Cartas a nuestro favor
Para el amor no hay fronteras
Los colores del paisaje eran muy opacos, el mar mediterráneo no estaba en su mejor temporada, por la mente de Loki atravesó la idea de pintarlo, si fuese así habría quedado con pesadas pinceladas de tan turbio que lucía el cielo, pero ante su ocasional pasatiempo tenía que priorizar su trabajo, si bien no lo odiaba tampoco lo amaba, la relaciones comerciales internacionales no eran tan apasionante como una vez el llego a esperar.
Las voces de algunos pasajeros conversando le hicieron saber a Loki que el viaje pronto terminaría, que a la lejanía se podía observar el puerto de Italia. El muchacho corrió a su camarote donde tomo sus cosas entre ellas una carta la cual miro recelosamente y le guardo de manera ágil. Sin contratiempos corrió a la cubierta para bajar del navío que encallaba en el puerto.
Con euforia bajo con su única maleta en mano y avanzo entre las calles empedradas de Nápoles, la vista era hermosa desde el puerto pero después de rápidos vistazos que dio simplemente no podía consumirla, era hermosa, eran el rastro de una vieja era no obstante nunca aminoro su paso, estaba dispuesto a llegar a la oficina postal. Después de varias calles, caminos y una que otra indicación llego a una oficina postal, donde eufórico entro dejando equipaje un lado del umbral, avanzo a pasos grandes al mostrador y sonrió con carisma a la empleada que atendía.
-Necesito enviar esta carta-. Explico apurado y entusiasmado mientras escudriñaba en el bolsillo de su oscuro saco, cuando sus dedos palparon el papel metió mas su mano y saco de esta el medio arrugado sobre.-Es importante para mí, en verdad amo a esta persona y quiero que sepa que estoy bien-. No lo decía para que la mujer se enterara, sino que sentía la necesidad de contarle a alguien sobre su situación, la muchacha como cualquier chica de su edad sonrió por el gesto romántico, saco algunos timbres postales y los ofreció a Loki.
-Escoja el que quiera, van por mi cuenta-. La oferta hizo que el azabache sonriera en respuesta, tomo uno y lo coloco en su carta, la jovencita lo tomo con mano firme y le coloco un sello para después depositarlo en una portezuela que debía llevar con demás correspondencia.-Si hubiera más hombres como usted habríamos menos solteras-. La joven soltó algunas carcajadas, en verdad era linda, no solo su carácter también en físico.
-Querida eres demasiado linda, pronto encontraras a alguien-. Loki tomo su maleta, escucho unas gracias por escoger nuestro servicio de correspondencia y salió del lugar esperando que pronto esa carta llegará a su destino.
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A cada instante podía recordar a Loki, hacia esto sólo por obligación, si bien quería ayudar a su patria nunca escogió abandonar a quien amaba, la situación era ya de por si mala, las fuerzas aéreas de los alemanes se desplegaban en Francia y estaba seguro de que pronto algo podía salir fatal, lo que siempre le mantenía en pie era el momento en que recibía las palabras de su amado escritas en tinta, para no olvidarlas las guardabas y la olía antes de hacerlo.
Si estaba cansado Loki le daba fuerzas, era el recordar su voz y rostro lo que le hacían no desistir para verle nuevamente, agradecía a Dios cada noche por seguir vivo y ante todo el que Loki tuviese una enfermedad que no le permitiera ser enlistado al ejercito, sus problemas respiratorios a veces eran críticos, pero había temporadas en las que lucía sano, sonaba egoísta el agradecer por el asma de Loki pero Thor aun así lo hacía, no quería imaginarse a la persona con la que paso los mejores momentos de su vida arriesgando su vida.
Thor se acomodo un rubio mechón detrás de su oreja y se recostó en la improvisada tienda que había armado en aquel campo cercano una un viñedo.