Cómo domar al amor de tu vida
El Flechazo
Mi nombre es Kuran Kaname, y estudio mi último año de preparatoria; para bien o para mal, soy el presidente del consejo estudiantil, del cual me hago cargo lo más eficazmente que puedo, quiero decir, sin quejarme demasiado, a pesar de que el trabajo sí que es demasiado.
Las personas dicen que soy estoico, un hombre que no muestra sus emociones y que va por la vida con una seguridad apabullante, supongo que dicen que eso, porque tengo buenas notas. En fin, no soy para nada así, claro que, eso nadie lo sabe. Ah y también las chicas me persiguen. Cualquiera puede pensar que un chico se siente afortunado por ello, ser popular y tener cuanta mujer se le plante enfrente. Bueno, no para mí. Es un verdadero fastidio, por no decir otra cosa.
A diferencia de lo que creen en realidad soy ese tipo de chico romántico que está esperando el amor verdadero, único, y bla bla… sí, aumenta, si quieres, todos los adjetivos dulzones y cursis que conozcas. Por supuesto no es fácil, y aquel milagro del cielo que se adueñe de mi corazón, no ha llegado…ummm… ok, corrección, no había llegado.
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A finales de mi segundo año de preparatoria, durante la preparación de mi campaña como candidato a presidente del consejo estudiantil, paso algo curioso.
-¿qué es eso?-dijo Takuma, mi mejor amigo y candidato a vicepresidente.
-esto es propaganda-Dijo Aidou, uno de mis amigos, luciendo un espantoso sombrero en la cabeza que tenía mi cara amplificada y un horrible letrero encima que promovía el voto.
-¡quítatelo, apesta!-le dije enfurruñado, llevaba horas en eso y estaba harto.
Rápido como un rayo, algo hizo que mi orden se hiciera realidad. El espantoso sombrero salió disparado de la cabeza de Aidou y se incrustó en la pared a nuestro costado.
-¿qué diablos…?-alcanzó a decir Hanabusa mirando atónito el sombrero suspendido en la pared.
Me puse de pie y me acerque al horrible objeto, era una flecha la que la mantenía pegada a la pared. Una fina y recta flecha.
-ah lo siento-escuche a mis espaldas- eso es mío.
Me di la vuelta, un chico con el uniforme del club de arquería apareció en la terraza donde estábamos reunidos. Su rostro estaba impávido y sus disculpas en realidad sonaron desprovistas de la intención primordial del arrepentimiento. Su cabello era de un inusual color plateado y lucía, aun en contra del reglamento, un par de percings en su oreja izquierda. Caminó hasta donde yo estaba, al hacerlo un ligero aroma indescriptible pero delicioso hizo mella en mi sentido del olfato, provenía, pensé, de su cabello.
Sacó la flecha con todo y sombrero, luego liberó este último y me lo dio, mis dedos rozaron los suyos, una extraña corriente eléctrica recorrió mi espalda, supongo que me estremecí porque volteó a verme, y su mirada me dejo sin aliento, el color de sus ojos era de un suave tono violáceo, unos ojos intrigantes y apacibles.
-¡¿Eres idiota?!-le reclamó Aidou cuando se encaminaba a bajar de la terraza-¡llevaba eso en la cabeza, pudiste matarme!
-Pero no lo estás-replicó él con calma.
-¡¿qué escusa es esa?!
-Ninguna, ¿qué no te diste cuenta?
-¡AAHH imbécil!
-Tranquilo, Aidou-Akatsuki puso su mano en el hombro de su primo y luego se dirigió al joven peliplateado- Ten más cuidado la próxima vez.
Él tan solo siguió su camino.
-¡oye!-Aidou volvió a la carga-¡A ver si mejoras tu puntería, idiota!
El joven se detuvo y giró el torso para sonreírnos burlonamente.
-Esa cosa-dijo señalando el sombrero que aun estaba en mis manos-es horrible, tenía que quitarla de mi vista.
-¿fue a propósito?-preguntó Takuma
-Yo jamás fallo-sentenció y con la flecha en su mano se dio la vuelta y bajo de la terraza.
Aidou estalló molesto, escupió al piso y maldijo.
-¿pero quién diablos se cree ese?
-es muy hábil- dijo Takuma
-es imbécil-dijo Aidou-pudo matarme
-pero no lo hizo-Takuma se levantó y se inclinó sobre el barandal de la terraza-el campo de tiro está por allá.
Nos acercamos para ver, era una gran distancia.
-debe tener una vista de águila-dijo Akatsuki
-y una buena puntería-dijo Takuma- realmente muy hábil.
Miré el sombrero que estaba en mis manos, mi imagen tenía un agujero redondo y perfecto entre las cejas, ahí donde había pasado la flecha.
-oye Takuma-dije- ¿quién es?
-No sé, no lo había visto antes.
-pues averígualo.
La flecha no había dado realmente en mi frente, con tan solo verlo, en un solo instante, su mirada su aroma, su sola presencia, habían dado justo en mi corazón.
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-Kiryuu Zero
-¿eh?
-el nombre que me mandaste investigar, Kiryuu Zero- dijo Takuma sentándose en el pupitre frente a mi mirándome
-¿qué más?-dije sabiendo que mi amigo cuando investigaba algo, lo hacía a fondo.
-Pues, es de primer año grupo 2 y entró al equipo de arquería.
-No lo había visto antes
-es porque, fue transferido a mitad del año, al parecer se mudó a Tokio hace poco, por eso. Según me dijeron sus compañeros del club, ya practicaba arquería desde la secundaria, y que para su sorpresa y alegría, es muy bueno. Aunque creo que eso sobra decirlo, ya lo comprobamos.
-es genial- dije y me puse de pie.
-¿A dónde vas?
-a ver a Kiryuu Kun
-¿Para qué?
No contesté, tan solo le sonreí y me fui de ahí.
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++++
El salón de 1° año grupo 2 se encontraba en el primer piso del edificio, como el resto de los salones de primer año. Los de segundo en el segundo piso, y los de tercero, adivinaras, en el tercer piso. Teóricamente durante clases los alumnos debían guardar las fronteras que eran las escaleras, sin embargo, era un regla que todos, en su mayoría, nos saltábamos.
Divisé el aula y me detuve en la puerta, como aun era hora del almuerzo todos los alumnos estaban dispersos aquí y allá, no podía encontrar a mi objetivo.
-¿Kuran sempai?-dijo una chica a mi lado.
-ah sí, soy yo.
-¿qué hace aquí, sempai?-dijo otra chica
-¿busca a alguien?-dijo otra.
Sí, creo que te lo imaginas, de pronto estaba rodeado de ellas, era como si yo estuviera impregnado de miel o algo así, y atrajera a las abejas.
-Sí… bueno, busco a Kiryuu Zero, ¿está en este salón?
-Sí que lo está-dijo una de esas chicas cuyo rostro no note, si acaso su frente y el color de su cabello, ya que yo estiraba el cuello intentando que mis ojos terminaran mi pesquisa.
-¡Zero!-dijo una chica sentada en un pupitre cercano, a diferencia de las otras no me miraba a mí, estaba muy atenta a lo que pasaba en el cielo tras la ventana-¡Zero!
-¡¿Qué?!-escuche una voz al fondo del salón, un grupo de chicos se apiñonaban ahí, haciendo quien sabe qué.
-¡Zero!-repitió ella, sin contestar la pregunta-¡Zero!
-¡Ahh ¿qué diablos quieres, Yuuki?!!- el chico que antes había visto en kimono de arquería, ahora vestía el mismo uniforme que yo, salió del grupo de chicos, y caminó hasta ella, mirándola furibundo.
-ahí te hablan-dijo ella monótonamente, señalando con la cabeza la puerta donde yo estaba.
Él giró el rostro, miró y frunció el ceño.
-¿Quién eres?-me dijo y el salón enteró soltó una exclamación de desaprobación.
-¿Cómo no sabes quién es Kuran Sempai?-dijeron varias chicas-¿estás tonto?
Zero no se dio por aludido, se cruzó de brazos y me miró de nuevo con el ceño fruncido.
-nah, como sea, quien seas, ¿Qué quieres?
De nuevo un gesto de desaprobación, “¿cómo le hablas así a Kuran sempai?” y cosas así.
-¿puedo hablar contigo?...-dije y añadí- ¿A solas?
Él me miró interrogante y luego pareció recordar algo. Se encogió de hombros y salió del aula detrás de mí.
Me detuve en el pasillo, lejos de su salón.
-oye-me dijo él- si es por lo del sombrero ese…
-ah no-dije interrumpiéndolo, al parecer había recordado ese incidente-para mí también era horrible.
Él ladeó el rostro interrogante-entonces ¿qué quieres?-a él definitivamente los buenos modales le valían un sorbete, y lejos de incomodarme, eso me gustó.
-Verte-le dije y él frunció el ceño sin entender nada.
-sí, bueno, pero ¿para qué?
Sonreí.
-Bueno, has de saber que muy pronto habrá elecciones para elegir a los representantes del consejo estudiantil.
-aja, ¿y eso qué?
-lo que quiero es invitarte a votar por mí-claro que era una excusa tonta pero ¿qué más podía decir?
-¿y por qué solo a mí?-dijo astutamente-ya estabas en el salón podías decirle al resto de mis compañeros.
-quería que supieras quien era y…
-a propósito-me interrumpió-¿Cómo es que te llamas?
Vaya, él de verdad no tenía idea de quién era yo.
-Kuran Kaname, mucho gusto.
Él asintió, pero no correspondió en la presentación, supongo que supuso a su vez que yo ya lo sabía. Como lo dije antes, al parecer los modeles y convencionalismos le importaban lo mismo que, justo en ese momento pasará una mosca del otro lado del vidrio de la ventana.
-si eso es todo, me voy-dijo-no estoy interesado en votar.
-¿qué? ¡Espera!-dije deteniéndolo del brazo-¿por qué no quieres votar? Es un ejercicio democrático muy importante qué…
-Por favor, ya sabes que ganaras.
-¿eh?
-por lo que noté, las chicas te adoran y si contamos con que la mayoría de la población estudiantil son mujeres, pues, me imagino, ganarás, un voto mío, no hará la diferencia.
-para mí sí-dije sin soltarlo del brazo- él hecho de que tu votes sería muy importante, tu voto valdría más que los cientos de votos que consiga de ellas.
Frunció el ceño y se soltó de mi agarre.
-¿cómo por qué?-dijo con un tono de voz que ya rayaba lo molesto.
-Pues porque…- me arme de valor y lo solté-me gustas.
Él se quedó estático ante mi confesión, masticó lo que le había dicho y preguntó.
-¿cómo te gusto?
-¿cómo? No entiendo.
- Idiota…como, amigo, como compañero, como kohai, románticamente, platónicamente ¿cómo?
-ahh eso, pues… románticamente.
Zero frunció el ceño un poco más- así que estás buscando mi voto como un mero pretexto para cortejarme ¿es eso?
-eres muy inteligente, Kiryuu Kun
-Pues olvídalo entonces-expresó metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón
-¿Ah?
-puedes esperar sentado, a mí, tú no me gustas.
Nuestras miradas se encontraron, ya sabía que me podía esperar una respuesta así, después de todo no me conocía.
-eso se puede arreglar.
-lo dudo.
-¡qué difícil eres!
Zero me sonrió divertido.
-interesante-dijo- pero no me importa. No me gustas, y tampoco me gustas como miembro del consejo estudiantil. Pero gracias, no pensaba votar y ahora lo haré.
-¿enserio?
-sí, pero no por ti- me enseño la lengua y dio la media vuelta para regresar a su salón.
No sería fácil, pensé, mientras lo veía marcharse por el pasillo, él era como una bestia salvaje, parecía amar hacer lo contrario a lo que le decían, y moverse a su propio ritmo. Sin embargo, me sorprendió la tranquilidad con la que tomó mi confesión, igual no me tomó en serio, pero eso me alentaba, su reacción no había sido violenta o sarcástica, no me había insultado, ni se había burlado.
No me equivocaba, tenía un buen corazón, y lo quería para mí. No me importaba cuánto tardará en domarlo.