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No es otra tonta y rídicula historia Yaoi por Iori Yagami CCH

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Notas del capitulo:

Gracias por leer.

Capítulo 2: Me gustas
El cálido aroma del atole1 de fresa y quizá vainilla se podía alcanzar a percibir desde el semáforo de dos calles más atrás, que cambiaba de color cada treinta segundos. El pasillo más cercano para llegar al edificio “k”, era a través de la biblioteca, pasando una gran hectarea de árboles verdes y frondosos, los muros de la biblioteca adornados de colores y pinturas hermosas, mientras las jardineras llenas de vegetación y rocío matutino, quizá había llovido en la noche, porque el suelo estaba húmedo y la tierra olía a agua.
Todos los estudiantes, caminaban por ahí para llegar a los edificios, la primera clase del primer día había acabado reconfortablemente, así que todos los estudiantes de primero, tercero y quinto semestre caminaban hacia sus respectivos salones, excepto uno que acababa de entrar por la puerta principal.
Su cabello era color oro, rubio casi tanto como el sol. Una camisa rosa salmón y un chaleco de tela (que a leguas se veía lo suficientemente fina) de vestir negro, unos pantalones de mezclilla entubados de color blanco titanio, llevaba una palestina rosa con lineas negras y blancas cruzadas, formando cuadros monocromaticos, aquella palestina era llevada como una bufanda, pero mas que una prenda para cubrirse del frío, era llevada como un accesorio. Por último usados de zapatos, unos tenis marca “vans” bastante llamativos pues al igual que la camisa, era de color rosa salmón, aquel rubio sobresaltaba de los demás estudiantes por su colorida y alegre apariencia.
Sus ojos verdes cual gato, mirarón al cielo azul, dió el más hondo y profundo de los suspiros que pudiesen escuchar. A sus 18 años de vida, él ya debía estar estudiando en la Universidad la carrera de Genética que desde muy pequeño había escogido, sin embargo ese no era su caso.
De una familia de buen soporte económico había aprendido lo mejor en modales y buena educación. Su madre era una muy reconocida escritora en España y ahora ejercía ahí. Su padre ocupaba uno de los puestos más importantes en la Universidad más importante de la ciudad.
Y él… él era Francisco, el unico vástago de ese matrimonio, aunque a pesar de haber crecido en una familia de buena posición social, él no era como se conoce actualmente a los jóvenes que gozan de los privilegios de una familia empresaria.
Francisco no era arrogante, intolerante ni mucho menos presumido. Pero eso si, era muy rebelde.
Quizá su carácter rebelde e insumiso lo habia obligado a caer en aquella situación de volver a cursar la preparatoria, puesto que él iba en otra escuela, una vocacional del Instituto Politécnico Nacional, estudiaba biología ahí, después entraría a la Ingeniería en Genética, su futuro estaba casi rozando sus dedos, pero como siempre no pudo tolerar ser llamado “torpe” y eso le costó caro. Y no sólo a él si no también a su arrogante maestro de Física
Se había peleado a golpes con él después de que llamase “torpe” al rubio. Y eso provocó sólo dos cosas: La expulsión de Francisco, y el despido del irresponsable profesor.
Ese mismo año volvió a hacer su exámen, y como fue expulsado del IPN sus únicas opciones estaban en la UNAM, entre ellas la escuela en la que ahora asistía.
Perdió casi tres años de esfuerzo y dedicación en unos instantes, pero de algo estaba seguro, NO SE ARREPENTIA DE NADA. Siempre era lo mismo, el estaba bien mientras el profesor estaba mal. Finalmente absuelto en sus pensamientos adolescentes, sintió la sensación de estar siendo acosado desde hacia ya bastante rato, giro 180 grados sobre su propio eje como todo un buen bailarín, esperando toparse con aquel sujeto que lo observaba. Sin embargo con lo único que se topó fue con la soledad de un pasillo y el sonido del aire que reía. El joven rubio soltó una pequeña risita y pensó “Ay, Paco. Ya te imaginas cosas”. Y después de esto volvió a caminar.
Detrás de un edificio un chico respiraba agitado y miraba aún oculto al que se alejaba tranquilo.
Respiró aliviado al ver que no habia sido atrapado. La apariencia de aquel acosador no era nada resaltante. El cabello rizado bien peinado, sus largas pestañas, una chamarra negra con un gorrillo, unos jeans azules y unos tenis de marca desconocida, incluso para él.
Criado en uno de los barrios más bajos, en un ambiente amoroso, padres compresivos y el calor familiar, aquel muchacho no era frivolo, quizá un poco infantil, amable y hasta inmaduro pero, jamás ofensivo o morboso, Luis Fernando era el nombre de aquel “acosador”.
Su corazón latía rápidamente y escuchaba en su mente las palabras de su madre “Luis, nadie decide a quien amar. Y tampoco existen los amores no correspondidos, si te esfuerzas puedes llegar a conseguir a la persona que más amas”. Aquel recuerdo fue seguido por otro de hace ya un año.
El joven Luis caminaba buscando sus edificios correspondientes, pues como buen novato aún no conocía en su totalidad aquella escuela, tan grande que podías perderte en ella.
Fue entonces cuando a lo lejos se topó con un muchacho de cabellos dorados y mirada seria que leía cómodamente un libro bastante grueso. Aquella serenidad dejó asombrado a nuestro amigo, al igual que aquellos ojos verdes cual gato y esa cara tan dulce y fina.
Asi pasó todo su primer año, observando al “chico rubio”, durante sus horas libres emprendía su búsqueda, si tenia suerte lo hallaba pronto y sino diez o cinco minutos antes de que la hora libre se acabara. Pero con verlo un rato aquel se conformaba.
Ahora, un nuevo año, y sería otro año de observar de lejos a su amor platónico.
En ese momento corrió para llegar a su salon, la clase de biología pronto daría inicio, asi que se apresuro a llegar.
Tan animado, tan escándaloso y gracioso eran las palabras que definian a Luis en su totalidad. Sus comentarios graciosos dichos en voz alta provocaban risas, sonrisas, entrecejos fruncidos y chasquidos de boca por parte de los demás jovenes que se encontraban en la misma aula, claro eso dependia mucho de las personas que ahí estaban.
Cuando el joven rubio llegó a la puerta, se topó con tal escándalo y frunció el ceño bastante indignado, mientras en su mente circulaba el siguiente pensamiento “¿Cómo es posible que este sujeto este en tercer semestre, si a leguas se ve que se quedó atorado en la secundaria?”
Miró de reojo a Luis y se pasó de largo a una mesa desocupada. Cuando Luis notó la presencia del “chico rubio” se quedó paralizado. Queria ir de inmediato y presentarse, asi que se armó de valor y camino hasta al rubio que se encontraba sentado en un banco. El joven pelinegro le miró y después analizó antes de hablar. No quería sonar como un estúpido, ni siquiera como el era realmente, pensó en decir algo intelectual, formal y educado, sin embargo termino diciendo…
-¿Qué tranza? mi nombre es Luis.
Cuando se dió cuenta de lo que había dicho era demasiado tarde, el rubio le miro fijamente y se esforzó en formar una leve sonrisa y después dijo.
-Mi nombre es Paco, es un placer-.
Y dicho esto, Luis se sorprendió bastante, se sentía feliz de saber el nombre de aquel al que era devoto. En ese momento la laboratorista salió anunciando que la profesora no iba a llegar y por tanto podían irse.
A la salida de la escuela, Luis caminaba al metro, como la mayoría de los estudiantes, fue entonces cuando vió a “su” rubio en la parada del bus. Corrió tan rápido como sus piernas le permitieron.
-¡Paco, oye Paco!-Gritó entusiasmado mientras agitaba su mano tratando de llamar la atención del rubio.
El rubio ladeo su cabeza para mirar al alto muchachito corriendo hacia él. Sonrió casi de manera invisible y esperó su llegada.
-Hola-hizo una pausa antes de continuar, puesto que se había quedado un tanto pensativo- Luis, ¿verdad?
El pelinegro sonrió emocionado, estaba tan feliz de que se acordara de su nombre que lo demás ya no le importaba. Ascintió mostrando alegría infinita en sus ojos para después preguntar:
-¿Espera el bus?
Paco ascintió mientras miraba de nuevo hacia la extensa avenida y se quitaba los blancos auriculares de sus oídos que ya llevaban un pircing.
-Es extraño, usted es el primer chico que veo que toma el bus. Por lo general todos toman el metro, supongo que es más seguro y por eso lo hacen.
-Quizá, la verdad no lo sé. Yo vivo a unas calles de la escuela, asi que no importa, podría irme caminando si lo deseo, pero no quiero. Me da flojera.-comentó el rubio con una ligera mueca de sueño.
-Pero, si lo deseara iría usted en metro ¿no?-Preguntó el pelinegro con una sonrisa.
¡Cuánto amaba charlar con Paco de cosas tan burdas como esas!, Quizá podrían ser amigos, o eso él pensaba.
-Por supuesto, si yo quiero, tomó el metro… -dijo el rubio con una sonrisa.
Por algún motivo ese niño le llamaba mucho la atención, no podía portarse cortante bcon él aunque quisiera. Ese muchachito iperactivo tenía algo, un “noséque” que le agradaba. Fue entonces que sus pensamientos fueron interrumpidos por Luis que volvía a hablar:
-Quisiera que no te fueras sólo. Ya sabes que en los buses asaltan mucho y sería una pena que alguien te lastimara solo porque te ven más pequeño.-Comento el pelinegro mirando fijamente al rubio.
-Veras… Yo no soy un “pequeño” yo casi cumplo 19 años.-Dijo el rubio mientras sacaba su cartera y le enseñaba su credencial de elector2. El joven pelinegro miro anonadado la credencial. Era cierto que aquel rubio no parecía un adulto, incluso se veía mucho más joven que él. Ahora creía que era más maravilloso de lo que pensaba.
En ese momento el bus llegó y Paco le sonrió por última vez.
-Es hora de irme, espero que te vaya muy bien….
Luis se quedó estático en el mismo lugar, pasó saliva pesadamente y cerró los puños. Sí, se arriesgaría y quizá se arrepentiría después, pero lo requería con locura.
Antes de que Paco se diera la vuelta, Luis lo tomó del brazo y lo atrajo hacia él, se acercó y besó sus labios. El rubio se sorprendió por completo, aquellos labios que besaban los suyos eran suaves y carnosos, quizá tan dulces como un caramelo, se iba a dejar llevar por eso, en serio que era inevitable, pero como siempre su razón ¡su maldita razón! Lo impidió. Sí, lo impidió. “Este sujeto ni siquiera lo conozco ¿Qué diablos espero?” fue su pensamiento, se separó en seguida no sin antes darle una muy fuerte bofetada, subió al bus y en seguida sus puertas se cerraron. El rubio respiro agitado mientras sus mejillas se sonrojaba más de lo que ya estaba… Su corazón latía tan rápido y estaba tan molesto consigo mismo por no haberse dejado llevar pero, también estaba feliz por tener ese autocontrol. Mientras tanto un pelinegro toca su enrojada mejilla mientras mira el bus alejarse y una sonrisa se forma en su rostro.
Notas finales:

1.-

Bebida que se elabora con maíz cocido, molido, diluido en agua o leche y hervido hasta darle cierta consistencia; es típica de México y de otras zonas de América Central. 2.-En México un requisito para identificarte como ciudadano (o demostrar que eres mayor de edad) es la credencial de elector.

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