Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor y odio por saotaky

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aquí en segundo capitulo de compensación jajaja. Pido disculpas nuevamente.

Se viene el lemon, PACIENCIA que lo bueno se hace esperar jajaja.

Sobrevolando el tupido bosque, dos hermanos iban camino a la aldea que habitaba el menor, mientras éste expresaba a su hermano mayor lo fascinado que estaba con el castillo recientemente visitado.

Sesshomaru: Mejor que te haya gustado, ya que en poco tiempo será tu hogar.

Inuyasha: ¡Sí que me ha gustado! Y toda la gente de allí es muy amable también. Nunca me trataron tan bien.

Sesshomaru: Ahora es un príncipe. Ya te acostumbrarás a esos tratos.

El menor sonrió. Estaba realmente muy contento. Temía que al principio no pudiera adaptarse, que la gente en el castillo lo repudiara y lo mirara mal, pero sentirse tan aceptado desde el comienzo lo llenó de optimismo. No estuvo más de unas horas, y se sintió como nunca antes, en familia.

Inuyasha: Em…Sesshomaru. Puedo…preguntarte algo –dijo algo dubitativo.

Sesshomaru: Dime.

Inuyasha: Tu madre parece dar mucha importancia a que tengamos parejas...Y eso me hizo pensar…Es decir, no es que quiera meterme, pero…

Sesshomaru: Sé más claro.

Inuyasha: Nunca supe nada de tu vida amorosa…Y tú de la mía sabes mucho.

Sesshomaru: Eso es porque yo soy muy reservado, en cambio tú para nada. Toda la región sabía sobre tu triangulo amoroso –dijo haciendo enrojecer a Inuyasha.

Inuyasha: En fin, no es ese el tema –poniéndose serio-. Solamente se de esa mujer llamada Sara. Pero no más.

Sesshomaru: Bueno, tampoco hay mucho más que pueda decirte…Nunca he tenido una relación con nadie. No me parece interesante.

Inuyasha: ¿Pero te has enamorado alguna vez? –Sesshomaru guardó silencio unos largos segundos, inquietando al menor-. Si no quieres responderme…

Sesshomaru: Estaba pensado –se apresuró a decir-. No quería darte una respuesta equívoca.

Inuyasha: ¿Tienes que pensar si estuviste enamorado? –preguntó extrañado.

Sesshomaru: Fue hace mucho tiempo y me cuesta recordar cómo me sentía en ese entonces. Pero sí logré recordar porqué no quería traer este recuerdo a mi mente, así que si no te molesta te diré que tal vez alguna vez estuve enamorado y no hablaré más de ello.

Inuyasha no dijo nada. Notaba en su hermano cierta… ¿tristeza? ¿nostalgia? La verdad era que ahora tenía muchas más preguntas que quería hacer, pero sabía que no podía. O por lo menos no en ese momento. Sentía que había ofendido a su hermano y le generaba culpa. Así que se limitó a guardar silencio hasta llegar a la aldea.

Se sorprendió mucho cuando encontró a Koga en una animada charla con sus amigos y la pequeña Rin. Pero más sorprendidos miraron éstos a él, quien volaba majestuosamente.

Miroku: ¡¿Inuyasha tu vuelas?! –sorprendido.

Inuyasha: Sesshomaru me enseñó. Al parecer siempre pude hacerlo, solo que no sabía.

Shippo: Hubiera sido de mucha ayuda que lo supieras antes –recriminó recibiendo una mirada de enfado por parte del hanyou.

Rin: ¿Cómo le ha ido señor Sesshomaru?

Sesshomaru: Mejor de lo que creía. Ven Rin. Hace mucho no damos un paseo.

Rin corrió feliz al lado de su amo quien la cargó en un brazo para irse junto a ella. Pero antes de partir, se volteó hacia su hermano y con su mano libre sacudió sus cabellos en un fraternal gesto.

Sesshomaru: Lamento si te hice sentir que preguntaste algo indebido hace rato. Es solo que no estoy acostumbrado a esos temas. Cuando tenga una respuesta, te la daré.

Inuyasha sonrió ante el gesto de su hermano. Se sorprendió de saber que había leído a través de su rostro, para saber que sintió que había metido la pata.

Sin más, el daiyoukai se elevó con la niña en brazos y desapareciendo en el cielo bajo la mirada de todos los presentes. Finalmente el hibrido se volteó a sus amigos para dirigirse a cierto lobo.

Inuyasha: Ven –dijo caminado en dirección al bosque.

A Koga se le iluminó el rostro como quien entra al paraíso y corrió tras él, causando así una tierna risa en los amigos de Inuyasha, quienes hasta recién habían estado hablando con el joven lobo muy animadamente desde que él apareció allí buscando al hanyou.

El moreno finalmente alcanzó al peliplata entre los arboles de Sakura. Una vista totalmente perfecta para él. Se acercó dejando que su aroma embriagador invadiera sus sentidos.

Inuyasha: ¿Qué hacías aquí?

Koga: Había venido a buscarte, pero tus amigos me dijeron que te fuiste temprano, así que me quedé a esperarte.

Inuyasha: ¿Porqué?

Koga: Porque te extrañaba.

Inuyasha: Tonto. Me viste ayer.

Koga: A segundos de no verte ya comienzo a extrañarte –dijo ruborizando al ojidorado-. Sobre todo teniendo en cuenta lo que pasó –acercándose.

Inuyasha comenzó a retroceder por inercia ante la más creciente cercanía de Koga, pero su paso se detuvo cuando chocó contra el tronco de un árbol. El lobo aprovechó el momento poniendo ambos brazos alrededor de Inuyasha.

Koga: Ni creas que te me vas a escapar –rozando sus narices.

Inuyasha: Eres insistente.

Koga no se contuvo más y unió sus labios con los de su adoración. Tras unos segundos de ser el único participante del beso, Inuyasha comenzó a corresponder, siendo ahora ambos quienes jugaban con las lenguas del otro.

Koga bajó uno de sus brazos a la cadera de Inuyasha rodeándola y estrechándola contra la suya. Por su parte, el ojidorado rodeo el cuello del muchacho ligeramente más alto que él. Koga se sentía en la gloria por ser correspondido. No imagino una satisfacción así jamás.

Lo deseaba. Lo deseaba de forma inimaginable. Quería saborear cada centímetro de aquella exquisita piel. Sentía que el objetivo de su vida era ese. Y dejándose llevar por el deseo, aventuró una de sus manos por las ropas de Inuyasha para tener contacto con aquel abdomen.

Inuyasha: E-espera, ¿qué haces? –nervioso.

Koga: Quiero acariciarte. No te haré daño –sonrió seductor.

Inuyasha: No, pero…

No pudo seguir hablando. Fue acallado por los labios de Koga invadiendo su boca y sus manos que poco a poco abrieron su kosode dejando su abdomen descubierto. Sus rodillas flaquearon haciéndole perder el equilibrio, situación que Koga aprovechó para hacer recaer a ambos en el suelo.

Inuyasha estaba recostado sobre el árbol sin poder moverse…mejor dicho, sin querer moverse. Mientras Koga, levemente inclinado sobre él, deslizaba sus garras suavemente desde arriba hacia abajo. Mientras sus labios trabajaban sobre el cuello de su presa, lamiéndolo y besándolo, deleitándose con ese sabor.

El hanyou se desconocía a sí mismo en esa situación. Sentía que cada centímetro de su cuerpo ardía, sobre todo las partes que eran tocadas de alguna manera por el lobo. Sentía que no podía controlar ciertos movimientos involuntarios, que lo hacían retorcerse levemente cuando Koga rozaba alguna zona sensible. Hacía grandes esfuerzos por respirar con normalidad y por acallar ciertos sonidos que querían salir de su boca. No sabía que le pasaba, pero solo sabía una cosa: se sentía muy bien.

Koga dejó el cuello de su amado y con su lengua comenzó a bajar por aquel blanquecino pecho, dispuesto a seguir probando aquel sabor deliciosamente salado que desprendía el cuerpo ligeramente transpirado y acalorado del chico. Bajó a sus costillas, notando como cada vez se ponía más inquieto conforme iba bajando.

Koga: Que sensible eres –dijo tiernamente.

Inuyasha quería morirse de la vergüenza. Lo hubiese insultado de no ser porque no se sentía con la lucidez necesaria para decir algo coherente. Pero era cierto lo que el ojiazul decía. No entendía como su cuerpo, tan resistente a los ataques de cualquier rival, se volvía tan reactivo con el mínimo roce proporcionado.

Ya cuando llegó a su vientre comenzó a besar y lamer aquel delicado lugar, entreteniéndose con el ombligo de Inuyasha, quien ya sentía que iba a explotarle la cabeza si seguía centrando tanto sus gestos para mantenerse estático.

Inuyasha: ¡Ah! –exclamó, pero rápidamente se llevó las manos a la boca buscando acallarse a sí mismo.

Koga: No te contengas.

Inuyasha: No se qué me pasa. ¿Qué diablos me estás haciendo? –preguntó inocentemente.

Koga: Te estoy demostrando mi amor –dijo acariciando su mejilla carmesí-. No es nada malo, solo te estás excitando.

Inuyasha: Pero yo… –totalmente rojo-. Esto es…nuevo para mí. Me siento raro –apenado.

Koga: Es normal –rió dulce-. Pero si no te gusta, me detendré aquí.

Inuyasha: No –se apresuró a decir-. Digo…no es que no me gustara –esquivaba su mirada-. Quiero que sigas…pero…por ahora, no quiero que…ya sabes.

Koga: Entiendo –sonrió enternecido-. Tu pon los limites. Yo los respetaré y esperaré a que tú quieras.

Inuyasha: Gracias –devolvió una sincera sonrisa. Se sentía tan bien que alguien lo quisiera de esa forma tan pura.

Koga: Ahora… ¿dónde estaba? Ah, ya me acordé.

Volvió a sumergirse en aquella adictiva piel, recorriendo cada rincón que le permitía Inuyasha, acariciando sus piernas y aspirando su embriagador olor. Si por él hubiera sido, se hubiera quedado así toda la eternidad, pero fue Inuyasha quien le puso un alto a la situación. Desganado se resignó a obedecer a su hanyou, pero exigió que fueran al río que estaba por ahí cerca ya que “estaba muy caliente”.

Inuyasha se sentó en la orilla y con sus manos solo mojó su cara, mientras que el lobo se sumergió entero buscando la frescura que no encontraba  en su cuerpo. Cuando el ojidorado lo vio emerger, se quedó pegado a la sensual imagen de Koga empapado, como admirando a un Dios.

Inuyasha: Oye –dijo llamando la atención del moreno-. Eres lindo.

Koga: Eres un descarado. Me pones límites para tocarte y luego me dices cosas como esta. ¿Acaso me odias?

Inuyasha: Sí, sí te odio –rió.

Koga: Pues yo te amo –dijo recostando su cabeza sobre las piernas de Inuyasha.

 Inuyasha: Koga...

Koga: ¿Mh?

Inuyasha: ¿En verdad me amas?

Koga: ¿Porque lo preguntas?

Inuyasha: Es que quizás…no estás tan seguro de ello como crees y…

Koga: Te amo –lo interrumpió-. No te lo diría tan abiertamente si no estuviera seguro. Pero te entiendo. Eres un desconfiado y tienes tus razones, así que me encargaré de demostrarte que no miento y de que algún día, tú me ames también.

Inuyasha no dijo nada, pero en su interior se sintió aliviado por aquellas palabras. Sin buscarlo ni quererlo, comenzaba a disfrutar las atenciones de Koga.

Koga: Cuéntame, ¿cómo te fue con tu hermano? ¿A dónde te llevó?

Inuyasha le contó con entusiasmo como su hermano le enseñó a volar y su experiencia en el castillo, desde la cordialidad de los sirvientes hasta la charla con Irasue. Koga escuchaba atento y complacido de ver tan contento a su cachorro. Jamás lo había visto así.

Koga: Me alegro mucho por ti cachorro. Al fin tienes lo que mereces. Aunque…

Inuyasha: ¿Qué?

Koga: Te vi demasiado cariñosito con Sesshomaru.

Inuyasha: ¿Cariñoso? –recordó cuando el mayor acarició sus cabellos-. Es mi hermano.

Koga: ¿Y? Existe en incesto. Además eres irresistiblemente hermoso.

Inuyasha: No seas idiota. Sesshomaru me ve como su hermano y yo a él también. Además no es cierto, tú eres el único que me ve así y es porque tienes problemas.

Koga: No, es porque en verdad lo eres –rió-. Está bien, si tú dices que es solo eso…

Inuyasha: Lo es. No seas tan tonto. Pareciera que estas celoso de él.

Koga: ¿Y si lo estoy qué? Tú eres mío.

Inuyasha: ¿Y eso quien lo ha decidido? –ruborizado.

Koga: Yo.

Inuyasha: Deja de decir tantas tonterías y mejor cuéntame de lo de tu tío. No sabía nada de eso.

Koga: Oh cierto. Pues verás, mi tío es el jefe de la tribu norte. El es hermano de mi padre, quien junto con mi madre, murieron en el ataque de la maldita de Kagura –recordó con ira-. Desde ese entonces mi tío ha decidido que como no tiene descendencia y la tribu oeste se extinguió, yo sería su sucesor.

Inuyasha: Wow, eso es muy bueno.

Koga: Lo es, yo estoy feliz, salvo por un pequeño detallito…

Inuyasha: ¿Cual?

Koga: Mi tío quiere que asuma su lugar lo más pronto posible, y yo también quiero eso, pero para poder hacerlo el consejo de sabios de la tribu exige que contraiga matrimonio o mínimamente este comprometido para cuando me coronen.

Inuyasha: ¿Y por eso Ayame te persigue?

Koga: Sí, aunque por suerte ahora está en una misión de conquiste en el sur con otros lobos, y estará ausente un tiempo. Ya necesitaba un respiro.

Inuyasha: Me parece ridículo que te exijan eso.

Koga: A mí también, pero es tradición, no hay nada que ni yo ni mi tío podamos hacer. Él me ayuda a calmar a los sabios que pretenden casarme cuanto antes, porque sabe que no quiero casarme obligado, pero solo ha podido hacer que me den tiempo hasta el próximo eclipse, que será en un mes. Si para ese entonces no cumplo el maldito capricho, perderé el trono.

Esas palabras generaron un profundo dolor en el hanyou. Sabía que Koga deseaba ser jefe más que nada en el mundo, y suponía que por más que ahora repudiara la idea de casarse con Ayame terminaría aceptando la boda, aunque sea para poder asumir su trono. Y eso lo entristecía ilógicamente.

Koga: ¿Que sucede cachorro? –dijo sacando de su mundo al aludido.

Inuyasha: ¿Eh? Ah, no, nada. Solo me quedé pensando en lo que dijiste –guardó unos segundos de silencio-. Lo más sensato sería que te cases con Ayame ¿no crees?

Koga se enderezó para quedar sentado frente a Inuyasha, penetrándolo con una seria mirada.

Koga: ¿Tú quieres que me case con ella?

Inuyasha: Yo no quiero que pierdas tu trono por testarudo.

Koga: Responde lo que te he preguntado. ¿Quieres que me case con ella?

Inuyasha: No –agachó la mirada.

Koga: Yo tampoco quiero. Así que deja de decir idioteces.

Inuyasha: Pero…

Koga: La única persona con la que me casaría realmente… –se apresuró a interrumpirlo- …es la persona que tengo en frente. Pero no quiero presionarte y solo por eso no te lo dije. Antes debo enamorarte, así que no te apresures a sacar conclusiones estúpidas y déjame hacer las cosas bien.

Inuyasha: Koga, yo… –balbuceó nervioso.

Koga: Y si todavía no te queda claro que la única persona que amo es a ti, entonces tendré que demostrártelo.

Sin darle tiempo a responder, siquiera a reaccionar, el joven lobo se recargó sobre su amado reposándolo en el suelo, para comenzar a besarlo y acariciarlo sin reparo. El peliplata se dejó hacer, disfrutando de sentirse auténticamente amado, para luego comenzar a participar en el juego de roces y besos junto con el moreno.

Mientras el sol se ocultaba y las primeras estrellas salían, ambos jóvenes se revolcaban en la suave hierba, sumergiéndose en dulces atenciones y tiernas palabras, perdiendo la noción del tiempo.

Sin dejar de abrazarse, ya sumergidos en la inmensidad de la noche, contemplaron las millones de estrellas en el cielo hasta quedar profundamente dormidos, juntos.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).