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Donde nace el sol por girlutena

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Notas del capitulo:

Vaya... cuanto tiempo ^^

T_T

lo siento mucho....se me borraron los ultimos 10 capitulos y pues me deprimi mal y comenze a escribir otras historias...dejando poco a poco esta y cuando reeeeeeleeeii esta historia (porque si, me tomo mucho tiempo T_T)  me di cuenta que habia dejado de hablar de Aragorn :O!!!

y pues....

no los aburro mas a leer (?)

 

Apoyó sus manos en la baranda de madera, sintiendo como el suave viento recorría su rostro, soltó lentamente todo el aire que había contenido en sus pulmones, viendo el hermoso firmamento que se veía más allá de su reino.


Las altas montañas, los grandes árboles, todo el cielo lleno de hermosos y brillantes, sonrió suavemente, todo aquello era suyo y casi se le hacía imposible creerlo. Cerró lentamente sus ojos al recordar los ojos azules de su hojita, su hermosa sonrisa, sus mejillas sonrojadas y aquellos cabellos rubios, tan brillantes y dorados como el mismo Anar; abrió lentamente sus ojos al percibir aquel aroma tan inconfundible a almendras.


 


Podía escuchar las voces de sus familias, los pasos apresurados de los guardias y de los ayudantes, pero no le tomó demasiada importancia y caminó suavemente, sin querer llamar la atención de nadie, se detuvo en una puerta de roble, llevando nervioso la palma de su mano en la perilla para ingresar a aquella habitación.


Toda la habitación se encontraba iluminada por los resplandecientes rayos de Anar, caminó despacio, cerrando la puerta detrás de él, viendo con diversión, como algunas prendas de vestir se encontraban tiradas en el suelo, siguió caminando lentamente llegando a las puertas abiertas que daban al balcón.


Sonrió suavemente al ver el cuerpo de su pequeño elfito, el cuerpo de Legolas se encontraba apoyado sobre la baranda, mirando el cielo, como él lo estuvo haciendo hace unos minutos atrás.


Escuchó como el menor susurraba suaves palabras a las pequeñas aves que se habían posado con delicadeza sobre sus manos, quiso reír suavemente al ver como otra se había posado sobre los cabellos rubios de su amado.


Pasó suavemente sus manos por la cintura algo hinchada del menor, escondiendo su rostro en la curvatura del cuello del rubio, percibiendo el aroma de almendras de hace un momento, repartió suaves besos por toda aquella piel, mientras sus manos acariciaban suavemente su vientre hinchado, sonrió ligeramente al sentir la energía emanando de su pequeño heredero.


Legolas apoyó su espalda sobre el pacho del Hombre, sintiéndose cada vez más relajado, soltó suavemente el aire que había mantenido en sus pulmones, sintiendo como su pequeño empezaba a calmarse.


-¿Qué te preocupa, hojita? –El elfito escuchó la voz pausada de su futuro esposo, colocó suavemente sus manos sobre las manos grandes y firmes del moreno, para darse vuelta pero sin soltarse del abrazo.


-Me veo gordo. –Apoyó su frente sobre el pecho de Aragorn y tan solo bastó aquello para que desapareciera el puchero de sus labios, sonrió suavemente al escuchar el suave latido de su corazón, colocó suavemente su mano sobre aquella parte, sonriendo levemente, pero sin levantar el rostro.


Aragorn apoyó su quijada sobre la cabeza del rubio, acariciando suavemente la espalda baja de este.


-No estás gordo, mi vida. –El Adan llevó una de sus manos para tomar delicadamente la quijada del rubio, para alzar lentamente su rostro.


Sus ojos tan brunos brillaron con intensidad al ver los brillantes ojos azules de su amado, llenos de amor y sus mejillas levemente sonrosadas; acarició suavemente su mejilla, sus puntiagudas orejitas, sus largos cabellos dorados, adornados con pequeñas trenzas.


-Te ves hermoso. –El elfo coloco las dos palmas de sus manos sobre el pecho de este, alejándose suavemente pero sin soltar su agarre.


El rubio se sonrojó al verle vestido con sus ropas de guerrero, sus botas de cuerpo, vistiendo un pantalón de lino negro, su camisa tan blanca, debajo de sus manos pudo sentir la cota de malla que cubría su pecho junto con su capa de un azul oscuro; llevó su mano para acariciar el rostro levemente bronceado del moreno, observando las facciones de su rostro tan duras y toscas, su nariz tan tersa y perfecta, sus labios tan suaves, sus cabellos azabaches caían con suaves rizos, mientras que sus ojos tan negros le miraban maravillado, brillando ante cada caricia.


Aragorn tomó delicadamente su mano para llevarla a sus labios, besándola suavemente para llevarla a su pecho, específicamente donde latía su corazón, sintiéndolo latir tan desbocadamente, tan rápido capas de poder escucharse.


-Tú eres él único que puedes hacerme sentir todo esto. –El rubio nunca había perdido contacto con aquellos ojos tan brillantes, capaces de hacerle olvidar todos sus pensamientos y todos sus miedos. –No puedo esperar la hora para poder tenerte como mi consorte.


El elfo agachó levemente su rostro, al sentir como sus mejillas empezaron a quemar, a la vez que tomaba la mano del moreno para llevarla lentamente hasta su pecho, haciéndole saber al Adán que él también se sentía nervioso.


-No hay porque estar nerviosos. Solo somos tú y yo y nuestro pequeñín.


El rubio sonrió abiertamente, sintiendo el besos suave pero demandante del moreno, Aragorn lo aprisionó entre sus brazos, entre su pecho, queriendo sentirse uno.


-In Mella Lle. –El moreno acaricio nuevamente la mejilla sonrojada del elfo, terminando por darle un pequeño beso en la punta de la nariz, se arrodillo al frente de él, apoyando sus dos manos sobre el vientre levemente hinchado. –No puedo esperar por tenerte en mis brazos, mi pequeño.


Los futuros padres sonrieron al sentir como su pequeño emanaba su cálida energía, sintiéndose extasiado por el amor que se profesaban sus padres.


 


La boda se estaba celebrando en el jardín exterior del reino, los árboles movían suavemente sus ramas, emocionados por aquella boda, por aquella pareja de enamorados, el sol ayudó a forma hermosos colores en el firmamento junto con sus colores naranjas junto con el azul alumbraban el lugar, dando la hermosa vista con las altas montañas de Gondor.


Las grandes puertas del reino se abrieron dejando ver a todas las personas que habían ido a presenciar aquella boda real, los amigos, los Hombres, los elfos, los enanos, todos se encontraban ahí, emocionados.


Gandalf se colocó al frente del altar que habían construido en las puertas del reino, Thranduil tomó la mano de su esposo, sonriéndole enamorado, como si no hubieses pasado mil años juntos, Arathorn cruzó sus brazos alrededor de la cintura de Elrond, sonriendo al ver a su hijo de pie frente al altar.


El rostro de Aragorn era inmutable, con su cuerpo tan tenso, sus hombros y todo su porte, le daban una imagen tan prepotente, pero tan solo Boromir que yacía de pie a su costado podía sentir su nerviosismo, el senescal colocó suavemente su mano sobre el hombro de su amigo, dándole una suave sonrisa.


El sonido de los cuernos sonaron fuertemente, las banderas empezaron a ondear con el suave vendaval, de pronto todo quedó en silencio, dejando que los árboles cantaran para aquel hermoso elfo que se acercaba lentamente.


El Adan pudo sentir como sus pulmones se quedaban sin aire y todos los recuerdos pasaron como flashes, recordó cómo conoció a al pequeño elfo, cuando cruzó el muro y lo vio por primera vez; sus cabellos largos y rubios brillaban ante los rayos del sol, sus ojos añiles brillaban emocionados, su nívea piel, sus mejillas sonrosadas, el suave viento sopló removiendo lentamente los pétalos, levantando lentamente sus mechones rubios, vistiendo un bello traje verde, resaltando su –aparente- frágil cuerpo, su belleza y sus hermosos ojos.


El rubio llegó hasta su izquierda, en ningún momento se dejaron de ver, todos pudieron ver, en aquellas miradas, como Aragorn y el joven elfo se profesaban eternamente su amor.


-Queridos amigos, Nos encontramos reunidos para celebrar el enlace de Aragorn Telcontar, hijo de Arathorn, Rey de Gondor y Arnor con Legolas Thrandulion, Principe de Mirkwood. Si la intención de ustedes es unirse en matrimonio, lo manifestarán tomándose de la mano derecha.


El Adán tomó fuertemente la mano derecha del elfo, mirándole fijamente sin poder borrar la pequeña pero hermosa sonrisa que emanaba de su rostro.


El bello rostro del elfo se veía reflejando los últimos suaves rayos del sol, dejando que sus ojos azules brillaran con emoción.


-Aragorn, ¿Aceptas a Legolas como tu legítimo consorte para amarlo y protegerlo, en la dicha y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?


-Sí, acepto.


-Legolas ¿Aceptas a Aragorn como tu legitimo consorte para amarlo y protegerlo, en la dicha y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?


-Sí, acepto. –El rubio mostro un suave sonrisa, mientras que sus ojos destilaban nervios y amor, mientras que sus mejillas se sonrojaban fuertemente ante la penetrante mirada del Adan.


-Ahora tomen los anillos. –Les ordeno, dejando que Boromir les alcanzara un pequeño cofrecito de plata, Aragorn abrió con premura el suyo, tomando con delicadeza entre sus dedos, la pequeña alianza, que ya empezaba a significar demasiado para él.


r13;Yo, Aragorn Telcontar, hijo de Arathorn, te tomo a ti, Legolas Thranduilion, como mi consorte – declaró con firmeza, colocando el anillo en el dedo del Príncipe.


-Legolas es tu turno. –La voz de Gandalf se escuchó fuerte.


-Yo, Legolas Thranduilion, te tomo a ti, Aragorn Telcontar, como mi consorte – y colocó el anillo con las manos temblorosas.


Aragorn sonrió suavemente al sentir las manos temblorosas de su pequeño consorte, suavemente tomó una pequeña y fina corona de mithril que se encontraba sobre un cojín, a su costado.


Legolas se arrodilló en el piso, agachó levemente su cabeza, dejando que su esposo posara la joya sobre sus finos cabellos, esperando a que apoyara sus manos sobre sus hombros, ayudándolo a levantarse.


-Legolas Telcontar, Príncipe de Mirkwood, yo te nombro Príncipe Consorte de los Reinos de Gondor y Arnor. –Anunció con voz fuerte y solemne el soberano.


Los aplausos no se demoraron en ser escuchado, todas aquellas voces y aplausos ovacionando a la Pareja Real.


Gandalf sonrió al Rey con picardía, sabiendo que era aquello lo que la pareja estaba esperando.


- Cristo bendice abundantemente este amor. Ahora pueden besarse.


Legolas cerró suavemente sus gemas añiles, alzando levemente su rostro y como si ese momento fuese el más esperado para el monarca, acarició suavemente el rostro del rubio, sonriendo al verle con las mejillas levemente sonrosadas.


El Adán cerró sus ojos, llevando una de sus manos por la cintura, mientras la otra la llevaba por detrás de la nuca del elfo, posó sutilmente sus labios contra la de su consorte, abriendo sus bocas, dejando que sus lenguas se encontraran como si fuese su primer beso, conociéndose, confortándose, amándose.


Los aplausos y las voces se dejaron de escuchar, tan solo se encontraban ellos dos, sintiendo el suave aire, soplar sobre sus cuerpos, dejando que los delicados pétalos cayeran sobre el cuerpo de su esposo.


Tuvieron que separarse al escuchar el carraspeo del mago, sonriendo suavemente se dieron vuelta para ver a todas aquellas personas, amigos y familias que estaban con ellos, el moreno hizo más fuerte el agarre, encontrando sus pares de ojos, dejando que el menor sonriera sumamente abochornado por toda aquella ovación.


Aragorn caminó lentamente con su consorte a su costado hasta llegar a la parte más alta de la colina, Legolas soltó suavemente la mano del moreno acercándose para observar con emoción a todos aquellos que aun seguían ovacionando aquella escena.


Aragorn pasó suavemente sus brazos alrededor de su cintura, apoyando su quijada sobre el hombro de este, cerrando lentamente sus ojos, sintiéndose extasiado y completo al sentir a su elfo con él.


-¡Queridos amigos, queremos agradecer a cada uno de ustedes por estar aquí, compartiendo este momento que están importante para nosotros, para nuestra familia! –Su voz fuerte resonó en todo el lugar, dejando que el menor se estremeciera entre sus brazos.


-Todos ustedes están invitados al gran banquete que vamos a celebrar.


El moreno acaricio la mejilla de su esposo, besando suavemente sus labios, arrodillándose al frente de su consorte, apoyando delicadamente sus manos sobre el vientre, donde habitaba su pequeño.


-Estamos juntos, bebé. –El menor no pudo evitar soltar una leve risa al sentir las suaves cosquillas sobre su piel; coloco sus manos sobre el cabello azabache de su moreno, acariciándolos con sus largos dedos. -In Mella Lle, Legolas


-In Mella Lle, Elessar. -El moreno tomo suavemente entre sus manos el rostro de su esposo para besarle nuevamente los labios, las voces se habían vuelto murmullos, dejándoles pasar aquel bello momento a solas. La pareja se separó pero en ningún momento soltaron de las manos.


Muchos invitados se habían acercado a felicitarlos, Sus padres y hermanos fueron los primeros, la pequeña fiesta era alumbrada con las pequeñas luces amarillas, los suaves canticos de los elfos sonaba en el fondo.


El elfo se soltó del agarre de su esposo, caminando despacio hasta llegar a un pequeño jardín que no se encontraba ocupado por los invitados, no tuvo que acercarse mucho para darse cuenta que esos cabellos largos y azabaches podían ser de solo una persona, observando sus bellos ojos brillando.


-Arwen


-Príncipe Consorte Legolas Telcontar. -La joven elfa hizo una leve reverencia, dejando que Legolas tan solo inclinara levemente la cabeza. El rubio se acercó lentamente hasta la banca donde se encontraba la pelinegra


Los dos elfos se quedaron en silencio, escuchando los suaves cantos de los grandes árboles, las gemas brunas de la elfa, junto con las gemas añiles del rubio se quedaron embelesados mirando la primera estrella que brillaba en lo más alto del cielo.


El menor agachó levemente su rostro para fijarlo sobre el rostro níveo de la pelinegra, sintiéndose extraño al ver su pequeña y bella sonrisa.


-Muchas veces, nos comportamos como humanos, sin darnos cuenta de nuestra verdadera naturaleza ¿Verdad? –El rubio asintió levemente sin poder despegar su mirada de la contraria. –Somos elfos, seres hermosos, puros y no vemos maldad en nadie. Yo tuve pensamientos impuros y debo pedirte disculpas, Legolas.


Legolas sonrió suavemente, pasando sus brazos alrededor del cuerpo de la pelinegra, escuchando como soltaba un leve jadeo.


-Yo también quisiera disculparme contigo, Arwen.


La pelinegra sonrió suavemente acariciando la mejilla levemente sonrosada del elfo, suspirando por enésima vez.


-Estás hermoso. Nadie tiene duda que el Rey Elessar te ama demasiado, Príncipe Legolas.


 


 


-¿Dónde estabas? –Legolas soltó una leve risilla al sentir los brazos protectores del moreno alrededor de su cintura, escuchando aquella voz tan varonil.


El rubio se colocó de puntillas para poder darle un pequeño beso en los labios del mayor, para acariciar su mejilla.


-Hijo, no agobies a tu esposo. –Arathorn se aceró de la mano junto con Elrond, soltándolo un momento para abrazar nuevamente al pequeño elfo. –No sabes cuánto me alegro de tenerte en mi familia, pequeño Legolas.


-Mi hermanito está celoso de padre. –Aragorn arrugó fuertemente su ceño al escuchar la escandalosa risa de Elladan.


-Hijo, no molestes a tu hermano en el día de su boda.


Legolas sintió de nuevo los brazos de su esposo, apoyando su peso en el pecho del moreno, a la vez que sentía como colocaba su quijada sobre sus cabellos rubios, mientras que la pequeña sonrisa se mantenía en su bello rostro.


Observando como sus familias y amigos se encontraban rodeándole, tan felices como él mismo.


-¿Estas feliz? –Pero el menor negó suavemente, llamando rápidamente la atención del moreno.


-No sé cómo explicarlo. Estoy más que feliz. –Legolas quiso reír al ver el rostro del varón, sintiendo sus labios siendo aprisionados por un beso tan demandante de Aragorn, obligándole a colocar sus manos sobre los hombros del Adan, para profundizar aquel beso.

Notas finales:

algun comentario por ahi ?? T_T


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