Pequeñas cosas
De la mano
Toda su infancia se la pasaron de un lado a otro de la manita, entrelazar sus dedos era algo tan común para ambos que lo hacían involuntariamente, incluso las personas alrededor estaban acostumbradas a verlos de esa manera. Pero el hecho de que fuera algo común no lo hacía menos especial para ambos, sus manos embonaban perfectamente, como si estuvieran hechas la una para la otra, Makoto estaba convencido que así era, y sabía que Haruka pensaba lo mismo.
Con sabor a miel.
Makoto no podía dormir sin tomar una taza de te antes, por eso Haruka se aseguraba de tener siempre té de manzanilla, el cual era el favorito de su novio para cuando este se quedara en su casa.
Esta vez, el de mayor estatura decidió endulzar un poco su té con miel en lugar de azúcar.
Ambos estaban acostados en el sofá besándose, sin intenciones de hacer algo más que eso, a veces demostrarse cariño no significaba ir más allá de eso que quedarse a hacer cosas melosas como ver una mala película romántica y besarse hasta que sus labios estuvieran hinchados, como era en esa ocasión que Haruka se estaba derritiendo entre los brazos de Makoto, el sabor del té con miel se había quedado impregnado en sus labios, dándole un sabor dulce. Normalmente Nanase prefería lo salado, pero si el sabor empalagoso proviene de los labios del más alto, consideraría dejar de comprar azúcar para que Makoto endulzara más seguido su té con miel.
Cosquillas
Makoto estaba maravillado, jamás había visto a Haru de aquella manera, jamás lo había visto con sus mejillas sonrojadas y con esa gran sonrisa en la boca además de su respiración entrecortada, pensó que realmente se veía hermoso y quería mantener esa imagen más tiempo frente a él, cuando vio que el de ojos azules empezó a tranquilizarse, volvió a colocarse encima de él para hacerle cosquillas nuevamente, por que ver a Haru reírse a carcajadas, era algo poco común y se aseguraría de disfrutarlo al máximo.
No cambiaría nada
Sabía de sobra que Haruka era una persona con hábitos más que extraños. Podía quedarse en la bañera por horas, se desnudaba donde quiera que hubiera un lugar donde su cuerpo entrara en el agua. Su dieta era base de caballa, todos sus bañadores eran exactamente iguales pero el insistía en que no era así, además de que tenía la costumbre de usarlos en lugar de ropa interior. Sin embargo esas cosas eran lo que lo hacían ser Haruka Nanase, todas esas cosas que para los demás sería extraño, para Makoto ya era la cosa más común, estaba muy acostumbrado a las raras costumbres de su amigo que no cambiaría ni una sola cosa, ya que, después de todo, eran las cosas que lo hacían ser Haru.
Voz.
Lo único que Makoto quería era que Haruka lo dejara escucharlo gemir, por más enfermo que sonara, su deseo siempre había sido escuchar a Haruka gemir en alto su nombre, verlo lloriquear mientras gritaba de placer que solo el le podía otorgar, sin embargo del de cabello oscuro siempre había sido una persona callada, incluso a la hora de tener sexo. Makoto ya había notado que Haru se tapa la boca con una mano o mordía la almohada para evitar dejar salir su voz, sabía que era por vergüenza, sin embargo ya lo habían hecho muchas veces antes y realmente anhelaba escucharlo gemir.
-Haru-chan- le mordió el lóbulo de la oreja, mientras se movía suavemente dentro de él. Pudo notar como el otro lo vio con sus grandes ojos azules de donde se asomaban pequeñas lágrimas. -Déjame escucharte- le besó la mejilla
-Por favor, deja salir tu voz- notó un escalofrió en el más bajo y una mirada confundida, después de pensarlo un poco quitó la mano de su cara y entre abrió la boca. Makoto sonrió, Haru nunca le negaba nada.
Canción
Haru sonrió levemente al escuchar a Makoto cantar, el chico de ojos verdes llevaba todo el día tarareando la misma melodía una y otra vez, al contrario de cansar a Haruka esto lo hacía feliz, Makoto tenía muy buena voz, casi como la de un profesional, a pesar de que las únicas clases de música que habían recibido había sido en la primaria. El chico cantaba, no muy a menudo, normalmente lo hacía en la ducha, como en ese momento.
Iwanakutemo nanka wakatte shimaunda
Muhyoujou ni miete kao ni kaite aru
Kimi ga tanoshisou ni oyoideiru sugata
Soba de miteru kocchi made ureshiku naru yo**
Se sintió sonrojar al escuchar la estrofa ¿Qué se supone que significaba eso? ¿De verdad esa era la letra de la canción?
Se debatió mentalmente unos minutos hasta que la puerta del baño se abrió dejando ver a un Makoto con el cabello mojado y una toalla alrededor del cuello.
-¿Eh? ¿Pasa algo Haru-chan?- preguntó al verlo sonrojado con la vista perdida.
-No...- murmuró cerrando los ojos. El más alto sonrió, Haru lo había escuchado cantar, la canción iba dedicada especialmente a él.
Pensamientos
Lo que Haruka más temía por sobre todas las cosas era que Makoto dejara de entenderlo, el chico era capaz de leer al de ojos azules con tanta naturalidad que ni siquiera necesitaban palabras para comunicarse, era una especie de lenguaje que solo ellos conocían. Y la preocupación del chico delfín era que este lenguaje dejara de existir en algún momento, que esa conexión se rompiera por alguna razón y ya jamás nadie pudiera entenderlo como lo hace Makoto. Pero lo que más le dolería no sería que ya nadie lo entendiera, si no que Makoto no le entendiera, el castaño era la persona más importante para la vida de Haru, incluso más que sus propios padres los cuales ni siquiera viven en la misma casa que él. El menor no podía expresar sus sentimientos, no por que no quisiera, si no más bien era que no sabía como y Makoto era quien se encargaba de descifrarlo, de leerlo como si fuera un libro abierto; y el solo pensar que este ya no fuera capaz de hacerlo lo hacía sentir la piel de gallina, sus peores sueños constaban en ese escenario, donde el no era capaz de entender nada sobre su amigo y viceversa. Ese sería un mundo donde no pudiera volver a nadar.
-Haru-chan, la clase a terminado- La voz del dueño de sus pensamientos lo hizo reaccionar, levantó la vista y vio la cálida sonrisa que le robaba el aliento. -Vamos a almorzar- tomó la mano que el mayor le ofrecía poniéndose de pie y recogiendo sus cosas. -Por cierto, sonríe, siempre estaré aquí para ti- sus ojos brillaron, y esbozó una leve sonrisa, aunque Makoto no conociera sus pensamientos literales, sabía que algo le preocupaba, no necesitaba explicarle la situación ya que siempre lo apoyaría sin importar que.
Entrelazaron sus manos y salieron juntos del salón de clases.
Latidos
-Makoto- escucho que le llamaban, en cuanto se dio la vuelta para encarar a quien le llamaba, sintió como le abrazaban.
Desde que habían regresado del campamento Haruka hacía eso, le llamaba suavemente y después le abrazaba recargando la cabeza en su pecho por varios minutos. Las primeras veces no supo exactamente como reaccionar, solo correspondía el abrazo hasta que se dio cuenta la razón por la que lo hacía.
-Estoy bien, Haru, no tienes por que preocuparte- Le susurró mientras rodeaba el cuerpo del de menos estatura con sus fuertes brazos. Nanase solo se aferró más a él. Acarició los cabellos oscuros de su amigo, sabía que lo abrazaba de esa manera para escuchar los latidos de su corazón y sentir su respiración para comprobar que todo estaba bien.
Se separaron después de un rato, pero antes de que el de ojos azules pudiera alejarse Makoto lo atrajo hacia si para dar un ligero beso en los labios de Haru. -De verdad estoy bien- le sonrió.
Nanase solo asintió con una leve sonrisa.