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Ave de Oro. por himeko-san

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Notas del capitulo:

*Suenan trompetas, musica, gritos, disparos(?)*

ITS... JOOOOOOHN CEEENAAA!

ah?! E.E -manda a volar al luchador-

COF COF!

No, no es jonh cena...

Es himekosan, que pide una sincera disculpa a todas. D:
Estoy en un cyber, me pagron dos horas y en esas dos horas...escribi este cap para ustedes!
se les quiere y perdonen, no se cuando vuelva a actualizar

pero recuerden: HIMEKO NO HA OLVIDADO ESTE FIC >w<

Capitulo 8: El perdón, el olvido y la guerra.

¿Mi perdón?...-este hermoso ángel, por primera vez en bastante tiempo se queda sin palabras. El heredero al trono tomaba fuertemente su mano, mirándolo con profunda seriedad. Lo decía en serio, no había duda alguna. Aun así, nuestro ser de origen divino aparto con educación la mano y se levanto de su asiento- Disculpe… Pero, ¿a qué se debe este cambio tan repentino?...

Vera, en mi estado de inconsciencia… Tuve un momento de máxima iluminación, entendí que mis actos han sido de deplorables como para usted y mi pueblo. No fui alguien justo en nuestra pelea y Sinceramente, mi comportamiento… No ha sido digno de ningún rey, ni nada parecido. Por eso desde el fondo de mi ser, con la humildad más sincera. Le pido disculpas. Usted joven príncipe de Siria, es la persona más pura y angelical que he conocido jamás. Lamento tanto, haberle faltado así el respeto.

Príncipe…-murmura. Sin poder evitarlo, derrama una lagrima de gratitud que cae graciosamente por su mejilla aperadla. Había cumplido con una de las misiones más difíciles y a las vez más gratificantes de su vida. Estaba emocionado, conmovido y lleno de una alegría plena. Por lo cual no supo que responder al principio. Después de breves minutos se arrodilla, toma el rostro del joven príncipe y plana, de forma sincera un beso en su frente. Para luego, separarse y verle  a los ojos- De corazón, lo he perdonado.

Muchas, muchas gracias. - El futuro gobernante se abrazo con suavidad al llamado príncipe de Siria, lo apretuja entre sus brazos cerrando sus ojos- …Príncipe, perdone esto pero. ¿Puedo llamarlo por su nombre? – le pregunta guardando sus respetos obviamente esperando, a la vez impaciente una respuesta positiva.

Solo si usted me permite, llamarle por su primer nombre futuro Faraón. –El ser divino no podía ocultarlo, su corazón lleno de bondad se había ablandado ante la disculpa y ahora, tenía toda su confianza depositada en El joven príncipe, además sentía la bondad que creía lento, pero seguro en el corazón del muchacho frente suyo.

-Claro que puede, si es usted. Gracias de corazón… Príncipe Yugi.

- Nada hay que agradecer,  Príncipe Atem.

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-Su divinidad, He cumplido mi misión en esta tierra sagrada…-habla de forma respetuosa nuestro ser de divinidad. En el templo del palacio, a los pies de la estatua del máximo dios Egipcio. Manteniéndose en reverencia hacia esta sagrada figura- Pido permiso para volver a los cielos para sentarme en su diestra, querido dios. Ya nada me ata este lugar ahora la tierra de Egipto estará segura en las manos de un Faraón puro y de buen corazón.

“Fiel sirviente, estoy complacido con tu desempeño. Pero lamento decirte, que aun no es momento para tu partida. He visto el futuro de Egipto, Se aproxima una feroz guerra contra un ejército extranjero. Traído de tierras lejanas, vienen por las aguas en grandes carruajes llevados por las olas…”

-¿Qué? …- el ángel abre bien sus ojos y alza su cabeza, viendo la estatua que estaba iluminada por un aura dorada típica de esta deidad, nuestro ser angelical se levanta del suelo dispuesto a escuchar. – ¿y cómo podemos evitar esta guerra?

No se podrá, me temo. En esta guerra el destino fue tallado en piedra. Sucederá, pero… Con tu intercesión, las muertes no serán muchas, la sangre no se derramara en estas arenas sagradas y Egipto saldrá victorioso, para vivir otras 20 décadas de paz. Pero necesito  que tú te quedes mi fiel sirviente, para ayudar al faraón y encarar a su lado  esta feroz y sanguinaria guerra”

-Como ordene mi señor, Protegeré esta tierra… -su mirada teñida de amatista, brilla con suavidad. Iba cumplir las órdenes de su dios, no dejaría que la tierra donde dio vida a la máxima deidad, perecía ante las manos de invasores- Dígame, ¿Cómo puedo ayudar al futuro faraón, que debo de hacer? –mantiene su mirada alzada, reflejando en sus hermosas iris la enorme estatua de piedra fina que estaba exculpada en medio de la enorme capilla religiosa del palacio.

“Debes de convencer a los reinos vecinos en prestar su ayuda, en formar una alianza. Así nuestro ejército será más grande y poderoso ante los invasores. Además, para asegurar la victoria… Hay algo importante que debes de cumplir…”

-¿Y que es, mi señor…?

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-Señor…-El sacerdote, fiel amigo del futuro faraón se acerca a este, estaba en una reunión con sus consejeros,  se acerca al oído de este y en tono bajo le susurra un par de cosas. El joven, se disculpa ante sus consejeros. Sale de aquel salón para ir a uno de los largos pasillos, hasta toparse frente a frente, con la razón por la cual salió del salón. El joven príncipe de Siria, vestido con un par de pantalones de tiro bajo color rosa viejo transparente. Sujetado por un cinturón hecho de hilos de oro. Su frágil torso, delicado y atrayente  la vista estaba desnudo, tapando  la zona pectoral con unos finos vendajes blancos. Un collar de oro puro, cubría el alrededor de su cuello. De sus orejas colgaban dos aretes de un color dorado, nuevamente usaba ese velo rosa que tapaba la mitad de su cara dejando que su cabello alborotado este suelto y libre.

-“Es… la imagen de la belleza “-Fue, sorpresivamente el primer pensamiento de este muchacho. Justo cuando sus pupilas escarlatas se fijaron en la hermosa figura de llamado príncipe-  ¿Para qué me ha llamado príncipe Yuga?

-Príncipe Atem, He recibido una carta de un buen amigo mío, que vive en tierras lejanas. Las cuales están más allá del océano. Me ha dicho, que un reino que esta mas allá de las aguas, vendrá por barcos y atacara Su tierra joven Faraón... –le informa sin rodeos, el ser angelical se acerca al joven de piel canela, toma sus manos- He venido a informarle, que en menos de dos meses estarán aquí y debe de prepararse. Yo y mi reino, queremos formar una alianza con usted para ayudarlo contra esos invasores. Acepte mi ayuda y mi consejo, seamos aliados.

-… -Atem queda pasmado analizando la información nueva que acababan de darle. Si era cierto su reino estaba en peligro. Después de la última guerra su ejército se redujo bastante necesitaba la ayuda que le ofrecían. Además, secretamente y aunque le apenaba admitirlo el mismo, si aceptaba su ayuda, el Sirio podía que darse mucha más tiempo en su palacio, cosa que le alegraba profundamente. Quería conocer más a fondo a ese misterioso chico- Le… agradezco que me haya informado de esto, en verdad. Tomare su consejo, acepto forma una alianza. Protegeré a mi pueblo.

-Cuanto me alegra saberlo…- curva en sus finos labios una sonrisa, se suelta de sus manos y se inclina- Nos vemos mañana a primera hora, pero discutir el plan de guerra…

-Me parece perfecto, ¿Sera… Una reunión privada entre nosotros dos, Principe?

-Si será un asunto privado entre nosotros dos. Las charlas de guerra deben de ser discutidas entre el faraón y sus aliados. –Se despide inclinaodse levemente- Lo veré mañana, Atem. –sale de su vista encaminándose por la derecha.

-…P-perfecto –murmura, tartamudeo un poco. Ya que no se esperaba encontrarse a solas con el muchacho de tierras lejanas. Tal vez, cuando la próxima guerra sea resuelta aquel misterioso muchacho se vuelva mucho más cercano al faraón que cualquier en su mundo ha sido. O sea, era la pequeña esperanza de aquel joven príncipe que se quedo contemplador el pasillo por el cual se había desvanecido ese muchacho.

A solas, nuestro ser divino se encontraba nuevamente en sus aposentos. Estaba rezando en silencio ante una ventana, mientras el sol se ocultaba. Pensaba en lo que le había dicho su deidad. Estaba preparándose mentalmente para aquello. Desde el momento en que su alma se volvió divina, entre su mente cuerpo y alma ante la voluntad de su dios y la de su gente. No debe de haber sentimientos involucrados, era su deber nació para ello y no había discusión. Por más que su cabeza se atormentara pensando si era la decisión correcta.

-Hare todo por usted, mi dios…

“Para que Egipto gane esta guerra, Tendrás que sacrificarte mi fiel sirviente…”

 

 

 

Notas finales:

GRACIAS POR LEER.

I´m back <3
los amo! mis caramelos amargos >w<


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