Las suaves, delicadas y ágiles manos de Marshall me sujetaron por la cintura y me pusieron sobre sus piernas. El color azulado de su piel contrastaba con el rosado de la mía. Sujetaba mis piernas y acariciaba mi espalda mientras yo me aferraba a sus hombros. Mi ropa y la de él fue desapareciendo rápidamente. Olí su cabello y él aprovechó de morder mi cuello, “eres delicioso” dijo. Su erección crecía al igual que la mía. Introdujo sus dedos en mi entrada y cuando decidió que era suficiente comenzó con las embestidas. Una tras otra. Fuertes y certeras. Yo estaba tenido de espalda en la cama y el sujetaba mis piernas.
-chicos…
Ese ruido hizo que nuestro mundo de placer en el que estábamos se derrumbara en un instante. Ambos miramos hacia la puerta, y ahí estaba parado el príncipe flama. Su cara llegaba a ser graciosa de lo sorprendido que se veía. Le tomó unos segundos volver a la realidad.
-yo… vuelvo más tarde
Estaba a punto de irse pero Marshall lo detuvo, ya me lo había planteado hace un tiempo, así que sabía lo que iba a hacer. Mi vampiro sacó su miembro de mi entrada, lo que provocó que se me escapara un gemido.
-cierra la puerta y acércate – le dijo al sorprendido príncipe
Me senté en la orilla de la cama y observé lo que Marshall hacía. Al príncipe flama comenzaba a notársele un gran bulto entre las piernas. Marshall se paró y caminó hacia el chico de piel anaranjada, él retrocedió pero chocó contra la pared. Marshall puso la mano en su entrepierna y empezó a darle besos y mordidas en el cuello. En un momento en el que él príncipe estaba demasiado distraído por el placer el vampiro lo empujó sobre la cama y se puso sobre él. Me uní a ellos, le bajé los pantalones y liberé su miembro, hay que admitirlo se veía delicioso. Lo engullí y de inmediato se comenzaron a oír los dulces gemidos. Arriba y abajo, llegaba a su base y luego casi lo sacaba de mi boca. Su espalda se arqueaba. Marshall estaba junto a nosotros masturbándose. Luego de un rato puso sus manos sobre mi cabeza y hacía que aumentara la velocidad. No tardó mucho en correrse en mi rostro. Marshall me tomó por el mentón y lamió todo lo que había en mi cara.
Tomó por las caderas a nuestro compañero. Y lo torturó un poco apenas rozando su entrada con su pene. El príncipe se mordía el labio. Al fin le pidió a Marshall que lo penetrara, pero solo aguantó un par de estocadas.
Mi sexy vampiro de piel azulada me puso en sus piernas, y le dijo al príncipe que se sentara frente a mí, este ahora estaba lleno de placer. Ese miedo que se veía en su rostro ahora era pura lujuria. Marshall empezó con las embestidas, cuando tomó velocidad le dijo al otro chico.
-chúpasela
Él nos miró incrédulo, pero bajó la mirada hacia mi pene, abrió la boca y lo engulló de una vez.
Marshall llevaba un tiempo diciéndome que quería invitar al príncipe flama. Al principio creí que era broma pero después de que me lo dijo unas veces le creí. No me molestó, solo sería sexo, es un chico guapo y yo estaba incluido en los planes. Aunque realmente no pensé que fuera tan fácil.
Enredé mis dedos en el cabello del príncipe. Por un momento me sentí culpable porque estaba disfrutando más la mamada que me estaba dando el príncipe que las embestidas de Marshall. El vampiro tomó mi ligero cuerpo e hizo que el príncipe se tuviera que mover bruscamente, por lo que quedó pegado al respaldo de la cama. Marshall aún seguía dentro de mí y no aguanté mucho más, mi semen quedó en el pecho del príncipe flama y el del vampiro quedé en mi entrada. Realmente había mucho ruido en la habitación.
El príncipe nos miraba, tenía una expresión tímida, como de vergüenza, tenía un color intenso en las mejillas y los ojos muy brillantes.
Una vez que mi pecho subía y bajaba con un ritmo menos acelerado me levanté y busqué un pañuelo en el velador. Encontré algunos y me acerqué al príncipe para limpiarlo. Marshall estaba entre dormido y despierto, apenas cubierto por las sábanas a los pies de la cama. Limpié el pecho del príncipe y luego tiré los pañuelos pero el en ningún momento levantó la mirada. Quería decirle algo pero no sabía qué. Me recosté junto con Marshall y observé al príncipe que aún se veía agitado. Cuando se calmó recién comenzó a moverse, primero buscó sus cosas con la mirada y luego se bajó de la cama a recogerlas. Empezó a vestirse y Marshall dijo
-no tienes que irte
-prefiero hacerlo – habló por fin
-como quieras – terminó Marshall y volvió a acomodarse para seguir con su siesta
El príncipe termino de vestirse y se volteó hacia nosotros. De un momento a otro volvió a ser el de siempre. Esa mirada traviesa volvió a sus ojos.
-yo solo venía a decirles que Fionna y Cake quieren que nos juntemos en su casa mañana – dijo con su típica sonrisa en el rostro
-bien… - me miró como queriendo decir algo más pero continuó callado – lo lamento por esto, está bien si estás molesto…
-no lo estoy… - se acercó a mi oído y susurró – si vuelven a necesitar ayuda solo avísenme
Se alejó camino hacia la puerta y antes de salir se volteó y me giñó el ojo. Una vez que el príncipe se había ido Marshall me preguntó
-¿qué te dijo?
-que quiere volver a hacerlo
-lo sabía – con bastante más energía que antes – se le notaba, es un pervertido. Solo había que echarle un empujoncito para que entrara en confianza…
-ya para de hablar
-¿qué? ¿Estás celoso?
-¿del príncipe flama? Claro que no
-¿Qué te pareció?
-le falta práctica, pero en eso le podemos ayudar nosotros. Luego de un par de lecciones estará perfecto.