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Donde nace el sol por girlutena

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Notas del capitulo:

jojojo 


T_T


lo siento!!!!! muucho mucho mucho T_T


sé que tuve que haberlo subido hace unas semanas  >.<!!!!


y aunque recien ...tambien he contestado todos sus hermosos reviews *-*


...bueno...la verdad era que...no sé me ocurria nada bueno para seguir...pero ayer en el avió...*-*!!! se me vino muuuchas ideas *-*!!!


....


espero que les guste este capitulo *-*


(:

Quince días habían pasado desde que Thranduil había llegado junto con su familia a Rivendel, donde todos los elfos mas viejos y sabios se habían reunido en la casa de Elrond para escuchar la palabra del rey de los elfos silvanos junto con Amdír, como Rey de Lothlórien.


La pareja de esposos se había acercado al gran jardín después de despedir amablemente a los ancianos, desde lo lejos podían oír la risa de su pequeña hojita junto con la de su hermano, se podía ver que habían creado un lazo muy fuerte con los hijos de Arathorn. Thranduil pasó delicadamente su brazo por debajo de la cintura de su esposo para atraerlo a su pecho y poder besarlo con ansias contenidas.


-Thranduil, aquí no. Están los niños. –Pero al mayor pareció no querer escucharle, pasando su rostro por el cuello desnudo de Amdír, aspirando su aroma a girasoles, que tanto le enloquecía. Amdír coloco suavemente sus dos manos sobre el pecho de su esposo, separándose tan solo unos milímetros, para ver los ojos azules, llenos de deseo y lujuria del mayor. El rubio se mordió el labio sutilmente, sintiendo cosquillas debajo de su vientre.


Sin llamar mucho la atención la pareja de esposos se alejó del jardín, caminando parsimoniosamente por el largo pasillo del segundo piso para llegar a su habitación.


-Amroth. ¿A dónde se fue Ada y papá?


-Muy posiblemente se fueron a conversar con Elros. –El elfo acaricio con ternura los cabellos de su hermanito, este se había dado cuenta de las miradas de sus padres, pero prefirió mentirle a su hermano que antes de crearle un posible trauma.


Antes de que el astro solar se escondiera por las montañas, Aragorn junto con Elladan y Amroth se fueron a las caballerizas a traer los 5 mejores caballos de su familia.


Los grandes ojos azules de Legolas empezaron a brillar con emoción desbordante cuando Elrohir le entrego un caballo blanco, el pequeño elfo se trepo emocionado del cuello del animal, sintiendo como este le besaba la cara.


Después de que Amroth lo montara en el animal, todos empezaron a cabalgar rápidamente por la pradera, dejando al menor atrás, el pequeño elfo, poco a poco se empezó a inquietar, sin siquiera poder visualizar la espalda de su hermano, de pronto de sus ojos azules se empezaron a empañar, hasta que de estos empezaron a salir finas lágrimas ya que cuando quiso regresar no podía ver la casa de Elrond, sin que se dé cuenta el caballo empezó a trotar por otro camino, acercándose a una hermosa playa.


Cuando el pequeño dejo de llorar, podía observar como el cielo jugaba con hermosos colores entre el rojo hasta el azul, colores que nunca pensó ver, una tibia caricia del viento le limpio suavemente las lágrimas que aun yacían en sus mejillas.


Legolas se bajó con cuidado del caballo, acercándose emocionado al mar, ya que era la primera vez que lo veía, se quitó sus zapatos, tocando la suave y tibia arena bajo sus pies, sentía como la blanca arena le hacía cosquillas, cuando se acercó al mar, toco el agua que poco a poco iba calentándose bajo su cuerpo.


Escucho a lo lejos como el corcel empezaba a relinchar asustado, pero le hizo caso omiso, intrigado y emocionado por las nuevas cosas que estaba viendo y sintiendo, mientras el sol poco a poco iba desapareciendo, su pequeño cuerpo iba adentrándose aún mas al mar, sus ojos pegados en el agua cristalina que cambiada de un verde a un azul, no se dio cuenta que a lo lejos venía una inmensa ola que por su magnitud y fuerza volcó el pequeño y frágil cuerpo del elfo.


Miedo, desesperación, la imagen de sus padres y la de su hermano, pasaron por su mente, el recuerdo del juego de luces que hacían todas las noches el Bosque Negro, la cual los veía con su padre, unos ojos color negro aparecieron de pronto y en su mente apareció el rostro del joven Aragorn.  La sal empezaba a entrar en sus ojos, intentaba mover sus pequeños brazos y piernas, pero sentía como algo lo jalaba hasta lo mas profundo, intentaba no soltar lo poco de aire que le quedaba en sus pulmones, pero se le hacía imposible retenerlo. Lo único y último que sintió fue una presencia cálida que le cubría todo el cuerpo y de un momento a otro sintió como el limpio aire entraba con desesperación llenando sus pulmones, unas tibias manos tocaban con delicadeza su fino rostro.


Cuando pudo al fin abrir sus zafiros pudo observar unos ojos tan hermosos como el cobre,  como la misma naturaleza, una sonrisa tan cálida como el tibio amanecer, sus cabellos tan largos y hermosos, su olor a menta se sentía tan refrescante, lentamente levanto su brazo, acariciando el níveo rostro del hermoso elfo.


-Te vas a recuperar.


-¿Quién eres? –La voz del mayor sonaba tan calmada, mientras sus ojos cobrizos lo miraban con amor, mientras que la voz del pequeño se escuchaba raspada y cansada, sus ojos azules ardían haciéndole difícil visualizar al mayor.


-Eso no importa, pequeño. Por ahora tienes que alejarte de este lugar.


Unos fuertes pasos se acercaban rápidamente por el oeste, el elfo se puso de pie, dejando a Legolas tendido en la tibieza de la blanca arena.


-¿Cómo te puedo llamar?


-Bóveda de estrellas. –El mayor acaricio con ternura los mojados cabellos del rubio, dándole por último un beso en la frente, para después desaparecer por las altas llanuras de las montañas.


-¡Legolas! –El menor movió su cabeza viendo el caballo de pelaje bruno de su hermano, vio como este casi salto del animal, corriendo para abrazarlo fuertemente en su pecho. Sintió como las tibias lágrimas de Amroth mojaban su cuello, cruzo sus brazos por el cuello de su hermano, sin darse cuenta también empezó a llorar.


Cuando la luna hizo su presencia con un hermoso esplendor en el gran cielo gris, los esposos aun yacían en la gran cama abrazados, Thranduil beso con cariño los cabellos de su esposo, sintiendo como los dedos fríos de Amdír surcaban su pecho desnudo.


-¿Qué te tiene preocupado, amor?


-Thranduil, me preocupa Aragorn. No sé si Arathorn le habrá contado la verdad sobre su madre… deberíamos hablarle sobre Elrond, siento como si algo malo va a pasar. –Los brazos de Thranduil apresaron aun mas con fuerza el cuerpo de su esposo, él también tenía miedo, miedo de que su pequeño hijo se vea involucrado en todo eso.


-Ese tema debe hablarlo con su padre. –Pero antes de que pudieran seguir hablando un suave toque en su puerta les hizo detenerse, lentamente la puerta se fue abriendo dejando ver como los grandes ojos azules de su pequeño brillaban en la penumbra.


Legolas corrió a la cama junta de sus padres, quienes lo abrazaron fuertemente para quedar entre los dos. El mayor jugó con su nariz en los cabellos de su hijo, percibiendo el dulce aroma de girasoles, el mismo que su amado, aunque le pareció extraño oler un poco a sal, también.


-Papá, Ada. El viejo Elros dice que la cena ya está servida.


-Legolas, ¿Qué te he dicho de que no hables así de los mayores?


-Pero papá también le habla así.


Thranduil beso divertido los cabellos de su pequeño, mientras que Amdír lo miraba reprobatoriamente, pero no podía negar que amaba a su familia, nunca se arrepentiría de haberse enamorado de aquel elfo, por quien dejo todo para tener una familia.


El pequeño Legolas corrió para sentarse entre Amroth y Aragorn, mientras al frente de ellos estaban los gemelos, haciendo bromas, esperando a que los mayores llegaran para empezar la cena. Elros se sentó en la silla principal, al frente de él se encontraba Thranduil y a su costado Amdír.


 A los mayores se les hizo un poco extraño pasar la cena en silencio, ya que en todo ese tiempo, siempre escuchaban las travesuras que habían hecho Legolas junto con Elrohir o escuchar las competencias que hacían Amroth contra Aragorn. Amdír miró a su esposo y este hizo lo mismo, sin saber que era lo que pasaba.


-¿Qué hicieron hoy chicos?


-Porque siento que hicieron algo malo. –Las voces de Thranduil y Elros se escuchaba entre inquieta y un poco seria, pero los menores seguían sin responder, pudiéndose escuchar la respiración de todos ellos.


-Hoy conocí el mar. –El menor atinó a contestarle a los mayores, poniendo nervioso a los demás.


-¿Así?


-¡Sí! ¡Es muy hermoso, papá! ¿Podemos ir todos juntos?


-Claro que sí hojita. –Después de que Thranduil recibiera una hermosa sonrisa por parte del menor, se pudo escuchar un suspiro de alivio por parte de los demás.


-Hoy también me paso algo extraño.


-¿Cómo así, mi niño?


-Hoy conocí a alguien, no me dijo su nombre pero fue muy amable.


-¿Amable?


-Sí, después de que es gran ola me cubriera por completo, antes de ahogarme llego él y me salvo.


-¡¿Qué ola!?


-¡Amroth! –Pero antes de que Legolas pudiera seguir contando su emocionante historia sus padres se pusieron de pie, soltando  alaridos, hacía Amroth, quien tan solo pedía disculpas.


-¡Papá, no le grites a mi hermano! –El menor de los elfos se puso de pie sirviendo de muro para su hermano ante los gritos de su padre, los demás en la sala guardaron silencio ya que ninguno se atrevía a levantarle la voz al rey de los Silvanos. Haciendo que el mayor callara inmediatamente, sin quitarle sus ojos a su hijo.


Amdír coloco sutilmente su mano en el hombro de su esposo, esperando a que su furia se desvanezca, cuando lo sintió mas tranquilo se acercó al mueble donde Legolas tenía abrazado a su hermano mayor.


-¿Por qué no nos cuenta cómo paso? –Amdír se acercó a sus hijos, arrodillándose para quedar a su altura, acaricio sutilmente los cabellos de sus dos hijos, haciendo que el mayor levantara la mirada.


-Yo…Ada, fue mi culpa, lo siento mucho, descuide a Legolas.


-Hermano… ¡también fue mi culpa Ada! …yo no hice caso de los avisos de los grandes árboles.


-Yo me di cuenta, cuando sentí la desesperación de Legolas. Lo siento mucho padre. –Amroth se puso de pie ante Thranduil, pero en ningún momento lo miró a los ojos. Volvió a recordar la desesperación que sintió el mas pequeño debajo del agua, cerrando sus manos y ojos fuertemente.


Thranduil coloco su mano en los cabellos azabaches de Amroth, acariciándolo como si tuviera cinco años y hubiese cometido alguna travesura.


-¿Ya has aprendido la lección? –El menor asintió levemente la cabeza, sintió como los dedos de su padre le levantaba el rostro, limpiándole las mejillas mojadas por las lágrimas. –Bien, entonces creo que ese es suficiente castigo. Y con respecto a ti, Legolas, estas castigado.


El menor abrió de par en par sus grandes azulejos. -¡No es justo! -Haciendo un gracioso puchero al sentir la caricia de su Ada sobre sus cabellos.


 


Antes de que todos vayan a dormir, Aragorn se acercó al pequeño lago que había en el jardín, el reflejo de la luna hacía visible su acongojado rostro.


Él también lo sintió, sintió el miedo del menor al ser cubierto por esa gran ola, cuando menos se dio cuenta, Amroth ya estaba de vuelta, galopando rápidamente, él lo siguió también. Cuando se iban acercando a la playa, no pudieron ver nada, pero poco a poco la imagen de un elfo se hizo visible, dejando ver como acariciaba dulcemente los cabellos del menor.


-Oye, ¿Estas bien? –La voz dulce y tierna del elfo le hizo regresar de sus recuerdos, sin deseos de volver a recordar aquel sentimiento amargo.


Los ojos azules y brillantes de Legolas le veían con curiosidad, sus mejillas enrojecidas por el frío, sus labios rojos y su pequeña nariz respingada. Era una imagen demasiado tierna para su mente de pre-adolescente.


-Si estoy bien, pequeño. ¿Y tú?


-Papá no me dejo terminar mi historia. –Aragorn mostro una ligera sonrisa al ver el puchero que hacía el más pequeños, inflando sus cachetes y cruzando sus brazos sobre su pecho.


-¿Y por qué no me lo cuentas a mí?


Y en ese momento, cuando vio brillar los azulejos del menor, se dio cuenta que había nacido para cumplirle cualquier capricho. Legolas se sentó sobre el jardín, jugando con el agua, mientras que el azabache estaba a un costado de este.


-Cuando ya no pude ver mas las espaldas de ustedes, yo me asusté mucho, entonces quise regresar, pero tampoco podía ver la casa, entonces me desespere y empecé a llorar y cuando me di cuenta, el caballo me había llevado a esa hermosa playa. Al principio me emocione que deje de escuchar las voces de los árboles y cuando me di cuenta esa gran ola me cubrió, yo, intente llamar a mi hermano pero no podía, recordé a mis padres, también recordé ese día en el que me salvaste de los orcos. Y pensé que ya no iba verlos más.


Aragorn abrazó el cuerpo del menor, cuando noto que la voz del menor se iba cortando y como finas lágrimas empezaban a deslizar por sus mejillas, cubriéndolo con sus brazos y dándole un poco de su mismo calor, él también pensó lo mismo y el tan solo hecho de saber que eso podría haber pasado le hacía sentir molesto y débil.


-Pero luego, sentí que algo cálido me cubría y cuando me di cuenta estaba arrecostado sobre la arena. Sus ojos cobrizos son muy hermosos.


-¿Cobrizos?


-¡Sí! Sus cabellos color chocolate, también estaban mojados, pero es muy hermoso.


-¿Te dijo su nombre?


-No…pero me dijo que lo podía llamar Bóveda de estrellas.


-¿Bóveda de estrellas?


-¿Hice algo malo?


-No, claro que no, pequeño. Yo…quería disculparme, yo te prometí cuidarte, pero me cegué ante la competencia con Amroth. ¿Qué pasa?


El menor hizo un gracioso puchero, arrugando su ceño, para levantarse rápidamente del jardín.


-¡Me olvide que estaba molesto contigo! –Bien…algo así no se esperaba el varón, saber que su pequeño amor este molesto con él y que se lo diga tan fácilmente, sintió como algo se le clavaba en su pecho y se sintió aun peor cuando volvió a ver que el menor derramaba mas lágrimas y ahora él era el culpable.


-No…no llores, Legolas.


-Tú…tú prometiste cuidarme y tan solo te vas a jugar con Amroth, dejándome solo. –El moreno abrazó rápidamente el cuerpo del elfo, susurrándole tiernas palabras, llenas de amor y haciendo nota mentalmente en ya no hacerle caso a los retos o tonterías que diga el mayor. Él ya tenía ganado el corazón del más pequeño.


 


Antes de que el astro solar alumbrara el hermoso reino, se podía escuchar leves sonidos de pisadas, Elrohir, salió de su cama sin despertar a su hermano, saliendo en busca del culpable de su desvelo.


Entrando al bosque se podía ver como los grandes árboles empezaban a despertar lentamente, haciendo sonidos que eran tan solo audibles para los oídos tan finos de los elfos y de tan solo algunos Hombres.


De pronto escucho una hermosa risa, pero no pudo ver al causante de ello, levantando lentamente su mirada vio como en la copa mas alta estaba el pequeño Legolas, colgado, apenas, de una de las ramas. Sintió como su corazón se  detenía unos segundos cuando el menor se soltó, para que otra rama lo cogiera en el aire, depositándolo, nuevamente en la copa.


-¡Elrohir! –Legolas vio como el mayor iba subiendo lentamente hasta llegar a su lado, pero antes de empezar a regañarle se quedó en silencio para ver como todo el valle era alumbrado con un inmenso mar de luz, cubriendo todo el valle y las pequeñas casas de los habitantes.


De pronto el sonido de un cuerno les hizo voltear hasta la puerta principal, viendo como de unos hermosos corceles descendían dos elfos.


Uno de ellos, por su altura, se veía mas anciano, mientras que el otro, dejo al descubierto su larga melena azabaches, su piel tan tersa y blanca como la leche, mientras que sus ojos negros, brillaban con emoción, mientras que veía todo el alrededor.


-¿Quiénes son?


-Es mi abuelo y mi hermana Arwen.


Legolas noto la voz queda del mayor, vio en sus ojos un brillo de molestia y angustia, cuando los portones se abrieron, dejando ver el cuerpo de Elros junto con el de Elladan y Aragorn,  Elrohir salto ágilmente del gran árbol cayendo con maestría al jardín y vio como se iba acercando con pasos apesadumbrado hacia los recién llegados.


-¡Legolas, baja de ahí! –La voz de su hermano le hizo salir de sus cavilaciones, saltando a los brazos del mayor, quien lo atrapo y lo cubrió con sus propios brazos.


Cuando entraron a la casa, pudo darse cuenta que no se había equivocado, la elfa de nombre Arwen, era muy hermosa, mientras que los ojos marrones del mayor, le miraban curiosamente.


-¿Así que este es su hijo?


-Legolas, saluda a Eärendil, rey de los Peredhil.


El menor que aún estaba escondido detrás de las piernas de su Ada, salió y dio una leve y rápida inclinación ante el mayor, para volverse a esconder detrás de su padre. Amroth se había dado cuenta de la mirada –lujuriosa- con la que Eärendil, miraba al menor y eso no le gustó nada.  Mientras que a lo lejos se podía escuchar una leve pero graciosa risa, Elladan y Elrohir estaban sentados a pie del umbral, viendo como Arwen se “trepaba” de los brazos del moreno, para llamar su atención.


Legolas se dio cuenta de la mirada triste que mostraba Elrohir y se preocupó más cuando Elladan paso su mano por detrás de su espalda, dándole apoyo.


-Hermano, ¿Qué le pasa a Elrohir?


Amroth no dijo nada, tan solo jugó con los cabellos del menor, para alejarlo de la vista de aquel anciano, quien no prestaba atención a nada lo que hablaba Thranduil y Elros.


 


Amroth se acercó lentamente a donde estaban los gemelos, haciendo un movimiento con la cabeza a Elladan para que lo dejaran a solas con Elrohir. Elladan tomo la mano de Legolas para llevarlo al bosque, donde sabía que no iba a encontrarse con Arwen ni con su abuelo.


Elrohir se secó rápidamente las lágrimas, pero no fueron suficientes ya que el mayor se dio cuenta de esto, tomando las delicadas manos de Elrohir entre las suyas, acariciándole la mejilla, quitándole los restos de lágrimas que había en ellas.


-Vamos, cuéntame. –El menor apoyo su frente en el fuerte pecho de Amroth, sintiendo como este pasaba sus manos, acariciando su espalda.


-Antes de que mi Ada desapareciera, Elladan, Arwen y yo vivíamos con nuestro abuelo. Pero una noche, cuando Arwen se lastimo por jugar con nosotros, Eärendil, encerró a Elladan en la habitación mientras que a mí, me llevo al calabozo.


El menor se aferró aun mas en el pecho de Amroth, sintiendo como amargas lágrimas volvían a salir de sus ojos. Recordando aquellos días en los que el elfo anciano le castigaba con forzados trabajos, con duros golpes o algunos días sin comer.


Él tan solo tenía cinco años cuando Elrond desapareció, dejándolos a la merced de aquel elfo, Elladan todas las noches se escabullía para entregarle un poco de comida a su hermano. El pequeño elfo intento olvidar todo aquello, pero las crueles palabras que soltaba el mayor, golpeaban cada vez mas su alma.


-Tú eres una escoria, al igual que tu estúpido padre, tú no debiste haber nacido. No sirves para nada, mas que para traer hijos a este mundo. Esas y otras mas eran sus frases favoritas que soltaba mientras que era golpeado.


Amroth tuvo que hacer uso de toda su calma, para no salir a moler a golpes a aquel anciano, que aun así osaba mirar a su pequeño hermano. El moreno alzo a Elrohir para ponerlo sobre sus piernas, haciendo que este ocultara su rostro junto con sus lágrimas en su cuello.


-Después de eso, Eärendil curó con prisa todas mis heridas antes de que mi padre Arathorn, venga por nosotros. Ese mismo día él pidió quedarse cuidando a Arwen, haciendo un contrato hablado, de que un día Arwen llegaría para casarse con Aragorn.


-¡¿Qué cosa?! ¿Cómo así?


-No sé muy bien los detalles, pero…esto va a acabar mal, Amroth, tengo miedo. –El elfo, volvió a ocultar su rostro en el pecho del mayor, volviendo a llorar, mientras que la angustia empezaba a envolver el rostro apacible del moreno.

Notas finales:

y bueno!!!!! aquí estamos de nuevo >..<!!!!


les informare que ya tengo el cuarto capitulo casi casi terminado...en mi mentecilla jeje ^^


..solo falta plasmarla en la compu...pero eso hare en estos momentos...así que...


en unas horas o en unos pocos dias..subire el siguiente capitulo


(:


PD: espero leer sus reviews!! que siempre me llenan de ánimo!!


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