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Complejo de Narciso por Candy002

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Había hecho todo lo que decía la página. Usar el “absorbedor” de personalidad patentado de la compañía (un espantoso casco hecho de alambres luminosos) por dos semanas fue una molestia, pero lo hizo. Le habían dicho que llegaría de dos a tres semanas y un mes más tarde, finalmente, le llegaba la notificación por correo electrónico. El paquete llegaría a la tarde. A la mañana lo leyó y desde entonces estaba en un constante estado de ansiedad. Por más que se obligó, no pudo tomar el desayuno y no quiso saber nada de algún almuerzo. Ver la televisión era lo mismo que no hacer nada. Leer no le mantenía la cabeza en un sitio.

Faltando unos veinte minutos para que llegaran, pensó que semejante inquietud debía ser algo positivo. Al menos le había evitado pensar en lo que se suponía no debía pensar. El timbre sonó y él saltó de su silla. Revisó que su cabello rizado corto y lacio todavía estuviera lacio, que nada en su persona evidenciara de forma muy clara los últimos días de completo abandono vivido.

Abrió la puerta. Firmó los papeles con el fuerte latido en su garganta haciéndole dudar si eran náuseas o no. El empleado con el símbolo de Géminis en la espalda se ayudó de un carrito para empujar la larga caja en el interior de su sala. Antes de irse le recordó que, cualquier problema que tuviera, siempre podía llamar al número de emergencia. Claro, gracias. Adiós.

Eran dos cajas. Una de cartón protegiendo la blanca en su interior. Parecía una heladera sin refrigerador o un refrigerador para guardar animales degollados. Muy cuidadosamente lo puso en el suelo y leyó las instrucciones pegadas por cinta adhesiva al frente.

“Tenga un buen momento, querido cliente de Géminis Incorporated. Si está leyendo esto es que ha recibido su pedido, ¡felicidades! Después de un largo análisis psicológico, psíquico y biológico hemos logrado determinar los valores de su personalidad tipo E (ver más abajo) e introducirlos en su nuevo amigo para su placer. Tan sólo debe dejarlo cargar dentro de su contenedor durante tres horas, de modo que la consciencia artificial se active.

Lea con cuidado las instrucciones e indicaciones que le damos a continuación, de manera que pueda disfrutar con la experiencia clon durante un largo, largo tiempo. Desde aquí le deseamos la mayor felicidad y suerte.”

A continuación seguía una lista de cosas que podía y no podía hacer con el producto. No podía tenerlo cerca del agua porque se hundiría hasta el fondo. En los días de mucho calor se recomendaba tenerlo a resguardo, lejos de los rayos directos. Nada de golpes bruscos. No debía agitarlo. El menor daño posible a la piel. Ante cualquier accidente, favor de llamar a un técnico certificado para su inmediata reparación. El clon podía comer y beber siempre que no fuera una cantidad superior a los tres kilos o tres litros pero en realidad no era necesario para su correcto funcionamiento. La posterior evacuación será totalmente por cuenta del producto. Tampoco necesitaban respirar o dormir.

Revisó la lista dos veces y, tal como esperaba, ninguna de las contras le traía algún problema. Lamió sus labios mientras buscaba el dichoso cable del cargador para conectarlo de inmediato al tomacorriente más cercano. Se sentó en el sofá, justo en frente de la caja, encendió la televisión en un canal al azar y esperó. Al cabo de cinco minutos, creyó que iba a volverse loco. La idea inicial, el tiempo en que tardaron en aceptar su solicitud, los exámenes preliminares, el estúpido casco, ¡y ahora esto! Era el colmo. Pero quería que saliera bien, tenía que salir bien, de modo que decidió que una larga y buena ducha iba a ayudarle a calmarse.

El agua fresca, ni fría ni caliente, le hizo agradecer al cielo en voz alta. Empapó su cabeza, doblando el cuello en un círculo completo. Bebió y escupió. Al salir la huella húmeda de sus pies se fue secando a su paso, mientras se dirigía directo a la sala. Faltaba una hora y media para que acabara. Buscó ropa interior y pantalones que ponerse. Cruzó las piernas encima de los cojines, masajeándose la cabeza.

Al principio él no quería nada de eso, lo recordaba bien. Había iniciado como una simple idea que Anahí leyó en una de sus revistas de moda y se la mencionó con la idea de animarlo. Él pensó al inicio que era mucho dinero por semejante tontería, pero acabó depositando el total, despidiéndose de sus ahorros para una nueva pantalla 3D. Mientras más le daba vueltas, menos extraño le parecía. “Mucha gente lo hace como terapia”, le decía Anahí ante su escepticismo. “Una manera de recuperar la confianza en uno mismo”.

“O de masturbarte con otra mano”, contestó.

“¿Y eso qué tiene de malo?”

Le daba risa pensar en ello. La gente gastaba dinero en formas peores de sobrellevar sus problemas personales. ¿Qué tenía de especial poder follarse a una perfecta réplica de uno mismo? Además, sería alguien con quien compartir el tiempo, alguien con quien estar. Anahí y sus amigos eran geniales, pero todos tenían sus estudios, trabajos, parejas y hogares a los que volver. Trabajar como programador desde casa se volvía solitario cuando acababa un nuevo código y nadie estaba ahí para masajearle la nuca como quien-no-debe-ser-recordado lo hacía, silenciosamente consolador.

Se tocó el lugar, acurrucándose en un sofá. Cuando el pequeño tono de aviso sonó, fue sacándole de sus ideas de un golpe. Entonces se situó en ese momento y lugar, y el principio de un infarto regresó. El contenedor tenía una manilla de plata a un costado, exactamente igual a una heladera. La manipuló a un costado tal como le indicaban un dibujo arriba y la puerta se separó de su marco sobre las bisagras. Ya sin ayuda, mientras una niebla blanca e inodora escapaba por los bordes, el contenedor se abrió lentamente. Tuvo que despejar el aire a manotazos antes de tener una idea de lo que estaba viendo. Y cuando lo hizo, su corazón se detuvo.

Fue miedo al verse ahí, con las manos cruzadas sobre el pecho, pálido, desnudo y sin respirar. Se vio con la cicatriz de la rodilla que se hizo a los ocho años jugando en su primer deslizador. Se vio con el cabello negro rapado en la nuca y el flequillo lacio cayendo sobre la frente ancha. Sus mismas cejas gruesas y curvadas al final. La prominente manzana de Adán bajo el mentón puntiagudo. Los labios rojizos, el inferior más grueso que el superior.

Vio todos sus defectos y lo que él pensaba era atractivo, sencillamente ahí, muerto, y tuvo un subidón de pánico cuando los ojos se abrieron de improviso, mostrándole una copia exacta de sus ojos castaños. La impresión sólo le duró unos instantes, el tiempo que se tomó el clon en tener consciencia de adonde estaba y registraba sus facciones para su banco de memoria. Debía saber que eran las mismas que las suyas porque sonrió y dijo:

-Hola -Y cuando no pudo responder nada, añadió-: Supongo yo que las presentaciones aquí ya sobran. ¿Vas a darme algo de ropa o qué?

El clon se irguió en el contenedor y estiró el cuello, siguiendo con sus brazos y columna. Era exactamente lo mismo que él hacía cada mañana antes de poner un pie fuera de la cama. Incluso el clon imitó su bostezo ahogado antes de ponerse de pie. Se restregó los ojos con aire indolente y se rascó el estómago, suspirando.

-¿Entonces?

-Sí, claro -dijo, parpadeando-. Por allá.

-Ya sé, tranquilo.

Vio al clon dirigirse a su alcoba. No era nada pudoroso con su cuerpo, como él. Nunca se había visto desde atrás. De verdad estaba delgado. ¿Tal vez debería empezar a hacer ejercicio? Adentro lo vio rebuscar en los cajones y sacar los calzoncillos. Luego encontró el cajón de los pijamas, más específicamente unos pantalones ligeros azules. No se molestó con las camisas igual que él no lo había hecho.

-Vení, sentate -invitó el clon desde el borde de la cama. Se sentó en el extremo más alejado, sabiendo o imaginando que debía tener una cara de imbécil observando un reflejo de voluntad propia-. Antes de nada, vamos a aclarar unas cosas para evitar cualquier problema. ¿Por qué estoy aquí?

-¿Qué querés decir?

-¿Para qué me trajiste? ¿Soy tu amigo del alma, tu compañero de juego de mesa, tu sirviente, tu amante? ¿Todas las anteriores?

-No lo sé.

-No me jodas -dijo el clon sonriendo de lado. Al hacerlo se le formaba un hoyuelo, pequeño pero perceptible. Le agregaba un aire simpático a un gesto destinado a la picardía-. Sí que sabés. Puede que no seas un genio, pero tonto no sos. No habrías pasado por tantas molestias si no tuvieras en claro qué esperabas obtener al final.

Era cierto. Y como era cierto, se acercó sobre sus rodillas. Tomó su propio rostro, que seguía sonriendo de forma más suave, sin hoyuelo, y lamió sus labios. No sabían a nada. Era como plástico. El clon le besó de forma más contundente, subiendo el brazo para que se deslizara por su espalda. Se estremeció. Quiso saber si después de un tiempo su sabor (fuera cual fuera) se acabaría pegando al otro. Al separarse se observaron mutuamente, calibrándose. El clon, claro su propósito, no despegó la vista de sus ojos y al encontrarlos de frente, observó lo cálidos y serenos que eran. Ojos bastante más amables de lo que él se esperaba encontrar, porque él no era así con gente que acababa de conocer, pero cuya sorpresa fue bienvenida. Por primera vez cayó en cuenta de que todo, todo lo que alguna vez fue e hizo su clon ya lo sabía y no le importaba un carajo los estúpidos y absurdos errores que pudo cometer. No le importaban porque entendía sus motivos, su mismo punto de vista, y eso era suficiente.

Cuando el clon empujó su nuca, sus dudas se deshicieron como la neblina en su mente. No tenía nada de malo la masturbación. Al fin y al cabo podía ser justo lo que necesitaba.

——-

Vivir consigo mismo resultó una experiencia más gratificante de lo que podría haber imaginado. Como la suya era una naturaleza creativa, si a él no se le ocurría cómo pasar el tiempo, fácilmente su clon encontraba una manera que acababa entreteniéndolos a los dos. No había peleas. Veían los mismos programas de televisión, tenían la misma necesidad constante por caricias en los comerciales y podían disfrutar de la misma música, echados en la cama sin tener que cubrirse nada. Podían andar desnudos por la casa y reír por las mismas causas. Besarse justo cuando lo deseaban. Abrazarse tan fuerte como querían. Hacer el amor como sólo creía posible en sus fantasías juveniles.

Lo mejor era la falta de inhibiciones. Desde pequeño le encantaba cantar, pero sabía lo terrible que era su voz y por eso cerraba la boca, rojo, cada vez que de improviso llegaba alguien que podría oírlo. Con su clon al lado, animándolo con bailes absurdos y sin coordinación, podía seguir sus letras favoritas a todo pulmón mientras se divertía consigo. Cada momento vergonzoso, cada delicadeza que debía tomarse con otras personas, podía sólo olvidarlas, relegarlas, eliminarlas de su mente sin culpa.

Durante las siguientes semanas aprendió a apreciar su naturaleza tranquila, cuando en el pasado llegó a tomarla por debilidad de carácter. Comprendió sus defectos bajo una nueva luz, permitiéndose cerrar heridas abiertas. Se vio a sí mismo en todo su esplendor humano y se dio cuenta de que no estaba mal después de todo. No era perfecto, ni mucho menos, pero no estaba mal. No podía serlo si se agradaba al extremo de responder a un “te amo” murmurando en la noche con un “yo también” que le valió otro rato sin dormir, pero por motivos por lo que ni siquiera se le ocurrió quejarse.

Hasta el día de su cumpleaños, estaba feliz. Entonces fue que recibió un mensaje del que-no-debía-ser-recordado. Le felicitaba por su cumpleaños y cuando se le ocurrió agradecérselo, abrió una puerta a una conversación que duró dos horas, hablando de temas comunes, hasta que por fin el que-no-debía-ser-recordado-pero-lo-era le preguntó si podían verse. Escribió que sí.

———–

-¿Estás loco?

-No voy a tardar.

-¿Pero para qué vas? Vos sabés lo que te ha hecho, la mierda que te has tenido que tragar por su culpa. Carajo, yo lo sé también. ¿Vos qué sabés si no va a hacer lo mismo?

-No exageres. Solamente vamos a hablar un rato y luego vuelvo.

-Te va a joder. Te aviso que te va a joder.

-No, no lo va a hacer. Yo no se lo voy a permitir. A la noche podemos ordenar los tacos que querías, ¿te parece?

-Bueno… Que te vaya bien.

-Nos vemos. Te quiero.

-Yo también.

Al salir del departamento se vio embargado por un nítida y clara sensación de deja vu. En ese momento su celular vibró. Era el-que-no-podía-dejar-de-ser-recordado preguntándole si ya estaba en camino. Le contestó que sí mientras bajaba por el ascensor.

—–

La señora madre de quien alguien acabaría heredando las cejas gruesas con una leve curva al final quiso demandar a Géminis Incorporated. La noticia encendió el interés de todos los medios de comunicación, muy en especial debido a los curiosos hechos que originaron la denuncia. Dos cuerpos, nada menos, y el primer clon en la historia que cometía suicidio, todo en el mismo departamento donde el susodicho clon vivía con su donante de personalidad. Nadie se lo esperaba.

Los amigos declararon a la prensa que el clon parecía tan normal como su amigo, y juntos no podían lucir más felices. Uno de ellos, que quiso permanecer anónimo, declaró que la relación entre su amigo y su ex-pareja no funcionó fue debido a los celos de su amigo porque el otro se fuera, dejándolo completamente solo. De ahí los reporteros se solazaron especulando que la razón por la que el clon se volvió loco de esa manera fue porque su fuente de por sí estaba defectuosa.

Sin duda, no sirvió como contraargumento el hecho de que Géminis Incorporated eliminara la denuncia con una sola reunión de los abogados. El abogado de la madre dijo que el muchacho seguiría con ellos de no ser por las acciones precipitadas e impulsivas de su producto. Deberían haber previsto una situación semejante y regular sus actos para evitar semejante tragedia. El abogado de la compañía, sin perder la calma, extrajo una copia del manual de instrucciones y señaló, con un recuadro rojo, la nota a pie de página. El primer abogado tuvo que acercárselo a la cara para leer las letras pequeñas.

“Personalidad Tipo E: se considera que son el tipo de personalidad más inestable e impredecible. Es aconsejable mantener al clon sujeto a una rutina estricta, a un flujo de los eventos constantes y fácilmente comprensibles, puesto que un cambio brusco e indeseado podría dar como resultado un problema en el producto.”

El abogado de la compañía dijo que bien encontrarse a su fuente (con quien llevaba una relación más que íntima) y a su ex-pareja (por quien sólo había recibido sentimientos negativos en el tiempo en que la fuente llevó puesto el absorbedor de personalidad) en la cama, a punto de consumar una nueva relación de la que el clon no tenía idea, fácilmente podía disparar el evento que acabó sucediendo. Fue una irresponsabilidad por parte de la fuente, quien comentó claramente a sus pares que no tenía idea de qué eran los tipos de personalidad ni demostró interés en averiguarlo. También dijo que ellos no construían androides y que cualquier manipulación consciente en la mente de sus productos estaba en contra de los principios de la compañía, que era la noble creencia de que todos los males del mundo podían ser curados si la gente aprendía a quererse un poco más a sí misma.

-¿Incluso si uno es un potencial asesino? -dijo el abogado de la madre sin poder contenerse.

-Incluso entonces -afirmó el abogado, con un brillo de pura convicción en los ojos.

El otro no supo si lo admiraba o temía por ello. Escuchó otras cosas y apenas habló. Al terminar la reunión el clon del abogado de Géminis (pero con otro traje) fue el que se levantó de su asiento para conducirlo a la puerta. Con pena, el abogado de la madre le dijo a esta que no tenían caso.

Ella continúa luchando, se entiende, por su único hijo. Está empeñada en hacer oídos a cualquiera que le recuerde que, en realidad, el clon no hizo nada que su hijo no habría hecho en su lugar. “No es verdad”, insiste. “Mi hijo era bueno y nunca haría algo así”.

Notas finales: http://candy002.wordpress.com/
http://voces-huecas.blogspot.com.ar/

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