran ellos. Sin embargo, a pesar de ser gritos no se alarmó, pues rápidamente se dio cuenta de que solo debía temer por la reputación de la familia inu-youkai ante tal comportamiento. Y en seguida apareció en el campo visual de todos las dos figuras de los hermanos volando a lo lejos y acercándose a gran velocidad, mientras sus voces atravesaban el cielo despejado.

Inuyasha: ¡¡Ya déjame tranquilo!!

Sesshomaru: ¡Retráctate por faltarme el respeto o te mataré!

Inuyasha: ¡¡Ya te pedí perdón!! ¡No has cambiado en nada, sigues siendo un asesino abusivo chupasangre!

Sesshomaru: ¡¿Qué yo qué?!

Inuyasha: Hola a todos –dijo llegando- en cuanto esté a salvo saludaré como corresponde, ahora si me disculpan… –dijo rápidamente para apresurarse a refugiarse tras su madrastra.

Sesshomaru: Que valiente de tu parte hermanito –irónico-. Por lo menos antes no te ocultabas y neciamente me desafiabas.

Inuyasha: Si tuviese la energía suficiente lo haría, pero gracias a ti casi que ni puedo estar parado.

Sesshomaru: ¡Pues yo te vi muy enérgico para insultarme y luego salir corriendo!

 Inuyasha: ¡Te lo buscaste!

Irasue: Ya cállense los dos.

Okazu: Oh, justo cuando se estaba poniendo bueno –dijo frustrado y todos lo miraron.

Kenta: Eres muy inoportuno tío, luego te quejas de Koga.

Koga: Cierto, luego te quejas de… ¡Oye! –miró fulminante a su hermano.

Okazu: Un par de hermanos peleando a la vez, por favor. Recuerden que lady Irasue y yo solo somos dos –dijo ya guiando a todos a la mesa, donde los esperaba la comida que sería acompañada de una interesante charla.

Irasue: Cierto –concordó-. ¿A ti que te pasa? –preguntó a su hijo.

Sesshomaru: ¿Por qué me preguntas a mí dando por hecho que Inuyasha no es culpable de nada?

Irasue: Podrías encontrar culpable a alguien con esta expresión en su rostro –dijo mostrando la carita de Inuyasha.

Sesshomaru: ¡Madre eres una necia! El parece un angelito ahora, pero no lo es. Si lo hubieras conocido antes lo sabrías, solo actúa porque sabe que así te convence.

Inuyasha: Claro que no.

Sesshomaru: Cualquier persona que te conociera de antes puede decirlo. Tú –señaló a Koga-, lo conoces desde hace tiempo. ¿Cierto que Inuyasha no es para nada un ángel inocente?

 Koga: ¿Un ángel? Por supuesto que n… –en ese instante captó la mirada asesina de Inuyasha y se quedó helado-… p-por supuesto que n…no puedes pensar eso… Inuyasha es más que un ángel, no hay nada más que no sea inocencia y pureza en él –mintió.

Sesshomaru: La verdad –lo miró aun más secamente que Inuyasha.

Koga: Y-Yo… Pues, la verdad… –se encontraba entre ambas miradas. Estaba entre hacer que su novio se enoje con él o hacer que Sesshomaru lo matara por hacerlo quedar como mentiroso-. Em… Ayúdame –dijo a su hermano.

Kenta: ¿Para qué? Si estas manejando muy bien la situación –dijo irónico-. Es bueno saber que el futuro de nuestra tribu pronto estará en manos de alguien tan capacitado para desenvolverse en situaciones límites como tu –palmeó su espalda.

Koga: Vaya sabio consejero con el que voy a contar –dijo por lo bajo-. Pues… Paso.

Sesshomaru: ¿Eh?

Koga: Paso. No sé la respuesta a la pregunta. Así que paso.

Irasue: Buena decisión Koga-kun.

Sesshomaru: En fin –dijo exasperado-. La cuestión aquí es que Inuyasha no es un ángel y algún día, su mascarita de inocencia se caerá y te darás cuenta.

Inuyasha: Ira-san, tu no crees que soy malo ¿verdad? –dijo con sus ojitos brillosos y un tenue rubor en su rostro, adorablemente lindo.

Irasue: ¡Kyaaa! Claro que no, Inu lindo. Eres lo más adorable del mundo –dijo abrazándolo.

Koga: Mierda, sí que es lindo –dijo sin siquiera darse cuenta.

Sesshomaru: Deja de seguir cavando tu propia tumba –suspiró-. Supongo que es la condena de tener hermanos menores.

Okazu: No la de Kenta. En nuestro caso, Koga es lo más lejano a ser adorable. Es casi un completo animal.

Koga: Gracias tío –irónico.

Okazu: Es cierto Koga –rió-. Aquí se podría decir que el adorable es Kenta, aunque a su manera, no tan expresiva como la del príncipe Inuyasha.

Koga: Solo porque usa palabras inteligentes o frases elaboradas acompañadas de una cara de inocencia en el momento adecuado. No es ser adorable, es ser condenadamente inteligente.

Kenta: Cualquiera con dos dedos de frente sabe usar sus cualidades a favor y potenciarlas aun más para obtener mayores beneficios. Es pura estrategia, y sí, es porque soy muy inteligente, gracias.

Koga: Y humilde, olvidó humilde su excelencia.

Sesshomaru: La humildad no es algo que vaya con la gente inteligente. Es un valor ético demasiado bajo para alguien que tiene todo para sobresalir y demostrar que es superior.

Kenta: Exactamente.

Inuyasha: Ay por Dios hablen con palabras normales, no entiendo nada.

Okazu: ¡Ja! –rió ante el comentario-. Príncipe Inuyasha, en verdad es adorable.

Irasue: Lo es, ¿verdad? –dijo como típica madre babosa.

Inuyasha: Bueno… gracias –sonrió con sus mejillas tomando un leve tono carmesí.

Koga: Ya deja de hacer esos gestos, me dan ganas de violarte –le dijo en susurro, puesto que estaban en las mismas posiciones que cuando cenaron en el castillo, por ende uno al lado del otro.

Inuyasha no dijo nada, solo sonrió por lo bajo y se ruborizó un poco más. Entre tanto, cambiaron de tema y se pusieron a hablar sobre cosas de interés general. Un poco de todo, por así decirlo.

La tensión de la vez pasada no se presentaba esta vez. Extrañamente para Inuyasha y Koga, que esperaban una pelea entre sus hermanos, estos estaban dialogando abiertamente y hasta podría decirse que de manera simpática. Como si se llevaran bien, o más que eso, como si se conocieran de toda la vida. Esto también intrigó mucho a Okazu, pero prefirió no decir nada y preguntar a su sobrino después.

Luego del almuerzo, estaban degustando el postre. Y Okazu, aprovechó para preguntar a Inuyasha sobre algo que lo tenía muy intrigado desde hace tiempo…

Okazu: Príncipe Inuyasha, tengo entendido que usted formaba parte de la brigada especial de guerreros que derrotó al demonio Naraku, ¿cierto?

Inuyasha: Bueno… sí. Pero no éramos una brigada especial –sonrió-. Solo éramos un grupo de jóvenes que por diferentes motivos teníamos asuntos con Naraku, por lo que decidimos unirnos y con el tiempo nos hicimos grandes amigos.

Okazu: Oh, ya veo. Pero tenían poderes especiales, ¿verdad?

Inuyasha: Sí. Sango es una exterminadora de monstruos, su arma es un boomerang gigante pero es increíble con cualquier artefacto de pelea, es una excelente guerrera. Luego esta Miroku que es un monje muy habilidoso aunque no parezca, con grandes poderes de exorcismo y además es muy inteligente, sabe de todo. En ese entonces tenía un agujero negro en su mano, fruto de una maldición de Naraku, que también le servía de arma. Y también esta Kagome, una sacerdotisa con increíbles poderes para purificar y que además podía ver fragmentos de la perla. También estaban Shippo, un demonio zorro y Kirara, una gata demonio que nos acompañaban y ayudaban. Y bueno, yo –sonrió-. No éramos expertos ni nada, a decir verdad, la mayoría del tiempo no estábamos seguros de nada de lo que hacíamos. Vivíamos arriesgándonos, simplemente. Pero al final ganamos.

Kenta: Wow –dijo fascinado-.Debes tener miles de increíbles anécdotas. Es decir, sacando el hecho de la terrible batalla con ese maldito, debió ser una gran experiencia conocer gente nueva y viajar por tantos lugares.

Inuyasha: La verdad es que sí. Casi que hasta le agradezco a Naraku eso –rió-. Yo odiaba a los humanos, a pesar de venir de una madre que lo era. Una sola vez había cambiado mi opinión sobre ellos por alguien y al final terminé detestándolos aun más. Pero con ellos fue diferente, aprendí a confiar en ellos, a quererlos tanto como para arriesgar mi vida por cualquiera de ellos, porque sé que ellos lo harían por mí, es más hasta lo han hecho. Hemos vivido muchas cosas juntos y a pesar de que cuando todo comenzó creíamos que al terminar la guerra cada uno iría por su lado, ahora no imagino una vida sin ellos. Sería muy aburrida –dijo divertido.

Sesshomaru: Debo reconocer que tus amiguitos son humanos bastante admirables. Tienen almas muy nobles y son valientes. Es solo por eso que decidí dejar a Rin con ellos.

Irasue: Extraño a la pequeña Rin –dijo con puchero.

Okazu: ¿Quién es la pequeña Rin?

Inuyasha: ¿Creería si le digo que mi hermano, quien tanto odia a los humanos, no puede vivir sin la existencia de una pequeña niña humana?

Kenta: ¿Qué tu qué? –dijo incrédulo, eso no era propio de Sesshomaru.

Sesshomaru: No es tan así –dijo algo avergonzado-. No sé cómo explicarlo. La reviví, se encariñó conmigo y no pude despegármela.

Koga: Y tú te encariñaste con ella también –dijo ganándose una mirada de odio-. ¡Bueno, es así! Quisiste matarme cuando te enteraste que yo fui quien… –se calló de repente.

Okazu: ¿Que tú fuiste qué?

Kenta: Sesshomaru dijo “revivir”, por ende la niña estaba muerta. Koga no se atreve a terminar la frase en tu presencia, por ende es algo que no querrás escuchar. Creo que es obvio deducir que lo que iba a decir es que él fue quien la mató.

Sesshomaru: Sí que eres inteligente –dijo mirándolo intensamente, a lo que Kenta trató de mantener la compostura.

Okazu: ¡Koga, te he dicho que no ataques humanos!

Koga: ¡Fue solo esa vez! Además, no fue específicamente a ella. Pasábamos por una aldea, los lobos tenían hambre y les dije que se alimentaran. Nada más. Luego no volví a hacerlo, te lo juro.

Inuyasha: Es cierto, luego de eso yo lo conocí y doy fe de que no volvió a atacar a ningún humano. Por lo menos a alguno inocente –habló para defender a su novio.

Okazu: Muy bien… Te creo solo porque el príncipe Inuyasha dice que es verdad.

Koga miró a Inuyasha y le dedicó una sonrisa en forma de agradecimiento, no quiso decir ni hacer nada más para no ganarse más odio de su cuñado. Pero Inuyasha no tenía los mismos planes en mente y acortó la poca distancia que había entre ellos para darle un pequeño beso a su novio en frente de todos.

Irasue: ¡Kyaaa!

Okazu: Eso es tomar la iniciativa –dijo levantando su copa en señal de brindis.

Sesshomaru: ¡Inuyasha, no dejes que te manipule!

Koga: No puedo creerlo, ¿inclusive si yo no hago nada soy el culpable?

Sesshomaru: Ya… no importa –dijo calmándose de repente para sorpresa de todos. Pero es que nadie sabía, que bajo la mesa Kenta había tomado la mano de Sesshomaru y éste instantáneamente se fue del mundo real.

Pasada la hora del postre, Okazu llevó a lady Irasue a recorrer el inmenso lugar, principalmente el jardín de orquídeas, las cuales bien sabía que simpatizaban mucho a la mujer. Entre tanto Kenta había ido a la biblioteca dispuesto a buscar el libro que su tío le había pedido esa mañana, para dejarlo en su despacho antes de olvidarse. Lo encontró con la vista y trató de alcanzarlo, pero estaba muy alto. Maldición, siempre fue bastante corto de estatura. Se estaba tratando de estirar lo más que podía y de repente sintió dos fuertes brazos abrazar su cintura y elevarlo en el aire con total ligereza. Sorprendido miró y vio que era Sesshomaru quien lo sostenía tan gentilmente.

Kenta: ¿Q-Qué haces…?

Sesshomaru: Te ayuda a alcanzar el libro, enano.

Kenta: No me digas así –bufó y tomó el libro, luego Sesshomaru lo bajó, rápidamente acorralándolo contra el librero-. Debí haber visto venir que algo así pasaría –dijo a verse apresado.

Sesshomaru: Por supuesto. ¿Siendo tan inteligente, no puedes predecir algo tan obvio?

Kenta: Es que contigo nunca se sabe con qué puedes salir. Eres impredecible.

Sesshomaru: Mejor. De esa manera, podré ser siempre un enigma para ti y no aburrirte.

Kenta: … Aunque no lo fueras…no me aburriría de ti… -dijo agachando su mirada, tenuemente ruborizado.

Sesshomaru: Tu tío tiene razón, eres adorable –tomó su barbilla y lo besó.

Sin ninguna intención de resistirse y recordando los hermosos momentos del día anterior, Kenta dejó el libro sobre una mesa de allí cerca y enredó ambos brazos en el cuello de Sesshomaru. El peliplata lo apresó por la cintura atrayéndolo aun más a él, devorando esos labios que tanto amaba.

--------------------------------------------------------------------

Entre tanto, en otro lugar del condominio lobezno, más específicamente en la habitación de Koga, los más jóvenes estaban batallando por ver quién besaba más intensamente al otro desde hacía ya varios minutos. Habían terminado en la cama del moreno, besándose y acariciándose sin control.

Koga: Inu, paremos –dijo tratando de separarse, pero Inuyasha no estaba dispuesto a soltarlo-. Podría entrar alguien… Si tu hermano ve esto te aseguró que esta vez si me cortará la cabeza.

Inuyasha: Que malo eres –haciendo puchero-. No vendrá nadie –dijo provocándolo.

Koga: Mejor no nos arriesguemos –tratando de mantener la cordura.

Inuyasha: Oh vamos –se incorporó y lo dejó a Koga abajo-. No me harás rogarte, ¿oh si? –besando su cuello.

Koga: I-Inuyasha, espera… En serio debemos… –sentía que podría perder la cabeza en cualquier momento.

Inuyasha: Vamos, Koga… por favor –susurró en su oído, para luego lamerlo-. ¿Qué acaso no quieres repetirlo? –preguntó con falsa inocencia.

Koga: Sabes que no es eso, pero… ¡Espera! ¿¡Qué haces!? –Inuyasha comenzó a despojarlo de su armadura y a besar todo lo que se abría a su paso, descendiendo cada vez más-. ¡Inuyasha, detente, en serio!

Inuyasha: No quiero –dijo sonriente viéndolo a los ojos mientras su mano se aventuraba bajo su taparrabos para tocar su erección-. Dices que no quieres, pero tu cuerpo no piensa lo mismo –rió.

Koga: Eres… eres un… ¡Demonios! –dijo tratando de contener sus jadeos, ya que Inuyasha había comenzando a acariciar sensualmente aquella zona de su anatomía.

Inuyasha: Sabes… eso que me hiciste ayer… con tu boca –dijo sensualmente- se vio interesante. Creo que yo también quiero probar…

Y sin darle tiempo a Koga de reaccionar, Inuyasha le quitó el taparrabos y metió el erecto miembro de Koga a su boca, haciendo que éste expulsara un sonoro grito que hizo eco en la habitación.

Koga: ¡Ahh! ¡Wow!, ¿¡co-como es que… ahh…eres t-tan bueno?!

Inuyasha: Solo hago lo que tu –dijo dando una larga lamida cual paleta-, si lo hago bien es porque tu lo hiciste excelente ayer.

En ningún momento Inuyasha dejaba de ver a Koga a los ojos, lo cual al lobo lo calentaba más y más. No podía controlar los gemidos, en verdad Inuyasha lo hacía muy bien. Estaba tan abrumado por el placer que ya se había olvidado de que podían oírlo, y no le importó nada más que no fuera disfrutar ese enorme placer, que se sentía aun mejor al ser la boca de Inuyasha la cual estaba abrazando su miembro.

Koga: Ahh, e-eres increíble ¿sabes?

Inuyasha: Por supuesto que sí –lamiendo sus testículos.

Koga: Ngh, ahh… Oye Inu…ya voy…

Pero no lo dejó acabar. No lo dejó acabar de hablar ni tampoco a llegar al orgasmo. Al escuchar eso, rápidamente se alejó del miembro de Koga, palpitante y a punto de estallar.

Koga: ¿Por qué…?

Inuyasha: Si quieres acabar –lo interrumpió-, tendrás que moverte un poco –sonrió provocador.

Koga se mordió el labio inferior, a punto de quemarse vivo por el calor que lo invadía. Con veloces movimientos y con ayuda del mismo Inuyasha, lo dejó rápidamente desnudo y lo sentó sobre su vientre. Estaba dirigiendo la mano a su entrada pero el muchacho sobre él lo detuvo…

Inuyasha: No, por favor ya déjate de vueltas… Te quiero adentro, ya…–suplicó jadeante.

Koga: No quiero lastimarte Inu…

Inuyasha: El dolor siempre fue algo morbosamente placentero para mi, estoy muy acostumbrado a él –sonrió y se sentó él mismo sobre el miembro de Koga-. Ahhgr, mmh… -su cara detonaba sufrimiento mientras lograba introducirse por completo aquel palpitante músculo.

Koga: I-Inuyasha… ¿Estás bien? –dijo preocupado, pero sin poder evadir el placer que le generaba la estreches de Inuyasha.

Inuyasha: Sí, solo espera un poco… -pidió mientras algunas lágrimas se escapaban de sus ojos, las cuales Koga limpió con sus suaves manos-. Eres tan cálido…literalmente –sonrió.

Luego de unos segundos Inuyasha comenzó a mover sus caderas sobre el miembro de Koga, logrando auto penetrarse buscando su punto. Koga llevó sus manos a la estrecha cintura de su novio, para ayudarle a dar golpes más fuertes y certeros. No tardó en dar con aquella zona, haciendo que la espalda de Inuyasha se curvara a un grado impensado y expulsara un gemido profundo de placer.

Inuyasha: ¡Ahh, mmh! ¡Koga…ahhh!

Koga: Ahh… tan estrecho, e-eres delicioso…

El lobo, que ya estaba bastante al límite por el sexo oral que recibió minutos antes, no aguantó mucho más y se vino dentro de Inuyasha. El peliplata, al verse inundado de la cálida esencia de su novio, lo siguió inmediatamente después, manchando su vientre.

Koga: ¿Quieres…un segundo…round? –tratando de normalizar su respiración.

Inuyasha: Me encantaría…pero no creo que tenga más fuerzas para otro.

Koga: Descuida –lo volteó dejándolo debajo de su cuerpo, saliendo cuidadosamente de él-. Esta vez me encargo yo.

Koga llevó su hábil lengua hasta la entrada de Inuyasha, donde lamió todo el líquido que sobresalía por ésta. Se deleitó con sus nalgas y la parte interna de sus muslos, haciéndolo temblar y jadear. Introdujo su lengua simulando penetraciones y lamió todo su interior. El peliplata se retorcía y gritaba su nombre sin importarle nada. Ante los estímulos la hombría de Inuyasha volvió a despertar. Koga decidió ir a atender a aquel suplicante miembro, abandonando la entrada y trazando un camino con su lengua desde ésta hasta los testículos, pero al oír la reacción de Inuyasha al ser estimulado en aquella zona tan sensible, decidió repetir el recorrido reiteradas veces.

Inuyasha: ¡¡Mmh, aaah, aah, Koga….Ahh!!

Koga: Eres tan sensible. Podría pasar la vida entera oyéndote gritar desesperadamente.

Inuyasha: K-Koga…maldito –gruñó y Koga llegó finalmente a su miembro, lamiéndolo descaradamente-. Ya…ya basta… No aguanto más…

Koga: Yo creo que puedes esperar un poquito más –dijo con malicia.

Inuyasha: Te…Te lo ruego…Koga, ¡ahh!

El moreno abandonó el miembro de Inuyasha, y sin vueltas volvió a introducir su erecta hombría en la ya palpitante y dilatada entrada del peliplata. Alzó sus piernas poniéndolas sobre sus hombros y comenzó a embestirlo con certeza, logrando que ambos enloquecieran de placer otra vez.

Luego de unos minutos ambos volvieron a entregarse al orgasmo. Completamente exhaustos, Koga se tumbó al lado de Inuyasha abrazándolo, y éste se acomodó en su pecho. Nada les gustaría más que poder dormir, pero tenían que volver con sus familias antes de que pensaran mal. Así que luego de recuperar sus composturas y vestirse entre besos, volvieron al comedor donde estaban todos sentados a la mesa tomando el té. Pero extrañamente había un silencio demasiado profundo en el ambiente, que se convirtió en incomoda tensión cuando los vieron llegar.

Koga: ¿Pasó…algo?

Sesshomaru: ¿Qué si pasó preguntas? –dijo entre dientes con furia destellando en sus ojos. Si no fuese porque le prometió a Kenta minutos antes que no mataría a su hermano, el menor de los lobos ya estaría descuartizado.

Irasue: No…No pasa nada chicos…

Inuyasha: No parece…

Okazu: En serio muchachos, es solo que… Bueno, como decirlo…

Kenta: Solo les aconsejaremos que a la próxima… traten de no gritar tan alto.

Inuyasha y Koga quedaron en blanco. Les costó solo unos pocos segundos entender lo que Kenta había querido decirles, y ahí también comprendieron la ira de Sesshomaru y la tensión en el ambiente.

Koga: Te dije que nos iban a oír.

Inuyasha: Ya qué –se encogió de hombros-. No me arrepiento de nada.

Inmediatamente y demasiado despreocupado al respecto tomó asiento y dio gustoso un sorbo de té, mientras Koga se sentaba a su lado aun procesando los hechos y tratando de comprender como es que Inuyasha estaba tan tranquilo cuando este seguramente debía ser el momento más incomodo de su vida.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).