Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Donde nace el sol por girlutena

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No digo nada....a leer


(:

Aragorn se encontraba bajando las escaleras ya que Amroth le había pedido quedarse a solas con su hermano, Boromir había salido a caminar un poco por el gran jardín, mientras que sus padres se habían encerrado en el estudio principal.


El moreno salió por la puerta principal, le pareció haber escuchado la voz de su amigo llamándolo pero él se limitó a seguir caminado, aun con más prisa, sus ojos brunos mostraban preocupación, su mente vagaba por todos los recuerdos olvidados. Poco a poco las luces artificiales del jardín fueron desapareciendo, siendo las escazas estrellas las únicas que se encargaban de iluminar tenuemente el frondoso bosque.


Sin saber por dónde ir, tan solo siguió caminando, intentaba recordar, pensar, debía de haber alguna forma de salvar a sus hermanos y al menor de los elfos, pero todas las ideas que le venían a la mente las descartaba rápidamente ya que siempre alguien debería sacrificarse.


Boromir entro a la habitación de Legolas, encontrando a Amroth sentado en la cama, al costado del rubio, los ojos verdes de Amroth se veían cansados, sus ojos cubiertos por unas grandes marcas negras por la falta de sueño, sus manos apoyadas delicadamente en la frente del menor, mientras que cambiaba por quinta vez la tela húmeda.


-Deberías ir a dormir, yo me encargare de él. –El elfo miro al Hombre y suspiro abatido ya había pasado dos noches desde que Legolas no había despertado y Aragorn había desaparecido del castillo, sin dejar rastro alguno.


-Está bien. –Los jóvenes bajaron a la primera planta donde les esperaba una de las comidas junto a los reyes, ninguno se atrevía a decir nada, Elrond se veía preocupado pero aun así, seguía sin decir nada.


-Debería ir a decirles de todo esto a mis padres. –Arathorn levanto la cabeza para mirar al primogénito de Thranduil. Pero antes de que el Rey pudiera decir algo, las puertas se abrieron con un fuerte golpe.


-Señores. –La voz de una de las muchachas que se encargaba de la limpieza, interrumpió la comida con una voz agitada y preocupada. –La habitación del príncipe Legolas está vacía. –Fue lo único que pudo decir, ya que Amroth se puso de pie rápidamente, tirando la silla al piso. Arathorn, Elrond y Boromir, entraron a la habitación después que Amroth, quien en ese momento se encontraba en la ventana.


-¿Cómo fue que pudo desaparecer?


-Es muy posible que alguien se lo haya llevado. –Todos miraron con una expresión de miedo y aturdimiento en sus rostros a Elrond, quien se había acercado a Amroth.


-Pero no hay ninguna marca de que eso haya sido posible.


-Tan solo hay un elfo que puede hacer tal conjuro. Pero será muy difícil que nos deje entrar a su reino.


Aragorn se detuvo sin saber por dónde ir, había estado caminando por tres días, sin rumbo fijo, lentamente se acercó al río, intentando lavar su rostro para despegar su mente, pero las últimas noches había tenido pesadillas, donde Legolas era cruelmente sacrificado por su propio hermano, Elladan, donde el mismo asesinaba a Thranduil, donde veía su propia lapida al costado de la su padre.


De pronto escucho el sonido de unas espuelas chocando contra la tierra, se escondió, no sin antes desenvainar su espada, los dos elfos que cabalgaban, uno tenía el cabello dorado y el otro tan negro como la misma noches, los dos mantenían sus cabellos amarrados en unas finas trenzas. Los jóvenes elfos se detuvieron muy cerca de donde estaba Aragorn y se acercaron al rio.


-Puedes salir de tu escondite, Estel. –El pelinegro


Amroth junto con Boromir tomaron a sus respectivos caballos partiendo rápidamente hacia el Oeste, la ciudad de Aman, no les tomaría mucho tiempo en llegar, tal vez algunos días, tenían la esperanza de poder encontrar a Olórin, también conocido como Gandalf en el norte.


 Mientras que Arathorn junto con Elrond, tomaron sus caballos para partir hacía el Bosque negro, Arathorn recordó el momento en el que finalizo su guerra y le prometió a Thranduil nunca cruzar aquel muro que dividía los dos reinos, pero la mano de Elrond sobre su hombro, ver aquella cálida sonrisa le indico que todo iba a estar bien.


 


-¿Cómo saben mi nombre?


-Aragorn, hijo del Rey Arathorn y el elfo Elrond. Tendrás una vida llena de júbilo, pero antes tendrás que pasar por muchas cosas.


Aragorn pudo ver como los ojos color ámbar de aquel elfo empezaban a volverse de un color algo violetas casi transparentes. Instintivamente dio un paso atrás, poniéndose en guardia.


-¿Quiénes son ustedes?


-Tu camino no debe ser este. Sea lo que sea que estás buscando deberías salir de este lugar.


El otro elfo que tenía sus cabellos tan largos como el primero, pero de color negro, sus ojos de color azabaches, su rostro se mostraba maduro y con una cicatriz apenas notable. su voz era más gruesa y algo rasposa


-Yo necesito encontrar alguna solución para mi familia.


 


Legolas podía sentir cierta calidez, su cuerpo posaba sobre un suave colchón cubierto por finas sábanas de seda, tan frescas como el mismo aire, el calor que había sentido emanar de su cuerpo casi por dos noches había desaparecido, se sentía liviano, casi que pudiera volar, un suave aroma a flores frescas le llamo la atención.


Intento abrir sus ojos muy lentamente y pudo ver los destellos de las estrellas iluminar la habitación, el fresco aire entraba por la gran puerta que deba al balcón, aún en su cama pudo ver como una cabellera dorada se movía al compás del suave viento, sus finas ropas, un vestido largo de un blanco impecable, los pliegues se movían haciendo notar las curvas del cuerpo de aquella elfa.


Cuando la elfa volteo su rostro, el menor inconscientemente intento alejarse de ella, pero sus ojos color verde agua le miraban fijamente, casi intentando leer su mente, vio como aquel cuerpo se le iba acercando, tocando su mejilla con la delgada fría mano.


-Legolas, hijo del Rey Thranduil. Tu futuro será desbastador.


-¿Dónde estoy? –El menor se removió incomodo, retirando sutilmente la mano de la dama de su mejilla.


-Estas en mi reino. Estas en Lothlórien. –La elfa se puso de pie, acercándose nuevamente al balcón, viendo como las luces de los árboles jugaban con las estrellas. –Deberías descansar, más tarde te traerán algo para comer.


El menor vio como la elfa se alejaba de la habitación, espero unos segundos y él también corrió hasta el gran balcón, miro en lo más profundo de las montañas pero no podía ver ni oír nada más que neblina y el suave sonido de los árboles. Volvió a la comodidad de la cama, cerró sus ojos pensando en lo hermoso que se veían las estrellas y las luces de los grandes árboles revolotear por todo el gran bosque, pero nuevamente aquellas imágenes donde su familia era asesinada, donde Elrond volvía a desaparecer y Aragorn moría intentando salvar a los que más amaba, volvieron a inundar su mente.


Bajo lentamente su mano izquierda por su pierna para tocar su tobillo, sonrió aliviado al saber que su querida daga seguida escondida debajo de sus anchas ropas, salió de la habitación con sigilo y empezó a caminar por un  largo camino, sin saber muy bien a donde le llevaría pero no le importó.


El sonido de agua empozada le llamo la atención, empezó a caminar un poco más rápido hasta un pozo hecha con piedras de marfil, coloco sus manos sobre el filo y acerco su rostro lo más que pudo sobre el agua, pudiendo ver su rostro reflejado en el espejo de agua.


Eärendil tomando el trono que le correspondería a Aragorn y él a su costado, vestido con la ropa más cara del reino, cubierto del más fino oro por todo su cuerpo, sus ojos azules no mostraban nada más que tristeza y muerte.


Un cementerio, el más alejado de todo el reino de los hombres, se podía ver dos lápidas, dos nombres se podían leer en la gruesa piedras.


Aquí yacen los cuerpos de  dos grandes hombres que sacrificaron sus vidas por su reino. Aquí yacen padre e hijo que serán recordados por todos los hombres, por luchar valientemente ante cualquier amenaza.


Aquí yace el cuerpo del Rey Arathorn y el cuerpo del príncipe Aragorn.


De pronto la imagen volvió a cambiar, era su reino, el reino del Bosque Negro. Donde todos los árboles estaban secos, no se podía oír ningún sonido de los animales, el aire se encontraba contaminado, los translucidos ríos se encontraban secos.


Sus ojos se movieron rápidamente, intentando encontrar a sus padres, llego hasta su casa, esa no era su casa, el reino de los elfos, el reino que su padre se había tardado en construir para traer paz, se encontraba destruido, pudo ver a lo lejos una espada clavado en la colina. Su cuerpo se movió por si solo y sintió como todas sus fuerzas iban desapareciendo.


Sin darse cuenta de sus ojos estaban brotando infinitas y gruesas lágrimas, su respiración agitada y sus manos hechas puños.


-Ese es tu futuro, joven Legolas. –El elfo volvió lentamente por dónde provenía aquella voz, aquellos ojos verdes le miraban sin compasión alguna, su cuerpo callo en seco, sus rodillas tocaron la fría tierra y escondió su rostro entre ellas.


Había visto el cuerpo de todos aquellos elfos que él conocía, los cuerpos de sus padres, el de su hermano, los cuerpos de todos aquellos que sus padres conocían y casi veneraban, y en medio del cuerpo de su padre se encontraba enterrada aquella espada que muy pronto sería entregada al futuro rey de los hombres, Aragorn.


Sus ojos ardían, su cuerpo se encontraba débil, su futuro, sus pesadillas se convertirían en realidad, se casaría con Earendil y gobernaría bajo los cuerpos de los hombres.


-Si no deseas que nada de esto pase, será mejor que cumplas con tu papel que se te ha encomendado. –Aquella voz que al principio sonaba tan sutil, ahora se escuchaba tan lejana y tan opaca, sus oídos empezaron a zumbar y sus ojos empezaron a nublarse. El peso de su cuerpo se dio por vencido y de pronto todo se volvió negro.


A lo lejos podía escuchar la sutil melodía que le cantaba su Ada, todas las noches para que pudiera dormir, los ojos de su padre tan idénticos a los suyos le sonreían, los brazos de su hermano que se sentían tan cálidos, todo ello, todo lo que conocía poco a poco se fue apagando.

Notas finales:

Espero sus comentarios (:...aunque aveces me olvide de responderles 


Sí los leo!!!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).