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Amor y odio por saotaky

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Notas del capitulo:

Aquí un nuevo capítulo, previa de uno bien picantón. Se llevarán una sorpresa! 

Gracias por leer y a quienes dejan los reviews. Me sirven de motivación, además de que me gusta leer sus opiniones y sugerencias :)

El hermoso chico de cabellos platinados comenzó a sentir el calor de los primeros rayos solares en su rostro. Sin abrir sus ojos, se acurrucó más en aquellos brazos que lo abrazaban tan dulcemente. No recordaba haber dormido tan bien nunca antes. No tenía intenciones de que el hermoso momento acabara, pero su instinto lo llevó a hacerlo, para averiguar porque sentía que alguien lo miraba insistentemente.

Con pereza abrió sus ojos dorados y allí lo vio. Su hermano mayor Sesshomaru, contemplando la escena con una mirada tan furiosa que asustaba.

Inuyasha: ¡Sesshomaru! –dijo sobresaltado, soltándose inmediatamente del agarre de Koga quien despertó ante tal movimiento.

Koga: ¿Qué pasa cachorro? –cuestionó sin abrir los ojos, buscando el cuerpo de su amado.

Sesshomaru: ¿Cachorro? –resonó su voz tajante.

Al oír esa voz Koga abrió los ojos inmediatamente para helarse el alma al encontrarse con la mirada asesina de Sesshomaru. Ambos chicos se apresuraron a pararse. Inuyasha balbuceaba nervioso tratando de justificar lo sucedido. Mientras que Koga, si bien estaba intimidado por la mirada de Sesshomaru, no sentía haber hecho nada para enojarlo…o eso creía.

Sesshomaru: Inuyasha, cállate. Tú –dirigiéndose a Koga- di tus últimas palabras –advirtió desenvainando a Tokijin.

Koga: ¿Eh? –desconcertado.

Sesshomaru: Te atreviste a corromper la pureza del menor de mi familia. Ese delito se paga solo con tu cabeza –dijo congelando los sentidos de Koga.

Inuyasha: ¡Espera, espera! ¡No pasó nada!

Koga: Es cierto –con voz temblorosa-. ¡Te juro que no le toqué ni un pelito!

Sesshomaru: ¡Mientes! A kilómetros puedo detectar  tu asqueroso olor impregnado en él –sentenció levantando su espada.

Koga: Ay ya me llegó la hora –dijo para sí mismo cerrando sus ojos.

Inuyasha: ¡Sesshomaru, basta! No me hizo nada que yo no haya querido. ¡Ya deja de comportante como un idiota!

Sesshomaru sintió la mirada de su hermano menor juzgándolo con gran enojo. “Quizás me sobrepasé” pensó. Con disgusto guardó su espada, pero no cambió la expresión de su rostro ni su semblante furioso. Haya o no haya pasado “eso”, ese lobo durmió abrazado a su hermanito menor. Desde que le salvó la vida a Rin, consideró que no había razón para acabarlo, pero ahora deseaba más que nunca cortarle la cabeza.

Sesshomaru: Esta vez te salvaste, pero si te vuelvo a ver cerca de mi hermano acabaré con tu vida más rápido de lo que puedas imaginarte insecto.

Koga: Pero…es que, nosotros…Eh…

Inuyasha: Yo lo arreglo –dijo a Koga-. Es mejor que te vayas ahora.

Koga: De acuerdo –aceptó inseguro-. A-adiós.

Y rápidamente, más rápido que nunca a decir verdad, Koga desapareció. Ahora solo quedaron los dos hermanos, el mayor inmutable y el menor con todas las facciones de su rostro reflejando enojo.

Inuyasha: ¿¿¡¡Cual es tu problema!!?? No puedes aparecer de la nada y amenazar de muerte a alguien que no ha hecho nada.

Sesshomaru: ¿Que no ha hecho nada? Durmió contigo –dijo con aires de superioridad creyendo tener la razón-. Debería agradecerme que no lo haya matado.

Inuyasha: Ya te dije que no pasó lo que piensas. Y lo que sí haya pasado, no es nada que yo no haya querido –dijo con un pequeño rubor.

Sesshomaru vio fijamente a su hermano y se dio cuenta que estaba equivocándose. Pero no pudo controlarse. El solo pensar que ese lobo se había aprovechado de su hermanito le hirvió la sangre, pero ahora veía que fueron conclusiones apresuradas y erróneas.

Sesshomaru: Esta bien, lo siento –suspiró-. Creí que las cosas habían sucedido sin tu consentimiento. Es que…nunca creí que querrías que sucediera algo así con este mequetrefe. Tú lo detestabas.

Inuyasha: También nosotros nos detestábamos y míranos ahora –recriminó-. El pasado, es pasado. Las cosas y las personas cambian, y también cambian sus sentimientos.

Sesshomaru: Entonces, ¿ese lobo te gusta?

Inuyasha: Puede que sí. Aún no lo sé.

Sesshomaru: Si pasaste la noche con él entonces te gusta.

Inuyasha: ¡Cállate! No te pedí tu opinión –enrojecido-. Así que solo voy a decirte que eso de “si te vuelvo ver cerca de mi hermano” lo olvides, porque pretendo seguir viéndolo y no quiero bochornos como el de recién. Y con esto finalizó el tema.

Al mayor no que quedó otra que aceptar las exigencias de su hermano, sin embargo recalcó reiteradas veces que cuando el lobo se sobrepasará lo acabaría como a una escoria.

Finalizada la charla desayunaron presas que ambos cazaron con destreza en el bosque, aprovechando para poner en práctica nuevas técnicas de ataque que Sesshomaru fue enseñando a Inuyasha y que practicaron a lo largo de toda la tarde.

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Por otro lado, un joven lobo respiró aliviado una vez que estaba en la seguridad del consorte norte de su tribu. No era la primera vez que se enfrentaba al daiyoukai, pero nunca había visto tanta ira reflejada en su rostro, y realmente lo hizo temer.

Kenta: Koga, ¿qué te sucede? Estas pálido.

Koga: Hermano –alegre de verlo-. Eh, no, nada. No pasa nada –le resultaba vergonzoso decir que se había asustado de alguien y prefirió callar.

Kenta: Si tú dices –rió-. ¿Quieres desayunar?

 Koga sonrió ante la idea de un rato a solas con su hermano. Uno de esos que hacía mucho no tenían. Y entre charla y charla, pasaron todo el día juntos como cuando eran pequeños.

Llegado el anochecer, Okazu hizo reunir en su despacho a sus sobrinos y al consejo de sabios para un aviso. Ya bastante desacostumbrado a las formalidades de la familia líder, Koga se encontraba algo perdido pero intrigado al mismo tiempo. Y una vez todos los presentes sentados en la gran mesa redonda, el gran y anciano jefe del norte comenzó a hablar.

Okazu: Gracias a todos por acudir al llamado. Primero que nada quiero aclarar para la tranquilidad de todos que no se trata de malas noticias –dijo simpático el ancianito.

Todos respiraron aliviados, como si se hubieran sacado una preocupación de encima.

Okazu: El motivo es por el tema del tratado de alianza con el oeste. Y llamé a mis sobrinos ya que en poco tiempo Koga me sucederá y Kenta pasará a ser el sabio supremo del consejo, por ende deben estar informados al respecto.

Kenta: ¿A qué te refieres con tratado de alianza, tío?

Okazu: La idea surgió una vez finalizada la guerra con el demonio Naraku. Por culpa de ese engendro nuestros hermanos de la tribu oeste murieron y eso nos hizo pensar que en el caso de acontecer algo similar, una nueva guerra o lo que fuere, estamos vulnerables a seguir el mismo camino ya que no somos tan numerosos como solíamos ser hace unos siglos.

Koga: ¿Y eso que tiene que ver con una alianza?

Okazu: Tiene que ver con que, en el caso de enfrentarnos a una nueva amenaza, estamos demasiado alejados de nuestras tribus hermanas como para que ellas acudan inmediatamente, así que forjaremos una alianza con la legión de Inu-youkais del oeste, que habitan en la frontera entre su territorio y el nuestro. Para ellos también es conveniente ya que su situación es peor porque son la única tribu de Inu-youkais que queda.

Sabio1: Claramente esto ya ha sido hablado con lady Irasue del Oeste y completamente acordado de ambas partes. ¿No?

Okazu: Así es. Y para celebrar la unión de nuestras tribus, la gentil lady Irasue nos ha invitado a un banquete en su castillo esta misma noche. Además, tanto para ella como para mi, esta será nuestra última decisión como líderes, ya que como a mí me sucederá mi sobrino a ella la sucederán su hijo y su hijastro –finalizó mirando a sus sobrinos que se mantenían callados-. ¿Qué les parece muchachos?

Koga estaba aún procesando lo dicho. Si había entendido bien…su tribu y la de Inuyasha serían aliadas. Y en poco tiempo, ambos asumirían en poder de sus respectivas legiones. Es decir que gobernarían a la par. Le generaba una gran alegría, pero al mismo tiempo le preocupaba la reacción de Sesshomaru. Su cara de seriedad no se debía a que no estuviese de acuerdo sino a que estaba preocupado. Estaba por aclarar que no estaba a disgusto con la idea pero su hermano se le adelantó, hablando con una voz llena de enojo.

Kenta: No estoy de acuerdo.

Okazu: Kenta…

Kenta: No me harás cambiar de opinión tío –respiró profundamente y más relajado volvió a tomar la palabra-. No estoy diciendo que no sea una buena idea y mucho menos que no forjen la alianza. No pretendo oponerme a una buena decisión, solo respondí tu pregunta con la verdad. No estoy de acuerdo y es todo. Con permiso.

Y sin decir nada más, se paró y se fue de la sala, dejando a todos sorprendidos a excepción de Okazu, que sabía bien que le sucedía.

Finalizada la junta, el jefe y el menor de sus sobrinos daban un paseo por la llanura del lugar, mientras esperaban que estuviese todo listo para partir rumbo al oeste. La tranquilidad de la charla fue corrompida cuando el joven quiso saber sobre lo sucedido hacía rato.

Koga: Tío, ¿sabes que le sucede a Kenta? Después de haberse ido de la reunión se encerró en su despacho –dijo notoriamente preocupado.

Okazu: Pues sí, sí lo sé. Verás…tu hermano no tiene buenas experiencias en cuanto a relaciones con Inu-youkais.

Koga: ¿En serio? ¡Oh no! ¿Cómo crees que reaccione cuando se entere que Inuyasha es de ellos?

Okazu: ¿Aun no lo sabe?

Koga: No. Cuando te conté a ti sobre él, Kenta tenía cosas que hacer y se fue. Y desde entonces no había vuelto a tener oportunidad de hablar con él hasta hoy, pero la verdad le pregunté tantas cosas a él que olvidé contarle sobre Inu… Oh mierda, ahora que dices esto quizás no le guste la idea de que…

Okazu: Yo no creo que el problema lo tengo con Inuyasha específicamente –lo interrumpió.

Koga: ¿A qué te refieres?

Okazu: Bueno, la verdad es…

Okazu estaba por relatar una reveladora historia a su sobrino, pero fueron interrumpidos por un sirviente que llegó hasta ellos para avisarles que ya estaba todo listo para su partida. Al gran jefe no le quedó otra que conformar a su sobrino con un “después te cuento” y siguieron al sirviente hasta el parador, donde los esperaban lobos monteses* para transportarlos.

Koga: ¿El consejo no viene con nosotros?

Okazu: No, ellos han decidido quedarse. Solo seremos tú, yo y tu hermano.

Koga: ¿Crees que él vendrá?

Okazu: Kenta puede ser muchas cosas, pero no es irresponsable. Por más que no esté de acuerdo sabe que es su obligación ir y lo hará. Aunque, será una larga velada…

Pasados unos minutos, el mayor de los hermanos llegó al lugar, con una notoria cara de disgusto pero decidido a cumplir con su obligación.

Kenta: Solo les pido que tratemos de hacer esto lo más rápido posible. No quiero ser irrespetuoso estando allí así que lo aclaro desde ahora.

Dicho esto, entró al despacho a ponerse un atuendo formal al igual que su tío y su hermano. Una vez cambiados, subieron a los lomos de los lobizones y partieron en camino.

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Mientras tanto, dos hermanos Inu-youkais iban rumbo a su castillo acompañados por el sol del atardecer. En el camino el mayor le platicó al menor sobre la alianza con los lobos y el banquete, sorprendiendo a Inuyasha al saber que se encontraría con Koga. Esto último sorprendió también a Sesshomaru, ya que no sabía que el lobo al que casi mataba esa mañana, era el futuro jefe del norte.

Sesshomaru: Será una noche interesante.

Inuyasha: ¡Recuerda que me prometiste no hacer idioteces, nii-chan!

En algún momento del día, a Inuyasha se le escapó decirle de esa manera a Sesshomaru, sorprendiéndose con que a éste la agradó mucho el nuevo apodo y se dejó llamar así con gusto.

Llegaron al castillo y a las apuradas fueron enviados por Irasue a sus habitaciones a cambiarse. Inuyasha no entendía mucho.  No le agrada la idea de sacarse su atuendo de tela  ratas de fuego, pero era necesario para estos asuntos de “gente poderosa”. Y ciertamente, una vez que se vio a sí mismo con el kimono azul oscuro, realmente le gustó.

Irasue: ¡Cariño, te ves hermoso! –dijo la mujer, vestida muy elegantemente, esperándolos en la sala principal-. Tu también hijo, aunque deberías sonreír más.

Inuyasha: No pida lo imposible, señora Irasue. Nii-chan jamás sonreirá –rieron ambos.

Sesshomaru: Que gracioso eres, me matas de la risa –irónico-. No entiendo porque tanta formalidad por una alianza.

Irasue: Cuando tú estés al mando toma tus propias decisiones. Yo aun estoy a cargo así que déjame hacer las cosas a mi modo –dirigiéndose al menor-. Por cierto tesoro…ya no me trates más de “señora”, me haces sentir vieja –rió- además estamos en confianza, ¿no?

Inuyasha: Creo que es verdad. ¿Solo Irasue entonces?

Irasue: No es justo, a Sesshomaru lo llamas “nii-chan”. Yo también quiero un apoco cariñoso.

Sesshomaru: Madre no te comportes como una niña.

Inuyasha: Esta bien –rió-. ¿Ira-san?

Irasue: ¡Me encanta! –pellizcando dulcemente la mejilla de Inu.

Sesshomaru: Vaya que se hacen esperar estos lobitos egocéntricos –resoplando con fastidio.

Irasue e Inuyasha revolearon los ojos en señal de resignación. No había de otra, Sesshomaru era Sesshomaru. Inuyasha temía seriamente que su nii-chan generara un conflicto con Koga. Realmente estaba nervioso e impaciente. Él también coincidía en que sería una larga noche.

*Lobos monteses. En el fic adapto el nombre a una raza de lobos enormes, más que los que acompañan a Koga normalmente, que son criados por los hombres lobos para viajar, batallar o cazar.


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